Partida Rol por web

Harold tardó tanto en salir de su cuarto que sus padres se temieron lo peor. Finalmente cuando lo hizo estaba tan desolado que  los demás entendieron su ausencia: 

- Rhona ha muerto esta noche- dijo intentando no llorar- He encontrado los pendientes en mi cama y siento... siento como si se hubiera despedido de mí. 

Nadie más la vio aquella mañana así que parecía ser cierto esa nueva muerte que abortaba la teoría de que solo los hombres podían morir en Green Arrow. 

Cuando se sentaron a desayunar en silencio alguien comentó que hoy era la Epifanía del Señor. Tal vez debieran intentar hacer un salmo o incluso darse un pequeño presente en honor a los Tres Hombres Sabios... pero los únicos niños que quedaban eran Arthur y Mary Jane... la cual sonreía triste como una preciosa muñeca de porcelana. 

- Me hubiera gustado que Rhona fuera conmigo en ese caballo... fue lo único que dijo. 

Todos hubieran deseado darle alguna palabra de consuelo pero algo irrumpió la triste calma del desayuno. 

Murron notó como uno de los criados que se lo servía estaba encapuchado. Fue a hacer un comentario al respecto pero entonces vio que su tazón de leche se teñía de sangre mientras un ojo aparecía flotando. Gritó y se incorporó rápido y vio en el gran ventanal... a un niño espectral llamando en el cristal: TOC TOC. TOC TOC

El resto no ve nada. Solo a Murron gritar y señalar cosas... 

Los pendientes te permiten salvar a quién amas durante la noche si esa persona está en Zona de Peligro y tú no. 

Si falla su tirada, tu amor puede aún salvarles y que esquiven la muerte segura, aunque tendrás que colocarte en peligro la siguiente noche (conseguir que te voten para que estés en zona de peligro) o ambos, tu salvado y tú, estaréis automáticamente en zona de peligro y sumados a los que ya estuvieran de base. 

Murron asimiló la pérdida de Rhona con una melancolía que ya se había instalado en su vida como un compañero de viaje. Después de la muerte de Malcolm, ahora la maldición se estaba llevando a los más jóvenes de la rama Alistair. Miró a Arthur y a Mary Jane. El pequeño tenía a su madre, pero la niña... pobre niña.

El cochero ya había sentido una responsabilidad cuando murió su hermano, pero ahora la sentía más si cabe. Decidió que se haría cargo de ella mientras le servían la sopa, y entonces ocurrió.

Primero una silueta encapuchada, luego la sopa transformándose en sangre.

-Pero qué demonios...-dijo, mirando al resto de los comensales, que parecían no ver lo mismo que él.

Lo peor, en cambio, llegó con aquel niño en la ventana.

Murron dio un respingo en la silla. Gritó y señaló en su dirección, pero nadie parecía verlo. Al único que miraban era a él. Había miradas confundidas y tristes, como las que en ocasiones lanzaban a Mary Jane. ¿Creían que estaba loco?

Un momento... ¿Y si realmente lo estaba?¿O si era todo un sueño?

Murron se aflojó el cuello de la camisa mientras el sudor recorría su cuerpo. No tenía claro qué estaba pasando, pero lo que sí era evidente es que tendría que afrontarlo solo.

El cochero cogió uno de los cuchillos de la mesa y se acercó a la ventana. 

-No sé quién eres, ni qué quieres de mí, pero si has venido a llevarme contigo, te aseguro que voy a vender cara esta vieja piel.

Apretó los dientes para evitar que le castañearan. Tenía miedo, un miedo terrible, pero desde pequeño aprendió a no huir de él, sino a afrontarlo con los puños.

Si aquel fantasma seguía tocando la ventana, Murron la abriría y se enfrentaría a él.

Murron se dirige a la ventana usando todo su arrojo. 

El niño golpeó una vez más la ventana. TOC TOC. Ese sonido sí pudo oírlo Elizabeth, quien se sobresaltó. 

Murron levantó la ventana y gritó: 

Desde que abrió los ojos en la cama notó que las cosas habían cambiado. Por un lado, la experiencia vivida por la noche le había enseñado lo peligrosa que era aquella casa y lo fácil que era morir allí. Esa certeza, de alguna manera, le hizo sentirse más vivo que nunca. Se sentó en la cama casi con una sonrisa en los labios cuando sus dedos tocaron accidentalmente algo en la cama, unos pequeños objetos que enseguida identificó como los pendientes que habían encontrado Rhona y él en las cocinas.

