Partida Rol por web

Ivalic sonrió ante la confesión de Tasia, le gustaba que tuviera confianza con él para contarle esas cosas y también esa pizca de inocencia que la chica tenía, al fin y al cabo no había pasado por todo lo que había pasado Ivalic.

Siniestas... jajajaja.

A él, que había visto a su padre desaparecer a temprana edad, que había tenido una madre maldita, que había visto morir amigos, zombis, fantasmas, arpías, elfos lobos, muñecos diabólicos, vampiros... No, las gemelas no le parecían siniestras para nada.

-Solo son un poco peculiares, ¿Pero siniestras? No, te lo aseguro.

Seguramente decía eso porque estar allí en el castillo del Conde, en un lugar donde se habían producido tantas muertes hacía que Tasia se sintiera algo inquieta, su deber como caballero era ayudarla a pasar ese mal rato lo mejor posible.

-Si quieres... podemos ir de la mano. Para que no me pierdas claro.

Ivalic extendió la mano y esperó a ver si Tasia aceptaba el ofrecimiento. Mientras tanto escuchaba al demente de Cyrus y negaba con la cabeza, aquel hombre estaba fatal. ¿Como podía decir esas cosas de Strahd? En cualquier caso se quedó con las ganas de decir algo o de estrechar la mano de Tasia pues unas cuantas criaturas arácnidas, a cada cual más espantosa emergieron de las celdas de la guardia y por si fuera poco la puerta que acababan de atravesar se cerró de golpe dejando a parte del grupo atrás. Habría otros momentos para el romanticismo, ahora tocaba luchar en aquella encerrona que el Conde les había preparado.

-No te alejes de mi Tasia. -Dijo mientras cogía su trabuco. No quería la protección de la chica, tan solo que no se expusiera innecesariamente a tan terribles criaturas.- Las mantendremos a raya desde aquí mientras Herr Urik y Parriwimple les dan lo suyo.

Apuntó con el trabuco a la criatura más cercana y disparó.

Al ver a las arañas monstruosas y a aquellas formas tipo araña Parriwimple experimentó un segundo de duda. No había visto nunca a esas criaturas y, después de todo, no le estaban atacando. Sin embargo, y a pesar de su enorme simpleza, el cerrarse la puerta detrás de ellos, separando en dos el grupo, no le dejó espacio para la duda y cargó, quizás con demasiada precipitación contra el ser humanoide tipo araña (trácnido 1, según mapas en los que un futuro cronista podría describir esta historia) tratando de destrozar a su adversario.

Desde su lado de la puerta, Vjelkus también trasteó con el picaporte como su hermano Jeff.

¡Jeff! ¡Hay arañas! No me gustan las arañas. ¡Abre la puerta!

¡Maldito viejo!-bramó a Cyrus-Seguro que sabías que esto iba a pasar. ¡Dame la llave de la puerta o te juro que...!

Vale, vale, vale... Abriré la puerta, pero no haga daño al buen Cyrus. Siempre lleva un juego de llaves encima. A ver...-se empezó a palpar los bolsillos del chaleco-deben de estar por aquí...-y siguió con los bolsillos laterales del pantalón-No, aquí no están. A ver si...

Cyrus dió media vuelta mientras seguía buscando bolsillos. Entonces vieron un gran llavero con una veintena de llaves colgado del bolsillo trasero del pantalón, contorneándose tentadoramente para todo aquel que se atreviera a cogerlo de las inmediaciones de aquel viejo culo.

El sonido del disparo del trabuco de Ivalic alteró todavía más al grupo de retaguardia. ¿Qué estaba pasando en los aposentos de la guardia? El olor a pólvora había ocupado el lugar, una pequeña capa de humo añadía más confusión a la situación, pero los perdigones habían hecho saltar por los aires a la araña gigante más alejada.

Urik y Parriwimple fallaban sus ataques por poco, con sus armas amortiguadas por el estorbo de las telarañas. Justo entonces, desde el fondo de la sala, el gólem de telaraña escupió por la boca una hebra que recorrió el pasillo entre el Burgomaestre y el Caballero del Cuervo, hasta expandirse donde estaban Ivalic, Ida, Tasia, el cuervo Hack, Firan, Vjelkus y la gemela. A esos siete atrapó en su telaraña, impidiendo que llegasen refuerzos a Parriwimple y Urik.

Debooo... protegeeer... a Ivaaliiiiic...

Pero por mucho que Tasia se esforzase, no lograba avanzar por la tela de araña. Y mientras, el trácnido que estaba con Parriwimple dió un paso lateral y escupió una hebra de telaraña que a modo de red se enredó en torno a la armadura de Urik. El otro trácnido salió también a su encuentro, pero lanzó su hebra hacia Parriwimple, dificultándole también los movimientos.

Siento un fervor sagrado interior que me hace resistir el veneno y alzo mi espada con fuerza a dos manos, luchando contra las telarañas que me tienen atrapado y logrando asestar un tremendo tajo a la araña gigante que tengo a mi lado.

