Partida Rol por web

Las pérdidas de aquella noche fueron muy importantes. 

Murron había perdido a su hijo, aquel fanfarrón delincuente que tanto amaba y con el que trataba de reconstruir ese lazo que siempre le faltó. 

Elizabeth y Eleonor habían perdido a su querido padre, el último hijo vivo de ese abuelo loco que les había metido en esta trampa y que tan importante era para ellas. 

Pero fue la muerte del ama de llaves lo que provocó una reacción más sorprendente. Por vez primera vieron al viejo mayordomo llorar y perder su compostura. No parecía dar crédito. Para unos criados que habían sellado un pacto con la casa que les impedía ser asesinados por la noche, la muerte era un accidente inesperado. 

- No sé... no sé qué vamos a hacer sin ella... Supongo que tendré que ir al pueblo a buscar una nueva persona para el cargo pero... pero no sé quién podría siquiera.... Oh, Ann, ¿qué voy a hacer sin usted?- se lamentaba. 

Por favor, en mi ausencia dejaré a Paul, el ayudante de cámara, al mando. Tengan cuidado. No vayan de nuevo a ese lugar horrible... Cuidense los unos a los otros... 

Aunque en el pasado hubiera provocado indignación el dolor del criado cuando habían muerto ya ocho de ellos y no había perdido la sonrisa, Dougal les contó como aquella mujer arisca había salvado su vida y cómo el horror de Green Arrow distaba mucho más del contrato de por vida con esos criados. Él y Jesse habían estado ante un poder tan inmenso y descomunal que aún les costaba poder expresarlo y se limitaban a pasar una mano por el hombro del otro, sin separarse demasiado. 

Eleanor se despertó después de una noche agitada. Al amanecer le esperaba la mala noticia de la desaparición de su padre, además de las de la señora Huxson y Conrad Alistair.

Dos sentimientos predominaban sobre todo lo demás. La sensación de desamparo ahora que su padre ya no estaba, era el principal. Unida en un abrazo con Elizabeth, intentaba imaginar cómo cuidar de su hermana pequeña ahora que no quedaba ningún hombre en su familia que pudiera ayudarla salvo su tío Piers y su primo Harold. El segundo sentimiento era la culpa. Eleanor se sentía culpable porque ella estaba allí cuando los Alistair obligaron a la señora Huxson a ir a la sima.

Mientras los dos hermanos Alistair contaban lo que les había sucedido, Eleanor apretaba con fuerza los puños, dolida y resentida

-Ustedes se empeñaron en llevarla allí. Ustedes le exigieron que les acompañara pese a que ella dijo que era peligroso. Llevan las muertes de su sobrino y de la señora Huxson sobre su conciencia- dijo apuntándoles con el dedo. Pero en el fondo Eleanor llevaba la muerte de la señora Hudson también sobre su propia conciencia aunque no lo reconocería jamás delante de los Alistair. Ella había estado allí y era su obligación cuidar de los empleados de la casa. Esa siempre es la obligación de los señores. Y ella había sido negligente. Permitió que se llevarán a la señora Huxson. Es cierto que Eleanor creía que Ann Huxson estaba ocultando algo, pero nunca pensó que fuera realmente culpable de las muertes, solo creía que pretendía aprovecharse de ellas de alguna manera. El día anterior la única intención de Eleanor era haber vigilado al ama de llaves para descubrir quiénes eran sus contactos y cómo se organizaba el servicio. ¡Pero tenía que haberse opuesto de manera más firme a aquel viaje al maldito agujero en el suelo! Ahora el rostro apesadumbrado de Edward le dolía en el alma porque representaba la falta de responsabilidad y seriedad con la que Eleanor había actuado. Si al menos su padre estuviera vivo...

-Quien usted traiga estará bien- le dijo al mayordomo mientras se hacía la promesa a sí misma de no permitir que esto volviera a suceder. Eran responsabilidad suya y una cosa eran las familias Knight y Alistair falleciendo misteriosamente y otra muy diferente arrastrar al servicio en una búsqueda rocanbolesca en la que perdiesen su vida por temeridades.

