Partida Rol por web

Un nuevo gruñido de o' War pareció dar por bueno el plan. Instintivamente, todos os dividisteis. Irina se pegó a Grace y al Gran Hombre para salir hacia la mina. Vasquez y Snake, se acercaron a la Presidenta. Dos equipos, dos objetivos diferentes. La propia Presidenta no puso ninguna objeción al plan. Sabía que alguien debía ir a la mina y también que su vida era imprescindible; así de importante se consideraba.

-Está bien. Es un buen plan, Comandante. Sugiero que salgan ustedes antes. De ese modo, si todavía queda alguien cerca, nos dejará el camino libre hacia el poblado -dijo.

Entonces oyó la comunicación entrante de Jericho.

-Está bien, nuevo plan. Creo que será mejor que atraigamos su atención y entonces, nos dirijamos hacia la cárcel. ¿Qué le parece Comandante? ¿Quizás un par de granadas bastarían para hacerlos salir de allí?

Miré a todos y cada uno de los allí presentes. Quitando a la policía zumbada, los demás seguían igual.

-"¡Cerrad las putas bocas! Sólo hablaréis cuando yo os lo diga. Me vais a contar ahora mismo por qué estáis cada uno de vosotros encerrado y no me mintáis u os meto una bala en la cabeza. También me vais a contar qué cojones ha pasado en la colonia. Ahora mismo estamos rodeados por toda la puta gente que vivía aquí y les gusta cortar las cabezas, por lo que he podido ver. Así que estamos todos jodidos. Decirme la verdad y algo útil y os dejaré salir. Empieza tú, viejales."

Me quedé esperando, apoyado la espalda en la pared, a que cada uno me contara su historia. Quería ver si me podían servir de apoyo y no me joderían al salir. Cuántas más manos mejor. Además, a lo mejor sabían qué coño estaba pasando en la colonia con esos tipos locos.

El viejo se enderezó al oír como hablabas con él.

-Eh, ¿yo? Pues... bueno, es que a veces... bebo más de la cuenta, solo eso. Normalmente no me dejo llevar, pero me temo que la última vez... no pude evitarlo. Tú ya me entiendes -te dijo, guiñándote un ojo.

El otro hombre, no se levantó, pero te habló desde su asiento.

-Yo simplemente tuve una pequeña discusión con alguien, y en fin, no tuve más remedio que darle un escarmiento.

Mientras tanto, la policía había dejado de mover las manos en el aire, y comenzado a rasgarse y arañarse la cara y los brazos. Sangraba por todas partes, pero no parecía que le molestase, sino todo lo contrario.

-Oye. Sácanos de aquí. Esta maldita loca no tardará en matarnos a todos si nos dejas, y nos necesitarás para sobrevivir. Si esos locos están ahí fuera, cada brazo armado contará.

-Sí, sí, hazle caso, tío. Ella sabe de lo que está hablando. Ha estado diciendo todo el rato que vamos a morir y que lo sabe todo. Hazle caso.

¿Seguro que no soís familia? Viejos, feos, tuertos... Demasiado parecido veo entre los dos. ¿O acaso pretendéis ligar así?

- Creo que lo recordaría de ser el caso... - Sonrió ante la enésima broma sobre su edad y su deficiencia visual. - Y no, no lo recuerdo. 

Esta bien, equilibremos las cosas y hagámoslas con cabeza. Un tuerto en cada equipo. Snake, tu trato es llevar a la Presidenta de vuelta sana y salva. No te incumbe que pierda las cosas por ahí y tener que recogerlas. Creo que es bastante lo que te han hecho y jodido hasta ahora. Además, no confiaría en nadie más para proteger a la Presidenta mejor que tú. 

Parecía que la comandante empezaba a dejarse de tonterías y por una vez le valoraba para algo más que para ser objeto de un insulto. En el fondo eso le gustaba, pues aquella mujer tenía bien puestos los cojones entre las piernas. Aunque no quisiera reconocerlo, era de las suyas. Por otra parte Snake, tan solo asintió ante el plan que le presentaban y acto seguido se acercó a la Presidenta y a Vasquez. Ellas iban a ser su equipo para salir de ahí. Esperaba no perder a ninguna de las dos.

