Partida Rol por web

Día previos a la reunión en la cafetería, comencé a sentirme nerviosa y ansiosa, todo coincidía con mis días libres del trabajo, lo que me daba tiempo para comprar algo de ropa, con mi vida de ahora había adquirido ciertos gustos más sofisticados y con el círculo de amistades nuevas también, aunque no eran muchas, por lo que vestir de forma más elegante y refinada era lo que usaba ahora, había comprado varios atuendos pero no lograba decidirme por ninguno, evalué cada uno de ellos, pues que tampoco quería incomodar o transmitir a los demás lo bien que estaba ahora, mas desconociendo si ellos habían superado o no lo que ocurrió cuando jóvenes.

Susana seguía presente en mi vida, pero más como una amiga con hermosos recuerdos que con el tormento del accidente, con ayuda psicológica logre enterrar los malos recuerdos y hoy lo veía como un suceso que le pudo haber pasado a cualquiera, pero cada uno seguramente pago con depresiones, pesadillas o la culpa eterna, incluso con obsesiones, como las de mi hermano.

Llegue en taxi al lugar, estaba muy nerviosa para conducir, en la entrada me detuve un momento, comencé a cuestionarme si vestía adecuadamente, si la reunión seria agradable, si me reprocharían algo, comenzaba a respirar más rápido y tenía claros síntomas de ansiedad y nerviosismo.

Si no quisieran verme no me habrían invitado…me dije en voz baja y decidí entrar.

Al entrar apretaba fuerte el sobre que llevaba como cartera, estaba nerviosa, busque con la vista a Mario y Pablo y logre divisar a Pablo, esperaba que viera a Mario, seria mas cómodo, pero ver que Pablo estaba solo no hizo más que terminar por ponerme aún más nerviosa, me quede mirándolo desde la entrada por unos minutos, casi sin pestañear, su visión volvía a provocar la misma reacción de antes, un vacío en el estómago y luego un cosquilleo inquieto.

Respire profundo y camine hacia su mesa; aquella tarde vestía un atuendo de dos piezas en color beige, una falda hasta la rodilla ceñida al cuerpo, una blusa blanca y un chaleco de hilo del mismo tono, accesorios, cabello suelto y maquillaje sencillo, sin duda era muy diferente a la antigua Julia.

-Hola…- no pude decir nada más, pero le sonreí con alegría, sí no era más que eso, inmensa alegría por volverlo a ver, lo habría abrazado, pero no quería ser impertinente, tampoco tome asiento, pues quería ver su reacción, yo continuaba apretando con nerviosismo mi cartera.

Estaba absorto en mis pensamientos, tanto que no me di cuenta de la llegada de Julia hasta que ella me sacó de mi ensimismamiento con un saludo y una sonrisa resplandeciente. Podría decirse que el corazón me dio un vuelco. 

- Ho.. Hola. - Balbucí. Me puse de pié para saludarla como era debido, pero me quedé mirándola unos segundos más de lo necesario. Le di dos besos. - Uau, estás estupenda. - Acerté a decir, controlando un poco más los nervios. Sonreí. Era una sonrisa sincera, no una de aquellas que se ponen de compromiso cuando de repente uno se encuentra con un antiguo conocido. Creo que me ruboricé.

Hice ademán de sentarme, esperando que ella me acompañase en el gesto, pues permanecer los dos de pié no era cómodo, en ningún sentido.

Se me escapó una risa nerviosa.

- Perdona, pero creo... Me ha entrado una felicidad idiota al volver a verte. - Entonces me di cuenta que aquello había sonado extraño. - Perdona, quiero decir... que estoy contento que nos hayamos vuelto a encontrar, después de tanto tiempo.

- Idiota... - Por dentro me estaba llamando Idiota yo mismo, una y otra vez, por no saber más que decir payasadas sin mucho sentido. Debía tranquilizarme.

