Partida Rol por web

El grupo descarta cruzar a nado, sin duda es demasiado arriesgado, solo un experto nadador y libre de cargas, podría hacerlo con solvencia.

En cuanto a cruzar por un puente, no es descartable, el más cercano de aquí debe de encontrarse a varias millas, quizá caminando toda la noche... Aunque lograr una barca en el pueblo sería mucho más rápido.

Puesto que de todos modos, el cruzar de otro modo va a costar su tiempo, parece que la idea de registrar la cueva y la casa va ganando fuerzas.

Quizá ahora que la idea del fantasma parece descartada, el grupo se atreva con la cueva.

-Amigos, vayamos entonces a la cueva primero. Ahí tenían todo escondido, y es lo que más cerca queda, de todos modos. Ya los hemos perdido, quizás allí hallemos algún indicio de sus intenciones.

Me dispuse a ponerme en marcha. Ya tuvimos unos momentos de respiro, que sin duda eran merecidos tras tantas emociones. Ahora tocaba volver a la acción, y a revisar lugares sospechosos donde podíamos ser atacados.

Mis amigos y nuestros acompañantes sabían cuidarse, sin duda. Era una tranquilidad contar con los uncas y el fantástico Huesos, que siempre sabía dónde tiene que estar. 

Acomodé mis armas, alegrándome de no haber perdido más virotes disparándoles, y esperé a mis compañeros.

Era de prever que no sería un viaje ni largo ni peligroso, si los dioses estaban de nuestra parte.

- Vayamos a la cueva, luego deberíamos descansar un poco y pensar en nuestro siguiente paso. - comento mientras guardo la flecha en el carcaj y me dispongo a seguir a Axe y a Musgoverde hacia la cueva - Si en la cueva hay alguna pista la encontraremos.

Lamento no haber examinado la cueva antes, pudimos haberles tendido una emboscada y averiguar rápidamente lo que están planeando. Puede que sea contrabando, un flechero no debe ganar demasiado y más si es un pueblo tranquilo. Pero el tema del fantasma es algo que realmente me tiene trastocado. Podrían estar usando eso para asustar a alguien si es un artificio, aunque podría ser real como ya hemos comprobado anteriormente.

-Os sigo. -Anunció el animista. Nuevamente, dio un par de palmadas en su muslo para que Huesos le siguiera fielmente hacía la cueva.

-Creo que después de inspeccionar la cueva deberíamos ir a la casa del flechero y ver qué esconden allí. - Respondió a la sugerencia de Mut. -No me gustaría que volvieran a adelantarsenos.

Preocupados porque no os tomen de nuevo la delantera, el grupo se atreve con la cueva.  Pero nadie parece caer en que es de noche y la cueva es más oscura aún.  Nadie posee visión élfica ni  nada parecido, así que solo veis oscuridad. Percibís la humedad propia de estos lugares.  Piedra fría y resbaladiza. Eso sí, no parece percibirse ningún sonido desde su interior. Huesos permanece pegado a los pies de su amo, y los Uncas miran con recelo la oscuridad.

Parece haber algo alargado de madera a un lado en el suelo ¿Palos? ¿Ramas? y… que la cueva parece ser de mayor longitud de la que parece. ¿Proseguirán totalmente a oscuras adentrándose en la cueva?

-Aguardad aquí. - Dijo Musgoverde tras adentrarse apenas unos pasos en la cueva y ver lo oscura que era. De una mochila gastada que llevaba a la espalda sacó yesca y pedernal y tomo una de las antorchas con las que también cargaba. Colocó la yesca sobre una roca seca y utilizó el pedernal para producir chispas sobre ella hasta que una pequeña llama empezó a consumir la paja. Acercó entonces la antorcha haciendo que el fuego se volviera más grande y se alzó tras recoger las cosas de la mochila iluminando las paredes rocosas de la cueva y proyectando sobre ella sus propias sombras temblorosas.

Gracias a la antorcha de Musgoverde se hizo la luz en el interior de la cueva. La cueva no parecía esconder mucho, pero examinándola con un poco más de cuidado, visteis que había marcas de haber arrastrado diversas veces algo pesado de madera, casi con total seguridad que era el refugio habitual de la barca.

Los palos de madera resultó ser un remo roto, tenía una curiosa marca, un dibujo con forma de ojo sin párpado*

Por lo demás la cueva seguía avanzando tierra adentro, de hecho ahora que os fijasteis,  parecía casi más un túnel que una cueva.

Lo primero que llamó la atención de Musgoverde, además de las huellas de arrastre que había dejado la barca, fue el extraño símbolo que había en el remo olvidado que yacía en el suelo. Movido por alguna extraña fuerza que no reconoció, se agachó junto al remo y acarició con las yemas de los dedos el relieve que dejaba la forma del ojo en la madera.

-Qué extraño este símbolo. - Comentó el animista. Soltó el remo para después alzar la vista hacía el túnel que se internaba en las profundidades. -Podemos seguirlo. -Sugirió. -Supongo que dará al agujero que encontramos Mut y yo antes.

