Partida Rol por web

Al salir, Don Urik se concentró en su cuervo y le envió río abajo para intentar rastrear a su compañero de orden Bray, diciéndole al cuervo que si estaba herido o inconsciente, se aprendiera el lugar y regresara rápidamente a él. 

Miró la superficie del río y suspiró hondamente. A punto había estado de morir ahí abajo, en un simple río. Los caminos del Sagrado Cuervo eran inescrutables...era capaz de vencer a una criatura de las tinieblas, a un vampiro, y había sido incapaz de vencer al agua, obviamente, llevar 50 kgs de metal encima, entre armadura, escudo y armas, no ayudaba. 

- Tengo que encontrar algo que me ayude en éstas cuitas. - pensó. Indudablemente, debería ser algo mágico, y tendría que recurrir a Reluë o a Beth para que le ayudaran a elegir bien, aunque su prioridad era despertar el poder del medallón del cuervo. 

Vigiló a su alrededor, trazando con la mirada el camino que iban a seguir hasta bajar al río y seguirlo. Miró a Ida y a Valanthe, que permanecían fuera, apartadas de él. - Gracias Ida. - le dijo a la mujer. Tenía que reconocer que al menos había intentado ayudarle. 

Miro a Lobo y saco una ración de viaje. La reservaba para mí, para un poco más tarde, pero este será un mejor uso.

Toma, Lobo. Yo soy Ashlyn, encantada digo tras darle la ración.

Asiento hacia Ely. Debemos rescatar a Bray. Lo de Ulrika... bueno, prefiero no comentar.

Vamos entonces. El río llega al pantano, supongo que le encontraremos allí.

Observo las cosas de la mesa. Todo eso lo podemos cargar en un caballo, ¿no?

Reluë-se presentó el semielfo a Lobo.

Buscó en su carcaj y entregó a Lobo sus dos últimas flechas. El lugareño tuvo oportunidad de revisar la guarida acompañado de la luz de Elyzabeth: solo encontró dos trampas de foso ya abiertas, una de treinta pies de profundidad y otra que llevaba a un tobogán que llevaba a una oscuridad profunda. También revisó el puente de aspecto endeble, pero estaba reforzado de modo que no se pudiera percibir a lo lejos, de modo que cualquier incauto trataría de aventurarse antes en el corredor de la trampa de tobogán antes de cruzar el puente seguro. También había otros dos seres disecados: un oso y otro ser humano con pieles de lobo cosidas como si fuese un licántropo.

Urik regresó del exterior con las riendas del caballo Lucifer. Las usaron a modo de ataduras improvisadas para atar las muñecas de Varikov. En cuanto le sacaron por la entrada de la catarata, el agua le despertó y empezó a revolverse y blasfemar.

¡Hijos de un pastor y su oveja! ¡Iros a las montañas Balinoks y meted vuestra cabeza en el culo de un troll! ¡Joder, cómo odio a los humanos!

En el exterior, Lobo conoció al resto del grupo: dos muchachas (una de ellas una elfa con las muñecas aferradas con grilletes), dos caballos (uno fuerte y otro flaco) y un enorme escorpión monstruoso. El cuervo Hurrn ya no estaba, había volado al este, siguiendo el curso del río Ivlis.

Llegó el momento de interrogar a Varikov sobre los posibles parentescos de Trina, el uso de la reliquia (de la que Elyzabeth no tenía la menor idea) y los métodos adecuados de taxidermia aplicados a los humanos.

Todo eso lo podemos cargar en un caballo, ¿no?

Ely arrampló con todo lo de valor y lo repartió entre los caballos con una disciplina propia de un batallón de hormigas obreras. Sólo se detuvo para comprobar que Pincitas (El escorpión que acababa de convocar) seguía a sus órdenes y no se comía a nadie que no debiera. Cuando terminó, sacó su pergamino de viaje, anotó los nuevos objetos y esbozó un mapa de la cueva y sus trampas.

