Partida Rol por web

En primera instancia, llegando al punto de amarre, podéis ver una claraboya. Esta os deja ver el espectáculo que es un astillero espacial, pero en el parrillado, en el dique seco, hay una Gazelle de las modernas y un Crucero Nishemani. Los monjes, pacientemente, pero con cara de preocupados, hacen cola y todos os dejan pasar y os miran con temor. Saben que sus vidas están en vuestras manos, y esperan que seáis humanos con ellos, al igual que vosotros esperáis que sean diligentes constructores de naves. 

La industria de los astilleros había perdido seriedad en los últimos años, y habíais visto naves, que estándo recién salidas del horno, ya mostraban daños, fatiga de materiales, o ... incluso óxido.

Por la primera claraboya que cruzasteis pudísteis ver un crucero pirata. Un clase Misehmani, pero sobre potenciado. Un crucero de 400 toneladas ... pero estaba raro. Se veían las naves ... especialmente pequeñas a su lado. Además, le estaba instalando unos abazones, que le daban la presencia que tendría un hámster con los papos llenos. Con los abazones repletos de pipas.

A la nave se le habían cortado todos los accesos y para llegar hasta ella había que ser barqueado en unidades de enlace. Además, para acceder a la zona de embarque del transbordador pertienente, había que pasar un filtro. Una docena de marines, al cargo de un sargento acorazado, todos con su equipo de guerra al completo. Revisaban las pertenencias, todas, una a cuna, cosa a cosa, prenda a prenda. Escaner de retina, un lancetazo sanguíneos que te pinchaban en el pulgar de la mano izquierda y además te pesaban, medían y no te hacían un tacto rectal de milagro. Lo más divertido fue cuando llegó el turno de revisar el arenero de Gangaru. El pobre desgraciado, el marine, separaba con un bolígrafo las piedritas, para comprobar que todo fuera revisado correctamente. Además, las pertenencias pasaban un escáner y este expulsaba un extraño olor.

Por los altavoces se escuchaba una agradable melodía, que parecía destinada a amansar, tranquilizar y reforzar la paciencia de todos los presentes. Los marines trabajaba como si bajo sus armaduras sonase Rock Metal o incluso algo más cañero.

Sabéis que ese olor es cuando se hace una revisión, no solo con un escáner típico, que deja un rastro de ozono característico, sino que además se buscaban restos o posibles explosivos, drogas o vete a saber que más buscaban los radicales estos.

Mientras acariciaba a Grangau, Rachna dejó que su mirada vagara por la pequeña ventana del transporte que les llevaba a su siguiente destino. Había aún muchas incógnitas que resolver sobre lo sucedido, pero finalmente parecían llegar a su destino. Desde fuera, la Génesis no le pareció tan impresionante... de hecho, aquella forma de hámster "glotón" la arrancó una tímida sonrisa.

Pero el trayecto no fue tan largo y pronto estuvieron pasando los controles de entrada. La oficial médico no se inmutó cuando vió el exhaustivo proceso de control. Estaba claro que lo sucedido había puesto en alerta a todo el mundo... y no era para menos. Claro que tener que revisar a fondo todo el material, incluida la arena de gato no dejaba de tener un punto humorístico.

La médico se preparó para el chequeo... realmente no le importaba demasiado. Ella misma tenía que someter a chequeos al personal a su cuidado. Estando en el ejercito, aquello terminaba por ser costumbre.

Lanzó una mirada a sus compañeros para comprobar la moral y su estado ¿Qué les deparaba aquella nave? -era la pregunta que rebotaba en su mente.

No era la primera vez, y el cabo primero sabía perfectamente el protocolo que se estaba realizando. De hecho, tanta exhaustividad le parecía bien. Se dejó hacer, por tanto, en silencio, y permitió y facilitó el examen mientras de tanto en tanto bromeaba con los marines encargados para que la espera y el trabajo fuera más soportable.

No era tan malo, ni mucho menos, como otros análisis que, en mucho peores situaciones, había visto. Así que estaba tranquilo, y ciertamente, intrigado por como sería la Génesis.

El fallecimiento de su oficial al mando sin embargo no se le iba de la cabeza. Los augurios existían, aun cuando interpretarlos fuera siempre imposible. Y el augurio de la muerte de jefe de la misión, así, en principio, muy bueno no parecía.

Al llegar a la puerta de embarque se palpaba la tensión y las medidas de seguirdad, Tigh no esperaba menos y asintió de satisfacción al ver el dispositivo que había montado en la entrada.

Observo a los marines hacer su trabajo, como evaluando posibles puntos débiles o fisuras en el protocolo que hubiera que tapar, al llegar su turno accedió al registro de sus pertenencias dando sin duda ejemplo de que la seguridad de la misión estaba por encima de cualquiera.

   Jackson nunca había sentido nada parecido. Caminó en silencio al lado de los oficiales, un tanto retirado, pero estaba impaciente. A él nunca le gustó la religión y tuvo más de un encontronazo con sacerdotes y políticos corruptos que hacían y deshacían como querían, jodiendo al personal. Le ponía enfermo ese afán de superioridad. Nada estaba por encima del Gobierno, y estos tonsurados caminaban con aire de estar por encima hasta del mismo Emperador. ¡Si tenían hasta soldados propios! En cuanto antes les abandonase, antes dejaría de estar tan tenso.

