Partida Rol por web

Mierda, mierda, mierda. La oscuridad no me es algo desconocido, pero precisamente tenía que pasar ahora, bajo tierra. La oscuridad es total, así que parece que esos seres aman la oscuridad. Bien, demos un poco de luz al asunto.

El ruido de un escudo al caer se escucha claramente por la caverna, luego el rebuscar de una bolsa, un ¡Atentos, no durará más de unos segundos! y un frasco de cristal rompiéndose.

Entonces una luz tremendamente brillante inunda la caverna. Una luz que es como si fuera la luz del día, como si de pronto un sol hubiera aparecido aquí en medio. Ashlyn tiene la bolsa abierta, y los restos de una redoma están en el suelo, en el mismo sitio origen de la explosión. Sin embargo, la luz se apaga bastante rápido.

Justo cuando tengo otra flecha lista, la cuerda del arco ya tensada, una de esas criaturas en el punto de mira y la convencida certeza de que esta vez no se va a ir de rositas, se produce un inoportuno apagón de la luz que da al traste con todas mis expectativas.

Sorprendido por tan extraña desaparición del conjuro que nos iluminaba el camino, reacciono quedándome quieto como un mochuelo, atento a cualquier ataque que podamos recibir en la oscuridad.

Por unos instantes, todo parece en calma. Estoy a punto de dar curso a la petición del Caballero del Cuervo y conjurar mi propio hechizo de Luz, cuando Ashlyn estrella un frasco de cristal contra el suelo. Espero a ver el efecto que produce, antes de tomar una decisión. Quizás la luz que necesitamos la tengamos que obtener negando esta repentina oscuridad.

¡Aaaaaaah!-gritó Irina, al quedarse a oscuras.

El combate fue de lo más educado: todo lo que había por ahí suelto, luchando en plena oscuridad, era cuidadosamente sutil y silenciosamente respetuoso. O por lo menos la cueva tenía un eco y una acústica que no les permitía ubicar la posición del enemigo, cuando directamente no estaban sordos como una tapia. Se escuchó al cristal del vial romperse, pero no hubo luz. Ocurría en ocasiones, productos alquímicos caducados que no funcionaban como deberían. Si además produjo fuego, o no alcanzó a nadie, o a nadie que no tuviese resistencia al fuego.

Quizás lo más interesante ocurrió fuera de la vista de la gente, en la urdimbre. Dos flujos mágicos chocaron, desviándose mutuamente. Por un lado, el disipar magia de Reluë rebotó hacia el techo, sin causar ningún efecto contraproducente, como agigantar la masa física del sortilegio de oscuridad. Por el otro, el teleportar del babau fue enderezado, y en lugar de corporalizarse ensartado en la estalagmita a la que torpemente se dirigía, apareció como deseaba en la retaguardia del grupo, en lo alto de la cuesta.

¡TOOOOONG!

Sonó como una campana, pero no era más que Irina. La doncella había dejado caer su espada para extraer un cetro solar y golpearlo contra el peto de su armadura. Se hizo la luz para Reluë e Irina. Frente a ellos tenían una cúpula negra, con centro veinticinco pies más adelante. Tras ellos, uno de los babau sonreía con dientes tan afilados como sus garras.

¡AAAAAAAAH!-gritó Irina con más fuerza-¡Uno de los seres negros está aquí atrás! ¡Retroceded, os necesitamos aquí! ¡Hay una brujería que apaga las luces por dónde estáis!

El babau se lanzó contra Reluë, y sus garras y colmillos se refractaron en una especie de campo de fuerza mágico.

Al escuchar a Irina Ely enseñó los dientes como una loba hambrienta y siseó: -¡Cucaracha!¡No toques a mi Irina!-

Tal y como temía, la oscuridad era algún poder de la criatura, pues no había escuchado lanzar ningún conjuro. La joven giró sobre sus talones para subir de nuevo la cuesta. Al salir del área de efecto, vio de nuevo a su objetivo.

-Escurridiza criatura…Me encantaría ofrecerte en sacrificio a mi diosa- Murmuró.

Al ver como aquella cosa atacaba a su querido Reluë, la clériga trazó un gesto en el aire para condensar la magia divina en su mano e iluminándose como una aparición. Entonces gritó al semielfo: -¡AGACHA LAS OREJAS!*- y descargó un rayo sobre la criatura.

