Partida Rol por web

Nuestro amigo Farahail comenta que el flechero no es muy sociable... eso quizás juegue en nuestra contra. Contrariado, vigilo a nuestros animales asegurándome de que se comportan debidamente. Me reconforta acariciarlos de vez en cuando, y a ellos parece que también les tranquiliza.

-Farahail, quizás alguien que conozcas podría alquilarnos esa barca que mencionó Musgoverde, ¿verdad? Si no sabes de nadie, quizás en la taberna puedan orientarnos. Ya sabemos que la información fluye muy alegremente por allí.

¡Ah, las tabernas y las posadas! Qué lugares tan magníficos para forjar amistades, encontrar información y a la vez quizás caer en desgracia o buscarte problemas.

- ¿Quién sabe de…?  Ummm ah… - y de pronto pone cara de asco – Supongo que el consejo de ancianos, Idrazor es su portavoz. Pero mejor que no le habléis de mí, no me tiene en alta estima – Y a juzgar por la cara de Farahail, el sentimiento debe de ser recíproco – Se le puede encontrar de normal en la sala de portavoces, el edificio más grande del pueblo, justo al otro lado de la fuente central. (nº 1)

A la pregunta del Hobbit levantó los hombros – La gente del mercado supongo, pero nunca le conocí lo que se llamaría… un amigo – Ahí Musgoverde recordó sus primeros pasos en la ciudad y su contacto con Trigor el herborista.

Y a las palabras de Axe, asintió con la cabeza – Sé de alguien que tiene una barca y me la podría prestar, dejadme que me encargue yo de eso, solo decidme cuando la necesitáis ¿Si?

-Conozco a alguien en el mercado. - Dijo Musgoverde. -Puedo ir a preguntar mientras vosotros habláis con el tal Idrazor. -Le sugirió a Mutfast y Axe.

-Farahail, si puedes conseguir esa barca nos harías un gran favor. - Le dijo con una sonrisa. -¿Podrías tenerla para la tarde? Nos reunimos aquí de nuevo para comer y vemos cómo hemos avanzado cada uno. ¿Os parece?

- Por mí de acuerdo, Axe y yo iremos a hablar con el anciano y veremos si logramos más información. - aunque separarnos no es la mejor de las ideas al tener cierto enemigos que pueden habernos reconocido es la mejor forma de acelerar las cosas -  Ten cuidado Musgoverde, no sabemos si sabrán quiénes somos y debemos andarnos con cuidado. - Miro a Huesos y le digo - Cuida de tu amigo, nos vemos en un par de horas para comer algo y descansar tras esta noche...

Dicho esto me preparo para ir con Axe a hablar con Idrazor y ver qué puede contarnos.

-Musgoverde, bien pensado. Viento y Samman pueden venir con nosotros y esperarnos fuera del edificio, no quisiera importunar con su presencia en el interior de esa sala de portavoces de tan distinguido edificio. Sabrán comportarse.

Lo digo y les acaricio la cabeza, parecen entenderme. Los animales son seres fascinantes, como siempre pude comprobar. Y si además hay un vínculo especial con ellos, esa unión es casi mística.

-Sea pues, amigos. Nos veremos aquí en un par de horas, si todo va bien. ¡Esperemos obtener respuestas! Una buena comida nos espera entonces para compartir lo que hayamos descubierto. ¡Que los dioses nos acompañen!

Mut ya estaba preparado para ir a hablar con el anciano, y lo.mismo hago yo tras un gesto de despedida a Musgoverde y Huesos.

-Ojalá Idrazor sea dicharachero, pero quizás no tendremos tanta suerte. Tanteémosle con cuidado, Mut.

La reunión es fructífera, y el grupo decide dividirse para adelantar, al fin y al cabo no parece que se vayan a desempeñar labores de peligro. Farahail deja las pintas pagadas y parte hacia su contacto para conseguir esa barca. 

Te despides de los demás y partes hacia el mercado, Farahail te acompañe un tramo pues su camino coincide con el tuyo - Me gusta mucho eso de que sois de llegar hasta el final de los misterios - Te dice - Bueno, me voy para allá - Señala en dirección a unas casas bajas cerca del río - Hasta dentro de un rato - Y ya os separáis.

Llegas a la zona del mercado para ver que aún lo están montando. Trigor ya ha montado pero está preparando su género para que quede organizado y vistoso.

La reunión es fructífera, y el grupo decide dividirse para adelantar, al fin y al cabo no parece que se vayan a desempeñar labores de peligro. Farahail deja las pintas pagadas y parte hacia su contacto para conseguir esa barca. 

El pueblo no es que sea muy grande, pero ahora vais hacia una zona que no habíais visitado. Bordeáis lo que se conoce como la fuente principal, al que le aporta agua un canal que se desvía del curso del río. Hay un par de puentes para cruzarlo, vosotros pasáis por el izquierdo que es el que queda más cerca de la posada. 