Eleanor se hizo el propósito de terminar hoy lo que quería haber hecho ayer. Se entrevistaría con todos los criados, vería quienes eran, si tenían familia en el pueblo y porqué estaban en Green Arrow. Llegaría hasta dónde le diera tiempo y al día siguiente continuaría si fuese necesario. Compartió sus planes con su hermana y le pregunto si tendría interés en acompañarla. No quería dejarla sola pero ya estaba claro, a estas alturas, que durante el día no habría mal que les acechara salvo quizás su propia imprudencia.

El reencuentro con esta casa se estaba haciendo demasiado duro e injusto, pensó Elizabeth mientras se aferraba a los brazos de su hermana. De nuevo el mal había elegido a uno de los suyos, a otro de los pilares más importantes en su vida: su padre Charles. Sin embargo Elizabeth ya se había estado preparando durante estos días para la posibilidad de una nueva pérdida importante: su padre, su hermana o ella misma… Y había llegado a la firme convicción de que si algo de esto llegaba, lo afrontaría con fuerza y no se dejaría amedrentar. Seguirá adelante como a su padre le hubiera gustado que hiciera, pues además, de alguna manera le sentía cerca… sabía que estaría vigilando sus pasos y acompañándola. Ya se había sabido valer por sí misma en sus años de estudio en Rusia, en los que no contaba con nadie y se tuvo que abrir camino ella sola. Ahora no sería diferente. Además aún tenía a su hermana. Eleanor era una mujer fuerte, ambas eran tan diferentes en tantas cosas… pero al menos en eso se parecían: Ambas eran fuertes y podrían seguir adelante por sí mismas, pese a la fragilidad que, muchas veces de forma equivocada, se les atribuye a las mujeres… y que en el caso de Elizabeth puede concluirse de su delicada apariencia… pero es por los actos por los que alguien muestra su verdadero ser… y ella no se iba a achantar ante Harry. Trataría de vengar por orgullo las muertes de sus familiares… y si no podía lograrlo, moriría también con valentía.

Se desprendió de los brazos de su hermana y agradeció la propuesta que le acababa de hacer, sin embargo Elizabeth ya había pensado otros planes para aquel quinto día. – Gracias hermana por tu propuesta, aunque espero que no te importe que no te acompañe… Siento que ese salón de baile nos oculta algún misterio importante y algo me llama a volver. Creo que ayer estuvimos a punto de dar con algo, y quizá hoy podamos terminar lo que ayer empezamos. Quizá la casa nos quiera revelar otro de sus misterios si actuamos de la manera adecuada.

Ayer nos faltaba algún objeto que funcionara como llave y pudiese ser introducido en un pequeño orificio. He estado pensando si tal vez la cadena que tu encontraste, Eleanor, pudiese cumplir esa función. ¿Podrías enseñarme cómo es? ¿Podría introducirse en un pequeño agujero?

Hizo un repaso a todo el salón encontrándose con las caras apesadumbradas y descompuestas de todos. Aún no habían podido cruzar muchas palabras, pero intuía que además de las muertes de Huxon, Conrad y su padre, alguno tendría más cosas que compartir. Se detuvo en los hermanos Jesse y Dougal Alistair y le pareció que algo había cambiado en ellos... por otra parte normal, tras la dura experiencia que habrían vivido... Después cruzó sus ojos con el desolado Edward y trató de transmitirle comprensión y consuelo con su mirada. Elizabeth no podía dejar de pensar que habían sido tal vez demasiado duros con el servicio, quienes sin embargo no estaban más que cumpliendo su propia condena.

Murron apenas durmió esa noche. La idea de que sus hermanos y su hijo estuviesen allí abajo, enfrentándose a saber qué demoníaco lugar, no le dejaba conservar muchas esperanzas. No obstante, cuando a la mañana siguiente aparecieron Dougal y Jesse narrando lo ocurrido, Murron sintió cómo aquella enorme casa se derrumbaba a sus pies. Su pulso se aceleró, abrió la boca y a punto estuvo de soltar un grito de incredulidad y desasosiego. Pero no dijo nada. Se limitó a respirar pesadamente mientras trataba de asimilar la pérdida de su hijo. Aún siendo consciente de la alta probabilidad de que aquello ocurriera, no estaba preparado para ello. Quizás pensó que él moriría antes, como debería ser.

