Partida Rol por web

Zack se quedó boquiabierto al ver la que había liado en el bosque. La verdad es que esperaba que la madera del bosque estuviera más húmeda y que no ocurriera lo que precisamente había ocurrido. Se quedó mirando el fuego sorprendido. Y entonces vio la mirada de ira de todos los licántropos que había allí. Estaba claro que los había enfadado y mucho. 

Sacó una nueva carta con el dibujo del Sol y trató de intimidarles. Soy capaz de prenderle fuego al otro lado del bosque si no nos dejáis en paz. Quizá me matéis por hacerlo, pero perderéis gran cantidad de vida y de naturaleza si lo hago. Dejadnos pasar, no os entrometáis. Solo queremos ir a ver a Strahd y deshacernos de él. Vio como atacaban a Zack y creyó darse cuenta que lo habían reconocido como un no-muerto. El señor del Castillo es como él. Señaló al zombie. Y nuestro interés es deshacernos de él. Dejadnos pasar y no seguiré prendiendo fuego al bosque. 

Vaya. Ahora que mi tiro había rozado la perfección (si clavar la flecha en una pata de un lobo que se encuentra a escasos metros puede considerarse así), resulta que la herida desaparece como por arte de magia.

Las armas normales no les hacen daño-

Miro a Ely y asiento con la cabeza. O eso, o es que son realmente duros de pelar. Vuelvo a colgarme el arco en la espalda y decido dejarme de tonterías. Me concentro, chasqueo los dedos, y hago aparecer una esfera de fuego en las narices del licántropo acosado por Walt. Una bolita de nada, una nimiedad absoluta en comparación con el desaguisado pirómano que ha organizado Zack en el bosque. Y con el que amenaza continuar haciendo.

- ¡Vamos, Jack, que ya es todo tuyo! -mientras espero que el disco centelleante haga mella en su objetivo, le doy ánimos a nuestro compañero, tirado en el suelo como está, aguantando el chaparrón que se le viene encima.

Iniciativas:

Licántropo1: 25

Licántropo2: 25

Lobo1: 25

Zack: 21

Irina: 17

Jack: 15

Elyzabeth: 14

Walterly: 11

Don Urik: 4

Lobo2: 8

Reluë: 7

Ashlyn: -

Las amenazas de Zack habían sido ridículas para ellos. Su ira no les dejaba entrar en razón. ¿O quizá era el Oscuro el que debía entender las consecuencias de sus actos? ¿Quién le decía a él que Strahd no le interesaba el bosque?

Por suerte para Zack, sólo uno de ellos pudo atacarle, pues los demás estaban enredados en sus propios combates y no tenían libertad de movimientos. Uno de los licántropos le lanzó dos flechas al oscuro, que se clavaron directamente en su pecho, como respuesta a sus provocaciones. Como respuesta a su mordaz ataque, Walt desvió su espada contra él, haciendo un bonito arco que terminó rociando el suelo con la sangre de la criatura. El otro licántropo tuvo que soltar su arco y desenvainar con gran soltura su espadón, para poder hacer frente a Urik e Ashlyn. La criatura intentó atravesar las defensas de Urik, pero el caballero del cuervo era un guerrero con basta experiencia, y para él desviar sus embestidas fue un juego de niños.

El odio visceral del lobo hacia Jack se hacía evidente en cada dentellada. Jack, por mucha defensa que pusiera, no era ni la mitad de rápido que él. Al final, su cuerpo estaba casi desmembrado, y su sangre caía lentamente y coagulada al suelo.

El Oscuro vio, con impotencia, que si lanzaba sus cartas terminaría dando a alguno de sus compañeros. Y aunque era muy evidente que no echaría de menos a Jack o a Irina, prefirió no tentar a la suerte y enfrentarse al licántropo que le estaba acribillando a flechazos. Así, haciendo que la carta desapareciera de su mano y que, en su lugar, estuviera su gran hacha, avanzó con decisión hasta la criatura. Aunque, al igual que sus palabras, el ataque había caído en saco roto.

Pero no era el único con sus ataques afinados. Irina no conseguía ni arañar el aire con su espada, y Elyzabeth conjuró un arma que no hizo que el lobo se inmutara, viendo cómo su querido Jack estaba siendo mutilado.

Walterly era el único que parecía avanzar con el combate. Un rápido movimiento hizo que el licántropo cayera al suelo con los ojos abiertos por la sorpresa mientras la sangre y el alma le abandonaba el cuerpo.