Atravesáis unas edificaciones, a la izquierda lo que parece ser una especie de cuarteles, y a la derecha por los inconfundibles golpes contra el yunque, la herrería. Un giro a la derecha para ver el gran edificio llamado como Sala de Portavoces. En las escaleras que dan acceso a la puerta principal, una muchacha de rodillas se afana el dejar bien limpios los peldaños de piedra.

Musgoverde alzó una mano para despedirse de Farahail, pronto volverían a encontrarse en la taberna y esperaba que el bardo pudiera conseguir aquella barca para poder investigar al otro lado del río cuanto antes. Si que era cierto que eran de llegar hasta el final de los misterios, al menos Musgoverde, que no podía dejar su curiosidad sin saciar.

Caminó con Huesos hacia el mercado, de nuevo los dos solos paseando por aquellas calles, ya con mejor orientación sobre la ciudad que de recién llegado. Le gustaba caminar con huesos. El perro, por lo general, caminaba a su lado meneando la cola feliz y de vez en cuando se adelantaba para olfatear algo o, sí veía que Musgoverde mostraba despreocupación, cogía un palo y se contoneaba delante de todos con la cola erguida y la cabeza bien alta.

Cuando llegaron al mercado, Trigor estaba montando su puesto. Musgoverde no tenido tiempo de buscar las hierbas acordadas, aunque esperaba que el herborista no supusiera que venía ya a dárselas. Por si acaso no estaba muy cooperador, Musgoverde buscó con la mirada a aquel niño que se había encontrado el día anterior por aquella zona.

-Buen día, maestre Trigor. - Saludó el anciano con voz enérgica y amable. -¿Se prepara un buen día de venta? Espero que sí, he oído decir que hay una plaga de juanetes por uno de los arrabales. Estoy ultimando los preparativos para mi partida. Me han hablando de un lugar donde hay buenas hierbas sanadoras, pero me han advertido de que hay unos cuantos peligros rondando cerca. ¿Por casualidad no conocerá dónde puedo proveerme de flechas para mi arco? Me temo que mi buen amigo Huesos confundió mi último carcaj con su saco de juegos... -El perro, ajeno a la conversación, olisqueaba un árbol con sumo interés.

Veo a la muchacha que está limpiando y como no quiero estropear su trabajo me detengo antes de poner un pie en los escalones. Sobre todo ya que mis pies poseen el polvo del camino y no es plan de estropear su trabajo.

- Buenos días - la saludo con un gesto de mi mano - ¿Podrías, por favor, decirnos si hay otra forma de acceder a la sala de portavoces sin ensuciar los escalones? No queremos echar a perder tu labor. - me señalo los pies - Y más cuando un hobbit como yo anda siempre descalzo...

El cuidado de Mut para con el trabajo de la muchacha me enternece. Cierto es que es una labor a menudo menospreciada.

-Venimos buscando a Idrazor. Si no está dentro, evitaríamos pasar de todos modos. ¿Podrías indicarnos dónde encontrarle?

Supongo que estará ahí, pero si la muchacha tiene a bien dirigirnos a otro lado será tiempo ganado. Miro lo limpios que están mis pies antes de pisar en lo fregado, por si acaso.

Me imagino que quienes nos estén viendo tendrán una escena algo cómica que relatar, contando que dos desconocidos armados tenían cuidado antes de.pisar el suelo mojado que fregaba una muchacha. 

De ser así, quizás les quedaba mucho por aprender.

– Ah…  - Mira al cielo – Solo espero a la clientela más fiel, va a estar un poco flojo el día… - Responde.

Del chiquillo no hay ni rastro, tal vez sea demasiado pronto o sus padres lo hayan atado en corto.

Tu táctica es tratar el tema de forma indirecta, sin que el hombre sepa por donde vas – Bien, no tengo prisa, ya ves que no hay cola para comprar – Se ríe

Y con respecto a lo otro… - ¿Flechas? Ah sí, aquella casa pequeña es la pluma gris, hacen arcos y flechas de todo tipo. No creo que tarde en abrir.

Huesos levanta el hocico al aire, seguramente embriagado por tantos olores distintos del puesto de Trigor.

La muchacha levanta la vista del suelo y mira al pequeño ser, tamaño de niño, pero modales y vestimenta de adulto. Hace un aspaviento como quitando importancia - No os preocupéis, luego lo repaso de nuevo.

Se incorpora un poco más y pone los brazos en jarra - ¿Idrazor? Solo suele venir si hay consejo, y no lo he visto… no, me parece que no está. Yo preguntaría… Ummm… Justo por donde habéis venido, nada más crucéis el canal, a mano derecha, la mansión más grande es su casa, no tiene pérdida…

Toca desandar parte del camino, pero es verdad que la mansión es vistosa y sin lugar a dudas es de las mejores casas de la ciudad. Os acercáis y llamáis a la puerta. Al poco se oyen unos pasos, un joven con ropa limpia y ojos profundos abre la puerta, os mira con algo de desconcierto - ¿Qué desean?