Jack y un escorpión monstruoso del tamaño de un caballo emergieron de la oscuridad a cada lado de la pálida muchacha. Ely disfrutó de su horrenda compañía y señaló a su enemigo.

-No tengáis piedad- Gruñó. 

Mi táctica no ha funcionado. O sí, pero no de la forma que esperaba. Está claro que estos seres usan alguna capacidad que les permite crear una oscuridad mágica, si no mi orbe habría lanzado su claridad.

Entonces se escucha el grito de Irina. Parece que estos seres, de algún modo, han conseguido evitarnos y lanzar un ataque a la retaguardia. Maldiciendo nuestro fallo de no quedar alguien atrás que pudiera usar armas para proteger a los de retaguardia, me lanzo por la cuesta hacia arriba, buscando atraer al atención del horrendo ser y que no ataque a mis compañeros.

Don Urik se encontraba con un dilema.

La ayuda no llegaba y no tenía claro qué hacer, pero en unos segundos se presentó otro escenario que hizo cambiar la batalla.

La luz no funcionaba según Ely, pero por los gritos que escuchaba algo amortiguados por la condensada oscuridad que tenía alrededor, dedujo que mientras una de las criaturas había sorteado de algún modo a la primera línea de combate, la otra aún estaría cerca. Era curioso, el lugar tenía unas propiedades acústicas únicas, al parecer, y se sentía como si estuviera debajo del agua, con los oídos taponados.

Ely y Ashlyn se habían alejado, el ruído de sus armaduras y voces, en el caso de la sexy clériga paliducha, las delataba.

Creía tener una forma de detectar a esa criatura, esperaba...

Concentró el poder del Cuervo en su puño y detectó el mal enfrente de él, en dirección hacia donde había visto por última vez a la criatura. Si la detectaba, podría saber aproximadamente dónde estaba y cargar contra ella.

Después de que mi intento de disipar el efecto mágico que produce la oscuridad se haya revelado como un fiasco, se produce un instante de calma tensa y preocupante, que se rompe con el sonoro golpetazo del cetro de Irina.

Envuelto en su luz solar puedo percatarme justo a tiempo de la agradable compañía que tenemos a nuestras espaldas, que se lanza sobre mí con la clara intención de darme un caluroso abrazo de bienvenida. Consigo evadir sus garras y sus mordiscos y doy un pàso atrás, pero sin salirme del cobijo de la preciada luz. Al menos de éste tenemos controlada su localización, pero hay que recordar que su congénere continua al acecho en algún punto bajo esta cúpula de roca y no me gustaría coincidir con él en la oscuridad.

Advertido por el grito de la clérigo, agacho la cabeza para poner mis orejas a salvo de la descarga de Ely y acompaño su rayo con una andanada de proyectiles de mi varita.

El ancho de la cueva en la sección de la pendiente era de tan solo 10'. Irina mordió el cetro solar para sujetarlo con la boca, y recogió su espada mientras el ser oscuro la empalaba con su garra. Pero la noble se repuso. Irina y Reluë empezaron a dar pasitos rodeando a la criatura, de modo que pudiesen dejar sitio a los que venían de la oscuridad: Ashlyn y Elyzabeth.

Elyzabeth tenía unas luces danzantes orbitándole alrededor de la cabeza, pero canalizó a esa luz para que se empezase a acumular en el brazo. Ni siquiera tuvo tiempo de llamar a Jack, y el escorpión era un animal salvaje que no entendía ninguna instrucción, pero de todas formas no tenían sitio para ayudar a Ely.

Entonces, Reluë soltó sus proyectiles a quemarropa, haciendo que la criatura soltara un rugido furioso. El monstruo contraatacó, desgarrando con sus zarpas las ropas del elfo, su piel y su carne.

Puedo seguir avanzando en la oscuridad, siguiendo la pared de la cueva. Encontraré a Baba Zelenna, vosotros aguantad.

Típico de un tepestaní, siempre se hacen los héroes.

En cuanto a Urik, su cuervo emitió un graznido de mal augurio cuando el paladín se concentró. Delante suya había mal, eso estaba claro. Pero era como mirar directamente al sol: los primeros segundos quedas deslumbrado, y es cuando la vista se acostumbra cuando entiendes los matices. Urik no era capaz de saber el origen de ese mal, ni cuantas auras tenía en frente de él. Se siguió concentrando...