Don Urik, que había sabido contener las acometidas del licántropo, supo superar también sus defensas y atravesarle el hombro con su espada plateada. La criatura notó el frío acero de la plata dentro de su cuerpo, y cómo la sangre comenzaba a hervir. Sus ojos eran una mezcla entre odio y pánico.

Mientras tanto, el otro lobo se lanzó contra Walterly, pero sus dientes mordieron el aire, pues la agilidad que tenía el hombre de Tepest era digna de admiración, y sus defensas no se podían superar por un par de colmillos.

Reluë, tras comprobar que sus flechas no eran efectivas contra esas criaturas, decidió dar paso a la magia. Una esfera de fuego apareció delante de él. Y, aunque su idea parecía haber sido tan inteligente como la del Oscuro, su hechizo era diferente. Esta vez, la esfera se alzó sobre sus cabezas para caer directamente sobre el lobo, aunque verlo venir hizo que pudiera esquivar parte de las llamas.

-¡Tranquilo Jack, lo estás haciendo muy bien! Ese ojo te lo coso yo en un santiamén-

Ely no mentía esta vez. El zombi estaba evitando que el lobo atacase a Reluë, pero le estaba costando un ojo de la cara.

La daga espiritual viró en el aire y volvió a atacar al lobo. Esta vez el filo se hundió en el lomo de la bestia buscando su corazón. La herida no fue mortal, pero era un claro aviso de lo que le esperaba si no soltaba a su presa.

La clériga apoyó firmemente la pierna retrasada y atacó con una lanzada a fondo, pero sin el flanqueo de Irina, el lobo vio venir el golpe y evitó parte del daño.

-Irina, ya es nuestro ¡Flanquéale!-

Zack golpeó las botas que llevaba puestas y sintió como éstas le hacían alzarse por encima de sus compañeros. El Oscuro empezó a levitar por encima de la cabeza de los presentes con la intención de alejarse del combate cuerpo a cuerpo. Desde allí estaría preparado y tendría a todos sus enemigos a simple vista para poder continuar lanzando todos sus conjuros y quitarse así de en medio a todos los enemigos que les habían atacado y que habían ignorado sus amenazas.

La esfera flamígera revolotea alrededor del lobo, que se vé atrapado entre las llamas del incendio provocado por Zack y las acometidas del bárbaro. A mi lado, el pobre Jack aguanta como un campeón las embestidas del otro lobo, haciendo que yo esté resultando ileso en medio de todo este jaleo; todo un gesto que tendría que corresponder. Observo cómo la clérigo e Irina cargan contra él, mientras, en la otra punta, Ashlyn y Urik se encargan del último licántropo.

Reflexiono en cuál de los tres focos sería de más ayuda mi hechizo y, una vez decidido, allí que se dirige la esfera.

Mirad una cosita... ¡Ya voy al rescate, chicas!-dijo a Irina y a Ashlyn.

Walt tenía un lobo casi lamiéndole el sacrosantísimo ojete de contemplador, expresión tepestaní no tan cordial cuando se trata de un animal fiero con dientes afilados y no una chica guapa.

Llamando a la acción, Walt clavó su fálica espada en el lobo para a continuación alejarse del fuego. Bordeó a Ely y se internó en la maleza, más allá de la linde del camino, para poder rodear al licántropo que luchaba contra los dos paladines. El tepestaní no podía impresionar a Ashlyn clavando fálicas espadas si la joven estaba de espaldas luchando contra otro enemigo, así que cualquier proeza hecha en los quince primeros segundos de la batalla habían sido en vano.

El fuego era un gran elemento distractor, al menos para las criaturas del bosque. Las lenguas anaranjadas recorrían sutilmente la espada del licántropo, que torpemente alzaba su espadón contra don Urik, así como sus colmillos, encontrándose con la férrea defensa del guerrero.

A Jack le hubiese gustado contar con la firme defensa de Urik. Aguantar con gallardía cada una de las embestidas. Pero su cuerpo estaba demasiado maltrecho, Ely tendría mucho que coser... Pero ya no era necesario. La clériga pudo ver, nuevamente, como uno de sus amigos volvía desaparecer. El polvo sustituyó el cuerpo de Jack, dejando con él sólo la armadura y sus armas.

