Partida Rol por web

...  Desde entonces me crió allí, y conocí a Doru y a los demás. Por eso, ahora que sé del destino de mi pueblo... debo saber que está a salvo.

-Mi madre me repudió- Respondió escuetamente. Luego repasó mentalmente la historia de Lobo y preguntó: - ¿Quién es Doru?. Te ayudaremos, descuida. -

Ely respondió a las preguntas del explorador con ayuda de Reluë. El mago semi-elfo solía permanecer callado, pero su memoria era infinitamente más precisa que la de la clériga.

¡Qué asco! ¡Tienes los dedos húmedos! Puaj, no me digas que te los chupaste antes de... Puaaaaj.

- ¡No! Chuparse los dedos es una guarrada, sobre todo después de mojárselos al hacer pis. - Dijo sólo para provocarlo. Ely volvió a amordazar al enano antes de que explotase y pidió ayuda a Ida y Lobo para ocultarlo dentro de la cueva.

Al cabo de un rato salieron del brazo, como una pareja de recién casados. Ely, al menos, estaba radiante como una novia. –Gracias por vuestra colaboración, en serio- Dijo soltando a Lobo y abrazando a Ida. Después siguió al semielfo hasta la bifurcación donde atrapó a Trina en su telaraña.

Gracias al cielo que habéis llegado. Vuestro mago ha enloquecido. Me atacó sin mediar palabra y sin provocación. Si pudierais hablar con él y hacerle entrar en razón... ¿Algún caballero puede cortar mis ataduras? -

- ¡Por la diosa! ¿¿Que has hecho, Reluë??- Fingió llevándose la mano a la frente.

-Discúlpale señorita Trina. Te habrá confundido con un licántropo- Continuó con el teatrillo. – Déjame que te ayude a soltarte…A ver, que me estoy quedando pegada yo también- Ely se acercó muy lentamente tratando de llegar a Trina sin tocar la telaraña, lo que era imposible, mientras, ganaba tiempo para un interrogatorio encubierto:

-Estas tierras son muy peligrosas. Hemos perdido a Jack y a Walterly ¿Cómo es que estás sola? ¿Dónde están los demás? ¿Jander está bien? Ya sabes que tengo debilidad por sus orejitas- Aquello último era lo único cierto.

-Espera que me estoy enganchando, tal vez si me acerco por aquí…Oye, ¿Habéis tenido suerte con las reliquias? ¿Tal vez podamos buscarlas juntos? - Siguió tratando de sonsacarla.

Escucho la historia de Lobo y afirmo. Tranquilo, iremos a comprobar que está bien enseguida. No creo que esto nos lleve mucho.

Lo que dice Varikov, la verdad, nos sirve entre poco y nada. Aunque a mí nunca me gustó ese grupo de no muertos y vivos, pero bueno...

Por fin, tras separarnos brevemente de Relue (con el peligro que ello implica) llegamos a la bifurcación. Observo la escena y las acciones de Ely. Bien, en los interrogatorios no se consigue nada con buenas palabras y modales, así que dejo que se ocupe ella.

¿Darnos la mano?

Ida se puso colorada. Había pasado toda su vida viviendo entre mujeres, y la presencia masculina le seguía turbando. Dejó la mano suelta, y toda la iniciativa recayó en Lobo. Él, por su parte, estaba luchando contra sus propios fantasmas. Varikov mató a su amigo Doru, y a Lobo le secuestró y torturó durante semanas. Varikov había hecho méritos suficientes como para merecer la muerte. Que esa muerte fuese dedicada a vete-tú-a-saber-qué deidad, con qué valores y mediante un proceso lento, tortuoso y cruel. Siempre había aspirado a dotes más elevadas, pero la nocturnidad y alevosía del sacrificio eran totalmente viles. Lo noble sería darle a Varikov una muerte rápida y frustrar el intento de Elyzabeth.

Mientras Lobo se lo pensaba, el cambio de color en la cara de Varikov era bastante lento. Los enanos tenían una constitución recia y gran capacidad pulmonar: tardaría varios minutos en morir por un método tan lento. Lo único en lo que pensaba el Trampero Varikov en esos instantes era que menos mal que le quitaron vello púbico y le dejaron intacta su honrosa barba de enano.

Repasa ese pergamino tuyo en el que lo anotas todo, Elyzabeth. Acabamos con Doru en el sótano de la iglesia de Barovia. El párroco Danovich había convertido el cadáver de su difunto hijo en un remiendo de trozos de carne, un monstruo de Danovich al que le insufló vida en contra de todo lo que es Natural y Bueno.

