Partida Rol por web

Sparky suspiró al ver que su disparo al conducto había sido la opción adecuada. En el desconcierto reinante, y tras oir las indicaciones de la Eskatónica, el técnico adelantó su posición aprovechando la cobertura que le daba Vernet. Una vez allí también él recibió un par de disparos y luego miró a la lanzadera.

La puerta al interior de la lanzadera se había abierto, lo que significaba que Orlop había conseguido llegar.

"Hay que apoyar a Orlop ahí dentro, la lanzadera se irá en cualquier momento... Pero no podemos quedarnos sin cobertura" -le dijo a su compañero. Entonces le hizo una seña a la Eskatónica y a Sammala indicando que alguien tenían que mantener aquella posición o seguir a Orlop.

"Vamos tras él, que nos cubran ellas" -añadió aprovechando otro intercambio de fuego para seguir a Orlop al interior de la nave.

Los tipos devolvían el fuego mientras Vernet y Boudicca cubrían a sus compañeros. Cuando Boudicca lanzó su advertencia todos empezaron a comprender la situación: los tipos que se parapetaban tras la lanzadera estaban intentando, igual que ellos, detener su ascenso. ¡Probablemente Svenson estaba dentro! Habían intentado inutilizar una de las turbinas y en ese momento habían sido sorprendido por los guardias del almacén, a sueldo de Svenson¹.

Orlop avanzaba con cuidado hacia el pasillo principal de la lanzadera con Sparky a sus espaldas listo para cubrirlo. Y fue una suerte porque en el momento que alcanzaba la esquina un enorme brazo peludo lo agarró por el cuello. Desde donde estaba Roberto pudo ver como un enorme Vorox levantaba en vilo a su amigo con un brazo mientras otros dos movían amenazadoramente un par de cuchillos de gran tamaño. El vorox miraba de reojo al carroñero y quizás por ello no ensartó todavía como un pollo al otro intruso, que se intentaba soltar del abrazo mortal.

Quedaba patente que en el interior de la lanzadera no les esperaba una recepción amistosa ni mucho menos.

Vernet había comprendido quienes eran los verdaderos enemigos y los que estaban parapetados en la lanzadera querían lo mismo que ellos. Jugando bien las cartas podían usarles como aliados involuntarios.

Desde su posición Vernet solo tenía que correr unos metros hasta el pasillo que se internaba en la lanzadera.

—Hay que detener esa lanzadera —gritó mientras corría confiando en que los disparos de sus potenciales aliados le sirvieran de fuego de cobertura. Con suerte esos tipos le escucharían y se darían cuenta de que luchaban por el mismo fin.

Tras la carrera Vernet se apostó en la pared de pasillo echando un vistazo al interior.

—Maldita sea, ¡Orlop! —dijo cuando vio a la criatura Vorox agarrando al psíquico.

El arma de Kris emitió dos centelladas en dirección a la criatura.

Aquel tipo con cabeza de tigre y enormes brazos le tenia por el cuello, y eso era un grave peligro. No obstante, Orlop estaba acostumbrado a la lucha en espacios pequeños o en situaciones tensas. Asi que intentó alcanzar su cuchillo para poder atestarle un corte en el brazo y que le soltara. 

Orlop intentaba librarse del abrazo de la criatura pero lo había cogido bien. De hecho cuando intentó sacar el cuchillo la criatura usó otro de sus brazos para doblarle la muñeca con un doloroso resultado, que hizo que el psíquico soltara el arma por el dolor. Pero entonces empezaron a llover disparos desde la puerta, donde Vernet abría fuego contra la enorme criatura.

La lanzadera dio otro respingo y se oyeron algunos anclajes metálicos que se soltaban en algún punto del exterior.

El vorox lanzó a su presa por el aire sobre Sparky y Vernet, usándolo como escudo mientras retrocedía. Orlop vio como la pared de metal se acercaba a una peligrosa velocidad contra su cuerpo. Un lanzamiento de Vorox siempre era algo... intenso.