- ¿Creéis que podríamos emplear al trampero para demostrar que el grupo de Jander no son trigo limpio? –

En cuanto el caballero mentó al hermoso elfo-nosferatu, la mirada fría y calculadora de Elyzabeth desapareció y no pudo evitar saltar en defensa de aquella melena dorada: -Tu… ¡Tú lo que tienes es envidia! Puede que Trina quiera corromper la reliquia y el enano sea un sociópata, pero Jander…- La clériga no pudo evitar suspirar. –…Alguien tan guapo tiene que ser bueno-

La joven agitaba el dedo vehementemente, pero se quedó sin argumentos y de pronto se encontró señalando a la nada. –Eh…Vale, vosotros preguntarle- Asintió señalando al enano maniatado.

¡Hijos de un pastor y su oveja! ¡Iros a las montañas Balinoks y meted vuestra cabeza en el culo de un troll! ¡Joder, cómo odio a los humanos!

Ely se acuclilló y le puso el dedo en los labios al enano: -¡Shhhh!¿Podría dejar de ser el típico enano amargado y no decir cosas de las que se pueda a arrepentir?- La joven hizo una mueca de complicidad y señaló a sus compañeros humanos. –Que conste que soy admiradora de su trabajo; y si ha escrito un libro o manual de taxidermia, pienso leerlo, pero ahora tenemos una delicada cuestión que requiere que deje de gruñir- Explicó en voz baja. Tras su curiosa forma de intimidar al prisionero, se puso en pie y dejó que prosiguieran los demás con el interrogatorio.

Ely no le quitó ojo en ningún momento. Lobo era el tipo de aventurero que le faltaba al grupo y Elyzabeth aprovechó para resumirle sus andanzas y objetivos, ofreciéndole una parte del botín si participaba. Cuando terminaron las preguntas, temiendo que Varicov no estuviese correctamente atado y se fugase, sugirió dejarlo en uno de los agujeros-trampa (Con ayuda de Ida y Lobo) para viajar más rápidos y seguros.

Se produjo un silencio. Nadie daba el paso de interrogar al prisionero.

Oh, miraos... Con vuestra ética y vuestros miramientos. Ninguno quiere mancharse las manos. Me lo esperaba de los paladines, ¿pero de ti, maestra?-dijo a Elyzabeth-Ese Jander te está echando a perder. ¿Y el nuevo?-preguntó por Lobo-¿Él tampoco toma la iniciativa?

Ida cogió un poco de tierra con la mano y avanzó hacia Varikov. Al llegar al enano le metió la tierra en la boca y frotó la suciedad contra la cara. El enano tosió mientras se atragantaba. Ida tiró de la barba con fuerza.

¡Habla! ¡¿Dónde está el pergamino?!

Cof, cof... ¿De qué demonios me estás hablando? Cof. ¿Tengo cara de leer? Yo no ando con esas cosas...

Ida tiró del nudo para que las riendas estuvieran más apretadas.

Uggggh...

¡Venga! ¡¿Dónde estabas la cuarta luna de hace treinta y siete años?! ¡Habla!

Ida puso su bota sobre la sien del enano y apretó con fuerza la cabeza contra la tierra.

Mientras, Elyzabeth comenzó a contarle a Lobo que el pueblo había sufrido una plaga zombi. El párroco Danovich no se había tomado muy bien la muerte de su hijo Doru, el amigo de Lobo, y había usado un manuscrito necrófago llamado el Liber Blaspheme para crear muertos vivientes y convertir a Doru en un amasijo de partes de cadáveres. Cuando Doru fue destruído, la plaga zombi también. Lobo empezaba a preguntarse si su ama de cría, esa amable ancianita que le cuidó desde pequeño, estaba entre las supervivientes.

Puta loca de los huevos... ¿Cómo voy a acordarme? Ugh... Yo solo sé que Strahd quería que me uniese a ese elfo bonachón de Jander para seguirle el juego. Trina y Rafael también estaban en el ajo. El plan era pasearnos por ahí hasta dividiros, separar a Irina del grupo para que Strahd pudiera morderla, o lo que sea que le quiera hacer ese viejo vampiro pervertido. Pero la chica ya no está con vosotros, así que Strahd ganó y yo perdí mi trabajo. Los demás fueron al castillo de Strahd, pero Trina me habló de una caja enterrada en la colina de Lysaga. Me contrató para que se la buscara. Quedamos en la bifurcación del camino al castillo hoy, dentro de una hora.

