Partida Rol por web

Un nuevo día había llegado a vuestras vidas, pero no sería uno cualquiera. Os sorprendió gratamente la llegada de una carta, era sencilla y con una caligrafía bastante esbelta, no sabíais como pudo llegar a vuestras manos ni cuanto habían tardado para localizaros pero aquella fina hoja iba directamente dirigida a cada uno de vosotros, su remitente era la directora del orfanato de Hagand, la señorita Bariday. Conservar recuerdos de ella o el orfanato era difícil, erais muy pequeños cuando abandonasteis el lugar para ser acogidos por otra familia, sin embargo las palabras estaban cargadas de amor y sinceridad. Había frases como:

"Sé que ya no te acordarás de mi, pero yo no me he podido olvidar de ninguno de los pequeños que han estado bajo mi tutela" que eran capaces de arrancaros un trozo de nostalgia y melancolía. Otras hacían referencia a vuestros colgantes

"Espero que aún mantengas aquel cristal que te acompañó al igual que a tus hermanos, por alguna razón siempre he creído que te ha protegido y te ha dado suerte durante todos estos años"

La carta finalizaba haciendo un llamamiento

"Son tiempos oscuros los que azotan nuestra tierra, no han pasado inadvertidas ante mis ojos las hazañas que has completado tanto tú como el resto de tus hermanos, aquellos que compartieron las mismas horas en el orfanato cuando erais solo unos bebés. Solo vosotros podéis ayudar a esta zona abandonada por los reyes y gobernantes a luchar contra el mal que vuelve inseguras nuestras praderas. Acude en cuanto puedas a Hagand, allí te recibiré tanto a ti como a tus hermanos con los brazos abiertos"

Para vosotros encontrar la zona donde estaba el orfanato sería fácil, algo hizo que nunca quisierais olvidar esa parte de vuestro pasado, ese "origen", vuestra familia nunca ocultó que erais adoptados, de hecho se sentían orgullosos de teneros e incluso respetaron que decidierais embarcar vuestras vidas a viajes plagados de aventuras y emociones, a pesar de los peligros... la cuestión era ¿por qué tantos esfuerzos por parte de la directora, persona que hace más de 15 años que no sabéis nada, decida contactar con vosotros? las respuestas solo se encontrarán en Hagand...

Cerion abrió los ojos una mañana más. Le encantaba sentir la luz del sol que se filtraba por la ventana de su cuarto y le daba en la cara. Se estiró y se levantó. Pero algo cambió esa mañana.

Bajó a desayunar con sus padres, pero antes de sentarse en la mesa alguien llamó a la puerta. 

Es muy temprano  murmuró más para sí que para sus padres. Su padre le pidió que fuera a abrir, y así lo hizo.

Se acercó hasta la puerta y, al abrir, se encontró un hombre

Usted es Cerion, me imagino. Tome, esta carta es para usted le dijo mientras le tendía un sobre.

Cerion lo miró un par de veces, y cuando quiso preguntarle al mensajero quién lo enviaba... El hombre se alejaba a caballo a toda prisa

Vaya dijo mientras cerraba la puerta y empezaba a abrir el sobre. Antes de llegar a la mesa, ya había leído toda la carta.

Tuvo que asimilarla antes de poder volver a sentarse.

La directora del orfanato le pedía ayuda. ¿Se acordaba de ella? Recordaba pequeñas cosas, como que si se peleaba con alguno de los huérfanos él iba corriendo a esconderse tras su falda, o alguna pequeña caricia o besos antes de dormir... Pero no conseguía recordar su cara.

¿Y por qué preguntaba por los cristales? se preguntó mientras se llevaba la mano al cuello, allí donde tenía el colgante con el cristal puesto. No lo entendía.

Lo menos comprensible es que les pidiera ayuda. No eran adultos. Él era un chico joven que había recorrido un poco de mundo, viviendo aventuras y haciendo cosas. ¿Y cómo puede conocer mis viajes?

Eran muchas cosas que no entendía. Pero lo que tenía claro es que la directora estaría en graves problemas si quería recurrir a unos chavales.

Con la decisión tomada, fue a desayunar con sus padres. Entre bocado y bocado, les fue explicando lo que ponía en la carta y sus intenciones de partir cuanto antes.

Y así lo hizo. Antes de que el sol estuviera en lo más alto, montó en un caballo negro como el carbón y se dirigió a Hagand, en busca de su antiguo orfanato.