Mientras tanto los mercenarios de fuera parecieron comprender que estábais en el mismo bando y se replegaron para devolver el fuego contra los guardianes del almacén, que habían aprovechado la confusión para acercarse más.

Al entrar en la lanzadera, Sparky se quedó de piedra al ver al enorme Vorox coger del cuello a Orlop.

Aquellos malditos aliens eran realmente intimidantes. El técnico no podía dejar que la situación se mantuviera, asi que apuntó al bicho... pero el disparo era complicado. A pesar del tamaño del Vorox, Sparky no era precísamente el mejor de los tiradores. Un mal disparo y la cosa acabaría peor... ¿entonces? ¿dispararle en una pierna? ¿en un brazo?

Demasiada indecisión. Sparky perdió la iniciativa, pero por suerte, llegó Vernet con más instinto guerrero disparando a la criatura sin dudar, lo que provocó que Orlop fuera usado como escudo o bola de cañón de carne.

"Hijo de....!!" -gritó Sparky intentando apartarse para que el cuerpo de Orlop no chocara con ellos. Tras el aterrizaje de su compañero, le ayudó a incorporarse mientras le decía a Vernet: "Te seguimos! ¿no Orlop?"

Orlop fue de cabeza contra la pared. El golpe fue seco, cogiendole parte del cuello y del brazo. El clack y el pico de dolor siguieron después de una negruzca oscuridad... o acaso era sangre resbalando desde su cabeza... 

Orlop sólo pudo contestar con un aullido de dolor. Se había roto varias costillas con aquel golpe y cualquier movimiento, hasta respirar, suponía una total agonía para el psíquico. Iba a necesitra ayuda médica seria... si sobrevivía a aquello, claro.

Aprovechando la confusión el Vorox retrocedió por el pasillo de metal saliendo de la vista de Vernet y Sparky.

En ese momento sintieron un tirón intenso que hizo que todos perdieran el equilibrio momentáneamente. ¡La lanzadera estaba moviéndose! Vernet se agarró a una de las abrazaderas de emergencia justo en el momento en que la puerta del compartimento de acceso se cerró tras él.

"Me cago en la..." -acertó a decir Roberto cuando la lanzadera se zarandeó de aquella manera dando a entender que se iban a largar de allí o, al menos, a intentarlo. Lanzó una mirada a Orlop al que intentó ayudar agazapándose un momento sobre él, pero claramente el lanzamiento del Vorox lo había dejado bastante mal. Por la pinta algo roto. Compuso una mueca de conmisaración: "Joder amigo... bueno, al menos sigues de una pieza. Con esos hijos de puta peludos multibrazos nunca se sabe".

Le hizo una seña a Vernet: "Tenemos que movernos rápido o no saldremos de aqui. El piloto de esta nave está jodidamente loco o desesperado y nos va a llevar con él a la puta tumba si no lo evitamos". Una vez llegó a su altura, se puso en movimiento con el marine diciéndole a Orlop. "Síguenos si quieres o... bueno quédate... eso sería lo mejor que podrías hacer". -elevó los hombros. Él sabía arreglar trastos, no personas. ¡Maldita sea! -pensó- En menuda situación de locos me he metido....

Vernet estaba dividido. Por un lado la lanzadera empezaba a moverse y dentro de ella había un Vorox ayudando a ese hijo de puta a escapar. Por el otro un compañero caído y Kris nunca dejaba a nadie atrás.

—Sparky, avanza y flanquea el pasillo. Cubre nuestro avance. Si ves un movimiento, dispara. No lo pienses, dispara —dijo mirando fijamente a Roberto y poniendo su mano en el hombro de éste.

Inmediatamente después se acercó a Orlop.

—¡Maldita sea! Esto te va a doler amigo —sacó un trapo de dentro de su uniforme y lo impregnó con una suerte de alcohol que tenía en otro de los bolsillos—. Muerde esto y aprieta los dientes.

