Partida Rol por web

Malditos gobos- exclama Gunner- han matado a mis caballos. En fin, tendré que echar un repaso, pero creo que estamos todos bien y la mercancia tambien.

¿Que tal vosotros?- os grita Gunner- ¿Algun herido?. Gunner se acerca hacia donde Eliader y Gunglar- parece que los únicos "heridos" han sido los gobos. Ya sabía yo que hice bien en contrataros. Os habéis ganado la paga, si señor.

Al ver que no quedan Gobos para combatir, Garûhk busca el chisquero en su mochila para prenderse el puro y al guardarlo saca esta vez de ella un mugriento trapo, con el que se dispone a limpiar la sangre trasgoide del filo de su hacha.
Cierto Gunner creo que nadie a salido herido – mientras buscaba en sus compañeros algún gesto de aprobación – pero no han sufrido la misma suerte los caballos de la primera carreta, habrá que remplazarlos por los de carga. Bueno peor sería haber perdido también la “valiosa mercancía” ¿no Gunner? – me pregunto que llevaremos a Corvis…  Tranquilo Gunner con lo que queda de ruta y la competencia que han demostrado el grupo que has contratado no creo que corran peligro tus bienes... O este tío tiene muy buen ojo para los mercenarios o estaba informado de nosotros antes de juntarnos. Piensa Garûhk aun sorprendido por la efectividad de la respuesta al ataque.

 Ve como Damarcus se fija en él cuando le guiña el ojo, y hinca su azada en la cabeza del miserable Gobo y luego la incrusta en el pecho  del "pobre" Gobo atado por las boleadoras.

 -Azí ze haze Damarcuz ... ¡Acaba con él!- le animó.

 Una vez todos los Gobos muertos, Tik bajó del carro y se dirigió donde estaba el resto del grupo maldiciendo a esos Gobos y  comentando sus azañas en la batalla.

 -Yo y Damarcuz eztamoz bien- dice al grupo -...¿y vozotroz que tal eztaiz?- pregunta - al final noz hemoz ganado ezaz monedaz  JEJE - dice  mientras sonríe - ... y por zierto, podeíz hablar todo lo mal que queraiz de elloz en mi prezenzia, yo ... no zoy uno de  elloz, ¡zon  bazura!

Agachándose para recoger sus boleadoras, el labrador termina con la faena limpiando la ensangrentada hoja de su azada en las ropas del primer gobo. Ya más tranquilo, desciende del carruaje y se acerca al frente de la caravana.
Un buen trabajo, si...pero nos llevará mucho tiempo llegar hasta la ciudad ahora...
Hea Gunner!, cuantos caballos han matado esos malditos gobos?

Soltando una gran bocanada de humo y esbozando una sonrisa de satisfacción – Tranquilo Tik no hace falta que des explicaciones creó que ya has demostrado a todos de la pasta de la que estas hecho  - y mientras le decía esto le dio un golpecito en el hombro teniéndose que encorvar bastante para llegar a tocarle. – Nadie debería cargar con los males y desdichas de los de su raza, pero por desgracia entre todos nos acabamos imponiendo esa carga, sinceramente prefiero verte como un arma aliada que como un gobo – le decía mientras echaba una ojeada a los cadáveres y la zona del combate en busca de algo de valor.

Tendré que cambiar los caballos, pero por lo demás, creo que está todo en orden.

Gunner va varias ordenes, y mientras uno de los carreteros se aleja a por loss caballos, Gunner va a cada una de las caravanas a ver si falta algo de la mercancia. Al cabo de un rato vuelve: esta todo.

Pasan varios minutos, mientras Gunner cambia los caballos. Al cabo de un rato, la caravana vuelve a ponerse en marcha. Durante el trascurso del viaje os mostráis mucho mas atentos y mirais cada dos por tres hacia el bosque esperando de nuevo alguna emboscada.

Al fin, abandonáis la pantanosa ciénaga del Bosque del Viudo. Los árboles negros quedan atrás y finalmente clarea y desaparece. Frente a vosotros se encuentra Corvis, Ciudad de Fantasmas. Una muralla baja rodea una densa masa de estructuras de piedra carente de toda lógica. Chapiteles de mármol rematados en oro, brillan a través de la niebla y el humo de las calles alzándose hacia los cielos. Todo está entrelazando con una pétrea maraña de puentes y bóvedas. Gunner Wadock alza la voz para que se pueda oír sobre el traqueteo de las carretas. Primero veremos al Padre Dumas en la catedrál de Morrow, tengo varias cajas para él. Allí nos separaremos y recibiréis vuestro oro. Ha sido un placer viajar con vosotros. 

