Partida Rol por web

Asentí a las palabras de Julia y la emoción la tenía a flor de piel, aunque me contuve.

- No sé muy bien qué ha pasado esta noche. No era yo. Pero sí sé que lo del lago fue real, muy real. - De haber seguido hablando, me habría dejado embargar por las emociones, y no era momento ni lugar. Quería besarla, pero no sabía si ella lo aceptaría después de lo que había pasado, así que me contuve y la seguí hasta el coche.

¿En serio voy a tener que jugármela a salir del armario y declararme a mi amigo de toda la vida ahora que sé que es un tarado mental o que lo ha poseído algún tipo de espíritu chungo?

Parecía que a Julia le daba un poco igual en ese momento mi pregunta sobre las toallas, así que le tendí en primer lugar la que había humedecido un poco, pensando en que tal vez pudiera ayudar mejor con las terribles manchas de sangre, y dejé las otras toallas secas a su lado.

Escuché las siguientes instrucciones de Julia, que parecía haber tomado definitivamente el mando de la situación. Mejor así, creo que ahora mismo es la persona apropiada para tratar de organizarnos en todo esto.

Me compadezco de la confusión de Ric, ya que tampoco prestan atención a sus preguntas. Y trato de orientarle:
-Mira, no sé muy bien como ha pasado, pero Susana se ha llevado un golpe bastante gordo en la cabeza. El resto estamos todos bien, tu hermana se está haciendo cargo de todo esto. Así que vamos a hacerle caso y vamos a tratar de llevar a Susana al coche con el mayor cuidado posible, ¿de acuerdo?
Espero unos segundos a que asimile toda la información y asegurarme de que me va a seguir antes de acercarme de nuevo a las chicas con intención de ir cargando con Susana.

Todo sucedió demasiado rápido y sabíais que el tiempo era el factor más importante a tener en cuenta.

Gracias a la actuación de Julia y Mario, Susana había conseguido estabilizarse de la grave hemorragia que estaba sufriendo pero... ¿hasta cuando?

Tan rápido como pudieron se cambiaron de ropa y se montaron en el coche. Susana iba en la parte de atrás en la postura más cómoda que se podían permitir.

Las llaves hicieron contacto con el motor y éste arrancó: era hora de ir en busca de un hospital.

Asiento ante respuesta de Mario, el único que se ha dignado a responderme. Me siento algo mejor al ver a mi hermana en perfecto estado pero no puedo evitar preocuparme por Susana. Una vez en el coche arrancamos en busca del hospital más cercano. Saco el móvil tratando de localizar el centro sanitario más cercano mientras pregunto a Mario, que es el que más sabe de la zona -Mario ¿tienes idea de donde puede estar el hospital más cercano?

Iba junto a Susana, no pensaba separarme de ella hasta saber que estaba a salvo, aun tenia las manos con su sangre y era lo de menos ahora, Ric iba del otro lado, se mostraba preocupado al igual que yo.

Mario conducía rápido pero también cauteloso de la ruta, debíamos llegar lo mas rápido a a un hospital, la hemorragia se había detenido, pero aun seguía perdiendo sangre, el corte era profundo, pensar en todo lo que ocurrió ahora que cierta tranquilidad tenia no hizo mas que dejar que por fin me liberara de mi propia tensión.

Acariciaba la mejilla de Susana, mientras lagrimas corrían por mis mejillas. Vamos nena, estarás bien, lo prometo, pero me dejes.

Recordé el collar...¿Pablo de donde sacaste ese pendiente? pregunte de imprevisto sin apartar la mirada del rostro de mi amiga.

Mario conducía, Ric iba de copiloto, yo me senté atrás con Julia y llevando a Susana sobre nosotros, procurándole una posición recostada y lo más cómoda posible. Miré a Julia cuando me preguntó por el colgante.

- ¿El colgante? Sí. Me lo regaló ella, la tarde que... la dejé. Me pidió que, por lo menos, aceptara ese regalo y no me lo quitara. Así lo hice. Pensé que era un gesto que ella apreciaría y haría que la transición fuera más fácil.

