Partida Rol por web

Las puertas del Morgan's se abrieron de manera apresurada y estruendosa, haciendo que no pocos colonos echasen mano de sus armas cortas antes de volver a bajarlas con mirada de incredulidad e interés. Hugo, el joven ayudante e hijo de Doc, un sarcástico pero eficiente matasanos local, era quien había abierto las puertas de esa manera. Sus ropas, algo mojadas por la fina lluvia, hacían juego con su pelo, también empapado. Su cara mostraba una preocupación genuina y seria, mientras sus ojos se mueven entre los presentes:

- ¡Señores, por favor, mi padre necesita de vuestra ayuda en la clínica! Si no hacemos algo, el caravanero herido y su mercenaria morirán, ¡Por favor, vengan!

La gente, algunos con más gana que otros, comienza a levantarse para ir a la clínica, mientras de fondo podéis escuchar a Morgan en su tono habitual:

- ¡Eh, samaritanos, os tengo anotadas las cuentas, que nadie se vaya sin pagar!

Mientras, algunos vuelven a pagar y otros prosiguen haciendo gestos a Morgan de pagarle luego, para descontento del tabernero. Como unos de los últimos en el establecimiento, el joven os mira uno a uno, con una mirada que transmite cierta súplica.

Habiendo pagado mi trago cuando lo sirvieron, me dispongo a ayudar: el médico es el médico. Me levanto y entono hacia quienes se animan y hacia quienes no:

- La libertad ajena amplia la propia hasta el infinito*. ¡Trabajemos en pro del bien y la libertad del prójimo, vecinos! ¡Porque hoy es ese médico o ese mercader y la mercenaria, pero mañana seremos nosotros! -Digo encaminándome a la puerta- ¡Vayamos! ¡Vayamos con el chico y que nuestra prole se sienta orgullosa de sus padres!

- Maldita la gracia que me hace salir con este frio. Pero es una oportunidad de ver como de unida está la comunidad. ¡Tanto potencial...!

El se levanto del taburete, terminando su vaso de licor. Observo sin decir nada a los presentes, y dejo las chapas suficientes para pagar su bebida, el resto de lo que estaba comiendo, quizás algo de brahman, se lo tiro a un perro que estaba a la altura de sus botas. Su expresión, inexpresiva, se fijo en todos los presentes y ninguno.
Su sobretodo negro, rasgado, que no se había sacado para beber, lo siguió como si fuera una capa, y antes que todos, mientras el hombre oriental se molestaba en motivar a los lugareños con un discurso, el se apronto a salir de allí, sin confirmar si ayudaría al muchacho o simplemente quería alejarse de los problemas.

En el ultimo instante, indico, en voz baja.
- Vamos, Bandido. -
Y el perro, que estaba masticando su carne, paro las orejas primero y luego, salio raudo con el.

Susan se encontraba disfrutando de los pequeños bocados de una comida que recibía el nombre de la misma ante la falta de algo mejor. Sentía como la sensación del trabajo bien hecho, y el muslo de una rata topo, llenaban su estomago. El vacio que sentía al ver como su objetivo se desvanecia entre las brumas de las leyendas era mitigado por los sentimientos del ahora. Cuando entró el chico no se movió de su sitio en primer lugar, todos pasaban por momentos malos en un apocalipsis como aquel pero cuando vió que todos se movilizaban decidió dejar caer un par de chapas junto a su plato, apurar la bebida y seguir al rebaño mientras rohía el hueso del muslo.

No era como si tuviera animo de ayudar, pero curiosa era un rato.

Como venia siendo habitual estos dias habia ido al local de Morgan muy tempranos tras pasar la noche sin poder dormir bien debido a malos habitos, trabajar por la noche hasta las ultimas horas y alguna que otra pesadilla. Me encontraba tirado durmiendo sobre una pequeña mesa apartada con un plato a medio comer de lo que aqui se llama comida y un vaso vacio de la bebida local para poder pasarlo sin muchos problemas

Tras el alboroto monetado levanto la cabeza Eh? que pasa? Limpio un poco los ojos par poder ver con mas claridad quien es el que a montado todo este lio El niño del doc? que se les habra roto esta vez? Me levanto con cierta dificultad y apoyandome en le mesa escucho el discurso tan solemne que han dado a lo parroquianos. Dios! cuanta energia a estas horas de la mañana. Susurro para mi mientras me despido de Morgan por el desayuno le dejo un par de chapas en la mesa y dando unos pequeños tumbos me pongo camino.

John estaba acabando de degustar su entrecot de Brahman cuando el chico irrumpió en el local, buscando ayuda. Levantó la vista del plato y no pudo evitar el impulso a ayudar, muy a su pesar. Esto tenía que ser una jubilación, y aquí estaba, seguro que a unos minutos de comprometerse a ayudar a alguien. Jodido Petey "9 vidas" ya podía haber tenido otra última voluntad. En fin, se levantó para ir hasta la barra a pagar a Morgan:

- Aqui tienes Morgan, y dale esto a la chef con mis felicitaciones. Y eh, me aseguraré de que ha recibido esa propina. - Dijo el grandullón de casi dos metros con una sonrisa cansada antes de dirigirse a la salida.

