Partida Rol por web

En el momento en el que terminas de hablar Xoán ya tiene a buen recaudo el revólver, bien dentro de su vieja chaqueta. Ves la tranquilidad reflejada en su rostro cuando te retractas de tu alocada idea. Suena la puerta y entra Natan, farfullando sobre la manivela y el coche. La deja de malas maneras en el asiento del copiloto y sin girarse hacia vosotros os dice. Nos vamos ya, al fin, de una puta vez... Acelera suavemente para poner el coche en movimiento, pero a los pocos metros recorridos ya le pisa fuerte, debe ir tranquilamente a 70 km/h. El camino es pedregoso, no diríais que realmente es una carretera, no se puede ir muy cómodo con esas constantes vibraciones, sobre todo acostumbrados al tierno balanceo del mar en vuestro barco. 
Tras unos minutos entráis en otro ambiente, parece que es el propio pueblo de Innsmouth.

- Estos coches... cuesta hacerlos arrancar eh.

Cuando mi culo comienza a botar sobre el asiento, no puedo resistirme a hacer un comentario.

- Un marica gozaría este recorrido

Y miro a Xoan mientras señalo a nuestro extraño conductor.

El recorrido dura bastante menos de un cuarto de hora. Durante este tiempo Xoán no ha abierto tampoco la boca, se ha relamido muchas veces los labios y te ha dedicado miradas preocupadas, pero no más que eso. Vuestro conductor, en la misma tónica que tu compinche no ha abierto la boca salvo para maldecir el mal estado de esas "carreteras". 
Desde tu ventanilla se ve que habéis llegado a la ciudad, en un estado tan deplorable como las otras veces que habías ido de paso. Casi no había gente por las calles, y los pocos que las ocupaban llevaban ese estigma, esa fealdad propia de todo habitante que visteis de Innsmouth: cara redonda, ojos grandes y saltones, pasos cortos y espalda encorvada. 

Un frenazo en seco te saca de tu observación. Estáis en frente de lo que parece ser un bar, pero no habías visto antes uno tan deplorable. En la entrada estaban dos hombres con la nariz hinchada y roja en plena mañana, corpulentos y hablando alto, con esa voz "burbujeante" que ya habías escuchado con anterioridad.

Se gira en su asiento, mira hacia los lados y luego se dirige a vosotros. Hemos llegado, venga señ... Su voz ha sonado tan fuerte y acuosa como las de los de fuera, se interrumpe y ahora carraspea su garganta y os dice de mal humor ahora. Señores... 
Sale del automóvil y mueve en círculos los brazos, estira su corto cuello y os hace un gesto de que salgáis.

Mis ojos se abren desmesuradamente al ver el lugar

Joder, espero que esto no sea un burdel, como las putas sean tan agraciadas como los hombres cualquiera se acuesta con una mujer del pueblo. Mira que he estado en antros, pero el aspecto de este...

Saco la medalla que llevo colgada al cuello y la beso instintivamente.

Con la indicación de Brich salgo del coche y miro hacia los lados, cada vez estoy mas incomodo, he tratado y negociado con tipos difíciles, y siempre estoy tranquilo, pero esta gente consigue ponerme nervioso. Necesito hablar para calmar mi ánimo.

- Hace fresco esta noche.

Señalo con la mano el garito e interrogo a Brich.

- ¿Pasamos?

Ya fuera ves como Xoán sale después de ti. Qué pinta de tugurio macho, aquí deben de estar bebiendo la mierda que les traemos hasta que les volvemos a traer. Se pone a tu lado y ves cómo se toca dentro de la chaqueta cerca del costado. Asiente conforme en cuanto parece que toca algo. 

De todos modos, los nervios se hacen presa de él y vuelves a ver la preocupación en su rostro.

Sonríe como una serpiente ante tu pregunta. Claro, id pasando, tengo que cerrar el automóvil. Cierra la puerta y se dirige al maletero. Os mira de repente y os señala con los dedos como si su mano fuera una pistola. Ah, y decid que vais de parte de Martin. Inclina la cabeza y levanta las cejas, dejando ver sus saltones ojos de una forma más escalofriante que nunca. ¿Entendido? Te exige con voz apresurada.

Martin...

Hablo en voz baja

- Pues espero Xoan que al menos laven los vasos, aunque si no se intoxican bebiendo aquí, seguro que con la mierda que les pasamos tampoco.

Alzando la voz.

- Muy bien, Martin, es sencillo.

Me dirijo a la puerta del lugar y la abro.

Al abrir observo a la gente y me dirijo a la barra con paso decidido.

- Buenas, venimos de parte de Martin

Al entrar por la puerta decides que es la peor taberna en la que has estado nunca: huele a algas de una manera horrible, hay tres paisanos casi tumbados por el alcohol en una mesa al fondo y el barman está limpiando un vaso con un trapo realmente sospechoso. 

Este hombre no era tan desagradable de ver como el resto de lugareños. Compartía rasgos, sí, pero no era ni de lejos como tan horrendo como los tres esperpentos sentados al fondo. Su expresión no se vuelve más amigable ni sorprendida cuando dices que vas de parte de Martin. Te mira con los ojos entreabiertos a la par que deja un vaso en la barra. 
Ajá, pues Martin aún no está. Se gira y coge otro vas de un fregadero repleto de ellos. Lo empieza a limpiar también. ¿Qué tomaréis mientras? Deja el nuevo vaso limpio al lado de Xoán. 

