Partida Rol por web

Susurro lo bastante alto para que Ivalic y Parriwimple me oigan:

- "Por favor Ivalic, no grites, aquí estamos en peligro. Hablad en susurros, si tenéis que hacerlo. Será mejor que nos lo llevemos, pero hay que irse de aquí cuanto antes..." -

Ivalic asintió con la cabeza mientras se llevaba el dedo índice de su mano derecha a los labios para indicar que había comprendido al paladín, nada de gritos. Herr Urik parecía demasiado nervioso, tanto que se le olvidó decir que hacían con aquel mediano que pedía auxilo.

Probablemente no lo habrá visto, o seguro que lo ayudaría.

En cualquier caso debería esperar a que alguien adulto decidiera que hacer o que su hermana les dijera si lo conocía. Quizás ese pobre mediano era otro prisionero más de los aventureros y lo habían dejado allí sepultado entre todas aquellas armaduras para que no se escapara. Seguro que la Señora Helene o el Señor Varikov sabían que hacer ante la falta de iniciativa o vista del paladín. Mientras tanto Ivalic decidió preguntarle los motivos por los que se mostraba tan nervioso, pero lo hizo en voz bajita para que nadie los pudiese escuchar, al menos alguien ajeno al grupo que allí estaban reunidos.

-¿Le pasa algo Herr Urik? ¿Pudieron hablar con alguien en la otra puerta o ver algo?

- "Ivalic, hay chupasangres en la mansión. Llevémonos al mediano a la posada, tal vez podamos auxiliarle allí. Parriwimple, recógelo, por favor." -

Intento mantener la calma, pero la verdad es que estoy nervioso y visiblemente pálido. No puedo evitar que somos como unos ratoncillos y que el gato está jugando con nosotros.

¿Qué era esa sensación? ¡ese dolor! ¡esa angustia! Varikov no había sentido nunca algo así y no deseaba repetirlo. ¿Era lo que sentían los humanos al enamorarse? Hasta las voces de su cabeza gritaban asustadas. Por un momento se quedó paralizado, pero luego empezó a sentirse mejor y pudo reaccionar.

Tiró de la mano que sobresalía y de la mochila de extraño contenido, ignorando las advertencias del falso paladín. Asintió con la cabeza al ofrecimiento de ayuda que quería darle Parriwimple, no porque necesitaba ayuda, ni porque su pecho aun le estaba doliendo, nooo, fue para que el grandullón se sintiera útil haciendo lo poco que sabía hacer.

Se habían enfrentado antes a los vampiros y si ahora había otros cerca puede que era un buen momento para volver a hacerlo. No solo estaban ellos, que eran un poco más que agua de lluvia, también estaban los otros aventureros. Por lo que parecía, los gritos que provenían de dentro de la casa no eran de alegría. Así que los vampiros y los recién llegados no eran precisamente amiguitos.

     ¡Oh! Mirad como el paladín ssse preocupa por el maessse Varikov, ¡manda a Parriwimple a ayudarlo!

Ivalic abrió mucho los ojos al escuchar las palabras del paladín.

-¡VAMPummmmm! Se tapó la boca pues no pudo controlar una expresión de sorpresa y cuando se calmó un poco más siguió hablando. ¿En la mansión? ¿En esta? ¿De día? ¿Como?

Aquello no era justo, no valía que los vampiros pudieran salir también durante el día, eso era hacer trampas. El Conde era un tramposo y así no se podía ganar. Al menos ya sabía que se llevarían al mediano con ellos.

-¡Corre Parriwimple, haz caso a Herr Urik! ¡Yo te ayudo a tirar! ¡Ya te ayuda el Señor Varikov! ¡Vamonos, aprisa!

Había que sacar al mediano rápido de allí, irse a la posada y cerrar la puerta antes de que los vampiros les vieran.

-¡Vjelkus! ¡Vete corriendo a la posada con Katta! ¡Nosotros te alcanzamos!

Ellos eran los más lentos del grupo, junto con Herr Urik y su aparatosa armadura, buena para defenderse pero mala para la actividad favorita del grupo: correr.

¡Señor enano, no! ¡Es uno de los hombres malos! Señor Urik...-miró desde abajo al Caballero del Cuervo, con ojos entre amedrentados y de una súplica llena de expectativas-Ivalic me contó que los paladines acababan con los hombres malos, no que los ayudaban.

La linea entre hacer lo correcto y lo necesario era muy fina. Es muy bonito decir que ayudarás al necesitado independientemente de sus pecados, pero tiene un regusto amargo hacerlo delante de una de sus víctimas.

Ivalic cambió su cara de preocupación por una de enfado, aquel hombre, o más bien medio hombre, aunque no era ni uno ni otro pues pertenecía a una raza distinta, había hecho daño a su hermana y a Arik y no pensaba ayudarlo ni llevarlo a la posada, así que se acercó a Parriwimple le cogió la mano y tiró de él con la esperanza de que el gigantón le hiciera caso pues de no querer hacerlo no podría moverlo.