Los cogió y se quedó contemplándolos durante un larguísimo instante, tras el cual las lágrimas empezaron a correr por su rostro, borrando cualquier vestigio de la sonrisa que luciera apenas unos instantes antes. Sabía lo que significaban, lo sentía dentro de su ser, el tacto de aquellas pequeñas joyas le transmitieron la esencia de la joven, su amor…

En su corazón se arremolinaban sentimientos de odio, ira, pena… pero sobre todo dolor. Por la pérdida de su amada y por el sentimiento de que, en el fondo, su sitio estaba con ella y no con los vivos.

En un último momento sobre su hombro notó una ligera presión que se fue desvaneciendo lentamente hasta desaparecer, una despedida silenciosa, un hasta pronto.

Se guardó los pendientes en su chaqueta después de vestirse y asearse y salió de su habitación, donde contó a la gente lo que había soñado. Como se le había revelado en sueños que su estirpe eran descendientes del mismísimo Conde Sangriento y de cómo los Alistair se habían conjurado para acabar con todos sus descendientes desde el fin de la batalla de Mothcry. ¿Seguirían siendo fieles a ese modus vivendi? ¿Estarían los Knight en peligro cohabitando junto con aquellos que juraron acabar con la descendencia del conde? Prefirió no plantear esas dudas en alto, aunque estaba seguro de que no era el único que lo estaba pensando a la luz de los últimos descubrimientos.

Después se puso a pensar en un nombre que había escuchado antes de despertar, Conrad… En aquellas pesadillas, había un Conrad, un Octavius, un Harry… ¿Qué significaba aquello? ¿Que estaban dentro de una rueda que se repetía hasta el infinito?

No le dio tiempo a desarrollar más aquella hipótesis, pues Murron Alistair empezó a vociferar y a amenazar a alguien o algo que solo él veía con un cuchillo.

Eleanor amaneció en un nuevo día en Green Arrow con la misma sensación de los días anteriores, una fuerte angustia en la boca del estómago. Era una sensación desagradable pero estaba empezando a acostumbrarse. Se vistió y se preparó para recibir todas las malas noticias que seguro la noche había traido. Sólo esperaba que Elisabeth estuviese bien y que este día le llegase la contestación de la carta que había enviado ayer.

Cuando salió de su cuarto descubrió a Jeanne consolando a Harold. Le dijeron lo que había ocurrido y se acercó al joven para decirle -El tiempo cierra todas las heridas- Tampoco sabía que más debía decir, al fin y al cabo no hacia mucho que ambos jóvenes se conocían.

Pero la desaparición de Rhona traía una preocupación adicional, una a la que Eleanor ya llevaba tiempo dándole vueltas. La viuda enfiló hacia el comedor con paso decidido. Ahora no se podía posponer más, debía organizarse con los Alistair.

Entró al comedor con intención de comentar la situación de Mary Jane, su necesidad de una institutriz y alguien que se encargase de ayudarla con sus necesidades a medida que fuera creciendo. Revisó los Alistair disponibles. Desde el incidente de la sima sentía una fuerte aversión por Douglas. Y por Jesse la aversión era incluso anterior, aquel hombre le daba grima. No quería tampoco cargar a la madre de Arthur con más responsabilidad, bastante tenía la mujer con educar a su propio hijo. Así que su única opción era Murron.

Pero cuando se dirigió hacia él, el hombre empezó a gritar a la nada y a gesticular.

Eleanor dió un paso atrás. "Pobre niña ¿cómo no va a comportarse como una pequeña loca con semejante familia?" 

De nuevo la conversación sobre la educación de Mary Jane tendría que ser pospuesta hasta un momento más propicio.

Al abrir la ventana Murron y gritar, el niño grita también. Mary Jane también grita. 

Y entonces el espectro aumenta de tamaño mientras su figura se va haciendo más y más translucida hasta que termina de desaparecer y en ese instante, también cesa el grito. 

Murron se gira y ve como todos le miran atónitos, salvo Eleonor y Jeanne que estaban intentando atender a su sobrina Mary Jane. 

Luego camina con lentitud hacia la mesa del desayuno. La sangre ha desaparecido. Los criados vuelven a tener todos su aspecto de siempre. 

Aquella noche Elizabeth no pudo volver a conciliar el sueño, sólo al alba la chica acabó sucumbiendo a un ligero duermevela que no debió durar demasiado.