Como otras veces, la información obtenida se hacía digna de ser inscrita en el pergamino de Elyzabeth, ya que de nuevo su aventura se bifurcaba en varias misiones accesorias. Por un lado, podían seguir al norte para luchar con Trina; al noroeste para comprobar que la madre adoptiva de Lobo se encontraba bien; o al oeste para rescatar a Bray y a Ulrika en los pantanos.

Aaaaaachís...-estornudó el semielfo-Bueno, como veo que os lo vais a tomar con calma, voy a encender un fuego para secarme. Puede que no esté tan mojado como Urik, pero lo de cruzar una catarata para entrar y salir de la cueva me ha dejado templado.

A Urik le pesaba la armadura y expulsaba agua por los resquicios de su armadura cada vez que flexionaba una articulación. Reluë empezó a partir ramas de los arbustos frondosos de la pared rocosa.

Ely estaba tan entretenida contando batallitas a Lobo, que no se dio cuenta de que corría el tiempo hasta que escuchó a Ida:

¿pero de ti, maestra?-dijo a Elyzabeth-Ese Jander te está echando a perder. ¿Y el nuevo?-

   La clériga esbozó una sonrisa cínica y se llevó las manos al pecho:

-¡Oh si, tan echada a perder como la fruta al sol!- Declamó como si actuase en el gran teatro de Barovia. Luego guiñó de nuevo el ojo al nuevo y añadió: -Lobo, ayúdame a llevar al enano dentro y veremos si estás perdido- Dijo en un tono enigmático. Pero entonces Ida se adelantó al resto de compañeros y arrancó algunas confesiones del trampero.

…Los demás fueron al castillo de Strahd, pero Trina me habló de una caja enterrada en la colina de Lysaga. Me contrató para que se la buscara. Quedamos en la bifurcación del camino al castillo hoy, dentro de una hora.

   Ely se quitó un momento los guanteletes para dar una sonora palmada -¡Ves. Ha dicho que Jander es bueno!¡Joder, lo sabía!- Después analizó el resto de la información, que no era nada halagüeña, e hizo una mueca con los labios, tomó nota de la altura del sol para calcular el tiempo que les quedaba y frunció el ceño ante la elección imposible que suponía. La joven analizó fríamente sus opciones, metió sus índices en las peludas orejas de Varicov para que no pudiera oírla y las expuso en voz alta:

-No creo que nuestra amiga del sótano (dijo refiriéndose a Keeva doscientosinviernos "Mamá cuervo") le haga mucha gracia que dejemos a Bray su suerte, pero si se ha ahogado, no hay nada que hacer, y si no, le encontraremos. Ulrika no sabe nadar, pero es una chica de recursos…Ya me entendéis. - Sacudió la cabeza evitando hablar de su naturaleza inmortal -Por otro lado, Trina no tardará en preocuparse por el pequeñín- dijo bajando la mirada hacia el enano. –Vendrá a buscarle y después informará al tío Strhad. Si no la manda venir a por nosotros, se quedará con los demás- Miró en dirección al castillo y añadió –Prefiero acabar con ellos de uno en uno. Voto por seguir al norte, cazar a Trina y buscar a Bray antes de que caiga el sol.-

Ely sacó sus finos dedos de las orejas peludas del enano -¿Qué clase de perversiones tiene Strhad?- Sus ojos destellaron con un brillo insano al fantasear con sus propias conjeturas - ¿Trina viaja sola?¿Cómo podemos dar con ella?¿Y qué más sabes de esa caja enterrada?- Después trató de cargarlo al hombro como había hecho con Walterly, pero esta vez la muchacha se quebró bajo su peso. –¡Ouch!- Resopló frotándose las lumbares- ¡Hagamos lo que hagamos, tenemos que ser rápidos! Me llevo a este al agujero. Vuelvo enseguida- Dijo arrastrándolo por el suelo.

