Partida Rol por web

La visión de aquel pequeño campo con un grupo tan numeroso, no parecía poneros las cosas fáciles. Si os veían, lo ibais a pasar bastante mal. Por otro lado, no parecía que hubiese rastro de la presidenta y eso tampoco era muy buena noticia.

Sin embargo, debía estar allí, por alguna parte.

- Sí, sí, tranquilo sargento. Un par de moratones más no se notarán en mi cuerpo. - Le guiñé un ojo ante su preocupación por mi estado tras aquel empujón con caída libre. La verdad es que después de ver a aquel tipo degollarse de aquella manera delante nuestra, cualquier dolor que tuviese se había esfumado al completo.

- Cuidado Snake. No seas tú mi próximo aperitivo. - Le dije ante sus palabras. - Aunque mejor paso... viejo, arrugado... muy necesitada debería estar para darte un mordisco si quiera. - Le sonreí levemente, tratando de borrar de mi mente las cabezas cortadas que teníamos delante. Pero la realidad era que seguían allí.

- Desde luego que este Man o'War es más cabrón de lo que pensaba... no dudará matar a la Presidenta si nos ve...

Y el sargento se adelantó lo suficiente como para avisarnos y agachar la cabeza. Lo que vi a continuación no me gustó nada. - ¿Pero quien cojones es... ese? - Señalé al hijo de puta que acaba de decapitar a un hombre en medio de aquella multitud. - Man o'War es más viejo, más tuerto y más calvo... - Susurré.

Lo cierto era que entre sus gritos y la distancia, dudaba que nos escuchasen, pero lo mismo tenían patrullas por allí. Aunque daban la impresión de ser más asalvajados que civilizados. - Sargento, busque con esos prismáticos suyos la entrada a la mina. No debe estar lejos...

Mis ojos se clavaron en Snake. - Espero que ahora no le de por fumar... este no es el mejor momento...

-Ahí va la puta....

Masculló....  al ver a esa panda de frikis sangrientos... era como cuando se reunía una panda en los viejos tiempos,... pero  estos iban más fumaos que en aquella época... es más... eran... como una panda de salvajes...

-Comandante... permiso para abrir fuego

Era más la petición de un deseo a Santa Klaus que una petición por el canal reglamenterio.... lo que daría por segar a esos tarados.... Tenía claro que si esos les atrapaban, acabarían decapitadas... con suerte. Sin ella... bueno... mejor usar una granada y terminar rápido.

Estaba alucinando con los especímenes que veía ahí abajo. Era como un concierto heavy metal mezclado con rock gótico. La gente vociferaba como energúmenos a su líder, un tipo oscuro y llevado por la locura, que decapitaba a mansalva. Era un espectáculo atroz y nosotros estábamos en primera fila viéndolo. Intenté divisar a la Presidenta o a Man o'War, era raro que hubiera otro líder. Seguramente este, más salvaje y sanguinario, se hubiera cargado al ojo pipa de Man o'War. Miré hacia la entrada de la mina cuando me lo dijo la comandante.

Espero que ahora no le de por fumar... este no es el mejor momento...

- Muy graciosa, Grace... - Le susurró. - ¡Cómo si me fuera posible sin tabaco! - Se quejó amargamente.

No obstante, Grace tenía razón. Llamar la atención de aquellos salvajes sólo conseguiría que acabaran muertos. Debían ser sigilosos y tratar de pasar desapercibidos. Como bien había dicho anteriormente, estaban allí con un claro objetivo y no para solucionar los problemas de la colonia. Que por otra parte, difícilmente encontrarían solución.

Snake agarró su fusil con ambas manos y se agachó para quedar oculto tras unas rocas, listo para abrir fuego. Con un poco de suerte pondrían pasar desapercibidos y colarse en el interior de las minas sin ser vistos. Sin embargo Vázquez, estruendosa como un concierto de heavy metal, lo cual pegaba con aquellos degenerados, acabó con toda opción.

Así, parapetado entre rocas esperó la orden para abrir fuego. Aunque realmente eran muchos, quizás demasiados. Un combate contra aquellos seres no era buena idea. Tendrían que buscar una distracción o una forma de salir de ahí que no implicara tener que abatir hasta el último de los salvajes. Si no les descubrían pese a Vázquez, tendrían una oportunidad para ello.

Fue Vasquez quien al moverse y preguntar si empezaba a disparar, llamó la atención de unos cuantos de aquellos descerebrados, que se volvieron hacia vosotros con rabia, y empezaron a gritar, señalaros y mover sus armas.

El líder de aquella banda de degenerados levantó la mirada y al veros, gritó a los suyos para que se lanzaran contra vosotros. Sin perder tiempo, todos empezaron a correr para llegar hasta vosotros. No tenían armas de fuego, pero sí que llevaban lanzas, espadas, discos de metal cortantes... 

Era un centenar de locos con un solo objetivo: mataros.