El golpe de retorno es débil y tropieza inofensivamente con las telarañas.

El hecho de estar atrapado en la tela de araña era un estorbo... pero a fuer de ser sincero no parecía afectar demasiado a Parriwimple que se las arregla para acertar en dos ocasiones al trácnido, una en un lado de su extraño cuerpo, y otro en el otro.

Ivalic vio, para su propia sorpresa, como la araña volaba por los aires tras su disparo.

Bien una menos.

Aunque las cosas no iban demasiado bien pues todos se vieron envueltos en una pegajosa y asquerosa telaraña que no les dejaba moverse. Los ataques de Urik y Parriwimple no encontraron su objetivo y el enemigo avanzaba para atacarles.

Helene arracó el llavero del pantalón de Cyrus y desesperada por lo que podía estar ocurriendo al otro lado, tanteó las llaves y empezó a probarlas. Al fallar con las dos primeras, se apartó. 

-Mauer, intenta derribar la puerta. 

Helene probó las dos primeras llaves, y no era ninguna de ellas.

¡Apártese, señora! ¡Yeaaaah...!

Malik cargó con el hombro contra la puerta, pero no logró echarla abajo. Cogió carrerilla hacia atrás, dando oportunidad a Helene a volver a intentarlo con las llaves de Cyrus.

Dentro, Parriwimple destrozaba de dos garrotazos a uno de los trácnidos, mientras que otro se le echaba encima tratando de morderle. Urik profirió una estocada bastante poderosa, que la araña contraatacó con un mordisco. El Caballero del Cuervo intentó lanzar un segundo ataque, pero el veneno de la araña no le hizo ejecutar un buen golpe.

¡BOOOM!

Otro nuevo disparo de Ivalic retumbó en la sala, esta vez contra el techo. Tasia logró hacerse paso, y se cruzó en la trayectoria del tiro, obligando a Ivalic a levantar el extremo de su arma para no herirla por error.

Entonces, el gólem de telaraña avanzó por el pasillo hasta chocarse con Urik, que recibió un fuerte impacto.

Ivalic apuntó al engendro arácnido como pudo, aquella telaraña era muy molesta y le dificultaba el movimiento. Cuando iba a disparar Tasia se cruzó por delante y el muchacho instintivamente apuntó más alto de lo necesario para evitar dañarla, su disparo se perdió en el techo lejos de cualquier objetivo.
Pero las criaturas no perdían tiempo y aunque Parriwimple daba buena cuenta de una de ella, Herr Urik se veía ahora atacado por dos y parecía que lo estaba pasando mal. Ivalic apuntó al golem con cuidado y disparó.

Remato de un rápido tajo a la herida araña gigante y me revuelvo contra la tela que me tiene enmarañada, asestándole un tajo con mi poderosa arma mágica.

Decían que a la tercera iba la vencida, pero los dioses quisieron que fuera a la cuarta. Cuando la llave entró en la cerradura y giró con un agradable sonido de engranajes, Helene musitó una plegaria de agradecimiento. Antes de abrir la puerta de par en par se volvió hacia los demás.

-No sabemos que está ocurriendo realmente ahí, pero lo que sí sabemos es que hay arañas y que se estarán batiendo contra ellas. Os quiero preparados para entrar en combate en cuanto abra esta puerta y eso será en tres, dos, uno... -la voz de Helene era la de una madre impartiendo órdenes a sus hijos o la de un general en batalla. Dos años en la resistencia y todo el dolor, el sufrimiento y la sangre derramada, le habían dado aquella prerrogativa.

Parriwimple vio como el enorme ser se acercaba pero prefirió centrarse, al menos primero, en el trácnido que tenía delante. Era Parriwimple de ideas fijas, y quería quedarse combatiendo, lo antes posible, contra un solo enemigo. El golpe que dio al trácnido fue fuerte, e hizo temblar el cuerpo de la bestia. Con un poco de suerte, un nuevo golpe y ya habrían terminado con ese enemigo.

¡Buen trabajo, Helene! Y ahora... Gennifer, necesito que me digas qué hay ahí dentro.

La gemela atrapada en la telaraña, lejos de dar explicaciones, forcejeó para sacar de un bolsillo un espejito rectangular del tamaño de su mano. A través del reflejo, Helene y compañía pudieron ver al gólem de telaraña.

¡Es un gólem de telaraña!-identificó el Doctor-Se regenera y es inmune a la magia. ¡Necesitamos armas adamantinas! Pero cuidado... Un mal golpe, y vuestras armas se quedarán pegadas en su pegajoso cuerpo.

Tenía sentido, porque la munición normal del trabuco solo pudo volar por los aires las capas superficiales de la criatura, y enseguida empezaron a regenerarse.

Tasia, que también estaba a punto de unirse al combate, echó una mirada atrás a Ivalic.

