Partida Rol por web

- Una última cosa, Dulce Loto... - Dijo Mazo antes de continuar con su descanso. - Sus pertenencias. No creo que sea conveniente quemarlas junto con ellos. Verás, la pechera y el mazo que llevo conmigo, es una herencia de mi abuelo, por lo que creo que también sería correcto, guardar esas pertenencias con nosotros y cuando llevemos sus cenizas a sus pueblos, entregarlas para que les den un uso mejor. ¿Estás de acuerdo? -

- Sí, cierto... -se llevó una mano a la barbilla- Espero que ningún desalmado se haya apropiado de alguna cosa. Intentaré darme prisa y hablar con el Capataz.

Finalmente salió de la habitación con el objetivo de encontrar al Capataz y ultimar aquellos detalles de tanta importancia.

"¿Cómo me recibirá sin estar presente Mazo? Me tiene miedo, cree que soy la causante de la aparición de esos demonios. ¿Cómo fue que dijo...? ¿Su Reina? Ahora sé que mi Luz es poderosa, pero... Aunque creo que sólo en momentos especiales, no como suelo hacerlo. De verdad que quería ayudar, y sin embargo lo único que hice en aquella habitación fue brillar", pensaba a medida que andaba por los pasillos en busca de Capataz, o hasta encontrar un sirviente que la guiara.

"Mazo estuvo muy intuitivo. Aún viendo las heridas de ese Yoma no caí en la cuenta, pero él sí. Su fuerza es lo único que me mantiene con vida. Tengo que estar más atenta y dejar de ser un estorbo...".

Dulce Loto se reúne con el Capataz de Minas de Jade para tratar el tema de los funerales por Emisario del Dragón y Garra de Halcón.

DULCE LOTO:

- Tirada oculta de Inteligencia + Burocracia para resolver el tema del funeral.

- Durante todo el día de hoy, Dulce Loto se encarga de organizar los detalles del funeral con las autoridades locales, que cargan gustosamente con todos los gastos.

- La cremación se produce al Ocaso, el momento del día en el que Dulce Loto se siente más sabia, más fuerte y mejor preparada para soportar todo el sufrimiento de este mundo.

- Pese a sus heridas, Martillo Blanco deja el lecho de convaleciente y acude al funeral.

- Los cuerpos arden durante horas, ambos con llamas brillantes, puras y hermosas, que demuestran que los dos eran almas excepcionales y asombran a todo el pueblo con su belleza.

- A la mañana siguiente, el Capataz entrega a Dulce Loto dos paquetes envueltos en blanco lino funerario. Cada uno contiene las cenizas de un héroe fallecido, junto con sus pocas posesiones respectivas.

Mazo asistió al funeral tan bien como pudo. Las vendas de lino se le podían ver tras sus ropajes, y por primera vez, la gente vio a Mazo vestido de manera formal, con ropajes algo derruidos, pero al fin y al cabo, ropa común. Eso si, su martillo blanco, que ahora lo utilizaba como bastón, lo ayudaba a caminar más tranquilo y más firme.

Tras un gran funeral, digno de dos guerreros como Dragón y Halcón, Mazo se retiró a seguir descansando. 

A la mañana siguiente, iban a partir nuevamente hacia Mu, pero esta vez, lo haría tumbado en la cubierta, sin hacer mucho esfuerzo.

Temprano por la mañana, se levantó para dirigirse al zampan y en el camino, observó como el capataz le entregaba a Dulce Loto las cenizas de sus amigos junto con las pocas pertenencias que tenían en el momento de su muerte. Pasó por su lado y apoyó la mano en el hombro del capataz, presionando un poco.

Su mirada lo decía todo.

Habían sellado un pacto, y por los Cinco Dragones, esperaba que el capataz lo cumpliera.

Después, miró a Dulce Loto y le sonrió.

- Regresemos a Mu. Allí podremos descansar, aclarar lo sucedido con nuestros amigos y limpiar su buen nombre. - Dijo con una sonrisa. 

AÑO: 761.

LUNA: Nueva.

ESTACION: Aire.

MES: Aire Ascendente.

DIA: 15.

HORA: Media mañana.

El ocaso era el mejor momento pues se sentía fuerte, y había que estarlo para pasar por aquello. Los cuerpos, perfectamente tratados para la ocasiones, demostraron hasta muertos la pureza de sus almas. Las llamas eran tan hermosas que no pudo evitar llorar, y por mucho que secara sus lágrimas éstas volvían a salir. Sin embargo allí se quedó, hasta que el último rescoldo se apagó.

- Es tan injusto… -comentó una de las veces- Estaban destinados a acabar con el mal, pero… -miró a Mazo- Es tan injusto…

Cuando todo hubo terminado se sintió terriblemente cansada, agotada más bien. No era por los preparativos que la habían tomado todo el día, ni el funeral en sí. Más bien era algo que venía de atrás, algo que se estaba acumulando en su interior. Finalmente decidió retirarse a adescansar.

A la mañana siguiente, tras un fugaz desayuno y aseo, salió de la casa del Capataz. Estaba aliviada de salir de allí, de alejarse del lugar que para siempre le recordaría un momento tan terrible. Ahora, con las cenizas de sus compañeros en las manos, el camino estaba claro. Asintió a las palabras de Mazo en total acuerdo.

