Partida Rol por web

 Con las últimas luces del día, una espesa bruma se extiende por toda la región sumiéndola en su pegajoso abrazo. Lleváis ya varios días caminando por estos extraños lugares, sin saber exactamente a donde ir. 

Tras finalizar vuestra anterior misión (buscar y eliminar a un pequeño grupo de ladrones que habían estado atacando en los caminos de la pequeña ciudad Fordhaven) habéis estado "vagabundeando" por estas tierras extrañas, buscando algún lugar confortable donde poder descansar y como no, vender vuestros servicios al mejor postor. Al fin y al cabo, en esta tierra de oscuridad, un grupo de aventureros siempre vienen bien.

Finalmente vuestro pequeño viaje se detiene en una pequeña posada en medio del camino: Caballo Fatigado. Un lugar como otro cualquiera para pasar la noche. 

Entráis en la posada donde el pequeño murmullo de voces que se oía se detiene mientras los (pocos) parroquianos que hay por el lugar os observan con ligera suspicacia (y alguna que otra mirada hosca). Viendo que sois un (variado) grupo de aventureros, siguen con sus preocupaciones inmediatas, que no eran más que beber, comer y charlar. 

A pesar de que os encontráis en la sala comunal de la posada, esta se mantiene bastante tranquila, quizás debido a que no hay más que un puñado de clientes. No tenéis problemas en encontrar sitio: una mesa se encuentra libre en un pequeño rincón de la sala. Allí os encamináis.

Anibal se desmontó de su poni y lo dejó bien atado en la puerta de la taberna. Su halcón peregrino, siempre fiel durante tantos años ya lo estaba mirando con ojillos de " me quiero ir a cazar"

- Parte mi fiel amigo, nos veremos al alba. .- Y dicho esto mandó a su halcón a cazar.

Entró en la taberna seguido por sus compañeros y dedicó una mirada tranquila a todos los presentes. Al ver que seguian a sus cosas se dirigió hacia la mesa vacia y esperó a que viniera el tabernero. Tenia mucha sed y le apetecía echarse un buen trago de vino.

Entro en la posada y miro a los clientes. Despues de notar que es un lugar tan deprimente como todo el semiplano, indico la mesa vacia a mis compañeros. Camino hacia ella y me siento, para luego llamar al camarero(a):

 - "Quisiera un poco de buena comida y bebida, por favor."

Mientras espero, me pierdo en mis divagaciones.

"Si no fuera por mi triste destino, ahora seria un respetado miembro de la Orden del Radiante Corazon, y encabezaria gloriosos ejercitos contra los malignos enemigos de Amn."

Espero tranquilamente mientras permanezco en silencio.

Un viejo cubierto de polvo, entra con paso cansino en la taberna. Su cuerpo está algo encorvado por el peso de la armadura que lleva (que parece quedarle bastante grande). Ambas manos descansan lánguidas en su cintura, temblando ostensiblemente. Lleva un enorme escudo atado a la espalda que, al entrar, se traba con la puerta del comercio, rebotando contra ésta y haciéndolo retroceder de improviso. La escena se repite un par de veces, hasta que el viejo logra finalmente ingresar a al taberna (después de proferir algunos insultos ininteligibles).

Una vez dentro, su mirada recorre la sala. Es fría como el acero. Limpia y penetrante, despojada de los rigores del camino (incluso de los avatares del tiempo o del dolor). No parece corresponder a ese cuerpo marchito.

Sus ojos se detienen en una mesa desocupada, cerca de una ventana. Se acerca con paso decidido a ella, golpeando en el camino a algunos comensales con su escudo (e incluso tirando alguna que otra jarra de vino). Una vez alcanzado su objetivo (y sin hacer caso a las incipientes protestas que comienzan a surgir a su alrededor) comienza el arduo proceso de desembozarse el escudo de la espalda. Finalizado el mismo (varios minutos después), se desploma sobre un taburete, haciendo señas al posadero.

- Las privaciones fortalecen el espíritu…así que tráigame lo más… simple que tenga. Por favor.

Antes de entrar en la posada, Clidna mira hacia arriba donde un murciélago se mantiene en el aire observándola...

- No me mires así, ya te dije que no te puedes comer el halcón!

Luego mientras espera un tiempo prudencial entra detrás de Rudolphus no sin suspirar levemente y avanza hacia la mesa siguiendo el rastro de su compañero, recogiendo alguna que otra vasija del suelo y mirando a los comensales sonriendo y con cara de circunstancias.

