Partida Rol por web

Una cerradura que abrir, la verdad es que no se me dan mal en general. Pero hace bastante tiempo que no practico, las aventuras nos han llevado por cierto derroteros donde no había muchas puertas que abrir delicadamente. Saco mis ganzúas del zurrón y le digo a Musgoverde:

- Creo que eso es tarea para este hobbit...

Me acerco al cajón y empiezo a trabajar en la cerradura para intentar abrirla. Mientras veo cuál de ellas entra mejor les comento.

- Lo del chantaje me parece posible, pero lo del fantasma...¿qué dice del mecenas de esta incursión? Si pone algo de crédulo o asustadizo puede que no vayas mal encaminado Musgoverde...

-Creo que nuestro fantasma era más bien uno de estos dos individuos subido en la barcaza. La niebla que se forma aquí podría haber confundido a nuestro querido Farahail, ocultando las aguas y dándole la impresión de que flotaban cuando en realidad estaban navegando. No obstante... -Musgoverde recorrió con un dedo la lista de nombres en busca del trovador y lo que se decía de él.

El descubrimiento del libro parecía importante, y eso me hizo sentir levemente orgulloso. Los pequeños logros hacían aflorar una vanidad de la que estaba acostumbrado a prescindir, pero en el fondo me alegraba haber sido útil. Mejor todavía cuando Musgoverde fue más capaz que yo de descrifrar lo que allí estaba escrito.

-Sí, es extraño que apuntase esas cualidades de la gente. Posiblemente tengáis razón en vuestras suposiciones, no se me ocurre otra explicación. Cuanto más crédulos, más fáciles de manejar... Mut, también yo he abierto alguna cerradura que otra, si no lo consigues, puedo intentarlo yo.

Mientras Mut trasteaba en el cajón intentando abrirlo, me paseaba yo por la habitación a ver si algo más llamaba mi atención, y me asomo con curiosidad a las otras estancias.

No estaba muy claro el motivo de tales anotaciones en el cuaderno, e hipótesis había unas cuantas.

El cajón cerrado no tardó en llamar la atención. El Hobbit parece el más indicado para dicha tarea, pero se encuentra un poco nervioso. Tal vez por el tiempo que hace que no usa dicha habilidad o por lo complicada de la cerradura, tras intentarlo durante unos segundos nada, no lo consigue y no podrá intentarlo más veces por hoy.

Musgoverde busca en la lista el nombre de Farahail, y no tarda en encontrarlo y esto es lo que encuentra:

“Entusiasta, sastre y bufón cuenta cuentos. ¡Ha visto algo en el río! Importante: No cuenta con el apoyo de la comunidad de ancianos, fácil de desacreditar”

Axe mira de nuevo esta habitación y no encuentra nada más, ante el poco éxito de Mut con la cerradura se anima a intentarlo. Introduce una de las ganzúas, la hace girar, parece que está cerca… pero no. A diferencia de Mut podrá intentarlo de nuevo en unos minutos, tal vez después de registrar el resto de habitaciones.

- Lo siento amigos, se ve que he perdido la práctica con las ganzúas... - me disculpo ante mi falta de profesionalidad de un explorador, afrenta que solucionaré cuando pueda desquitarme o invitarles a un par de pintas de cerveza. - Espero que tengas más suerte que yo. - le comento a Axe.

Lo que dice de nuestro mecenas es interesante. Fácil de desacreditar, es la parte que más me interesa. 

- Creo que querían desacreditar a Farahil, y el no se lo complicó mucho con la historia del fantasma. Sin lugar a dudas vio algo que no debía, ha tenido suerte de que no lo hayan atacado... - digo pensando en que por suerte para él no vio nada peligroso. 

Sigo revisando la estancia aunque miro de reojo a ese maldito cajón que me ha vencido, de todas formas puede que haya algo más interesante en esta habitación.