La Catedral de Morrow es un enorme y ornamentado edificio levantado sobre una pequeña isla en la parte oriental de la ciudad. Está conectada con la ciudad por dos puentes de poca longitud. Tiene un pequeño cementerio en el que descansan varias generaciones de clérigos y otros allegados a la iglesia. A un lado de la entrada hay una imponente tumba de granito.

La caravana se detiene, Gunner baja de su carreta y da varias instrucciones. Al rato, varios carreteros bajan un par de cajas. Esperadme un segundo- os dice. Acto seguido entra en la catedral. Al cabo de un buen rato sale y se os acerca.

Bueno aquí teneis vuestra paga- os dice mientras os da lo estipulado. Un placer a ver viajado con vosotros.- Gunner sube a la carreta. Ah, se me olvidaba, el padre Dumas le gustaría hablar con vosotros, os está esperando en la catedral, y no me preguntéis para que os quiere, que no lo se.

Da un golpe al caballo y la caravana inicia de nuevo el camino. Nos veremos.

Tras contar cuidadosamente sus monedas, Damarcus las guarda en una bolsa de cintura que cubre con la mochila llevandola a ésta sobre un solo brazo.
Un tanto intimidado por la gran ciudad, el labrador se acerca a la gran tumba de granito y se pone a leer alguna placa con la descripción de su propietario...
Jui mierda! Yo quiero una posada así pau cuando pase a la otra vida jaja! Exclama lanzando un sonoro y largo suspiro...
FIUUUUU
Viendo que ya todos han guardado la fácil recompensa del viaje, se despide de Gunner al tiempo que comienza a caminar lentamente hacia la catedral, con la vista elevada al cielo, admirando la increíble arquitectura del lugar.
Volviendose un momento les grita a sus compañeros de caravana.
Hey?! Alguno de ustedes ha estado aquí antes? Creo que me iré a dar una vuelta por el puerto, nunca he visto uno!

Unglar mira al resto de sus compañeros y sin esperar el movimiento de ninguno entra a la catedral.

Supongo nos veremos todos adentro.
Que acogedoras son las ciudades de los humanos.

Damaris, la cleriga del grupo se queda mirando la catedral fijamente durante un rato mientras sus compañeros cuentan la paga del viaje que habiamos hecho con Gunner.

La cleriga avanza hacia la entrada de la catedral.

-Yo voy a entrar, vamos a donde el padre Dumas, como dijeron quiere hablar con nosotros, puede ser importante.

Damaris recibe el oro que le ofrecen, se lo guarda sin verlo ni contarlo.

-Para los pobres ovbiamente.

Y lentamente se acerca a la entrada.

recibo la paga que la pongo indiferentemente en mi morral mientras le doy las gracias a Gunner, luego hecho un vistaso a la ciudad

bueno... tiene coherencia con el nombre que tiene, este lugar es un tanto tetrico

yo preferiria ir primero a ver que nos quiere decir el Padre Dumas -le respondo a damarcus - ademas desde la catedral seguro tendras una linda vista; esta en una isla
termino el dialogo con una pequeña sonrisa y me doy vuelta, encarando camino hacia la catedral

mmmm este edificio tiene cierto encanto

La paga no era gran cosa pero el trabajo había sido un placer, de hecho lo hubiera realizado gratis. Así que no infravaloró aquellas monedas, ya que le servirían para pagarse sustento y alojamiento hasta la próxima oportunidad de matar de alguna manera no mal vista en sociedad. Matando, desde luego era una ironía de los dioses que fuera la única forma en la que notaba que seguía viviendo. Quizás les culpaba de ello, quizás por eso renegaba ahora de toda deidad, solo quizás esa fuera la causa. No importaba ahora la razón, pero lo que era evidente, a pesar de no saberlo sus compañeros, es que Garûhk no iba a entrar en la catedral, mucho menos aún sin saber el motivo por el cuál se les reclamaba. No tendría problema en hacer negocios o pactos con un representante de una deidad, si estos le parecían adecuados. Pero desde luego no iba a entrar en la casa de ningún dios a la ligera.
Viendo que sus compañeros se dirigían hacia la catedral, él los siguió para después pararse en la puerta, apoyó sus armas en la pared más cercana y dejó su mochila en el suelo no sin antes encenderse un puro.

Bueno, aquí estaré si me necesitáis para cualquier cosa. No es que tenga nada contra el padre Dumas pero no me llevo bien con los dioses. Si realmente quiere hablar también conmigo decidle que tendrá que hacerlo aquí fuera, espero que no le sea de mucha molestia pero por ahora no existe otro modo. - Mientras decía esto fumaba ensimismado con la vista perdida entre los densos jirones de humo.

Entraís en la iglesia (salvo Garuhk, que se queda fumando su puro).