- Bien un poco de descanso y comida casera tampoco nos vendrá mal! sonriente mira a sus compañeros sin saber muy bien que debe pedir

 Al poco rato el camarero (un hombre de aspecto hosco) deja varias jarras de cerveza en la mesa y un pequeño bol con patatas y pan. Tras preguntaros si vais a cenar (un guisado es lo único a elegir) y viendo vuestra contestación afirmativa, vuelve hacia la cocina.

Anibal toma una de las jarras de cerveza y la huele previamente, luego hace una mueca de desagrado, y arrugando el hocico le da un trago.

- Es bastante mala, pero creo que en esta taberna es lo mejor que nos van a despachar. - Mira a las patatas y pincha una para llevarsela a la boca. - O tengo mucha hambre o las patatas estan deliciosas. Creo que será lo primero.

Luego se recuesta contra el respaldo de la silla, tomando una posición cómoda, poco discreta, y mira a los presentes.

Observo con mis extraños ojos de color lila, desde el oscuro rincón en el que me encuentro sentada, como el posadero deposita en la mesa unas cuantas jarras de cerveza y un pequeño bol lleno de patatas.

Después, procurando que mi deformada mano con cierta forma de garra no sea demasiado visible para no asustar a los parroquianos que se encuentran en la taberna, agarro un pequeño puñado de dichas patatas y, sumergiendome de nuevo en la oscuridad, comienzo lentamente a comer.

- No insistas... Sé que la comida de este lugar es una auténtica bazofia, pero te repito, una vez más, que no pienso comerme a mis compañeros... No, el halcón del explorador y el murciélago de la druida tampoco son una opción... -

Clídna prueba el guisado.. e inmediatamente saca una pequeña bolsa de su cinto sacando un cuantos trozos de hojas con distintas tonalidades de verde; Luego delicadamente con sus dedos rompe a trocitos las hojas y las reparte en su plato.

Sin esforzaros demasiado oléis un leve aroma de jazmín y otras plantas "aromáticas".

- A este guisado le faltaba algo.. Queréis? es una mezcla de hierbas que utilizaba para preservar cadáveres en el bosque, le viene al punto!

 En el momento en el que la druida comienza a ofrecer sus hierbas para hacer comestible una ya de por si mala comida, la puerta de la posada se abre de golpe, momento en el que todas las cabezas se giran para ver quien llega. 

El recién llegado sacude el barro de sus botas con grandes pisotones, para después avanzar con pasos confiados y arrojar una carta sobre vuestra mesa. 

El pueblo de Barovia necesita héroes- dice en común con un fuerte acento- vosotros seréis tan bueno como cualquier otro- sin otra palabra, se da la vuelta para irse.

Anibal se levanta de un salto y agarra al vistani por el hombro, obligándole a girarse

- No te vayas tan rápido, quédate con nosotros y dinos quien te envia

El vistani, muy poco amable, hace un movimiento con el brazo queel gnomo se ve obligado a soltarlo si no quiere salir volando por la taberna, y se marcha de alli con viento fresco. Regresa a su mesa y se vuelve a sentar tomando la carta y con una daga abriendola para leer en voz lo suficientemente alta como para que sus compañeros y nadie más le oiga y empieza a leer.

 El vistani mira al gnomo con ojos suspicaces

La carta es del Burgomaestre es todo lo que se. Si queréis saber algo más tendréis que leer la carta.

 El gnomo tras escuchar esas escuetas palabras, lee la carta en voz alta:

 Saludos a vosotros, poderosos y valientes:

Yo, humilde servidor de la población de Barovia, os envío mis respetos, y os suplico encarecidamente que acudáis a prestar la ayuda que tan desesperadamente necesita ésta nuestra comunidad. 

El amor de mi vida, Irina Kolyana, ha sido maldecido por las brujas de la colina Lysaga, e incluso la buena gente de nuestro pueblo se ve impotente para liberarla de este encantamiento. Se marchita bajo la maldición de las brujas y nada me conglaturaría más que liberarla de tal destino.

Esta comunidad es próspera. Os ofrezco todo lo que esté en mi mano a vos y vuestros camaradas, si respondéis afirmativamente a esta desesperada petición de auxilio.

¡Acudid presto, ya que el tiempo vuela!¡Todo lo que pose será vuestro!

