Partida Rol por web

De cuando en cuando el vodaccio utilizaba su catalejos para detectar cualquier cosa allá adelante, fauna natural o antinatural del lugar, así como las cercanías al campamento o los campos de cultivo. 

Lo mejor será liberar a la gente de Toa primero.  Ya luego veremos que hacer con DulMotte en el fuerte, o casa de piedra, o lo que tenga.  

Espero que algunos soldados y colonos se sientan tan asqueados por lo que hace que algunos acepten armisticio antes que pelear a muerte.

Los espíritus con los que hablas Toa, ¿que nos quieren decir? ¿que deberíamos saber?  -preguntó respetuoso. 

¿A la bestia la calmaría la muerte, como a los hombres serpiente? ¿Es del mismo tipo de creación, injerto de gorila con gente, por ejemplo? ¿O sería algo más, Toa?

Se detuvo tantito a tomar agua.

Los espíritus con los que hablas Toa, ¿que nos quieren decir? ¿que deberíamos saber?  -preguntó respetuoso.

-Mmmmmhhh...- Su expresión ante la pregunta del vodaccio  se vuelve sombría. - Hay cosas que es mejor no saber, muchacho. Hazme caso.-

¿A la bestia la calmaría la muerte, como a los hombres serpiente? ¿Es del mismo tipo de creación, injerto de gorila con gente, por ejemplo? ¿O sería algo más, Toa?

-No tengo las respuestas a todas tus preguntas, pero sospecho que hay algo de verdad en todas ellas. La muerte le calmaría, como a todos, pero no es eso de lo que hablaba. Y sí, es una creación como las que hemos visto, pero también es algo más.-

A medida que avanzaban Orologgio alcanzó a vislumbrar con su catalejo lo que parecía una silueta alargada difuminada entre la neblina, sobresaliendo por encima de un repecho que impedía ver la base de la estructura, por surgir esta desde un punto detrás del altozano. Era algo alargado y alto. Muy alto. ¿Un tronco, una columna? 

Si seguían en linea recta, no llegarían a ella, pero pasarían cerca y esta quedaría a al derecha del grupo de amigos, a mayor altura.

Pero Toa, a un científico como yo no se le puede decir: "Es mejor no saberlo."  Jjajja, eso es anatema para nosotros, jajaj.  Le puso la mano sobre el hombro, sonriente, como diciéndole que lo dejaría en paz un rato pero que no tardaría mucho en volver a ello.

En cambio, mejor dirigió la atención a la otra pregunta que había dejado como anzuelo:

¿Qué sería eso más en el gorila-hombre? 

Estaba esperando la respuesta cuando descubrió esa extraña estructura a la distancia.  Les pidió a sus compañeros que se alejaran de estar expuestos tan a la vista y la fue recorriendo a la estructura, poco a poco, bajando milímetros de arco su catalejos. 

Creo que es una...

,,,,chimenea de gran altura. No ves que salga de ninguna estructura o edificio. Dirías que surge directamente de la superficie suelo, en un punto también alto del terreno.

Compañeros, -les mostró con el dedo apuntando a lo lejos-  con el catalejos alcanzo a ver algo allá adelante. 

Es como una chimenea de gran altura. No parece salir de ninguna estructura o edificio, más bien como si surgiera directamente del suelo, en un punto también alto del terreno.

¿Nos acercamos a investigar? 

Les ofreció el catalejos para que ellos mismos viesen.   ¿Que tan vieja será? ¿De los Thalussai o de los Domae?  

Toa, ¿te habían contado tu gente, o tu mismo habrás recorrido este lugar?, y procedió a describírselo paso a paso, lo mejor que podía.  Usaba su montañés más elocuente y vívido como si fuera una de esas novelas que estaban en boga en las capitales y salones finos de la nobleza. 

En la caminata hacia el norte, Lope no se ha adelantado para ir reconociendo el terreno, como antes. Sin el peligro de que los monteñeses aprovechen cualquier encuentro fortuito para revelar la presencia del grupo, quizás Lope no ha visto necesidad de tanta precaución. El castellano también ha conversado con James durante el trayecto. Como el avalonés, Lope está preocupado por el poder de Dul Motte. Lope además ha opinado en contra de visitar las ruinas.

