Partida Rol por web

Bajo un cielo azul despejado, el sol radiante proyectaba su esplendor sobre el mundo, presagiando un día caluroso lleno de posibilidades. El tiempo apremiaba, cada grano de arena en el reloj caía inexorablemente, acercándose a la fecha y hora señaladas en la misteriosa nota que exigía un rescate, instando a la partida con la misma urgencia que salvaguardar una vida en peligro. ¿Qué desafíos acechaban en el horizonte? ¿Lograrían llegar a tiempo? ¿Cómo enfrentarían a los captores? ¿Engañándolos astutamente? ¿Pagando el rescate exigido? ¿O quizás desplegando su poder y destreza física...?

El destino de la joven pendía de un hilo, confiado a las habilidades de aquellos elegidos: Bennyx, Belladona, Grey, Kelydon, Lunecia y Trece. Juntos conformaban un equipo de valientes aventureros, preparados para enfrentarse a la misión.

Como un obsequio del Gremio, se les otorgó un modesto carromato, aunque quizás un tanto estrecho para albergar a tantos intrépidos viajeros. Aunque no era el medio de transporte más rápido del mundo, ya que la falta de chocobos limitaba su velocidad (de hecho, uno de sus futuros desafíos podría ser adquirir más monturas), al menos les brindaba la comodidad de descansar y resguardarse durante las noches y los embates de la naturaleza.

El cielo despejado levanta mi ánimo. Es la primera misión importante, y eso hace que sienta algo de nervios. Los suficientes como para quizás haber extraviado algunas raciones por el camino o haber usado demasiados ingredientes haciendo unos platos exquisitos.

Durante el viaje en el carromato suelo sentarme junto al conductor (o conductora) del carruaje, siempre listo para defender el transporte en caso de algún asalto o emboscada. De vez en cuando vigilo lo que hace y dice Nyx, al igual que procuro que Lunecia no se meta en más problemas de los que debe.

No me hace una gracia disponer de un solo chocobo para un carruaje que transporta a 6 personas más su equipo, pero afortunadamente estas aves son monturas poderosas. Si bien no pierdo la oportunidad de enriquecer el alimento del animal en cuanto tengo oportunidad.

También he estado dándole vueltas al asunto del encargo, pero por mucho que trate de reflexionar no consigo sacar nada en claro. Así que me giro hacia el interior del carruaje para consultar a mis compañeros.

—¿Qué opináis de todo esto, compañeros? ¿Es real? ¿Una trampa?— les pregunto con mi habitual tono educado —Lamento no ser de mucha utilidad para las cosas intelectuales, lo mío es empuñar un arma y proteger.

 Salir de viaje siempre era una experiencia completamente placentera y divertida, el solo hecho de recorrer un nuevo camino era una oportunidad idónea para conocer más del mundo que desconocía por haber vivido tanto tiempo entre los suyos.

 Belladona tenía un entusiasmo desbordante y un cariño tan abrumador por las bestias que no podía sino que maravillarse con el Chocobo que les había otorgado el gremio para tirar del carruaje que les llevaría a su destino.

 Orientarse con un mapa era algo que le resultaba en extremo sencillo, más si tenían que moverse por rutas de tierra ya marcadas por el paso recurrente, pero su amor por los animales podía resultar problemático pues en un afán de cuidar la salud de aquel noble ave que tiraba del vehículo cargado con el peso de todos sus compañeros, dándole muchos momentos del día para descansar, beber, alimentarse y consentirlo un poco al acicalarle las plumas, el recorrido habría sido más lento de lo esperado, con varias paradas y siempre con argumentos referidos a querer evitar el colapso del Chocobo pues, sin este, solo les quedaría ir a pie.

 -No veo por qué sería una trampa, y en todo caso, siempre podemos preguntarle a la rehén o investigar el sitio donde la tienen secuestrada.-

  Para la fauna cuestionarse y no moverse no le resultaba un buen plan, más aún cuando en ese momento no tenían forma de llegar a la verdad, si no alcanzaban su destino primero.

 -Yo creo que es mejor hacer todo lo que podamos en el momento indicado, y no te preocupes Trece.-como si de una madre o hermana mayor se tratase, aunque si lo era en altura al menos, Belladona acariciaría el cabello del guerrero con dulzura característica suya. -Yo te cubriré en lo que se te haga difícil, y tú puedes cubrirme en lo que yo no pueda hacer, así funciona un equipo no?-

Por fin nos poníamos en marcha. A pesar del carro, decidí ir caminando junto al chocobo, siempre que no se dieran mucha prisa. Por rapido y fuerte que fuera el animal, con tanta carga encima, no iria mas rapido que el paso de un humano a menos que alguien lo azuzara. Mi paso ágil de semielfo podria mantenerse a la altura con facilidad. 

Además, desde dentro del carro no podria tener buena vista de los alrededores, y me preocupaban los peligros habituales del camino. Bandidos, animales salvajes... esas cosas. Preferia ir un poco por libre. 

- Los asuntos intelecutales no tienen porque andar reñidos con saber manejar un filo... - Le dije a Trece. Yo mismo era claro ejemplo de ello. 

- No tiene sentido que sea una trampa. Aunque alguno de nosotros seamos excepcionales, no somos lo bastante famosos _^aun como para ello. - Comenté a los compañeros. - Y de todas maneras, si alguien ha planeado eso, lo ha hecho muy al azar. Es imposible saber que miembros del gremio van a aceptar un encargo, una vez puesto en el tablón de anuncios. 