El cochero movió sus pasos hacia el mueble bar del salón. ¿Qué más daba los años que llevaba sin beber? ¿Qué importancia tenía en un momento como este? ¡Si probablemente nadie saldría con vida de allí!

Murron se sirvió dos dedos de whisky, como le gustaba hacer en sus tiempos, para bebérselo de un trago y volver a llenarse el baso una y otra vez, en un placentero ritual. Lo cogió y tragó saliva mientras lo observaba. Ese oro líquido, deliciosa ambrosía capaz de curar su desdicha como nada en el mundo...

Entonces, en un arrebato de cordura, se acercó a la chimenea y lanzó el baso contra ella. Se produjo un estallido, seguido de un fogonazo, y el calor golpeó el rostro iracundo de Murron.

Su tristeza se había tornado rabia. No. No iba a permitir volver a esa senda. Todavía quedaba gente allí a la que apreciaba, y necesitaba estar sobrio para poder ayudar en lo que pudiese.

Ojalá, si Dios quiere, venga ese maldito Harry a por mí, y me lo encuentre frente a frente para escupirle en su fea cara -pensó.

Jesse en aquel día tardo mas en bajar de que costumbre y no fue porque estuviera perdiendo el tiempo con su barba o su traje, al bajar su rasgo mas característico, carecía de gracia, su barba esta lacia y repeinada hacia abajo, desde que llego a la mansión era la primera vez que usaba una apariencia tan "simple", en su cabeza otro gorro de igual manufactura pero con un lazo de otro color, coronaba su cabeza y pero su traje era el mismo, sucio por el suelo de la sima, recordandole que no pudo hacer nada por su sobrino y sabiendo lo que le debía a su hermano menor.

Dejo que fuera él quien hablara, mientras Fesse se disculpo con su hermano mayor por no haber podido proteger a su hijo, quien diría que las ultimas palabras que le dedico a Conrad a modo de humor se harían realidad, para él se guardo las ultimas del propio Conrad dirigidas a su padre, Murron no tenia porque saberlas nunca. Así como se guardaría la duda de si él hubiera provocado la muerte del muchacho. Y entonces Eleanor hablo.

-¿Se esta escuchando? Yo también he perdido a alguien en ese día. Cuanto hemos perdido nosotros hasta hoy, quienes han muerto hasta ahora. Ocho personas, ¿Frente a una del servicio? Diga mas bien que esta casa ya se ha cobrado al menos nueve vidas que sepamos desde que estamos aquí. No pretenda hacernos culpables de algo que ni siquiera podemos controlar. Un maldito humo blanco se llevo a mi sobrino delante de mis ojos, maldita sea. El único culpable de toda esta locura es nuestro padre, por traernos aquí a morir. Maldito sea este lugar y maldita sea Inglaterra y sus maldiciones, Ojala esos escoceses del pasado hubieran quemado este maldito lugar hasta sus cimientos. -Dijo sin miedo, ocultado a la mujer bajo su sombra, antes de darle la espalda y caminar hasta la mesa, para tocarse el tabique con el indice y meñique y buscar tranquilizarse antes de perder por completo la cabeza.

El hombre ya había perdido a un hermano y un sobrino. Y ademas se debía sumar su medio-hermano Charles, pero eso era lo único que sabia él de todo aquello, de lo que la gente hablara durante su ausencia no sabia nada y quiso saber. Pues ahora necesitaba ocupar su mente con las voces de otras personas.

-Seria posible que alguien nos contara a mi hermano y a mi, que descubrieron mientras estuvimos ausentes? -Intento usar un tono neutral, casi conciliador, era consciente de que necesitaba algo mas que malas noticias y ellos, tal vez, tendrían buenas nuevas.

Apareció donde estaban todos. Se podía apreciar cierta palidez en el rostro de la joven madre. Sin duda señal del calvario por el que pasó la noche anterior. Muchos hablaban de los desaparecidos o muertos de la noche. No es que Meghan se alegrara de las muertes, pero sí que sintió alivio al saber que ella no era uno de ellos. No sabía qué pasaría con Arthur si ella caía como los demás. Quizá fue esa fuerza la que le hizo superar el sueño mortal.

