Partida Rol por web

La mañana amanece preciosa, con un viento cálido procedente de las lejanas tierras de Desierto Blanco y los trinos de los pájaros que buscan pareja en esta nueva primavera. Otro soplo trae el aroma de los cultivos situados al lado del río, los cereales y las frutas que con tanto mimo tratan los agricultores, el pescado recién sacado y los fuegos recién encendidos para cocinar los desayunos.

Con tan buen día, ni siquiera el soldado que espera en la puerta del palacio de justicia parece enfadado por tener que madrugar para esperarte. De hecho, se encuentra silbando una alegre melodía que reconoces como una cancioncilla popular de Hetroen mientras afila su espada con dedicación. Al acercarte más puedes ver que es el mismo hombre que te saco de la celda.

La noche había sido un infierno. Estaba preocupado por lo que podrían pedirme los humanos. Incluso había llegado a pensar en huir pero lo descarté rápidamente. No tenía a donde ir y no tenía tanto dinero como para poder hacerlo bien. Pero sin duda, lo peor había sido la falta de alcohol. Estaba acostumbrado a tomarme un par de copas (cuando no eran unas cuantas más) antes de ir a dormir... Sin embargo la advertencia del tribunal me había mantenido alejado de la botella. Y eso me molestaba. Me notaba tenso y malhumorado.

-Buenas- Dije al pasar al lado del guardia mientras me pasaba las manos por mi traje de corte sencillo y tendia una mano a mis armas para dárselas al guardia.- ¿Debo dárselas a usted o las cogerá otra persona? Me figuro que no puedo entrar con ellas a dentro...

-Vaya, así que eres tu el voluntario...pensaba que no te volvería a ver por mucho tiempo-enfunda su espada, sin dejar de sonreír-no hace falta que te desarmes, no vamos a entrar dentro, sígueme.

Abandonáis la calle principal para entrar en una serie de estrechos callejones, conformados por las casas mas antiguas de la ciudad, que se hicieron sin orden ni concierto. Tras esquivar un par de charcos, el soldado vuelve a hablar:

-¿Sabes? El otro día pensaba que no eras mas que otro furry borracho y metido en mas líos que tentáculos tiene un kraken, pero me sorprende que hayas tenido tantos cojones...una cosa son las luchas en la arena, pero para meterte en esto debes ser mejor de lo que imaginaba.

Esto empezaba a preocuparme... Y mucho.

-¿Como dices?- ¿Me dejaba quedarme con mis armas? ¿Que demonios estaba pasando...? Pero no podía dejar ver mi ignorancia.- Bueno... Tampoco es que tuviera nada mejor que hacer. Aunque la verdad es que me dieron muy pocos detalles...

Esperaba que dandole un poco de conversación me diera algo mas de información.

-Y a mi no me extraña-asiente inconscientemente-después de perder a dos pelotones enteros intentando matar a esa cosa no hay nadie que quiera meterse a por ella. 

Tras soltar con total tranquilidad estas impactantes palabras, giráis un ultimo recodo y puedes ver a varios guardias apoyados en las paredes, portando sus afiladas alabardas y con cara de estar mortalmente aburridos. Al fondo, el capitan se entretiene limpiandose las uñas con su cuchillo, tarea que abandona en cuanto llegas.

-¿Así que tu eres la carnaza de la Bicha? No se en que cojones están pensando, parece que en lugar de matarla quieren engordarla...-escupe al suelo-en fin, no es asunto mío. Al menos estás fuerte, puede que se lleve una herida o dos, Orik sabe que lo necesitamos.

Se frota las manos y levanta la tapa de la alcantarilla que se encontraba a sus pies, que suelta un olor putrefacto.

-Tienes toda la mañana para buscarla y matarla. Nadie irá a socorrerte, así que no lo esperes.

Miro las alcantarillas y luego al capitan.

-¿Como? ¿Quieren que baje y mate un bicho ahí?- Me acerco a la alcantarilla y me aparto asqueado por el olor. Miro al capitán de nuevo.- Diganme que al menos tienen algo de beber...