Entonces pensé que, si el colgante tenía algo que ver en todo aquello, ¿Sabría algo Susana de antemano? No lo creía posible. De dónde lo sacaría ella. Luego recordé la ouija... sacudí la cabeza para expulsar esos pensamientos.

La miré. Lo importante era que se recuperara de ello.

Ya con todo el mundo en el coche, arranco y empiezo a conducir lo más rápido que puedo, dentro de las circunstancias: Estoy muy nervioso, es de noche, y no conozco demasiado bien la carretera. Ric, que va sentado a mi lado en el puesto de copiloto, me pregunta por nuestro hospital de destino.

-Lo único que se me ha ocurrido es ir al hospital clínico, de vuelta a la ciudad. No tengo ni idea de si hay algún hospital más cercano por los alrededores, porque apenas conozco esta zona. Así que prefiero desandar el trayecto que hemos hecho para llegar aquí e ir a lo seguro. Si aprieto un poco, estaremos allí en unos 40 minutos.- Sé bien que, en el mejor de los casos, tardaremos unos 10 minutos más, pero en el momento me sale decirles esa cantidad de tiempo.

Sin perder la concentración en la carretera, intento dirigir mi mirada de vez en cuando al retrovisor central para mirar como van las cosas en la parte de atrás del coche. Y más discretamente, por el rabillo del ojo también trato de controlar a Ric, al que noto visiblemente afectado. -Como todos, supongo.-Concluyo para mi mismo.
La situación es terriblemente tensa. En estas circunstancias, normalmente haría algún tipo de broma o chascarrillo para romper el ambiente, pero en esta ocasión ni siquiera yo estoy para bromas.

Con un objetivo en mente, llegar al hospital antes de que la vida de Susana peligrara aún más, le susurré a Mario, dejando de lado cualquier tipo de rencilla. Mario, Susana está perdiendo mucha sangre, tenemos que darnos prisa. Pasa de las normas de tráfico y conduce rápido aunque seguro.

Me vuelvo hacia atrás y miro unos instantes el cuerpo inerte de Susana, manchado de rojo por la abundante sangre. Procurad hacer presión para que no salga tanta sangre de la herida. El hospital aún está lejos...

Realicé el viaje allí atrás, con parte del cuerpo de Susana sobre mi regazo, al lado de Julia. Tenía el cerebro embotado aún. Allí la tenía, sangrando y peligrando su vida por aquella herida de difícil contención. A penas me daba cuenta de los riesgos que estaba tomando Mario al volante, de los zarandeos ni de los gritos y exclamaciones que se oían, tanto por parte de los de dentro del coche como por parte de algún peatón ocasional.

Llegamos al hospital. Por fin. Bajaron a Susana y se la llevaron. Estábamos los cuatro allí, con cara de imbécil y ocn el frescor de la noche que nos recordaba que este capítulo no estaba en los planes de viaje. Un grillo parecía disfrutar del verano.

- Yo... no sé qué pasó. - Dije finalmente. - En serio, no lo sé. No sé qué fue verdad y qué un sueño. Desde que me desperté en mitad de la noche no sabría decir cuando estaba dormido ni cuando despierto. Yo no soy así, vosotros lo sabéis bien. Quizá yo necesite ayuda profesional. - Confesé lo que había estado pensando durante aquella noche. - Sólo deseo que se ponga bien, lo demás es secundario.

Clavé mi mirada en el suelo y pateé un papel que encontré a mis pies.

Traté de centrarme en la carretera y en el trayecto hasta el hospital de regreso en la ciudad. No quería pensar en la situación que llevábamos detrás, por lo que intentaba mirar por el retrovisor central del coche lo menos posible, ya que sabía que mi mirada se iba a ir directamente a los chicos, y no a lo que pudiera ver a través de la luna trasera del coche.

No iba a una velocidad suicida, pero si bastante más rápido de la velocidad permitida en esa carretera, lo que hizo que me llevara un par de sustos que pude solventar sin demasiados problemas a base de reflejos y algún ligero volantazo.