-Ar...thur- dijo con lágrimas en los ojos al verlo sano y salvo y correr a abrazarlo, como era la costumbre del día al ver que seguía sano en esa casa maldita. Ambos habían sobrevivido a las pesadillas del pasado, cosa que no podía decir todo el mundo dentro de esa mansión. Otra muerte llorada prácticamente solo por el mayordomo, fue el del ama de llaves.

-Yo... soñé con un ama de llaves. En mi sueño yo era una de ellas, y Harry- miró a su hijo, él también soñó con él- me salvó. Una criatura fantasmal quiso matarme y seguramente lo hizo con el resto de personas de mi sueño. Esta noche he estado a punto de morir. Los fantasmas son reales, y no pienso discutir más sobre si lo que pasa es sobrenatural o no. La casa es un peligro. Y tenemos que averiguar como detenerlo. O Charles, el ama de llaves y Conrad no serán las últimas que lloremos. Si os parezco histérica, adelante, insultadme, pero nada va a hacer que cambie de opinión y haga todo lo posible para protegerme a mí y a Arthur.

Desafiaba a que cualquiera se pusiera en el camino de ambos.

Elizabeth asintió ante el discurso de Meghan. Aquella mujer había vivido en sus propias carnes el horror de Green Arrow y sabía muy bien lo que se decía. Comprendía su rabia y su impotendia, pues ella misma también las sentía. Apoyó su mano en el hombro de Meghan en un intento de transmitirle fuerza, de manifestarla que estaba de su lado y que ella también creía que esas “fuerzas” eran reales.

Jesse, se dirigió a aquel hombre que hacía serios esfuerzos por no perder la cordura ante la situación, y a su hermano Dougal, ayer ausentes ambos- Ayer algunos de nosotros estuvimos en el salón de baile. En una de las paredes hay un pequeño orificio que parece accionar un mecanismo… Sin embargo es necesario introducir en él algún objeto que quepa. Además Arthur y Jeanne descubrieron que hay que distribuir adecuadamente los pesos en una serie de baldosas del suelo. Esto parece condición necesaria para poder accionar el mecanismo. Ayer utilizamos a los maniquíes para hacer las veces de personas, pero quizá sería más fácil si hoy varios de nosotros volvemos al salón de baile e intentamos probar las combinaciones que podrían activar el mecanismo.

¿Alguien querría acompañarme? ¿Jeanne? ¿Arthur? ¿Meghan? – Mencionó los nombres de quienes el día anterior habían estado en aquella sala haciendo aquel descubrimiento- Y por supuesto, cualquier otro que quiera acompañarme…

Por mi parte voy a mirar si veo por aquí algún objeto de punta fina que se pueda introducir en el orificio.

Murron se mantuvo un rato sumido en sus pensamientos, como ausente del resto de personas en la sala. Acto seguido, salió de allí sin mediar palabra.

Estuvo en el cementerio horas antes del enterramiento de Molv, y durante los preparativos se fijó dónde guardaba el personal los aparejos y herramientas. Era allí donde se dirigía. Su intención era coger una pala y volver a la tumba de John en el cementerio.

No sabía si todo esto estaba motivado por un repentino acceso de locura, o realmente creía que podría encontrar alguna respuesta, pero no le importaba. Lo único que tenía claro es que necesitaba volver a ver a su padre, aunque sólo fuera ya polvo y huesos.

Sintió una amistosa mano sobre su hombro. Entonces se dio cuenta del por qué. Había sonado dura y desesperada, furiosa, tal vez. Su rostro, generalmente algo pálido, se sonrojó de vergüenza. No era su intención sonar así ni provocar que sintieran pena de ella.

-Iré contigo a la sala de baile.

Recordó el interés que su hijo tenía por esa sala. interés que compartía con su madre.

-Y si quieres, también ayudaré a buscar algún objeto que entre en la cavidad.

Aunque Meghan no estaba segura de si cualquer cosa que cogiera valdría o se trataba de algún objeto específico.

Jesse se apoyo en la mesa y escucho con atención las palabras de aquella Knight, una de las pocas mujeres que parecía hablarle sin soberbia y eso le agradaba, aunque fuera fingido.