—Están a un buen trecho cruzando la isla, y los hombres de Dul Motte están por ahí, buscando a Toa. El disparo atraerá a las partidas. Además: nosotros vamos dejando un buen rastro a nuestras espaldas —se permite bromear—. Esos dos —añade, refiriéndose a los dos monteñeses muertos— dijeron que nadie va por el norte. Debemos aprovechar eso.

Pero el camino por delante es largo aún: según el mapa y las palabras de los monteñeses, los náufragos aún deben alcanzar el extremo norte de las montañas, doblarlo y avanzar hacia el sur y hacia la colonia. Quién sabe qué clase de cosas pueden aparecer en su camino.

Cuando Orologgio se detiene y les pide que se escondan, Lope no tarda en obedecer. La aparición de la chimenea no parece gustarle.

—Puede ser también de los monteñeses —razona el viejo mercader, a la espera de lo que diga Toa.

A James no le hacía gracia tampoco visitar las ruinas y casi sintió alivio cuando Lope le hizo saber que tampoco quería ir. Ante lo que el vodaccio decía acerca de una chimenea más adelante, James se extrañó bastante.

- Si surge una chimenea de debajo del suelo es que debe haber construcciones subterráneas. ¿no es eso? -dijo preguntando al vodaccio, que le parecía más versado casi sin duda en temas de estructuras y edificios.

- Por otro lado, no perdemos nada por echar un vistazo, eso sí, con mucho cuidado.- esta vez miró a Lope, casi sonriendo al recordar como se fue de frente a por los montaignes y casi se lleva un disparo en la cara.- Si son montaigneses, pasamos de largo, que hay algo que pueda ser de ayuda, pues eso que nos llevamos. Además como está ahí delante, tampoco nos desviamos mucho de nuestro camino.

Casi le da la risa por la descripción que hace Orologgio, le resultó un tanto ridícula por el lenguaje usado, al que evidentemente no estaba nada acostumbrado. Aunque había demostrado su utilidad ya en varias ocasiones en el poco tiempo que llevaban juntos, y que le respetaba por el conocimiento del que parecía estar lleno, no dejaba de resultarles cuando menos curiosas, sus formas y expresiones en el lenguaje

Toa dijo no saber lo que era aquello. El "obelisco" (la chimenea) siempre había estado ahí, según él, desde antes de la llegada de los montaigne. Pero sabía que una vez pasado el repecho alto junto a la chimenea, empezaría la cuesta abajo hacia los acantilados del norte de la isla.

Sea como fuere, el grupo desvió un poco de la dirección que llevaban hasta el momento ocultándose desde las perspectiva de la "chimenea" tras una loma. Cuando Orologgio les pasó el catalejo comprobaron que, efectivamente, parecía una chimenea de ladrillo que no surgía de edificación alguna si no que emanaba directamente del suelo. Además, alcanzaba gran altura; fácilmente los seis hombres de alto. La explicación de Lawson tenía cierta lógica. Debía de haber algún subterráneo.

Evitar aquella chimenea les resultaría fácil si lo deseaban, simplemente dando un pequeño rodeo. La chimenea parecía estar situada en un punto alto adrede, quién sabe por qué razón.

Repentinamente, notaron un retumbar bajo sus pies y a continuación el suelo empezó a vibrar levemente, todos lo notaron y se miraron entre ellos.

Toa Rappa dijo: -¿Qué es eso? ¡Nunca había sentido algo así! ¿¡La isla se mueve!?-

Un terremoto? Volteo a ver al perro para ver su reacción.

Chico? todo bien?

Si Toa, con la edad que tiene, nunca ha sentido algo así, es que no son comunes los terremotos aquí.  Así que, o es el primero en muuuchos años, o son los montaignes haciendo desastres con las máquinas Tallusai.  

Orologgio se fijó en las piedras arriba de ellos para no colocarse en ningún lugar donde alguna les pudieran caer encima.  Ahí, a la segura, mientras las cosas se zarandeaban, les dijo a los demás:

Pue-es ya que estamos aquí, sugie-ero pasar a ver más de cerca esa chimenea.  Sólo para ver si hay actividad montaigne ahí, o-o si hay algo relevante.  Después de un vistazo ra-ápido seguimos rodeando hacia el campam-m-mento.  ¿Les parece? 