Aferro mi espada con fuerza y empiezo a rezar una oración a los dioses del bien para que me ayuden a derrotar a este mal que nos acecha en esta situación. Luego miro con fiera fijeza al babau.

Tus días de causar el mal terminan aquí, monstruo. Sufre la justa ira del bien.

Lanzo sendos ataques contra el ser, no puedo permitir que siga atacando a quienes más indefensos pueden estar en combate cerrado del grupo. Sin embargo, el golpe pretende ser más fuerte de lo aconsejable, y el ser tiene tiempo de sobra para apartarse.

Puedo seguir avanzando en la oscuridad, siguiendo la pared de la cueva. Encontraré a Baba Zelenna, vosotros aguantad.

-Claro...¡Seguro que nos ayudan!- Jadeó casi sin aliento. De pronto se dio cuenta de que el bárbaro no era muy hábil captando ironías, pero en su dirección solo vio oscuridad.

Centró de nuevo su atención en el combate. Había un montón de los suyos, pero al único al que le estaban dando una paliza era al mago. Reluë era el mejor público que había tenido para sus rituales y no estaba dispuesta a dejarlo morir. Ely tocó la pared de roca con su lanza para indicar al escorpión que trepase. –Ataca desde aquí- Pero su conexión con la criatura no era tan íntima como con Jack, así que conjuró un segundo ciervo espectral que apareció bajo sus piernas. A una orden el animal galopó por el aire como si fuera tierra firme y se lanzó a la carga a por la aberración de piel negra. La clérigo voló por encima de la refriega y atacó con su lanza pesada aprovechando el alcance que le daba el arma y descargando el poder sagrado contenido en el filo. El arma se clavó bien hondo y emitió un estallido de luz que hizo brillar al babau como un farolillo durante unos instantes.

Jack lanzó un tímido manotazo al babau, para volver rápidamente detrás de la seguridad de su escudo. El escorpión en cambio, fue más decidido en su ataque y consiguió agarrar una de las extremidades del babau con una de sus pinzas. La sabandija se retorció como un cocodrilo y se escuchó un fuerte crujido.

-¡HÁ!¡Tanto para los vivos!- Se burló la joven desde su montura.

- Calla y ayúdame. Ves y moléstale o algo....que graznar si sabes, viejo loco. - le dijo* Don Urik a su cuervo, el cual le miró mal (obviamente sin que Don Urik se diera cuenta pues veía en éstos momentos menos que un gato de escayola) y aleteó sin moverse del sitio, pues no podía ver tampoco y no sabía a quien atacar.

Siguió concentrándose en su poder, preparado para cargar.

Durante unos momentos dudó qué hacer. ¿Adelantar posiciones y enfrentarse a aquel ser él sólo o retroceder y cubrirles las espaldas a sus compañeros? Decidió que, aunque la gloria personal y la valentía eran correctas, quizá sería mejor retroceder posiciones y tratar de salir de aquella oscuridad para trabajar en equipo. A su espalda parecían estar dando buena cuenta de aquel ser, pero no tenía sentido arriesgarse en solitario y dejar a sus compañeros desprotegidos por completo, en caso de que el segundo ser decidiera sortear a Don Urik.

Dio varios pasos hacia atrás, despacio, tratando de salir de aquella oscuridad mientras seguía concentrado con su habilidad de ver la maldad enfocada delante de él. Si conseguía volver a ver, se pondría en guardia, preparado por si el otro ser aparecía.

Si lo que pretendía con mis fogonazos a bocajarro era enfurecer al bicharraco, se puede decir que he logrado mi objetivo con creces. Con el costado ensangrentado en el lugar donde he recibido los zarpazos, apretando los dientes con fuerza para resistir el punzante dolor que me produce y maldiciendo mi mala cabeza por la imprudencia cometida, decido hacer mutis por el foro y concluir -de momento- mi funesto papel estelar de estos primeros compases de la contienda. Siento un sudor frío por todo el cuerpo, producido a partes iguales por el dolor que causa la herida y por el miedo a perder el pellejo de forma inminente.