-Pequeño orificio... Han probado con aquel pendiente que casi atraganto a uno de los suyos la primera noche. -Cual lejos le parecía ya ese día. -Lo menciono porque sigue pareciéndome extraño que el servicio lo guardara en la despensa en vez de un joyero o devolvérselo a su propia dueña. -Busco en la mesa algo que llevarse al gaznate y refrescar su garganta.

-Si necesitan gente, cuente conmigo, hoy tenia pensado emborracharme en la bodega, echar por tierra toda esta maldita locura y olvidarme hasta que ese Harry, la luz o el maldito infierno venga a reclamarme. Pero creo que no seria justo y una distracción nueva puede ayudarme. -Aquel hombre hablaba a tono neutral, parecía tranquilo y sereno de nuevo, pero carecía de esa sonrisa picara y sesgara de los días anteriores.

Se levanto entonces de la mesa y busco al resto de su familia, momento que reparo en su hermano Mayor Murron.
-¡MURRRON! No salgas solo, ¡MURRON!. -Pero ese cabezota, destrozado por la noticia de su hijo no le escuchaba. -Maldita sea. Dougal, ¿Podrías acompañar a Murron? No creo que convenga que este solo y yo no creo que sea la mejor compañía ahora mismo. -Era al único que podía reclamar un favor, a pesar de que él mismo ya le debía el favor mas grande de todos.

Jesse estaba haciendo el trabajo de Malcolm y dios sabe que no era bueno en ello, nunca tuvo intencion de serlo.

Cuando Elisabeth le pidió la cadena para comprobar una cosa, Eleanor echó su mano al bolsillo. No sabía porqué la guardaba ahí todos los dias al levantarse, siempre con la esperanza de encontrar a su dueño legítimo y devolverla

-Por supuesto que te la daré- comentó sacándola del bolsillo y entregándosela -Tenía la esperanza de encontrar a su dueña pero tan bien puedes cuidarla tú como yo-

Las voces y los gestos en la sala sonaban, no sólo tristes como en días anteriores, si no desesperados. Todos había llegado a la conclusión de que poco podían hacer si algo malo les estaba acechando de esta forma.

Eleanor seguía con su intención de entrevistarse con el servicio pero quería permanecer en el comedor mientras lo hicieran los demás. Nada podía hacer por ellos pero le reconfortaba estar en compañía de las personas que sufrían la misma situación.

Cuando Meghan habló, por primera vez Eleanor entendió algo que, si bien había sido obvio desde el principio, no le habia preocupado hasta ahora 

-Los sueños... ¿creeis que los que murieron también soñaban? En vuestros sueños siempre hay peligros y amenazas de muerte- Se volvió hacia Elisabeth -¿Crees que nuestro padre podría haber estado en un sueño de esos?-

-Sí, Eleanor, los sueños son la clave-le dijo quedamente Jeanne a su prima-Ahora lo sé, estoy convencida. Esta noche también tuve yo un sueño... pero estoy aquí de nuevo, aunque estoy segura de que muy bien podía no estarlo y haber acompañado a tu padre y a los demás que ya no están aquí con nosotros.

Desde que se había despertado lo había sabido. No había sido solo un sueño lo que recordaba. El cansancio que sentía, el dolor de pies, el roce de aquellos labios sobre los suyos, eso no había sido un mero sueño. Y el miedo que aún sentía al recordar aquel cuchillo tan afilado, tampoco.

Desde que se había despertado besando a Piers sabía que tenía que contar lo que le había pasado, era muy importante para todos, para lograr sobrevivir. Pero, ¿como contarlo sin contar parte de su vida, de su pasado y de sus ilusiones? ¿Cómo entendería Piers que había estado toda la noche bailando con otro hombre que no fuera él aunque fuera uno de los fantasmas de la casa? ¿Cómo explicarlo sin tener que entrar en detalles? ¿Qué pensarían los demás de ella? Optó por confiar en que nadie pediría más detalles de los que ella diera por educación.

-Esta noche soñé que estaba de nuevo en el Salón de Baile. Los maniquíes estaban destrozados, sangrando, en mitad de la salón. Uno de ellos me avisó de que alguien en la sala quería matarme, exactamente, con un cuchillo... No había forma de huir. La sala se cerró a cal y canto impidiéndolo. Pensé que era el señor de la casa el que estaba allí, pero no, no era él. No me dio su nombre, pero me dijo que era una de las victimas del señor de Mothcry. Mintió a toda su familia, ocultándoles que estaba vivo, pero al final lo descubrieron y los fue asesinando uno a uno. Solo perdonó a la joven Mary. Y anoche me perdonó a mi.

