Partida Rol por web

Después de aquel “altercado” con las pelirrojas, todo quedó en una anécdota y en Ryan cayendo como un tronco sobre el sillón de casa para dormir. La alarma le despertó a las 7.

Para las 8 ya estaba en los talleres del ejército, presentando su identificación y reprimiéndose de saludar marcialmente a sus antiguos compañeros, puesto que ya había dejado el ejército y este había hecho los trámites para darle de baja y que regresase a su vida de civil. Pero aun así, tenía una cláusula que le ataba aun a este lugar. Y una tecnoarmadura del copón hecha para alguien de su constitución y que solo él y Tami conocían al dedillo. Los ingenieros ya se sabe…lo diseñan todo pero luego el que aprieta las tuercas es otro.

9 de la mañana, café en mano, Tami al teléfono hablando con los “jefes”. Su café se le quedaría frio otra mañana más.

10 de la mañana y había luz verde para iniciar la demostración. Era una nave enorme antiguamente destinada como hangar para reparaciones de aeronaves del ejército, ahora había quedado reservada como área de pruebas para el Silver Patriot. Había un cristal antibalas desde donde miraba un hombre que por sus galones debía ser algún coronel u otro alto mando, un hombre con aspecto de empresario (seguramente el que invertía junto al ejercito) y otro con gafas al que reconoció como el ingeniero jefe. Junto a ellos estaba Tami con una sonrisa de oreja a oreja y los cascos con micrófono puestos.

-Adelante, ya puedes meterte dentro de Silver Patriot. La información está en tu computadora táctica, ya sabes cómo acceder.- La voz de Tami se escuchaba por los altavoces del hangar, uno de los tantos canales de sonido de los que se podían activar desde la sala blindada.

Ryan estaba de pie frente a la armadura, que estaba abierta esperando recibir al sujeto de pruebas, el núcleo estaba a pleno rendimiento y todo estaba en orden.

Había llegado el momento de dar la talla en su querido Silver Patriot Mk1. Allí estaban los diversos gerifaltes y jefes de proyecto, así como Tami, que parecía especialmente contenta. Él también lo estaba. Pilotar aquello era una sensación indescriptible, algo que poca gente conocería jamás. Uno se sentía seguro y poderoso enfundado en aquel traje. Uno se sentía capaz de cualquier cosa. 

Una vez dentro de la armadura, comprobó rápidamente sistemas, corroborando con Tami las lecturas que le daba la computadora, antes de ponerse en marcha. El zumbido de los servos hizo que se le pusiera la piel de gallina, mientras sonreía como un idiota dentro del traje, encantado con volver a moverse en él. Primer paso, las ametralladoras. No se molestó en apuntar, dejando que la computadora le echara un cable con aquello, y disparó sin más. Pocas balas y al objetivo más lejano. 

Y falló.

"Gary, me cago en la puta, te dije que se desviaba a la izquierda. Mira que te lo dije, joder. Céntrate Ryan, céntrate, aún no está todo perdido..."

Tras eso llegó la hora de los cañones Imperia, y esta vez decidió ser más conservador, apuntando a objetivos a media distancia, y consiguiendo sendos impactos, haciendo que volaran por los aires. Tras eso le tocó el turno al camuflaje. En eso había trabajado personalmente, asegurándose de que quedara como un guante... Y a juzgar por el aspecto de los jerifaltes, quedó de puta madre. ¿Habría logrado desaparecer del todo? Eso sería brutal, pero sinceramente, lo dudaba. Incluso la tecnología más avanzada tiene un límite. 

Y finalmente, las pruebas de movilidad y vuelo. Ryan corrió y voló por la nave vacía, con algún pequeño giro y, como colofón a todo aquello, aterrizó limpiamente ante el cristal blindado, saludando marcialmente con el traje, casi como si tuviera un resorte en el brazo instalado para tal fin. Idea que, por cierto, le tumbaron en diseño.

-Silver Patriot Mk1 listo para servir a América, señor.