- Si la cárcel está rodeada por esos anormales, podemos tratar de dar un rodeo y buscar escondite cerca de del lugar de recogida. - Dijo Snake. - ¿Cuantas granadas te quedan Vasquez?

La nueva situación requería un cambio de planes y Snake no se alejaba de mi idea. Pensé durante unos momentos y saqué una libreta y algo con lo que escribir. -  Sabes o'War, estás muy mono cuando callas y esos gruñidos te hacen adorable. Creo que te voy a llamar "Gruñiditos" a partir de ahora. - Le dije medio en burla medio en serio al hombre, pellizcándole un carrillo mientras le hablaba. Como si se tratase de un niño pequeño o una mascota. Total, lo hombres no eran más que eso.

Luego me puse a dibujar lo que entendía como el lugar donde estábamos. - Gruñitidos, - le dije con un tono bastante amable, - voy a necesitar tu ayuda con esto. Creo que la disposición es esta más o menos. - Le mostré el mapa. No era una obra de arte, pero lo importante se reflejaba claramente en él.

- La estación está aquí, luego subimos y dimos enseguida con el poblado. El edificio de la estrella es la cárcel y a su lado, el grande, el almacén. Luego seguimos avanzando y vimos las cabezas cortadas en picas. Sinceramente, creí que era obra tuya y me acojonaste, Gruñiditos. - Le sonreí. - Aquí es donde tengo el problema, mi mente colapsó con... da igual... y creo que este edificio está aquí, con nosotros dentro. La entrada de la mina creo que estaba allí al fondo.

Esperé a que o'War me confirmase o no lo que había dibujado.

- Vale, la situación para ir a la cárcel se ha complicado y la Presidenta tiene razón en una cosa: no la podemos exponer. Nuevo retoque en los planes. Snake, tendrás que ir dando un rodeo y mantenerte en sigilo con ella. Vásquez vendrá con nosotras. Gruñiditos, necesitamos un sitio donde emboscarles y donde puedas disfrutar de la cadencia del arma que tienes entre tus manos. ¿Cual sería el mejor sitio? Y por favor, habla. No nos prives de tus dulces palabras y piropos.- Le dije con sarcasmo en mi voz y una sonrisa. Me divertían sus insultos pueriles y sexistas. - Al menos que disfrute de algo con su edad, que poco podrá hacer ya.

- Una de nosotras avanzará en solitario les lanzará una nueva granada y los sacará de la zona de la cárcel, atrayéndoles con las demás y abriremos fuego como si no hubiese mañana. Cuantos más caígan en ese ataque, menos encontraremos después.

» Snake tendrá que aprovechar eso para entrar con la Presidenta en la cárcel. - Miré al héroe de los hombres. Contaba con él, sabía que podía hacerlo. Realmente conocía su historia. La había escuchado en el prostíbulo donde me mantenían encerrada, inluso pude ponerle cara. Tenía una fotografía suya oculta bajo mi almohada sacada de alguna revista que cayó en mi manos. Fue el único hombre que alguna vez me dio esperanza alguna para salir de allí.

Cuando tenía a algún cabrón sobre mí, me evadía pensando en que mi héroe, Snake, me rescataría de aquel lugar, me llevaría a un lugar paradisiaco y allí viviríamos juntos y felices para siempre. Pero no todos los sueños se cumplen y en mí ya no había nada que rescatar y el Snake con el que yo soñaba, no era el que estaba delante mío.

- Vásquez, el arma que le retiraste a la agente de la ley en la cárcel, dásela a Snake. Se la puede dar a alguno de los presos para que se vuele la cabeza o luche por su vida.

