Partida Rol por web

Harold se colocó en posición de combate, esperando que cualquier cosa saltase sobre él y le descuartizase de un momento a otro.

Había intentado mantener el tipo, ser más como su padre, pero en realidad estaba muerto de miedo. Le asaltó la duda de si realmente podría repeler un ataque infernal con sus propias manos. ¡Claro que no! Eso era una completa estupidez. Solamente esperaba que el cochero fuese lo suficientemente valiente para no dejar que su cobardía acabase también con él.

-Padre...- pensó -Ojalá estuvieses aquí...- y una lágrima rodó por su mejilla. Miró a su madre, tan dispuesta y se lamentó de no estar a la altura de sus progenitores.

Su hijo había muerto. No había vuelta atrás. Ella luchó contra la casa escapando dos veces y la casa se vengó por ello. Pero la venganza era un arma de doble filo. Ella también lo haría, o al menos daría su vida por intentarlo.

Coger la flecha, clavársela a Harry. Él o ella morían. Era simple, solo tenía que hacerlo. Sin planes, sin remordimientos. Meghan se visualizaba a ella clavándole la flecha. Haciéndole sangrar. Haciéndole sufrir lo que ella sufría. Pero Meghan se había educado de otra forma. Quería sangre, pero no era estúpida. A pesar de que debía sostenerse a sí misma para no lanzarse a por el Duque sangriento sabía que no funcionaría. Ella estaba motivada, sí, pero él era un ente sobrenatural con mucha sangre en sus manos. Si quería hacérselo pagar lo haría de la única manera que sabía. Usando su mente, analizando todo fríamente a pesar de que en sus venas ahora solo había fuego provocado por la ira.

-Dougal, tú y yo hemos escapado de dos situaciones como ésta antes. Quiero creer que se debe a nosotros mismos y no a la suerte. Debe haber una forma de matarlo o encerrarlo para siempre. Necesitamos un plan, como dices. Harold, Murron, debéis ayudarnos a ganar tiempo protegiéndonos de los posibles ataques. Jeanne, Elisabeth, espero que Edwards os oiga y le convenzáis. En cuanto a nosotros- miró a Dougal- ¿alguna idea? Quizá lo mejor sea atacar con cuidado una vez los demás hayan hecho su cometido.

Dougal asentía a las palabras de Meghan con una sonrisa. Proponía movimiento, reaccionaba rápido cuando él vaticinaba que se hundiría por la pérdida de su hijo - Debe de ser la adrenalina, hay que seguir activos o nos vendremos abajo - pensó intentando no mirar demasiado a su alrededor. 

- Tenemos una oportunidad de escapar de aquí si ellas convencen a Edwards de que nos ayude para recoger el carruaje cuanto antes mientras Murron y Harold despistan a esos demonios. - Dougal no se daba cuenta de que los hombres no estaban siendo tan diestro en la lucha como les gustaría y aún confiaba en que triunfasen - Una vez que estemos en el carruaje deberíamos intentar apuntar con el arco, quizás un Knight y un Alistair a la vez, y dispararle la flecha verde a su corazón, si es que tiene algo similar...

Edward asentía a lo que Elizabeth y Jeanne le decían, primero como si fuera un movimiento automático e inerte, como si su mente no estuviera con ellas. Luego, levanta la cabeza y las mira fijamente... No parece el criado de siempre. No hay mascarada o servilismo en su rostro cuando les dice: 

- Está ardiendo el colegio. Hay que formar en filas los vivos y los muertos. No olvidéis la cesta. 

- ¡Edward por favor, ¿qué estás diciendo? ¡escúchanos! necesitamos salir de aquí... 

- Yo... el colegio, el orfanato... yo... está sucediendo realmente... está ardiendo como nos dijeron que... ¡Green Arrow está ardiendo! 

Al decir por fin el nombre de la casa parece recobrar la razón y mira asustado cómo todo empieza a arder. 

