Partida Rol por web

Mientras Elyzabeth trepaba de nuevo para reencontrarse con Reluë, miró más detenidamente el medallón que había estrechado entre los dedos:

En el exterior, Urik vió en lo alto a Bray asomarse al acantilado. El Guardián de la Pluma Negra le arrojó una cuerda.

Agárrate, viejo. Los caballos tirarán de ti-dijo Bray hacia abajo-, tú solo déjate llevar.

Los guanteletes mojados de Urik empezaban a resbalar de la piedra a la que se encaramaba. El Caballero del Cuervo debería agarrarse a la cuerda a pelo si no era capaz de atársela. La situación no era tan sencilla como Bray la contaba.

Abro los ojos y veo al enano, ahora solo con un arma, intentando recuperarse del conjuro. No pierdo mi oportunidad, y con dos golpes pretendo acabar con su molesta presencia.

    La luz del conjuro iluminó el medallón que le quedaba. La clériga arqueó la ceja al reconocer el sagrado y horrible rostro de su diosa oscura en lugar del pentágono de Boccob. – No dejas de recordarme quién es más fuerte, pero ¿porqué te has llevado a Ulrika? Creí que era de tu agrado – La joven suspiró con resignación. Los días de adorar a varios dioses sin contrapartida estaban tocando a su fin. Primero perdió su capacidad de conjurar sanaciones de forma espontánea…Y ahora la pérdida del medallón que había heredado de su padre.

- ¡Nadie decide por mí! - Se revolvió contra el destino. Guardó el medallón y trepó a toda velocidad.

El caballero-paladín vio una cuerda descender hacia él, lanzada por Bray, que había aparecido de la nada. - Bendito seas, caballero del cuervo sagrado. - dijo, contento de verle. Ida permanecía en segundo plano, probablemente dejando el tiempo pasar pensando que si no hacía nada, lo inevitable pasaría por sí sólo y tendría su venganza. Don Urik trató de quitársela de la cabeza y se concentró en agarrar la cuerda. 

Sus manos resbalaban en la roca y le quedaba muy poco tiempo, pero la punta de la cuerda le golpeó en la cara un par de veces antes de estabilizarse y de poder agarrarla. Ahora pendía de la misma, y la corriente le había separado de la roca. Parecía un juguete enarbolado por un niño, lanzado al agua y siendo arrastrado por ella para el regocijo infantil. 

- Mi....mierda........¡ésto resbala! - dijo, resaltando lo evidente. Centímetro a centímetro, la cuerda se le estaba escapando de los dedos, y su destino era hundirse de nuevo hasta el fondo...de donde dudaba salir de nuevo. 

Por un segundo, le pareció ver el bello rostro de Beth a través de la catarata, distorsionado por la fina capa de agua...y escuchó sus gritos.

Se concentró intentando levitar. - ¿Qué estoy haciendo? - pensó, cayendo en que la magia no provenía de él, si no del mago. 

Unos centímetros más, y la cuerda se escaparía del todo...

Bray no notó la caída de Urik al agua hasta que vió que el caballo Lucifer iba demasiado liviano como para estar subiendo el peso de un hombre y su armadura.

¡Urik! Maldito idiota, ¿por qué no se ató la cuerda antes de subir?

El Guardián de la Pluma Negra oteó desde lo alto del acantilado esperando ver surgir a Urik desde el fondo marino. No lo hizo. Desapareció de un modo tan patético como Ulrika.

Mientras, en el interior de la cueva, Ashlyn se ensañaba con un pobre ciego. Reluë trató de ayudar con su esfera flamígera, pero al no ser suficiente recurrió a su varita de proyectiles. Entonces llegó Elyzabeth, que emergió desde el tobogán y ahora podía avanzar por el corredor que Urik y Ulrika no llegaron a cruzar. Escaleras arriba había un montón de pieles amontonadas a modo de cama, y el túnel volvía a torcer para, casi con toda seguridad, llegar hasta el otro lado de la grieta.

 Elyzabeth... ¿Qué ha sido de Urik? ¿Necesita que le vuelva a elevar?

Veo como el enano sigue intentando defenderse, sin conseguirlo. ¿Me gusta acabar con él así? No demasiado, pero es necesario.