-No me cabe duda. - Respondió el animista cuando Mut habló con tanta razón en sus palabras. -Puede que se dieran cuenta de que les estaba viendo pero no se preocuparon por él, ya que conocen su fama de inventor de historias. Desde luego la gente en la taberna no parecía hacerle mucho caso con eso del fantasma.

Mientras Axe se hacía cargo del cajón que se le había resistido al mediano, Musgoverde se acercó hasta la trampilla por la que habían entrado y observó como estaban Huesos y los uncas, por si ellos habían visto o sentido algo en el exterior.

-Amigo, mi práctica con las ganzúas es parecida a la tuya. Desde que forzaba el baúl del abuelo para mis travesuras no volví a intentarlo... miremos las otras habitaciones, y probaré de nuevo más tarde. 

Dejé momentáneamente la cerradura, cuyo trasteo le provocó un poco de enfado. Siempre es frustrante que algo no salga a la primera, más aún cuando realmente lo necesitas. Mi paciencia no era a veces mi mejor virtud, y tras el intento sentía una imperiosa necesidad de destrozar la mesa entera con mi martillo. Desde luego era una forma incuestionable de abrir el cajón.

Pero no hubiera estado bien, por supuesto, así que siguió el consejo que mil veces le recomendaron: contar hasta diez y respirar. En unos minutos lo intentaría ya más calmado.

-Lo de que haya tachado la palabra "bufón" también hay que considerarlo -recomendó -. Voy a ver qué hay en la habitación que hemos visto cuando llamamos a la puerta. Parecía la sala principal. Nos queda esa, y otra habitación. Como tenemos que regresar por la trampilla, antess de irnos intentaré abrir el cajón de nuevo.

El libro parece ir aclarando algunas cosas, aunque no se sabe del todo que es lo que se trae entre manos el arquero.

Mut sabe cómo resarcir a sus amigos, y en otro orden de cosas se guarda en la mente practicar más. Da una inspección más a fondo, pero no encuentra más en la habitación de la trampilla.

Musgo verse se asoma a la trampilla, puede ver que los Uncas se han tumbado en el suelo y que huesos mira fijamente hacía la casa, con la lengua fuera y agitando el rabo con rapidez. Gimotea un poco al ver su amo como implorando poder subir, la suerte es que no ha ladrado.

Mientras Axe se toma un tiempo antes de volver a intentarlo con la ganzúa se aventura a la habitación principal.

Se trata de una habitación de unos 5 por 6 metros, contiene varias sillas, la piel de un oso de las cavernas a modo de alfombra, una estufa de hierro, y unos cuantos troncos a su lado.  Una bañera con patas. Un par de linternas cuelgan de dos ganchos clavados a las paredes. También hay unos armarios con utensilios de cocina, entre ellos un cuchillo con empuñadura de plata.

A parte de más ventanas tapadas con cortinas y la puerta exterior, hay otra puerta que da a una tercera habitación, que estaría paralela a la de la trampilla y posiblemente sea la última pues haría un rectángulo perfecto y por tanto el contorno de la casa.Pero aún estáis inspeccionando la primera, la de la trampilla. 

Realmente no parece haber nada más de interés aquí, solo queda una habitación por comprobar.

Musgoverde chistó a Huesos para que permaneciera quieto y para cambiar su actitud, se había emocionado al verlo como solía ocurrir, pero el animista no quería que se pusiera a ladrar a menos que fuera para alertarles del regreso del flechero y su amigo.

Al entrar en la nueva habitación, en apariencia bastante normal, se dirigió directamente a la puerta del fondo que daba acceso al tercer habitáculo. Suponía que si ocultaban algo más lo harían allí, así que dejó que sus compañeros inspeccionaran al detalle la habitación intermedia mientras él se dirigía a la siguiente puerta.

