Partida Rol por web

Miró la puerta y luego giró la cabeza bruscamente para mirar a Elle. Ella seguía mirando estúpidamente la nada de una manera que le ponía los pelos de punta, sin embargo esa muñeca sin corazón tenía de alguna forma hipnotizado a Updike. Lo había intuido por como la miraba, para él era una mujer de verdad y la ansiaba. No le haría caso por mucho que insistiera.

Sin embargo también tenía curiosidad, el viejo estaba totalmente loco y parece que el secreto de su locura se guardaba tras esa puerta. Tras cruzar Updike pensó en que estaba haciendo, se quedó mirando fijamente la puerta... y por alguna extraña mezcla de camaradería hacía Updike, curiosidad malsana e infantil y por miedo a quedarse solo con Elle en el salón siguió a Updike maldiciendo a cada paso los extraños sucesos que le habían llevado a esa granja.

Sigues a Updike, bajando tras él las escaleras. Lo primero que encuentras frente a ti, son un montón de brazos colgando de unos ganchos en la pared de la derecha. Una bombilla solitaria, colgando del techo en el centro de sótano, es la única fuente de luz.

Tras el sobresalto a ver aquellos brazos colgados, miras a tu alrededor, pudiendo ver un taller donde, supones, Uder trabaja. Está plagado de toda clase de herramientas antiguas que puedas imaginar. En una de las paredes hay incontables latas de café, meticulosamente ordenadas, llenas de tuercas, pernos, engranajes, ruedas dentadas, cadenas, clavos, tornillos, etc, de diferentes formas y tamaños.

A lo largo de toda una pared, hay estantes de suelo a techo con lo que a primera vista parecen miembros humanos (cabezas, manos, ojos, torsos, piernas) pero que, inspeccionados más de cerca, no resultan más que imitaciones muy buenas. El efecto genera resulta un cruce entre una antigua tienda de reparaciones y un depósito de cadáveres.

En el centro de la estancia, ves a una especie de araña gigante de metal, junto a la que se encuentra Morton observándola. La araña ahora inmóvil y silenciosa, pero que al veros aparecer a Updike y a ti hace un pequeño y torpe movimiento hacia atrás, produciendo ese sonido áspero tan característico. Es demasiado grande, te preguntas cómo pudo haber entrado en ese sótano, pues con sus dimensiones extraordinarias es imposible que entrase por la puerta, tuvo que ser construída allí mismo.

Picahielos no tarda en aparecer tras Updike.

La araña continúa unos pasos por detrás de Morton. Se mueve en su sitio, de manera lenta, torpe, pero a la vez inquieta. Parece no perderos de vista a niguno de los 3, como a la defensiva esperando un movimiento por vuestra parte hacia ella. El sonido de sus articulaciones al moverse continúa produciendo ese sonido áspero, que comienza a resultar algo molesto.

Allí en medio del sótano os encontráis los 3, Morton, aparentemente tranquilo junto al autómata, y Updike y Picahielos aún perplejos al encontrarse semejante escenario en el sótano de los Krazmersky.

David miró alrededor totalmente aturdido, sabía que el viejo estaba loco y que aquí escondía sus más oscuros secretos.... pero toda esta escena le sobrepasaba. Las imitaciones eran muy buenas, casi parecían seres humanos desmembrados. Había conocido a gente enferma en la prisión pero el viejo Uder parecía que les llevaba mucha ventaja en el delirio.

Solo reaccionó cuando notó a la araña mecánica moverse.

-¡JODER! ¡Steve pégale un tiro a esa cosa si se acerca!- Aunque no parecía muy convencido de que un tiro la dejara fuera de servicio era la fe ne ello que evitaba que no se escondiera en un rincón oscuro. -Confirmado, el viejo está como una cabra... ¿Y ahora que?- No quería perder de vista a la araña pero su vista se perdía entre los miembros de silicona, casi temía que saltaran a por ellos.

Picahielos miró alrededor totalmente aturdido. Solo reaccionó cuando notó a la araña mecánica moverse.

-¡JODER! ¡Steve pégale un tiro a esa cosa si se acerca! Confirmado, el viejo está como una cabra... ¿Y ahora que?

Morton sonrió sonoramente. Parecía divertirle el temor que reflejaban las palabras de "Picahielos". Lentamente se acercó a él y le dio un par de palmadas en el hombro compadeciéndole.

—Estaré arriba si necesitas ayuda con el muñeco.

En un instante estaba junto a los dos hombres y con un gesto de la cabeza indicó que iría hacia arriba a descansar.