Tuvo que tomar caminos diferentes, e incluso retroceder por sus pasos. Tenía que atravesar varios bosques antes de llegar a la ciudad, y sabía que se habían visto bestias muy fieras recorriendo toda la tierra, y esos bosques no se libraban

En aquel pequeño hotal de un pueblo cercano a unas catacumbas recientemente descubiertas estaba la joven Sonja aún extrañada por la llegada de aquella misteriosa carta. Lo que más extraño le resultó fue el hecho de que la llamasen por su verdadero nombre y no por uno de aquellos nombres falsos que da para evitar ser relacionada con los robos. Ese pequeño e insignificante dato ya le dio una confianza absoluta en el remitente de la carta, aunque no recordaba absolutamente nada acerca de su pasado en el orfanato. La carta le daba bastante curiosidad, por lo que decidió partir en seguida en un tren dirección a Hagand. No le quedaba muy lejos del lugar en el que se encontraba actualmente y tendría que renunciar a saquear aquellas nuevas catacumbas... Pero esta carta le resultaba más interesante.

-¿Por qué me llamará allí?- Se preguntaba Sonja en el asiento del tren.

Después de recibir la carta, le agradezco su esfuerzo al mensajero. -Muchas gracias por tu labor, espero que no te haya sido difícil dar conmigo.

Al leer el contenido de ésta, me entristezco al saber que tienen problemas y pienso.

No puedo permitir que esa pobre gente indefensa sufra, menos aún sabiendo que me acogieron cuando yo estaba solo. Además me reencontraré con mis hermanos... esto puede ser muy emocionante y por si fuera poco parece que la directora sabe algo sobre mi colgante, creo que no puedo permitirme perder esta oportunidad.

Me hallo en la posada de un pequeño pueblo, no demasiado lejos del orfanato pero tampoco cerca, he de cruzar unas montañas y seguir el camino hasta llegar, lo que me llevaría varios días. Es de noche, decido irme a mi habitación y descansar.

Al despertarme decido comprar suministros esenciales que necesite para mi viaje a través de las montañas, tales como alimentos y agua, un mapa de la zona en el cual señalaré la ruta a seguir, cuerda, brújula, una antorcha y material para encenderla y una tienda de lona para descansar si es preciso. También hago un analisis de mi equipamiento y compruebo que su estado sea bueno y si no es así, lo llevo a reparar.

Hechos los preparativos, parto inmediatamente al orfanato. Trato de no alejarme de los caminos y evitar cualquier criatura, pretendo llegar lo antes posible y sin percances.

-  Vamos Chop...no te quejes. - Decía Ziba mientras cogía con sumo cuidado una de las alas de su chocobo que había resultado herida por haberse rozado con una planta de los alrededores que contenían puntiagudas espinas, la cuestión es que  no era la primera vez que le sucedía. - A ver si para la próxima tienes mas cuidado. - Sonrió la muchacha de cabellos azules a la vez que concentraba su poder mágico y curaba la herida que rápidamente cicatrizó. El chocobo graznó contento y a la chica le pareció ver que el animal asentía, pero solo se lo pareció.

"¡Ziba!, ¡cielo ha llegado una carta para ti!" anunció su madre a gritos pues la llamó desde casa ya que Ziba estaba  en el pequeño establo que tenían para Chop.

- ¡Ahora mismo voy!- Respondió la joven dando un par de golpes suaves en la cabecita de su chocobo despidiendose.

Ziba se dirigió hacia su casa continuando sus pasos hacia la cocina donde ahí le esperaba la carta. La chica sentía mucha curiosidad sobre ella porque no tenía la menor idea de que se trataría. La tomó y empezó a leer sintiendo los ojos de su madre fijos en ella, también sentía curiosidad de saber de que se trataba. El rostro sorprendido de Ziba mediante iba leyendo provocó que su madre se acercara dando un par de tímidos pasos, conteniendo la curiosidad de echar un vistazo, pero respetaba la privacidad de su hija pero no podía evitar preguntas como... "¿Son malas noticias hija?", "¿Ha pasado algo?". Ziba respondía con una negación y continuaba con la lectura. Sentía un remolino de emociones que no comprendía. Ella no recordaba nada de su estancia en el orfanato, tal vez leves flashes, imágenes salteadas, rostros desfigurados en su mente por el paso de los años. Cuando terminó de leer dio un suspiro y sonrió a su madre a continuación le explicó de que se trataba. Se sentía bien, podría volver a ir de aventuras y ademas pisar de nuevo el orfanato volviendo a ver a aquella mujer que ya había olvidado y le había dado la oportunidad de haber encontrado a una buena familia.

Ziba preparó sus cosas y al día siguiente partió a lomos de Chop, sería un viaje largo pero no demasiado extenso, descansaría varias veces por el camino para ella estirar las piernas y que el chocobo descansase. Esperaba que durante el camino hacia el orfanato no ocurriera nada que la hiciera detenerse a sabiendas como estaba desde hacía unos años la situación en el mundo, la tranquilidad era cosa del pasado casi...

Por fortuna para los viajeros, el trayecto hasta el orfanato de Hagand fue seguro, no sin comprobar que el cielo daba más y más señales de que algo terrible estaba por llegar. Dentro de vosotros había una sensación extraña, era como si supierais que tarde o temprano ibais a regresar de nuevo a este lugar, ahora tan solo quedaban los últimos metros para llegar al destino... 