Mi espada vuelve a trazar sendos arcos buscando ser letales.

Nuevamente consigo impactar, buscando zonas letales de su cuerpo, para que no sufra.

Elyzabeth emergió del agujero como una araña de su guarida.

Elyzabeth... ¿Qué ha sido de Urik? ¿Necesita que le vuelva a elevar?

La clériga siguió las voces de sus compañeros y se topó con las pieles. Resultaba tentador rebuscar, pero se limitó a extender la mano y acariciarlas sin detenerse.

- Oh, sabe cuidar de sí mismo. - Dijo convencida - Logró nadar hasta la orilla. Estaba sano y salvo cuando me di la vuelta, pero está atrapado en un saliente de roca. No le vendrá mal tu ayuda. – Asintió despreocupada.

Ely atravesó la cueva y se encontró a Varicov arrinconado, cegado y dando hachazos al aire. Sin embargo, la armadura mellada y ensangrentada de Ashlyn daba fe de que el combate había pasado por momentos duros. La joven levantó su lanza como si fuera un estandarte y frunció el ceño: -Cuando veo que le están dando una paliza a alguien que no puede defenderse…- Su expresión se tornó malévola y añadió con una carcajada cruel. -¡No puedo evitar unirme!-

La sacerdotisa se unió a la refriega sin dudarlo, pero en lugar de empalar al enano con su lanza, lo vareó como un olivo. – ¡ZAS, ZAS, ZAS! – Al explorador le caían por todas partes, pero Ashlyn era una avezada guerrera y se dio cuenta de inmediato de que los golpes de la clériga no pretendían ser letales. -¡¿Quién es esa Trina, cagoncete?!, ¡Habla o te breo! –

La muchacha levantó la cabeza y dijo a Ashlyn. –Esto está controlado. Necesito que me prestes tu hermoso corcel para sacar al tonto de tu novio del río- Ely sabía que no había más que compañerismo entre los paladines, pero provocarla era tan divertido como apalear al trampero.

En los exteriores de la cueva del enano Varikov, Urik seguía borboteando bajo la superficie del río. 

¡Aguanta, que bajo!

Bray trepó por la cuerda con gran agilidad, pero no se desenvolvió con tanta efectividad bajo el agua. Mientras la armadura de Urik le fijaba al suelo como el plomo de una caña de pescar, Bray fue arrastrado por la corriente. Y con él, los viales de plata alquímica que habían encargado a Keeva Sesentainviernos.

La cueva estaba iluminada solo por las llamas de una esfera flamígera que flotaba en torno al enano. Luchaba por esquivarla y también por decapitar a una humana pelirroja con armadura y escudo, que sobrevoló la grieta en su ciervo volador. Después la esfera de llamas intensificó su luz. Como el enano, él también se quedó ciego por unos segundos. Cuando pudo volver a abrir los ojos, el combate había terminado y una nueva joven había entrado en su campo visual, morena pero que brillaba con un halo de luz santo, que de un golpe de lanza dejó inconsciente al enano.

Una voz de varón llegó desde la oscuridad lejana...

Elyzabeth, Trina era la compañera del enano Varikov. ¿Recuerdas el grupo de aventureros de Jander? Jander, Rafael, Trina y Varikov. Fue Trina la que le encargó hacerse con la reliquia.

Sobre la mesa de trabajo de Varikov, a parte de sus herramientas para viviseccionar y disecar a sus presas, también estaba el relicario que el enano había robado para Trina.

Iré yo a buscar a Urik. Espera que volvamos antes de interrogar al prisionero.

La esfera flamígera se alejó del cuerpo inconsciente del enano Varikov. Iluminó el semblante del semielfo que hablaba, justo antes de alejarse a la salida de la cueva. Elyzabeth con más calma pudo ver con más claridad el origen de la magia. Una de las auras era la del relicario. Otras dos eran de la armadura de camisote de mallas y el hacha de guerra enana del rival caído. Había un grupo de auras mágicas bajo la mesa de Varikov, con lo que parecía un alijo de material de aventurero variado¹.