Veo el remo con el extraño símbolo, nunca he visto ninguno similar. Puede que sea la marca* del carpintero de ribera que ha hecho ese remo.

- No me suena para nada esa marca, pero es bueno que la memoricemos...puede que sea la marca del carpintero que ha tallado los remos y pueda decirnos si ha tallado más cosas y sobre todo...para quién las ha tallado. - añado.

Musgoverde comenta de seguir a lo que asiento con la cabeza mientras digo:

- Sigamos a ver qué encontramos más adelante - toco las paredes que pueden haber sido labradas ya que en el interior parece más un túnel que una cueva - Eso sí, vayamos con precaución. Aunque Huesos y los uncas nos alertarán de los peligros que no seamos capaces de ver...

Nos adentramos en la cueva. La luz que proporciona la antorcha de Musgoverde parece ser suficiente, aunque yo también disponía de alguna. En la vacilante luz del fuego destacaba la forma tallada en ese trozo de remo, una forma que me esforcé en memorizar, de modo que pudiese reconocerla si volvíamos a verla.

-Cierto es, el símbolo es curioso y no me resulta conocido. Sigamos nuestro camino con la precaución que Mut recomienda, quizás podamos encontrar alguna cosa más que nos oriente en nuestra búsqueda. Si no encontramos nada ni a nadie y volvemos a la ciudad, podremos probar lo de preguntar al carpintero, pero ahora propongo continuar nuestra visita en este "exquisito" lugar.

Después de examinar aquellos restos, sin lograr averiguar demasiado, el grupo prosigue cueva adentro. Huesos olisquea los trozos de madera que parecen tener tanto interés para los humanos y el hobbit, resopla y sigue acompañando a su amo de cerca. Los uncas parecen seguiros a regañadientes, no parecen gustarles los sitios estrechos.

Musgoverde sostiene la antorcha que os ilumina, la cueva se prolonga de forma extraordinaria, muchos metros. Se nota que parte como una cueva natural, pero en algún momento fue excavada, tantos metros de excavación tiene que llevar a algún sitio.

Difícil precisar cuánto habéis avanzado, cuando la cueva se comienza a estrechar, por lo que los más altos se tienen que agachar un poco. Al final, el túnel termina  en una especie de trampilla de madera en el techo.

-¡Vaya! - Se sorprendió el animista al llegar frente a la trampilla, pues se esperaba que aquel pasadizo les llevara hasta la entrada a la cueva que habían visto el mediano y él anteriormente. Así que tal vez aquella se tratase de una cueva diferente. -Igual esto nos lleva a la casa. - Meditó.

No obstante se hizo a un lado y dejó que aquellos más versados en el arte del combate fueran por delante, pues él prácticamente resultaría un estorbo en caso de haber algún peligro al otro lado. Mantuvo, eso sí, la antorcha en alto para iluminarles el paso.

Caminamos un trecho que parecía cada vez ir a menos. Mi corpulencia, largamente trabajada en el campo y en batallas, ahora me pasa factura. Parecía que las paredes se encogen sobre mis hombros, y apenas sin pensarlo, me encojo yo al andar.

La trampilla me sorprende también. Musgoverde se hizo a un lado, y asentí entendiendo que nos cediese el paso. Los uncas parecían deslizarse sin problema ante nosotros, así que no parece haber peligro. De todos modos me mantengo alerta por lo que pueda pasar.

-¿Intentamos abrir la trampilla? No parece que tenga cerradura, quizás Mut, siendo más menudo, pueda intentar asomarse a ver a dónde da.

Al final hay una trampilla de pequeño tamaño.

- Sin problema en echarle un vistazo a lo que hay dentro, así que si uno de vosotros me aúpa para que pueda ver que hay tras la trampilla genial... - de todas formas reviso si la trampilla de madera tiene algo raro en el exterior que pueda precisar. Podría haber un sedal o algo que nos diera un susto, es mejor evitar sustos en estos momentos. - Musgoverde, ilumina alrededor de la trampilla. Veamos si hay algo que pudiera indicar la presencia de una trampa, no vayamos a lamentar una herida tonta o algo peor por no tomar precauciones.

La intuición de Musgoverde tenía mucho sentido. Por la distancia y la dirección, bien podíais haber llegado hasta la casa del flechero.

El siguiente temor es que pueda haber alguna trampa, pero no veis ninguna. Mut con la ayuda de alguno de los humanos es el primero en levantar la trampilla, no se ve mucho, pero tampoco peligro alguno. Una vez quitadas las dudas vais subiendo todos.

Os encontráis en una habitación más bien pequeña. Confortablemente decorada, la  cama  satisfaría  al más quisquilloso, y un sillón tapizado de cuero está a su lado. También hay un  gran  escritorio de madera, que se conserva perfectamente pulido, sobre él, un bote de tinta, dos plumas y un libro. También hay tres cajones.