Di un sorbo al café y llamé al camarero, para que Julia pudiera pedir lo que gustase.

También le respondí con ambos besos, aunque procure que mis labios tocaran sus mejillas y no el saludo de piel con piel por mero compromiso, me saco una risa con su frase respecto a su reacción, y tras mirarnos unos segundos sin saber que hacer decidimos sentarnos.

-Tu también estas muy guapo, que gusto verte, ni te imaginas las múltiples veces que he imaginado este momento, estoy tan nerviosa, incluso dude en entrar, pero....- entonces guarde silencio mirando a los ojos al rubio, que ahora tenia un aspecto mas varonil y guapo que antaño... -...tenia tantas ganas de verte, de saber como has estado y que has hecho todo este tiempo-

Tenia miles de preguntas, miles de cosas que contarle, sentía el corazón bombear a mil como si quisiera escapar; llamo al camarero y pedí un te de jazmín con algunas galletas y agua mineral sin gas, fue una solicitud rápida, como si desease que el chico se fuera rápido y me dejara a solas con Pablo.

-Vamos cuéntame que has hecho, quiero saber todo- 

Las palabras y, sobretodo, la actitud de Julia hicieron que me relajara un poco y se disiparan un tanto los nervios del reencuentro. 

- No gran cosa. - Admití. - La verdad... yo también tenía muchas ganas de verte Julia.

Sonreí e hice una pequeña pausa, cargada de emotividad. Tras un leve suspiro continué.

- Y al fin aquí estás. Después de tanto tiempo. Parece imposible... - Mis ojos azules, enmarcados ya por pequeñas arrugas, se clavaron en los suyos. - ¿Sabes? Te busqué. - Asentí con un movimiento de cabeza, sin dejar de sonreír. - Me tomé un año sabático y luego fui a la Universidad Central* y me matriculé de Ingeniería, pensando que te encontraría allí. La verdad es que pregunté y me dijeron que habías ido allí, pero no dí contigo. - Decir aquello... Decirle aquello a Julia era como arrancar de mi corazón una espina, quitarme una carga que había soportado muchos años, cerrar un círculo. Sea como fuere, tras revelarlo me sentí más feliz de lo que había estado en mucho tiempo. Mi sonrisa era imperturbable. No podría borrarla de mi cara aunque quisiera, tanto como no podía dejar de mirar aquellos ojos, tanto tiempo añorados.

- Dime, ¿qué ha sido de tu vida? - Estaba deseoso por saber.

-Ahora entiendo...- dije recordando el día de la muestra universitaria... -Acudí a la muestra de carreras a la universidad, como habíamos acordado, te espere por horas, pero no llegaste, creí que no querías verme...- guarde silencio mirándolo...- así que decidí que era bueno cambiar, por lo que me traslade aquí*, estudie medicina y ahora trabajo en el hospital principal en la sala de urgencias...- sonrío más relajada...- ha sido una buena elección, ayudar a las personas es maravilloso-

Pronto llego el camarero con nuestro pedido, guardamos silencio mientras servía, aunque yo no dejaba de mirar a Pablo, era como si intentase recuperar todo el tiempo perdido, volver a memorizas su rostro y sus gestos, su mirada y sonrisa, actualizar toda mi base de datos de los recuerdos que tenia de él.

Quería preguntarle cosas personales, si tenía novia o esposa e hijos, quizás en todo este tiempo habría encontrado a alguien, pero no sabía cómo abordar el tema, mire sus manos con discreción, buscando algún anillo, finalmente me decidí a preguntarle, aunque el vientre me daba vueltas de una forma extraña pero agradable.