Encima, Varikov también tenía una ballesta pesada con dieciocho virotes y un collar hecho de dientes animales y humanos. Podían despertarle con facilidad para interrogarle. Pero entonces, a la luz irradiada por Elyzabeth, las dos chicas vieron algo inquietante: dos ojos que las seguían con la mirada, los ojos del especimen humano en el que Varikov estaba trabajando. El hombre tenía los labios cosidos con hilo, facilmente cortable, pero el movimiento de sus ojos demostraba que aún estaba vivo. A pesar de todo estaba paralizado, y necesitaría ayuda de Varikov para eliminar el veneno de su cuerpo.

Más allá, Reluë dejó la esfera flamígera antes de la catarata de agua que cubría la salida. Salió al exterior y vió a Ida, y la cuerda que bajaba el desfiladero hasta el río. El semielfo usó el efecto aún activo de levitar para hacer ascender a Urik, que emergió del río. Una vez que estuvo lo suficientemente alto, Ida le arrojó la cuerda de Bray y los caballos tiraron para traer al paladín de nuevo de vuelta.

Elyzabeth, Trina era la compañera del enano Varikov. ¿Recuerdas el grupo de aventureros de Jander? Jander, Rafael, Trina y Varikov. Fue Trina la que le encargó hacerse con la reliquia

Ely hizo una mueca con los labios - …Ah, esa Trina - Recordó al fin.

Iré yo a buscar a Urik. Espera que volvamos antes de interrogar al prisionero.

La clériga descubrió al desgraciado al que habían cosido la boca. Miró de nuevo a Varikov y murmuró: - ¿A cuál se referirá? -. La joven lanzó una mirada traviesa hacia atrás para comprobar que Ashlyn no miraba y se acercó. El perfume de Elyzabeth embriagó al hombre. La muchacha era hermosa como una noche ártica. Pálida, delgada y con unos intensos ojos color ámbar. En su mano apareció un cuchillo. Al principio creyó que le descosería la boca, pero se trataba de un puñal decorado con algún propósito espiritual o religioso.

-¿Cómo te llamas?...Oh, claro. No puedes hablar ni moverte…- Dijo poniendo los ojos en blanco -Es tan…Excitante- El comentario hizo que el desconocido empezase a preguntarse si no estaba mejor con Varikov.

-Reluë. ¿Cómo era el dicho?, ¿El prisionero de mi prisionero…Es mi prisionero?- Preguntó a sabiendas de que el semielfo no podía oírla.

La muchacha se acercó hasta que sus delgados labios casi podían rozar los del hombre. –Soy Elyzabeth Ildemar, hija de Tergrar. Me mordió una vampira, pero no me pasó nada- Su voz inocente resultaba muy convincente, pero el hombre era incapaz de tranquilizarse con un puñal tan cerca de su ombligo.

Cuando la paladina se dio la vuelta para ver lo que tramaba Elyzabeth, La excéntrica clériga deslizó su puñal, rápido como el rayo, bajo los calzones del hombre y rasuró un mechón de su vello púbico. Ely se mordió la lengua satisfecha y escondió su nuevo trofeo en un elegante estuche entre sus frascos de medicinas. Después levantó las manos y dijo con gesto inocente. – ¡Ya está, sólo lo estaba curando! – Mintió sin ningún pudor. Ahora sí, la joven sacó un ungüento desinfectante de su botiquín y limpió los puntos a medida que su siniestro puñal los cortaba.

Cuando Ashlyn se acercó a interesarse por el infeliz. Ely se levantó como un resorte. – Parece paralizado. Voy a buscar algún antídoto entre las cosas del enano.- La pálida muchacha se dispersó y comenzó a resbuscar por la sala. Primero en el relicario, siguiendo las auras que había detectado. Después desbalijó a Varikov y finalmente se entretuvo largo y tendido con el montón de pieles y la mesa donde el enano tenía las herramientas de su oficio.

- ¡Este hombre es un artista! ¡Me encantaría que nos acompañase en nuestra aventura y aprender de él! -

Ashlyn quiso creer que se refería al prisionero; no al enano inconsciente.