- Hay que salir de aquí, señoras, el Duque Sangriento no puede atravesar el umbral porque el señor John le está impidiendo la salida... 

Cuando Jeanne y Elizabeth se giraron para ver el umbral sintieron un vacío horrible, como si la sola visión de Harry pudiera absorberlas. Pero Edward tenía razón. No había logrado atravesar el umbral. Aquella era una información valiosa. Aunque ellas no pudieran ver a John Francis Knight luchando a su lado por lo que sin pensar bien lo que decía, Elizabeth preguntó... 

- ¿Te refieres a su tumba? Ah... quieres decir... su presencia...

Pero aquello volvió a hacer recordar algo a Edward.. 

- El señor John insistió mucho en la orientación de su sepulcro. Nos hizo remover la tierra y cambiar de sitio a sus antepasados... pero encima de su tumba debía haber esa pequeña estatua de un arquero... Si ponen ahí la flecha será como entregársela al Guardián de Green Arrow y podrán escapar. 

Jeanne y Elizabeth comprendieron. Aunque si querían matarle y sin arco a mano... deberían entrar en la casa y atravesarle con ella. 

Cuando Harold y Murron fueron a por el carruaje y los caballos, una jauría de perros gigantescos se lanzó a por ellos. Podían casi sentir que era la noche la que ladraba y la oscuridad la que soltaba esa espuma por la boca entre colmillos afilados... 

Harold se puso la flecha en la espalda y con la pala se preparó para el combate. Ya no podían seguir corriendo ni llegar a las cocheras. Les habían alcanzado antes de que tal vez pudieran atrancar desde dentro. Murron resopló y cogió la otra. Ya no podían hacer otra cosa que combatir. 

- Prepárate chico... piensa que solo son perros... 

Harold acertó en no temblar y dar un golpe con la pala cuando la primera de las criaturas saltó sobre él. Pero no pudo hacer nada cuando una segunda, por otro flanco le derribó con su enorme peso. Pudo ver los ojos rojos de aquel demonio canino. 

Murron, como siempre protector con los jóvenes, puso su brazo para que el siguiente ataque del perro no le devorara el rostro al muchacho, sintió el dolor de esos dientes destrozándole el brazo pero con fuerza pudo lanzar al perro contra el muro de la fachada de la cochera. Y entones vio al tercer animal correr hacia él con el cuerpo totalmente dolorido. 

Solo esperaba que le mordiera en el cuello y acabara pronto con su sufrimiento... 

"Vamos, Harold, yo no me he rendido nunca y sé que tú tampoco" 

Harold pudo oír la voz de su padre. No era en su cabeza. Podía sentirlo a su lado y cuando le tocó en el hombro, Harold sacó las fuerzas que no tenía para levantarse con su pala e interceptar al tercer animal que se lanzaba a por Murron, cogiéndole totalmente por sorpresa. 

Murron no sabía cómo Harold se había puesto de un salto de pie pero tenía que aprovechar la oportunidad. Buscó de nuevo la pala para rematar al segundo perro antes de que se volviera. Notó que alguien la tenía ya cogida. Era una mano de mujer. O al menos una presencia. 

"Cuida de estos chicos, no pueden andar solos sin institutriz" creería luego recordad que le decía el fantasma de ¿Eleanor?. Cogió la pala del aire, o del suelo, o de no sabía ya donde pero remató al perro. 

Harold y Murron se miraron sabiendo que no estaban solos en el combate. Después salieron corriendo a la cochera y cogieron la carroza que estaba preparada. Marrón se puso en el montante mientras Harold, a lomo de un caballo se dirigió hacia su madre y Elizabeth que venían corriendo hacia ellos. 

Dougal y Meghan trataban de idear un plan para escapar de él cuando Meghan vio a su pequeño Arthur correr al interior de la casa. No pudo resistir el impulso y entró dentro de la mansión donde hasta hace un segundo estaba Harry y su espectral y poderosa presencia. Pero no podía hacer otra cosa. Si existía una manera de que su hijo estuviera vivo, de que todo hubiera sido una pesadilla. 