Los tipos parecían contentos, en especial el coronel que había tras aquel cristal, el empresario le dio la mano en lo que parecía un gesto de felicitación, aunque la mirada del ingeniero parecía aun fija en la armadura, como si hubiera visto algún fallo en esta, o estuviera pensando algún tipo de mejora o proyecto nuevo. Tami sonreía de oreja a oreja y susurro por la comunicación un “Felicidades” a Ryan.

La puerta de la sala blindada se abrió y salieron el empresario y el coronel a felicitar a Ryan. El ingeniero les siguió después, y luego Tami, que dejo los cascos con micrófono a toda prisa sobre el panel de control.

-Felicidades por el trabajo, es un orgullo para los estados unidos que aun siga trabajando para mejorar esta nación.-El hombre se acercó y tendió la mano al Silver Patriot.

-Puede estrechar la mano, los servos permitirán a Ryan no aplastarle la mano. Aunque puede hacerlo si así lo desea.- El comentario del ingeniero creó cierta duda en el rostro del coronel, pero ya que había tendido la mano, mantuvo el gesto por orgullo.

Tami alzó los pulgares desde atrás cuando nadie la prestaba atención. El coronel volvió a hablar-Pronto podremos poner esta joya a trabajar para los sectores privados, y quien sabe si en un futuro, con la financiación adecuada el glorioso ejercito de los Estados Unidos de América los usará para defensa.

El empresario abrió un maletín y preparó unos documentos en su otra mano antes de cerrar el maletín, su mirada estaba recorriendo la armadura de Ryan con sumo detalle.

Aquello había terminado, parecía que bastante aceptablemente... Aunque a Ryan le seguía remordiendo la conciencia aquel fallo con las ametralladoras, así como el saludo. Podría haber sido mucho más impresionante si hubieran aceptado su idea, pero qué se le va a hacer. Cuando los observadores salieron de allí, se acercó a ellos, estrechando la mano del coronel tras la advertencia del ingeniero, aunque con bastante cuidado para no dañar al hombre. Lo bueno es que tenía una gran sensibilidad motriz para ser un aparato que tranquilamente podría levantar un coche a pulso, así que no fue un problema lograrlo.

-Gracias señor. Soy yo el que está orgulloso de poder contribuir a hacer de Estados Unidos una nación más grande, si es que tal cosa es posible-dijo Ryan, con tono animado. Lo de los contratos privados... Hizo saltar una pequeña alarma en su cerebro. Sin duda el Tío Sam sabía lo que hacía, pero no podía evitar pensar que era la típica cosa que te acaba estallando en las narices. Pero su labor allí era pilotar, así que optó por no decir nada.

-¿Tiene alguna duda, señor?-preguntó al empresario, al ver como examinaba tanto la armadura-sin duda sabremos resolverla. 

-Si…-Dijo en un tono calmado, mientras sacaba un cigarrillo de un paquete que llevaba en el bolsillo de la chaqueta. No se podía fumar en el recinto, pero nadie dijo nada. Todos los ojos en ese momento estaban sobre Ryan, pendientes de lo que respondería al principal inversor del proyecto. Y notó la presión.

-¿Puede con esta armadura interceptar un helicóptero y bajar a sus ocupantes sin dañarlos? Un helicóptero militar, me refiero, uno que estaría disparándole constantemente.-Su ceño se marcó, antes de darle una calada al cigarrillo que se había estado encendiendo con una cerilla alargada, reflejando una ligera relajación al hacerlo.

Ryan agradeció en esos momentos seguir cubierto con el traje, porque su cara debió ser un poema al escuchar aquello. Esa era una pregunta MUY específica, y la sana paranoia que había desarrollado desde el incidente de la mina no le hizo evitar preguntarse el por qué de aquella duda. Sin embargo, eligió guardarse su resquemor para si mismo de momento.