-Oye Ashlyn. ¿Te ha gustado mi ciervo? ¿Quieres quedártelo? ¡¿O prefieres a Pincitas como montura?! - Preguntó antes de que la paladina llegase a alguna conclusión.  Ashlyn fue a responder que ya tenía un caballo de guerra cuando Ely continuó hablando: –A Ulrika se la llevó la corriente y me gustaría que fuéramos a buscarla. De no ser por ella, estaríamos muertos- Ely no explicó lo anterior, pero lanzó un inquietante dilema: -¿Quién sabe lo que puede ocurrir si la dejo sola?-

Con el golpe que deja inconsciente al enano me relajo. Bajo del ciervo y busco cuerdas para hacerme una salchicha enana.

Cuando termino, miro a ver qué hace Ely. Parece estar hablando con un muerto, que raro. ¡No, espera, no está muerto!

Me acerco de inmediato. ¿Se encuentra usted bien, señor? Soy Ashlyn, de los iluminadores. ¿Necesita algo?

Lanzo una mirada fulminante a Ely ante lo de pinzitas.

Muevo ligeramente los labios cuando el hilo sale dejándolos libres. Parece que no voy a ser un trofeo más del enano taxidermista. Si bien la perspectiva de una muerte horrible no resulta demasiado halagüeña, la vampiresa, dice que no pero algo tiene, seguro, no es lo más tranquilizador del mundo, menos aún con un puñal apuntando a mi estómago.

De golpe, todo cambia. La mujer empieza a buscar donde a priori no debería, y encima empieza a hurgar con el puñal. Con los ojos a punto de salirse de las órbitas, y suplicando a los dioses que se vaya esta loca y vuelva el enano, compruebo que sólo quiere jugar. Falsa alarma. Menos mal. 

Cuando finalmente me cura las heridas y me descose la boca, miro a la mujer recién llegada que parece ser más cabal que esta. -Gracias.-Respondo con un hilo de voz. Reseco por la sed de quien lleva tiempo sin beber, mi voz suena áspera y sorda, y apenas alcanza un volumen audible.-Agua, por favor.-Ruego con un hilo de voz.

Don Urik esperó a que Bray le alcanzara, pero la corriente se lo llevó lejos de él, que sólo pudo mirar con ojos casi desencajados como el otro hombre empezaba a dar vueltas. Alargó el brazo hacia él, pero un repentino golpe de agua le hizo cerrar los ojos, y no supo qué había sucedido. 

Cuando quiso percatarse, estaba subiendo hacia la superficie y saliendo de ella. Tomó grandes bocanadas de aire, y trató de girar sobre sí mismo para intentar ver al otro caballero del cuervo. - ¡Bray ha pasado junto a mí! ¡La corriente se lo ha llevado! - dijo el caballero señalando con su espada hacia una de las curvas del río. Tras unos momentos tensos, se encontró a salvo de nuevo en tierra firme, y miró el curso del río por si veía algo. 

- Gracias Reluë.....Ida. - dijo, haciendo sendas inclinaciones de cabeza hacia ambos. Le habían salvado la vida. Es lo mínimo que podía hacer. - ¿Estáis todos bien? ¿Qué ha sucedido ahí dentro? - preguntó, yendo de nuevo hacia la caverna. 

Al entrar, vio que Ely y Ashlyn estaban hablando con un desconocido, mientras el enano permanecía hecho un guiñapo en el suelo. - ¿Estáis bien? - preguntó. Sin embargo, no avanzó por dentro de la caverna, y se notó que el paladín no quería arriesgarse a pisar otra de aquellas malditas trampas si no era estrictamente necesario. - Eh....si me decís como llegar hasta vosotras, voy. No me fío, ése trampero puso demasiadas trampas por aquí y en ésta última casi muero. Bray se lanzó a rescatarme pero se lo ha llevado la corriente...espero que pueda salir del agua. - dijo, guardando, ahora sí, su arma y su escudo. 

Estaba empapado y tenía algo de fresco allí dentro, aunque los nervios y la adrenalina del combate le habían mantenido bien, aunque eso pronto cambiaría. Al oír las palabras de aquel extraño que estaba cerca de Ashlyn, Don Urik no pudo menos que componer una sonrisa torcida en su rostro. - Agua...creo que lo próximo que beberé será una copa de vino...he tenido agua de sobra. - 

-Puedo encontrar las trampas de ese enano traicionero.-Susurro mientras espero que me acerquen algo de agua.-Pero necesito librarme de esta parálisis y beber algo de agua... y mis pertenencias, que imagino obrarán en poder de esa criatura.