Lo que le hizo sospechar de que tal vez no estaba viendo la realidad es que Dougal corría a su lado, tan desesperado como ella. 

No oyeron los gritos de Elizabeth y Jeanne que les gritaban que no entraran en la casa. Tampoco los de Edward. 

- Tenemos que encontrar a Arthur, Dougal...¿Le has visto entrar? 

- ¿A Arthur? No, Meghan, he visto a mi hermano... mi hermano estaba vivo y...

Una risa espantosa sonó en el Gran Comedor... Y entonces entendieron que habían caído en la peor de las trampas y frente a ellos estaba aquel cuya sola presencia hacía que los músculos no obedecieran órdenes y todas las pesadillas poblaran la mente a la vez, casi colapsándola... 

- Nos ha engañado... como siempre hizo... como al otro niño que quiso curar al que se parecía a mi hijo.... - decía Meghan llorando, no se sabía si ante su inminente muerte o ante la certeza de que jamás volvería a ver a Arthur... 

- Y tal vez como a mi padre cuando murió su primogénito- decía Dougal intentando no colapsar cuando el Duque Sangriento empezó a acercarse a ellos- Siempre engañas... maldito demonio mentiroso... cobarde

- ¡Cobarde, sí!- gritaba Meghan también- Nos has enviado siempre a los tuyos y jamás te has personado. ¿No somos suficiente molestia como para que te dignes a gastar tu propia sangre en matarnos? Tienes siempre que engañar y mandar pesadillas de noche... ¿Es que acaso...? 

Meghan tuvo una revelación y al mirar a Dougal este la tuvo también. 

- ¿Es que acaso no puedes? Tal vez hemos temido a un ser de ultratumba que no es sino una leyenda más de esta casa. Esta casa es mortal pero sin ella no eres nada, Duque Sangriento... 

- Eso es, cuñado... eso es... Y si no nos ha matado ya es porque tal vez él solo no puede hacerlo. Solo quiere... quiere pactar con nosotros y lo que más anhelamos como hizo con nuestros antepasados... y condenarnos así al infierno a todos. 

"Pero tal vez hay que seguir adelante. Hay tanto amor aún en vida que no debemos odiar a la muerte" 

Se giraron y les pareció que la que hablaba era su dulce sobrina Rhona. ¿Quién sino ella sabía lo que era amar en un sitio así? 

Pero cuidado, él no puede perseguiros ahora que sabéis su secreto pero esta casa sí... 

Dijo antes de desaparecer. 

Dougal Y Meghan salieron de la casa al umbral mientras Edward les gritaba. 

- ¡Rápido, el señor John os está diciendo que salgáis del umbral!

En la carroza de caballos, Mary Jane se subió rápido y después Harold bajó del caballo para abrazar a Jeanne y a Elizabeth... 

- ¡Tenemos que salir de aquí! ¡Rápido! 

Pero entonces la tierra volvió a temblar y la carroza se descolgó del caballo aunque este no perdió el equilibrio. 

- ¡Corramos!

- ¡No!- gritó Mary Jane- Solo el caballo puede sacarnos de aquí... 

Mientras tanto Harry había vuelto a aparecer en el umbral y pareciera que toda la casa ahora temblara como si fuera de papel, contorsionándose y aullando, como si tuviera vida...

Jeanne se abrazó fuertemente a su hijo cuando llegó hasta ella y desmontó del caballo. Verlo allí, vivo junto a ella, le dio fuerzas y esperanzas.

-Edward nos ha dicho como tenemos que hacer para dejar la flecha en poder del Guardían y así poder salir de aquí. Hay un arquero sobre la tumba de John, hay que poner la fecha en el arco que porta-les dijo rápidamente a su hijo y al resto que se habían reunido junto al carruaje.

Pero en ese momento todo empezó a temblar, la carroza se desenganchó del caballo y Jeanne vio como detrás de Harold, la casa se movía como si fuera un bloque de gelatina y la presencia de Harry se hacia de nuevo patente tras la puerta.