Lobo lamentó el final para su amigo. Una cosa era morir a manos de Varikov, otra cosa era que la nigromancia jugase con tu cadáver. O tal vez daba igual, ¿qué más dará si ya estás muerto?

¿Los demás? Ya sabes cómo son los elfos... Como no necesitan dormir-y eso en un elfo vampiro era doblemente cierto-, cuando te despiertas él ya no está en su lado de la cama-la frase casi parecía una provocación por el enamoramiento de Elyzabeth, como si fuera su rival amorosa-. Soy una chica autónoma y fuerte, no les necesito. Bueno, no tan autónoma como para librarme de la telaraña yo sola.

En el fondo Elyzabeth sabía que Trina tenía razón: las hembras de elfo solar son rubias. Jander siempre elegirá a una chica como Trina y nunca se fijaría en una morena con el pelo apagado como Elyzabeth.

Un momento... Yo no mencioné en ningún momento nada de unas reliquias.

Trina se quedó mirando con intensidad a Elyzabeth, con esas miradas que casi pueden fulminarte al instante.

Repasa ese pergamino tuyo en el que lo anotas todo, Elyzabeth. Acabamos con Doru en el sótano de la iglesia de Barovia.

    Cuando Ely recordó que aquella cosa que destruyeron en el sótano, se llamaba como el amigo de Lobo, puso una cara como si sorbiese de una pajita. –Ah…Ese era Doru- Tartamudeó. No encontró palabras de consuelo para el joven, y desde luego, tampoco ayudaría ponerse a explicar su punto de vista sobre lo que era “natural y bueno” al semiefo, de modo que centró su atención de nuevo en Trina

Un momento... Yo no mencioné en ningún momento nada de unas reliquias.

   -¡No pongas cara de haba!- Contraatacó rápidamente con nuevos argumentos: -La monjita de la colina nos contó que había no-se-qué reliquias, ¡Y nosotros no hemos encontrado ninguna!- Mintió sin parpadear y antes de que la hermosa rubia pudiera preparar sus propias mentiras, la clériga aumentó la presión –…Si no las estáis buscando, es que ya las habéis encontrado y te lo estás callando…Y eso no me gusta un pelo…¡Ni rubio ni moreno!- Bufó. –¿Dónde está Jánder? ¡Como le hayas hecho daño te meto un virote donde no sale el sol!- De forma real o fingida, los ojos de Elyzabeth chisporrotearon con locura y cargó su ballesta como si hubiese perdido el control por los celos.

Observo la escena, manteniéndome en segundo plano. Al menos de momento, esperemos a ver como evoluciona todo. Lo cierto es que los interrogatorios suelen ser así.

Tampoco es que tengamos toda la vida para estar aquí, pero bueno...

El caballero había permanecido en segundo plano, vigilando los alrededores y acercándose a la hoguera de Reluë para secarse un poco, pues empezaba a tener algo de frío, no sabía si era por la temperatura, si por la cercana experiencia a la muerte o por la impotencia que sentía al parecer que todo aquello escapaba a cualquier tipo de intento de control. 

Últimamente le daba la sensación de que siempre iban un paso por detrás de todo, siempre con la lengua fuera, siempre llegando tarde a todo. Al final el conde-vampiro les había conseguido engañar, separar, y había secuestrado a Irina, en la que Don Urik pensaba una y otra vez cada cierto tiempo, mortificándose por haber permitido aquello, por no haber estado más atento. A saber qué torturas estaría sufriendo la pobre, o si cuando la volvieran a ver, si es que eso era posible, seguiría siendo humana. 

Contaba con una única esperanza, que Strahd pensaba que Irina era su amada, y sólo por eso, quizás no le haría daño...aún. 

El enano reveló el plan de ése maldito vampiro y sus esbirros. Al parecer, el tal Jander era la cobaya que usaban el resto para disimular, y al parecer, era el único que tenía buenas intenciones...o que al menos se esforzaba por tenerlas, a saber cuánto tiempo le duraría la voluntad tal cual sesentainviernos les había dejado caer, pero Don Urik concedió, internamente, que mientras ése elfo-vampiro no diera problemas, le perdonaría la no-vida. Al resto pensaba destrozarlos. Habían jugado con numerosas vidas, entre ellas la de la campesina que habían llevado a sus padres, probablemente contra su voluntad. Y sobretodo, Irina estaba presa de Strahd...si no por su culpa, si que tenían directamente ésa intención, y eso no se podía permitir. El enano había confesado, ¿no? - Quizás está intentando hacer caer a los buenos y dejar a los malvados...- pensó Don Urik, rememorando también aquello de la Locura de Strahd, pero como no tenía modo de demostrarlo, a pesar de que le hubiera gustado exponer ésta teoría conspiranoica para quitarle mérito a Jander ante los ojos de Beth, no tenía razones para pensar lo contrario, así que dio la versión del Enano como buena por el momento, y dejó que los hechos hablaran de la verdad, en lugar de volverse loco intentando demostrar algo sobre lo que no tenía control. Beth se llevó al Enano dentro, y Don Urik esperó que ella se acordara que ése enano había sido tildado por algunos habitantes del pueblo como un psicópata asesino servidor de Strahd...y tuviera los redaños en hacer lo que era necesario hacer. 