O' War se acercó a ver el mapa que había hecho la zorra rubia y tuvo que ahogar una sonrisa al verlo. Desde luego, la mujer seguramente tenía muchas virtudes, pero el dibujo no era una de ellas. Claro que eso a él no le importaba una mierda. Además, que fuese identificado como "gruñiditos" no le molestaba. Más bien, le divertía.

-Es cierto, necesitas ayuda. Crees que esto es una puta fiesta en la que puedes organizarlo todo a tu gusto y eso no funciona así en la vida real.

O' War cogió en una mano el mapa que acababa de hacer Grace, se lo acercó a la nariz y se sonó ruidosamente los mocos, limpiándoselos bien a continuación y finalmente, haciendo una bola de papel con él, usando la misma mano.

-Toma, aquí tienes tu mapa completado. Espero que te sea de utilidad ahora que tiene lo que le faltaba. Chicas, veo que tendré que tomar yo las riendas y esto es bastante más fácil. Vamos hacia la mina y destrozamos a tiros a todo el que se nos ponga por delante. Después, regresamos a la cárcel, el lugar más seguro, destrozando a quien se nos ponga por delante. ¿Alguna duda? Ya lo suponía. En marcha pues. Tú, compadre. Cuida de la zorra mayor.

Sin esperar respuesta, Man o' War abrió la puerta y salió al exterior, mirando en todas direcciones en busca de enemigos.

-Vía libre, zorras. Venga, vamos.

- Bien, yo protegeré a la Presidenta. - Dijo Snake. - Pero no entiendo algo del plan. - Miró fijamente a Grace con su único ojo. - ¿Por qué tenemos que ir a la cárcel? - Le preguntó. - Si logramos ocultarnos de la vista de esos desgraciados, podemos esperar a la llegada del tren cerca de las vías...

Snake siempre había soñado con rescatar alguien como Grace de las manos de algún hijo de puta y sacarla de esa tortura para llevarla a un lugar paradisiaco donde vivir con ella. Si, Serpiente Plissken también tenía sentimientos y querría haber tenido una vida normal dentro de lo que cabe. Una buena mujer con la que pasar su vida y con la que tener hijos había sido su objetivo de joven, pero cuando su vida de soldado se truncó y se convirtió en forajido, con ella se fueron también sus esperanzas.

- Protegeré a la Presidenta y cuando llegue el transporte nos iremos estéis o no el resto. - Sugirió, aunque más bien parecía una declaración de intenciones. - Lo que haya perdido la Presidenta, a mi me da igual. Mi misión es llevarla a ella de regreso con vida. Todo lo demás, me trae sin cuidado.

La Presidenta no se iba a quedar callada mientras aquel tuerto le desafiaba, así que antes de salir, se encaró con Snake.

-Permíteme que te lo deje claro. Si no recupero lo que dejé en la mina, no hay trato. Da lo mismo lo que hayas acordado y con quién. Simplemente, volverás al agujero del cual saliste.

Después, se volvió hacia el resto.

-Vamos, no podemos perder tiempo.

- Ya oíste a Gruñiditos. Es el lugar más seguro. Ella estará a salvo allí. Además está el sargento Jericho os dará cobertura para marcharos cuando llegue el tren si no lo logramos. - Le dije al hombre. - Por eso te elegí para que te quedases con ella, teniente Plissken. - Le miré a su único ojo y le hable con toda la sinceridad que pude, usando por primera vez su rango, delatando así que sabía más de él de lo que decía. - Porque esa es tu misión, para lo que te han "contratado". Sus órdenes no te afectan de ninguna manera y se que lucharas por ella como si de tu propia vida se tratase. - Le guiñé un ojo cómplice. No iba a decir delante de la Presidenta ni de o'War que llevábamos una bomba humana ambulante. Le darían otro uso... y...

- ... había sido mi héroe. - Su imagen me dió muchas días de libertad en aquel infierno. De alguna manera sentía que se lo debía.