¡¿Qué?! ¿Tienes munición de adamantina en el bolsillo o es que te gusta mi trasero? Agh, hombres...

No. Ivalic tenía muchas canicas, pero ninguna de adamantina. Lo que sí tenía eran canicas flamígeras. Aunque el disparo no fuese lo suficientemente potente como para superar la dureza del enemigo, el fuego sí le haría daño normal.

Al frente, Urik remataba a la araña monstruosa y se limpiaba de las telarañas de trácnido, mucho más frágiles que las telarañas mágicas de gólem que había cubierto a las mujeres y niños. El trácnido, herido, contraatacaba a Parriwimple, pero sus garras eran incapaces de perforar la piel del santo, y el veneno de su mordisco no lograba afectar a su cuerpo.

El gólem de telaraña mordió la armadura de Urik sin lograr perforarla, y repartió dos tortazos. Uno a Parriwimple, que pudo amortiguar hábilmente para que le hiciese menos daño. Otro, que se dirigía a Tasia, hizo brillar su tatuaje del gemelo...

Un escudo en forma de cangrejo se materializó ante Tasia. El poder del gólem bastó para perforar las defensas mágicas, pero el impacto llegó con fuerza atenuada. Tasia escupió un poco de sangre, avanzó hacia el gólem y lo golpeó con el puño desnudo. Otra parte del cuerpo de la chica brilló: su tatuaje de detrás de la oreja, que materializó un espíritu de león que golpeó a la vez que su puño.

Después de eso, Tasia retrocedió para no dificultar el disparo de Ivalic. Había golpeado con todas sus fuerzas, pero a pesar de ello solo había dañado al gólem superficialmente, y empezaba a curarse de nuevo...

Mientras, Vjelkus, Gennifer y Hack se desembarazaban de las telarañas. Hack aterrizó en el hombro de la gemela: con las alas enmarañadas no podía volar bien. Desde el comedor de los barracones, Jeff trató de tirar de Firan para sacarlo, pero lo único que logró es estorbar a Malik, impidiéndole el paso.

¡Toma!

Había conseguido perforar a aquel enorme bicho, aunque la alegría fue tan efímera como el daño que había provocado cuando vio que volvía a regenerarse. Aquello pintaba complicado y no tenía munición de adamantita que utilizar contra el monstruo, como el Doctor les había aconsejado. A pesar de la situación y haciendo uso de esa capacidad de juventud de abstraerse de lo que sucede alrededor en algunas ocasiones, Ivalic sonrió a Tasia como un bobo mientras hacía movimientos afirmativos con la cabeza.

¡Ups! ¡Va a pensar que tengo canicas de adamantita! ¡Pero no puedo decirle que le estaba mirando el culo...!

Seguidamente negó con la cabeza, por lo que el mensaje hacia Tasia era cuanto menos confuso. A la chica no pareció afectarle pues se lanzó con decisión hacia el golem de telaraña, para disgusto de Ivalic que vio como el monstruo intentaba matarla.

-¡Noooo! ¡Cuidado!

Sin saber como uno de los tatuajes de Tasia se iluminó y entre ella y el brazo del golem apareció un escudo en forma de cangrejo que pareció amortiguar el golpe, aunque no lo suficiente para herirla y hacerla escupir sangre.

¡Maldito! ¡Me las vas a pagar!

Ivalic rebuscó entre su munción, estaba enfadado y tenía que buscar alguna manera de hacerle pagar caro a ese golem que hubiera golpeado a Tasia. Aunque ella sin perder el compás había contraatacado con un puñetazo que hizo brillar otro de sus tatuajes y materializó el espíritu de un león que golpeó a la criatura. Rebuscó en su mochila en busca de algo que pudiera servir contra aquella criatura y sacó un balín flamígero.

Puede que esto sirva.

Mientras recargaba, Tasia se apartaba de la trayectoria de su disparo.

Chica lista, y guapa, y peligrosa y simpática y...

Dejó de pensar en más "y" o acabaría tardando más de lo recomendado en disparar. Apretó el gatillo esperando que la puntería le acompañara, pero se había distraído demasiado con Tasia, su trasero, sus hechizos y sus movimientos, además de la preocupación de que el monstruo le hiciera daño, el balín flamígero se perdió muy desviado de su objetivo original.

En el primer tajo de la Espada Solar, el poderoso filo se queda inofensivamente pegado a la criatura. Me siento completamente desvalido.

Escucho las palabras del Doctor Van Richten y recuerdo el aceite de hierro frío que fabricó. Lamentablemente no es aceite adamantino...

No había tiempo que perder. Al menos fue lo que pensó Helene al ver a Firan, el último en llegar a su familia, enmarañado. Tomó con cuidado la mano de este, esperando no quedar ella también adherida y tiró con toda su fuerza para retirar a Firan de aquella trampa. Sintió que poco a poco iba sacándolo de aquel útero de tela de araña cuando la mano se escurrió de entre las suyas y Helene trastabilló hacia atrás.