El Oscuro decidió levitar en vez de luchar. Desde lo más alto se veía todo, aunque quizá también llamaba más la atención de otros enemigos. ¿O quizá otras criaturas del bosque no habrían acudido al ver tal incendio? Por suerte para él, sus botas no le alzaban en exceso, y quizá las llamas le protegerían de cualquier flecha o conjuro.

Irina se vio desprotegida sin Jack. Y, aunque la presencia de aquella criatura no le suponía ningún consuelo, no por ello no agradecía que fuese un gran escudo humano. Viendo que ya no contaba con él, intentó hacer el movimiento que acabara con el lobo. Pero sus movimientos fueron tan torpes que la espada casi se clavó en el suelo. Fue Ely la que, movida por la venganza, consiguió que su arma mágica atravesara la dura piel del lobo, aunque su alargada lanza no cumplió el mismo objetivo.

Una vez más, Walt se alzaba victorioso. Con un gran movimiento, el lobo fue degollado. Walt se había dado la vuelta para socorrer a su futura mujer antes de que la criatura cayera muerta. Pero al mirar hacia Ashlyn, le pareció ver que la mujer contemplaba con admiración a don Urik. ¿Cómo podía ser eso posible? Y no era de extrañar, pues no sus defensas eran buenas. La acometida del guerrero del cuervo era terrible, y sus estocadas prácticamente mortales. El licántropo no sabía si seguir atacando o intentar curarse las heridas provocadas por el último ataque del guerrero.

Reluë decidió socorrer a Irina, que estaba desamparada y presa del lobo. Su bola volvió a ascender, casi llevándose por delante al Oscuro, para descender con gran velocidad sobre el animal, aunque la destreza le salvó de sufrir más quemaduras.

La Iluminadora casi culminó el trabajo. Aprovechando que el licántropo ya no se tenía casi en pie, hizo una estocada directa a su estómago, el cuál atravesó de parte a parte. El ser no se tenía en pie, la muerte le llamaba, pero aún así intentaba resistir.

Zack había decidido tomar una alta posición para poder atacar a sus enemigos, pero a medida que se iba alzando iba viendo como sus compañeros liquidaban a los enemigos que habían pretendido atacarle a él. Había hecho arder el bosque con el objetivo de intimidar a los licántropos y así minimizar sus muertes. Quizá los hombres lobo pudieran ser una buena arma contra Strahd. Pero se equivocó, así que, ahora que había tomado una nueva posición, sacó tres de sus cartas, con colores muy vistosos y las tiró al aire. 

Las tres empezaron a dar vueltas sobre sí mismas y también alrededor del tahúr y cuando habían cogido suficiente velocidad se dirigieron a gran velocidad sobre el último enemigo que había en pie.

¡Uaaaaaaah...!

Mira que te voy a decir... Existen dos modos de hacer las cosas en Tepest: usando la cabeza embistiendo como un gorgón o usando un garrote como guiralón. Y a Walt le importa un cojón. Se limitó a hundir su espada contra cualquier cosa. Ya se preocuparía luego de saber si estaba viva o no.

   -¡NOOOOOO!- Elyzabeth lanzó un grito desgarrador al ver a su nuevo retoño desmembrado. Se dejó caer de rodillas y tomó al moribundo en su regazo. -Mi Jack, mi pequeñín. ¿Dónde voy a encontrar a otro como tú?- Pero el cuerpo se desintegró en cenizas que el viento arrastró hasta la cara de la joven. -COF-COF- Tosió tratando de quitarse el polvo de la lengua y los pulmones.

Cuando volvió a abrir los ojos de nuevo vio a Zack flotando sobre ellos. El oscuro carecía del espíritu de sacrificio de un verdadero guardaespaldas y no podía ser la respuesta a sus plegarias.

La daga convocada siguió atacando al mismo lobo sin cuartel. La clériga se puso en pie y lo remató con su lanza. -¡Por Jack!- Bufó vengativa.

Ely se fijó entonces en el último licántropo que se debatía entre la vida y la muerte y tuvo una epifanía. Su diosa le había enviado un sustituto. Miró al peludo a los ojos y le dedicó una sonrisa de muñeca diabólica: -¡Tu!, no se te ocurra huir, tengo que hablarte del más allá-

-¡NOOOOOO!-

El grito de pena que profiere la clérigo al volver a ver desaparecer a uno de sus pequeñines hace que se me haga un nudo en el estómago y no pueda dejar de sentirme algo culpable por ello. Si salgo ileso de esta escaramuza va a ser en gran parte por la labor de Jack y, además, yo también estaba empezando a tomarle cariño.