   - Menudo circo hay montado... - Comentó al ver todo el trajín de naves ir y venir y se fijó en aquella nave pirata que parecía haber "comido" demasiada chatarra. ¿Esa es la Genesis?

   Al sargento le llegó el turno del exhaustivo examen. Unos soldados le arrebataron de malas formas su petate pero él se lo arrebató a su vez. ¡Una mierda! Estos meapilas no iban a imponerse. Fue Jackson quien accedió y quien deshizo su petate para que lo examinaran. Incluso se quedó en ropa interior y "dócilmente" dejo que le examinaran. No era la primera vez que se sometía a un examen tan exhaustivo, pues desde aquel incidente con el soldado-bomba que se les coló por un control y, literalmente, reventó en el interior de una nave... toda precaución es poca. Su seguridad era lo primero, y si bien Jackson era de esos a los que les importa una mierda lo que les pudiera pasar, se desvivía por los suyos.

   - ¿Falta mucho por embarcar, mi Capitán? Podemos inspeccionar la nave más de cerca, Señor - Sugirió, con una patente impaciencia por embarcar y dejar ese nido de fanáticos atrás.

Con vosotros viajaría también el ingeniero.

Embarcáis 8 en la pinaza. Una nave bastante baqueteada, por lo que se podía ver, pero que había recibido un cuidado y mantenimiento exhaustivo.

- Igual estos monjes tenían sus cosas, y su religión, pero no se podía negar que en el trabajo ... eran de lo mejorcito ... y no trabajaban por un sueldo o por unas vacaciones.

De todas maneras, sus pilotos eran algo ... comedidos. El barqueo fue tan lento que llegásteis a temer algún tipo de problema. El embarque se realizó por la propia esclusa de pinaza. Esta, más amplia de lo normal, parecía pensada para poder realizar algún tipo de mantenimiento, y además, era lo suficientemente amplia para dos de aquellas naves. Los mamparos de ambos lados parecía más que otra cosa, compuertas o más esclusas. Las que sería de más a popa, más grande que las que se situaban en la parte delantera. Fuera, en los pasillos, había un rumorcillo. Los monjes, con su escueto petate y su caja de herramientas, esperaban alineados, pero cuchicheando.

El único que parecía saber donde estaba era el propio ingeniero. - Señor Comandante. Se dirigió a Tigh (Eran del mismo empleo, pero Jhon tenía mando sobre arma y había sido nombrado el "Amo y Señor" de la nave), les indicaré sus camarotes. Además, ya me ha comentado el Almirante Kawsewitz que se alojará en una cabina común si no tiene más ocupantes. Era costumbre que el más alto empleo, ocupara el mejor camarote, y ese siempre era el del capitán, pero ... en este caso, el almirante quería ... estorbar lo menos posible.

Camarote había ... suficientes. E incluso de sobra. Lo que estaban faltos eran de especialistas para la maniobra de la nave. Gente con conocimientos adecuado de salto, de ingeniería, de propulsión ... Gente para operar la nave.

Esta bien contesto John mientras asentía a las palabras de Peter para acompañarle hasta la zona de camarotes. Me alegra tenerle abordo sin duda Peter y John habían tenido algunas diferencias en el pasado pero de lo que no había duda era de que Peter era una persona muy competente y dadas las circustancias era un alivió contar con el principal ingeniero que diseño la nave.

Mientras caminaban hacía los camarotes John se iba fijando en el estado de la nave y en los pasillos a fin de familiarizarse con ellos. ¿Como van los preparativos, cuando estaremos en disposición de partir?

   El sargento subió a la pinaza como si le hubieran empujado. Tal prisa tenía por embarcar. Entro en la pinaza y se sorprendió admirando el trabajo de los religiosos. Tanto en el mantenimiento de las naves como en el devenir de aquel lugar, incluso en la creación de un ejército propio.

   - Como estos cabrones se suban a la chepa del Imperio... - Pensó John acomodándose donde fuera menester. 

   El tiempo pasó lento en la maldita pinaza. Y por si eso fuera poco, iba endemoniadamente lenta, como si un gigante estuviera tirando de su parte trasera para evitar que la pinaza avanzara. Aquello iba a desesperar a John, pero finalmente tocaron su nuevo destino. Esperó, paciente, a que el Comandante y los demás mandos abandonaran la pinaza para después abandonarla él. El Comandante le quitó la palabra de la boca y John, para agilizar las cosas, espetó.

   - Mi Comandante. Si hay algo en lo que pueda ayudar para agilizar el tiempo de lanzamiento... aunque solo sea ayudar a cargar equipaje.

Rachna acompañó al resto en la pinaza observando todo con aquellos ojos claros curiosos. Casi agradeció la presencia del ingeniero al que saludó con un cabeceo formal.

