Partida Rol por web

Sonrío cuando veo a Urik resucitar suspirando aliviada. Aunque por otra parte le acabamos de arrancar del cielo para devolverlo a esta pesadilla, no sé si ha sido nuestra decisión más acertada. Pero realmente no sé si podríamos hacerlo sin su ayuda.

No puedo evitar enternecerme cuando veo la escena que protagoniza Lobo pero luego escucho a Ely. Sé que tienes razón, y utilizando el espejo deberíamos poder hacerlo. Pero me preocupa que la demonio puede haber dejado algún tipo de guardia en el corazón, más que nada porque ahora mismo no estamos en condiciones de luchar. Pero si decidís ir allí, deberíamos hacerlo ya.

-¿Hacerlo ya? ¿Pero si apenas nos mantenemos en pie? -dijo Lobo alarmado-. Has estado a punto de morir, Urik acaba de resucitar, yo estoy hecho unos zorros por más que me llame Lobo y Ely... bueno, ella es la que mejor aspecto tiene pero entiendo que su magia está casi agotada. Debemos descansar. Me niego a continuar luchando en este estado.  

-¿Lo dices en serio? -

-Ajá- Asintió insistentemente la nigromante. -Y tranquilo. Volverá a ser el mismo- Sonrió. -No podré decir lo mismo de Reluë, al que puedo devolver a la vida, pero algo más debilitado- La Sacerdotisa volvió el libro hacia Lobo y señaló unos renglones de letras apretadas - Aquí: “Resurrección”…¡No todo lo que hay en este libro va contra la naturaleza!- Justificó con cara de satisfacción. La joven volvió a sentarse y cruzar las piernas. - Solo puedo lanzar un único conjuro de semejante nivel cada día- Luego volvió a mirar a Ash: - Estamos de acuerdo en no volver a separarnos, pero aunque me guste fingir que nada puede quebrarme, mi cuerpo y mi espíritu no dan para más, así que así que repito mi propuesta: o descansamos aquí, o volvemos a Barovia- Elyzabeth miró a Ismark, se quitó el casco y comenzó a recogerse el pelo en una gruesa trenza. -No tardéis mucho en decidir. Debemos reventar una boda-

Entonces estamos de acuerdo en que deberíamos esperar a descansar. Respecto a dónde hacerlo, creo que este sitio es tan bueno como otro. Bueno, quizá no es tan bueno, pero al menos nos acorta camino y posibles trampas. Por lo tanto yo esperaría aquí, en la biblioteca para ser exactos.

Asintió. 

-Yo también me quedaría aquí. Más que nada para no perder de vista el espejo. Ha demostrado ser más que útil y perderlo podría ser un problema -dijo. 

Las armas mágicas siempre estamos listas. Servir y proteger. Nuestro acero nunca se oxida y nuestro filo nunca se mella, los humanos ni siquiera necesitáis afilarnos-dijo telepáticamente Feudieu a Lobo, con cierto orgullo.

El dedo de Elyzabeth señaló un párrafo concreto del Liber Blaspheme: "...horripilante y catastrófica resurrección impía de resultado incierto". Así que sí, el libro hablaba de resurrecciones.

Me sentiría más esperanzado en el retorno de Bray si no estuviera ella de por medio-dijo, de nuevo solo a Lobo.

No era la única incertidumbre. Urik, traumatizado sin duda por su reciente regreso, no había dicho aún ni una sola palabra. En cuanto el paladín se levantó del altar, las runas de la piedra empezaron a brillar muy intensamente. De pronto, el altar empezó a colapsar sobre sí mismo, doblándose, plegándose hasta desaparecer en una nada diminuta. Ya no había altar. Una intensa sensación opresiva empezó a atenazarles. No habría segundas oportunidades. No tenían más colchón para sus acciones. Cualquier frivolidad a partir de ese momento, cualquier ímpetu mal calculado, terminaría con sus vidas de manera definitiva.

Regresaron al elevador y metieron al espejo con ellos. Mientras ascendían se activó de nuevo el glifo de sueño. No fue relevante quién quedó dormido en el viaje de regreso: la trampilla del rellano estaba abierta, y los cuatro héroes fueron recibidos de manera segura y con cordialidad, por Van Richten e Ismark.