Me mordí el labio sutilmente, mire a cualquier sitio del lugar y acomode mi cabello tras la oreja, mientras le echaba una cucharada de azúcar a mi té y revolvía... -...aaamm...vivo no muy lejos de aquí, cerca del hospital, te tenido una vida tranquila, algo solitaria sí, me evocado tanto al trabajo que aún sigo soltera...- con esa frase me reí sacando la cuota de nerviosismo que tenía...- ¿y tú?...imagino que debes tener novia o quizás ya te habrás casado...seguro encontraste una chica guapísima, no has cambiado mucho, sigues siendo un hombre muy atractivo...- por fin, ya me había soltado, lo que viniese era pan comido, debía averiguar si mi esperanza podía seguir intacta o dar vuelta a la página llamada Pablo.

- ¡Uau, una doctora! - Dije sorprendido. - Sí, ayudar a los demás y, además, hacer lo que te gusta tiene que ser fantástico. - Y pensé de inmediato que se habría alejado de mí demasiado, pues si en esta sociedad en la que nos había tocado vivir habían estamentos sociales, algunos de ellos se medían por la profesión. - Yo no acabé la carrera. - Dije, sin admitir mucha importancia con mi expresión, aunque mis ojos decían otra cosa.

Luego llegó el camarero con el pedido de Julia. - Tráigame otro café. Sólo, por favor.

Alcé una ceja. Sonreí ante los halagos de Julia, pero lo que realmente me sorprendió era que siguiera soltera. Una mujer como ella, hermosa e inteligente, habría tenido muchos hombres llamando a su puerta. Que se hubiera volcado en su carrera profesional era la única explicación.

Miré mis manos cuando ella lo hizo, hacía mucho tiempo que había olvidado la alianza en un cajón de la mesilla de noche.

- Lo mismo suponía de ti, pues tú no es que no hayas cambiado, es que estás aún más hermosa que cuando éramos jóvenes, lo cual parecía ya difícilmente superable. - Por momentos mi mirada perdió parte de la alegría que había mostrado hasta entonces, al pensar en mi matrimonio. - Pero sí, tienes razón, estoy casado.

Suspiré profundamente. 

- Aunque hace años que mi matrimonio es poco más que una relación contractual. - Me quemaban los labios al decir esas palabras y, de hecho, las dije en una voz a penas audible. - No es algo que me guste admitir, de hecho creo que es la primera vez que hablo de ello de forma tan cruda como lo acabo de hacer. Pero supongo que a ti no puedo ocultarte nada.

- Hace muchos años que trabajo de camarero en la costa. De hecho, desde que volví de la universidad. Parece que no, pero también es una carrera. Soy jefe de barra y se gana bien el dinero, aunque el horario es un asco. Pero supongo que por horarios no puedo hacerte sentir pena, pues los vuestros tampoco es que sean una maravilla. - Sonreí nuevamente.

Mientras hablaba, bebía de mi té de jazmín y probaba una galleta, cuando era mas joven era menos refinada, ahora en cambio parecía que la madurez me había dado mejores modales y comportamiento, bueno, el trabajo que realizaba también me hacia ser mas cuidadosa y delicada.

Era una lastima que no terminara la carrera, pero nunca era tarde para retomar un deseo, pero quizás su vida tenia otro camino ahora, y así era, mi sonrisa se borro automáticamente cuando dijo que estaba casado, cerré los ojos y di un profundo suspiro que se funciono con el suyo...lo he perdido.

Alce la vista y le mire sonriendo, debía sentirme feliz por su matrimonio y le iba a felicitar, pero continuo hablando, contando que su matrimonio no estaba bien, pero seguía ligado a su mujer, que aunque fuese que estuviese unido a ella por un mero contrato, algo lo hacia permanecer con ella.

-Si los turnos son lo malo, en ocasiones paso días sin dormir, pero es lo único que tengo, con mi familia poco nos vemos, y es mejor así, tener la mente ocupada es bueno- me sentía extraña, como si el brillo de mis ojos se apagara, Pablo estaba casado y con eso se esfumaba esa esperanza de retomar lo que quedo inconcluso hace años, tampoco intentaría aprovecharme de la inestabilidad que sufría su relación, si algo podría surgir, seria solo si el lo quisiera.

