Partida Rol por web

La ciudad está enclavada en el fondo de un barranco, en unas quebradas en las que aún se alzan algunas pequeñas colinas. El sendero de troncos que hace de calle transcurre paralelo al arroyo y lleva a través del mercado al interior de la ciudad. Las gentes se agolpan alrededor de vosotros produciéndoos una sensación de profundo desasosiego. El lugar puede ser realmente asfixiante. Después de caminar un trecho llegáis a una bifurcación natural.

El camino de la derecha os lleva hacia una zona donde las viviendas son robustas edificaciones de madera de dos pisos que se encuentran diseminadas bajo los pies de una pequeña montaña. Sobre dicha montaña se eleva un impresionante castillo de aspecto ominoso. No hay ningún cartel indicador así que no sabéis muy bien qué lugar puede ser ese. Por contra, si continuáis recto, el camino de troncos discurre hacia otra serie de casas bajas y construídas muy juntas. La gente va y viene desde ambas direcciones así que tampoco por su aspecto podéis definir qué hay en cada sitio.

Brandir se paró justo en la bifurcación y con la mirada escudriño los dos caminos, detuvo su mirada hacía el castillo y lo examinó profundamente .- crees que el castillo es el cuartel de los ladrones Brielle? serán tan ostentosos de tener un castillo enmedio de la ciudad? .- Luego miró el otro camino el cual llevaba a un barrio que parecía mucho más pobre y de casas bajas.- yo creo que será mejor que sigamos por el otro camino.- se quedó mirando a su compañera esperando una respuesta.

Brielle se encogió de hombros. Estaba algo nerviosa con toda esa gente que se arremolinaba alrededor suyo, pues no estaba acostumbrada a estar entre multitudes. Cuando escuchó la pregunta de su compañero examinó aquel castillo con los ojos entrecerrados y con una mano ayudándose para tapar la luz.

- Pues no sabría decirte, pero quizá lo mejor es preguntar a alguien de por aquí - dijo, mientras miraba a su alrededor buscando a alguien que cruzara su mirada para poder hacer su pregunta.

Un obeso hombre, vestido con una elegante túnica, viene caminando desde la calle frente a vosotros. Os ve parados en medio del cruce y fija su mirada ávida en Brielle. La examina de arriba a abajo sin ningún tapujo.

- Perdone buen señor... - dijo algo consternada por la actitud de ese tipo, luego miró por encima de su hombro en dirección al castillo, alzando la mano para señalarlo.

- ¿Me puede decir quien habita ese castillo? - preguntó directamente, evitando dar vueltas al asunto, pues no veía mal en su pregunta. Su actitud era totalmente inocente, como si le interesara por simple curiosidad.

-¿Sois nuevos por aquí? -pregunta el hombre con una sonrisa. Le podéis ver un diente de oro-. Ese castillo es propiedad de un poderoso mago. He oído que mantiene a los dos gremios tranquilos, evitando que entren en una guerra abierta ¿Vais en esa dirección? -pregunta señalando la calle que hay tras él-. Vengo de allí. Si estais buscando algo concreto podría ayudaros.

- Gracias - dijo tras la respuesta de aquel hombre, cabeceó levemente en señal de agradecimiento. Luego miró de reojo a su compañero, acto seguido siguió hablando

- Algo habíamos oído sobre los gremios.. - dijo intentando hacerse la tonta - Por simple curiosidad, donde están los edificios de estos gremios..?

Lo suyo no era el don de gentes, pues no estaba acostumbrada a tratar con demasiados forasteros y enseguida se quedaba sin palabras o sin saber que decir frente a uno de ellos. Por desgracia le había tocado ir con una de las personas mas silenciosas y calmadas que conocía, así que tuvo que coger la iniciativa.

Brandir estaba expectante justo al lado de Brielle, la joven lo estaba haciendo muy bien, ese hombre ante las palabras de su compañera no dudaría en contestar lo que ella le pidiera, más aun, ella no estaba revelando nuestro verdadero destino.

El montaraz miró a la joven cuando esta lo miró y asintió levemente, señal de que le estaba dando su aprobación.

-Pues vamos a ver -comenta el hombre llevándose un dedo a la barbilla-. El gremio del Clan de los Descarriados está tras la colina del castillo del mago, por la calle del Camino de los Cantantes -dice señalando el camino de vuestra derecha-. Y el Gremio de los Clan de los Ladrones está al norte de la ciudad, no tiene pérdida. Seguid por la Calle de la Jarra, está por allá -dice indicándoos el camino por el cual él ha venido- ¿Por qué estás tan interesada, jovencita? ¿Quieres entrar a formar parte de uno de ellos?

