Partida Rol por web

Ha pasado justo un mes desde tu período de prueba. Los jefes te consideraron apto para el trabajo. Manejabas bien la economía de la empresa y no se te escapaba un solo número. Así que te dieron el puesto que habías pedido. Pero un día, cuando te diriges a tu puesto, una pájaro secretario* con pinta imponente pero un rostro amable se dirige hacia ti.

- Disculpe señor... - revisa sus papeles - Morse. ¿Tiene un momento por favor? - y, antes de que pudieses contestar sigue hablando, como si no pasase nada - Gracias. Esta mañana hay una entrevista de trabajo en grupo y me gustaría que usted fingiese que es uno de los nuevos aspirantes a trabajadores, para darles "pistas" de cómo hay que hacer una entrevista. El presidente quiere "sangre joven" y renovar todos los departamentos. Los jóvenes de ahora muy claro cómo hay que hacer una entrevista ni cómo hay que estar, así que nos haría un gran favor, ya que vimos en su entrevista que estaba más que cualificado para su puesto. ¿En la sala de entrevistas a las diez y media?

Salí del ascensor, listo para empezar, ya como fijo, en el departamento de contabilidad. Había sido un mes bastante largo, pero el esfuerzo valió la pena para conseguir el contrato tras las prácticas. En ese momento una mujer pájaro me detuvo. No la había visto antes, pero a juzgar por su vestuario y postura, debía ser una de los altos cargos de la empresa, o al menos tener un puesto alto.

Saludo con la cabeza y asiento educadamente cuando menciona mi apellido. Antes de contestar, la mujer siguió hablando y me explicó la situación. ¿Una entrevista grupal? Bueno, tal vez podría servir de ayuda y parecía una de esas situaciones en las que no podía negarme. -De acuerdo, estaré allí sobre esa hora-respondo con una educada sonrisa. -Supongo que tendré que avisar al jefe de mi departamento sobre la ausencia y la situación-digo, ya que no sabía si mi jefe de departamento estaba al tanto de la situación.

Ocho y media de la mañana. La entrada de las oficinas de SouthPort. Hoy era tu gran día. Hoy ibas a ser el posible sustituto del viejo vicepresidente. El nuevo presidente, Carl Lizz, era una incorporación reciente. Había entrado de enchufe, pero tu ya sabías como funcionaba el mundo de los negocios. Si tienes un puesto asegurado por tu padre y te lo curras, entras fijo, como si fueses un rey. El caso es que Lizz, en uno de los descansos te llevó a parte para comentarte algo:

"Quiero purgar este lugar. Huele a... rancio. Viejo. ¿Entiendes por dónde voy, Reaver? Necesito sangre nueva, con nuevas ideas, mentes jóvenes que impulsen SouthPort hacia un futuro. Un futuro que espero que sea muy brillante. Mi padre me dejó la presidencia de estos grandes almacenes. Pero cuando llegué, me fijé que estaba de capa caída. Pocos clientes, los que había solo miraban. Para lo único que se llenaba el centro comercial era cuando hacía calor porque teníamos aíre acondicionado. Y nada más. Necesito que elijas a candidatos jóvenes. Pero no a cualquiera que se presente. Necesito que tengan experiencia, que sepan manejar los negocios como ese tal... ¿Calvin Morse? El nuevo de contabilidad. El nivel en ese departamento está por las nubes desde que entró él, sustituyendo a los... Putos vagos que se jubilaron"

Puso su mano en tu hombro y finalizó:

"¿Te ves capaz?"

A eso no podías decir que no. Nadie nunca podría negarse a eso. Ya que sacó un par de pitillos de importación, de los caros, y te ofreció uno, con toda la amabilidad del mundo. El cual aceptaste. Él te ofreció fuego antes de encederse el suyo y exhalar una nube de humo hacia arriba.

"Mañana a las diez y media, sala de entrevistas. Entra justo después de los entrevistadores. Si va como espero nos vamos a hacer de puto oro".

Y ese día era este.

Era el día indicado. Diez menos cuarto. Estaba en la entrada de las oficinas, mirando el edificio mientras inspiraba y recordaba el día anterior. Olía a hierba fresca meciéndose con el viento en la cola, exactamente igual que antes de una cacería. Se avecinaba una matanza, y el presidente era perfectamente consciente de ello. Al final era lo de siempre, juegos de poder llenos de matices turbios. Y, si podía elegir, prefería estar en el lado de los vencedores.