El resto comenzó a hablar, y Lobo se sinceró con ellos, contándoles su historia. Cuando Beth planteó el plan de acción, Don Urik estuvo de acuerdo. Poco podían hacer por Bray, y por Ulrika... - Bien, vayamos a por Trina. - dijo, mostrando su apoyo y señalando con una inclinación de cabeza hacia Lobo. - Aunque no deberíamos olvidar que Bray está de camino al otro santuario al que deberíamos de llegar cuanto antes por dos razones, el rezo y la reliquia. - dijo, obviando a Ulrika salvajemente, e intentando hacer comprender a Lobo que, dado que su amigo estaba muerto, quizás ya no era tan urgente ir a comprobar cómo iban las cosas y sí el acabar de una vez el tema de los templos, antes de que Strahd dejara de despistarse con el tema de Irina y se les echara encima. - Siempre podemos volver al pueblo tras acabar el tema del pantano, seguramente lo necesitaremos. -  dejó caer, para ver si sus compañeros entraban en razón y dejaban de dar vueltas sin sentido. 

 Pero esa hechicera mencionó algunos amigos suyos... No sé si recordaré los nombres... Cristofor... Afina y... y... ¿kikirikí? Ni idea. Todos viven en el castillo de Strahd. 

- Khyristrix la diablesa hamátula, esa que para acabar con ella necesitamos armas alineadas con el bien. - dijo Don Urik, informando de paso a Lobo de qué tipo de arma necesitaría para esa lucha. - Los otros no sé quienes son. - añadió. 

Siguieron adelante y Reluë se adelanto para tratar de luchar y entretener a Trina mientras ellos acudían en su ayuda, pero resultó que el hechicero era más poderoso de lo que parecía o que había pillado a Trina despistada. Ella estaba atrapada en una telaraña entre varios árboles y nos pedía ayuda, que Beth se encargó de darle...o de aparentarlo al menos mientas le intentaba sonsacar. Como Ashlyn, Don Urik permaneció apartado, vigilando los alrededores, pero aquella conversación no parecía ir a ningún lugar. 

Finalmente Don Urik se cansó y se acercó hacia Trina. - Muchacha, tienes la oportunidad de hacer algo bueno en la vida, una mujer como tú ha sido secuestrada por un monstruo chupador de sangre, un asesino despiadado que no dudará en matarla ni un instante, y todo para saciar tus ansias de poder ante, que....¿tres reliquias que no sabes qué hacen, que no sabes siquiera si están tan corrompidas como para conseguir eso que quieres? ¿Te gustaría que hicieran lo mismo contigo? ¿Que te dejaran indefensa ante tu posible muerte, con un dolor atroz? - desenvainó la espada y se acercó más a la joven, sin llegar a tocar la telaraña. Era obvio que el caballero estaba comparando lo que Trina había dejado hacer a Strahd con la actual situación de Trina, indefensa y totalmente a la merced de ellos. Dejó que la imaginación de la muchacha comenzara a hacer de las suyas, a idear tormentos que el caballero y sus amigos, sobretodo la loca de Beth, le podían hacer, por no hablar de una aspirante a baba yaga o un tipo siniestro de nombre lobo. Los dos paladines tampoco parecían especialmente contentos o pacientes en éstos momentos, más como si empezaran a estar más que hartos de la situación, y además estaba la especial idiosincracia de aquel lugar, que manipulaba las magias, que hacía dudar al más férreo de corazón y que te introducía insanos pensamientos en tu alma. 

No...no era la mejor situación para hacerse la valiente o para resistir. 

- Dinos cómo podemos rescatar a la muchacha secuestrada, y para qué querías esas tres reliquias. Tenemos una, y no tardaremos en tener las otras dos. ¿Qué crees que hacen? Si te comportas, te entregaré a las autoridades. - le prometió. 

y para qué querías esas tres reliquias. Tenemos una, y no tardaremos en tener las otras dos.