-La respuesta depende de varios factores. Si estamos hablando de un helicóptero con armamento convencional, sin duda sería posible. Solo requeriría un piloto habituado al traje. Silver Patriot Mk1 tiene una resistencia más que aceptable a la mayoría de las armas estándar del mercado, además de toda una serie de contramedidas que prácticamente imposibilitan usar contra él algunas de las más devastadoras, a no ser que el piloto enemigo esté dispuesto a disparar a ojo-dijo, añadiendo cierto tono cómico a sus últimas palabras-podría por tanto volar hasta el aparato, arrancarle la puerta, puede que incluso desarmarle... Y en función del espacio disponible, bajar a los ocupantes o, si la cabina lo permite y el piloto tiene la habilidad necesaria, ocupar los mandos del propio helicóptero y bajarlo. 

-Ah, claro. Suponemos que el ocupante en si no sabe pilotar un helicóptero. ¿Por qué no sabe, no?-Una ceja se le arqueó en un signo de interrogación bien claro, una sonrisilla afloraba en la comisura de sus labios.

-¿Cómo cuánto ha tardado en saber manejar esta armadura, soldado? ¿Alguien más sabe manejarla?...

El coronel interrumpió el interrogatorio.

-Bueno señor, sé que tiene muchas preguntas pero hoy concluye la demostración, podrá leer más detalles en el informe que le vamos a mandar. Nuestro soldado ha estado esperándole desde bien entrada la mañana y estará cansado.

El inversor miró de soslayo al coronel, dando una calada a su cigarro y tirándolo con la ayuda de los dedos a un lado de la nave.

-Ya…Que tengan buen día.-Tami, el coronel, y el ingeniero jefe se miraron entre sí.

Cuando aquel tipo se marchó, con el maletín en la mano y un paso raudo, se hizo un incómodo silencio.

Tami carraspeó y esbozó una sonrisa:- Bueno, eso es que ha ido todo bien, ¿no?, creo que ya puedes salir Ryan.-Dicho aquello, Tami alzo la mano, esperando poder chocar esos cinco con Ryan, el gesto de que todo había salido bien.

Sí, definitivamente. DEMASIADO específico. Si ese tipo no tenía planes extraños relacionados con helicópteros, él era una bailarina del ballet ruso. Y aunque sin duda estaría genial en tutú, no tenía la complexión ni el entrenamiento, así que debía ser la opción A. Ryan/Silver Patriot siguió con la vista al inversor mientras se marchaba, agradeciendo secretamente el fin del interrogatorio que había propiciado el coronel. 

-Sí... Bien...-dijo Ryan, no muy convencido y sin molestarse en ocultarlo, alzando la mano para que Tami chocara esos cinco. Sabía regular lo suficiente la potencia para no hacerle daño, así que no debería haber ningún problema. 

-Señor, disculpe un momento-dijo al coronel, avanzando para recoger la colilla del suelo y aplastarla con su mano mecánica, extinguiendo su fuego. Que algo así rondara en una nave donde podía haber combustible no solo contravenía toda normativa y medidas de seguridad, si no que además era abiertamente peligroso. 

El coronel se despidió de ellos formalmente, y el ingeniero hizo la más breve de las despedidas antes de seguir con sus cálculos y sus tareas en aquella sala, seguramente refinando alguna parte más de Silver Patriot. La nave se quedó solo con tres almas dentro. Tami miró a Ryan.

-¿Crees que deberíamos hacer algunos ajustes? Estamos a tiempo, y el ingeniero jefe está por aquí. Es mejor que preguntarle por radio y cogerle siempre en la hora del café.-Dijo poniéndose de puntillas para mirar las ametralladoras de Silver Patriot, sabiendo que no habían funcionado del todo a gusto de Ryan.

-Corrección de un grado de rotación inferior, creo que eso es lo que ha fallado-replicó a Tami tras ver como aquel hombre se marchaba. Seguía dándole mala espina todo aquel asunto, pero no podía remolonear eternamente ahí dentro sin que los militares le montaran un número, así que finalmente optó por salir del traje. Se había acostumbrado tanto a Silver Patriot que no estar dentro de sus placas de armadura le hacía sentir extraño, casi como si estuviera desnudo. 

-Bueno, pues supongo que esto ya está. 

