Partida Rol por web

- "¿Los guardias pueden corroborar la historia de Dulce Loto?" -

- "Sí, señor Alguacil. No, la primera noche, la del incendio, esa no vimos nada extraño, excepto un resplandor dorado misterioso, y luego el fuego. Bambú nos dijo que su hermana se había convertido en una Anatema Solar y que con su fuego había asesinado cruelmente a los padres de ambos. Le creímos porque habíamos visto el resplandor dorado, porque uno de los criados dijo que la señorita era una Anatema Solar, y porque huyó con los guardias fuera del pueblo.

Sin embargo, la segunda noche, cuando la señorita llegó con sus amigos de la capital, todos pudimos ver claramente como el señor Bambú se convertía en Yoma e intentaba atacar a su hermana, cosa que el Maestro del Halcón evitó." -

- "Bien, acepto estos testimonios como válidos. Ha quedado establecido que Bambú era un Yoma, o al menos el Bambú que acudió ayer al funeral de sus padres. Por lo tanto su muerte no es un asesinato, ni siquiera un delito.

Lo que no entiendo, Dulce Loto, es por qué huiste a la capital en vez de pedir mi ayuda. No entiendo por qué te llevaste a los criados ni tampoco por qué no están ahora aquí contigo. ¿Puedes aclararme estos puntos? Con respecto a la herencia, sabes que por ley una mujer soltera no puede heredar y debe tener un tutor para obrar legalmente, preferentemente un familiar cercano, padre, hermano o esposo." -

Otra lágrima recorre mi mejilla.

Escuchaba sus voces, ahí fuera, decían que era un Anatema, lo escuchaba, aunque pensaban que no lo hacía, no podía pensar con claridad, tenía… tenía miedo, aún lo tengo, Tsien dijo que mejor ir a la Capital, pero seguían murmurando, todo el camino, cuando llegamos a la ciudad, les perdí, me perdí, no se, fui a la posada que iba padre cuando tenía que estar allí unos días, pensé que quizás estarían allí, pero no es así, Tsien llevaba el dinero para alojarnos, yo… tenía miedo.

Levanto la mirada, otra lágrima se escurre hasta caer en mi kimono blanco, el regalado ayer por la hija del posadero.

¿Casarme? ¿Cómo puede pensar en algo así cuando en dos días he perdido a toda mi familia?

Bueno, parece que todo se aclaró por fin.

Aunque el tema del tutor y de la herencia de Dulce Loto parece no "interesarle" mucho a la muchacha.

Es normal que sea un esposo, tio, o familiar directo el que se encargue de los bienes si la mujer no está casada, pero su cara resulta tan sincera que me da miedo lo que puede estar pasando por su cabeza en este momento.

¿Y si decide que el Halcón o el Dragón sean sus tutores?

Eso mejor que nada, supongo.

¿Y qué tal tú?

En ese momento, Mazo se adelantó.

- Administrador Quai, si a Dulce Loto le parece bien, yo puedo ser su tutor, junto con mis compañeros. - Dijo Mazo. - Cada uno de los presentes posee unas habilidades y entre todos, podemos instruirla en todo lo necesario. -

- "Vos sois de la Estirpe de los Dragones, ¿cierto? Siendo así, según las leyes de este reino se os debe considerar como de sangre noble, por lo que no veo impedimento para que no podáis ser el tutor legal de Dulce Loto, y administrador de sus bienes.

Cualquier miembro de este ilustre grupo podría ser un tutor legal válido, pero no es necesario más de uno, y puesto que vos os habéis ofrecido primero, señor... ¿Cuál es vuestro nombre?

En definitiva, pasad por la Casa Consistorial dentro de dos días, tendré preparado todo el papeleo que deberéis firmar.

Alguacil, enviad algunos hombres a la capital en busca de los criados. Una hacienda como esta necesita sirvientes que la cuiden, además de guardianes. Además, mejor que estén aquí que no en la Capital propagando no sé qué rumores sobre Anatema... ¿Verdad, Dulce Loto?

Sin duda se encuentran confundidos por alguna diablura del Yoma Bambú, ya que éste se hallaba empecinado en culpar a su hermana de sus propios crímenes.

Bien, caso resuelto. El Alguacil y yo nos vamos. Confío en que los guardias puedan permanecer en su empleo, señorita, de lo contrario el pueblo tendría que ocuparse de la engorrosa tarea de mantenerles, además de que la finca se quedaría sin protección contra ladrones mundanos." -

- Sea, Administrador. - Dijo Mazo con una reverencia mientras miraba a Dulce Loto, en el momento que el hombre se retiraba de la habitación. - Lo siento, Dulce Loto, pero me he ofrecido al ver que los demás callaban. No te sientas mal por decir que no quieres tenerme como tutor, sé que algunos de los aquí presentes podrían enseñarte cosas que yo ni siquiera podría pensar. Está claro que es tu decisión. -

La verdad es que Mazo habló sin pensar.

Estaba claro que investigarían su nombre, su pasado... aunque no hay mucho de él...