El gesto de Gruñiditos fue bastante desagradable y le miré con mala cara. - Lo se, planeo una cosa y sale otra... curiosamente siempre que hay hombres delante, se tuercen esos planes. - Le dije seria mirando como había dejado mi mapa y dejándolo caer al suelo sin tocarlo cuando me lo devolvió. - Eso no depende ya de él, Presidenta. Si no lo logramos nosotros, lo mejor es que se marchen y mandar un equipo que barra este poblado y recupere esos datos al final. Bastante nos está pidiendo y estamos haciendo con lo que tenemos ahi fuera. - Y la verdad es que prefería estar combatiendo a estar 3 horas encerrada con aquella farsa de mujer en una misma habitación.

- Y hablad con la loca esa de la celda, la que decía que sabía que estaba pasando. Quizás sepa como arreglar esto. - Sugerí a los que iban a la cárcel.

Y aquel loco salió fuera sin decir mucho más, trastocando así mi plan de una emboscada. En una cosa tenía razón: en cuanto empezásemos a abrir fuego, ellos vendrían hacia nosotros. - Si lo véis seguro, en el andén quedaron las otras armas... estaremos en contacto por radio. Robert, no os expongais y no miréis atrás llegado el caso. - Sí, sabía todo sobre él y mis palabras apoyaron su idea de irse sin nosotros.

Sin decir nada más a Snake y dedicándole una última mirada difícil de descifrar, salí tras Gruñiditos manteniedo mi rifle en posición de ataque, esperando que la teniente y la soldado nos siguesen. Una vez a su lado, no pude evitar susurrarle unas palabras.-  No se como no la mataste antes... unos minutos más con ella y... no respondo. Menuda puta...

-Snake la presidenta esta en tus manos. No la cagues. Le dio un ligero toque en el hombro en señal de camaraderia. Las cosas estaban dificiles fuera, si el fallaba poco importaba todo.

-Vamos al lio. Desenfundo su arma y siguio  al calvo cabron.

Antes de que el grupo se separe, se acerca a Serpiente y le da un par de cosas; el revólver de la tía de la cárcel, y una granada.

-Ten, la primera para que a las malas os peguéis un tiro en la sesera -Se entiende que es para no terminar convertidos en "ellos", aunque... bueno, entendería que le volase la tapa de los sesos a otra persona...-Y la granada que me dijiste; me parece que os va a hacer falta; recuerda que dejamos un lanzagrandas en el andén... Lástima que no tengas más refuerzos. Veremos si cuando regresemos seguís vivos...

Al tío le ha tocado una puta mierda de tarea... aguantar a la zorra mandamás, que parece que se estaba ganando amigas también entre quienes deberían estar más próximas a alla... siempre pasa igual... quien manda, jode; quien no, está jodido.

-Comandante, lista... Vamos a romper culos.

Compruebo mi arma, que la pipa la tengo en su sitio, y que el cuchillo está a mano.

El pequeño grupo, liderado por Man o' War y la Comandante, seguidos por Irina y Vasquez, se dirigió de regreso a las minas. El camino parecía estar libre, al menos por el momento.  Al mismo tiempo, Snake y la presidenta se dirigieron de regreso hacia la colonia, a la espera de ver con cuántos se encontraban por el camino.

La prometida tormenta lanzaba nubes de polvo marciano contra vosotros, y el silencio y la oscuridad eran vuestros mejores aliados, a la espera de ver lo que os deparaban vuestros caminos.

Lentamente, os alejasteis del cobertizo, desconfiando de la ausencia de peligro, y pendientes de poneros a disparar en cualquier momento. Cuando llegasteis al borde de la mina, desde donde habíais visto a todos aquellos colgados, os percatasteis de que estaba completamente vacío.

Ni un alma.

-Desde luego, vuestro hombre parece que ha hecho bien su trabajo. Recordadme que brinde por él cuando llegue sano y salvo a casa -comentó Man o' War, riéndose entre dientes, antes de empezar el descenso.

Cuando llegasteis abajo, vuestro hombre bajó el arma y señaló hacia la mina.