- Esto es el Yermo Helado, amigo. - Se dijo a sí mismo al salir, repitiendo la frase que Petey le había dicho tantas veces en el pasado cuando la cosa se ponía cruda.

Nathan y Bandido salieron al exterior, con su ligera llovizna, junto al barullo de gente que movidos por las ganas de ayudar o la curiosidad, se acercaban a la clínica. Discretamente, ambos se separaron hacia otro callejón que daba a la parte trasera de la modesta clínica de Doc. Desde las diferentes ventanas, pequeñas y rectangulares, podía ver las distintas salas. En la primera, ves cuatro camas vacías, de las que una corresponde a la de Doc, y otra a la de su hijo Hugo, mientras que las otras dos supones que son para acompañantes de pacientes. La segunda sala, es un pequeño quirófano bien esterilizado para los estándares del Yermo Helado, con material perfectamente organizado. La tercera sala, es la sala de los pacientes, con los diferentes boxes separados por telas, en los que ves a los pacientes de la semana: El caravanero, herido y febril pero entero, su mercenaria, conectada a algunas máquinas y con pinta de estar en las últimas, y un joven con un vendaje en el brazo derecho, que tenía pinta de haber sido operado el día anterior por un disparo o herida lacerante. La cuarta sala, y primera desde el punto de vista del usuario, era la recepción, donde Doc, su hijo y todos los que cabían del Morgan's estaban prestando atención a lo que el Doctor iba a decir. La última "sala" eran los aseos, discretos pero limpios. Para ser un salvaje, Doc era un profesional y al parecer un maníaco de la limpieza.

Un día más en la rutina del yermo helado. Madrugar, respirar el aire frío que parce atacar los pulmones con miles de alfileres, instamash para meter algo en el estómago y directo al bar de Morgan a tirar la mañana a esperar noticias.

Otro día más esperando nuevos indicios, nuevas pistas que me acerquen a esos malnacidos.

El tenue sol va pasando por las vidrieras del bar haciendo los rayos dancar al ritmo de la música mientras avanza el día.

Y por fín, tras largas horas en la barra contemplando el vayven de los lugareños y comensales, el estruendo de las puertas rompe la calma anunciando que algo o alguien ha alterado el estatus quo de este recóndito lugar.

Contemplo como la gente parte casi en masa a ver qué ocurre. Una resupesta esperable en un lugar en el que casi nunca pasa nada y dónde la curiosidad se impone a la prudencia.

Dando una profunda calada al puro en mi boca, me levanto del taburete con un sonoro quejido que oculta la excitación que realmente llevo dentro ante la posibilidad de obtener nueva información.

- hhhhmmmppfff - gruño lanzando una chapa a la barra - a ver qué tripa se ha roto esta vez - 

Colocándome el sombrero sobre mi fruncido ceño, camino el último parsimoniosamente hacia la puerta.

La gente se agolpaba en la recepción de la clínica, los casi 20 asistentes incluyendo a nuestros aventureros entraban algo ajustados a ésta. Tras el mostrador de recepción estaba Doc, y su hijo Hugo se puso a su lado asintiéndole en silencio. El doctor se recolocó sus gafas, claramente alegre de que haya tantos voluntarios, pese a la gravedad de la situación. Tras alzar una mano lentamente para pedir orden entre el murmullo, comienza a hablar:

- Conciudadanos y forasteros por igual, gracias por acudir tan pronto a estas horas. Tenemos un problema: La joven mercenaria se encuentra en estado crítico, y el caravanero también está en riesgo, aunque goza de más tiempo. Ambos necesitan antibióticos de categoría superior, y la joven además necesita una máquina de diálisis más potente que este cacharro que tenemos aquí. Si no las conseguimos en 48h, la joven morirá, y el hombre no mucho después. Necesito que un equipo de voluntarios vaya hasta las ruinas de Barlow City, todos los locales hemos crecido con las historias del pueblo embrujado, pero siempre he creído que son cuentos de viejos. Lo único bueno de toda esa leyenda, es que el Hospital Cheiron de Barlow estará sin saquear, al menos de cara a lo que necesito. Dudo que los saqueadores, de haberse atrevido a entrar, sepan qué buscar. He mandado un mensaje al Concilio, ellos pagarán vuestros esfuerzos y os aprovisionarán de ser necesario. Y bien, ¿Quién se presta voluntario?

El tono de Doc era serio y preocupado, ya que sabía que sin ayuda, esos dos pacientes eran cadáveres andantes.

Me adelanto el primero, esperando probar la receptividad de la gente y agrandar el grupo. Me quito el sombrero para gesticular con él en la mano, lo que me consta que es más tranquilizador que agitar el libro o, desde luego, un arma:

- ¡No hay nada que temer del más allá, amigos! ¡La superstición no es más que opio... que droga para la mente*, y todo el que se atreva a ser un hombre mejor y demostrarlo, será recordado como un héroe!