Cuando bajó al Gran Salón encontró a Harold desolado por la pérdida de Rhona. Al parecer Elizabeth no había sido la única que había sido visitada en sueños esta noche. Se sintió enormemente agradecida, aunque no pudo evitar sentirse también algo culpable, ¿A qué se debería la gracia de poder vivir un día más? ¿Por qué ella había tenido esa suerte?... No sabía la respuesta, quizá fue sólo pura suerte… Se sintió nuevamente agradecida.

Prefirió no contar por el momento nada de su historia. Consideró que el dolor de Harold por la muerte de su amada requería toda la atención y tampoco quería abrir más su herida explicando que ella había logrado sobrevivir. Ante la mirada expectante de su hermana cuando llegó al salón, simplemente hizo un gesto de asentimiento, dándole a entender que estaba bien.

Permaneció callada en el salón y sólo cuando observó a Murron encaminarse a la ventana se inquietó y supo que algo iba mal…de nuevo. Fue luego cuando volvió a oir esos golpes que ya conocía – Toc-Toc-Toc- Fue escucharlos y estremecerse intensamente. Escuchó a su tío y a Mary Jane gritar, mientras ella hizo un gran esfuerzo por reprimirse. Cuando su tío volvió a sentarse, observado por todos como si fuera un loco, se dirigió a éste y al resto de los presentes – Yo también escuché aquellos golpes esta noche. Sé que has visto a alguien tras la ventana ¿tal vez un niño?. Si es así, yo recibí su visita esta noche, pero luego se desvaneció.

Murron se volvió a sentar con la respiración todavía algo acelerada. Dejó el cuchillo en la mesa y se pellizcó.

No, esto no tiene pinta de ser un sueño...

¿Estaría loco? Podría ser, pero, dado lo que estaba ocurriendo en la mansión, no era descabellado pensar que aquella casa estaba jugando con él, que lo que veía era cierto, aunque sólo él pudiera observarlo.

Entonces se acercó Elizabeth y le contó su experiencia, y Murron se sintió como un náufrago perdido en el mar que al fin ve tierra en la lejanía.

-¡Sí! Era un niño, un niño espantoso y fantasmal. Abrí la ventana para enfrentarme a él, y en este caso también se ha desvanecido. Me alegra saber que no he perdido la cabeza. Gracias por contármelo.

Acto seguido contó al resto de los presentes todo lo que había visto.

-Se supone que durante el día estábamos seguros, pero después de esto... tendremos que andarnos con cuidado. Yo me haré cargo de la pequeña Mary Jane.

Jesse estaba de los primeros durante la mañana y como otros, disfrutaba de un desayuno continental. Al parecer hoy se sentía mucho mejor que ayer, como no, pues había dormido a pierna suelta. Su color de piel era saludable, su aseo el adecuado para aquella persona y hasta su barba volvió a recuperar esa rigidez peculiar de la que hacia gala. Jesse parecía recuperado, al menos por fuera y así continuaría, así lo había decidido, aunque evidentemente no fuera así por dentro.

Y entonces llego la noticia de la muerte de su sobrina Rhona. Por un instante sintió pena por su hermano y por el chico Knight. Por un segundo solamente pensó en Mary Jane como un niño mas de los que se hace cargo y si una niña con su "personalidad" serviría de algo en la bodega y por un segundo despejo la cabeza de todas esas ideas. Jesse luchaba cada día contra sigo mismo, desde que llegara a la mansión y se preguntaba cuando estallaría de nuevo.

Mientras tanto, se acerco al chico quien estaba tan consternado como cualquier Alistair y apoyo su mano en su hombro como hiciera días atrás con su sobrina ahora ausente. No dijo nada, no tenia nada que decir y pronto lo dejo con los suyos, ademas de que los actos de su hermano, Murron llamaron su atención, había obviado sus des-varios, -Tal vez esta soñando despierto. -Pensó, pero luego cogió un cuchillo y eso no eran buena noticias.

Lo que sucedió después fue bastante rápido, las palabras de Harold sobre su noche, Murron confesándose sobre lo que vio y una de las Knight tranquilizando y justificando sus actos. Algo que días atrás no hubiera concedido posible. -Tal vez. -Abrió al fin su boca.

