Partida Rol por web

El vestíbulo es la entrada al edificio principal. Se apreciará nada más entrar en él que se ha intentado mantener el aspecto palaciego de la sala, aunque haya sido restaurado. Hacia la izquierda se encuentra el acceso al comedor, y hacia la derecha el acceso, primero a la recepción/secretaría, y luego al pasillo en el que se encuentran los despachos de los profesores. Al fondo de la sala se encuentran las escaleras que suben a la primera planta, y debajo de estas, el ascensor que baja a los sótanos de la escuela.

Ya era casi de noche cuando se dio el nombre del culpable de que la tercera hermandad prendiese fuego. Aunque habían rumores de un culpable, no fue él. El culpable era Cory Brigths, que después de un comportamiento algo errático, los directores averiguaron que fue él el verdadero culpable. No han dicho que le motivó a ello, pero de una cosa se podía estar seguro, no iba a volver a pisar la escuela.

Kurt, impulsado por un apremiante heroísmo y un intenso pavor, esperó escasos segundos a salir pitando de los pasillos rumbo al despacho de la directora Xavier. En su veloz y valiente movimiento, que no retirada, solo guardó tiempo para observar a quienes, como él, habían salido de la ratonera que era la Sala del Peligro, deteniéndose apenas un rato, lo suficiente para decir unas palabras. 

—Estamos mal, pero no podemos flaquear ahora. ¡Todo, y por todo es todo, depende de nosotros! ¡Vamos a demostrarles a esos bichos que se han equivocado al venir aquí!

No era una arenga que pudiese servir de mucha ayuda a Caroline o a Noah, los que más habían sufrido por lo sucedido escasos segundos atrás. No era el más sociable de todos, tampoco un líder, mucho menos un psicólogo; mas intuía que tenía que mencionar algo, aunque fuese mínimo, para que los ánimos y esperanzas no decayesen. 

"Corred, insensatos", "vámonos, átomos" o "tonto el ultimo" eran frases que sobraba mencionar en la situación tan perjudicial y delicada que estaban, pero un poco de premura tampoco iba a dañar al grupo. Como SE había mencionado antes mediante un mensaje telepático, era vital llegar al despacho de la directora Xavier. Y allí se iba a dirigir el suizo sin demorar más tiempo que empezaba a parecer escaso.

Dejando atrás todo el caos originado por la invasión skrull, llegasteis al vestíbulo impulsados por la última orden de Nora. Había que seguir subiendo, pero algo os hizo detener vuestra marcha hacia el despacho. El sonido de una nave aterrizar muy torpemente. Por las ventanas del edificio se podía ver el exterior y lo que había llegado os pilló totalmente por sorpresa.

Eran los demás que habían ido al espacio de misión de rescate, pero volvían destrozados, sin Fausto y sin Bran. Estaban heridos, con los uniformes de combate destrozados y la cara con una mueca de dolor, no solo físico, también psicológico por haber fallado en su misión. 

Habían avanzado corriendo hasta alcanzar el vestíbulo. Cisco sabía que allí abajo seguía la lucha contra esos invasores. Era ese combate el que les estaba dando tiempo. Volvió a ver la escena que habían dejado atrás, con la piel verde atravesando a la directora hiriéndola de gravedad. Tenía el deseo de que sobreviviera a pesar de la crueldad con la que fue atacada.

Ya dos de ellos habían perdido a sus seres queridos, a la vez y una trágica situación. Y no había forma de volver atrás, si querían salvar la academia la única opción parecía ser llegar al despacho. Entonces el sonido de aquellos motores alertó al joven y pudo ver más allá como descendía el transporte de Ororo. Al abrirse la compuerta descendían varios de los demás estudiantes y las cosas no parecían haber ido mejor para ellos. Había que encontrarse con ellos y explicar la situación, la que parecía ser su última esperanza de ganar, siguiendo unas instrucciones difusas que no sabían hacia qué llevaban.

- Miradlos, han vuelto. Tenemos que ir todos juntos, es bastante posible que nos terminen atacando.

Vaya que sí, no confiaba en que fueran a tener un trayecto fácil.

- Voy a decirles que vengan al despacho de la directora.

Los estudiantes parecían estar bien, creía que Selina también lo estaría. Por ahora mantuvo la fé en eso aunque hubieran asuntos más urgentes.

Quienes habían logrado escapar, no tardaron mucho en llegar hasta el vestíbulo, la mayoría afectados por lo que había sucedido, si bien a Caroline nada de ello le importaba demasiado. No tenía espacio en su mente para considerar lo que sentía el resto, ni mucho menos reflexionar demasiado sobre lo que harían a partir de ese momento, no cuando le habían quitado lo que para ella había sido lo más importante hasta hacía muy poco tiempo. Le habían arrebatado su amor, demostrándole que tan sólo había sido una hermosa ilusión que no había tardado en fragmentarse como un mero espejo al ser golpeado. ¿Por qué debía importarle el mundo o el resto, cuando ella sentía aquel vacío en su pecho? No estaba de humor para nada, ni mucho menos para dejarse llevar por la ira que debería de sentir. No había lugar para la ira, sólo... dolor, tristeza. Había deseado tanto de Vera... y todo se había esfumado como si nada.