-¡Vamos Parriwimple! ¡Déjalo ahí! ¡Ese mediano le hizo daño a Arik y a Katta! ¡No le vamos a ayudar! Claro que el Señor Varikov ya estaba en ello. ¡Señor Varikov, no le ayude, es un mediano malo, es mejor que nos vayamos!

El mediano no se merecía la ayuda del grupo y además los ralentizaría al escapar de los vampiros, él mismo se había buscado su merecido, porque a los malvados siempre les llegaba el momento de rendir cuentas.

¿Malo? ¿Por librar la posada de una criatura endemoniada abrazadora? ¿Por pegar a otro humano que tenía una niña encerrada en el sótano? El concepto de maldad que tenía Varikov era distinto al de los niños. No solo que no dejó ahí al medio hombre, empezó a tirar de él con más fuerzas. Al parecer ese medio hombre tenía un doble culo, porque tardaba en salir.

- "No seríamos mejores que él si le dejáramos ahí tirado, Ivalic. Además, puede contarnos qué ha sucedido, y sobre otras cosas..." -

Ivalic estaba visiblemente enfadado con la decisión de salvar al mediano malvado que había causado tanto mal a su hermana y a su amigo Arik, no era un paladín para entender el razonamiento de Herr Urik pero en su mente infantil había cosas que no terminaban de encajar.

-¡NO! Dijo cruzando los brazos sobre el pecho enfurruñado. ¿Usted es un paladín y tiene que salvarlos a todos verdad? ¡Pues ese mediano es malo y no se lo merece! Si tan paladín es y quiere ser mejor que ellos ¿Porqué no entra en la casa y salva a sus amigos? ¿Ellos no se lo merecen?

Miró fijamente a Herr Urik con el rostro enfurruñado, en esta ocasión no estaba de acuerdo con sus intenciones, pero si tenía que salvar a los otros por su honor de paladín él no iba a ayudarlo, claro que tan solo era un niño y a nadie le importaba. Seguro que el Señor Varikov le ayudaba, al fin y al cabo era el único que había hecho algo por sacar al mediano del montón de armaduras.

- "Ivalic, en este caso no se trata tanto de salvar a todo el mundo como también de ser prácticos. Somos como topos arrastrados a una laguna, vamos ciegos y perdidos todo el tiempo. Necesitamos más información.

Además, si es culpable, siempre podemos juzgarle, y siempre estamos a tiempo de condenarle, si eso es lo justo." -

Ivalic seguía convencido de que aquel mediano no se merecía la ayuda del grupo y salvarlo ahora para después juzgarlo y condenarlo más adelante por algo de lo que era claramente culpable.

-¡Pues es culpable! ¡Le hizo daño a mi hermana y a Arik! ¡Lo salva solo porque usted lo necesita! ¡Eso no es ser bueno, es ser egoísta!

Ivalic estaba cansado de que los adultos hicieran siempre lo que les daba la gana y luego pusieran excusas tontas que no tenían ningún sentido. Si querían salvar a aquel mediano malvado, muy bien, que lo hicieran, él no pensaba ayudarles.
Se descruzó de brazos y corrió al muro para saltarlo y llegar hasta donde estaba su hermana.

-Vámonos Katta, antes de que salgan los vampiros o los aventureros. Estaba claro que no podía confiar mucho en aquellos extranjeros que hablaban de ayudar a otros y al final solo se ayudaban a si mismos. Lo que había pasado con la niña del sótano de Arik seguía estando muy presente en su mente.

-Un paladín defiende las causas justas, castigando el mal, pero tal castigo no implica necesariamente la muerte -dijo una Helene bastante tranquila-. Ivalic, hay cosas en este mundo que no siempre entendemos y puedo asegurarte que gente perfecta no existe. Ni Urik, ni yo, ni tú mismo. Pareces dispuesto a dejar que ese hombre muera, y crees que es un acto de justicia. Yo pienso que por contra es una acto de venganza. Dañó a tu hermana y crees que la muerte es un castigo a su justa medida. Sinceramente, lo que haces diciendo esas cosas es ponerte a la altura de ese criminal. Urik es un paladín, pero también es un hombre, con sus defectos y virtudes, con sus aciertos y desaciertos. Ahí dentro -dijo señalando la casa-, está la nueva burgomaestre, una vampira llamada Sasha que por fortuna estaba bastante ocupada en la decoración de interiores. Digo por fortuna porque no nos ha atacado. Te diré Ivalic que la pieza principal de su nuevo salón es un crucifijo en el que quería clavar al elfo que atacó a Arik y se llevó a tu hermana. Estaba muerto y como él, creía que todos sus compañeros. Por fortuna para ese mediano, lo debieron dar por muerto. Verás, entenderé que no quieras ayudarle, pero si no hacemos nada por él, morirá. ¿Es lo que quieres? ¿Sentirte responsable de su muerte? Ivalic, en esta tierra ya hay demasiada maldad. No dejes que corrompa tu alma. En el perdón y las buenas acciones está nuestra oportunidad de superar las injusticias y el mal. En ellos está nuestra esperanza. Yo me resisto a ver a un moribundo y dejarlo morir. Un hombre sabio me dijo un día lo que yo voy a decirte ahora. Muchos de los que viven merecen morir, y muchos de los que mueren merecen la vida. ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos. ¿Así pues, qué quieres hacer, Ivalic?