Aquel pitillo era sublime, pese a que no era habitual verme con un cigarro a veces había que hacer una excepción. Las personas mayores habían acumulado mucha experiencia y, a su vez, esa experiencia les alejaba de la realidad de un mundo cambiante. Algún día, nosotros seremos esa piedra en el camino de algún joven ambicioso. Lo de siempre, el ciclo de la vida. Pero hoy nos tocaba seleccionar a los mejores cazadores. Si lo hacía bien, la posición de beta en aquella empresa sería mía, sin que mi padre me ayudase directamente. Sonreí, ajustando mi corbata.

Entré sólo un momento para asegurarme que la secretaria me avisara cuando fuese a empezar el proceso, mientras, quería esperar fuera. Quería ver con mis propios ojos a las ovejas antes de entrar.

Tenía una libreta, con un único nombre en ella:

- Calvin Morse.

La pájaro secretario te sonríe encantadoramente, aunque sin perder la seriedad ni la compostura en ningún momento. 

- Tranquilo, su superior está al tanto de la situación. Por cierto, mi nombre es Hanna Brown, secretaria de la presidencia. Supongo que ya sabe dónde está la sala de entrevistas ¿no? Bueno, hay dos. A la que tiene que ir está al final del pasillo, justo a la derecha. Es una sala muy grande, con una mesa muy ancha y varias sillas. Espere en el pasillo y si le preguntan, diga que ha venido buscando trabajo - posa su ala izquierda en tu brazo - Tranquilo, lo hará bien. 

Y, tras decir esto, se marcha caminando rápido por el pasillo, en dirección al ascensor, mientras mira el reloj. Miras tu el tuyo. Están a punto de ser las 9:45. Aún queda un rato pero no estaría mal mirar las oficinas y practicar tu papel de camino. 

Asiento ante su respuesta y sonrío. -Un placer conocerla, señorita Brown-digo de forma educada. Como suponía la señorita Brown ocupaba un puesto superior en la empresa, no pensé que sería la secretaria del presidente. 

Escucho sus instrucciones y asiento. -Muchísimas gracias-le digo agradecido a la secretaria por sus palabras. 

Me dirijo con calma hacia la sala de reuniones que me indicó la pájaro secretario, para familiarizarme con el sitio y ver si había llegado alguien más para las entrevistas. Veo que no estoy solo en el pasillo. 

Hay un tigre con un traje muy elegante esperando. Posiblemente sea uno de los candidatos. Le ofrezco una educada sonrisa. -Hola buenos días. Un placer conocerle-digo de manera educada. -Me llamo Calvin-me presento mientras ofrezco mi mano.

Para cuando el león albino llegó, yo ya estaba en la entrada desde hacía algo de tiempo, libreta en mano. Me llamó la atención la familiaridad con la que hablaba con algunos empleados, pero no hice ningún amago de acercarme a hablar o a saludar, no estaba allí para conocer gente, al menos por el momento, sencillamente debía observar con curiosidad, algo innato en la mayoría de los felinos. Posiblemente también en el león.

Casi providencialmente, se me acercó y alcé la mirada para estudiarlo. Su cuerpo era musculoso y sus pasos confiados. Me gustaba. Miré su mano cuando me la ofrecía mientras le devolvía una sonrisa con esa misma confianza que él destilaba, extendiendo mi mano para estrechar la opuesta.

Pietro Reaver. Encantado, señor Calvin.

Casi sin darme cuenta, mis hombros se habían alzado sensiblemente y mis orejas enfocaban hacia el macho, tratando de quedarme con todos los detalles que pudieran parecer invisibles. Mi sonrisa se amplio muy ligeramente de lado, mientras añadía lo obvio.

¿Trabaja aquí?

El tigre se mantuvo en silencio durante unos segundos observándome, finalmente se acercó y se presentó como Pietro Reaver. Podía notar la confianza y seguridad en el tigre. Estrechamos la mano durante unos segundos, no pierdo la sonrisa en ningún momento. -Igualmente, señor Pietro-digo devolviéndole el saludo. Ya que me trataba con tanta educación, era justo que yo hiciese lo mismo.