-Está bien. Allí está la oficina. Lo que quiera que esa zorra haya perdido, debe estar ahí, que es donde la atrapamos y dejamos sus cosas. Después... todo se volvió una puta locura.

Man os miró, sorprendido.

-Venga, id a buscadlo. A mí no me interesa lo que pueda tener, solo salir de aquí.

Snaka y la Presidenta salieron y dieron la vuelta al cobertizo, dirigiéndose hacia la colonia. De hecho, pasaron por delante de aquel vehículo en el que habían dejado a la pobre mujer y al hacerlo y mirar, vieron a Akooshay, arañándose la piel del rostro y de los brazos, hasta dejársela completamente ensangrentada.

-¡¡Santo dios!! -exclamó la Presidenta al ver a la mujer -. N-no lo entiendo. No entiendo qué es lo que les sucede. Cómo pueden hacerse eso. Todos se han vuelto locos.

Mientras tanto, no parece haber rastro de nadie. La calle principal está muy cerca y ahí, podréis ir tanto al andén como a la cárcel.

-Prefiero al otro tuerto y viejo... Este es más capullo. Lo dijo en voz baja, pero le daba igual que la oyera. -Soldado Vásquez vaya delante, le sigo. Miro a la Comandante. - Nosotras vamos delante.

Salimos de allí y tenía la esperanza de poder liarme a tiros enseguida y atraer a la horda hacia nosotros, pero nada. Solo polvo, silencio, cabezas cortadas en picas y restos de cuerpos mutilados por algún tipo de explosión. - Espero que le felicite cuando le veas, Gruñiditos. - Le sonreí levemente.

Era un maldito cabrón, se tenía creído ser el amo y señor, seguramente todo causado por un enorme complejo de inferioridad por la edad, su ojo mutilado y el minúsculo tamaño de su miembro viril, por ser generosa y llamarle "viril", pero en el fondo me caía bien. Básicamente por sacarme de mi estado de shock, porque por lo demás no era más que otro capullo más.

Mis ojos se fijaron en la oficina cuando o'War la señaló y miré a la teniente cuando me susurró aquellas palabras. - Pues yo casi prefiero a este... al menos aún no me ha decepcionado a pesar de ser como es... y Snake... - Guardé silencio. - Id avanzando, ahora os alcanzamos. - Snake no era quien esperaba.

- ¿Qué quieres decir con que todo se volvió una locura? - Le miré extrañada. - ¿Fue entonces cuando ocurrió lo de la nube? - Empezaba a entender porque no quería seguir avanzando. - ¿Por dónde salió? - Miré hacia las galerías más allá de la oficina. - A mi tampoco me interesa lo que perdiese la Presidenta, pero si lo que ha pasado aquí. Supongo que lo que ha pasado en las otras colonias ha sido lo mismo que aquí...

Miré buscando con la vista algún tipo de anomalía. Puede que el tuerto estuviese pendiente de ver si entraba alguien, pero si todo se originó allí no me apetecía que se repitiese. - ¿Recuerdas el color de la nube? Lo se, te importa una mierda y más aún las zorras que estamos contigo, Gruñiditos. Pero esa información nos puede salvar la vida. Ahora mismo no se bien que busco... y me da que si te digo que te adentres un poco más te negarás a ello. - Le miré a los ojos o más bien al único ojo que tenía. - Y solo puedo mantener mi palabra de zorra mientras te tenga a la vista.

- Así es Presienta. - Respondió Sanke. - Ésto es una completa locura. - Le confirmó. - Y nosotros, usted y yo, estamos en medio. Así que hágame caso si quiere vivir un día más. 

Avanzaron unos cuantos metros a hurtadillas, tratando de no ser vistos por ninguno de aquellos dementes. Iba a ser una tarea complicada, aunque con Jericho encerrado en la prisión, rodeado de aquellos animales humanos y Grace y los otros formando una distracción, tenían alguna oportunidad. Sanke se agazapó tras unas rocas y tiró de la presidenta para que también se ocultara.

