Partida Rol por web

Ambos escuderos salen de la casa del viejo Garr en busca de la taberna. Dentro de la casa, el viejo ya descansa en su lecho y Rodric se queda sólo, con el silencio del cálido hogar del anciano.

Me acerco a ver las monturas. Si están bien regreso y tras las oraciones pertinentes me desvisto, quito la armadura y aseo. (Siempre con la espada a mano y desenfundada)

Las monturas se encuentran perfectamente. Descansando en la cuadra. Un aire frío y un olor a humedad te viene de repente. Parece ser que pronto lloverá. 

Pues regreso y me voy a donde nos han indicado para dormir. Allí me empiezo a quitar la armadura, y con la espada como indicamos.

si no les parece mal a mis compis, entro yo el primero.

 Le hago un gesto amable a Mangel para que abra la puerta de la taberna.

 Estoy deseando ver que hay dentro. 

 Mangel, ¿vos créeis que el Rodric y el pater Grrr son gentes de bien? le dejé caer, casi sin pensarlo. No era mi intención chismorrear como las mujeres, sin embargo había cosas que me dejaban intranquilo.

 Bueno, seguro que sus intenciones son buenas... es sólo que no quiero encontrarme ninguna sorpresa en el bosque, cuando cacemos a la bestia. le quité importáncia. Tampoco quería parecer inseguro. 

 Siguiendo a Mangel, entre a la posada, distrayendo mis ojos por el lugar, atento a los pequeños detalles...

-No tomaremos aun a ambos como malvados, al menos no más malvados de lo que ambos semos. La contienda y el tiendo ya dejaran a acada uno en el su sitio.

La taberna es un establecimiento límpio y relativamente seguro, llevado por la familia McMurg durante generaciones. Los actuales dueños, Bur y Aruba McMurg, son honestos y trabajodres. Los McMurg emplean a sus dos hijos como mozos de cuadra, mientras que sus hijas Anni, Einna y Afeel cocinan y hacen la limpieza. Además de los establos y el patio que se encuentran en la parte posterior, el piso bajo de la taberna tiene una espaciosa sala abierta al público, para beber en serio e intercambiar chismes con los lugareños, dos pequeños reservados con cortinas, una habitación de 4 metros cuadrados para discusiones privadas y una gran cocina que sirve el mejor pollo asado por estos lares. La familia McMurg vive también en esta planta baja, en habitaciones más bien pequeñas.

El primer piso de la taberna ofrece cuatro dormitorios privados, cómodos y con buena calefacción y dos dormitorios comunitarios muy grandes. Dada la decencia de los McMurg, las peleas y asaltos son raros, pero a veces inevitables.

Nada más entrar, notaréis un aire apesadumbrado. Los allí presentes son pocos a estas horas de la noche. Un tipo con pintas de vagabundo bebe en una mesa; un hombre robusto, alto de pelo y barba espesa rubia bebe en otra mesa; otro hombre de mediana edad bebe en otra mesa; otro que apenas consigue mantenerse sentado en la silla, intenta atinar su jarra de cerveza en su boca en la barra; un hombre con ropa de ganadero, descansa y bebe tranquilo en otra mesa; tres hombres, que parecen guardias por su vestimenta, beben cerca de la barra, formando el poco espectáculo que hay en la taberna; y por último, una matrimonio con sus dos hijos jóvenes, beben en otra mesa. 

 Mangel poseía una básica sabiduría que era envidiable. Tenía razón, sin duda.

 Entramos al local y me sorprendió gratamente comprobar que aún rebosaba de vida y clientela.

 Pedi una cerveza al posadero, Bur McBurg. Si Mangel quería otra, lo invitaría. Se lo merecía por haberme acompañado, a pesar de que yo sabía que no le apetecía demasiado.

 Separemonos. susurré mientras simulaba bufar la espuma de mi jarra Asi cubriremos más terreno. Recuerda, hemos de averiguar todo lo posible sobre nuestra misión.

 Me incliné por el hombre con aspecto de ganadero que bebía sólo en una mesa alejada. Parecía tranquilo y seguramente había oído hablar del oso. O podía haber tenido un encuentro fortuito con el mismo mientras pastoreaba su ganado.

 Buenas noches, mi nombre es Drest y soy escudero en el castillo del conde, ¿puedo sentarme con vos? no cabía en mi mente mentir para conseguir la información. Además, no pensaba que fuera necesario.

Sigo a Drest y espero  a recibir la  invitación para sentarme o no en la mesa del ganadero. Si somos aceptados, tiraré un oratoria, o intrigar( lo que sea necesario) para conocer detalles sobre lo que nos ha traido a cazar aqui.

