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Escape de la Isla de la Muerte

ESCENA VII: Epílogo (Todos)

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14/04/2018, 19:51
NAVEGANTE

Tras unas horas de viaje se encontraban de nuevo en las llanuras al otro lado de las montañas. A lo lejos, las aguas de la laguna reflejaban las luces de la luna y las estrellas.

Aunque estaban muy lejos del antiguo poblado de los nativos alrededor del cual seguramente aún pululaban los necrófagos, Toa Rappa estaba terminando de formular las palabras del ritual y de trazar el círculo que rodeaba el campamento. Los negros había recopilado algunas piezas de frutos alrededor del fuego. Orologgio y Lope contaban con unas pequeñas aves que habían logrado cazar con los mosquetes y que estaban empezando a despellejar. Todo parecía tranquilo.

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14/04/2018, 20:01
Toa Rappa

—Tranquilizaremos a los espíritus de los muertos. — Toa Rappa miraba hacia la silueta de su antigua aldea, y luego de nuevo al fuego.— Pronto haremos que vuelvan a descansar en paz.— Parecía confiar profundamente en el sentido de sus propias palabras.

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14/04/2018, 20:03
Etienne

—Siempre que los montaigne no vuelvan. — Suspiró Etienne.

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14/04/2018, 20:03
Toa Rappa

—No lo harán.— Afirmó Toa Rappa. —No al menos en mucho, mucho tiempo.—

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14/04/2018, 20:03
Armando Bastardo

—¿Y ahora qué?— Musitó Armando. Miró a Orologgio: —¿Es cierto que sabes como se construye un barco?— Luego se giró hacia Lope —¿Podremos volver a casa algún dia?—

 

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14/04/2018, 20:04
Hook

—Guarf, guarf.— 

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15/04/2018, 13:04
Sebastián Montefiel

Mientras unas mujeres despelleja la caza que él y Orologgio han conseguido, Lope observa apartado la conversación entre Etienne y Toa. Quién puede saber lo que se le pasa por la cabeza.

Volveremos —responde muy serio, en castellano, cuando Armando reclama su atención. Se gira hacia el chico.— Por cierto: me llamo Sebastián —añade también en castellano. Su expresión es cansada pero, por primera vez desde que llegaron a la isla, al fin relajada.

A continuación, Sebastián alarga la mano hacia Hook y le acaricia la cabeza.

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16/04/2018, 17:11
Sebastián Montefiel

Mi nombre es Sebastián Montefiel, pero pocos me conocen así. En la Sierra de Hierro, se me conoce como «el León de la Sierra»: desde que me visto por los pies, he vivido de robar a los viajeros que cruzan los caminos de las montañas, con bastante éxito. Ya apenas recuerdo el lugar donde nací, o la familia que me crió. No me han faltado el vino, las mujeres, los placeres, la admiración de los hombres, ni la maldición de las autoridades. Durante un tiempo, algunos hombres me siguieron, pero casi siempre he trabajado solo. Nadie podía medírseme y a nadie he necesitado.

Pero las cincuenta y tantas primaveras que llevo a las espaldas no han pasado en balde: mi cabeza funciona como siempre y nadie me gana en experiencia, pero a veces me flaquean las manos y una simple carrera me deja sin aliento. Los últimos años he malvivido de mi renombre. Mis mejores días han quedado atrás y no he construido nada. Siempre me jacté de ser un hombre libre, sin ataduras. Tuve amigos, pero no los cuidé. Conocí a una mujer, y con ella tuve una niña, pero las abandoné. Últimamente, me he descubierto pensando en lo que pudo haber sido.

Un día, hace unos meses o mil años, robé a la persona equivocada. Tuve que huir de mi país y me embarqué con identidad falsa en el primer navío que encontré. Durante la travesía, una tormenta destruyó el barco y me dejó en esta roca en medio de la inmensa Mar Océana. Desde entonces, me he visto envuelto en misterios que nunca entenderé. He visto monstruos horribles formados de restos humanos y animales, he conocido a brujos, he estado en antiguas ruinas llenas de joyas, brazos cercenados han vuelto a crecer, he hecho amigos y los he perdido, he luchado por mi vida contra mercenarios herejes y al lado de guerreros paganos, y me he creído muerto más de una vez. Siempre tratando de volver a mi país.