Tu compañero, de forma silenciosa se sentó antes que tú y fue el primero en hablar. A mí gustaríame... Mmm... Una cremita, un licor suave. Se le ilumina el rostro un poco y te mira. Cuando habla así sabes que recuerda su hogar, le invade la morriña y es muy fácil que se tome copas de más y termine llorando. Mi compañero... Te señala y chasquea los dedos. No dice nada, no le debe salir tu bebida favorita.

- ¿Sabe si Martin tardará en llegar?

Joder, que olor, como pueden aguantarlo, la verdad es que no se si pasar de tomarme algo aquí, que asco de sitio, y mira que he estado en sitios malos

- Tomaré lo mismo que mi compadre.

Es el único modo que tengo de unirme a tu melancolía... compartiendo contigo un trago.

Tras pedir me siento al lado de Xoan

El encargado de la barra os mira con una mueca desagradable. ¿Crema? ¿Qué son ustedes, un par de señoritas? Apoya dos vasos en la barra y sacara una botella como las que vosotros soléis llevar. Aquí sólo tenemos lo que destila el viejo o lo que traen dos marineros. Levanta de debajo de la barra otra botella de aspecto más rústico. Os las deja delante vuestra y se apoya sobre la barra mirándoos con cara de prisa.

Lo que destila el viejo... como dicen, conoce a tu enemigo.

Apoyando el codo sobre la barra y mirandole con una sonrisa socarrona

- Tomaré lo que destila el viejo

Miro entonces, mientras espero que me sirva, hacia las mesas, buscando una mas o menos retirada que nos permita hablar con discreción y una huida rápida si es necesario. A la par que me inclino ligeramente hacia Xoan mientras musito.

- Vaya sitio macho

El barman sonríe con bastante soberbia, como si tener un local así fuera para creerse un pez gordo. Efectivamente habías estado en lugares malos y con personas deleznables, pero estos eran competidores duros. 
Con sus expertas manos vierte el contenido de la botella en vuestros vasos, los llena hasta arriba de ese líquido que por momentos parece hasta grumoso. 
Ala, aquí tienen sus señorías. Sus ojos redondos parecen aún más redondos y vidriosos. Serán dos dólares por cabeza.

Se escucha la puerta abrirse a vuestra siniestra. 
No les cobres, merluzo, son mis invitados. Recalca el "mis" y se sienta al lado vuestra sin quitarse la gabardina. Sentado en el taburete os dais cuenta de lo alto que es realmente, casi no le cuelgan las piernas. A mí no me pongas nada, estoy de servicio. Le dice al camarero ilegal con una afilada sonrisa. Que lo disfruten. Os dice a vosotros mientras mira su reloj y masculla algo para sí mismo. 

El barman tiene la cara congestionada y parece molesto. Por el otro lado Xoán mira su vaso con una expresión de mareo de barco.

Al escuchar la cifra mis ojos se abren sin poder evitarlo.

- Dos dolares, joder qué es esa mierda, ni los meados de Cristo serian tan caros

La intervención de Brich detiene lo que podía haber sido el inicio de una discusión.

Merluzo.. tiene gracia viniendo de un besugo.

Al tomar el vaso antes de beber le hago un gesto al barman como si brindase con el y doy un trago rápido sin mirar el contenido, pues si lo miro de nuevo tengo por seguro que no bebo. Al observar como mira el reloj, veo la oportunidad perfecta para largarnos del pueblo cuanto antes y por sentado que el también tiene prisa...

- Bueno agente, vayamos al grano que nosotros al igual que usted, también somos hombres ocupados

El extraño policía se ríe estruendosamente ante tu comentario sobre la "bebida" del viejo. Apoyado sobre la barra os mira de lado, pero cuando le dices que sois hombres ocupados te dirige una mirada seria y se pone erguido. 
 
Tranquilo bucanero, tranquilo... Te dice con una voz que sisea, acompañando muy bien a su mirada de serpiente. Este tema lo lleva Martin, pero no sé cuándo coño...

El sonido de la puerta al abrirse interrumpe a Natan.

El agente Martin aparece en el momento más indicado: cuando queréis que el tema avance. Os mira a todos con una mirada inexpresiva en sus redondos ojos, vienes mojado y camina pesadamente. 
La gente del bar se pone en una posición más derecha en cuanto entra por la puerta.

Lamento el tardar, caballeros... Natan. Dice, o más bien ruge con esa voz burbujeante y ahogada por el mismísimo mar. Después que él entran dos hombres de los que os ayudaron a descargar en la costa y traen un barril. Jack, anda, échanos a todos un vaso de esta, que sea grande. Intenta sonreír, pero lo que resulta es una mueca grotesca.  
¿Están disfrutando de la visita? Espero que no, porque se tendrán que ir pronto. Se apura a contestaros tajante. 

El barman asiente olvidando toda su anterior chulería y llena cinco vasos con uno de vuestros barriles. Aparentemente el quinto es para él, que no se pierde una. Huele su vaso y su expresión denota que lo que vendisteis es muy fuerte.
Los marineros primero. Dice mientras te mira acusativo.