Sin esperar la obvia negativa me paso la mano por la cara. ¿Gaia donde me e metido? Un día sin beber, acusaciones de violación, amenazas de castración y ahora esto. Esta claro que tengo que mudarme al campo pero ya.

Tras asegurar mis armas empiezo a bajar a la alcantarilla cuando se me ocurre una idea.

-Si alguien tiene el coraje de apostar, me juego una botella de buen vino a que vuelvo a salir vivo. ¿Alguien se atreve?

Los soldados se carcajean ante tu respuesta, esta claro que no creen que puedas cumplir. Solo el soldado que te ha acompañado y el capitán permanecen considerar seriamente tu propuesta.

-Que así sea-declara este ultimo, cortando en seco las risas de sus hombres-si logras matar a ese monstruo tendrás una botella del mejor vino de la familia Fontèn*, pero basta de chachara y ponte a ello.

INTERIOR DE LAS ALCANTARILLAS

Como era de esperar, el olor nauseabundo es mucho mas fuerte aquí abajo. El túnel en el que te encuentras tiene aproximadamente cinco metros de ancho y unos cuatro de altura, suficiente para que varias personas puedan moverse por ellos sin problema. El suelo es todo un lodazal de desperdicios a cada cual mas asqueroso, que no te queda mas remedio que pisar en cuanto bajas de la escalerilla.

El aire no parece moverse, lo cual provoca una ligera sensación de ahogo a la que te acostumbras en unos pocos minutos. Por supuesto no hay antorchas y la luz desaparece en cuanto los soldados vuelven a poner la tapa en su sitio, pero de nuevo eso no te supone ningún problema. No se oyen ruidos, lo cual te indica que no hay un monstruo en esta zona...o si lo hay está muy bien escondido.

Al llevar al suelo cojo una de mis lanzas y la pongo en posición de defensa. Prefiero no arriesgarme a que me ataquen y estar vendido antes de saber lo que ocurre.

-Esto está más oscuro que el sobaco de un grillo... Y huele peor agggg- Digo mientras avanzo lentamente. El silencio se hace tan pesado que mientras avanzo decido tararear una canción que me enseñaron en la arena. Mientras la voy cantando recuerdo al que me la enseñó. Un furry de la familia de los tejones. No era mal tipo. Lástima que no sobreviviera a su combate. Me caia bien, pobre Hex... pensé con amargura. Tantos muertos... Por culpa de los humanos y su afán de dominar al resto del mundo. 

El tiempo va pasando, pero no sabrías calcular con exactitud cuanto llevas allí abajo. No hay marcas ni guías que te indiquen donde estas o cuanto has recorrido, solamente muros de roca silenciosos. A pesar de escuchar tu propia voz y poder ver en la oscuridad, empiezas a entender por que nadie quiere bajar allí. No se trata del hedor (al que te has acostumbrado ya) o los peligros que pueda haber, sino a la certera sensación de estar viviendo algo similar a la propia muerte.

Un ruido inesperado hace saltar todos tus sentidos. Hay algo cerca, quizás en la siguiente bifurcación...parece algo pesado, algo que se arrastra por el lodo.

Sin dudarlo un segundo dejo la segunda lanza apoyada en la pared para poder cogerla si tengo que salir por patas y quito el seguro de la guarda de mi espada.

-Ave populum... Morituri te salutan. -Musité entre dientes el antiguo dicho de gladiadores antes de dar un grito y abalanzarme sobre el ruido con un golpe de canto con el lado romo de la lanza.

No llegas a asestar el golpe. La lanza se tambalea en tus manos, que han empezado a temblar. Tus oídos no funcionan, como si te hubieses quedado sordo de repente. No puedes moverte, sientes un frío gélido que atenaza todos tus músculos. Solo tus ojos se mueven, contemplando con un terror creciente la figura que se alza ante tí.