Por un instante, alzó la mirada hacia Kurt, en cuanto este se pronunció con aquellas palabras, como si intentara mejorar el ánimo del resto, como si deseara motivarles a pelear. ¿Pelear? ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué había que defender? ¿A la humanidad que la rechazaba por ser lo que era? La única persona que le hubiese importado proteger en ese momento... había sido Vera, y ésta, ahora, no era más que una mentira, un mero engaño que la había traicionado de la peor manera posible. ¿Por qué no podía regresar todo a como era antes? Por un momento consideró la idea de volver con ella... pedirle que tomara aquella forma de nuevo y quedarse a su lado... pero sabía que aquello no era más que un pensamiento idiota de su parte. Incluso si era posible... ¿no sería una mentira? ¿Mantener viva la ilusión a pesar de que no era real? Después de todo... Vera había demostrado que no la amaba, en el momento en el que la había apuñalado de esa manera, sin piedad alguna, sin considerar el dolor que habría sentido. No... esa no era Vera. Ella había muerto, o más bien... nunca había existido.

Tras un momento de reflexión, la peliazul decidió ignorar al rubio, simplemente porque, en otras circunstancias, le habría dado un buen golpe en toda la cara, si no fuera porque el dolor, que sentía en ese instante, la dominaba lo suficiente como para que ni siquiera tuviera ganas de hacer algo así. Tan sólo... se derrumbó, se dejó caer en un costado, apoyándose contra la pared, sin saber lo que haría luego de lo que había sucedido. Todo se había convertido en un completo caos, y el único motor que la motivaba a pelear... había desaparecido. Ni siquiera sabía si su madre estaba bien, luego de que había dejado su hogar, tiempo atrás, o si realmente deseaba volver a verla, teniendo en cuenta lo que le había hecho a esa chica. Vera había sido todo para ella durante su tiempo en la escuela para mutantes, y ahora no podría disfrutar de su cariño, por más falso que hubiese sido. Pudo sentir cómo sus mejillas comenzaban a humedecerse con el paso de sus lágrimas, junto con la frialdad que acompañaba a la mismas debido a sus poderes y el efecto que estos tenían en base a sus emociones. Dolida, ocultó acercó sus piernas a su pecho, para ocultar su rostro al apoyar su frente contra sus brazos, cruzados sobre sus rodillas.

Había escuchado el sonido de la nave aterrizando, así como las palabras de Cisco que anunciaban que se trataba del otro grupo que había salido en aquella estúpida misión. Sin embargo, nada de ello importaba, más cuando estaba segura de que habían fracasado, tanto como ellos lo habían hecho al luchar contra los Skrulls que estaban en la escuela. Había sido todo un fracaso, y había perdido su amor por nada. Ya... ya no sabía qué hacer. ¿Qué era lo que debía de hacer? ¿Resignarse? ¿Pelear? ¿Con qué sentido? No... si no peleaba... en el futuro le harían daño pero... ¿qué importaba si le hacían daño? Ya estaba acostumbrada al dolor, y no había encontrado algo que pudiera matarla. No obstante, eso no quería decir que no pudieran capturarla y torturarla hasta que se quebrara por completo o que no hubiera un método para matarla de manera definitiva. La cuestión era que... había perdido a Vera, y, por ende, no sabía si podría volver a confiar en alguien. Ya eran dos chicas las que habían jugado con ella y sus sentimientos. Aún así, por el momento, decidió que seguiría al resto a donde había aterrizado la nave, ya que no era como si tuviera algo mejor que hacer, además de que sabía que no la dejarían en paz si se quedaba en el vestíbulo.

El suizo iba a correr desesperado rumbo al despacho de la directora, pero entre la llegada de una nave, las palabras de Cisco sobre permanecer unidos e ir a avisar de lo acontecido a los alumnos que de la nave salían, Kurt decidió abortar el dirigirse a los pisos superiores. Así que, volviendo sobre sus pasos, decidió ir con sus compañeros.

Ver a los otros alumnos de la escuela, los que habían ido a la misión de rescate, en un estado tan precario, aquejados por dolor físico y mental, no daba margen a actuar de otra manera. Les necesitaban y los que se habían quedado en la isla también necesitaban ayuda. Toda la ayuda posible y más todavía. Ojalá entre todos fuesen bastante para acabar con la amenaza que sufrían.

Con un ojo puesto en el espacio dejado atrás, el que englobaba el pequeño trayecto desde la Sala del Peligro al vestíbulo, apuró la marcha rumbo a los jardines. A saber cuánto tiempo podrían tener para hablar con el resto para exponerles la situación que pasaba en la escuela.

En otra ocasión la llegada de la nave hubiera supuesto para Renzo un momento de completo alivio. No podía olvidar quienes iban en esa nave aunque... ¿podía ser que no fueran ellos? ¿que hubieran sido igualmente sustituidos? La sensación de paraonia le atravesó como una flecha aunque, pronto, se diluyó en su normal fatalismo. Al fin y al cabo, si no le importaba vivir (o mejor dicho, si prefería morir) ¿qué le podría importar la traición, el miedo, la paraonia? Sin embargo supo, de alguna manera, que iba a seguir creyendo cuando viera a Gwen, cuando hablara con ella, que era la misma Gwen que había conocido.

Sencillamente la otra opción era mucho peor.

Así que siguió andando, tratando de no mirar con compasión a Carolina, tratando de no pensar que no volvían todos de esa misión, tratando de...

Avanzar. La directora se lo había ordenado. Tenían que avanzar.

- Sigamos. No podemos deternos- acertó a decir mientras seguía avanzando.