Asisto pensativo a la escena que tiene lugar frente a mí. Si bien es cierto que la caja o la tal Trina parecen objetivos de mayor importancia, algo me dice que debo tomar partido por otras causas más apremiantes. Puede que sólo sean tales para mí, pero no puedo seguir como si nada hubiera pasado junto a estos desconocidos.

-Lo siento, pero temo que nuestros caminos se separen.-Digo con pesar.-Al menos por un breve espacio de tiempo. Sé que la misión de la caja es más importante, incluso la reunión con esa tal Trina parece una ocasión impagable... pero la única madre que he conocido podría estar muerta... o algo peor. Es mi deber rescatarla o, si fuera una de esas abominaciones, poner fin a su tormento. Debo desviarme al noroeste por el momento. 

Deslizo la mano por la empuñadura de mi arco mientras observo las dos flechas que me ha entregado el elfo. Si todo va bien probablemente no las necesite, y si todo va mal serán seguramente menos de las necesarias. En todo caso, toda ayuda es buena y bien recibida. Con un golpe seco agitando el brazo, el arma cambia de forma en mis manos tomando el aspecto de un espadón.

-En todo caso no debería tardar demasiado. Un par de horas a lo sumo.-Pienso en voz alta.-Salvo que pueda contar con vuestra ayuda después de solventar lo de Trina, que por cierto aún no sé quién es. Si es así, puedo desviarme un poco. 

Me quedo pensativa, meditando. Comprendo lo de Bray, pero a la vez no apruebo esa línea. Eso nos lleva a meternos en terreno de licántropos, y preferiría hacerlo tras despertar el primer nivel de la espada solar. A mí modo de ver, primero vosotros deberíais emboscar a Trina mientras Lobo y yo, a lomos de mi caballo, visitamos a su madre. Y luego, deberíamos ir al castillo.

    -Trina es el enemigo- Contestó con un bufido. Ely soltó al enano y se encaró con Lobo -¿¿Eres otro de los esbirros de Strhad enviado para dividirnos??- Sus ojos refulgieron locura y agresividad por un segundo antes de tornarse tristes.

-Yo…Eh…Perdona- Se disculpó volviendo a ser ella misma, o al menos su versión diplomática.

-Padezco la locura de Strhad. Consiste en creer que todos trabajan para él. Hemos perdido a buenos amigos por bajar la guardia- Explicó rascándose la nuca. Luego levantó la vista de nuevo hacia Lobo y preguntó: -¿Qué pasa con tu madre?- Preguntó a los demás con la mirada por si habían escuchado aquella historia -¿Acaso lo he olvidado?- Se preguntó en voz alta. Temía que su locura estuviera más avanzada de lo que temía, pero entonces logró trazar un plan que podría funcionar: -Trina y tu madre están hacia el Norte. Si nos acompañas no te retrasará más de una hora y después podremos ayudarte- Su mirada se volvió hacia Ashlyn. –Recuerda que, si nos separamos de ti, él nos verá -(dijo refiriéndose a Strhad)-. Así perdimos a Irina, Zack y Walterly- Sus ojos se entristecieron aún más al recordar al alegre tepestaní y negó con la cabeza. –No volveremos a cometer el mismo error- Miró a Lobo y subrayó: - Tenemos una cita con Trina en una hora y después tu madre. Tienes mi palabra- Después añadió mentalmente. –Si no acepta, puede ser otro esbirro de Strhad, y le sacaré el corazón sólo para dormir tranquila- La clériga se volvió antes de que su mirada la traicionase y arrastró al enano de vuelta hacia la cueva.

-Muy bien.-Respondo en tono algo más triste. Entiendo que mis acciones pueden decidir cosas más grandes que una vida, por lo que no me queda sino la opción de ayudar a estos desconocidos y rezar por que mi madre esté a salvo.-Os contaré la historia. 