- Revisemos la última habitación y luego marchémonos por donde hemos venido...aunque si preferís podría salir por una ventana y acercarme a la cueva comprobar que cuando salgáis no haya una emboscada. No creo que les haya dado tiempo pero es mejor prevenir... - digo sabiendo que puede que ahora seamos su objetivo si nos han reconocido. 

Me acerco con cautela a la última estancia y si la puerta está cerrada acerco la oreja a la misma para ver si hay alguien allí.

Un poco decepcionado por no encontrar nada interesante en la estancia, me dirijo tras Musgoverde a la tercera habitación.

-Sí, Mut. Pero antes de irnos intentaré de nuevo abrir el cajón. El que esté cerrado indica que algo importante se guarda ahí. Quizás pueda abrirlo en el segundo intento.

Lo digo mientras caminamos a la última estancia, fijándome en posibles detalles que puedan sernos útiles incluso en el pasillo. A primera vista parecía una puerta como las demás, pero quizás no lo fuese y escondiese algo tras ella. 

En mi tierra, cruzar una puerta es una alegoría de comienzo. Una nueva vida, dejar atrás cosas o personas... Ahora que atravesábamos puertas ajenas sin permiso, agradecí que mis ancestros no pudiesen vernos.

.

Con todas las precauciones os acercáis a la última puerta, todo sigue en absoluto silencio. Al abrirla ¿Decepción o tranquilidad?

Se trata de una habitación más sencilla aún, con un catre cuyas sábanas aún están sin hacer.  Una mesita y un pequeño armario. En la última de las habitaciones no parece haber nada más de valor o interés.

Ya solo resta un último intento por parte de Axe de abrir la cerradura del cajón. Lo intenta y… fracasa, no parece tarea sencilla.

Visto lo visto, y mientras decidís finalmente como salís de la casa, si Mut sale por una ventana o volvéis todos por la cueva… También tenéis que decidir si forzáis o rompéis el cajón o lo dejáis intacto.

Mi intención sigue siendo la de salir por una ventana y poder darles cobertura, la idea de llevarme a Huesos conmigo sería ideal ya que puede detectar cosas que yo no haga y así tampoco estaré solo en esta "pequeña misión". Axe intenta abrir el cajón pero no lo logra tampoco.

- Podemos aplicar fuerza bruta al cajón aunque eso delatará nuestra presencia aquí...¿qué opináis? - les pregunto antes de que salgamos de la casa.

El animista se sintió decepcionado al no entrar nada de interés tras la última puerta, y al comprobar que a excepción de aquel cajón que se resistía a ser abierto, no parecía haber nada más de interés en la casa. Axe fracasó de nuevo en su intento de forzar la cerradura y Mut propuso utiliar la fuerza para poder inspeccionar su interior. Musgoverde se encogió de hombros y miró a sus compañeros con una sonrisa enigmática.

-Bueno, ellos ya saben que les seguimos la pista después de nuestro encuentro. Así que yo voto por la opción de abrirlo como sea.

-Estoy de acuerdo. Aparte de frustrarme en lo personal por segunda vez, ardo en deseos de saber qué oculta un cajón tan bien cerrado. Como dice Musgoverde, ya nos han visto bien. Dudo que vuelvan, y si vuelven no se sorprenderán de que hayamos estado aquí después de haberles atacado. Abrámoslo pues. Mi martillo sabrá llamar a esa puerta mejor que mis alambres al cerrojo... ¡Apartáos!

Empuño el poderoso martillo de guerra, un arma imponente que dejó partido a más de un cráneo cuando la ocasión lo requirió. Ahora un cajón de madera no debía ser rival para él.

Lo alcé con idea de incrustarlo en el cajón, haciendo saltar la madera del frontal, y descargué el golpe que debería revelarnos sus secretos.

Mut tiene claro que sea salir por la ventana, escabullirse en la oscuridad y así alertar a los demás en caso de peligro. En cuanto se solucione el tema del cajón.