Bray no pasó cerca de Urik, con lo que el paladín no pudo agarrarle. Tanto Bray como Ulrika habían sido arrastrados por la corriente. Reluë acompañó al paladín al interior de la cueva, dejando a Ida y Valanthe fuera.

Bray ya no estaba cuando salí. No pude hacer nada. Pero el agua le habrá arrastrado hasta el pantano del Ivlis, como a Ulrika.

Lo bueno de estar paralizado era que Lobo no sintió la depilación de Elyzabeth, aunque pudo verlo todo. Elyzabeth masajeó un nudo linfático para drenar el veneno de Varikov. En un minuto, Bray recuperó el movimiento y pudo vocalizar con facilidad. También Elyzabeth logró encontrar, bajo las pieles que servían de cama para el enano, un saquito con monedas de oro que añadir al botín. Lo puso con lo demás: el equipo de Bray, el equipo de Varikov y el relicario. Al abrir el relicario comprobaron que allí solo había una arena grisácea, pero emitía algo de magia, un residuo que casi se había perdido por completo. La reliquia de la santa ya no tenía ningún poder práctico, y a pesar de ello Trina lo estaba buscando por algún motivo.

Reluë y Urik, con cuidado, fueron por el pasadizo hasta reunirse con los demás. Esta vez el Caballero del Cuervo no cayó en ninguna trampa. El semielfo, por su parte, abofeteó suavemente a Varikov para despertarle, y así poder empezar el interrogatorio.

Miro alrededor. No tengo ganas de andar buscando entre las pertenencias del puto enano de los cojones, así que le ofrezco mi propia cantimplora, mientras observo lo que hace Elyzabeth.

Bien, si ya puedes moverte, deberías recoger tu equipo y vestirte adecuadamente. Luego, quizá podrías contarnos como acabaste aquí. Pero tranquilo, primero queremos ver qué dice nuestro amigo puto hachitas.

-Cuando acabéis con él dejádmelo un par de minutos.-Digo sonriendo mientras compruebo que mis articulaciones se van desentumeciendo.-No creo que necesite mucho más. 

Sonrío y recojo mis pertenencias. Empiezo vistiendo mi camisote de mallas. Por si acaso más vale estar alerta y bien protegido. Me coloco mi cinturón, pantalones y botas para estar del todo presentable y escondo en la caña de la bota una pequeña rama de madera con un curioso tallado en una de sus puntas. 
Me cuelgo del cuello un amuleto casero consistente en una bolsa de cuero, de las que usan las abuelas para meter amuletos y talismanes para sus nietos. Y, finalmente, cojo mi arco.
 

-Bueno, parece que esto está.-Digo sonriendo.-¿Echo un vistazo a las trampas? Por cierto, por si alguien puede echarme una mano, estoy sin flechas. Las perdí durante mi captura. Y si pudiera comer algo ya sería inmejorable.

Dicho esto, cojo una antorcha y empiezo a buscar trampas por la sala y los alrededores de forma pausada y cuidadosa.

Soy Ashlyn, de los iluminadores.

-Ya que sacas el tema de iluminar, recordemos llevar antorchas en nuestra próxima incursión- Comentó mientras amontonaba el botín sobre la mesa. Después hizo un gesto con la mano y añadió: –Cuando Sthrad nos cosa a mordiscos, no tendremos problemas para ver en la oscuridad- Su sonrisa contrastaba con el pesimismo de sus palabras.

La clériga no pudo reprimir su decepción al encontrar el relicario lleno de cenizas inertes. Volvió a buscar auras mágicas, pero sólo encontró un eco del poder que debieron de tener en otro tiempo. -¿Porqué Trina tiene tanto interés? ¿Os habéis fijado que su nombre sería el diminutivo de la santa? ¿Será su antepasado? - Elyzabeth tomó un pellizco de cenizas con sus blanquísimas manos y se chupó los dedos.

-¡AGH, COF-COF!- Tosió al inhalar sin querer un poco del polvo gris. –No sé lo que quería comprobar exactamente con eso- Se recriminó con cara de guasa. –Espero que podamos sacar algo de todas formas- Dijo para consolarse y lo guardó en su mochila con cara escéptica.