Ahora que mi última esperanza de volver parece haber desaparecido y mi futuro es más incierto que nunca, una parte de mí se pregunta: ¿habré visto lo último del mal que habita esta isla? ¿Qué me deparará esta isla, donde pasaré los pocos años de vida que me quedan? ¿Qué sus habitantes de tez negra y creencias extrañas, qué sus criaturas de pesadilla, qué su antigua magia? Pero otra parte de mí piensa: si el vodaccio consigue crear una nave que nos pueda llevar de vuelta, y mis ojos pudieran de nuevo ver las costas theanas… ¿Existe algún lugar al que pueda llamar hogar? ¿Qué hay para mí en la Sierra, en Castilla, en Thea entera? Nadie me espera. Cuando llegue mi último día y haya de reunirme con el Altísimo… ¿Quién se acordará de Sebastián Montefiel?

Pero no es momento de pensar estas cosas. Es hora de comer, y luego nos pondremos a levantar de nuevo el poblado. El anciano jefe espiritual de esta gente y su joven ayudante conversan a cierta distancia, probablemente del trabajo que se avecina. Armando me pregunta algo, y ese perro que le sigue a todas partes vuelve a ladrar. Mañana volverá a amanecer, y al día siguiente igual. Es hora de levantarse. Hay mucho que construir.

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25/04/2018, 14:39
Orologgio d'Orivanni

¡Claro!

¿Claro que?   

¡Todo!

jeje, sonreía Orologgio. 

Regresarán las naciones de Thea -les dijo a Ettiene y Toa- inevitablemente.  Y sólo hay dos formas de evitar que los devoren cual monstruos, a su isla y su gente- -les dijo inusualmente serio.  Según lo que he leído que ha pasado con otros pueblos.  Es muy importante que lo platiquemos. 

Y tomó el tiempo para contarles las historias de otras islas y otros pueblos, todos de diverso color y destinos.  Pueblos subyugados, esclavizados, otros negociando, otros más fuertes, aislándose, dando enclaves.   Quería contar la historia para que llegaran ellos mismos a una decisión con su consejo de sabios y de pueblo, dándoles tiempo, lo tenían, no mucho pero lo tenían. 

Dentro de todo -como una ecuación- sólo veo una estrategia de dos piezas

1) Cerrar la brecha tecnológica lo más pronto posible.  Comenzaríamos con enseñarles a armar barcazas, y navegación de mar, pero luego siguen talleres, y forjas y metal, y herramientas de arado y cuanto más.  Los volteó a ver, habría que diseñar algo al tamaño y basado en sus conocimientos ancestrales del sitio.   y

2) Negociar una alianza, reconocimiento, y de malas un protectorado, lo más benigno con alguna de las fuerzas allá, bien escogida para que bloquee la rapacidad del resto y de el mayor respeto e independencia a sus derechos sobre la isla y liderazgo.   No iba a estar fácil.  

Su mejor carta de poder son precisamente el conocimiento y maravillas de los antiguos.  No habría sido posible olvidarlas o abandonarlas, por más tentador que fuera.  Eran su carta más fuerte después de la lejanía de la isla.  Lo se, complicado, a con su sabiduría acercarse, tomarlas, verlas, pero inevitable.

Cuentan conmigo para la primera estrategia, cerrar la brecha, y al buen Sebastián le tocará ayudar en todo para hacerse un hogar aquí.   Ya lo veía teniendo su tanda tardía pero alegre de hijos de color mezclado.  

Y para lo segundo, también tendrán mi diplomacia y contactos para ser enviado. -¿Con el príncipe Lucanni, la alianza?   Camino con espinas y zozobras será, corrientes esquivas, arrecifes a navegar con cuidado y mano en timonel, pero la única ruta a tomar es, para sobrevivir libre.  A menos que la magia de ocultamiento nos diera unas décadas más, inevitable será cual temporada de huracanes.

Ingeniería de la politi parecía.  Habría que traerse la sabiduría de aquel escritor vodaccio y sus cartas "al Príncipe". 

Y Rossana, mi strega de estrellas, ¿viste esto en tus tejidos? ¿estoy siguiendo tu mapa trazado sobre lo insondable, para encontrarnos?  -suspiró esperando un sí. 

Así que, después de una buena agua de semilla flotante de islotes, ¡propongo que nos pongamos manos a la obra!

Sonreía amplio como la mar.