- ¿Ha visto a la mujer del vehículo? - Le preguntó. - Hasta hace unos pocos minutos era tan normal como usted o como yo... - Esbozó una sonrisa. - Diría que incluso más normal que usted y que yo. - Bromeó, aunque lo decía en serio. - Puede parecer una locura, pero creo que cuando matamos a uno de esos hombres, algo sale de su interior y "posee" el cuerpo de otro. Por ello, cuantos menos matemos mejor. Debemos usar el sigilo. - Agarró la empuñadura de su pistola y le dio media vuelta agarrándola por el cañón. - ¿Sabe usarla? - Le acercó la empuñadura. - ¿Y qué opina, prisión o andén?

Obedeciendo a la Teniente, la soldado se adelanta  a la carrera respecto al resto; es su misión, el combate, y por tanto, ir en cabeza; el objetivo es la caseta; al menos, el objetivo primario, y hacia allá va, con cuidado, pues podría haber más anormales de esos... y también con una idea en mente... si se lían a tiros, es posible que el grupo que ha ido tras el Sargento, dé la vuelta y vengan a por ellas.

Al oir la pregunta sobre la nube esa... no puede evitar estremecerse; un enemigo al que no puedes detectar... el gas. Piensa en historias sobre guerra química y recuerda la instrucción que recibió al respecto... solo que aquí, no tiene equipo adecuado para enfrentar ese tipo de amenaza. Joder, de haberlo sabido, habrían procurado tener equipo de protección bacteriológica, aunque sea un engorro luchar con él.

Ya cerca de la caseta, paró un momento, echó rodilla a tierra, y observó alrededor antes de hacer la señal de avance al resto; tenía que asegurarse de que no hubiese sorpresas ni rezagados... y de haberlos... quizá sería mejor sacar el chuchillo de paseo.

Grace se detuvo al lado de Man o' War para aclarar las cosas y por una vez, cuando se trataba de cosas importantes, tenía tiempo y ánimo para hablar de ellas.

-Era una nube rojiza y densa. Entró en la mina ascendiendo por el borde de la colina y cayó sobre nosotros como la mierda en el agua del inodoro y sin darnos cuenta, todos caímos inconscientes. No sé durante cuánto tiempo, pero al despertarnos, no todos estábamos igual. Había gente que estaba como drogada mientras que otros, directamente se volvieron locos y se pegaron un tiro o cortaron el puto cuello. 

Man se adelantó unos pasos, como si estuviese absorto al recordarlo todo. Entonces se volvió hacia ti.

-Y minutos más tarde, todo fue aún peor. Empezaron a matar a todos los que no eran como ellos. Uno de mis propios hombres le cortaron la cabeza delante de mí. Así que agarré a vuestra querida presidenta, que aún estaba normal, y huimos de allí hasta llegar al cobertizo. No sé lo que está sucediendo, pero si quieres mi opinión, todo este planeta se va a la mierda y prefería no estar aquí cuando eso suceda. Así que será mejor que movamos el culo.

Quitando a la policía, que ya se había vuelto agresiva como los que estaban afuera, los demás parecían no estar infectados. Me iba haciendo una idea de cómo se infectaban las personas y las fases por la que pasaban. Un agente infeccioso, que afectaba a la personalidad, pasaba por el aire de una persona infectada a otra. Pero sólo si el receptáculo humano perecía, con lo que ese agente vírico parecía tener inteligencia. Este, una vez infectado el cuerpo, se apoderaba de la voluntad del huésped. Primero lo volvía loco y después agresivo, autoinflingiéndose lesiones a él mismo. Los infectados tenían una especie de mente colectiva, tipo colmena. Y el tipo que había visto en la colina parecía ser la reina.

Miré a los presos, uno a uno, excepto a la policía. No parecían peligrosos, quizá el tipo negro que estaba solo. Me acerqué a la policía, saqué la pistola del cinto y la disparé una bala a la cabeza. Eso era mejor para ella, rápido y sin sufrimiento, antes que se matara a arañazos o se mordiera la lengua y se desangrara.