También añadió las monedas a la bolsa comunal y repartió los virotes de ballesta.

estoy sin flechas. Las perdí durante mi captura. Y si pudiera comer algo ya sería inmejorable.

-Reluë te dejará casi todas. Lo suyo es la varita- Aclaró con media sonrisa. –En cuanto al hambre…¿Quieres una manzana, jovencito?- Sus labios se torcieron en una mueca siniestra hacia el nuevo aventurero. La clériga no aparentaba más de treinta años y aun así le trababa de “jovencito”.

La joven observó lo bien que había curado los labios del hombre y, al no recordar haber oído su nombre, bromeó: -¿Te puedo llamar boca-jersey o tienes un nombre mejor?-

-Cuando acabéis con él dejádmelo un par de minutos.-

Elyzabeth miró al nuevo con simpatía. – Puede que tú y yo nos entendamos. De momento pruébate este camisote de mallas a ver si te sienta mejor que el tuyo*. Ahora voy a despertar al enano para el interrogatorio. Luego, si ese es su destino, te pediré que me ayudes a enbalsamarlo- Dijo guiñándole un ojo

La joven despojó de todo su equipo al enano y empleó el collar de trofeos de Varicov para maniatarlo. Pidió ayuda a sus compañeros para asegurarse de que no pudiera darles más disgustos. Se disponía a despertarlo cuando Urik contó lo que había sucedido en la catarata.

Bray se lanzó a rescatarme pero se lo ha llevado la corriente...espero que pueda salir del agua.

Levantó la mano y apremió a sus compañeros a actuar: -Bray nos ha ayudado y está en peligro. Os propongo salir de inmediato en su rescate…Y el de Ulrika- Añadió de pasada.

-Nos llevaremos todo en los caballos, incluido a éste- Dijo señalando al enano. –Le ataremos  bien.  Tendremos tiempo de escuchar su versión y decidir su destino.  –

-Urik ¿podrías pedir a Hurn que se adelante y busque a los nuestros?-

-Por cierto, mi nombre es Lobo.-Digo una vez me he pertrechado.-No es un nombre muy usual, pero bueno. Es el primero que se le ocurrió a la anciana que me encontró de crío. Me enviaron hace dos meses... día arriba día abajo, a escoltar al hijo de un párroco. Lamentablemente esa bestia nos cazó por el camino.

Una vez me he terminado de vestir, sonrío a la vampiresa.

-Bueno, puede que luego podamos decidir cuál de los dos me queda mejor.-Sonrío. No sé muy bien por qué entro en ese juego, pero supongo que puede ser divertido. En todo caso es momento de ponerse en marcha y la falta de antorchas no ayuda. Malditos enanos que ven en la oscuridad...

El caballero-paladín pateó el suelo intentado quitarse de encima la sensación de humedad que sentía, pero fue en vano. Estaba empapado de arriba a abajo y hasta que no pasara un buen rato, o estuviera sentado delante de una buena fogata un rato, no estaría mejor. Al escuchar a Beth, Don Urik asintió. - Sí, lo mejor será enviar a Hurn por delante, voy a salir y vigilaré la entrada mientras termináis y salís. No soy bueno con las cuerdas. - dijo a modo de disculpa por no ir a ayudar. Le extrañó el interés de Trina en aquellos polvos, pero algo le decía que no los querría para nada bueno. - ¿Creéis que podríamos emplear al trampero para demostrar que el grupo de Jander no son trigo limpio? - preguntó, porque él creía que no lo eran, claro. 

- Don Urik. - le contestó a Lobo cuando éste se presentó tocándose el pecho de la armadura completa chorreando agua que llevaba. - Me alegro de que estés bien. Lamentablemente no porto nada, ni bebida ni comida, ni flechas. Tendré que ir a comprar la próxima vez que pisemos el pueblo. - dijo. 

Volviendo con cuidado sobre sus pasos, salió al exterior. 

No preguntó por la misión de escolta, ni por la identidad del hijo del párroco. Estaba seguro que Elyzabeth y Ashlyn le sonsacarían toda la información, y mucho se temía que ya conocía la respuesta. Su último pensamiento antes de abandonar la cueva fue que Ashlyn parecía más taciturna, iracunda y volátil que antes.