Hizo una pequeña pausa y miró a su prima Elisabeth-El mecanismo del salón, no sé como se activa, ni si la cadena o el pendiente nos ayudarán. Pero quizás si nos colocamos nosotros exactamente donde vi anoche a los maniquies demos con los lugares correctos y ya solo quedaría probar con la cadena y el pendiente, o buscar otra posibilidad.

Se encontraba un poco perdida. Quería y no quería volver al Salón de Baile, tenía sentimientos encontrados. Ella estaba allí, pero la noche se había cobrado tres nuevas vidas, incluida una que, inicialmente, parecía fuera de todo peligro. El ama de llaves. Charles, su querido Charles, ya no estaba con ellos tampoco. Miró a Piers un instante, tendría que estar pasándolo realmente mal en aquellos momentos. Pero quien tenía que haberlo sentido más incluso, era su hijo Harold. Charles siempre se había portado tan bien con él, lo había entendido como si fuera su hijo. Y las pobres de Elisabeth y Eleanor y, por supuesto, también Murron. Jeanne se sentía casi mal por haber despertado a un nuevo día habiendo tanta gente que no lo había hecho. Y, lo que era peor, no sentía un miedo aterrador de aquella sombra, de aquel noble invisible para todos menos salvo para ella en los espejos. No quería reconocerlo pero se sentía atraída por él y su recuerdo. Aunque sabía que verlo una segunda vez podría significar su muerte.

Abrazó a Piers y lo besó fugazmente, intentando aplacar su culpa, y se fue hacia su hijo Harold, abrazándolo fuertemente. Su pilar, al que quería con locura, también estaba allí. ¿Le tocaría algún dia soñar?

Antes de explicar nada a nadie y tras ayudar a Jesse a sentarse en un lugar cómodo Dougal buscó a Murron quiso abrazarle. La historia fluyó antes de que pudiera hacerlo y su hermano mayor se derrumbó. No quiso entonces interrumpir su duelo y se sentó también sobre una butaca devastado. Su barbilla temblaba a cada palabra que escuchaba. 

Cuando Eleanor Knight les responsabilizó de la muerte del ama de llaves y de su sobrino no pudo reprimir contestarle. 

- ¡Cierre su boca de una vez por el amor de Dios!. Usted se dio la vuelta por cobarde, no por otra razón. Nadie le obligó a acompañarnos, usted quiso bajar como nosotros y cuando llegó el momento de tomar una decisión valiente se dio la vuelta. ¡Ojalá ese barranco se la hubiese llevado a usted y a su cara de estirada en lugar de a Conrad! ¡Si nosotros somos responsables de la muerte de Conrad considérese usted del equipo!

Jesse continuó reprendiendo las palabras de la señora Knight momento en el cual Dougal aprovecho para subir a un dormitorio antes de ponerse a llorar.  

Jesse acompañó a las tres mujeres al salón de baile. Aún así, sumando los tres maniquíes que ahora a Jeanne se le antojaban aún más siniestros después de su sueño, volvían a ser casualmente siete para colocarse sobre las baldosas de un extremo de aquel salón de baile con un mosaico de piezas blancas y negras como suelo. 

- Es ahí, ese orificio- le señalaron Jeanne y Elizabeth a Jesse

- Es más grande y profundo que la pulsera y el pendiente- dijo metiendo él un nuevo bastón que había adquirido al pie de las escaleras- Pero mi bastón tampoco sirve... Pareciera que hiciera falta un objeto con relieve, del tamaño de un puño más o menos, pero tal vez algo más alargado... 

Siguieron inspeccionando la sala y tratando de entender qué podría encajar en lo que realmente pareciera una cerradura con un mecanismo oculto. 

Cada dia que pasaba en aquella casa su ánimo se estaba volviendo cada vez más taciturno. Al principio las muertes de sus familiares le habían afectado, pero de una manera un tanto lejana pues, aunque compartían apellido, a algunos no los había visto en años. Pero ahora que se enteraba de que la casa se había cobrado la vida de su tío abuelo Charles, sintió un abatimiento que le cayó como una pesada losa difícil de cargar.