- Muchas gracias, Capataz –dijo- Gracias por honrarlos con el funeral. Que los Mil Dioses cuiden de su pueblo –dijo a modo de despedida.

Sin mirar atrás se dirigió al sampan, con las cenizas y pertenencias de Garra y Emisario. Sentía la muerte de ambos, aunque la de Garra le dolía un poco más. Desde el principio sintió una afinidad difícil de describir, pero en sueños creía reconocerlo. Fiel, aliado, cómplice como un hermano… Hubo un tiempo que se distanciaron, muchos fueron los años. Su General, su aliado, su amigo, su amante… Khail. El hombre que murió por ella.

Dulce Loto rompió a llorar otra vez. Su corazón estaba roto, tanto que no podía cargar con aquellas cenizas. Sin mediar palabra se las entregó a Mazo y salió corriendo entre sollozos hacia el interior de la embarcación.

“Ahora todo encaja. Has sentido dos veces su muerte, Emperatriz Celeste”, se dijo esperando que llegara a lo más profundo de su interior.

“Lo amabas, aunque a veces lo ignorabas. Lo sé, lo querías como si fuera un hermano, pero sentías tanta pasión por él que tu dolor es mío también.”

Se calmaría, eso era cierto, pero necesitaba estar sola. Necesitaba relajarse, entender que no era ella, aunque sí que lo era. Pasaría el día dentro, sin salir ni hablar con nadie hasta que fuera capaz de controlar aquel dolor.

Le debía una explicación de su reacción a Mazo, eso seguro.

Mazo cogió las urnas y siguió con la mirada a Dulce Loto, la veía como lloraba y como se metía dentro de su habitación, y cerraba la puerta de un portazo. El hombretón no comprendía mucho a las mujeres, nunca se había detenido a pensar en como podía reaccionar Dulce Loto al conocer la muerte de sus compañeros... y ahora se había dado cuenta de que algo no le encajaba.

Miró una urna, y después miró la otra.

¿A quién amabas, pequeña? ¿Al Dragón o al Halcón? Pensó el grandullón mientras negaba con la cabeza.

Igualmente, si algo sabía de las mujeres era que en estos casos, lo mejor era dejarlas tranquilas hasta que se le pasara lo que sea que le pase.

Después podría hablar con ella sin problemas.

Se sentó con la espalda apoyada en un tonel y suspiró un par de veces.

Estaba cansado, y herido. Necesitaba descansar un buen rato... o una semana entera antes de volver a ser el mismo. El maldito demonio lo destrozó a base de bien.

Se giró hacia los marineros, que ya habían repostado víveres y les sonrió.

- De regreso a Mu, con tranquilidad. Ahora no tenemos muchas prisas. - Dijo, y cerró los ojos para meditar y así, calmar un poco su dolor. El físico y el que sentía ahora por su pupila.

- "¡Hai!" - Dice para inmediatamente ponerse a prepararlo todo.

- "Zarpamos de inmediato." - Dice, soltando la última amarra para después orientar las velas.

- La embarcación fluvial de Arrozal Dos sale del muelle de Minas de Jade y se encamina corriente abajo, hacia Pueblo de Mu.

CLIMA: Templado a crecientemente fresco, especialmente de noche.

- La embarcación fluvial de Riqueza Efímera arriba a los muelles de Minas de Jade.

El trayecto había discurrido tranquilo. Riqueza había peinado y trenzado la larga cabellera de Ojos Rojos, lo cual y pese a los cuernos le confería un aspecto menos salvaje.

-No es la mejor solución, pero al menos, algo mejoras. Sin duda, los cuernos son el principal problema y claro, tus ojos. Pero no te preocupes. Por hoy, nada de incursiones en el pueblo. Te quedarás aquí, en el sampang, oculto a la vista de los demás hasta que haya efectuado algo de compra. Intentaré conseguir un sombrero ancho de viaje y veremos cómo te queda -dijo-. Bien, y vosotros, ¿vais a bajar al pueblo? -preguntó mirando a Mazo y Dulce Loto -. Tú deberías seguir descansando, Martillo Blanco, y en cuanto a ti, Dulce Loto, sé que la aldea te trae infaustos recuerdos. Quizás prefiráis permanecer a bordo. En ese caso, decidme si necesitáis algo.

- No Riqueza, no es que no quiera bajar, pero si quiero recuperarme, lo mejor será que me quede tranquilo por aquí sin hacer mucho ruido. Además, Dulce Loto y yo somos héroes en este pueblo. Si quieren vernos, que vengan al barco. Aquí estoy muy tranquilo. - Dijo Mazo medio en serio, medio en broma. - Bueno, fuera de bromas, me quedaré en el barco meditando si no es mucha molestia. -

Mazo sabía muy bien que si quería recuperarse de sus heridas de manera normal, tenía que guardar reposo, y aunque tenía muchas ganas de recorrer el pueblo de Minas de Jade, no sería beneficioso para él, por lo menos no en su condición.

- "Buenas tardes, o noches, señores. Bienvenidos a Minas de Jade." -

El Alguacil se acerca desde la Barbacana del Río, acompañado de dos guardias del pueblo.

Se relaja al reconoce a la mayoría de los que ve sobre la cubierta del sampan.

- "Bienvenidos señores. Martillo Blanco-sama, nos honráis de nuevo con vuestra presencia. Riqueza Efímera-san, no sabía que conocierais al salvador de Minas de Jade." -