-¿Esa es la que regenta el flechero ese que vive en una casa a las afueras? - Preguntó observando el lugar que le señalaba el herborista. -Gasta un humor de perros, por poco usa sus flechas con el pobre Huesos para enseñarme lo bien que las afila. Y todo porque el chucho hizo sus necesidades frente a su cancilla. ¿Has hablado con él?

Era un fastidio desandar parte del camino, pero claro, no quedaba otra opción. Fuimos hasta el lugar que la muchacha nos había indicado, y otra chica nos abrió la puerta. De nuevo opto por preguntarle amablemente por el anciano, no fuera a ser que tampoco estuviese allí.

-Saludos, muchacha. Venimos en busca de Idrazor, y al ir a la Sala de Portavoces nos han dirigido aquí. ¿Podríamos verle y tratar con él un asunto en el que su ayuda es de máxima importancia?

Hacerle sentir importante era un modo de agasajar su vanidad, y que accediese a ayudarnos. Esperaba que funcionase.

- Buenos días joven. Como dice mi compañero venimos a ver a Idrazor. ¿Sería tan amable de ver si puede recibirnos? - le pregunto de manera educada al joven que nos abre la puerta mientras realiza una leve reverencia.

Veo su sorpresa, normal al ver un hobbit o mediano como nos llaman por estas tierras.

- Dígale que soy Mutfast Lanudo, de la Cuaderna del Norte de La Comarca; y éste es muy buen amigo Axe, miembro de la tribu de las Montañas*

- Eeeexactamente - Te confirma el herborista a la primera de las cuestiones. Con respecto a lo demás... - Sin duda que es parco en palabras, un extraño hombre. Muy suyo, ya me entiendes. 

- Un poco, pero ya hace tiempo que desistí de tener grandes conversaciones con él - Y como más meditando prosigue - Un tipo de vida muy triste, si al menos tuviese una buena mujer... - Pero acaba levantando los hombros - Pero qué se le va a hacer, tiene que haber de todo.

- ¡¿Perdone?! ¡Soy un varón! - Dice ofendido al cambio de sexo que le propone Axe. 

Por suerte el Hobbit parece más atinado y suaviza un poco el malestar, pero quizá no lo suficiente pues inicia el movimiento para  cerraros la puerta en las narices. 

- ¡Mabros! ¿Quién es? - Se escucha una voz desde el interior de la casa. El joven suspira y no cierra, espera a que los pasos del anciano se acerquen, tiene mirada altiva y viste con una túnica.

Cuando ya está cerca os habla directamente. - ¿Quién son ustedes? ¿Qué desean? - Os interroga con las cejas fruncidas.

- Buen día señor Idrazor, perdone que le importunemos. Mi nombre es Mutfast Lanudo de la Cuaderna del Norte de La Comarca; y éste es muy buen amigo Axe, miembro de la tribu de las Montañas. Hemos venido a hablar con usted para saber si puede ayudarnos a identificar una lengua para nosotros desconocida... - le pregunto educadamente y de paso me presento cortésmente. 

-¡Vaya! - Fingió asombrarse el animista. -Un tipo solitario ese. ¿No se le conocen amistades? - Preguntó como si su interés fuera repentino y fruto de la curiosidad de quien cotillea sobre otra persona.

El animista asintió, dando la razón a las reflexiones del herborísta sobre la mujer y sobre que tenía que haber de todo. Después se despidió del hombre y decidió esperar a que llegara la hora de la reunión con el resto del grupo por el mercado, a la espera de si el flechero aparecía de nuevo. Aunque algo le decía que no iba a verle en aquel día. Mantuvo la distancia con la casa de la pluma gris pero no le perdió ojo.

-Saludos, sabio Idrazor -incliné la cabeza en señal de respeto, aún azorado por la equivocación causada por mi ansia. Entendía su enfado, todo mi discurso se vino abajo cuando metí la pata al dirigirme a él.

-Mis disculpas, Mabros - dije al muchacho -, mi torpeza es legendaria. No quería ofenderte, me precipité al hablar.

De nuevo dirigí la mirada hacia el anciano, esperando alguna respuesta a la petición de Mut. Ojalá accediese a ayudarnos.

-Nos dijeron que vos podríais ayudarnos a entender qué se dice en un texto que no podemos descifrar. Vuestros conocimientos son apreciados y venerados en la ciudad... ¿Querríais ayudarnos? Quizás a cambio podríamos hacer alguna cosa en la que podamos ayudar, o poner un precio a vuestro tiempo. ¿Os parece bien?