Partida Rol por web

- Puede que esté muerto, o puede que se esté echando la siesta. - Le respondió con un hilo de voz a la presidenta. - ¿Qué sé yo? 

Snake insistió golpeando la puerta. Podía tratar de hacer un cortocircuito, pero si se cargaba el cierre los dementes y sádicos moradores de la colonia podrían entrar y salir a su antojo de la prisión. ¿Entonces, de que les serviría estar dentro? Plissken sabía que no había sido buena idea ir hasta allí. En cualquier otro sitio podrían haber pasado desapercibidos, pero ahora ya era tarde. Debían tomar decisiones y debían tomarlas ya.

- No podemos quedarnos parados, señora Presidenta. - Le dijo entonces. - Debemos continuar. No queda otra. Hay que buscar refugio en otro sitio.

No obstante, volvió a probar una vez más de comunicarse con Jericho a través del comunicador. Si no respondía, tendrían que seguir corriendo. De quedarse parados y a la vista de aquellos seres asesinos, les quedaría poco tiempo de vida.

- ¿Dónde cojones estás Jericho? - Le preguntó a través del comunicador. - ¡Abre la jodida prisión!

Al mirar los monitores, vistes a Plissken y una mujer, la Presidenta, que estaban fuera, esperando a entrar. Además, parecían estar acumulándose enemigos por todas partes.

Mientras tanto, nada más abrir las puertas de las celdas, todos salieron de ellas como si fueses a arrepentirte. No era plan de quedarse más tiempo del necesario.

Y entonces, te llegó la voz de Plissken.

 ¿Dónde cojones estás Jericho? ¡Abre la jodida prisión!

Justo en el momento en que Irina le pasó la tarjeta a Grace y todos os volvisteis hacia la puerta de la oficina para salir de allí, apareció una de aquellas locas con la cara cortada y los dientes afilados. Tenía una especie de espada en sus manos y se abalanzó sobre Man.

Este levantó su arma y se desembarazó de ella golpeándola en el rostro con el cañón, dejándola medio inconsciente en el suelo, pero varios locos más se acercaban corriendo hacia vosotros.

-Vámonos de aquí, pero ya -os gritó, mientras se preparaba para la embestida.

Pues efectivamente, como dijo la Comandante.... estaba siendo "demasiado fácil"... y tal vel por decirlo, tal vez porque iba tocando... se nos acabó el chollo; la primera que aparece, es despachada por "gruñiditos" con un golpe con su arma (de fuego)... "aficionado....", pensó... "...así vas a joder el alineamiento del cañón"

-¡La culata joder! ¡Se golpea con la culata!!

Y como queriéndolo demostrar, embistió: con el arma se bloquea, de través, el primer golpe del contacto, y el bueno, que es el segundo, es un culatazo sin piedad, a la cara. Un golpe que, bien dado, hunde la nariz al que lo recibe, y que si además lo haces con la fuerza necesaria, en el sitio justo... puede ser mortal

... Es como se explica en la instrucción; es como se hace. Silencioso y eficaz... Y eficiente, pues no malgastas balas...

Vásquez empieza a sudar... está entrando en calor

Al ver en el monitor a Serpiente con la presidenta, me quedé sorprendido. Esperaba ver a los locos salvajes rodeando el edificio.

-"Poneros todos ahí y cuidado de hacer alguna tontería."

Fui a la puerta de entrada, con el rifle apuntando, y les abrí.

-"Rápido, pasad adentro."

Eché un rápido vistazo en derredor y volví a cerrar las puertas. Una vez dentro me quedé mirándoles.

-"¿Dónde están los demás? ¿Qué ha pasado?"

Plissken agarró del brazo a la Presidenta y tiró de ella hacia el interior del edificio carcelario. Al final lo habían conseguido, aunque ya hubiera apostado poco o nada por ello. Por suerte, el sargento Jericho no era del todo inútil y había logrado afianzar su posición en la prisión y domar a algunas fieras. No podía hacer otra cosa que reconocérselo, aunque no lo hizo, ni lo haría.

- Los demás han ido a buscar algo... - Respondió de forma escueta Serpiente. - Pregúntale a ella. - Le lanzó una mirada a la Presidenta. 

Snake respiró y se apoyó contra la pared. Después de la carrera le faltaba el aliento. Antes no lo hubiera pasado, pero posiblemente era verdad que se estaba haciendo viejo. Mala suerte...

- Jericho, la Presidenta, la Presidenta, Jericho... - Les presentó. - ¿Cómo están las cosas por aquí? - Le preguntó entonces al sargento.

No tardé en sentir el tacto de la tarjeta en mi mano y me dispuse a hablarle a aquel hombre cuando este recibió el ataque de una loca. Ocurrió tan deprisa que no pude ni reaccionar, pero Gruñiditos volvió a demostrar que a pesar de su edad tenía buenos reflejos. Guardé la tarjeta en uno de los bolsillos del uniforme al tiempo que soltaba un gruñido aprobatorio a Man y le dedicaba una leve mirada de complicidad.