-¡No!¡La carroza!-se puso las manos en la cabeza cuando vio que la via de escape que habían conseguido traer su hijo y Murron se inutilizaba momentaneamente. Llevaría su tiempo volver a colocar todos los arreos y Harry acechaba-¡¿Montar al caballo?!-le sorprendió la propuesta de la pequeña Mary Jane. Miró rápidamente a los presentes-Tenemos dos caballos, somos siete... -miró a Harold, sabiendo que las cuentas no salían. Los animales no podrían llevarlos a todos. Quizás uno si podría con dos adultos y la pequeña, pero quedaban cuatro adultos sobre el segundo caballo.. dudaba que el animal consiguiera dar un solo paso.

Edward gritaba a Meghan y a Dougal que salieran del umbral. Luego la tierra tembló y la carroza se desenganchó del caballo. Meghan y Dougal llegaban corriendo hasta donde estaba el resto del grupo.

¡¡Debemos hacer caso a Edward!! –Gritó Elizabeth en medio del caos de la sacudida y el reencuentro-. En el orfanato ya les prepararon para esto. Sabían que la casa iba a arder. Adiestraron a los niños. ¡Debemos alejarnos de ese umbral!. Nuestro abuelo y bisabuelo – miró a Harold y a Mary Jane- Vuestro padre -Miró a Murron y Dougal y también a Jeanne y a Meghan por los lazos que les correspondían a través de sus maridos- está conteniendo a Harry para salvarnos. Debemos conseguir llegar al menos hasta su tumba, que ejerce de barrera para que Harry no pueda avanzar, y colocarnos tras ella. La presencia de John impedirá a Harry dañarnos. Él sigue siendo el actual Guardián. Aún no se ha formalizado ninguna sucesión, por lo que a él le corresponde la posesión de esa flecha. Colocados tras la tumba y la estatua del arquero estaremos protegidos. Allí tendremos tiempo para pensar si devolver la flecha a John o si tratar de matar a Harry, pero para ello deberemos idear un buen plan. ¡Lo prioritario es ponernos a salvo de él y de la casa!.

Elizabeth no estaba dispuesta a pasar más por alto las señales e informaciones que les habían estado llegando todos aquellos días y…. aquella niña… Mary Jane, había tenido más lucidez que cualquiera de todos ellos. Tenía una sensibilidad especial. Ella era capaz de captar lo que a otros se les había pasado por alto. Incluso había sido capaz de predecir el futuro que les auguraba aquella noche. Aquella niña había insistido a su hermana en salir huyendo a caballo de Green Arrow, había insistido a Murron en acudir a las cocheras, de hecho, éste la encontró allí escondida… y ahora insistía en que “sólo el caballo puede sacarnos de aquí”. Esa niña sabía algo y Elizabeth no estaba dispuesta a seguir ignorando sus comentarios… Sin embargo eran demasiados para montar todos en aquellos caballos y aquellos perros les habían puesto las cosas muy difíciles a Harold y a Murron y habían terminado con el corpulento Jesse…

¡Necesitamos la carroza! –Gritó- Hay que reengancharla de nuevo. Sólo dentro de ella podremos dirigirnos hasta la tumba de John sin ser dañados por esos perros. ¡Rápido, no tenemos mucho tiempo!. Tenemos que lograr posicionarnos tras la tumba para que el espíritu de John nos pueda proteger. Al menos debemos hacer llegar la flecha hasta allí. ¡¡Debemos intentarlo por todos nuestros seres queridos!!

Escuchó entonces a Jeanne comentar lo que les había dicho Edward. Le dio la razón. ¡¡Tenemos que hacerle caso y al menos hacer llegar la flecha hasta allí!!.

El otro problema eran los caballos, como decía su prima, pero… quizá si nos damos prisa podemos reenganchar la carroza. El cuerpo a cuerpo frente a esos perros suponía un enorme riesgo… Debemos pensar con frialdad. La carroza nos mantendrá más protegidos. Quizá merezca la pena perder unos minutos. Si en los caballos no podemos todos, no hay más opción.