Snake agarró una de sus granadas, quitó la anilla y apuntó en la dirección desde la que se aproximaban aquellos dementes, tratando de acertar sobre el que parecía su líder. No se lo pensó demasiado y lanzó el arma deflagradora. La granada trazó un arco perfecto hasta caer justo donde Serpiente había puesto su único ojo y entonces se produjo una gran explosión.

Antes de salir corriendo, Snake miró a Grace y le mostró una leve sonrisa. Así se las gastaba él. Esperaba que tras aquel gran lanzamiento, la buena de zampa ofidios le empezara a tratar con algo más de respeto. De lo contrario, tampoco pasaba nada, simplemente seguirían con su guerra de pullas. Algo que por otra parte no estaba nada mal.

- ¡Hacia las minas! - Gritó entonces Plissken. - ¡Y haríais bien en lanzar unos cuantos regalos como el mío! 

Irisa miraba boquiabierta a esa muchedumbre que avanzaba hacia ellos. Tenían todos una pinta de los más siniestra, daban grima. La Teniente no tenia ninguna intención de permanecer en la posición mucho más tiempo, pero a donde ir... Entonces una granada salio volando hacia el grupo de hostiles.

- ¡Hacia las minas! - Gritó entonces Plissken. - ¡Y haríais bien en lanzar unos cuantos regalos como el mío! 

La Teniente  se pone en alerta, a la espera de la orden de la Comandante. Desde luego en las minas era el único sitio donde no habían buscado a la presidenta.

Jurando en arameo, maldice la mala suerte que ha tenido, pues gracias a ella les han localizado... Si buscas a alguien discreto, silencioso, sutil... no buscas a Vásquez; ella es la que parte caras.

Ve que Snake lanza una granada hacia los tarados que vienen hacia el grupo... pero eso no les detendrá por mucho tiempo; hay que moverse, pues son demasiados y nos terminarán asaltando cuerpo a cuerpo, ya ahi, ya estaríamos jodidos...

-Vamos, vamos, vamos!!! ¡Muévanse!! Les cubro!!!!

Como soldado raso, me corresponde a mí el trabajo duro; en este caso, cubrir la retirada; dada la distancia, aún excesiva, prefiero usar un arma de fuego larga, para lanzar cortas ráfagas que puedan tumbar a algunos de ellos; por lo menos, que les haga dudar, y ganar tiempo para una retirada en orden, no para una desbandada...

No divisé al solo-ojo ni a la Presidenta por ningún lado, ni siquiera entre los cuerpos decapitados. Un ruido sonó a mi izquierda, bastante fuerte. Miré y vi a Vásquez moverse como un búfalo por el borde de la colina. Volví a mirar a los seguidores metaleros y me di cuenta que se habían coscado de nuestra presencia.

-"¡Mierda! Hay que salir de aquí ya."

Plisken reaccionó rápido, tirando una granada hacia la muchedumbre que se aproximaba como posesos. Vásquez, ya sin tapujos, lanzaba ráfagas con su fusil. Cogí las dos granadas de humo que había pillado del tren, les quité las anillas y las lancé hacia adelante. Nos daría algo de ventaja para poder replegarnos, pero... ¿hacia dónde? Grace se había quedado petrificada y no daba órdenes. Snake gritó que hacia las minas, pero... estas estaban justo al otro lado de los seguidores de los KISS. ¿Cómo íbamos a ir hacia ellos? Nos destrozarían. No, debíamos de retroceder y hacernos fuertes en algún sitio o escondernos. Esta gente era más de un centenar y nosotros sólo cinco.

-"¡Rápido, retrocedamos!"

La retirada era más que estratégica. Se trataba de una necesidad. Snake lanzó una granada, lo que hizo saltar por los aires a unos cuantos de aquellos malnacidos. Pero el camino hacia las minas estaba bloqueado por ellos, así que lo único que podían hacer era retroceder de regreso hacia el poblado.

Vasquez hizo lo posible por bloquear la retirada, quedándose junto a Grace, e Irina. Afortunadamente, a Jericho se le ocurrión lanzar una granada de humo. Eso creo la distracción que necesitaban para salir de allí.

En aquellos instantes, Snake iba el primero, de regreso hacia el poblado, mientras los demás continuabais aún a medio camino. Al giraros, visteis un pequeño edificio que estaba mucho más cerca que el poblado, y que seguramente sería el cobertizo de la mina, así que teníais tres opciones. Podíais quedaros allí y enfrentaros a ellos; correr en dirección al poblado y la cárcel, en donde estaríais seguros; o ir hacia el cobertizo.

Casi como si alguien estuviese leyendo vuestros pensamientos, la puerta del cobertizo se abrió ligeramente.

- Vamos. Allí. La puerta se ha abierto. Señalo la Teniente el cobertizo. Había visto como la puerta se abría, lo que la llevaba a interpretar que alguien les estaba ofreciendo ayuda o eso pensaba. Quizá se equivocaba y acabarían por meterse en la boca del lobo. Valía la pena arriesgarse.