Nada más bajar de aquel transporte se descargó con cierta celeridad. El ambiente estaba aún algo viciado. Se notaba que se estaba trabajando en las estructuras y en las láminas metálicas. El olor característico de los sopletes, varas de fundición y soldadura, ... y todas esas herramientas.

La gravedad allí era nula. Pero ocurrió algo que os sorprendió. Gangau saltó hacia un mamparo, y andaba sobre él con total normalidad. Vuestro cerebro decía que el minino tenía que caer caer, pero ... algo le hacía agarrarse a la pared aquella con total normalidad. Al bichejo le pareció totalmente normal. El almirante empezó a reir al ver vuestras caras.

Ya empezaste a pensar en heridos y a preveer como atacar esas lesiones:

- Quemaduras de alta temperatura, por fundición o plasma...cortes...aplastamiento o caidas...

Era el ambiente respirable, pero viciado.

De todas maneras ignorásteis esto en breve. El ingeniero se adelantó comentando: - Les acompaño a la zona de habitabilidad.

Los hangares de las pinazas estaban a popa. Totalmente atrás. Os hizo avanzar hacia proa, y enseguida viasteis hacia un largo pasillo que tenía varias escotillas, todas ellas abiertas, cosa que hizo enfurecer al guía, que usó su comunicador para elevar la protesta. - Peligro de seguridad contra incendios. Estanqueidad total mientras se realizan operaciones de riesgo.

Un voz, como la de control de tráfico le contestó con una paciencia inusitada: - Señor solo funcionan cuatro regeneradores y están repartidos entre el puente y alojamientos. Los otros 96 están inoperativos.

Ya entendíais el porque de este ambiente.

- Enterado. Contestó con astío y resignación el ingeniero. No había otra. O dejar que corriera el aire ... o poco durarían envenenados por las partículas en suspensión.

El pasillo se hizo enormemente largo. Luego viró a crujía de la nave y por el centro de esta llegásteis a la enfermería, tras pasar por unos accesos que no sabíais donde daban. - Señor comandante, aquel es su camarote. Dijo señalando una escotilla un poco más hacia proa de vuestra posición. Luego retrocedió un poco y por una escala descendísteis. Allí se encontraba toda la zona de habitabilidad. El camarote del almirante era el de más a proa de todo. Justo en la roda. Tenía una agradable vista, por un cristal blindado, y además se notaba que estaban instalando la plancha de blindaje que cubriría la vista en caso de emergencia.

El paseo por la nave fue bastante desalentador, sin duda todavía había muchos preparativos que hacer, algunos de ellos imprescindibles para si quiera dejar el astillero.

A pesar de todas las carencias del momento, la nave se mostraba imponente sin duda marcaría un antes y un después, la humanidad no había conocido una nave de aquel calibre.

Pronto llegaron a la zona de camarotes y aunque Peter había estado comentando los pormenores no había contestado a la pregunta de John, quien al llegar a la puerta de su camarote exclamo.

Necesito una fecha Peter. Organice una reunión con todos los oficiales en el puente para dentro de 20 minutos.
Sargento, Cabo hasta conocer el responsable de seguridad a bordo me gustaría que hicieran una evaluación independiente de la seguridad de la nave.

Tras aquellas palabras John entro en su camarote.

El ingeniero, al escuchar la orden, sacó un cacharrito, y empezó a escribir en ella con un dedo. Estaba cargado con su equipaje y un montón de carpetas, dosiers y otros papelotes, que se le agolpaban por todas partes. Casi se le cae una capetita azul. - Si comandante. Y acompañó al resto a sus alojamientos, pero no antes de preguntar si: - ¿Almirante y jefe de los operarios también?. No sabía nadie si el jefe de esta cuadrilla podría considerarse oficial o algo, pero era su jefe, y el Almirante era un Oficial General, pero bueno. Este último era un pasajero, por llamarlo de alguna manera, y no estaba "bajo la bota" del Señor Comandante, pero ... no dejaba de "ser su nave".

El almirante esta invitado a todas las reuniones desde luego, respecto al jefe de operarios que asista si no hay nadie más de su confianza.

- Seguro que irá.

Dijo mirándole y este asentía. Los oficiales al mando, tenían un bastón, a parte de su sable reglamentario, pero este, sin tener mando, que supierais, ya portaba el bastón.

La reacción del gato no pilló desprevinada a Rachna, que ya emoezaba aver que no era un minino corriente.

Una vez dentro, el gato volvió a su posición favorita en el hombro, mientras la oficial médico fue observando y analizando todo lo que faltaba por hacer y a qué peligros tendrían que hacer frente.

Mientras realizaba una lista mental, escuchó a Branson y Tigh. Al menos el almirante que estaría con ellos para supervisar las primeras etapas no sería Craighton, lo cual supuso un gran alivio para Rachna.

Esperó a que Branson terminara para añadir: [color=#0000BF]Señores, por mi parte sólo faltaría que me dijeran, aparte del camarote, la ubicación de la enfermería. Señor supongo que querrá que la tenga preparada a la mayor brevedad y que comience los examenes de la tripulación...[/color] -terminó diciendo con tono profesional.