Me levanté de mi asiento y retiré con energía el sombrero que había dejado caer en la mesa. Mi altura apenas cambió, ya que mi estatura era aproximadamente entre 1'60 y 1'50. Con mi manga limpié la mesa como mejor pude de los restos del baso de cerveza que estaba disfrutando, e invité a aquellos hombres a sentarse conmigo.

- Por supuesto. - Agregué. - Disculpen. - Argumenté mientras limpiaba la mesa. Mi cabello, antiguamente rubio, se meció con mis movimientos. Con mirada alegre, me volví a sentar, después de que ellos lo hicieran. Mi sonrisa y mi mirada, me daban un aspecto de duende. 

Mis pantalones, a cuadros de colores y justillos a rayas me dan un aire festivo que oculta el furor que domina mi alma. 

- ¿En que puedo ayudarles?

Teneis pinta de ser de la zona, et nos no. ¿ conoceis algo de las habladurias de la zona? ¿ acaso hay mostruos et fieras sueltas?

 Mangel pasa por alto mi consejo de que separandonos cubriremos más terreno. Bueno, que asi sea.

 Nos sentamos con el pastor, parece un anciano con un espíritu joven, es un curioso personaje.

 Me fijo en sus gestos y maneras. Observo sus ojos vivaraces con detenimiento y dejo que Mangel guie la conversación. Sólo hablo para dirigirme al tabernero.

 Cerveza, tres, por favor.

 Y escucho lo que habla Mangel con este hombre mientras lo observo.

La pregunta de aquél escudero no me sorprendió. Efectivamente, aquellos dos hombres venían por las historias concernientes al bosque. 

- El espeso bosque que nos rodea, está lleno de criaturas mágicas. Enormes criaturas deformes que esconden grandes tesoros en sus guaridas excavadas en las rocas. ¿Venís a matarlas?

Bur se acerca para dejar tres cervezas sobre la mesa. El olor a ésta, no tapa el fuerte olor a oveja que desprendo. 

¿Bestias deformes de los bosques? ¿Guardando tesoros?

 Este ya había bebido bastante. Que Mangel se quedase a sacarle información si quería. Yo había perdido totalmente el interés.

 Si me disculpáis... recogí mi jarra de cerveza con gesto decidido y susurré al oído de Mangel Me voy a hablar con esa família de allí al fondo...

 Viajaban con niños, seguro que estaban preocupados por una bestia que ronda los bosques...

Si sabeis de tesoros fabladme

Al acercarse el escudero a la mesa de la familia, el hombre se levantó de inmediato y se limpió las manos en los pantalones. Se mostró nervioso y sin saber muy bien como actuar. 

- ¿Sucede algo?

Levanté la ceja molesto cuando uno de los escuderos abandonó la mesa. Luego volví la mirada hacia el que quedaba. No sabía que estaba buscando, pero aquella actitud era sospechosa.

- Tesoros... no se que clase de tesoros esconden esas criaturas. Nadie con dos dedos de frente se enfrentaría a ellas. - Hago una pausa para pensar bien mis palabras. - ¿Sois partidarios de el Conde Sir Lucan o del Conde Sir Uaduh, el Brujo?

 El hombre estaba preocupado. Con dos crios pequeños y vagando por los caminos, era la actitud más adecuada. Le posé una mano en su hombro para tranquilizarlo.

 Eso depende de que ruta sigan. le dije al hombre e hice ademán de sentarme con él y con su família Buenas noches. Mi nombre es Drest y trabajo para el Conde, en el Castillo. 

 Esperé a que el hombre me presentase a su família.

 Estamos rastreando a un oso, una peligrosa criatura. miré a los niños y les sonreí. Los adultos comprenderían la gravedad del asunto, no hacia falta asustarlos a ellos ¿Por dónde han venido? ¿Se han topado con rastros o rumores de él? Esta furioso y hasta que le demos caza es más prudente que no salgan del pueblo. ¿Tienen mucha prisa?

 No quise preguntar nada más, so pena que el hombre se sintiese interrogado por mi.

- Mi nombre es Raphael. Mi esposa Virgy, - la señalo con mi mano, y a continuación señalo a mis hijos, - y ellos son Hug y Nizan. 

En el momento que el caballero se sienta en la mesa, hago lo propio, sin cambiar la expresión de mi cara. Y cuando comenta lo del oso, aún me pongo más nervioso. Floto mis manos inconscientemente de los nervios.

- No hemos visto nada al llegar aquí, venimos de Vagon y no hemos visto nada. Hemos llegado esta mañana. Estamos descansando y saldremos esta noche en dirección al condado de Rochester.

Miro preocupado a mi familia. Mi esposa me devuelve la mirada, tanto o más preocupada que yo.