De repente toda la iluminación del lugar se apagó en serie. Plaf, plaf, plaf, hicieron aquellas luces que mantenían la zona iluminada, se vieron inmersos en la penumbra, solo iluminados por las escasas luces de emergencia y la luz diurna que se colaba por las rendijas de debajo de las puertas dobles de aquella nave, que carecía de ventanas por…obvias razones de seguridad y privacidad.

-¿Qué pasa…?-Preguntó el ingeniero jefe.

Tami se revolvió un poco en su sitio, su figura difuminada se acercó a Ryan.

-Habrá sido un fallo eléctrico…¿no?, como cuando hicimos la segunda prueba que se nos fue la luz, eso si que no lo esperábamos. ¿Te acuerdas, Ryan?

El ingeniero echó mano a su teléfono y este dio algunos tonos de llamada, finalmente descolgaron al otro lado.

-Sí, aquí el ingeniero del proyecto Silver Patriot…Si, la nave, se nos ha ido la luz. ¿No tenían constancia?, pues estamos a oscur-Su voz se interrumpió de manera alarmante- ¡Oiga…! ¿OIGA?...¡Eh!-El hombre alzó la vista hacia la penumbra que era donde debían estar Ryan y Tami-Creo que algo malo pasa, he escuchado un golpe y se ha cortado la llamada.

Tras la penumbra sus ojos se acostumbraron a esta, y ya podía distinguir al ingeniero en la cabina blindada y a Tami con su característica gorra militar, junto a él. Había un silencio incomodo en aquella nave.

Y pasó. Ryan había recibido la maldición de la inteligencia, algo que solía volver a él. Y todo aquello sonaba a una continuación de esas peticiones demasiado específicas del "comprador".

-Me cago en mi estampa, ¿por qué tendré razón siempre?-masculló para sí mismo, mientras intentaba recuperar algo de visión. No tenían demasiado tiempo, si ocurría lo que se temía que iba a ocurrir. 

-Resumiendo: demasiadas cosas raras y ahora un apagón, por favor, quedaos en la cabina blindada-dijo con seriedad, mientras volvía hacia Silver Patriot. Si la cosa se ponía como creía que se iba a poner, iban a probar aquel traje en un entorno de combate real muy pronto. 

Se escuchó un leve golpeteo en una de las persianas metálicas de la nave, esas que no se habían abierto en meses desde que Silver Patriot se hizo con esta nave como nave de pruebas. Podía ser el viento, podía ser un golpeteo…

Aunque pronto le siguieron ruidos obvios de disparos, y no pistolas, si no armas automáticas. Una bala impactó en las cristales superiores de la nave, pero esta no se resquebrajó, lo cual indicaba que habían invertido bien en que este lugar fuera bastante mas a prueba de balas de lo que se esperaba.

-¿Eso son tiros?- Tami se dirigió hacia el lugar del cristal blindado, pero un ruido electrónico oportuno selló la entrada a este, el ingeniero jefe tenía el rostro iluminado por el ordenador que manipulaba en aquel momento.

-¡Será hijo de puta! ¡Abre cabrón!-Tami le dio una patada fastidiada a la puerta, el ingeniero jefe se separó de la luz del monitor y se retiró la bata, quedándose en la oscuridad del lugar, tras los cristales blindados.-¡Tengo el rifle dentro!-Hizo un gesto a la sombra de Ryan y Silver Patriot que veía en la penumbra del lugar, antes de tomar cobertura detrás de un barril volcado de los que se usaban en las pruebas. Amartilló su pistola y se preparó para lo que pudiera pasar.

Momentos después, justo cuando los sistemas de la armadura de Ryan estaban iniciándose, la persiana se abrió con la luz cegadora de la mañana, una figura había abierto esta simplemente tirando hacia arriba, y con sus dos metros y medio de altura miraba con unos ojos cargados de energía. Y unos brazos como barriles. Y un torso como la piedra. Era un Monolito viviente.