 -¿¿PERDONA??- Ely arqueó una ceja al oír como el paladín confesaba sus progresos al enemigo y la dejaban como una cochina mentirosa. Se volvió con la ballesta cargada hacia Urik. Sus ojos, ahora sí que chisporroteaban de auténtica indignación. Su dedo acarició el gatillo, pero reunió el autocontrol para cerrarlos, respirar hondo y sacarle partido a un compañero tan desmesuradamente honesto.

-Piensa Ely: ¿Qué carta puedes jugar ahora que han descubierto las tuyas?-

Sus ojos volvieron a abrirse y miraron a Trina con una sonrisa peligrosa. - …Sabes querida - Dijo en ese tono amable que precedía a sus maldades. – Mejor que no confieses. - Entonces su voz se tornó furiosa - Dudo que sepas nada de utilidad y prefiero fastidiar a Urik por bocazas ¡Ni de coña te perdono la vida! ¡ZZZAP! - Disparó el virote tan cerca de un pecho que rasgó la chaqueta de Trina. – ¡Maldición, no era ahí donde apuntaba! - Ely dio rienda suelta a su papel de poli-malo, poli-peor y cargó de nuevo su arma. -¡COMO ABRAS LA BOCA….!-Aulló aparentemente fuera de control -¡BUSCONA! ¡CALIENTA-MUERTOS! ¡ZZZZAP! - Esta vez el virote pasó tan cerca de la entrepierna que rozó ambos muslos de la elfa-solar.

Yo... lo último que quiero es que le hagan daño a nadie. No he conocido otro modo de vida que ser la esclava de Khyristrix. Ella me obliga a hacer "cosas" de las que me arrepentiré toda la vida. Oh, si tan solo tuviera un modo de enmendar mis acciones... Si Khyristrix reune las tres reliquias, podrá usarlas para traer de vuelta a su amante Chernovog.

Ida no pudo contener una expresión de asombro y felicidad al escuchar esas palabras. Elyzabeth volvió a mirar a Reluë para preguntar quién era Chernovog, el Dios del Verdor de la secta de la colina de Lysaga y también el asesino hace cientos de años a la paladina Lugdana, fundadora de la Orden del Cuervo.

Yo llevé el relicario del Santuario del Bosque al castillo. Ya está en manos de Khyristrix. ¡¿Qué he hecho?! Oh, dioses... ¡¿qué he hecho?!

Elyzabeth disparó.

Vale, vale... Jander está en el castillo de Strahd. Aceptó beber de la sangre de Strahd para que le permitiera estar cerca de Irina. Mientras dure el efecto, Jander no podrá rebelarse contra el Conde.

Después de que Elyzabeth apretara por segunda vez el gatillo, Trina desapareció de la telaraña.

¡Jajajajaja...!

La risa de Trina les hizo volverse hacia el camino hacia el castillo. A cincuenta pies de la telaraña volvieron a verla. Sacó una poción de su mochila y sobreactuadamente, llevó el dorso de su otra mano a la frente.

Oh, que triste la historia de la pobrecita doncella en apuros... Siempre funciona.

Trina quitó el corcho del vial y bebió la poción. Al instante sus pies se despegaron del suelo. Dejó caer el frasco, que se rompió contra el suelo.

Entregadme el relicario y vivid un día más. Es la mejor oferta que nadie os podrá dar nunca en Ravenloft.

Miro con furia la escena. Maldita zorra, debimos haber previsto algo así.

Miano viaja rápida a mi ballesta, dispuesta a responder a su petición. Puta zorra que viaja con vampiros.

Aquí va mi respuesta, zorra digo, apretando el mecanismo que soltará el virote.

- ¡La madre que parió...! - exhortó Don Urik antes de contenerse ante la revelación de Trina. Así que ése era el plan. - ¡Pero qué cabezonería con querer traer de vuelta a ése Demonio! - el caballero no salía de su asombridignación, pues se encontraba asombrado e indignado a la vez. - Parece que todo gira alrededor de esos dos, Strahd y Chernovog. Se me acumula la fae.. - 

Su frase murió en sus labios al desaparecer la hechicera de la red. Miró a Reluë, con ambos ojos abiertos de par en par, temiéndose lo peor.

La mujer apareció unos metros más allá, bebiendo una poción y elevándose en el aire. - ¡Jamás!¡YA ESTOY HARTO! - gritó el paladín, saliendo a la carrera contra la hechicera. 