Helene era una buena madre y como tal sabía perfectamente como había que tratar con un niño y como hablarle para hacerle que intentara entrar en razón. La madre de Ivalic siempre le explicaba las cosas muy serena y detalladamente dándole buenos argumentos para que el niño reflexionara cuando había hecho algo mal. Ivalic escuchó a la Señora Helene en silencio, como si se tratara de su propia madre. Cuando terminó de hablar el enfado de Ivalic se había convertido en vergüenza, miró a su hermana sin saber que decir y dio la vuelta hacia el grupo.

-Katta, la Señora Helene y Herr Urik tienen razón, no podemos dejar que el mediano se muera. Espera aquí. Se separó de su hermana y dio unos pasos hacia el resto. Lo siento mucho. Dijo arrepentido para acto seguido acercarse corriendo al muro. ¡Parriwimple! ¡Parriwimple! ¡Ayuda al Señor Varikov, así saldréis antes! Mientras el enano y Parriwimple salían del jardín trasero Ivalic se acercó al paladín. Siento lo que le dije Herr Urik. ¿Me perdona? Ivalic se avalanzó contra la armadura metálica intentando abarcar con sus brazos el metal que recubría a Herr Urik. Snif... snif... yo... es que no me gusta que se metan con mi hermana...

- "No hay nada que perdonar Ivalic. Sabes bien que todos nosotros haríamos lo que fuera necesario para ayudarte a ti y a tu familia, por lo que tu dolor y rechazo ante la injustifica cometida contra tu familia es más que comprensible. Y ahora, por favor, vayámonos cuanto antes de este lugar..." -

-Gracias Herr Urik, es usted muy bueno. Dijo mientras se separaba del paladín y se pasaba la manga de la camisa por los ojos.

Una vez más tranquilo volvió junto a su hermana y le cogió la mano.

-Katta dale la otra mano a Vjelkus, así iremos juntos los tres. Entonces se le ocurrió una gran idea. Herr Urik, ¿Me da la mano? Y usted Señora Helene puede coger la de Vjelkus. El Señor Varikov y Parriwimple no pueden porque tienen que ayudar al mediano.

Así se ayudarían a caminar unos a otros y nadie los atacaría al verlos tan unidos.

-Así lo haré, pero antes asegurémonos de que este mediano llegue a la posada. Ignoro el alcance de sus heridas, pero no estoy dispuesta a desatenderle hasta llegar a nuestro destino. Traedlo hasta mí, por favor -pidió a sus compañeros y cuando ya estuvo a su alcance, posó sus manos y entonó un hechizo de curación. El conocido calor recorrió su cuerpo y se trasladó al de aquel ser hasta hace un momento aprisionado por las armaduras.

¡¿Quién está armando ruido en mi jardín?!

La voz de la vampiresa Sasha Ivliskova retumbó desde el interior de la casa. Más allá de que tengan buen oído, tanto las mujeres como los vampiros en general, la discusión sobre qué hacer con el mediano llevó a Ivalic a alzar la voz con un "¡NO!" más ruidoso de lo que marcaba la prudencia, en lo que cabría esperar dada la situación.

Varikov agarró con una mano al mediano mediomuerto y con la otra se llevó una mochila. Al llegar al muro, la magia de Helene curó al herido. Parriwimple vió muchos bultos, pero destacaban por su volumen tres: un escudo de madera, un estoque y un hacha de guerra enana como la de Varikov. El resto eran piezas de armadura que no tendrían valor sueltas, o arcos rotos, o cristales que cuando eran frasco albergaron pociones...

A su vez, en un berrinche propio de la edad, Katta dió un tirón para zafarse de la mano de su hermano y salió corriendo enfadada con aquellos adultos malos. No sería difícil seguirla, pero también podrían volver a la posada: sigue siendo el lugar en el que está la madre de la niña, y al que tarde o temprano querrá volver.

      -No ssse preocupe, ssseñora, sssomos buena gente, respondió la voz del paladín que había en la cabeza de Varikov. El pobre desgraciado tardaba en acostumbrarse a eso de estar muerto y seguía participando en las conversaciones de los vivos como si estuviera ahí. Y lo estaba, de alguna extraña e inexplicable manera. Por suerte solo el enano podía escucharlo mientras llevaba el mediano debajo del brazo como a un gocho no muy gordo.

Al llegar al lado del muro se lo pasó a los que estaban al otro lado y la tocahombres enseguida hizo lo que mejor sabía hacer. Varikov no pudo prestarle mucha atención, estaba demasiado ocupado en pasar su propio culo al otro lado antes de que la puñetera vampiresa que andaba de día saliera a comprobar cuan buenos eran.