-¿Tal vez, te hayan atacado durante el día, por el anillo de padre, Murron? -Puesto a divagar, todo le parecía posible. -Dijiste ayer que no podías quitártelo, ¿Lograste hacerlo en la noche? Puede que ese anillo te haga, no se. -Agito su mano de manera teatral. -Mas vulnerable a ellos ¿Y pueden atacar en cualquier hora del día? - Esa frase, le recordó lo dicho en la noche anterior por su hermano menor. -Dougal, hablaste algo de un arco. -Miro entonces al padre de Harold, de quien no recordaba su nombre. -¿Le pareció ver algún arma parecida, un arco verde, en su pesadilla sobre la guerra? - Y esa frase le hizo recordar lo dicho minutos antes por el hijo de Piers. -Si nosotros somos los invasores y vosotros los dueños del castillo. ¿Tiene sentido consagrar la tierra con la paz de ambas familias? -El Alistair mas voluminoso, intentaba recordar la pagina traducida por Harold el día anterior y sacar algo útil de ella.

Agradecido por los gestos de apoyo por parte de los miembros de las dos familias, el chico solamente fue capaz de probar un par de bocados de su desayuno intentando que las lágrimas no brotasen de sus ojos delante de todos ellos, sabía que su padre no lo aprobaría, por lo que siguió con la cabeza gacha mirando ora su plato lleno ora la silla de Rhona vacía. Sin hacer ruido, como era su costumbre, se levantó de la mesa. Se disculpó y se alejó en dirección al Salón de Baile.

Ya no tenía ganas de recorrer la mansión en busca de aventuras, le recordaba demasiado a ella... Así que pasaría el día traduciendo el libro y tomando notas de lo que considerase importante. Si en aquellas páginas mohosas se encontraba la clave para acabar con Harry la encontraría.

Eleanor escuhó con horror el relao de Elisabeth

-Pero... estás bien ¿verdad?- No alcanzaba a entender cómo los sueños lograban que las personas desaparecieran y muriesen pero eso significa que casi había perdido a su hermana esa noche. Eleanor le preguntó si necesitaba algo pero Elisabeth parecía más segura y resuelta que nunca. -De acuerdo, pues entonces iré a comprobar algo en la biblioteca-

Acabado el desayuno, Eleanor se dirigió a la biblioteca para intentar encontrar información sobre el orfanato del que procedía el servicio de Green Arrow.

Rhona murió esa noche. Estaban cayendo como moscas. para postre, la noche no era ya el único peligro. La casa había sacado fuerzas para defenderse también con el sol en el cielo. Murron estuvo en peligro. Meghan no pudo evitar emitir un pequeño grito desesperado. Ella prometió a su hijo que de día cuidaría de él. Que no podía pasarle nada si ella estaba con él. Ahora la casa la dejaba por una mentirosa. Razón de más para que se dieran prisa.

-Presiento que estamos cerca de averiguar la verdad, el libro que encontramos en esa sala secreta del salón de baile probablemente nos dé más pistas. El libro está deteriorado y no se puede sacar de ese sitio sin correr el peligro de dañarlo irreparablemente. Así que yo iré hacia allí. Si queremos salir, creo que ese libro es una buena forma de averiguar como hacerlo.

Quizá por su desesperación por salir de allí y salvar al fruto de su vientre esta vez la madre protectora no reparó en hacia donde iba su hijo, al contrario que el resto de los días. Pero quería salir de allí y para ella la única solución era el libro. Si descuidar un día a Arthur conseguía salvarlo para siempre, lo haría. Puede que fuera una aptitud reprochable como madre. Pero para ella el fin último era el que de verdad tenía importancia.

Cuando Jesse comentó lo del anillo, Murron se miró la mano sorprendido. Casi se había olvidado de él.

-Ayer quise tratar de sacarlo con jabón, pero estaba cansado y me fui directamente a la cama... A ver si ahora...

Murron volvió a tratar de sacarse el anillo, pero le fue imposible. Después de varios intentos debía dejarlo, pues comenzaba a doler. Era como tratar de arrancarse el propio dedo. 

El cochero se asustó. ¿Estaría su hermano en lo cierto? ¿Este anillo estaba relacionado con el suceso que acaba de experimentar? Pensaría en la forma de extraerlo mientras mantenía vigilada a Mary Jane.

Aquella mañana despertó tranquilamente en su cama. No recordaba haber soñado nada, solo tardar en dormirse una eternidad, condicionada por el temor a volver a aquel Salón de Baile y no tener tanta suerte como la noche anterior. Pero no, ahora podía ver el rostro de Piers, descansando apaciblemente, dormido a su lado.