Cuando nací, o al menos cuando era muy pequeño, por algún motivo mis padres tuvieron que desplazarse hacia el este. O eso tengo entendido. No lo sé. Carezco de recuerdos de esa etapa. Fueron atacados por el camino y a la mañana siguiente una mujer los encontró cuando buscaba una oveja perdida. Al parecer mi padre me cubrió con su cuerpo y un gran cesto de mimbre para evitar que me encontraran o algo peor...  Desde entonces me crió allí, y conocí a Doru y a los demás. Por eso, ahora que sé del destino de mi pueblo... debo saber que está a salvo. 

Busco con la mirada a las dos mujeres que parecen llevar la voz cantante. 

-De todos modos, si esa tal Trina es tan importante... Puedo esperar. ¿Quién es, por cierto? ¿Y Strhad?*

Cuando Elyzabeth quitó los dedos de las orejas del enano, Varikov volvió a blasfemar.

¡Qué asco! ¡Tienes los dedos húmedos! Puaj, no me digas que te los chupaste antes de... Puaaaaj.

Elyzabeth tenía los dedos húmedos por culpa de la cortina de agua de la catarata, no por su saliva. Respondió al resto de preguntas...

Strahd era humano antes de transformarse en vampiro. Tiene las mismas desviaciones que cualquier otro ser humano. Ya sabéis... Os folláis elfos, orcos, ovejas... Puedo entender la mayoría de esos fetiches, pero en serio... ¿elfos? Puaaaaj.

Trina y Rafael no se llevan bien, el vampiro Rafael no la apoyará. Pero esa hechicera mencionó algunos amigos suyos... No sé si recordaré los nombres... Cristofor... Afina y... y... ¿kikirikí? Ni idea. Todos viven en el castillo de Strahd. Son como sus invitados o así. De la caja no sé absolutamente nada. Trina me dijo que encontraría la caja si picaba la roca que había junto al monolito bajo el Cascarón de Santa Ecaterina. Tuve que cargarme una estúpida avispa gigante para poder entrar.

El semielfo Reluë frunció el ceño.

Tras dejar a Varikov en el agujero, Reluë respondió a las preguntas de Lobo sobre Strahd y Trina.

Strahd acosaba a Irina, la hija del Burgomaestre de la aldea de Barovia. Se encaprichó de ella porque es la reencarnación de un antiguo amor. Secuestró a Irina como novia y a su hermanastro Ismark como padrino para oficiar una boda en su castillo. Tiene un montón de agentes y espías que trabajan para él. Tiene los poderes de un vampiro, salvo lo de la debilidad al sol. Los vampiros en este sitio no son dañados por la luz del día. Tiene el poder de espiar cada rincón de este valle. Pero Ashlyn bloquea su escudriñamiento, por eso no debemos alejarnos de ella por mucho tiempo.

Lobo miró los ojos de Ashlyn... Eran de un dorado sobrenatural, como si estuviesen impregnados de algún tipo de magia.

Para separarnos de Ashlyn, o más concretamente para separar a Irina de Ashlyn y así poder encontrarla, Strahd organizó su propio grupo de aventureros para que se ganaran nuestra confianza. El elfo vampiro Jander, el humano vampiro Rafael, la hechicera humana Trina y el enano Varikov. Por algún motivo, Trina está tratando de reunir tres reliquias sagradas que tras estar mucho tiempo enterradas han sido impregnadas y corrompidas por el Mal que habita estas tierras. Nosotros tenemos la que acabamos de recuperar de manos de Varikov. Hay otra reliquia que ha sido desenterrada hace poco: encontramos el agujero, pero no sabemos quién la tiene. La tercera reliquia debería estar en el pantano, al este, donde estarán también nuestros aliados Bray y Ulrika.

Cruzaron el puente frente a la catarata del Tser y en cuestión de minutos ya casi estaban en la bifurcación en la que según Varikov estaría Trina. Reluë les dió el alto.

No hay manera de que nos podamos acercar a ese sitio sin ser vistos. No hay bosque para ocultarse y vuestras armaduras son ruidosas. De esto me ocupo yo. Tratad de llegar cuanto antes hasta mí.