Tras un último vistazo a la cortina de humo que el Sargento ha generado, Vásquez escupe a esos cabrones, mascullando un ...

-Putos!

... Y sale corriendo en pos del resto, haciendo caso al suboficial, y echando miradas esporádicas por encima del hombro, no sea que los tenga demasiado cerca

Agarré a la comandante, que se había quedado clavada en el sitio, y la empujé hacia la retaguardia. Salimos corriendo a toda velocidad de vuelta a la colonia. No dejé de agarrar a Grace para que no se parara. A un lado, vi un pequeño cobertizo que podría servirnos para guarecernos. Alguien en su interior abrió un resquicio la puerta. Tanto Vásquez como Irisa dijeron de meterse dentro. Con un rápido movimiento, empujé a Grace con ellas.

-"Ayudad a Grace. Cogedla y llevarla adentro. Yo iré a la cárcel y me haré fuerte allí. Esta gente me perseguirá y pasará de largo del cobertizo. Huid después y buscad a la Presidenta. Yo me las apañaré en la cárcel, les costará entrar."

Con la misma, salí corriendo como alma que lleva el Diablo hacia la cárcel. No eché ninguna mirada atrás, sólo estaba centrado en llegar y atrancar las puertas.

Irisa agarro a la Comandante que fue lanzada por el Sargento como un cuerpo inerte. Ahora el hombre se marchaba corriendo hacia la cárcel  o eso decía... - Maldito seas Sargento. No te hagas el héroe, no te pega. Solo tratas de poner tu culo a salvo. Le espeta.

Ver a todos aquellos hombres mirarnos así, con ese ansia, ese salvajismo... me trajo a la mente recuerdos de mi pasado en La Tierra, donde era sometida por varios hombres, uno detrás de otro, a sus más pérfidos y bajos deseos sexuales. A mi mente vino aquella sala donde una cama reinaba en el lugar y yo permanecía atada a ella por el cuello, como un maldito animal.

Creí haber superado todo aquello, pero descubrí en el peor de los momentos que no fue así. En medio de todo aquello, me quedé helada y ni las explosiones, ni los disparos, ni los gritos lograron hacerme reaccionar. Sentí como tiraban de mí, mientras que mi mente me mantenía en aquel cruel bukakke del cual no era capaz de salir.

Luego sentí un empujón y un cambio de manos... lo habitual en aquellas prácticas. Mi mente continuaba mostrándome aquellos recuerdos sin piedad, mientras que no era consciente de lo que ocurría a mi alrededor y mi mente usaba las sensaciones que vivía para mezclarlas con aquellos recuerdos, logrando que comenzase así a revivir todo aquello.

- ¡No! ¡No! - Exclamé en un susurro de terror mientras me dejaba llevar hacia aquel lugar. Sabía lo que pasaba tras aquella puerta y que si me resistía, sería peor. - Sere buena... lo prometo... pero a la mazmorra no... - Supliqué llorosa a quienes tiraban de mí. - No volveré a responder a ningún cliente mal, no volveré a rebelarme... pero más torturas no...

De una forma u otra, conseguisteis llegar hasta el cobertizo y entrar de golpe, arrastrando con vosotros a Grace, que se había quedado momentaneamente bloqueada.

Cuando la puerta se cerró detrás de vosotros, una voz grave ocupó el lugar de los gritos.

Vaya, vaya. Este debe ser el cojonudo equipo de rescate de la Presidenta. Enhorabuena. Habéis debido tardar menos de una hora en esconderos detrás de la primera puerta que habéis encontrado. ¡Buen plan! Señora Presidenta, permítame presentarle a su equipo de mujeres emancipadas, dispuestas a morir por usted, cosa que seguramente harán dentro de poco.

A su lado, de entre las sombras, surgió la presidenta.

¿Han venido a buscarme? Espero que tengan alguna clase de plan, porque aquí las cosas no pintan muy bien? ¿Qué le ocurre? -preguntó, señalando a Grace.

Sanke se acercó a Man'o'War y alzó su pistola apuntando a su cabeza. Entonces miró a la presidenta.

- Soy Serpiente Plissken. Muchos dicen que estoy muerto, así que seguramente sea un fantasma... - Se presentó. - No tenemos plan alguno. Pero sin duda alguna que la sacaremos de aquí. Téngalo claro. - Miró re reojo al capullo tuerto y feo al que estaba apuntando. - ¿Necesitamos a este bastardo? - Le preguntó a la presidenta. De obtener una respuesta negativa apretaría el gatillo.

Aprovechando su exigua ventaja, corriste a toda velocidad de regreso hacia la colonia, perseguido por una muchedumbre que parecía odiar todo cuanto caminase a su alrededor y no tuviese nada que ver con ellos.

Cuando llegaste, solo había un lugar al que ir en el que podías resguardarte.

La cárcel.

Así que entraste, cerraste la puerta y una vez dentro, respiraste tranquilo. Al menos, nadie podría entrar, aunque tú estabas ahora encerrado.