Con el cuchillo Kris rasgó un buen trozo de la túnica de Orlop y empezó a rodear las costillas de éste.

—Una, dos y... —la mirada de Kris y la de Orlop se cruzaron y en ese instante tiró fuertemente del trozo de túnica que ahora rodeaba las costillas del psíquico—. Puede que te cueste respirar, pero te aliviará el dolor un rato. ¿Puedes caminar? Vas a salir de esta, ¿me entiendes? ¿ME ENTIENDES?

Orlop lanzó un grito desgarrador que quizás otorgaba razón a Vernet: algo había hecho. Pero al menos el maltrecho hombre pudo ponerse en pie. Dolorido, desde luego, pero todavía preparado para la acción se levantó ayudado por el marine.

Sparky había alcanzado el borde del pasillo pero al asomarse fue recibido por una ráfaga de balas. Tuvo la oportunidad de parapetarse contra la esquina, no sin antes haber visto como el Vorox se mantenía en medio del camino hacia el puente de mando agarrado con dos de sus brazos a las abrazaderas laterales mientras con otros dos mantenía firme un fusil de asalto dispuesto para freir a quien intentase avanzar.

Y la nave empezó a moverse hacia adelante...

¿Y fuera de la nave?

Fuera de la nave Bouddica abría fuego hacia los defensores del hangar, cambiando de objetivo, mientras que los mercenarios asaltantes corrían hacia un lateral para buscar cobertura entre unas cajas a la vez que se alejaban de la lanzadera, que estaba poniéndose en movimiento. Los defensores miraban sorprendidos aquella nave que parecía dispuesta a abrirse paso por la fuerza bruta a través de los portones llevándoselos a ellos por delante.

El rostro de Kris mostraba una sonrisa cómplice y orgullosa por su compañero. Pero no había tiempo para celebración. Al otro lado del pasillo la criatura volvía a la ofensiva. Vernet pegó la espalda a la pared y con la mano izquierda hizo que Orlop también se pegara a la pared. Con la mano derecha soltó el seguro de la pistola y la alineó con la vista.

Un par de disparos impactaron precisos sobre el cuerpo y uno de los brazos de la criatura.

—¡Ahora! ¡Avanza! —gritó para que Sparky aprovechara ese momento para mejorar su posición y terminar de flanquear al Vorox.

Cuando el vorox le recibió tras la esquina con una descarga de plomo, Sparky terminó de entender en qué se había metido. No, lo estoy planteando mal. -pensó el técnico- Esto es un jodido chisme mecánico... -ignorando a Vernet hizo lo que tenía que haber hecho desde el principio. Era una lanzadera pequeña, asi que los conductos de control iban a través del interior de la nave hasta los motores con trampillas de mantenimiento. Miró a su alrededor y la encontró... al otro lado del pasillo.

Asi que cuando Vernet disparó sobre el Vorox hiriendole, sabía que era su oportunidad. Se deslizó por el suelo practicamente, abrió la trampilla de mantenimiento y ¡alli estaba! Dejó la pistola a un lado y comenzó a hacer lo que un mecánico no debía hacer nunca: un cruce de sistemas que provocaría o bieen una sobrecatga o una perdida total de potencia. Lo hizo y luego se apartó gritando: ¡AGARRAOS!

En un momento pueden pasar muchas cosas y decidirse el futuro de todo un universo. Un momento es lo único que separa la vida de la muerte.

Vernet, parapetado desde la esquina, abrió fuego contra el Vorox. La criatura estaba en medio del pasillo y era enorme, un blaco fácil para el experto tirador incluso para la caótica situación en la que se encontraban. Quizás el alienígena no se esperaba esa rapidez de movimiento, quizás se había confiado tras enfrentare a Orlop. El caso es que los disparos impactaron en su cuerpo haciendo que aullase de dolor y soltase una de las abrazaderas, moviéndose contra la pared.