Intentando aprovechar la distracción que supone la carga de mis compañeros, me retiro a un lado, palpando el cinturón tachonado con piedras de luna que me cedió Ely en la iglesia de Barovia, esperando que su poder curativo sea suficiente para calmar el dolor y restablecer algo mis fuerzas, que comienzan a flaquear demasiado peligrosamente.

¡Eso, eso! ¡Sufre la justa ira del Bien!-parafraseó Irina a Ashlyn mientras su tajo de espada se perdía en el aire de una manera casi mimética.

Como en el cuento del cuervo y la zorra, al abrir la boca para hablar, Irina dejó caer el cetro solar en lo alto de la cuesta. Sin querer insinuar nada ni reasignar los roles de la fábula, el cuervo de Urik surgió de la oscuridad revoloteando y siendo ignorado por el monstruo negro.

El otro tándem también se compenetró muy bien. Elyzabeth se alejó un par de pasos, internándose en la oscuridad mientras bajaba la pendiente, hasta que solo asomó de ella la mitad superior de la cabeza y sus ojos inquietantes. Así, la humana logró dejar al babau a suficiente distancia como para empalarlo. Al retirar la lanza, la sangre ácida del monstruo borboteaba en el filo de la pica sin llegar a corroer el metal. Entonces, caminando de espaldas en la oscuridad y cuesta arriba, Urik logró llegar hasta el asaltante ocupando el sitio dejado por Elyzabeth. Al moverse, el sónar mágico se desequilibró, y tardó unos segundos en decirle lo que ya sabía: que en el interior del globo de oscuridad había un ser maligno. La oscuridad no siguió a Urik.

Reluë se alejó en dirección a la escalera de mano que subía hasta la trampilla. Desde allí usó magia para sanar sus heridas y devolver sus intestinos a su sitio.

Lo que pasaba en el globo de oscuridad con el escorpión y el zombi, se quedaba en la zona de oscuridad. Por su parte, el babau al que estaban hostigando se libró del flanqueo con dos garrazos a Irina.

¡Aaaaagh!-gritó, mientras caía inconsciente en el suelo y su sangre empezó a bañar la tierra.

-No ataquéis a estas criaturas con armas mundanas. ¡Y ni se os ocurra tocarlas!- dijo Ely al ver el filo de su lanza borbotear por el ácido del babau. Su aviso llegaba tarde para sus exóticos ayudantes.

Entonces el cuervo del paladín atravesó la violenta refriega con un suave planeo. La escena se le antojó surrealista a la clérigo.

-¡La próxima vez recordarme que me tire por el precipicio!- Gruñó atosigada por la ratonera en la que se habían metido.

-¡¿Zack?!, ¡Y Walterly Wallace, hijo de…Arnack Wallace!¡¿Dónde os habéis metido?!- Pidió auxilio.

Escuchó al mago conjurar todo el poder el cinturón justo antes de ver caer a Irina herida de muerte.

Estaba a punto de chillar de frustración pero se obligó a sí misma a pensar aún más rápido.

-Jack- La joven no dijo más y su escudero avanzó pegado a la pared interponiendo su escudo con el babau. El zombi parecía estar únicamente a la defensiva, pero en cuanto el enemigo dejó de prestarle atención y abrió su ángulo respecto al escorpión, atacó de nuevo.

El escorpión continuó atosigando al mismo objetivo. Ely no podía distinguir si su criatura estaba siendo de alguna utilidad y aquello, literalmente, olía muy raro.

-¡Iri necesita curación!- Dijo evitando dar más nombres. Si esas criaturas eran siervos de Strhad, cuanto menos supieran, mejor.

-No hay pecados invisibles, ni sueños imposibles- Salmodió empuñando su lanza pesada y descargando la ira de sus dioses sobre la feroz criatura.

Mierda, mierda, mierda. Lanzo sendos ataques contra el babau B, intentando acercarme a Iri. Tengo que llegar a su lado, tiene que aguantar hasta que esté a su lado. Si consigo llegar a ella, puedo ayudarla.

Mierda... el maldito bicho este no me ha hecho ni caso. La cosa se ha puesto muy complicada. Más vale que acabemos con ellos rápido.