-Sabes, hace unos cuantos años atrás, conocí a un hombre, que cambio mi vida con tan solo pensar en los planes que podríamos tener, por cosas de la vida tuvimos que tomar caminos distintos, pero jamas me olvide de él, la primera vez que lo vi, creo que fue amor a primera vista y hoy después de todo este tiempo sigo sintiendo lo mismo al verle, he estado sola todo este tiempo esperándolo...-

Deje mi relato inconcluso... -Espero puedas arreglar tu matrimonio, te mereces ser feliz, yo perdí al hombre que amo, por no querer seguirlo cuando pude y no hice nada por continuar esa relación, espero que tu si puedas hacer algo a tiempo-

Guarde silencio y bebí otro sorbo de té, el jazmín calmaba mis nervios, suspire...

Me sentí confuso. Bastante confuso. Julia me comenzó a explicar que amaba a un hombre pero lo había dejado escapar. Se me cayeron todos los palos del chozo, pues en mi fuero interno pensaba que podía recuperar a Julia y volver a tomar las riendas de mi vida, pero aquello me estaba desarbolando a cada nueva palabra que iba pronunciando.

Julia estaba enamorada de otro hombre y ese recuerdo era un fantasma con el que no se podía competir.

Sin embargo había algo en todo aquello que me daba la sensación que se me estaba escapando de entre las manos.

Luego dijo que ojalá pidiera restablecer mi matrimonio. Se me escapó un bufido seco, en forma de risa sarcástica. - Eso no va a pasar. - Le dije convencido. La miré, y pensé que sería mejor explicarle todo, con pelos y señales. - Como te decía, mi mujer y yo formamos un matrimonio que sólo lo es en apariencia. Nuestro matrimonio duró seis meses. Fue cuando ella perdió el bebé por el que nos casamos y, como resultado del aborto, no podrá volver a concebir. Supongo que tras aquello nos reprochamos en silencio el uno al otro la culpa de todo, aunque realmente no fue culpa de ninguno de los dos. Pero eso poco importa ahora, pues nuestra relación se enfrió hasta morir de hipotermia. Seguimos juntos por desidia y por interés. A los dos nos va bien en nuestros respectivos trabajos y unir esfuerzos económicos nos cunde mucho más que si cada uno va por su lado. - Di un sorbo al café, pensativo. - Sé que puede sonar muy frío y calculador, pero ambos llegamos a la misma conclusión por separado hace años. Sé que ella ha tenido aventuras, de la misma manera que sé que ella conoce mis escarceos ocasionales. Ante los conocidos y familiares mantenemos las apariencias, pero en casa no somos más que compañeros de piso.

Otro sorbo de café.

- Evidentemente, no soy feliz. Sobrevivo y punto. Me gustaría estar con alguien a quien poder amar y sentirme amado. Creo que es una sensación que a penas recuerdo como una añoranza de un tiempo pasado... casi como un sueño. Me he llegado a convencer a mí mismo que es algo que ya no pasará y me he resignado a vivir esta vida hasta el fin de mis días. - Me acabé el café, pues se estaba quedando frío.

Un poso bailoteaba en el fondo de la taza. Mirando el poso, continué hablando. - Yo también amé a alguien con una fuerza inusitada hace mucho tiempo. También hice planes en mi mente y también abandoné todo para buscarla con la desesperación de quien lucha por agarrarse al salvavidas tras un naufragio. Pero no dí con ella y me hundí en el mar de mi vida, tal como la vivo hoy en día, tal como la llevo viviendo los últimos años.

Dejé la taza en el plato y miré a Julia a los ojos y resolví hablarle con la madurez que me había dado los años.