Por fin llegaste al orfanato de Hagand, el lugar estaba algo alejado del núcleo urbano de la ciudad, un lugar perfecto para criar a los huérfanos al aire libre, pudiste reconocer la figura de una mujer que se encontraba en la puerta del edificio, su mirada era algo seria pero en el momento que observó tu presencia una gran sonrisa se dibujó en su cara. Fue ella quien se acercó hasta a ti con los brazos extendidos...

- ¿Cerion? por nuestros ancestros, no hay duda que eres tú - dijo mientras te abrazaba con un gran afecto, esa sensación fue la que te hizo volver atrás en el tiempo y recordar que aquella fue la misma mujer que os crió durante vuestros primeros años de vida.

- Estás hecho todo un muchacho, no sabes cuanto me alegro de saber que has recibido mi mensaje, temía que ya este lugar no fuera importante para ti y tus hermanos - sonrió secándose una lágrima

Cerion sonrió ante el cálido afecto de la mujer. Recordó el olor y muchos recuerdos volvieron a su memoria. Tanto, que tuvo que hacer un esfuerzo para conseguir no derramar ninguna lágrima, pues tenía los ojos llenos de ellas

Directora Bariday dijo al separarse, tomando las dos manos de la mujer entre las suyas Me alegro mucho de volver a verla terminó sonriendo

Este lugar siempre será importante para mí. ¿Cómo no iba a serlo? He crecido aquí, y si soy como soy es, en parte, a todo lo que aprendí aquí. Y también gracias a usted, directora Bariday.

Soltó sus manos y preguntó directamente

Pero cuénteme, ¿qué está ocurriendo? Su mensaje me preocupó mucho

La mujer sonrió afable

- Creo que podremos hablar tranquilamente cuando estemos todos - comentó mientras alzaba su mano y señalaba hacia la figura de alguien que parecía que estaba llegando también al lugar.

Por fin llegaste al orfanato de Hagand, el lugar estaba algo alejado del núcleo urbano de la ciudad, un lugar perfecto para criar a los huérfanos al aire libre, pudiste reconocer la figura de dos personas. Una de ellas era de una mujer, parecía muy sonriente y te resultaba familiar ¿sería la directora Bariday? y... ¿te estaba señalando? parecía que le hablaba a otro muchacho que estaba junto a ella. Pudiste intuir que le estaba mostrando tu posición a esa otra persona...

Por fin llegaste al orfanato de Hagand, el lugar estaba algo alejado del núcleo urbano de la ciudad, un lugar perfecto para criar a los huérfanos al aire libre, pudiste reconocer la figura de dos personas. Una de ellas era de una mujer, parecía muy sonriente y te resultaba familiar ¿sería la directora Bariday? y... ¿te estaba señalando? parecía que le hablaba a otro muchacho que estaba junto a ella. Pudiste intuir que le estaba mostrando tu posición a esa otra persona...

El viaje se me había echo más largo y cansado de lo que esperaba, al ver esas dos personas en la lejanía intento distinguir si las reconozco, pero hacía tantísimos años de mi etapa en el orfanato que sólo tenía vagos recuerdos.

Decido acercarme tranquilamente pero con buena compostura, tenía que dar una buena primera impresión, aunque esté cansado.

Al acercarme me fijo en los alrededores para ver si recuerdo algo de mi infancia aquí y al llegar me dirijo a estas personas.

-Buenas tardes, soy Dadehoki.

Esta vez dirigiéndome a la señora.

-¿Es usted la directora Bariday? 

La noche estaba cerca, los últimos rayos de sol nos iluminaban desde el horizonte y gracias a esta luz todo se mostraba mas bello.

La mujer no dudó en acercarse hasta Dadehoki para asentir.

- No sabes cuanto me alegra verte de nuevo, pequeño Dadehoki - comentó en tono afable.

- Nunca pensé ver que crecieras tanto, después sujetó por el hombro a Cerion - Veo que poco a poco van llegando mis pequeñas promesas, ya no debería faltar mucho para que lleguen el resto. Después se puso en una posición que dejó que tanto Cerion y Dadehoki se miraran cara a cara.

- No sé si os acordaréis mucho el uno del otro, pero de pequeños siempre llorabais si os separaban, para mi es mágico ver este reencuentro - comentó con los ojos vidriosos.

Cerion se quedó mirando a Dadehoki. El tiempo había pasado y con él, se habían borrado muchos recuerdos de cuando era pequeño. Pero había algo que sí que recordaba

Creo... No te recuerdo, Dadehoki. Pero hay algo... Sí. Tu mirada. De tu mirada si que me acuerdo

Cerion estaba abrumado. Se suponía que debía acordarse de él, pero no lo conseguía. Era frustrante. Ese chico que tenía en frente había sido lo suficientemente importante para Cerion de pequeño como para que llorara si les separaban. Le sabía mal, muy mal.

Digame, directora Bariday... ¿Quién más tiene que venir? preguntó esperando poder acordarse de ellos