Os encontráis en una enorme sala decorada con grandes tapices que representan diferentes pasajes de la historia de la Iglesia de Morrow: primarcas, apariciones de enviados de Morrow,... enfrente una enorme estatua representa a la figura de Morrow. Lo curioso de la estuata (y del resto de la bóveda donde os encontráis) es su austeridad: con poco o sin ningún adorno de oro o de joyas. A pesar de esto, es un lugar bastante confortable. Al fondo de la sala, hay una cortina que oculta una puerta que lleva a otros lugares de la iglesia.

Enfrente de la estatua se encuentra un hombre de cuarenta años, con pelo completamente cano y rasgos muy marcados, apoyado en un bastón. Se encuentra al lado de una joven de diecisiete años, de pelo largo y moreno y de unos bellos ojos verdes. El sacerdote os mira. Alexia, si eres tan amable, encargate de que colocan la mercancia en su sitio. - Alexia os mira brevemente para encargarse de su tarea.

Bienvenidos, aventureros, soy el Padre Dumas. Es un honor conoceros. Gunner me ha contado vuestra excelente actuación durante el viaje. De hecho, creo que sois los hombres que necesito. Pero,... - os realiza una pasada rápida- ¿no erais seis?

Garûhk se quedó afuera fumando. Fue la escueta respuesta del brusco labrador. Apoyado sobre el asta de su azada, aun ésta manchada de sangre, daba un aspecto bastante siniestro y tosco.
Con su sonrisa torcida y el mentón caido, seguía con la mirada a la hermosa joven de ciudad, cuyas ropas, rasgos, y contextura tan fuera de lo acostumbrado para Damarcus, le llamaban sumamente la atención.
...taguena la guriza juey...

Nervioso, las manos del solitario hombre de campo rasgaban las anillas de su peto metálico, llenando de un incomodo ruido el sacro lugar.

Al no oir respuesta del parroco, Damarcus volvio a centrarse en éste y preguntó.
Padre Dumas, va a decirnos porque nos mandó llama'? O prefiere ir a hablar ajuera donde Garûhk lo escuche?

Esta bien, acompañadme si sois tan amables.- os hace una seña para que le sigais no sin antes mirar de manera hosca a Damarcus, como queriendo decir: "no me gustan tus modales jovencito".

En cualquier caso, pasáis por la puerta oculta y caminais por un pequeño pasillo hasta llegar a otra habitación, la que, parece ser, el "despaho" del padre (una habitacion repleta de estanterias con libros, una mesa y tres sillas, esa es la habitacion, ademas de la ventana detrás del asiento del Padre Dumas). Por favor, tomad asiento.- os indica dos sillas. Siento que algunos os tengais que quedar de pie.

El padre Dumas se sienta en su silla, y cruza sus brazos:

Bien, necesito vuestra ayuda para que solucioneis un asunto peculiar que ocurre en Corvis. Se han llevado a cabo ciertos robos de tumbas en nuestra ciudad y quiero que averiguis quien ha sido el culpable de estos desalmados robos. No puedo pagaros en monedas, pero os puedo dar a cambio alojamiento, comida, y ayuda curativa en caso de que lo necesiteis.

 Queda anonadado al ver tanto lujo en la iglesia.

 *Oooh ez imprezionante, tiene que valer mucho dinero todo ezto ... Bah que eztoy diziendo, ziempre pienzo en lo mizmo.

 Luego se dirige donde el padre Dumas y cuando dice que tomen asiento, sale disparado a una silla para no quedarse sin sitio.

 -¿No hay oro? ... ez una laztima, penzaba que ze ganaba mucho dinero en la iglezia ... veo que no- dice con bastante decepción - ...  pero no le fallare padre Dumaz, mi mayor iluzión era conocer Corviz y aquí eztoy ... azí que ezpliquenoz la mizión zi ez tan amable.

El padre Dumas hablaba y hablaba, a Unglar no parecía mucho importarle, es más se daba continuamente la vuelta esperando que alguien más entrara.
En un momento y sin aviso previo dijo.

Ahora vuelvo.

Ey que adentro está diciendo que roban unos cadáveres y no se que más.
He visto pero no hay dioses allí dentro así que puedes entrar con tranquilidad.

Evidentemente Unglar no entendía mucho aquello de los dioses, o no le importaba.

No se lleva bien con los dioses y no hay ninguno, supongo que no tendrá problemas en entrar ahora.
No es bueno que nos separemos en ningún momento, no en lugares que no conozco.

Vamos...

El semiorco volvió a entrar esperando que Garûhk lo siga.

al llegar al despacho del Padre Dumas no tomo asiento, si no que me quedo apoyado levemente sobre la estanteria y se queda escuchando

Señor Dumas, tiene mi palabra que encontrare a el profanador de tumbas y le dare el castigo que diga que es nesesario, solo digame... ¿los robos han ocurrido en el cementerio de la catedral o en otro? ¿y que quiere que hagamos cuando encontremos al culpable?