Non tengo opinón formada de aqueste tema, más sus digo que siendo un bruxo no parece señor leal et cristiano al que servir. Non los cognosco. Fabladme pues dellos.
Dedico un minuto a los chicos.
¿Hug y Nizan? ¿Os portáis bien, chicos? parecen buenos chicos. Acaricio el pelo de uno de ellos.
Escucho después las palabras del padre con detenimiento.
¿Al condado de Rochester? ¿Esta noche? no me gusta lo que oígo No es buena idea. ¿No pueden esperar un par de días? ¿Que asuntos urgentes lo fuerzan a viajar de noche y con dos niños?
Puede que él no recapacite. Pero seguramente su esposa lo hará recapacitar. ¿Que madre pondría en riesgo a sus niños? De todos modos, podría viajar él mientras ella espera en la posada con los pequeños. Sin embargo, no voy a ser yo quien lo sugiera.
Eso debe salir de ellos.
- Poco se de él, un antepasado suyo, el Conde Sir Tiritlu, sometió a London y ahora él quiere extender su condado por estos lares.
- Somos de allí. Volvemos de un viaje de ver a unos familiares de mi mujer.
Miro de soslayo a mi mujer y asiento con la cabeza.
- Creo que vos tiene razón. Dormiremos aquí unos días.
Temome que aun ando corto de poder et talento para entender, siquiera comprender aquestos entuertos. Nos, vinimos por una fiera, acaso oso, que andaba aterrorizando aquestos lares. ¿ sabriais darnos buenas nuevas de aqueste tema?
Asiento complacido. Bien. Buena decisión.
Si, será lo mejor. les reconozco Cuando acabemos con el oso, les avisaré para que sepan que ya pueden marchar cuando deseen. Descansen en la taberna un dia o dos.
Espero haber incrementado su confianza en los caballeros y no dejar a unos muchachos asustados y con pesadillas. Me despido de ellos afectuosamente y me levanto para ir a hablar con los tres soldados de la guardia.
Quizá ellos sí sepan algo.
Miro de reojo a Mangel para saber que hace.
- Desconozco el tema de la bestia que azota estos lares. Mi granja junto a mi rebaño lo tengo en las ruinas del antiguo castillo que mira sobre el Trolagua. Y no he oído nada sobre un oso que acecha el ganado.
Drest se levanta de la mesa donde charlaba con la familia y se dirige a la barra, junto a los tres soldados.
Mientras te levantas de la mesa de la familia y te diriges a la barra para charlar con los guardias, observas que Mangel está hablando todavía con Malm.
Cuando veo que se acerca el Caballero a la barra, me aparto con mis dos compañeros y lo miramos de reojo, con una sonrisa burlona en el rostro.
No marchaba la cosa tan bien como esperaba en la taberna, pues deseaba oir algun rumor de interes. Tocaba probar la cerveza de estos lares, y recogerse pronto que mañana habria tarea.
Por mi parte poco mas soy mas partidario de regresarme.-
Ignoro de momento la actitud burlesca de los soldados y alzo mi jarra como gesto de saludo.
Mi nombre es Drest, soy escudero al servicio del conde eludo de momento cualquier referencia a mi apellido o linaje, eso se lo dejo al noble estirpe de Mangel Nos han enviado a resolver el problema del oso, que podéis decirme sobre este asunto?
Con calma, tomo un largo trago de la amarga cerveza esperando quizá una respuesta.
Con indiferencia, le hablo sin mirar al caballero.
- No queremos gente como tú en esta aldea. ¡largaros!
Dejo la cerveza encima de una mesa o de la barra. Necesito las manos libres.
Miro en dirección a Mangel. No quiero iniciar una pelea tabernária, pero no voy a quedar como un cobarde ante estos paletos. Si la cosa se complica quiero saber que tendré apoyo.
¿Gente como yo, has dicho? le digo con calma ¿Y puedo saber a que te refieres con eso?
No van a asustarme unos guardias que han sido incapaces de acabar con un oso.
Mangel ve como Drest anda braceando nervioso y se acerca, en tono conciliador, a ver lo que pasa.
Recibo a Mangel con una sonrisa y le hago sitio a mi lado.
Espero la reacción de los soldados, pues ellos no han contestado aún a mis preguntas.
A ver si se atreven a soltar más chanzas con Mangel delante.
Vuelvo la mirada de nuevo al caballero con indignación.
- Gente que lamen el culo al Conde, que no tienen personalidad ni...
Cuando veo que el otro caballero se acerca, silencio mis reproches y con una mirada hago callar las burlas de mis compañeros. Cojo la jarra de cerveza y le hago una señal a mis amigos para que me sigan. Cuando paso por al lado del caballero, le empujo con el hombro, resoplando con fuerza.
Hago caso omiso de la provocación, al menos de esta primera.
Un momento, soldado. le digo en voz alta.
Aguardo a que al menos parte del local se gire y escuche lo que tengo que decir.
Mi compañero y yo, simples escuderos, no deseamos problemas con los representantes de la ley, como sois vos aqui... comienzo con humilde tono de disculpa, para luego añadir con voz más agria y tono mas alto Y no exigiremos una satisfacción por nuestro honor... ¡pero sí por el del Conde! Retractaós de inmediato sobre vuestras palabras o encontrémonos fuera del local, señor.
Aunque mi tono es agresivo, mantengo la educación en todo momento. Espero que se disculpe y no estar dándole una excusa para atacarnos. En todo caso, con todo el local como testigo es un duelo, lo que anula su ventaja del número.
Espero que Mangel me apoye en esto, por que si no.... glups...
Me giro con aires de humillación exagerada.
- ¡¿Me estás amenazando?! ¡¿Acaso estás buscando un duelo para satisfacer tu gloria?!
Miro a los lados con los brazos extendidos y con gesto de burla.
- ¡Que así sea! ¡Pues Penda Matabueyes no se asusta de vulgares escuderos del Conde!