Por fin llegamos al hospital y dejamos a Susana en manos de los médicos que salieron a nuestro encuentro en cuanto paramos en la zona de urgencias. Afortunadamente debían tener una noche tranquila y nos atendieron prácticamente al momento. Al no ser familiares directos, nos tocó quedarnos en la sala de espera mientras se llevaban a nuestra amiga para atenderla.

Escucho las palabras de Pablo, intentando explicar lo sucedido, y le replico:

-No quiero ser desagradable, pero te das cuenta de que tal como lo estás contando no suena demasiado tranquilizador, ¿verdad?- A pesar de mis palabras, lo conozco lo suficiente como para saber que está siendo sincero, pero dudo mucho que los familiares de Susana vayan a ser tan comprensivos con él. No digo nada más y me quedo absorto haciendo resumen de lo que ha sido este plan de escapada rural.

Tantas expectativas, tantas esperanzas e ilusiones puestas en hacer algo genial de estos días juntos, antes de que cada uno tome su camino... Y ahora mira este desastre.-No puedo evitar recrear en mi mente la escena de hace un rato en la cocina de aquella casa.- Quiero confiar plenamente en Pablo, ¡nos conocemos desde que eramos unos críos! Pero el impacto de Susana contra la pared, y la cara de Pablo en esos momentos... -Intento disimular un pequeño escalofrío que me recorre la espalda- Hay algo extraño en todo esto, desde que empezamos esa maldita sesión de OuiJa. 

Me quedo sentado en uno de aquellos asientos de la sala de espera, cabizbajo, sumido en esos pensamientos.

Por fin habíamos llegado al Hospital, apenas bajamos del auto llame al guardia quien pronto llego con asistencia; lo ultimo que vi de mi mejor amiga fue alejarse por el pasillo para ser atendida de urgencia, ahi para en medio de quel inmaculado pasillo tenia la mente en blanco, sentía que un peso se liberaba de mi cuerpo al saber que estaba en buenas manos, ahora solo quedaba rogar por que no se diera por vencida.

Mire mis manos ensangrentadas, era difícil expresar alguna reacción al respecto, fui hacia unas sillas y me senté llevándome las manos a la cara, quería llorar pero no podía, Pablo comenzaba a dar explicaciones y Mario intentaba comprender.

-¡Callense por favor!...- no comprendía nada...¿por que?...-Pablo nadie entiende nada de lo que paso, nadie comprende nada, solo sabemos que Susana puede morir, quien tiene la culpa o no, no es momento....- comenzaba respirar mas rápido perdiendo todo el control... -¿que esperas tu Mario?, ¿que la familia de Susana levante cargos contra Pablo?...por la mierda, nadie dirá nada hasta que Susana despierte y entre los cinco intentaremos aclarar esto...de momento ha sido un jodido accidente, se nos pasaron las copas y perdimos el control...-

Es entonces cuando me largo a llorar...-hemos perdido el maldito control...el control...- saber que Susana podía morir y sentir que el culpable era la persona que mas amaba en este instante me partía el corazón en dos, pero ese collar se lo dio ella...¿maldición Susana, por que lo has hecho?...fue un accidente, Pablo no le quería hacer daño....él jamas seria capaz de eso.

Susana se mantenía en un limbo, a su mente acudían escenas de todo lo que la rodeaba, escuchaba a sus amigos hablando, todos trataban se ayudarla mientras la vida se le escapaba a cada latido de su corazón. El golpe había sido muy fuerte y el hospital estaba muy lejos, quería abrir los ojos pero no podía era como si a cada segundo se alejara más. Sintió la preocupación y la culpa de todos ellos en especial la de su amiga Julia, Mario, Pablo y Ric... ojalá hubiera tenido un poco más de tiempo con él... fue tan tonta, tan vengantiva... ¿qué sentido había tenido la venganza? Lo iba a pagar con su vida... pero eso... eso ya no importaba... ya nada importaba...