Me vuelvo a poner el sombrero y me dirijo al doctor:

- Cuente conmigo, doctor. Mañana esa máquina podría salvarme la vida a mi. O a usted. -luego señalo a la concurrencia- ¡O a cualquiera de vosotros!. ¡Los pueblos formados por hombres valientes son siempre prósperos!

Dicho esto, me coloco junto al doctor, intentando parecer lo más confiado posible.

- Y bueno... las chapas tampoco vendrán mal a la causa. -pienso con una punzada de sentimiento de culpa- Y siempre podemos encontrar cualquier otra cosa que solo sea de interés para nosotros. 

Susan observaba la escena con remarcada indiferencia mientras roia el hueso en silencio. A ver, evidentemente contaba con la empatía suficiente para sentir la muerte de dos personas, pero... la muerte era tan habitual en aquel mundo como comer o respirar. Por otro lado si hubo algo que le despertó la curiosidad, algo que visto desde fuera podia parecer compasión.

Sin soltar el hueso se acercó a la maquina de dialisis y levantandose la manga sacó su Pipboy para escanear la maquina, si el problema era la potencia podía tratar de buscar los motores y quizas mejorar el sistema para hacerle ganar algo de potencia y así algo de tiempo.

Desde fuera se la veía tecleando rapidamente con el hueso en la boca.

¿Una reparación contrareloj con la vida de una persona en juego? ¡Eso era adrenalina!

Al llegar a la clinica me siento con los ojos cerrados y la espalda pegada a la pared con la esperanza de poder descansar un poco mientras explican lo sucedido.

Me estaba volviendo a quedar dormido cuando vuelve a soltarnos un discurso el mismo tio de antes. Hey! Buen discurso, espero que no se quede solo en palabreria barata y que puedas ayudar. le comento antes de volver a cerrar los ojos un rato

- ¡Ah! ¡Ahí está el descreído! ¡Siempre hay uno!. 

- ¡Por de pronto yo ya he aceptado hacer algo al respecto! -Sonrio- ¡Pero siga durmiendo, buen hombre! ¡No deje que dos vidas humanas se lo impidan!

Acto seguido vuelvo a esperar que la vergüenza haga a alguien más mover un dedo. Una chica -mona- parece estar trasteando con el aparato que nos han pedido reemplazar. Pero si el doctor la deja, imagino que la conoce. 

Me acomodo la posicion Pues avisame cuando salgamos, ahora no puedo atenderte bien le hago un gesto con la mano y sigo intentando dormir.

Si quienes han atacado la caravana son quienes creo que son, entonces salvar la vida de la mercenaria y el caravanero se ha convertido en mi primera prioridad.

- Cuánto antes esten sanos y lúcidos, antes podrán darme todos los detalles sobre el ataque y los atacantes -

Mientras la chica del pelo azul se lanza viciosa contra la máquina de diálisis y el predicador se ensaña en uno de sus discursos y en predicar, valga la redundancia, en particular en el primero que le contesta con cierta duda y cinismo, me doy la vuelta y salgo de la clínica.

- No hay tiempo que perder - 

Una vez fuera me detengo un momento y me enciendo de nuevo el puro mirando de soslayo a ambos lados.

Al cabo de pocos segundos, me llevo los dedos a la boca y silbo en alto

-  Fiiiiuuuuuu -

 Pálido alza la cabeza del cubo de heno al escuchar la llamada de su amo y acude a mí.

Observando y saliendo de la oscuridad de las sombras, con voz tranquila y sosegada, el hombre silencioso apareció detrás de Connor.
- No dudo de sus capacidades, pero quizás seria mejor que esperase a llegar todos juntos. Es solo una sugerencia. – dijo algo indiferente. – Bonito Corcel. –
El perro que lo acompañaba miro al Jinete del invierno, giro la cara, y luego siguió al hombre al interior de la clínica.

Tras las palabras iniciales de Deng, uno de los jóvenes presentes, vestido con un traje elegante y apoyado contra la pared de brazos cruzados, se incorpora y despeja su flequillo rojizo de delante de los ojos, antes de aclararse la garganta y exclamar:

- ¡Estoy con el Predicador! Conciudadanos, necesitamos ayudar a esta pobre gente, qué dice ésto de nosotros, un pueblo que se jacta de acoger a todo el que necesita refugio, si los abandonamos a su suerte.

Gallahad destacaba en medio del tropel por su altura y anchura, sacando casi una cuarta a la media de los colonos. Ésto, hacía sencillo de ver su cara con expresión seria, de alguien que ya había visto situaciones así antes y sabía lo que era tener gente al borde de la muerte o conducir expediciones hacia el peligro para salvar a otros. Tras los discursos de los carismáticos de la turba, simplemente añadió:

- Contad conmigo. Pero tened en cuenta una cosa: esto no es un paseo por el parque. "El Yermo Helado es como una majestuosa bestia sanguinaria, si consigues que te respete, con suerte te matará el último". Recordad esto ahí fuera. Voy a prepararme, os veo en media hora en el Morgan's.