- Yo, esto... -no sé muy bien qué decir para consolar a alguien que está de rodillas, llorando como una madre por la pérdida de su hijo.- ...luchó como todo un valiente, Ely, y ...

Las toses de la clérigo me liberan de tan embarazosa situación, y vuelvo a concentrarme en no perder el control de la esfera de fuego, que ya hace suficiente calor aquí por el momento. Me dispongo a tomar venganza contra el lobo que ha acabado con Jack, cuando la propia Ely se encarga de dar buena cuenta de él, atravesándolo con su lanza sin piedad. Espero unos instantes para cerciorarme de que el bicho ha estirado la pata, antes de atacar al licántropo que aún queda vivo, pero por poco rato.

Poco podía hacer más el licántropo. Alzó su espadón con la escasa fuerza que le quedaba, y la dejó caer contra don Urik. El caballero no tuvo que esquivarlo, no hizo falta. La criatura terminó cayendo al suelo, derrumbado, empezando a respirar con dificultad, sin conocimiento.

El lobo era el único enemigo en pie, pero eso no parecía importarle, daría hasta su último aliento por derrotar a aquellos extraños. Tras dejar a Jack hecho polvo, literalmente, alzó la mirada. Y allí estaba Irina, que alzaba su arma a modo de protección. Y lo consiguió detener. El lobo se lanzó contra la pelirroja con agresividad, pero ella consiguió, con la espada, bloquear su golpe y lanzarle al suelo. Pero el lobo no se volvió a levantar. Las cartas del tahúr llegaron justo a tiempo y, atravesando su dura piel, acabaron con su vida.

Y con el licántropo caído y sin conocimiento, acabar con su vida fue coser y cantar.

Sólo quedaban ellos, el bosque, y el fuego.

Walterly miró las llamas con preocupación. En Tepest no tienen de esto. Los tepestaníes se cuidan muy mucho de lanzar conjuros de fuego cerca de un bosque. La gente que lo hace, acaba acusada de brujería en procesos inquisitoriales, y paradójicamente arden en la hoguera. Y las lluvias y la humedad tampoco facilitan la propagación de los fuegos naturales. Era la primera vez que Walt veía un fuego de semejante magnitud.

Mirad lo que os voy a decir... Creo que con el hacha de Zack podemos talar los árboles para que sus copas en llamas caigan sobre el camino, y ahí apagarlas con la suela de las botas-propuso.

También era un tema delicado el de Jack. Era tan hablador como Zack, y a Irina le caía mejor, así que era toda una pérdida. Siempre se van los mejores, o como dirían en Tepest: "el trasgo cabroncete vive hasta los ciento siete".

Elyzabeth sacó su odre, se lavó la cara de cenizas y se aclaró la garganta.

No convenía poner a Barovia en su contra y asintió la propuesta del bárbaro.

-Si no podemos invocar la lluvia, es la mejor opción para arreglar este desaguisado- Dijo observando las enormes llamas.

-Déjame tu pala Walt. Te ayudaré y luego enterraré a este desgraciado- Dijo señalando el licántropo que aún respiraba.

La joven era a los cadáveres lo que las ardillas con las bellotas. Había que guardar provisiones para los tiempos de necesidad.

-De momento voy a quitarlo de en medio. ¿Me ayudas Reluë?- Sonrió al mago de un modo que le era familiar.

Me encojo de hombros. Cómo voy a negarme a lo que ella me diga, sintiéndome, como me siento, un poco responsable de la pérdida de Jack. Me anima un poco intuir una chispa ilusionada en los ojos de la clérigo, que debe ver en el cuerpo inerte del licántropo un nuevo objetivo para sus artes restauradoras. A rey muerto, rey puesto.

- Sí, Ely. Yo te ayudo.

Considero antes la propuesta de Walt. Lo cierto es que hay un riesgo de que el fuego se propague, nada extraño, rodeados como estamos de árboles por todos los lados. Y una columna de fuego en las proximidades del Castillo no es la mejor manera de llegar hasta él sin llamar la atención.

Siendo que entre mis escasos poderes no se halla el de invocar una lluvia torrencial que se encargue del tema, si no hay otro remedio, arrimaré el hombro al de mis compañeros para sofocar el incendio por medios más mundanos.