Mientras avanzan discretamente y Toa explica lo que (no) sabe sobre la extraña construcción, Lope se mantiene silencioso. En los momentos en que pueden verla asomar tras la loma, el castellano la analiza con la mirada, quizás tratando de averiguar su naturaleza y función, pero sin duda en busca de peligros y detalles que se les hayan pasado por alto.

Entonces, la tierra empezó a temblar. Lope trata de mantener la vertical mientras mira a Toa con alarma. Claramente, no le gusta la reacción del negro.

—¿Hay algún motivo por el que desees morir aplastado, vodacho? —bromea el veterano no sin cierto nerviosismo—. ¿No puedes esperar a que el temblor se detenga?

¡Lope va a ser muy testarudo con esto! No obstante, no se opondrá a inspeccionar la estructura -con todas las precauciones del mundo- una vez todo vuelva a la calma. La chimenea sin duda ha azuzado su curiosidad.

Respondiendo a la vibración de suelo el animál empezó a dar vueltas nervioso pero sin alejarse de los humanos. No ladraba. Tenía el gesto confundido como si no comprendiera bien lo que sucedía.

Cuando el muchacho lo llamó, se acercó a él, pero no dejó que este le agarrara o sujetara. Seguía dando vueltas nervioso a apenas un metro del muchacho, muy próximo a él. Hasta el momento en el que el temblor se detuvo.

La vibración fue sustituida por un ronroneo apagado pero continuo claramente subterráneo. Los compañeros hicieron amago de moverse para aproximarse a la chimenea y examinarla de cerca cuando esta empezó a emitir algo por su extremo superior.

El humo era de un brillante color verdoso amarillento formando espirales con variaciones tonales de estos colores. Además la nube en expulsión se movía de una forma extraña, como si fuera extendiendo zarcillos en diversas direcciones en vez de seguir la dirección del viento. El efecto era más similar al producido al echar aceite o un colorante al agua que al que debería producir un gas o humo al ser expulsado al aire. 

Además, a medida que se extendía la calima esta iba produciendo bajo ella una especie de llovizna o chispeo que descendía suavemente hacia tierra, como si fuera ceniza, aunque de esos innaturales tonos verde-amarillentos en vez del blancuzco-grisáceo tono de la ceniza.

Tan psicodélica situación venía acompañada del continuado runrún subterráneo, que sin ser molesto mantenía su constante presencia.

Aún la nube no había encapotado el cielo sobre ellos, por lo que ni la llovizna les caía encima ni percataban olor extraño en el aire, pero de seguir extendiéndose la nube pronto les alcanzaría.

-¿Qué pasa ahora? ¿Me estoy perdiendo algo?- El negro había notado como el suelo había dejado de temblar y desde luego oía el ronroneo, pero desde luego no podía ver lo que se les avecinaba.

James se había puesto bastante nervioso durante el curioso terremoto. La idea de algo subterráneo parecía que se había confirmado por sí sola. Pensaba en acercarse cuando el terremoto se desató y luego las volutas de diversos colores empezaron a salir por la chimenea.

- Sí, Toa. Te estás perdiendo que de la chimenea está saliendo humo de colores. ¿Alguien de tu pueblo te comentó alguna vez algo sobre un humo de colores? ¿sabes si es ponzoñoso?- James casi se tuvo que contener para no zarandear al viejo debido a los nervios que sentía. 

Ya girándose a sus compañeros dijo:

- Creo que podemos cruzar la nube hacia delante. Solo hay que correr y no morir. ¿o preferís que volvamos? Lo que sea, pero debemos decidirnos YA.

Lope mira con extrañeza y preocupación todo lo que sucedía: el comportamiento de Hook, el ronroneo de la tierra, la extraña emanación de la estructura, su comportamiento, su color, la sustancia que caía a tierra... Lope interviene para contestar a James.

—Esto no tiene buena pinta… Pero retrocediendo no vamos a estar más a salvo. ¡Apretemos y dejemos esto bien atrás! —declara, y comienza a andar hacia arriba a un paso más apurado, esperando a los demás para echar a correr.

Ante las palabras de Lope, James piensa que no hay  más que hablar y echa a correr con todas sus ganas.