- Julia. No quiero ir con más rodeos. He estado soñando contigo todos estos años, y no ha habido un solo día que no pensara en ti. Te amo. Hasta hoy no podía estar seguro de si sólo amaba a un recuerdo, a un fantasma... como ese que tú me has descrito... - Tragué saliva para evitar que se me formara un nudo en la garganta, la voz me temblaba con la emoción. - Pero hoy, viéndote, escuchándote, sintiendo lo que siento ante ti, no me cabe duda. Te amo. Y lo siento. Siento mi egoísmo. Siento soltarte esta bomba, más cuando dices que amas a otro hombre y tal, pero si hoy te vas de aquí sin decirte esto mismo, algo dentro de aquí - Me señalé el pecho - no me lo perdonaría nunca.

El nudo de mi garganta subió hacia arriba y se congestionó en mis ojos, que comenzaron a brillar con la desbordante emoción que estaba sintiendo.

Jamas imagine que su vida hubiese terminado en ese triste relato, sentí pena y tristeza, si hubiese sido mas resuelta y valiente quizás, lo había buscado y habría sacado de esa vida que tenia, escuchar que no era feliz, me entremesista, extendí mi mano para tocar la suya, un contacto que mostraba la necesidad de él en todo este tiempo, sus dedos temerosos también compartían caricias con los míos*.

Me sentí culpable de haberme apartado tanto, quizás si mis fuerzas no hubiesen decaído tras la partida de Susana, hoy estaríamos reunidos contándonos nuestras vidas con mas alegría, pero la muerte de Susana nos cambio a todos y nos llevo por caminos que no teníamos planeados.

Pablo también me contaba que amaba a una mujer, ambos con historias parecidas sin pensar en unirlas, no hasta que su confesión me devolvió el brillo a los ojos y la vida a mi corazón...me ama...le sonreí dando un suspiro de alivio como si recobrara el aire tras un tiempo sin él, sus ojos comenzaban a brillan y a humedecerse.

Saque de mi cartera el dinero para pagar el servicio y la propina, estire mi mano a Pablo... -Ven conmigo- me puse de pie y de la mano salimos del lugar, cruzando la calle había un parque, con una pequeña laguna, le lleve hasta ahí sin soltarle la mano, sin decir nada.

Tras unos minutos en silencio, solo mirarnos, me puse frente a él, me perdí una vez mas en sus hermosos ojos, tal como lo hice en ese lago... -Hoy no iré a ningún sitio, jamas volveré a dejarte ir, te he estado esperando toda mi vida y esta vez te seguiré donde vayas...tendré que cambiar de trabajo, los turnos serán incompatibles con la tarea de hacerte feliz-

Ya lo había dicho, no había marcha atrás. El contacto de su mano* fue como una esclusa que se abre y por donde brotan las emociones y facilitó que pudiera decir todo lo que debía decir. No quería dejar de acariciarla, pero de repente se levantó de la mesa.

La pena me inundó cuando vi que, sin mediar palabra, fue hasta el camarero y pagó. Estaba completamente seguro que en aquel momento se marcharía, dejándome allí, huyendo de un loco que hubiera estando albergando en su alma el amor desconsolado por un recuerdo y que no fuera capaz de darse cuenta que el tiempo había transcurrido y nada era ni podía ser como entonces.

Pero ella no se fue. regresó a mí y me tomó de la mano. Mi cara se vistió de desconcierto e, incrédula, una esperanza renació en mi corazón desolado. En mi interno pesimismo, quizá lo que pretendía era llevarme a la calle para hablar allí las cosas y no montar un espectáculo en una cafetería donde, tal vez, la conocían. 

En esas estaba pensando cuando nada de aquello sucedió. Muy al contrario, me llevó al parque frente al café y ella habló mirándome a los ojos. Yo no podía contener la emoción, escuchando y leyendo sus hermosos ojos verdes. Lo que decían sus labios llegaba directo a mi corazón. Mi alma florecía, como un campo yermo que de repente reverdece. Sonreí. Me acerqué a Julia. Quería decirle tantas cosas, pero las palabras se agolpaban en el nudo de mi garganta, así que no hablé. Mis manos tomaron su cara y la besé. La besé como nunca había besado a nadie, pues nunca hubo tanto que decir en un único beso. Mientras la besaba, la abracé con firmeza, como temiendo que todo aquello no fuera más que un sueño y buscando la confirmación en la presión de mis brazos sobre su cuerpo trémulo.

