Partida Rol por web

Me voy a un rincón tranquilo y me dedico a ponerme todo el equipo de combate para convertirme en Ejecutor. Una vez equipado por completo activo el sistema de sigilo haciéndome invisible y me dirijo hacia el banco con el arma en las manos.

Quiero saber que está pasando y puede que me haga con algún fajo para intentar encontrar a mi padre.

"Cielo santo" murmuro a sus adentros Francesca, al ver a aquel tipo hecho de agua actuar de forma tan  estupida y fanfarrona. Estaba claro que aquellos tipos eran metahumanos, pero desde luego no criminales profesionales. Al menos no del tipo serio como ella habia conocido.

Es entonces cuando el tipejo de agua usa sus poderes para atacar al guardia del banco, lanzandolo por los aires. Aunque Francesca era consciente que en una ciudad con tantos mutantes, algunos usarian sus talentos para el crimen, no esperaba encontrarse esa situacion tna pronto. Recuerdos desagradables llenan su mente al contemplar la muestra de violencia gratuita por parte de aquel mutante, tan dolorosos como si ella misma hubiese recibido aquel chorro a presion.

El dolor rapidamente dio paso a la rabia. Aunque habia jurado evitar para siempre la violencia, aquella situacion la enfurecia y ponia enferma a partes iguales. Viejos mecanismos de accion comenzaron a trabajar en su mente, preparandose para la accion. Sabias que era una locura, pero de repente estaba mas que deseosa de darle una leccion a aquellos tipejos, una que no olvidarian... si sobrevivian.

Seguía tirado en el banco, compadeciéndose un poco de sí mismo hasta que oyó la alarma. Se levantó de golpe del banco y pensó en qué debía hacer. Por un lado nadie le había ayudado a él en su vida así que podía seguir su vida ajeno a lo que estaba pasando pero, por otro lado, él podía hacer algo, él podía ayudar a esa gente que, al fin y al cabo, no tenía la culpa y probablemente saldría herida.

Pero tal y como iba no podía ayudar, no quería que lo reconocieran así que se fue entre unos arbustos y se cambió la chupa por otra verde oscura, más vieja y más larga, se puso unas gafas de soldador que mantenía de sus días trabajando en la fábrica.

Acercó la mano a un banco que había de aluminio y desprendió un cacho, le dio forma y se lo puso a modo de máscara para que le tapara desde donde acababan las gafas hasta el final de la barbilla. No tenía tiempo para mirarse en un espejo así que fue corriendo hasta la sucursal

Lo primero era entrar. Los atracos a bancos siempre eran complicados y siempre tenían el factor rehenes entre lo que dificultaba la resolución. Todo el mundo lo sabía, salía en multitud de películas. Así que el plan era simple: entrar como una exhalación, abrirse paso hasta el líder (supuestamente el que acababa de hablar) y aporrearlo de tal modo que a los otros se les quitara las ganas de hacer ninguna tontería. Fácil de plantear, difícil de realizar, pero si alguien debía ser capaz de hacer semejante majadería, ese era Ulrich VanBroek...

John se había acercado al lugar movido más que nada por la curiosidad, pero el ver el despliegue innecesario por parte de los ladrones, sus "planes" cambiaron: si hay algo que ha caracterizado a John gran parte de su vida, es que no le agrada la gente que abusa o que difruta de hacer sufrir a los demás, en especial cuando se trata de casos en los que se posee una clara ventaja sobre el resto.
Por más que Ann trató de detenerlo, su temperamento pudo más, y luego de darle su mochila, y decirle que buscara un lugar más seguro y se quedara tranquila, separó la mano de la joven de su brazo y comenzó a observar a estos malhechores, evaluandolos, y posicionandose de más directa a la puerta principal del banco.

No iba a permitir que se salieran con la suya, o, como mínimo se iba a asegurar que no les resultara fácil

Aiswa escucha la noticia apenado...ojalá nadie salga herido. El joven no puede entender como alguien por ambición es capaz de poner en peligro la vida de otras personas. 

El joven decide no meterse en líos por el momento. Acaba de llegar a una nueva ciudad y apenas sabe cómo funciona nada ahí, además, su carácter pacífico le lleva a preferir mantenerse al margen. Por lo tanto, el joven sigue su camino al parque. Al encontrar un bello estanque rodeado por cerezos, decide meditar. Se acerca a una de las orillas y comienza a andar sobre el agua. Es una sensación extraña, en cualquier otro lugar habría tenido que esconder su poder, y sin embargo aquí puede hacer lo que se le antoje. 

Cuando el joven llega al centro del lago, adquiere la posición de loto y se queda flotando en el aire a pocos centímetros de la superficie del agua. Busca su paz interior y la encuentra, ese mundo interior tan familiar para él y que durante años tuvo difícil acceso por las condiciones del internado.