                                 Kolyan Indirovich             

Burgomaestre de Barovia

Anibal tras leer la carta la deja encima de la mesa y se levanta, acabandose su jarra de cerveza

- Algo habrá hecho, voy a por otra ronda ¿alguno quereis otra jarra? .- Y con viento fresco, "Requiem" se acerca a la barra y llama al camarero para que le ponga otra jarra más.

A la que el camarero se le acerca, Anibal juguetea en la barra con  una monera de oro, mucho más de lo que vale esa jarra de cerveza y le pregunta en voz baja

- Estoy seguro de que tu sabes algo acerca del burgomaestre de Barovia y de la terrible maldición que aflige al pobrecito amor de su vida. Las brujas no maldicen a nadie porque si ¿Que tal hombre es? ¿La población esta contenta con él?

 El hombre te mira con cara de pocos amigos. Mira la moneda con signo de avaricia, más te contesta:

No se nada de lo que ocurre en Barovia- responde- y lo poco que se del Burgomaestre es que tiene una hija llamada Irina, y no ha sido mal gobernante. Al menos no han existido quejas formales contra él. Poco más puedo añadir. En general, no nos gusta chismorrear en asuntos ajenos.

- Es una lástima, a mi no me gusta pagar informantes que no me informan.- Y dicho esto se guarda la moneda de oro, saca las de cobre para pagar lo justo de la cerveza y se vuelve a la mesa con sus compañeros.

Ante las miradas de sus compañeros lo único que se limita a decir es:

- Debemos hablar con el burgomaestre cuando antes. Más que nada para saber que lo que le haya ocurrido a esa mujer no sea algo que ella misma se lo haya buscado.

El viejo clérigo había aguardado en silencio la llegada de la comida, observando atentamente el lugar que lo rodeaba y la clientela que había en él. Cuando el posadero había finalmente regresado con las jarras y los cuencos, Rudolphus apoyó los codos sobre la mesa y juntó ambas manos frente a él. Depositó su arrugada frente en los puños cerrados y cerró sus ojos, mientras susurraba una plegaria casi para si mismo.

Allí había permanecido el viejo guerrero de la Fe, recluido en su mudo agradecimiento por el sustento que el Señor había depositado en su mesa. Ni siquiera había prestado atención al extraño, y solo cuando hubo terminado sus plegarias pareció volver a la realidad. Dibujo un extraña figura con su mano derecha, justo sobre el corazón, y luego tomó la carta con manos temblorosas.

Se demoró un largo rato mientras la leía, acercándola y alejándola alternativamente para acomodarla a sus gastadas pupilas. Finalmente, habló con una voz bastante cascada pero indudablemente firme.

- Se lo haya buscado o no, es nuestro deber ayudar al enfermo y proteger al indefenso. Así lo quiere Pelor, y así debe hacerse. Nadie sabe el final de todas las cosas, y mucho menos el principio. No es nuestra tarea juzgar los motivos, sino atender en la hora de mayor necesidad.

El clérigo concluyó su perorata con una sentida reverencia a su compañera Elsbeth, como si parte de aquel farragoso discurso tuviera algo que ver con ella.

- Yo digo que hablemos con ese Burgomaestre.

Al escuchar al Vistani, mantengo la reserva. Nunca he confiado demasiado en los gitanos y esas gentes. Una vez que se va, apoyo con entusiasmo las palabras de Rudolphus:

  "Esas criaturas del mal deben ser castigadas y los inocentes deben ser salvados en nombre del bien y la justicia que tanta falta le hacen a este oscuro lugar. Por fin tenemos la oportunidad de blandir nuestras armas para una causa elevada, digna de nosotros."

Espero la respuesta de mis compañeros sin esconder la emocion que siento.

Clídna aún con la mano alzada y algo molesta ante la interrupción... observa la visita y escucha sus escuetas palabras..

- A ver, un poco maleducado es este chico, ni un buenas noches... pero podemos ir a ver almenos de que se trata después de comer algo y descansar, si me permitís el consejo; he visto demasiados aventureros muertos en la noche en su afán de llegar a su destino sin descansar lo debido.. el bosque no perdona.

Clídna parece interesada pero a diferencia de sus amigos no desprende tal extrema preocupación por la supuesta mujer maldecida. De todas formas y ante la preocupación de Rudolphus posa su mano suavemente encima de la de él y añade: - Aunque si realmente lo creéis necesario señor, podemos buscar algún sendero seguro ahora mismo.

..me recuerda tanto a mi abuelito..