No puedo creerlo, ¡funcionó! ¡Urik está vivo!

El noble tendió la mano a los cuatro pasajeros del ascensor, pero su delgado bracito no era de gran ayuda para subir. A Arnak, algo más corpulento para esa tarea, lo vieron al entrar a la seguridad de la ludoteca. Estaba tirado en un sillón, dormido a pierna suelta a pesar de las quemaduras mágicas causadas por la magia de Khyristrix. La verdad es que Walt y Arnak estaban cortados por el mismo patrón.

Pusieron el espejo junto a una de las estanterías de libros. Urik no tenía ni un solo rasguño, incluso se sentía capaz de imponer sus manos y volver a curar las heridas; además aún quedaban dos cargas en el cinturón. Iba siendo hora de que Lobo, Ashlyn y Arnak recibieran más atenciones médicas. También tenían que usar el espejo para mostrar el establo del castillo de modo que Arik pudiera unírseles con unas cuantas provisiones para llenar sus estómagos vacíos.

Por cierto, cuando fui al armario para coger unas cuantas túnicas para que hicieran de manta para esta noche, encontré una marmita. ¿Vosotros sabéis algo de esa olla?

La olla en la que había desaparecido Herr Manneling, el sirviente invisible de Ely, que guardaba en el interior de su líquido la mitad de la llave del portal a otro plano. La habían bajado por el hueco de la trampilla del laboratorio para ocultarla de Khyristrix.

¿Vosotros sabéis algo de esa olla?

Beth negó con la cabeza y acabó por admitirlo: -Pues si- Suspiró poniendo los ojos en blanco. -Creo que es un portal a un plano infernal, así que, si no quieres acabar asfixiado, achicharrado y no sé cuantas cosas malas, acuérdate del refrán: “En la hoya no metas la mano”. ¿No era así…?- Preguntó buscando al de tepest, que seguía dormido. - Esa agradable excursión está en nuestro itinerario-. Anunció para sorpresa del noble. -…Pero tenemos otras incursiones más prioritarias- La joven arqueó una ceja. -¿Cómo es que solo hay media llave?¿Has hecho algo más que traer la marmita?- Beth escrutó el lenguaje no verbal de Ismark. La nigromante prefería ser la única que jugase con artefactos diabólicos. -Podría ser buena idea movernos por el castillo con esas túnicas. Despertaríamos menos la atención- Explicó.  

Beth miró el espejo pensativa, Lo giró de espaldas a los paladines y se concentró en el pozo en el que había dejado a Varik el taxidermista para comprobar si seguía ahí.

-Es un asuntillo personal- Explicó asomando la cabeza un segundo para apaciguar a sus compañeros de moral inflexible.

-Urik. Háblame de tu excursión “al otro barrio”- Dijo para distraer a los demás mientras comprobaba si el maldito enano seguía con vida o su amo lo había liberado.

-¿Tenía todo lo que esperabas, o te arrepentiste de algo al dejar este mundo?- Preguntó desde detrás del espejo.

Tras hacer sus indagaciones* la joven se concentró en la ruta que seguirían tras el descanso. Primero se concentró en el corazón de día y si no funcionaba, recorrerían la torre salto a salto hasta dar con el artefacto. -Si podemos ver a qué nos vamos a enfrentar, optimizaremos nuestros conjuros- Beth buscó instintivamente al mago con la mirada. -¿Queréis que lo reviva al amanecer?- Beth no dejó a Urik contestar. Antes de que el paladín pudiese abrir la boca, la sacerdotisa le señaló con el dedo como si fuera a fulminarlo: -¡Ya has comprobado que nadie revive si no quiere, así que tú ya te has pronunciado!- Tras el arrebato, la joven recobró su tono cordial: -No será ningún Zombi y me niego a que una diabla dicte su destino-

Eres grande, Feudieu. Me maravilla tu factura. Y me sorprende tu forma de ser. Y no creas que no te entiendo, ¿pero qué otras opciones tenemos salvo ella?, dijo a Feudieu al tiempo que dirigía una mirada a Ely. No sé cómo funcionan esas larvas. Y dudo que una vez dentro del cuerpo de alguien puedan ser sacadas sin hacer daño a su anfitrión o matar... 