Salí detrás suyo y golpeé con la culata de a la puta del suelo en toda la cara. Una que no se levantaba ya.

- ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Es justo lo que queríamos! - Exclamé al equipo. - ¡No hace falta que lo ordene! - Pero aún así lo hice. Aunque no di la orden que todos esperaban y menos aún una políticamente correcta, como dirían en el matriarcado. De hecho me salté muchas leyes y normas al pronunciar aquella única palabra.

- Tú eres fuerte, pero no lo suficiente si piensas con ésto [...] - Su imagen, a pesar de tenerle a mi lado y sus palabras, volvieron a mi mente de manera fugaz.

- ¡Matadlos! - Dije con una profunda voz desde el fondo de mi alma para lanzarme a por el siguiente cabrón usando mi rifle como arma a cuerpo a cuerpo improvisada. No era lo mejor, pero sí lo que tenía entre mis manos.

Irisa trato de golpear a uno de los locos con la culeta de su pistola, pero su mano izquierda hizo lo que le dio la gana y le hizo perder equilibrio los resultados de ese error en su maniobra estaban a punto de verse.

Arlene se movió lentamente, saliendo al mismo tiempo que el resto de los que estaban en las celdas, sintiéndose, no menos criminal, sino mucho más que ellos. Al ver Snake y la Presidenta, sonrió con cierta amargura. Ahora ya estaban todos. El destino de Marte y la sangre de tantos, en sus manos.

-Todo esto es culpa mía -dijo en voz alta, mirando a Jericho pero también a la Presidenta, con el rostro muy serio.

-En algunas regiones semiáridas de la Tierra, ciertos organismos viven en estanques que se forman por las lluvias. Cuando los estanques se secan, no pueden vivir pero tampoco se mueren. Quedan latentes bajo la superficie lejos del sol hasta que empieza el nuevo ciclo de lluvias. Entonces, vuelven a emerger. Algo así está pasando aquí. Estaba en Cresta Drucker cuando declararon el paro laboral. Habían decretado un 740: un hallazgo científicamente significativo. Una 740 se aplica a muchas cosas halladas en Marte. Un organismo biológico, una indicación de agua, ese tipo de cosas. Después de que dinamitamos la montaña, descubrimos una entrada. Era un túnel excavado en la roca. Hacía siglos que estaba oculto bajo las paredes exteriores y algo que no era humano lo había excavado. Yo abrí la caja de Pandora. Los dejé salir.

Arlene terminó sentándose cerca de la entrada, alejada de los demás. Su sentimiento de culpa era lo suficientemente fuerte como para no querer acercarse a nadie.

-No entiendo su estructura, su tipo de locomoción. Deben usar el viento. El viento se los lleva. Cuando mueren sus huéspedes vagan por las vías de ciudad en ciudad, de humano a humano. Es una creación perfecta, toda una venganza contra quien tratara de reclamar su planeta.

La presidenta se acercó a Arlene cuando hubo terminado de hablar.

-Si eso estaba aquí, era solo cuestión de tiempo que alguien la encontrara. Además, ahora mismo lo único que importa es salir de aquí. Solo espero que los demás hayan conseguido la tarjeta.

Entonces, se volvió hacia Jericho.

-¿Y el tren? ¿Saben cuánto más tardará en llegar?

Una vez asegurados dentro, miré detenidamente a los dos. Eran buenas noticias, no había bajas de momento. Pero me dejó extrañado que fueran a buscar algo teniendo ya en nuestro poder a la Presidenta. Y que le hubieran dejado el custodio a Snake, no me cuadraba.

-"Me alegra que esté bien señora Presidenta, aquí espero que esté a salvo. Hasta que no venga la extracción, en unas dos o tres horas, hay que esperar. ¿Me puede relatar lo que le sucedió? ¿Y dónde está el resto del equipo?"

Mientras esperaba su respuesta, miré a los presos y les indiqué que se sentaran en el suelo, apoyados en la pared. Al mirar al negrata, le hice un gesto para que viniera.

-"Tú, ven aquí. ¿Cómo te llamas? Ponte ahí y vigila los monitores."

En ese momento la mujer desembuchó lo que sabía. Más o menos, yo había llegado a una conclusión parecida. Estábamos bien jodidos. La miré y la pregunté:

-"¿De qué forma se puede acabar con esas cosas? Si dices que el huésped muere y pasan a otro... ¿habrá alguna forma de pararlos?"

- Han ido a por una tarjeta de la Presidenta... - Desveló Snake. - Me importa una mierda lo que contenga y si la encuentran o no. Pero ella dice que no se irá de aquí sin ella y necesitamos que venga con nosotros. 

Plissken se sentó sobre una mesa. Estaba cansado. Estaba viejo. Reflexionó unos instantes tras las palabras de la tipa de la celda, la doctora Whitlck. Aquellos científicos siempre se creían ser más listos que el resto y quizás por su culpa ahora estaban como estaban. Aunque en éste caso, parecía que no era realmente la culpable, pues encontrar aquel túnel, era cuestión de tiempo.