Brielle se encogió de hombros.

- Mmmmhh - dijo alzando las cejas, haciendo como que no iba a contestar eso. Luego siguió hablando:

- Gracias por la información buen hombre. - dicho esto, asintió a modo de saludo y empezó a caminar hacia el camino del norte que le había señalado. Mas para alejarse de ese tipo que para ir en esa dirección. Antes le gustaría hablar con el resto de su grupo para no arriesgarse demasiado.

Brandir sonrió por debajo de su capucha de modo lo más simpatico que supo, aunque se le notó que el no era muy simpatico con nadie y se dirigió con Brielle por el camino de la deracha hacía la guarida de los ladrones, esperó a que el tipo les dejará en paz para poder hablar con Brielle.

Cuando Brandir observó que ya no había nadie sospechoso cerca pudo hablar con Brielle .- buena información Brielle, ya sabemos donde hay que ir, pero seguro que estamos vigilados, más vale no hablemos con nadie más .- se ajustó la capucha .- y ten los ojos bien abiertos! .- dijo mientras ya caminaban hacía donde les había indicado el hombretón.

Os despedís del hombre y continúais andando hacia el norte. La calle desemboca en un nuevo barrio, un cartel medio caído lo identifica como "El Arrabal de los Cantantes Nocturnos" y tiene el aspecto más sórdido que jamás habéis visto. Bajo ese mismo cartel hay otro con una flecha que indica que la Calle de la Jarra está más al norte, a través de esta zona. A medida que camináis entre estos cochambrosos edificios os dais cuenta de que es la zona que contiene los burdeles de la ciudad. Hombres y mujeres de aspecto famélico, enfermo o cansado se apoyan en los portales y os lanzan miradas lascivas mientras pasáis. Brielle es la que causa más sensación. La mujer puede sentir como decenas de ojos se la comen de arriba a abajo mientras pasa frente a los portales. Brandir, un poco incómodo, agarra del brazo a su compañera y se interna en un estrecho callejón que da a la Calle de la Jarra.

Entonces, dos hombres aparecen por el extremo del callejón frente a vosotros y se plantan ahí. Cuando os dais la vuelta, otro hombre más y el tipo gordinflón con el que estábais hablando aparecen detrás vuestro.

-Bueno, bueno, chico -dice el tipo con una sonrisa siniestra-. Podemos hacer esto lo más fácil posible. Dame a la mujer y te daré cincuenta monedas de oro. Puedo sacar el triple por ella en el mercado de esclavos. Es joven, bella y seguro que complaciente. Si te niegas... -su acompañante desenvaina la espada que lleva al cinto mientras que los otros dos del otro extremo sacan unos cuchillos largos bajo las ropas-, no doy nada por tu vida.

Los más malos presagios se cumplían, habían averiguado donde estaba la morada de los ladrones, pero a que precio, esa ciudad estaba llena de malnacidos que no buscan más que enriquecerse a costa de los demás sin importar los motivos o los modos.

Era de esperar un joven tan bella como Brielle por esos callejones daría a entender que era una presa facil, pero estos bellecos no sabían muy con se habían metido.

.- Os aconsejo que os marcheis y nadie saldrá herido, o más bien no es un consejo... es una orden, salid de aquí zumbando si no quereis pagar un precio demasiado alto por vuestras vidas .-

Brandir desafiante sacó el arco y armó una flecha, esperando que Brielle hiciera lo mismo, estos no habían venido a negociar. .-si nos atacan dos tu y dos yo, uno por cada lado .- susurró a Brielle.-

.- dajadnos marchar.- dijo mientras apuntaba con el arco.-

Brielle se quedó perpleja al ver que aquel hombre que les había ayudado simplemente les había tendido una trampa. Podía esperarse eso de un lugar como ese, incluso ella. Lo que la dejó parada fue que querían comprarla como esclava, encima viendo el ambiente iba a ser vendida como prostituta o algo peor. Sin duda preferiría estar muerta antes, pensó con determinación.

Al ver el movimiento de su compañero, Brielle sacó su honda y preparó una piedra.

Se giró y asintió a su compañero. 

Al primero que se moviese, le lanzaría esa piedra.

Las acciones y palabras de Brandir dejan a los asaltantes un tanto confusos. Brielle aprovecha la ocasión para cargar la honda mientras espera acontecimientos. Los tipos miran a su jefe que les grita con enfado:

-¡Vamos, ¿a qué esperáis?!