La línea de pensamiento se cortó súbitamente. Algo alocado acababa de ocurrírsele. O más bien estúpido. 

-Eh, no. Es No metas la polla donde tengas la olla -dijo de forma casi inconsciente, pensando como estaba en otras cosas-. Y si vas a repasar el camino a recorrer desde este lado del espejo, deja que te ayude a buscar trampas y cosas así. No creo que lo vayamos a tener fácil. 

Dio unos pasos atrás u otros adelante, algo reconcomiéndole. Al final se decidió a preguntar.

-Has dicho que podías liberar a Bray con la magia. ¿No habría una forma física de hacerlo? Quiero decir, si están así es porque una de esas larvas les entró dentro. ¿No pueden expulsarse o sacarse de su cuerpo de algún modo? Sé que es tonto plantearlo siquiera pero me diste algo para vomitar hace unas horas -dijo mirando a Ely-. O volviendo a la magia, hay magos que mueven cosas a distancia. Podría sacarse ese puto bicho por la garganta, ¿no? Sí, lo reconozco, me atormenta dejarlo así y no quiero que muera. 

A falta de algo a lo que pegar una patada, dio un zapatazo en el suelo. 

Miro a Elizabeth cuando menciona la posibilidad de resucitar a Reluë. Me preocupa algo así, pues no sé qué tipo de fuerzas involucrará. O más bien si lo sé y no me gusta. Pero por otra parte hablamos de nuestro compañero.

La promesa de Ely de no convertirlo en zombi único que me hace, con un suspiro, terminar aceptando. Si va a ser alguien que respire y no un no muerto, me parece bien.

Ely examinó atentamente las reacciones de Ismark. Era un hombre impresionante, lleno de templanza (por lo menos estando sobrio), y su condición de noble impedía que sus emociones se exteriorizasen (salvo el miedo, porque Ismark era un auténtico cagón). Abrió el armario y comprobó que la marmita seguía allí, y con un trozo de metal al fondo. Según lo leído en el diario de Trina, la llave original se había dividido en dos, y Khyristrix había hecho que sus pupilos las escondieran. Para usar el portal, deberían encontrar primero la otra mitad, pero el diario no decía dónde encontrarla.

Bueno... en teoría, elementos purgantes como el aceite de bejuquillo podría hacer a Bray vomitar la larva en el primer estadio de la transformación. Pero ya es tarde: la larva se ha fusionado con él. La carne habrá obturado sus vías respiratorias, el oxígeno y el alimento le llega a través del limo azulado segregado por las larvas. Cuando los árboles del jardín terminen de absorber lo que queda, se irán muriendo poco a poco.

La inquieta Ely fue al espejo. Fuera lo que fuera lo que estuviera pensando, el espejo le mostró un lugar que estaba en completa oscuridad. ¿La cueva de Varik? Oscuridad. ¿La torre paralela a la que estaban, a la altura del puente? Oscuridad. ¿Lo alto de la torre paralela a la que estaban? Oscuridad.

Lo máximo que podríamos hacer es empujar con telas y trapos los charcos para mover el limo de larva del diablo. Eso haría que algunos de los árboles muriesen antes, pero haría que otros, incluido Bray, vivieran varios días. Si la magia de Elyzabeth funciona, podríamos revertir a Bray mañana; y a otro pasado mañana; y así podríamos salvar a... ¿quién sabe? ¿Quizás cuatro personas? La mano de roble que lleva Elyzabeth al cuello le permitirá hablar otra vez mañana con los árboles, entrevistarlos para decidir quién debe morir o vivir. Optar por los más jóvenes, con más esperanza de vida; o a los más aptos para luchar. La otra opción es la más justa: salvar, después de Bray, a los árboles de carne más cercanos, de manera aleatoria, sin cargar con las muertes de los demás sobre nuestra conciencia.

Urik se acercó a Ashlyn y Lobo, imponiendo las manos para curar las heridas más leves. El Caballero del Cuervo seguía sin estar muy hablador. En la funda de la cimitarra, Feudieu también callaba... Lobo percibía la preocupación del arma por tener que confiar en Elyzabeth y tener que decidir sobre las vidas de todas las personas transformadas en árboles de carne.