Reluë pronunció unas palabras mágicas y se volvió invisible. Volvió a ejecutar un hechizo y se abrió un portal por un breve espacio de tiempo antes de volver a cerrarse. Siguieron por el camino como el mago les había indicado. Al llegar vieron a Reluë sentado sobre un tocón y a Trina enzarzada en una enorme telaraña entre dos árboles.

Gracias al cielo que habéis llegado. Vuestro mago ha enloquecido. Me atacó sin mediar palabra y sin provocación. Si pudierais hablar con él y hacerle entrar en razón... ¿Algún caballero puede cortar mis ataduras?-dijo Trina, guiñando un ojo en la distancia, quizás a Lobo o quizás a Urik.

    Ely arrastró al enano hasta el borde del agujero y se arrodilló a su lado. La muchacha hizo una señal a Ida y Lobo para que se acercasen.

-Quiero compartir con vosotros este momento tan maravilloso- Comenzó a explicar con una sonrisa angelical.

A ojos de Lobo, habría jurado que la tal Elyzabeth había comido una perola entera de setas alucinógenas.

-…El señor Varicov se ha presentado voluntario para ser sacrificado a los verdaderos dioses. ¿Estás seguro, querido amigo? - Ely asentía sonriente mientras el enano gruñía y negaba una y otra vez con la cabeza.

-Muy generoso por tu parte- volvió a asentir la sacerdotisa. Su mano, mientras tanto, acariciaba la sudorosa frente del trampero.

Ely sacó su puñal de sacrificios. Tal y como sospechaba Lobo, la mujer hurgó en los pantalones de su víctima. Tuvo que sentarse sobre las rodillas del enano para que éste dejara de moverse, pero al bajarle los calzones fue la joven la que dio un respingo de asombro:

-JAJAJA. ¡Por los dioses! ¿Qué tiene usted aquí? - Ely se llevó las manos a la boca y su tez pálida como la leche, tomó un ápice de color, al descubrir que era cierto lo que decían del tamaño del sexo de los enanos. La joven carraspeó y recobró una actitud más solemne. Rasuró un mechón rizado del pubis de Varicov y lo guardó ceremoniosamente en su estuche. Después señaló a Lobo con el cuchillo: -No voy a aburrirte con sermones religiosos. Lo que vamos a hacer es un simple intercambio de favores con los dioses. Un alma a cambio de fuerza sobrehumana, o cosas parecidas- Explicó en tono despreocupado. –Me encantaría tu participación activa, pero por ser tu primera vez, basta con que le des la mano a Ida- La clériga guardó el puñal siniestro, se chupó los dedos delante de la cara de Varicov para que pudiera verla y después taponó sus vías respiratorias. Mientras el enano se amorataba, la joven siguió charlando con Lobo. –¡Eh, no pongas esa cara! Tú lo ibas a matar de todas formas. Yo solo estoy… ¿Saqueándolo otra vez? No…Reciclando su alma ¡Sí. Suena mejor!- Asintió satisfecha. –Podría haberle desollado, pero tengo mis límites, al menos con tipo tan majo. - Admitió.

El enano dejó de revolverse- Conozco otras formas menos cruentas de sacarle partido- Explicó mirando el cuerpo, ya inerte, del taxidermista. La joven empujó el cadaver al interior de la trampa y se despidió con la mano.

-Hasta mañana, grandullón- Después arrojó algo de tierra, piedrecitas sueltas y un par de pieles para ocultarlo de la vista antes de dirigirse a la salida. Pero antes de salir de la cueva se volvió hacia Ida y Lobo. –Si comentáis esto a los paladines, el grupo se dividirá y yo dejaré de enseñaros a ser más poderosos- Dijo mirando primero a Ida y después añadió, señalando a Lobo – …Y será más difícil ayudar a tu madre- La joven tomó el brazo del aventurero y caminó sonriente hacia la boca de la cueva como si lo llevase al altar. –Si tú eres de los míos, yo seré de los tuyos, y los tuyos también lo serán de los míos, y yo me desvivo por los míos- Concluyó para acabar de enredarle.