Pietro me preguntó entonces si trabajaba aquí. Recordé lo que hablé con la señorita Brown. -En realidad he venido para la entrevista de trabajo. Me gustaría entrar en el departamento de contabilidad-le explico al tigre.

-¿Y usted? ¿Ha venido también para la entrevista de trabajo?-le pregunto con curiosidad e interés. El tigre parecía bastante encantador y simpático. ¿Sería otro aspirante? ¿O uno de los entrevistadores? 

Mañana del 1 de Septiembre. DÍA DE LA ENTREVISTA.

La oficina de SouthPort está abierta desde las 7 de la mañana. Algunos empleados tienen admitido llegar más tarde según sus puestos de trabajo. Pero vosotras no váis a trabajar allí. ¡Queréis trabajar allí! Por teléfono os dijeron que debíais ir a la sala de reuniones dos, la sala grupal, a las 10:30 de la mañana. Era una hora poco corriente para recibir a posibles empleados. Aunque como descubriríais al llegar, las oficinas no es que estén muy atareadas. De hecho, apenas veis trabajadores en el hall. ¿Sería así el resto del edificio? Esperáis que no porque... ¡Madre mía! No queréis trabajar en una oficina "fantasma".

Bueno, allá voy. Tu puedes Sheila, tu puedes.

Eso me dije esta mañana, antes de salir de mi pisito. Había solo un paseo desde mi piso hasta las oficinas, siendo yo una de las pocas privilegiadas que podía vivir frente Central Park pagando un alquiler de risa. Pero claro... El piso era lo que era.

Voy a lo mío, que me voy por las ramas. Tras ducharme y vestirme con bastante tiempo miré SinglesInt, cuarenta y cinco minutos antes de la entrevista, mientras andaba por la calle. Mi "cibernovio" me había hablado. Yo le contesté algo que probablemente me dijese que no, pero bueno, que se le va a hacer. Justo cuando llego y veo las oficinas, me lo imagino todo como muy en plan la serie de The Office. Era muy graciosa, la verdad. Pero, una vez dentro... Pensé en llamar a los Cazafantasmas. A ver, no estaban tan desiertas. Pero... Daban la sensación de abandono. Pocos trabajadores veía yo en el hall. A lo mejor en las plantas superiores estaba el resto. En mi cabeza era todo así. Fui a recepción. Allí había un rinoceronte gordo de mediana edad, como cincuenta y pico años, con cara de sueño.

- ¿Sí, en qué puedo ayudarla? - le apestaba el aliento. Tragué saliva y me deshice de los nervios. ¡Que volvieron al instante!

- Eh... eh... Bu... buenos días. Vengo buscando la sala de entrevistas dos. La... La grupal. Soy Sheila Peralta, tengo hoy una entrevista de trabajo - es como si me hubiese costado la vida decir eso. El rinoceronte teclea algo en su ordenador, con la pasividad de un muerto.

- A ver... Peralta. Sí, está aquí. Vaya a la primera planta y, en lugar de ir a Atención al Cliente, vaya a la izquierda. Esa es la zona de entrevistas. Al final del pasillo, a la derecha - me comentó, muy amablemente. Eso me animó un poco, lo cual se vio reflejado porque empecé a menear la cola suavemente.

- Muchas gracias - y, siguiendo sus instrucciones, cojo el ascensor y subo a la primera planta. Luego giro a la izquierda. Hay un pasillo que dice "Entrevistas" en un cartel sobre la pared. Allí hay un león albino bastante grande y un tigre blanco, ambos muy trajeados, frente a la puerta.

- Bu... buenos días - les saludo mientras me siento en una de las sillas.

El departamento de contabilidad...

Repetí para mí mismo, sin entrar en demasiado detalle. Un último vistazo de arriba a abajo antes de decidirme por proseguir.

Los números, con la fascinante cualidad de ser tan versátiles como frustrantes ¿no?

Escuché su pregunta entonces, aunque antes de responder, una voz más se acercó...

... sí, esta entrevista es mi motivo.

Terminé de responder al gran león antes de notar una vocecilla que bien podría pasar desapercibida. Era pequeña. Asentí a modo de saludo con un sencillo.

Buenos días.