Será mejor que comamos algo. ¿Ely, puedes pensar en los establos de este castillo para que Arik pueda reunirse con nosotros con algo de comer?

Ely, que seguía acaparando el espejo, pensó en el establo. El sol de la tarde proyectaba la sombra de uno de los muros sumiendo el lugar en penumbras. Un antebrazo velludo asomaba por el lateral del carruaje fúnebre. ¿Acaso habían matado a Arik cuando no estaban? Al asomar con cautela la cabeza a través del espejo, los ronquidos del posadero llegaron hasta sus oídos: Arik solo estaba tomándose una siesta.

-deja que te ayude a buscar trampas y cosas así.-

Beth parpadeó un par de veces antes de asentir: -Gracias Lobo. Me vendrían muy bien tus sentidos. Al parecer mi visión en la oscuridad se ha agotado-

O volviendo a la magia, hay magos que mueven cosas a distancia.

-Cualquier mujer puede levantarle la verga a un hombre sin tocarlo- Beth lanzó una fugaz mirada a la iluminadora y añadió con una mueca: -No hace falta ser mago. Solo sonreír alguna vez- Se defendió de la severa mirada de la paladina.

-Respondiendo a tu pregunta- Dijo volviéndose hacia Lobo: -Lo haría mediante una plegaria a esa diosa de la que seguís desconfiando, a pesar de haberos salvado tantas veces la vida- Protestó disfrutando de su papel de víctima. -Canalizando su poder puedo neutralizar encantamientos, transmutaciones y maldiciones…Pero solo si no son más poderosas que yo- Añadió encogiéndose de hombros: -…Que no sea por no intentarlo-

Rodolfo explicó una ingeniosa manera de mantener a Bray con vida a costa de otros infelices: - Como sanadora estoy dispuesta a asumir quienes tienen más posibilidades de sobrevivir, pero si lo enfocáis bajo el todopoderoso prisma de la moral…- Elizabeth hizo una reverencia hacia la paladina para cederle esa decisión. - Solo puedo lanzar un conjuro de semejante nivel al día. Si queréis mi opinión: salvaría primero a Bray.  Puedo dejar a Ismark y a Reluë en la posada sin correr riesgos usando el espejo. El alma del semielfo aguardará 8 noches antes de partir, pero Irina no tiene tanto tiempo. La boda nos obliga a movernos en cuanto nos hayamos recuperado.

Después del susto de Arik lograron relajarse un poco y cenar. Incluso la nigromante sacó una de sus manzanas y logró comérsela entera sin sufrir arcadas. Antes de que todos se sumieran en un sueño reparador, la sacerdotisa propuso hacer turnos de guardia. El tiempo que no estuviese durmiendo lo dedicaría al cuidado de los heridos para acelerar su curación.

Frunzo el ceño con gesto de cabreo antes las palabras de Ely pero no digo nada. Todos esos comentarios sobran, mucho que tenga razón sobran. Entonces escucho lo que dice sobre los árboles y demás y me quedó pensativa.

Está claro que tenemos que salvar a Bray, pues no tiene tanto tiempo. Aunque por otra parte me preocupa que Reluë resucite de forma parecida a como lo ha hecho Urik: quedándose mudo. Quizás sea por haber perdido lo que vio allí.

En cualquier caso digo, centrándome en lo que estamos hablando, creo que lo mejor es salvar ahora a Bray y dejar a Reluë en la posada al cuidado de Arnak.

Respecto a los árboles, si solo vamos a poder salvar a unos pocos, me parece bien que Ely decida. Pero me pregunto, si lo que hace falta es que les llegue oxígeno aunque tarde algo más en poder llegarles alimento, ¿no se les podría hacer un agujero en la tráquea para que les entrara aire por ahí?

Ante las palabras de Rodolfo, abrió la boca y la mantuvo así un buen rato, sorprendido de lo que decía, hasta que la cerró con un fuerte chasquido de sus dientes.