Había que pensar con la cabeza y ser fría... ¿Qué es lo que Robert hubiera hecho en esta ocasión? se preguntaba Elizabeth. 

Mientras tanto Meghan le señaló algo: 

- No es la carroza... Es el caballo... y lo que representa que sea el único animal con vida de Green Arrow. Mary Jane sabe que nos sacará de aquí.  Dougal y yo tuvimos un encuentro con Harry y creo que tiene puntos débiles... 

Elizabeth asintió y entones se le ocurrió algo mientras Murron y Harold trataban de volver a enganchar la carroza a los caballos... Pudo ver la línea recta claramente, como si fuera un tablero de ajedrez. 

- Eso es, ¡no ateis el caballo a la carroza! Estamos en pendiente justo hasta la tumba. Dejad el caballo aquí.  Alguien puede montarse en el carro sin montura y rodar pendiente abajo hasta la tumba... Será incluso más rápido que galopando...Si se coloca la flecha, aunque no matemos a Harry, todo habrá acabado y ya dará igual lo que pase. Solo hay que llegar allí lo más rápido posible.  Parece una locura pero creo que tiene sentido.

- Lo tiene- dijo Meghan mirando fijamente a Harry al otro lado del terremoto que era todo el jardín- ¿Pero quién de nosotros irá hasta allí? ¿Y quién quiere dejar la flecha en vez de clavársela a ese repulsivo ser? 

Estaba atando el caballo en el que había llegado al carruaje cuando su tía Elizabeth les dijo que no lo hicieran, que era más rápido llegar hasta la tumba del bisabuelo John lanzándose pendiente abajo sobre el carruaje.

Efectivamente era la manera más rápida, y también la más peligrosa.

Durante un instante eterno se quedó mirando hacia el final de aquella cuesta, más allá del umbral, allí estaba el Duque Sangriento, esperando que el espíritu del guardián flaquease para colarse en los terrenos de Green Arrow y acabar con su descendencia. En ese momento fue consciente de una cosa, era el único hombre Knight que quedaba con vida.

-Yo lo haré- dijo mirando al suelo, como era su costumbre –Yo llevaré la flecha hasta allí- aunque su intención no era dejar la flecha en la tumba del guardián, si no acabar con el Duque. La flecha podía dejarla cualquiera después de él, pero sabía que él era el que más posibilidades tenía de herir de muerte a aquel engendro del infierno. Pensó en Piers, sabía que él habría hecho exactamente lo mismo, recordó las palabras que resonaron en su mente hacía solo unos minutos y miró a su madre. No hacía falta añadir nada más.

Ella siempre había intentado inculcarle una sensibilidad y una manera de analizar la vida completamente opuesta a la de su padre, y gracias a ello había sido un buen estudiante, pero además de cultivar su mente, su cuerpo estaba acostumbrado a la instrucción militar, cientos de horas de marchas y prácticas, de estudio de la estrategia y las artes marciales. Era el más fuerte de los presentes, exceptuando a Murron, pero éste estaba herido, por lo que no era una opción válida en éstos momentos.

Descolgó la flecha de su espalda y se encaramó a la parte trasera del carruaje para poder saltar en caso de que fuera necesario.

Recorrió con la mirada a los supervivientes, eran seis, los caballos podrían con ellos, con siete no.

-Empujadme- añadió con una voz que no parecía suya, llena de determinación y de la tranquilidad de saber que, si no conseguía acabar con aquel ser, al menos permitiría a sus familiares y sobre todo a su madre, vivir fuera de aquella pesadilla.

Murron se acercó hasta Harold renqueante, dolorido por las heridas sufridas. 

-Suerte muchacho-le dijo con un apretón en el hombro, y una mirada de ánimo.

Acto seguido, se colocó tras el carruaje para empujarlo con fuerza cuesta abajo.