- No se pueden matar. - Deseveló Snake. - Si hubieras escuchado, sabrías que una vez matamos al húesped, pasa a otro organismo cercano. Si matamos a esos monstruos, puede que seamos los próximos. Aunque... - Se llevó la mano al mentón. - Lancé una granada y acabé con unos cuantos de ellos. Puede que el fuego y la explosión acabaran con ellos. O puede que no tuvieran tiempo material de poseer un nuevo organismo. Quizás estábamos lejos, o quizás estaban aturdidos por la deflagración. - Meneó la cabeza de forma negativa. - Creo que lo mejor es esperar y correr cuando sea la hora. Evitar todo contacto...

Vasquez, Man o' War y Grace fueron haciéndose hueco entre todos los que estaban atacando, golpeando a un lado y a otro, usando el arma y también los puños por igual. Por desgracia, Irina no tuvo tanta suerte y recibió los puñetazos de una de las locas, lanzándola contra el suelo. 

Sin darle tiempo a que dijese nada, blandió su hoja sobre el brazo derecho de la Teniente y dispuesto a cortárselo en dos mitades. El grito de Irina al ver el horror que le esperaba se confundió con los que lanzaban sus compañeros mientras se desembarazaban de sus enemigos, que a cada segundo que pasaba eran más numerosos.

Aquella era una batalla que difícilmente podrían ganar.

Mientras tanto, lograron salir de la oficina al campo de la mina. Quizás si pudieran deshacerse de algunos, podrían correr de regreso hacia la colonia.

Ante la contestación de Serpiente, fruncí el ceño.

-"Me refería a cómo se podría acabar con esos seres. Ya se que matando al huésped, lo único que hacemos es quitarle de momento su cuerpo. Si son seres biológicos, podrán morir, digo yo. Tal vez si nos tapamos las vías respiratorias no sean capaces de entrar en nosotros. Sino, estamos bien jodidos."

Esta situación era una mierda y tenía visos de acabar mal.

- ¿Y cómo se las quiere tapar, Jericho, con un pañuelo? - Le preguntó con cierta sorna. - No sabemos que son, por lo que tampoco sabemos como matarlas. - Afirmó el buscavidas. - Creo que lo mejor es no molestarlas. Pasar desapercibidos. No sé si me entiende... - Carraspeó. - Soy el primero que saldría allí y llenaría de plomo y metralla a esas cosas, pero lo más inteligente es ser sigiloso y esperar al transporte. Todo lo que hagamos que no sea eso, será peligroso para todos nosotros. - Hizo una breve pausa. - Le recuerdo para que estamos aquí y no es precisamente para solucionar ese problema, sino para devolver a la Presidenta a casa...

Estaba pensativo y recapacitaba sobre la información recibida por la doctora.

-"No se si un pañuelo valdría o a lo mejor no. Como bien dices, no sabemos nada de ellos. Si van de un lado a otro por la superficie, flotando o como sea, no estamos seguros en ningún lado. Podrían entrar aquí si quisieran, son etéreos."

Un escalofrío recorrió mi espalda. Recordé la suerte que tuve minutos antes al encasquillarse la pistola. Si hubiera matado a la policía, el ser que hay dentro de ella, hubiera salido y se hubiera metido en alguno de nosotros. Lo bueno era que a los infectados se les identificaba rápidamente. Primero pasaban una etapa en la que estaban como idos, para después pasar a ser superagresivos.

-"Opino igual que tú, debemos de pasar desapercibidos y esperar aquí. Pero te equivocas en decir que esto no es problema nuestro. En el mismo momento que pusimos un pie en esta colonia se volvió nuestro problema. Tenemos que lidiar con ello, si queremos salir de aquí... y no salir transformados."

- El problema es salir de aquí, pero no resolver lo que quiera que está pasando... - Le respondió a Jericho. - Ese tema será de la Presidenta una vez esté de nuevo en su despacho. Esa crisis la tendrá que resolver ella, no nosotros. Por eso repito que nuestro problema es escapar, no esos seres etéreos que flotan por ahí hasta meterse en el organismo de uno y adueñarse de éste. - Argumentó. - Sólo espero que no nos alcance a ninguno de nosotros...

Williams no parecía muy contento tras oír lo que estabais diciendo y así se mostró al hablaros.

Creo que no habéis escuchado a ésta tipa -dijo, señalando a Arlene -. Esas cosas están ahí fuera y no importa lo que hagamos, nos perseguirán. No hay despacho que valga. Yo voto por largarnos ahora mismo. Tiene que haber algún medio de salir de este condenado lugar. Además, ¿cómo sabemos que van a volver? ¿Y ese tren? ¿Cuándo estará por aquí? ¿En dos horas? Dudo que aguantemos tanto. ¿No podemos comunicarnos con ellos?

Mientras hablaba, no dejaba de dar vueltas buscando algo.

-¿Alguien puede darme una jodida arma, o tendré que enfrentarme a esa gente con palabrotas?