Aunque la orden de Vernet era quizás la más indicada par un marine Sparky no era tal cosa. En lugar de eso se deslizó aprovechando la confusión hasta uno de los conductos de comunicación de circuitos. No había oportunidad de ser sutiles¹ así que arrancó la tapa casi de cuajo para, a continuación, tirar de los cables que conectaban el sistema de control de la nave.

En ese momento la nave pegó un coletazo brutal y el mundo empezó a dar vueltas.

Desde el exterior Bouddica pudo ver como la lanzadera repentinamente encendía uno de los motores laterlaes haciendo que girase sobre si misma. El movimiento barrió a todos los que estaban cerca de ella. Tanto los mercenarios atacantes como los guardias defensores vieron como aquel vehículo descontrolado se abalanzaba sobre ellos, arrasando todo a su paso. Una de las vigas del almacén fue arrancada de cuajo por un ala mientras el vehículo continuaba su viaje suicida ahora ya sin posiblidad de levantar el vuelo. La eskatónica apenas tuvo tiempo de correr hacia la puerta trasera mientras parte de la estructura del edificio se deplomaba sobre la astronave.

En el interior escucharon como el almacen se les venía literalmente encima. Por suerte para ellos la lanzadera aguanto el desplome de cascotes y vigas con una entereza sorprendente. Aún así los tumbos de la nave les habían pasado factura y estaban todos magullados². Ahora todo estaba en penumbra. La energía principal se había cortado y los sistemas de emergencia parpadeaban con una luz rojiza. Estaban totalmente parados. En algun lugar al fondo del pasillo escucharon los gemidos del vorox moribundo.

Luego se oyó otro ruido: el cierre de la compuerta de la cabina de mando. El piloto no quería visitas...

Casi no lo cuenta. La fortuna -o el Pancreator-habían permitido a Boudicca reaccionar a tiempo cuando la nave se salió de control debido a la intervención de Sparky. El mecánico lo había hecho bien, dadas las circunstancias, pero probablemente había acabado con la vida de sus compañeros.

Asustada por ellos, corrió hacia el interior de lo que quedaba del hangar, saltando por encima de vigas rotas y pedazos de chapas retorcidas, llamando a sus amigos.

-Vernet!!! Cisneros!!! -por favor, que hayan sobrevivido, por favor... -Sammala!!! Orlop!!! alguien!!! -antes que la respuesta de sus compañeros, llegó el cierre de la cabina de la nave. El maldito Decados había sobrevivido, mientras que, probablemente, los soldados de Estigma no hubieran tenido esa suerte.

La eskatónica divisó un cuerpo entre los escombros. El psíquico estaba allí, muy malherido a causa del ataque del vorox y el posterior derrumbe. Tenía que sacarlo del lugar, el peligro de derrumbe no había pasado y si permanecía allí, tal vez no sobreviviera.

-Orlop, no te muevas bruscamente -le dijo un poco abrumada por lo que estaba ocurriendo-. Tengo que sacarte de aquí para poder seguir buscando a los demás. Apóyate en mí, te ayudaré a levantarte con cuidado.

El Decados seguía allí. Por como había quedado la nave, Boudicca dudaba que pudiera hacerla arrancar, ya habría tiempo para ajustar cuentas con él.

Boudicca se había abierto paso a través de los escombros hasta el interior de la nave. Recogió a Orlop del suelo mientras sus dos compañeros se levantaban. Sammala no estaba presente. Desde que había empezado el tiroteo y la perdieran de vista no volvieron a verla. ¿Habría perecido entre los cascotes?

Ante ellos estaba la puerta que daba a la cabina de mando, cerrada. El Decados - pues no les cabía ninguna duda de quien era el piloto - no se iría a ningún lado en aquella nave, pero por el momento seguía fuera de su alcance. Eso podría considerarse igualmente un éxito si no fuera porque acababa de hablar por el comunicador de emergencia de la nave:

- No voy a entregarme a un juicio que está amañado, malditos cazarecompensas carroñeros. Si la cosa acaba aquí acabará para todos. Tengo en mis manos el control de autodestrucción de la nave. Yo no pierdo nada volando por los aires... ¿y vosotros?