Hubiese añadido su nombre, si lo hubiese sabido.

Mañana del 1 de Septiembre. DÍA DE LA ENTREVISTA.

La oficina de SouthPort está abierta desde las 7 de la mañana. Algunos empleados tienen admitido llegar más tarde según sus puestos de trabajo. Pero vosotros no váis a trabajar allí. ¡Queréis trabajar allí! Por teléfono os dijeron que debíais ir a la sala de reuniones dos, la sala grupal, a las 10:30 de la mañana. Era una hora poco corriente para recibir a posibles empleados. Aunque como descubriríais al llegar, las oficinas no es que estén muy atareadas. De hecho, apenas veis trabajadores en el hall. ¿Sería así el resto del edificio? Esperáis que no porque... ¡Madre mía! No queréis trabajar en una oficina "fantasma".

No me puedo creer que me hayan cogido para la entrevista. Para alguien recién graduado en la universidad encontrar un trabajo que no sea de becario o aprendiz y que sea de lo que has estudiado es casi imposible. Sin embargo creo que ha ayudado las excelentes notas y recomendaciones que he recibido, incluyendo incluso alguna matrícula de honor. Reconozco que mi fuerte son las matemáticas, pero en general cualquier aspecto de la gestión empresarial y especialmente de los Recursos Animales me resulta atractivo.

A la hora convenida (las 10:30, que hora más rara) estoy en las oficinas con mi mejor traje y ahora sí me empiezo a poner nervioso. Pero, al contrario de lo que podría pensar, me pongo nervioso por la poca gente que hay trabajando ahora mismo en este edificio. ¿Cómo puede ser que haya tan pocas personas? Me he informado sobre la empresa y los grandes almacenes de esta empresa son unos de los más reconocidos a nivel nacional.

Aún así lanzo un suspiro y me dirijo directamente a la sala de la entrevista. La verdad es que no sé qué esperar, pero reconozco que el aspecto de las oficinas me ha decepcionado un poco. Y ahí está, la sala de reuniones dos. Saludo con una sonrisa y un gesto de la mano a todos antes de, simplemente, esperar que nos dejen entrar para la entrevista.

No esperaba algo así, pensaba que irían más rápido o algo. O quizás es que nos van a entrevistar a todos juntos. Eso sería malo, pues significaría que todos están para el mismo puesto. Vamos, Peregrine, no te pongas nervioso ahora. Tienes mucho que ofrecer.

Me río un poco con el comentario de Pietro sobre los números. -Si, es cierto. A veces pueden ser ambas cosas, aunque eso es algo que nunca me ha intimidado-admito con una sonrisa. Alzo una ceja intrigado con la respuesta de Calvin. No había aclarado si era un candidato o un entrevistador...bueno supongo que en breve lo averiguaríamos. 

Oigo un tímido saludo y me doy la vuelta para ver a una nutria algo nerviosa. Posiblemente sea una de las candidatas. Le ofrezco una amigable sonrisa para calmarla y extiendo mi mano hacia ella. -Buenos días. Yo soy Calvin Morse, ¿y usted señorita?-pregunto con educación y sin perder la amable sonrisa.

Al poco veo que llega un arrendajo con un traje y le estrecho la mano cuando este saluda a todos. Parece que iban llegando todos los candidatos poco a poco. 

Había repartido multitud de cv por las empresas de la zona, así que, cuando recibí la primera propuesta para una entrevista laboral, no hice otra cosa que leerla con tranquilidad y esperar a que llegasen otras. Llegaron. Fue entonces cuando se dio el momento más complicado: la elección. Estuve analizando pros y contras, al final me decidí. 

Acudí a la hora programada, realmente un poco antes, me gustaba ir temprano para fijarme en la ubicación, el edificio, el hall y la gente que había. Fue entrar en aquel edificio y sentir que tenía algo especial - no me he equivocado, éste es - además tenía todo para que tras la entrevista me contratasen: no había mucha gente, no parecía que estuviera atravesando un buen momento y sobretodo, la principal: me habían seleccionado para la entrevista. Vale, sí, igual había más gente. Pero aunque tuviera que esperar dos horas, sabía que la espera daría un buen resultado. 