El joven permanece ahí meditando, formando sin duda una preciosa imagen, flotando en el aire con sus túnicas rojizas  en el centro del estanque. 

Lo están haciendo mal... pensó Jaime mientras negaba con la cabeza manteniendo una sonrisa triste. En el pasado, él lo había hecho mejor, mucho mejor, y sin intimidar ni herir a nadie.

Podía hacer algo, lo sabía, pero tampoco estaba motivado. Pero quizá, si de algún modo podía salir de esa ciudad, era con un comportamiento civilizado, correcto... ¡Y a lo mejor era una prueba!

Con el humor cambiado, Javier se acercó hasta el edificio, buscando una ventana o una puerta que le permitiera protegerse al mismo tiempo que pudiera observar a los atracadores. Desde allí, observé al que pareciera ser el más bestia e intenté penetrar en su mente

Mientras descansas en el parque puedes apreciar a un joven que al encontrar un bello estanque rodeado por cerezos, decide meditar. Se acerca a una de las orillas y comienza a andar sobre el agua. Es una sensación extraña, en cualquier otro lugar habría tenido que esconder su poder, y sin embargo aquí puede hacer lo que se le antoje.

Cuando el joven llega al centro del lago, adquiere la posición de loto y se queda flotando en el aire a pocos centímetros de la superficie del agua. Busca su paz interior y la encuentra, ese mundo interior tan familiar para él y que durante años tuvo difícil acceso por las condiciones del internado.

El joven permanece ahí meditando, formando sin duda una preciosa imagen, flotando en el aire con sus túnicas rojizas  en el centro del estanque.

Aquel hombre que os duplicaba en tamaño salió corriendo a gran velocidad para colocarse cerca de la puerta principal del banco. Mientras tanto, la chica que estaba en el otro lado, decidió moverse hacia un lateral del edificio, seguramente estaría tratando de tomar otra entrada alternativa.

Después, los otros dos individuos que habían aparecido, decidieron acercarse también a la entrada y observar que era lo que estaba pasando en aquel lugar.

Un nuevo hombre, esta vez enmascarado, se acercaba también al lugar, para contemplar lo que estaba pasando.

Mientras tanto, el grandullón de factor cuatro se mantenía bloqueando la puerta, mientras que dos de los miembros del grupo se acercaban a la entrada de la cámara acorazada y comenzaban a usar sus poderes para abrirla. Por último, el Pr. Fathom, el que parecía ser el cabecilla del grupo se ocupaba de controlar la situación junto a sus secuaces.

El Eastern Seadboard Bank es el banco más grande de Freedom City. El grupo de asaltantes está formado por cuatro característicos individuos.

Jaime sonrió con aprobación al comprobar que la mirada del grandullón se desenfocaba y volvía a enfocarse en menos de un segundo.

Si conseguía repetir el proceso con algunos más, seguramente no tendría que hacer nada más que esperar a que les detuvieran, pero eso llevaba un poco más de tiempo.

Tan absorto estaba que apenas se dio cuenta de que había otras personas a su alrededor.

Orden al grandullón:

Bien, acércate a tu jefe y tócale. Si alguien te lo intenta impedir, le golpeas como si fuera una mosca.

Impulso llegó a la puerta principal corriendo. Vio a 2 hombres en la puerta y a otro enorme que acababa de llegar, uno de ellos parecía muy concentrado. Observó por el cristal a otro hombre enorme que les bloqueaba la entrada.

Sintió una sobredosis de adrenalina y se preparó para intervenir. Si quería ayudar debía buscar otra puerta. Así que intentó subirse al tejado volando para encontrar otra entrada.

-Voy a entrar, dejadme paso -sentenció desde las "alturas" la gruesa y potente voz de Ulrich, en su inglés de acento extranjero. En unas pocas zancadas el enorme muchacho había avanzado hasta la puerta y transmitía cierta sensación de enorme barco a la deriva imposible de parar.

-Bien, esto es lo que váis a hacer: -exclamó con voz atronadora, una de esas voces que parecen sacadas de los cuentos de miedo y que se asignan a la Muerte o a seres de ultratumba- vais a tirar las armas y os vais a tender cara al suelo o vuestras caras alcanzarán el suelo de manera *mucho* menos agradable -Y mientras lo decía seguía avanzando, inexorable pero sin prisa, hacia el grandullón que taponaba la entrada del banco.

¿Qué estás haciendo, Ulrich, qué coño estás haciendo? Bueno, lo hecho, hecho está. Que tiemblen ellos, mantente firme, sí, eso, vamos... -iba pensando Ulrich mientras se plantaba allí.