El debate no dura mucho tiempo, ya no existe el factor sorpresa y probablemente la trifurca con flechas sea más grave que el reventar un mueble.

Axe prepara su martillo y de un muy preciso golpe hunde la cerradura hacía adentro, fácil como untar mantequilla sobre pan, como si lo hubiera hecho cientos de veces. El cajón queda abierto.

El grupo contiene al aliento, en un primer momento parece vacío, pero al fondo hay dos objetos.

El primero es un cuaderno, más pequeño que el otro de las anotaciones de la gente del pueblo. Pero este no está escrito en Adunaico, está escrito en un idioma que ninguno de los tres entiende. Si estuviera Angainor... él vio idiomas extraños en sus viajes, pero no es el caso.

El otro objeto es una pequeña bolsa de cuero con 10 monedas de oro y 37 de plata.

No hay nada más.

El dinero poco importaba al animista, pero el cuaderno que hallaron en el cajón avivó su curiosidad de nuevo. En cuanto Axe retiró su pesado martillo, las manos de Musgoverde corrieron a tomar el cuaderno y a examinarlo. La curiosidad le estaba matando. Pero de nuevo otra decepción. El cuaderno estaba escrito en un idioma que no entendía. Lo tendió con esperanza hacía ellos para ver si alguno lo podía descifrar, pero la negativa de ambos volvió a decepcionarlo.

-Damos con una solución para encontrar otro enigma. - Dijo molesto. -Creo que deberíamos llevárnoslo y buscar a alguien que logre descifrarlo.

-Cierto es. No hemos llegado tan lejos para disimular ahora. Gracias a mi buen hacer abriendo cerraduras ya sabrán de sobra lo que ha ocurrido. El cuaderno estaba bien oculto, así que algo importante debe ser. El dinero no es necesario, pero mal no nos viene. Si no os parece mal, podemos cogerlo también. Hemos allanado una propiedad privada, un delito más poco puede aumentar... ¡No perdamos más el tiempo aquí!

Si no hay negativa por parte de mis compañeros, guardo el dinero con intención de repartirlo más tarde si tenemos oportunidad. El cuaderno me intrigaba, y la rabia que sentía al no poder descifrarlo era inmensa. 

Cuántas veces me dirían lo de que aprendiese idiomas... Ahora me hubieran venido de fábula. En los viajes tenía buen oído y me quedaba con frases necesarias, pero el idioma escrito ya era otro cantar.

- Cojamos todo y revolvamos un poco la casa...que parezca obra de saqueadores y bandidos más de alguien que estuviera buscando algo concreto... - digo moviendo cosas de sitio con cuidado.

Luego me acerco y le echo un vistazo al manuscrito pero no entiendo nada de lo que dice. Como buen hobbit sé hablar la lengua común, nuestro idioma el kuduk  y algo de sindarín pero no entiendo lo que han escrito ahí. Puede ser una lengua de la zona o algo más oscuro. 

- Para leer eso deberíamos buscar a un sabio...o a algún mercader pero no mostrarles el libro. Sólo algunos símbolos para que nos indiquen el idioma o la palabra en cuestión...

Rápidamente y sabiendo que ya no se puede hacer nada más aquí, Musgoverde se guarda el cuaderno y Axe la bolsa con el dinero.

Revolvéis un poco las cosas y luego se sigue con el plan que habíais pensado. Mut sale por la ventana y se oculta en la oscuridad camino a la entrada a la cueva, para avisar a sus compañeros en caso de peligro.

El resto, junto con los Uncas y el perro vuelve sobre sus pasos por la cueva-túnel. Finalmente os encontráis todos junto al río sin ninguna novedad que reseñar, salvo que la antorcha de Musgoverde ya llegó a su fin y ahora solo le queda una.

Está bien entrada la noche y hace frío. Hay que decidir si volver al pueblo para buscar una barca o descansar, o dirigirse al puente más cercano, pero eso supondría... más que horas, días de camino en dirección norte.