Con las indicaciones que tenía me guié por aquel edificio como si en verdad estuviera ya trabajando allí. Era increíble, hasta sin ver advertía qué podría haber detrás de cada puerta. Total sintonía. Con ese halo de optimismo llegué hasta el pasillo en cuestión, aún era temprano. Así que, decidí hacer tiempo hasta que me llamasen. 

Mientras estaba sentada en la cama observando el vacío bajo sus pies, soltó un suspiro en un claro intento de agarrar las ganas perdidas de salir de la cama y prepararse para el "gran día" cómo su familia lo había llamado a la entrevista. Se había pasado la noche terminando un trabajo que tenía que entregar esa misma mañana, lo bueno era que en la misma noche lo había dejado programado para que el email se enviase solo a la hora indicada. Savannah trabajaba como Freelance haciendo logos e ilustraciones, pero no era un trabajo del que pudiera decir que podía vivir. Los encargos iban por temporadas, por esa misma razón había empezado a enviar curriculum a distintas empresas y hacía unas semanas había recibido respuesta de una de ellas. Savannah terminó por saltar de la cama cuando la voz de su madre le llegó desde la cocina, era mejor no hacerla enfadar.

Tras ducharse y vestirse bajó hasta la cocina para coger una tostada del plato que le había preparado su madre. Mientras la comía daba paseos de un lado a otro y movía la nariz inquieta por el nerviosismo. En su mente repasaba y repetía una y otra vez lo que debía decir si le preguntaban. Sólo esperaba que no hubiera mucha gente. Su madre la frenó en un cálido apretón y le colocó otra tostada en la boca a la par que la giraba para que esta fuese a coger el autobús, no sin antes señalarle la hora. De camino a la puerta de salida Savannah tomó todo lo que necesitaba, y antes de marcharse dio un beso de "hada" a su madre al frotar su nariz con la de ella. Ella de manera cariñosa le deseó suerte y terminó por volver al interior de la modesta casa.

Desde donde ella vivía era un largo "paseo" en autobús antes de coger el metro para llegar a la zona central, allí dónde estaba la empresa. Por eso nada más coger el transporte se puso los cascos, se acomodó en el sillón y empezó a trabajar en otro de sus trabajos, de vez en cuando miraba por la ventanilla, pero rápido se volvía a dibujar trazos. Sólo cuando una mujer le tocó el hombro esta salió de su burbuja. Aquella era su parada, esta le agradeció un par de veces y salió corriendo para no entorpecer más al resto. Savannah era terriblemente despistada en todo, ella sabía de aquello y por miedo a repetir la escena pasada, en el metro simplemente se colocó cerca de la pierta de salida y se mantuvo atenta.

Al llegar al gran edificio lo miró un par de veces, se veía bastante vacío ¿Se había equivocado de dirección? Savannah miró de nuevo la dirección, todo coincidía...

Con paso rápido cruzó las puertas, aunque tuvo que armarse de valor para acercarse al recepcionista. El cuál le indicó hacia dónde debía ir, la coneja agradeció con una gran sonrisa y tras eso fue directa hacia la sala de entrevistas. Savannah iba vestida con unos jeans claros, y una blusa en la parte de arriba. Acomodada en su brazo llevaba una chaqueta, quizás ella era la más informal.. Pero tampoco quería aparentar lo que no era, y su familia tampoco podía permitirse gastarse una fortuna en ropa bonita. Casi todo lo que Savannah tenía era herencia de sus hermanas.

Con su pata golpeó despacio la puerta y tras eso la abrió lentamente. La coneja llevaba las orejas pegadas al cuerpo y su nariz se movía inquieta por el nerviosismo, ante aquello la joven se la frotó un par de veces en un intento de tranquilizarse.- Buenos días...-Dijo en casi un susurro. Con paso tímido se acercó hasta una de las sillas libres y se subió en ella con la mala fortuna que de su portafolios se cayeron algunos de sus proyectos.- Vamos... ¿En serio?...-Savannah no se había siquiera atrevido a levantar la mirada hacia el resto de animales, aunque cuando se bajó para recoger sus cosas, esta se fue disculpando uno por uno por las molestias y les mostraba una tímida sonrisa.