Ocho ojos blancos, lechosos y prominentes que te observan. Un cuerpo de mas de doce metros como el de una serpiente, con escamas coriáceas negras de aspecto impenetrable. Unas mandíbulas llenas de dientes como alfileres, con carne incrustada en ellos. Su aliento es una miasma que te revuelve el estomago, mucho mas que cualquier olor de las cloacas. 

"La Bicha"se mueve hacia ti, deslizándose muy lentamente sobre el fango. No tiene prisa, solo eres una presa más, solo otra de esas criaturas a las que es tan fácil cazar. Ella lo sabe y tú también. Alza la cabeza, quieta unos instantes que se te antojan eternos.

Y entonces ataca.

Al ver la que tenía encima retrocedí un paso de forma automática. Sin embargo mis viejos instintos de gladiador se imponen y con la lanza en posición lanzo una estocada con la lanza procurando mantener la distancia entre ambos.

-Atrás bestia... ¡Atrás!- Dije con furia y miedo a partes iguales.- ¡No te comerás a este furry!

Siseando con irritación, la criatura retrocede por unos momentos ante tus lanzadas. Aunque ahora que te has sobrepuesto al terror no parece tan terrible, en toda tu vida te has enfrentado a nada igual. Inevitablemente se te pasa por la cabeza la imagen de soldados humanos destrozados y comprendes perfectamente que te hayan enviado a ti; eres un furry, uno muy popular, pero menos que un animal al fin y al cabo y no tienes familia que vaya a llorar por tu muerte.

Y entonces, a mas velocidad de la que imaginabas en algo tan grande, la sierpe ataca de nuevo ignorando tus ataques.

Al ver venir al bicho trato de desviar su ataque con mi lanza pero salgo catapultado tras no lograrlo. Puedo sentir como sus dientes como cuchillos se me clavan en el costado aunque logro girarme y hacer que me suelte. Puedo ver como mi sangre sale con gran velocidad de la herida, lo cual es realmente alarmante. Al caer al suelo me levanto apoyandome en la pared con dolor y muy enfadado, de modo que preparo la lanza entre resuellos y trato de ensartarla en el ojo de la criatura.

-Maldita sea... ¿Por que tiene que tocarme a mi? ¿¡Y por que estoy tan sobrio como para que me importe!?-  Exclamé mientras trataba de alcanzar el ojo de la criatura. La herida restaba precisión y fuerza a mi golpe.- ¿Es que no podías irte a vivir a un pantano?

Tu intento desesperado y repentino tiene éxito; sientes como la hoja de metal se clava en el blando ojo de la criatura, quien suelta un aullido de dolor capaz de perforarte los tímpanos y se retira apresuradamente, salpicándote de sangre. Sin embargo no escapa como lo haría un animal cualquiera, permanece allí, amenazante, pero sin atreverse a atacar de nuevo.

Mantengo mi lanza en ristre mientras palpo la herida de mi pecho con una mueca de desagrado. Aun sangra pero parece que se está estabilizando. Con una mueca corté una tela de mi traje y me hice una rápida venda mientras no el quitaba el ojo de encima al bicho.

-Muy bien... Estoy sobrio, cansado, sucio y maloliente... Pero es la primera vez que alguien me muerde de esa manera. Y no me gusta nada.- Cojo la lanza con ambas manos mirando fijamente al bicho.- Tienes dos opciones: Irte de aquí como alma que lleva el diablo... ¡O quedarte y morir a mis manos!

Antes de terminar la frase ya me lancé de lleno a su cara intentando empalar su craneo por el ojo contrario con un rugido de furia.

La criatura se aparta del ataque con gracilidad sobrenatural, dejando tu movimiento al nivel del betún. Eso parece decidir a la bestia, que mas feroz que nunca lanza un nuevo mordisco que busca como único objetivo destruir a la única criatura que ha conseguido herirla de una manera tan grave.

Te das cuenta de que no vas a poder parar este golpe. Al menos, no en toda su potencia. Estas gravemente herido, la sangre ha formado pequeños charcos en el suelo y solo la vitalidad de los de tu especie te permite seguir en pie. Tu arma no sirve de mucho ante este enemigo. Solo es cuestión de tiempo que perezcas.