Tami se lió a tiros con los otros dos tipejos que entraban a la sombra de aquellos brazos como sacos de melones, manteniéndolos a raya, intercambiando algunos disparos que seguramente no afectasen ni a la armadura ni a Monolito. Esta era un duelo de titanes mientras los casquillos de los demás se esparramaban por el suelo de la nave.

Y ahí estaba. Lo que Ryan se había olido desde hacía un rato, materializado. Bueno, siendo del todo justos, su paranoia no incluía al puto gólem de Praga entrando en la nave como Pedro por su casa, pero tan desencaminado no iba. Se tomó un segundo para valorar sus opciones, apoyado por la computadora. La opción más sensata era echar a volar y aprovechar la distancia que proporciona la altura... Pero claro, Tami estaba en el suelo, desprotegida. 

Así que se iba a tener que quedar a recibir. 

-Vamos a ver si la pasta del blindaje ha merecido la pena"-masculló entre dientes, mientras apuntaba al grandote.

-¡Lo siento colega, pero para esta fiesta se requiere invitación!-dijo, abriendo fuego con el cañón de partículas. 

Monolito no perdió el tiempo, entre otras cosas porque el disparo del cañón Imperia le había impactado en el pecho y le había descascarillado este, arrancándole un pequeño gruñido. La manaza dobló la persiana metálica para dejarla fija y cargó a por la armadura tecnológica haciendo retumbar el suelo bajo sus pies, era un señor hecho (de piedra) y derecho, con unos surcos en su piel rocosa que brillaban con vida propia, y era difícil apartar la vista de eso. En el intercambio de disparos avanzaba listo para aplaudir, literalmente, la armadura entre sus manazas.

-¡La fiesta te voy a dar yo a ti, carachapa! ¡Sal de ahí antes de que tenga que sacarte yo a golpes!-La voz era bastante normal, casi cómica para una criatura rocosa de la que se esperaba un vozarrón grave, aunque sus manos no fueron para nada cómicas con la tecnoarmadura, la cual atrapó entre dos manos de roca dura a la altura del muslo izquierdo, rompiéndola en pedazos y atrapando el muslo de Ryan con esta, que notó el dolor punzante de algún hueso romperse también, desestabilizándole en el acto y dejándole tendido en el suelo. Inmediatamente las alarmas de la computadora táctica le dijeron que se había sufrido un daño fatal en el muslo izquierdo y que se estaba perdiendo mucha energía por este sitio, y bien era cierto, porque podía notar como la armadura amenazaba con freírle la pierna en algún momento hasta que finalmente la computadora dejó sin suministro a toda esa parte de la armadura.

Ryan gritó, y vaya si gritó, cuando aquella palmada casi logra que su pierna perdiera toda una dimensión, abandonando la tercera de camino a la segunda para nunca regresar. Gruesos lagrimones bajaron por sus mejillas, presa del terrible dolor. No era el momento de hacerse el héroe, como acababa de dejar claro aquel tipo de roca. De lo que sí era el momento, es de poner distancia. 

-¡Tami, sal de aquí!-gritó, procurando que no se le notara en la voz lo terriblemente jodido que estaba, antes de intentar echar a volar. 

-¡Ven aquí nenaza!.- El tipo frunció su ceño petreo cuando vio a Ryan echar a volar cual polilla herida, el ruido hizo que la armadura atrajera algunos disparos a su pecho y abdomen, cosa que el blindaje absorbió sin problemas. Pero Monolito tenía otros planes, y enganchó con su manaza un barril de la zona de pruebas y lo lanzó hacia Ryan con precisión, aunque le dio en el pie derecho (una suerte, porque si hubiera sido el otro se hubiera sumado al dolor de su pierna izquierda). La armadura absorbió el impacto, pero hizo que Ryan se desestabilizase en su vuelo hacia…¿Dónde? ¿Dónde quería escapar el hombre?

Tami disparó con su pistola a los que entraban tras Monolito, abatiendo a un par que habían centrado su atención en Ryan, saliendo a correr pasada la garita blindada y hasta las puertas que daban a la salida lateral del hangar por donde normalmente entraba, corriendo todo cuanto podía para salvar su pellejo.