“Cuantos animales... “ Pensó. Apunto estaba de coger la última hoja cuando el olor de un perfume le resultó familiar, mucho. Al alzar la mirada con los papeles en sus manos se encontró con Pietro ¿Qué demonios? ¿Qué hacía allí...? El destino era caprichoso.- Pi-Pietro... Cuanto tiempo.-Dicho aquello volvió hasta su silla, donde se sentó y guardó todas sus cosas.

El gran león albino, que tan intimidante me pareció al principio, se me acerca con una cara muy alegre, ofreciéndome la mano y preguntándome mi nombre, muy educado. Le sonrío mientras se la estrechó con suavidad. 

- Sheila Peralta, encantada señor Morse - era un animal bastante simpático. No era lo que esperas al principio. Los grandes felinos suelen ser agresivos e imponentes. Pero el señor Calvin no lo parecía. Casi era como un peluche de lo agradable que es. El tigre era harina de otro costal. Era frío. No me resultaba agradable. 

Se lo contaré a Prrr. 

Seguro que él entendía eso. Es entonces cuando empieza a llegar más gente. El primero es un arrendajo. Iba muy bien vestido. Bueno, eso es algo que no debe preocuparme. Soy muy meticulosa con mi aspecto. A ver, con mi piso no, pero con mi aspecto, sí. Llevo una camisa blanca y una falda de color gris ejecutivo. La segunda es una zorrita, que va igualmente elegante. Miro mi ropa y empiezo a pensar que todos van mucho más elegantes que yo. Lo que me hace sonrojar. La última en entrar es una coneja. Parecía muy tímida y nerviosa, con las orejas pegadas al cuerpo. Cuando va a sentarse, se le caen unos dibujos que empieza a recoger por el suelo. Inmediatamente, me lanzo a por ellos, para ayudarla. Cuando estoy cerca suya le susurro. 

- No... No te preocupes. Yo estoy igual de nerviosa - le comento mientras le sonrío, siguiendo la tarea de recoger los dibujos. Parecían logos de marcas echas a mano - ¡Ala! Son muy bonitos ¿Los has hecho tu? 

Cuando terminamos de recoger, la coneja saluda al tigre. Parece que se conocen ¿Estudiaron juntos quizás? 

¡¿Qué haces, Peralta?! ¡Céntrate en ti! 

¡Pero es que son todos muy amables! Excepto el tigre... 

Intento que no se vea el disgusto que me causa mientras me siento de nuevo, más cerca del león. 

Pasado un rato, justo a las diez y media, las puertas del pasillo se abren para dar paso a una pájaro secretario, muy estirada pero con una cara bastante amable. 

Avanza hasta los asientos de los candidatos, con un montón de papeles sostenidos en su ala izquierda. 

- Buenos días. Soy Hanna Brow, secretaria de la presidencia. Hoy seré su entrevistadora - abre la puerta de la sala dos. El que miré más de cerca puede ver que está sudando un poco. En lo que sí os fijáis es en la amplitud de la sala, con una lujosa mesa de madera muy grande y un montón de sillas alrededor suya - Por favor pasen y tomen asiento - con esa última frase le lanza una mirada a Pietro, como diciéndole algo. 

Soy el primero que me adelanto saludando a la pájaro con una reverencia y una sonrisa. La sala parece enorme, como si pudiera albergar a 10 veces más personas de las que estamos.

Encantado, señorita Brow. Mi nombre es Peregrine Bluefeather. Será un honor ser entrevistado por usted. Pero dígame, ¿qué asientos estarían vetados? ¿En qué asiento piensa sentarse, al principio o al fondo de la mesa? No quisiera estropear sus intenciones en la entrevista.

Eso sí, aunque no lo menciono voy tomando nota mental de lo que hace y cómo lo hace para luego analizarlo por mi cuenta. Al fin y al cabo este será mi campo de trabajo en caso de que me acepten, así que mejor si me voy familiarizando con las tácticas que he aprendido en la universidad.

Una vez responda sobre el sitio en que quiere sentarse, buscaré una silla no demasiado alejada de allí donde se vaya a sentar pero tampoco tan próxima que parezca que quiero estar encima. Eso significará unas dos o tres sillas de distancia. Eso sí, para subirme a la silla tengo que bajarla un poco, pero nada a lo que no esté acostumbrado. Me subo y vuelvo a subirla para ver más claro aunque mis patas quedan colgando.