-Lo hemos tenido ahí y no hemos sabido qué hacer. Podría haber salvado a Bray y... -cerró los puños hasta que los nudillos palidecieron y se sumió en un silencio obstinado. Ardía de rabia, una rabia que lo consumía. Por ello, el extraño sentido del humor de Ely, le molestó profundamente. No era momento de chistes sobre vergas cuando habían perdido a dos compañeros y Urik había tenido que ser resucitado. Se mordió la lengua para no decirle un par de cosas acerca de su incapacidad para conseguir lo que decía podía hacer cualquier mujer. Ya estaba todo bastante mal como para enrarecer aún más el ambiente-. Rodolfo, lo que estás diciendo es que sin las larvas, los árboles morirán en una agonía lenta. Si es así, y a sabiendas de que solo unos pocos podrán ser salvados, habría que dar paz a los otros. Es lo menos que se merecen -dijo-. Yo mismo lo haré. 

Tras decir aquello, no volvió a hablar. Siguió a los demás, esperando el momento de poder dormir y apagar por unas horas los remordimientos que sentía por su ignorancia. 

Rodeado de una luz que casi lo cegaba, que le dejaba entrever formas y objetos maravillosamente bellos, Urik lloró. Su alma estaba en paz, no sentía miedo, ni dolor, ni hambre o sed. Una paz lo inundaba por completo, y sólo había dicha y sabiduría a su alrededor. Risas y cánticos suaves, tremendamente emocionales y que llegaban hasta lo más puro de su ser, se escuchaban en derredor de él. 

Fogonazo. 

Una mujer muy hermosa se inclinaba hacia adelante vertiendo en su copa un líquido ambarino mientras le obsequiaba con una sonrisa deslumbrante, sus generosos pechos asomaban por la diáfana tela que apenas ocultaba su encantadora forma, rematada por dos alas blancas que se movían suavemente prometiendo caricias ultraterrenales. 

Fogonazo. 

Una cascada infinita, una laguna cristalina llena de peces de cientos de colores que se movían siguiendo un extraño compás, árboles frutales, cerros con miles de flores y hierbas aromáticas, extensiones de hierba verde mojada que llegaban hasta donde el ojo podía ver. Carromatos voladores tirados por angelicales criaturas que dejaban un rastro luminoso en el cielo, provocando la sonrisa de aquel que quisiera contemplarlas. El paraíso. 

Sus ojos se abrieron poco a poco, mientras ciertas partes de su cuerpo le dolían de nuevo, recordándole en ése instante que estaba vivo. Arqueó su espalda y se puso tenso, para luego caer fláccido por unos instantes antes de levantar una de sus manos y mirársela. Sentía una sensación rara, recordaba haber sentido como si alguien le tocara intimamente, su alma, como si alguien conocido se diera a él, le mostrara su interior, húmedo y blando. Estaba confundido, aturdido, y se levantó para recibir un abrazo de Lobo que apenas devolvió y saludar con la cabeza al resto de sus compañeros de forma casi espasmódica, mientras miraba hacia detrás y veía como el altar se doblaba sobre sí mismo en una suerte de rompecabezas imposible que terminaba desapareciendo como si nunca hubiera existido. 

Sin decir esta boca es mía, siguió al resto y los acompañó hasta la biblioteca, allí esperó a que regresaran, y durante un rato estuvo callado, escuchando lo que hablaban e intentando olvidar las imágenes que rondaban por su cabeza aún, pero que cada vez estaban más y más difusas, cada vez le costaba más recordarlas, pues eso era lo que había estado haciendo. Extasiado y embelesado, había tratado de recordar una y otra vez esas imágenes, pues intutía que eran del plano donde su alma había viajado. El plano del Cuervo Sagrado. 

Pero todo lo bueno se acaba, y pronto apenas recordaba más que retazos. Pronto su mente empezó a fijarse más en el aquí y ahora, en el presente, que en lo que había sido o podría ser. Contemplativamente, adivinó qué había sucedido y lo que sus compañeros habían hecho. Mirando alrededor y viendo quien faltaba, más lo que escuchaba, no le costó mucho deducir la decisión que habían tomado sus compañeros.  

Una de sus manos recorrió su pecho, allí por donde habían sobresalido los cuernos que la diablesa le había puesto, literalmente, y por donde su vida había escapado. - Gracias. - logró articular, sorprendiendo a todos de repente. Se acercó a Lobo y le devolvió el abrazo, para luego posar ambas manos en sus hombros. - No lo volveré a hacer. Trabajaremos en equipo. - le prometió. 