Incluso agarrado, los zarandeos y golpes que se llevó la lanzadera fueron demasiado duros y, por lo tanto, los meneos a los que fueron sometidos los que estaban en su interior también. Roberto maldijo una y mil veces por cada choque y parte de mamparo que se le caía encima.

Tras aquel mal baile la nave pareció quedarse quieta. El técnico se sentía como si se le hubiera caído encima la maldita nave... bueno, aquello sólo duró unos segundos. De forma casi eléctrica empezó a palparse todo el cuerpo para ver si todo estaba en su sitio. Gimió un momento. Vale... no estaba en plena forma pero... estaba vivo. Se apartó parte de los restos que le habían caído encima y buscó en uno de los bolsillos de su pantalón la pequeña linterna que siempre llevaba para hacer las reparaciones más precisas. No es que iluminara demasiado, y, de hecho, le tuvo que dar un par de toquecitos, pero algo más veía.

Lanzó un barrido rápido a su posición y localizó su pistola y a Vernet... Parecía estar igual de dolorido: "Vale, vale, lo sé..." -empezó a decir con una sonrisa que sonaba a excusa: "Esto no era lo que tenías en la cabeza" -elevó los hombros- "Es la única forma que se me ocurrió de detener la huída de este cabrón... aunque debo reconocer que mi plan estaba mucho mejor en mi cabeza... y tenía muchas menos magulladuras, tsk, tsk... "- Vió a Orlop al otro lado echo un ovillo: "Joder Orlop, colega... tú si que me vas a odiar...." -apretó los dientes... eso debía doler.- Y entonces se dió cuenta de que Boudicca había llegado hasta ellos. Sonrió de una forma algo "tonta": "Hermana... también estas bien... vaya, parece que no lo he hecho tan mal después de todo..."

Entonces escuchó el comunicado de Svenson y se le borró la sonrisa. Aquel malnacido...

"Tenemos varias opciones..." -susurró a sus compañeros- "Uno: le convencemos de que no somos carroñeros y lo tenemos fácil, intentamos negocial con él para hacerle ver que nos puede comprar o algo..." -hizo una breve pausa- "Dos: le entretenéis mientras intento ver cómo narices quiere volar la nave y le fastidio el plan" -sonrió de nuevo- "Tres: Salimos de aqui, llamamos a los refuerzos y que se inmole si quiere por el camino... claro que no quedaríamos bien con el resto de nuestros amigos" -no era la opción que más le gustaba.

Les miró. Todas las opciones tenían sus pros y sus contras...

La mirada de Kris hacia Sparky era más de admiración que de reprobación... probablemente no tenía entrenamiento militar pero ese muchacho sabía resolver los problemas, y en Estigma, más valía la resolución que la sumisión. Pero no dijo nada, Kris no era de esos. Seguramente daría la vida por ese muchacho pero nunca lo diría... y menos en público.

—He pilotado este tipo de lanzaderas en más de una ocasión¹ —dijo buscando alrededor de la puerta cerrada—. Estas puertas tienen un mecanismo de liberación de emergencia.

Kris pasó unos instantes buscando alrededor de la puerta.

—Mirad, aquí está —dijo señalando una placa atornillada al mecanismo de la puerta—. Si levantas esa tapa verás una palanca neumática... eso liberará la puerta.

Agarró la pistola con las dos manos e hizo un gesto a Sparky.

—Preparado... abre —ordenó.

Orlop se dejó ayudar. El vuelco de la nave habia terminado de dejarle moribundo, si bien los cuidados de Vernet habian tenido efecto y, al menos, tenia la sensación de que las costillas partidas le dejaban respirar. Junto con la eskatonica salieron de la nave hasta que dejó que apoyara la espalda contra una pared. 

- Ve con ellos - dijo el nativo - estoy bien. - mintió - Tenemos que impedir que ese hombre se vuele a sí mismo. Y a nosotros por el camino.