Al salir de la oscuridad, se encontró con el otro monstruo luchando a brazo partido contra Ashlyn e Irina, durante un momento se fijó que Elyzabeth se introducía de nuevo en la misma oscuridad que él acababa de abandonar, blandiendo la lanza y dando órdenes a sus aliados invocados, para Don Urik, el mal seguía estando allí dentro. Al ver caer a Irina, se dejó de sandeces y se puso a hacer lo que mejor se le daba, convocando el poder del cuervo, lanzó a su animal contra el monstruo de nuevo y con una luz dorada en sus ojos que pasó rápidamente por su brazo trepando hasta la punta de la espada, lanzó un corte descendente en diagonal contra el monstruo.

Un segundo golpe del revés fue lanzado en perpendicular, pero aquel ser era diabólicamente diestro y con agilidad apartó su ser del caballero.

- Vamos monstruo, ven a por mí si te atreves, ¿o me tienes miedo? - le dijo sonriendo de forma siniestra y mirando a aquel engrendo ya con su atractivo color de ojos habitual, negro acerado. **

Algo más restablecido en mi estado físico pero ahora con una ligera carga de conciencia al ver que Irina se desangra inconsciente y que necesita una buena dosis de curación que yo no le puedo facilitar al haber agotado el efecto del cinturón por hoy. Y la verdad es que no me atrevo mucho a acercarme a intentar que sorba una de mis pociones, ahora que el bicharraco parece que ha dejado de prestarme atención.

Así que lo mejor será confiar en que la paladina pueda hacerlo antes de que sea demasiado tarde y para eso hay que acabar urgentemente con el obstáculo que le impide llegar hasta ella. Intento colaborar en ello en la medida de mis posibilidades.

Ni Zack ni Walt respondieron a Ely desde la oscuridad. Lo que pasaba con el otro babau, con Jack y con el escorpión también les era desconocido. Aquí y ahora, lo importante era lo que pasaba alrededor del cuerpo moribundo de la reencarnación de Tatyana. El destino de Barovia podría cambiar en aquel justo momento...

El monstruo colocó la palma de la garra en vertical, dando el alto a los tres proyectiles mágicos de Reluë. Se detuvieron en seco y quedaron flotando como si se tratase de un mero truco de luces danzantes. Cuando el babau cerró el puño, los tres orbes explotaron en el aire sin lastimarle.

Un poco de ácido de la punta de lanza de Elyzabeth cayó sobre el filo de la espada de Ashlyn. Afortunadamente no había suficiente cantidad de ácido como para corroer el acero. De nuevo la descarga sagrada de Elyzabeth volvió a herir de gravedad a la criatura, pero eso solo hacía que se preguntaran qué harían cuando la magia de la gran lanza ya no les apoyase.

Por último, Urik hizo un gran descubrimiento: el filo de la espada bastarda era como una ilusión, que atravesaba la coraza quitinosa del monstruo sin notar resistencia. Era como si la espada estuviese atacando desde el plano etéreo y se superpusiese a lo que había en el plano terrenal. El babau decidió que aquel era el nuevo enemigo más fuerte al que debía matar antes de que le siguiese haciendo más daño, y su garra surcó el aire hacia Urik... pero solo logró golpearse contra la armadura, lo cual malogró cualquier otro ataque que pudiera hacerle. El babau se agarró la muñeca como si se hubiese roto algún hueso.

Ely siguió rezongando por la falta de noticias del Oscuro y de Walt: -Después de todo lo que he hecho por estos chicos…Pues que sepas que tengo tu mechón de pelo y te puedo lanzar una maldición de cuidado.- Murmuró refiriéndose al tepestaní. Ely era consciente de que podría haber muerto, pero era incapaz de aceptar su ausencia: -¿Qué se puede esperar de una tribu de adoradores de cabras?...¡y no me refiero al sentido espiritual!-

El descubrimiento de Urick sacó a la clériga de su espiral de negatividad.

-¡Eso es! Castiga a esa cucaracha. No le daremos cuartel- Aunque en realidad tenía más ganas de salir corriendo que de vérselas con semejante monstruo.

El poder de su lanza estaba casi extinguido y la joven optó por liberar la energía del halo que había acumulado hasta ahora.

-†Tu ofensa no será perdonada. Mi diosa te condena a la nada†- Salmodió lanzando un rayo que alcanzó al babau en el pecho.