Por otro lado, cuando escuchó el relato de su madre, de como había sobrevivido a la casa al igual que su padre no pudo evitar sentir un gran alivio y, por que no decirlo, un gran orgullo. La abrazó con fuerza, sabiendo que a esas horas podría haber estado abrazando su cadáver y suspiró.

¿Cuándo le tocaría a él?¿Sería capaz de sobrevivir como sus progenitores? 

-Yo también opino que el salón de baile contiene una pista valiosa y que ese mecanismo que no hemos sido capaces de abrir, encierra la clave para descubrirla. Contad conmigo- dijo mirando a los que habían manifestado su intención de volver a aquel lugar.

- Ar… thur! – incluso antes de que lo llamara el niño ya se volvía hacia la puerta y cuando madre corrió hacia él y lo estrechó en sus brazos tuvo la certeza de que sí, de que había estado realmente cerca de perderla y quedarse solo aquella noche. Una sensación de vacío intenso lo embargó y solo aquel abrazo cálido podía aliviarlo.

Pero la habitual calma que desprendía su madre se había diluido y Arthur apenas reconoció esa pasión desbordante con la que habló. – Sí que parece histérica… - se reprendió por aquel pensamiento cruel y cerró los ojos. Había fuerzas ocultas en aquella casa, desde luego. Y eran poderosas. Él mismo había pasado por una de aquellas noches mortíferas y la alteración de madre era comprensible. 

De hecho, todos ellos empezaban a dar muestras de fatiga y nervios. La mayoría de los Alistair hablaba a voces, y las palabras acusadoras de Eleanor habían cruzado la sala como dardos helados. Solo Elizabeth tuvo un gesto de cercanía, y Arthur sintió que aquella mano en el hombro de su madre también lo consolaba a él.

- Yo iré también al salón – se limpió la nariz con la manga de la chaqueta y sobrió las lágrimas en un gesto no muy gentil. – Podemos comprobar si las posiciones de los maniquíes que ha visto Jeanne coinciden con las que probamos ayer – él todavía recordaba las diferentes casillas y combinaciones que habían ensayado. Miró a la dama francesa y le lanzó una sonrisa aliviada y feliz por verla a salvo.

Luego se volvió hacia Eleanor y se entrometió en su pregunta a Elizabeth. - Es la casa la que crea esos sueños., tía Eleanor – al pretender explicárselo, olvidó que aquella mujer era realmente severa y estricta. - La casa, Harry, Mothcry… es su forma de atacarnos y a veces podemos huir y otras, no.

Apretó de nuevo la mano de madre, renacido el alivio de poder sentir su calor junto a él.

- Por eso siempre nos daña por la noche – miró al grupo, inquieto. – Alguien ha probado a permanecer despierto? Si durmiéramos por el día, tal vez…

Gracias Eleanor - Dijo a su hermana recogiendo la cadena que le ofrecía. – Luego te la devolveré. Te pertenece. Y tras escuchar la experiencia de Jeanne, dijo – No quiero imaginar lo que haya podido soñar padre. Solo espero que Harry no haya sido cruel con él. Era un buen hombre y no se merecía esto.

Por desgracia, a la hora de probar la cadena y los pendientes en el orificio del salón, no dieron resultado. Tampoco el bastón de Jesse.

Elizabeth inspeccionó el gran salón y se fijo en unas sillas elegantemente tapizadas que debían estar destinadas a los músicos. – Quizá las patas de esas sillas nos sirvan. Parecen anchas y robustas, pero habría que desmontarlas para poder introducir una de ellas en el agujero- Elizabeth empezó a golpear la silla contra el suelo y luego a golpear con su pierna una de las patas con la silla volcada para lograr separarlas… Sin duda era mobiliario de buenísima calidad. Las juntas no cedían fácilmente, pero poco a poco fue logrando desprender una de aquellas patas. – Jesse, Harold- dijo a los varones, omitiendo al pequeño Arthur por ser aún un niño y de constitución débil- quizá ustedes puedan ayudarme a desmontar esto. Me temo que no tengo suficiente fuerza.