Doce años pasaron, en los que mi propia alma vivió atormentada por la culpa, doce años en que me aferre a un ilusión que batalla fuertemente con los fantasmas de aquella noche, doce años en que jamas olvide sus labios y el tacto de sus caricias, todo eso ahora se desvanecía en un beso, cargado con sentimientos de perdón, de promesas, de amor, de esperanza.

Ambos vivimos una vida que no era la que habíamos planeado, pero nunca es tarde para retomar el camino; disfrute sus labios y caricias con el desborde de la emoción en mis ojos, el peso que cargaba simplemente desapareció, su estrecho abrazo estremecía todo mi cuerpo, transmitiendo ese temor de que esto no fuera cierto, pero aquí estaba y no iría a ningún sitio sin él.

Nuestros labios se separaron buscando esa necesidad de aire quizás para continuar unidos o para dejar que nuestras miradas se fundieran en un lapsus de eternidad...sonreí.

-Mi psicólogo me decía que no me aferrara a una ilusión de juventud, que debía avanzar y dejar que el pasado quedara atrás, no me arrepiento de haber vivido con esta ilusión que hoy haces realidad...eres el único hombre al que he amado y al que amare hasta mi ultimo aliento-

Le abrace ahora sonriendo, las lagrimas habían cesado y ahora una enorme sonrisa se dibujaba en mi rostro, su olor, me traiga recuerdos de todo el grupos, las risas de Susana, las bromas de Mario y los reclamos de Ric; el tiempo ahora parecí tomar su curso normal mientras disfrutaba de ese abrazo.

Sonreí con todo mi ser ante Julia. Ante su mirada. Ante su tacto, su voz... Pero sobretodo sonreí ante nuestro futuro, que se extendía a nuestros pies como una alfombra roja. Eso era lo que sentía y no quería abandonar aquella sensación. Era feliz, y la novedad de la sensación la hizo aún más potente.

- Oh, Julia... Cuánto tiempo he deseado estar a tu lado... No pienso volver a separarme de ti, pase lo que pase, contra viento y marea. 

Con la emoción, levanté a Susana del suelo y di una vuelta con ella en brazos, la felicidad salió a raudales por cada poro de mi cuerpo y en forma de risa por mi boca. La volví a poner en el suelo y la volvía a besar.

Todo lo que estuviera por suceder no me importaba. Ni el futuro inmediato ni el devenir de los años me causaba el más mínimo recelo, si estaba a su lado. Tantos años no atreviéndome a soñar si quiera con tenerla entre mis brazos estallaban ahora de golpe entre los dos.

Al cabo de un rato de estar en el parque, cerciorándonos que aquello era real, volví a tocar con los pies en la tierra para mirar hacia la cafetería, al otro lado de la calle.

- ¿Sabes algo de Mario? - Le pregunté a Julia, sin dejar de sonreír. - En principio él también tenía que venir. - Luego, borracho de optimismo, pensé si no había sido aquello una jugarreta del bueno de Mario para reunirnos.

De pronto Pablo cayó en algo que habíais pasado por alto, la reunión era también con Mario sin embargo éste no se había presentado.

Fuisteis a la cafetería de nuevo pensando que igual él estaría allí. Vuestros sentimientos al entrar de nuevo en la cafetería eran totalmente distintos a los de la última vez, ahora podíais incluso ir de la mano y sonreír a la vez pensando en el futuro que os deparaba.

Todo parecía mágico, utópico hasta que encontrasteis encima de la mesa algo que os llamó la atención... eran unos diarios locales con unas portadas la mar de desconcertantes.