- Bray..sí, hay que salvarlo, y....Reluë, también. Del resto, que decida ella. - dijo señalando a Beth, aún semi-aturdido. - Salvemos a quien podamos, el resto son víctimas del vampiro y de la diablesa, no caerán sobre nuestras conciencias. - musitó, con un convencimiento dentro de él que quizá venía de otro sitio. 

- Sí, estoy vivo, pero aún no sé porqué mi alma decidió volver. Creo que aún tengo cosas pendientes aquí. - dijo contestando de alguna forma a la pregunta de Beth, mirando de forma extraña a la clériga, dando a entender mucho o poco, dependiendo de quién interpretara la mirada. Beth, y quizá el resto, sí que apreciaron como una nueva energía en el Paladín, como si se hubiera decidido dejar atrás dudas y temores internos, como si una gran decisión le guiara, un nuevo "Urik".  

Se acercó a Beth y le pidió ayuda para orientarle a la hora de emplear sus poderes curativos con el resto, para dejarlos en las mejores condiciones gastando todas sus recién renovadas energías. Luego se sentó para recuperarse un poco, mientras seguía mirando a la morena mujer con una luz inquietante en el fondo de sus ojos, una luz que hizo arder, involuntariamente, la entrepierna de Ely, tal era la chispa que desprendía, la fuerza de voluntad que atesoraba. 

Miró alrededor, como buscando algo. - ¿El Trilok sigue aquí? Me gustaría preguntarle algo. - 

Ante las palabras de Urik, la lente de la ouija hizo un corto movimiento deslizándose por el tablero para luego detenerse en una zona vacía. El Trílokh seguía allí, y estaba ansioso de tener una buena conversación con sus a-m-i-g-o-o-o-o-s.

Entonces, mañana volveremos a mi posada por el espejo cuatro personas: Ismark, Arnak, el fallecido Reluë y yo. No puedo ni imaginar por lo que habéis pasado. Ni lo que os queda por pasar...

Pero esta tarde estamos juntos, tal vez por última vez, y es buen momento de celebrarlo con un buen vino.

Arik abrió su saco depositando encima de una de las mesitas un pequeño barrilete de tres litros que no daría más de un trago a cada uno de los que estaban allí. También empezó a sacar comida, incluyendo manzanas, pero también ensaladas, quesos, embutido, mermeladas, pan... y un puñado de bayas. Elyzabeth recordó los poderes de la mano del roble, y sujetó el medallón mientras tocaba una a una las bayas.

Ehm... luego te las vas a comer, ¿no? Es de mala educación toquetear la comida que luego podría comerse otro.

Ya no eran simples bayas. Eran bayas mágicas. Ely las repartió entre Lobo y Ashlyn antes de unirse a la sesión de espiritismo de Urik con el Trílokh.

Lobo tomó las bayas y se las tragó. Por lo demás, estaba, cuando menos, ausente. No tenía ni idea de qué querría preguntar Urik al Trilokh y la verdad era que le daba bastante igual. Se sentía herido, dolorido y tenía rota el alma. 

-Creo que podría dormir un mes entero -alcanzó a decir. Su estómago rugió, dejando bien claro que tenía otras ideas acerca de lo que eran prioridades-. Tiene buena pinta eso -su mano se estiró para pillar un buen trozo de pan, sobre el que puso queso y embutido y que devoró más que comió-. ¿Alguien le sirve un poco de tintorro a este perro apaleado? -conforme comía, empezaba a sentirse mejor, haciendo bueno aquello de que las penas con pan son menos-. Urik, ¿qué quieres preguntarle?

Me siento completamente exhausta. Ya ni siquiera soy capaz decir lo que pienso sobre la idea de ponerse a hablar con ese ser. Simplemente me siento demasiado agotada como para decir algo.

Observo lo que saca el tabernero y lo primero a lo que he hecho mano es al vino para servirme una copa o lo que haya y otro a Lobo. Luego cojo una ensalada y un trozo de pan con chorizo. En todo este rato no digo nada excepto un gracias dirigido hacia Arik.

Simplemente siento como todo el mundo se me ha venido encima, demostrándome que otra vez lo he vuelto a hacer: permitir que uno de mis compañeros muera simplemente por no estar cerca de él.