En sus ojos encedidos por la furia sagrada brilló la promesa de mucho dolor. A punto de llegar a la mujer gritó - ¡A ÉLLA! - ordenándole a su cuervo que la acosara, que salió disparado graznando injurias cuerviles - ¡ÉSE PICO! - le amonestó Don Urik en plena carrera, había cosas que no se debían decir, ni en mitad de una batalla...y menos asignándole un trabajo tan injurioso a la madre de alguien. 

Yo... lo último que quiero es que le hagan daño a nadie. No he conocido otro modo de vida que ser la esclava de Khyristrix. Ella me obliga a hacer "cosas" de las que me arrepentiré toda la vida. Oh, si tan solo tuviera un modo de enmendar mis acciones... Si Khyristrix reune las tres reliquias, podrá usarlas para traer de vuelta a su amante Chernovog.

Ely comenzó a empatizar con aquella bonita historia que incluía hasta unos enamorados, (por muy hamántula y demonio que fueran estos). Pero la cara de Ida la inquietó. ¿Y si nos traiciona por sus antiguos dioses?  Tomó nota del peligroso gesto y entonces la hermosa historia comenzó a parecer un gran pufo. Miró a Trina con la ceja arqueada: - ¿Tú no eras una chica “autónoma y fuerte”? –

Trina confesó lo justo para ganar tiempo y escapar de la telaraña de Reluë.

-¡Toma, ahí tienes algo “natural y bueno”!- Masculló al mago entre dientes señalando a la mujer voladora.

Ashlyn reaccionó rápido disparando su ballesta, pero Ely dudó que aquello detuviese a un enemigo tan formidable. A Trina le bastaba un movimiento de su mano para conjurar alguna atrocidad contra ellos. –¡Necesitamos a la caballería! - Ely chasqueó los dedos dispuesta a no dale esa oportunidad. -¡A por ella…eeeh…Ciervo!- Se dio cuenta de que no había puesto nombre a la criatura convocada. No importaba, “Ciervo” galopó por el aire para embestir y aturdir a Trina, pero aquello tan sólo sería una distracción. La clériga dibujó unos cuernos en el aire y dio un salto. De inmediato apareció un segundo ciervo entre sus piernas para sumarse al combate aéreo.

Por supuesto, el virote de Ashlyn falló. Era difícil decir el porqué. Tal vez porque estaba algo lejos del objetivo, y era más difícil acertar. Tal vez porque el cuervo Hurn no logró captar la atención de Trina. Tal vez fuera por la energía drenada la noche anterior por el vampiro Kavan el Siniestro.

Elyzabeth se esmeró en el lance. Su más o menos querido Ciervo empujó a Trina con tanta fuerza que quedó más allá del alcance de su lanza. Urik se unió a ellos en cuanto pudo. A lo lejos, la hechicera ascendió hasta los veinte pies de altura, tratando de reducir el número de amenazas y no tener que lidiar con el Caballero del Cuervo. Su segundo objetivo fue eliminar los rivales voladores. Trina apuntó un dedo hacia Ciervo y disparó un rayo de fuego. Al alcanzar su enemigo, Ciervo voló por los aires (esta vez también metafóricamente) en una gran explosión. Cuando el humo se disipó, lamentaron dos pérdidas. Una de ellas era Ciervo, por fortuna no era el mismo ciervo fantasmal en el que estaba montado Elyzabeth. La otra víctima era la maltrecha lanza de Elyzabeth, que tras haber sido dañada por el ácido de un demonio babau, la explosión fue la puntilla que faltaba para quebrar la punta de la pica.

Yo la haré bajar...-aseguró Reluë.

El semielfo se puso a conjurar una disipación, pero entonces notó un pinchazo en su tobillo. Junto a él, un hasta entonces invisible gato se hizo visible. Su hocico se ensañaba mordiendo la pierna de Reluë y dificultando que lanzase su conjuro.

¡Ahí, Señor Calcetines! ¡Acaba con ese mago!

A pesar del dolor, Reluë se sobrepuso y logró disipar la magia de la poción. Trina cayó. Aquel golpe fue el único que lograron infringirle, pero ahora que estaba en el suelo tanto Urik como Elyzabeth podían cargar contra ella. Los demás, mucho más atrás, debían de conformarse con luchar contra el Señor Calcetines.

Tras el empujón, unos 105 pies. Si recargas la ballesta (acción de movimiento) y disparas a Trina (acción estándar), vas a tener el -2 por distancia, el -2 por niveles negativos y el -1 por haber visto morir a tu montura.

Lobo no tendría problemas para disparar a Trina con su arco compuesto.