Desde que cambió su nombre a Martillo Blanco las cosas no le fueron muy mal, así que, ¿por qué no mantener su mote durante un tiempo más? Lo había soltado en una conversación, pero ninguno de sus amigos había preguntado, por lo que el hombretón no le dio importancia.

- "Una cosa más... Señor Martillo Blanco, el tutelaje de Dulce Loto tendrá una duración de un año. Un año de luto por la muerte de su familia. Al término de dicho año deberá casarse y su marido obtendrá la herencia como dote.

En caso de que pasado el año, Dulce Loto no contrajera matrimonio, todos los bienes y propiedades de la familia Tien pasarán a manos del reino de Wu-Chia." -

Tras esto, el Administrador y el Alguacil se retiran.

Emisario los vio marchar.

No había roto el silencio en el que se había sumido desde que llegaron el Administrador y el Alguacil, esperando a ver como se desarrollaban los acontecimientos, esperando ver que sabían estos de lo que había sucedido y, por supuesto, que declaraban los soldados que la noche de antes habían visto la transformación de Bambú ante sus ojos.

Dulce Loto relató su experiencia que fue respaldada por la de los guardias a los que, evidentemente, tanto el Alguacil como el Administrador dieron más validez que a la palabra de muchacha. Emisario no esperaba otra cosa, siempre era así y dio gracias en silencio por el valor y la lealtad de los guardias para con Dulce Loto. Todo se había resuelto sin problemas.

Cuando la puerta se cerró tras ellos su mirada se dirigió a Martillo Blanco mientras sorbía un poco de té y sonreía levemente divertido ante el papel que acababa de asumir, pero no le dijo nada. Sin embargo, se volvió hacia Dulce Loto.

-Muchacha, las palabras del Administrador son ciertas, es la ley. Si dentro de un año no te casas, todas tus posesiones pasaran a ser del reino de Wu-Chia y lo perderás todo. Pero no tienes que preocuparte, tranquila. Hay mucho tiempo para pensar en eso, para arreglar las cosas y que eso no suceda. Lo más importante es que todo lo que ha ocurrido en esta casa ha sido zanjado y ahora tienes un tutor, lo cual acallará todo tipo de historias por parte de tus vecinos y demás.

Puso su mano fugazmente sobre el hombro de la muchacha- Todo ha salido bien, Dulce Loto, ya estás en casa.

Quieren quitarse este problema de encima, quizás por eso me aconsejaron ir a la capital y no aquí. El Administrador Quai acepta que Martillo Blanco sea mi tutor, miro al hombretón, intento pensar si es lo más correcto, teniendo en cuenta todo, suspiro, al fin y al cabo él fue el que mató a Bambú, y me da la oportunidad de quedarme en casa hasta dentro de un año, que  deberé casarme. ¿Casarme? Bajo la mirada a mis manos, donde aún está la taza de té. Ya lo pensaré, sí.

Miro a Emisario, que dice que es lo mejor, que ya estoy en casa. Levanto la vista hacia el piso alto, que está quemado. Sí, estoy en casa y hay mucho por hacer, no se si podré, si todo irá bien, ellos confían en que sí, pero seguro que han visto más mundo que yo, mucho más.

Asiento, lentamente, veo cómo el alguacil y el administrador salen de la casa, me levanto y les acompaño a la puerta, cuando se van, la dejo abierta, como siempre hacía padre, observo los arrozales, un momento, para volver a atravesar el patio, volver donde están los que me han ayudado.

¿Podré enterrar las cenizas de Bambú junto a las tumbas de mis padres?

Mi voz sale en un hilo, al fin y al cabo era mi hermano, para bien o para mal.

Riqueza, el mercachifle de río, había asistido en silencio a la conversación. Ni siquiera medió cuando se hizo evidente la difícil posición de Loto a quien se le negaba todo derecho sobre las propiedades familiares, exigéndose una presencia masculina próxima. Sus ojos se entrecerraron al ser testigo del precipitado ofrecimiento de Martillo y prácticamente se cerraron cuando las autoridades loclaes aceptaron su espontánea proposición. No le pasó por alto, sin embargo, el silencio de la muchacha que no criticó ni agradeció la tutela legal del guerrero. Cuando esta formuló su pregunta, carraspeó ligeramente.

- Desde luego, Dulce Loto. Ese es tu derecho y privilegio. Él era tu hermano. Es normal que desees que descanse junto a tus padres - dijo -. Caballeros, es hora de ponerse en marcha. Ya habéis oído a Dulce Loto. Recoged madera y apiladla paa incinerar el cuerpo de Bambú. Yo iré al muelle a ver cómo le van las cosas a mi buen Patán.

Tras aquellas palabras, Riqueza enfiló sus pasos hacia la salida, atravesando la puerta abierta y encaminándose hacia el río.

- Poco rato más tarde, Riqueza Efímera llega hasta el muelle donde está amarrada su embarcación.