La habitación además, tiene una puerta y una gruesa cortina que debe de esconder una de las ventanas.

Con sumo cuidado accedo a través de la trampilla tras comprobar que no hay ninguna trampa y me muevo en silencio hasta la puerta para comprobar si hay alguien más en la casa. Les hago un gesto de que pueden entrar si no veo orcos en la costa para que podamos inspeccionar la estancia entre todos.

- Subid, aunque creo que los Uncas lo tendrán más difícil si no les ayudamos, y no sé si es bueno meterlos en esta estancia...se darán cuenta de que hemos entrado si rompen algo...

Lo mejor sería dejarlos ahí mientras inspeccionamos con cautela la casa. Busco en la habitación algo que llame mi atención, quiero descubrir algo más sobre lo que está pasando y es posible que haya algo aquí que nos ayude a desvelar el misterio.

Parece que en la estancia a la que Mut accedió hay cosas que podemos investigar. Si no fuese por nuestra situación, yo mismo estaría cómodo en un cuarto similar a ese.

La curiosidad me atrajo hacia la mesa, y lo que había en ella. Intento ver qué libro es el que allí yace, por si es algún libro de cuentas, un inventario o algo que nos ayude en nuestra búsqueda. Los cajones también forman parte de lo que miraré a continuación. Intento que no se muevan demasiado las cosas, aunque no se me hace fácil. Un guerrero grandullón suele ser torpe cuando intenta ser delicado, al menos ese es mi caso.

-Sí, Viento y Samman pueden esperarnos. A ver si encontramos algo que nos guíe al destino de nuestro amigo navegante. Por ahora sabemos de su gusto por el orden y la pulcritud... veamos si también es previsor.

Musgoverde hizo un gesto a Huesos para que se quedara abajo y esperara su regreso. Sabía que si el can sentía algún peligro acercándose les advertiría a base de unos buenos ladridos. Cuando sus compañeros ya se encontraban arriba le tendió la antorcha a Mut para que le alumbrara a él y ascendió a través de la trampilla, después recuperó la antorcha y la alzó para que la estancia quedara bien iluminada.

La habitación era bastante curiosa, y desde luego el animista no esperaba encontrarse algo así tras remontar una cueva. Mientras Axe estudiaba los libros del escritorio, él intentó abrir los cajones para ver que había en su interior.

Mut con cuidado abre la puerta, desde allí, con la luz de la antorcha se puede ver una estancia que os resulta conocida. Se trata de la que contiene la puerta de entrada. Aunque cuando llamasteis a la puerta apenas pudisteis ver nada, ahora podéis verla en detalle.

Se trata de una habitación de unos 5 por 6 metros, contiene varias sillas, la piel de un oso de las cavernas a modo de alfombra, una estufa de hierro, y unos cuantos troncos a su lado.  Una bañera con patas. Un par de linternas cuelgan de dos ganchos clavados a las paredes. También hay unos armarios con utensilios de cocina, entre ellos un cuchillo con empuñadura de plata.

A parte de más ventanas tapadas con cortinas y la puerta exterior, hay otra puerta que da a una tercera habitación, que estaría paralela a la de la trampilla y posiblemente sea la última pues haría un rectángulo perfecto y por tanto el contorno de la casa.Pero aún estáis inspeccionando la primera, la de la trampilla. 

Axe ojea el libro que está encima del escritorio. El montaraz, identifica con facilidad que está escrito en Adunaico, aunque no domina el idioma, reconoce fácilmente las palabras más usadas y se puede hacer una idea que se trata de apuntes manuscritos sobre el pueblo, los comercios y sus gentes con notas al margen.

Musgoverde si domina el Adunaico y se acerca también a mirarlo. Son apuntes bastante detallados, de lugares, personas con nombres y apellidos. Una recopilación bastante completa de datos, incluso en algunos casos con rasgos de personalidad en plan… “tozudo”, “avaricioso”, “orgulloso”,  “influenciable”, etc. La finalidad de dichas notas no parece estar indicado en ninguna de las hojas.  

El animista también inspecciona los cajones, En el primero hay algo de ropa, en el segundo un juego de sábanas, pero el tercero está cerrado con llave. Para abrirlo habría que usar unas ganzúas o romper el cajón.

-Me pregunto para qué apuntarían las cualidades de todas estas personas de esta manera. - Dijo el animista mesándose la barba mientras sostiene la antorcha sobre el documento encontrado por Axe. -Tal vez estén chantajeando o presionando a estas personas para influir en la política local. -Supuso.

Después inspeccionó los cajones del escritorio, procurando no revolver demasiado, donde había poca cosa de interés, a excepción del último de los cajones. -Mirad, este está cerrado con llave. - No sabía qué tal se le daría a sus compañeros forzar una cerradura, pero desde luego el no tenía práctica alguna en ello. Esperaba que algunas manos más hábiles pudieran ofrecerse a hacerlo mientras que él inspeccionó el resto de la habitación, por si hubiera alguna copia de la llave por ahí guardada o algo más de interés.