Recordó sus palabras de la mañana anterior. El había entendido que cualquier cosa que hubiera tenido que hacer era válida para salvar su vida. Así se lo había dado a entender. ¿Le hubiera importado realmente saber que había estado toda la noche con otro hombre, con un fantasma... pero tan real en su noche? ¿que lo había besado? Acarició su rostro levemente. Quizás sí, quizás la guerra le había hecho diferente al resto de los hombres que conocía. Entonces sí, queriendo y siendo consciente aquella mañana, se inclinó sobre él y lo besó dulcemente hasta que lo despertó, búscandolo.

Tardaron en bajar al salón a desayunar y ella ya casi había olvidado que cada noche se cobrara su tributo de vida, hasta que vio a su querido Harold. Miró alrededor buscando un rostro, que no encontró. Corrió hacia su hijo que al verla a ella y a su padre, había comenzado a contar que aquella noche le había tocado a él luchar contra la casa. Se fundió en un abrazo fuerte tranquilizandolo. Ya era de día, todo había pasado... pero la joven Alistair no podía decir lo mismo. No tenía palabras para su hijo, pero su abrazo le transmitía su apoyo y su amor incondicional.

Un grito, un cuchillo levantado en el aire. Mary Jane gritando de nuevo. Todo ocurrió en un segundo, que fue lo que tardó en ir hacia la muchacha para tranquilizarla. Era de dia, nada podía suceder, ¿verdad? Pero al volver su mirada hacia Murron, hacia Elisabeth... escuchar las palabras de los dos...

-El abuelo dijo que de día estaríamos a salvo, no tiene sentido que ese niño... ¿Que ese anillo es el culpable? Murron, debe quitárselo como sea. Piers, ¿habría forma de quitárselo con alguna herramienta? ¿algo que pueda cortarlo o romperlo? Podéis intentarlo, yo me puedo quedar con Mary Jane, Murron, no se preocupe por ella-se quedó esperando la contestacion de ambos, pero devolvió la atención a la pequeña-¿Por qué no desayunamos juntas, Mary Jane? Un vaso de leche caliente con un poco de chocolate y un trozo de bizcocho te sentarán bien...y a mi también, creo.

Jesse con las manos en jarra observo a su hermano mayor con duda.

-Creo que no fue de tus mejores ideas, ponerte algo que, estaba en la tumba de padre. -Se acerco a su oreja. -Procura no estar solo en ningún momento, tal vez sea peligroso para ti y si vez algo mas no te lo guardes, creo que el tiempo del escepticismo ya paso. -Pese a no ser muy cercanos entre ambos, aquel hombre se estaba cansando de ver morir a sus familiares. Pero no podría obligarle a nada, nunca pudo, por lo que solo podía sugerirle lo que, seguramente, Murron ya supiera.

De nuevo erguido, siendo el mas alto de la sala, busco un par de cabezas casi tan altas como él.
El primero se alejaba hacia el salón de baile, donde sin duda tenia trabajo que hacer y de quien estaba seguro buscaba ocupar la mente y alejar las malas noticias de la mañana. Y la otra era la de Dougal, su hermano. De quien no tenia muy claro que pensaba hacer, pero por sus palabras tal vez bajaría de nuevo a las catacumbas, en busca de la reliquia familiar, el arco verde.

-Dougal, si piensas bajar a buscar ese arco, no te dejare ir solo, iré contigo, aunque preferiría no volver a pisar ese lugar. -Un escalofrió le recorrió el cuerpo solo de pensarlo. De reojo miraba el camino al salón de baile, curiosidad e indecisión estaban jugando en él.

Elizabeth se dirigió al mayordomo, con apariencia de agotado tras la búsqueda de nueva ama de llaves realizada la jornada anterior.

- Edward, tras la información descubierta ayer por mi hermana sobre la procedencia suya y de Ms. Huxon, creo que no es casualidad que mi abuelo les reclutase a ambos en el mismo orfanato y que ambos procedan de Escocia. Por favor, cuénteme todo lo que pueda recordar sobre aquel sitio y cómo llegó a él y todo lo que sepa sobre sus orígenes y los de la tristemente fallecida Sra. Huxon. Creo que puede ser importante para nuestra supervivencia... Quizás ustedes, los sirvientes, o al menos algunos de ustedes, sean una pieza clave para nuestra supervivencia. Cada vez más me doy cuenta de que mi abuelo no tomaba sus decisiones al azar... Todas tenían algún motivo... y puede que su presencia aquí también.

Siento que nuestro trato no siempre haya sido el más adecuado... pero por favor, si usted tiene cualquier información que crea que puede ayudarme, se lo agradeceré enormemente.