- Si, Dulce Loto, no te preocupes. - Dijo Mazo con una sonrisa. - Le daremos a Bambú la sepultura que se merece, junto a la tumba de tus padres. Después de todo, era tu hermano. La gente lo recordará como era antes de transformarse, como una persona buena y respetable. Y nadie más hablará del Yoma. -

Pero Mazo continuó mirando a Dulce Loto, con los ojos entrecerrados.

- Pero, dime pequeña, ¿estás de acuerdo con que sea yo tu tutor y no alguien con más cultura como el Maestro o el Emisario? - Continuó. - Pondré todo mi empeño en, primero, protegerte y segundo, en enseñarte lo que sé. Pero sólo si aceptas la proposición de que yo sea tu tutor. -

Todo parecía haberse solucionado, al menos en parte. El malentendido había sido explicado y las tierras y posesiones de la familia pasaban a mano de Dulce Loto aunque bajo ciertas condiciones. La aparición de un tutor prorrogaba la necesidad de un marido durante un año, pero pasado ese tiempo si a nadie tenía nada podía hacer para no perder todas sus posesiones.

- Sé que es pronto todavía, Dulce Loto, y quizá inapropiado decirlo, pero no cabe duda de que encontrarás un hombre digno con el que podrás compartir tu vida. Un año es largo y en él hay tiempo para mucho, y ahora es el momento de que guardéis luto. Nadie os puede pedir más.- dije antes de encaminarme hacia la salida en busca de la leña y después de dejar la taza de té medio vacía sobre la mesa.

DULCE LOTO:

- A priori no hay nadie en tu pueblo que sea de tu agrado como posible esposo.

- Tal vez si viajaras a otros pueblos del país...

Un año, todos dicen y repiten lo mismo. Un año. Es mucho tiempo. Es tanto tiempo que no debo preocuparme por nada. Ya llegará. Como llega todo. Como ha sido la muerte de mi familia.

Un año. Para casarme, para encontrar a alguien que sea adecuado. Y lo más importante, podré decidir, yo. Arrugo el entrecejo ligeramente. No, tampoco podré decidir. Miro a Martillo Blanco cuando Garra de Halcón sale para recoger la leña.

¿Podré escoger quien será mi esposo? Si acepto que seas mi tutor, ¿podré hacerlo?

Suspiro.

No hay nadie en el pueblo que sea adecuado, si no, padre ya me habría esposado, o ya estaría prometida.

Mazo sonrió.

- Dulce Loto, a mí, como si no quieres casarte, o elegir a alguien tú, o simplemente, montar una farsa casándote con Patán Sabio. - Dijo con una sonrisa de oreja a oreja. - No he decidido ser tu tutor para obligarte a hacer cosas que no quieras, simplemente, te enseñaré lo poco que sé, que se resume en machacar cráneos más que nada, e intentaré que otras personas te enseñen más cosas. -

El hombretón se acercó a la pequeña Dulce Loto y le puso su mano sobre el hombro.

Casi le tapaba la mitad de su espalda.

- Así que, mi misión, además de protegerte, es enseñarte, las decisiones que tomes con tu vida, serán tuyas. Si deseas consejo, podré dártelo, pero como ya te he dicho, la elección de un esposo, es cosa tuya. -

Salí de la haciendo de la joven Dulce Loto esperando encontrar la madera que más tarde se usaría para incinerar el cuerpo de su hermano. No fue sino entonces cuando me di cuenta de que necesitaba aquel tiempo a solas. La noche pasada en una habitación no contaba, todo estaba demasiado reciente, la bilis y la decepción se entremezclaban con el dolor por mis heridas.

Alcé la vista a los cielos donde no había obstáculo que me impidiese verlo y con voz queda pregunté: - ¿Y ahora qué?

Simplemente lo solté, sin saber si alguien me escucharía, o lo que era más importante: si se me proporcionaría la respuesta.

MAESTRO GARRA DE HALCON:

- Ninguna respuesta llega de los cielos. Tal vez tu voz no alcance tan alto, o tal vez se espera de ti que te valgas por ti mismo.

Los sucesos se estaban acelerando. Y eso a Riqueza no terminaba de gustarle. Al menos, no demasiado. Era bien cierto que los imprevistos formaban parte de la vida pero, tras este primer encuentro del grupo, la cuestión sería mantenerlos unidos y con un objetivo que los mantuviera cohesionados. Y eso no era nada fácil. Tras la muerte de Bambú y el actual estado de cosas, con un Martillo Blanco ofreciéndose a sí mismo como tutor de Dulce Loto, la imposibiliad de esta de heredar salvo matrimonio mediante, caso en el cual las posesiones familiares pasarían a manos de su esposo, intuía que la manipulación necesaria para llevar a cabo su objetivo final rondaría la misma complicación que enhebrar un hilo del destino en el ojo de una pulga. Un dragón ofreciendo su ayuda a un exaltado solar. Riqueza sonrió ante aquel pensamiento, mientras se acercaba a paso vivo a la barcaza. Pronto distinguió su perfil. Confiaba en que Patán se encontrara a bordo y no hubiera iniicado una particular expedición a la búsqueda de aceite mineral.