La sangre vuelve a correr por mis venas, parpadeo y vuelvo en mí, superando por poco la tentación de abandonarme a la estupefacción, de dejarme caer en el suelo de este taller de maniquíes y consagrarme a la admiración del artefacto.

Turbado, obligado por el temple de Morton, la reacción de encañonar a la máquina nace desangelada, inaccesible a la admonición de Picahielos.

Antes de que Morton se vaya, acierto a retenerlo por el brazo, para inquirir con rabia:

-Espera. Nos despertó un estruendo. Ella dice que no escuchó nada. ¿Fuiste tú el causante, o esa cosa…? ¿Dónde está Uder? – En el fondo, les estoy exigiendo que se sientan comprometidos por este enigma, ¿qué importa que no nos incumba, que la mañana esté por llegar, que la tormenta pase, tarde o temprano, y que por fin podamos marcharnos, si ya jamás tendrá uno la oportunidad confrontarse con este talento?

Varios segundos fueron los que la mirada agresiva de Morton estuvo fija en la de Updike. Acabados éstos tiró fuerte del brazo para desembarazarse del agarre de Steve.

Meneó la cabeza negando a la pregunta y se quedó quieto con los brazos cruzados.

—Pregúntaselo a ella —dijo levantando las cejas hacia la araña robótica.

Se quedó aquí, quieto, esperando la reacción de Updike.

Aprieto los labios, entorno los párpados, finjo desdén ante su desplante, no es fácil sostenerle la mirada a este hombre. “Luego le sonsacaré a Picahielos cuanto sepa sobre él”, apunto mentalmente.

Pero esto ya dura demasiado. Miro a la araña, de nuevo a él, a Picahielos, la mueca de burla deriva en estupor: ¿habla en serio?

-Que le pregunte… a ella… a la araña –repongo. -¿Me tomas el pelo? –No, no me está tomando el pelo, al menos, no de la forma en que una persona normal lo haría. –Le pregunto, a la araña.

“¿Por qué no? Los juguetes de este viejo soportan un poco más de maravilla”, medito al cabo de unos segundos. Me adelanto un par de pasos, me aclaro la voz, y, alzando la palma izquierda, saludo:

-¿Hola?

La única respuesta que Updike obtiene, es un nuevo movimiento de la araña, dando ésta un pequeño paso hacia un lado. La cabeza de ésta gira hacia un lado, y luego hacia el otro, moviéndose despacio, al son del ya inconfundible sonido que acompaña cada uno de sus movimientos. Pero para desilusión de Updike, ni una sola explicación.

Resoplo y retiro la mano para frotarme el rabillo del ojo. Una intuición me distrae del bochorno: nuestra presencia estimula a la máquina, más allá de las capacidades de un juguete.

-Hablar no habla, pero… ¿No tendría que haber circuitería por algún sitio? –abarco el taller con un gesto. Me encojo de hombros y claudico: -En fin. Busquemos al viejo.

Uder controló su respiración hasta hacerla inaudible, mientras gotas de sudor frio perlaban su frente.

Morton carajeó sonoramente ante la reacción de Updike. Los inventos de Krazmersky estaban sacándole de su racional posición, tanto que había llegado a aceptar la sarcástica afirmación de Morton.

—Pues no creo que haya que buscar demasiado. Tengo cierta intuición de que el viejo está muy cerca —dijo en voz alta mientras miraba alrededor.

Había oído cierto ruido en la sala y dudaba que la araña pudiera haber sido la causante. Quizá el viejo les observara de cerca o quizá fuera la natural paranoia de Morton.

-¿Como sabes que no nos atacará esa cosa? Quizás su única función no sea la de simplemente acercar cosas, sino la de defender este almacén de intruso... - Al escuchar la posibilidad que el viejo estuviera aquí se le encendió una bombillita en la cabeza sobre la posibilidad de usarlo como rehén para así no ser atacados por esas extrañas maquinas. Si estaban bien programadas no atacarían a su propios creador. ¿No? -¿El viejo está aquí? Lo suponía viendo que la muñeca Elle estaba en el salón. Voy a buscarlo, no dejes de apuntar a esa cosa Updike.-

Dicho este se internó en el almacén entre las tétricas estanterías llenas de imitaciones de miembros humanos. Él que fueran tan fieles le ponían los pelos de punta.

No creo que la araña vaya a atacarnos, si no lo ha hecho ya. Con un ojo puesto en ella, paseo en lo posible por el taller, me acerco a la mesa de trabajo, intento entablar conversación con Morton:

-Picahielos opina que Elle, que la esposa, es otro de esos autómatas. –“Sería fácil comprobarlo, abofeteándola, torciéndole un brazo…”, añado para mis adentros. -¿Qué te parece todo esto? ¿No es asombroso?