Me sentia bastante animado con la caminata que me estaba pegando. En cuanto me cansase, tal vez me subiria al tejado del carruaje, para tener una buena vista desde ahi arriba. 

Las sendas serpenteaban a través de las verdes colinas cubiertas de hierba baja y flores silvestres, deleitando a las mariposas que se alimentaban de ellas. Cada ciertas millas, los viajeros tenían la oportunidad de contemplar cómo el valle se inclinaba y se formaban pequeños bosques con sombras refrescantes, ideales para tomar un descanso a lo largo del camino. Nyx era consciente de que el mayor peligro residía en distraerse recolectando bayas o permitirse una siesta prolongada después de una comida abundante.

Los viajeros desconocían por supuesto que unas horas antes había tenido lugar una feroz batalla entre un neko y un duende en ese mismo lugar. Su enfrentamiento cuerpo a cuerpo, con una espina de pescado y una vara de caminar como armas improvisadas, había culminado con el choque que desplazó el poste indicador. El poste giró vertiginosamente hasta invertir su posición original de las flechas de madera señalaban el camino. Además de esto, Belladona, preocupada por el bienestar de su montura emplumada y confiando plenamente su capacidad para orientarse con el mapa, decidió continuar su recorrido sin prestar atención a la señalización. Fue inevitable que se desviaran de la ruta a seguir, acercándose cada vez más a una arboleda.

Aunque la buena vista de Nyx se obstaculizara por la vegetación cada vez más abundante, su olfato seguía funcionando a bastante distancia. El aire portaba el aroma a tierra húmeda y viva, hierbas aromáticas y lo más interesante: carne cocinada y madera quemada, quizás de la fogata de un campamento en la dirección que los aventureros seguían.

Kelydon tenía un solo trabajo durante aquel peligroso viaje, bueno en realidad tenía dos pero en el que estaba exhorto en aquel momento era en dirigir al testarudo Chocobo  por el camino, Kel estaba siendo guiado por Belladona y aunque el bardo recordaba el camino de una manera distinta al final ella tenía un mapa, y había señalizaciones con las cuales guiarse así que nada podría salir mal.

Que me dicen chicos ¿quieren cantar mientras llegamos a nuestro destino? – pregunto mientras giraba su cuerpo para ver a Bella y a trece en el interior del carromato – tengo un par de canciones para viajes, recuerdo de una de ellas se trataba de un sapo viajero que quería convertirse en guerrero 

 La propuesta del bardo hizo que las orejas de Belladona reaccionaran, moviendose notoriamente por cualquiera pues demostraba el interés de la druida en lo dicho.

 -Me encantan las canciones!! y esa suena peculiarmente interesante, aunque por sapo te refieres a uno pequeño o a un gripo?.- Se quedo meditativa unos segundos la fauno hasta volver a hablar para agregar una duda sobre su propio dialecto. -Aunque los gripos sean sapos inteligentes y bipedos, aun así son diminutos.- Claro que para alguien con su altura un ser bípedo de no mas de 60 cm resultaba extremadamente pequeño.

 -Como sea, me gustaría mucho escuchar sobre esa historia tuya Kely.- Hasta aplaudiría con emoción varias veces, aunque sin hacer mucho ruido para no molestar a el ave de monta. -Quieres que conduzca así tienes las manos libres para tu laud?.-

Tras llegarme los aromas a una deliciosa comida en el camino decidí sugerirle a Kelydon que dejase las canciones para mas adelante. 

- Huelo carne y una buena fogata de madera allá mas adelante. - Comuniqué al grupo. - Tal vez quieras dejar las canciones para después de comer. 

No es que no quisiera escucharle cantar, pero preferia no interrumpir su arte. 

Sonrío ante la propuesta de Kel.

—Me encantaría. ¿Conoces alguna canción que relate las hazañas de mi mentor Albion? Me gustaría escuchar alguna después de ésas, si no es mucha molestia— digo con tono modesto.

Me giro hacia Nyx cuando menciona que nota el olor a comida cocinada.

—Yo no noto nada. Tienes un gran olfato— cuando nos acerquemos lo suficiente como para notar el olor empiezo a murmurar —Carne de jabalí... albahaca... orégano... ¿pimienta? Parece que están preparando algo delicioso. Ya me están entrando ganas de ponerme a cocinar yo también.

Por supuesto Bella – le dijo el bardo mientras le pasaba las riendas del chocobo a su compañera, luego de ello kel busco su laud – Tranquilo mi buen Nyx, tengo canciones para dar y regalar asi que ya podrá cantar mas en esa fogata, por ahora escuchad –  y tras finalizar de afinarlo. El joven dio inicio a su canción golpeando levemente la caja del instrumento para luego dar inicio a los primeros acordes del instrumento.

Narrando la historia de un pequeña rana que soñaba desde su charca en convertirse en un gran guerrero del que se contaran cientos de historias. Como esta pequeña rana había encontrado un espada mágica que le dio la capacidad de hablar y de pelear como un humano. El bardo relato en su canción como aquella pequeña rana había ayudado a otro joven guerrero a rescatar a un princesa de las garras de un malvado rey y devolverla sana y salva a su reino, y como regalo aquella princesa mano a los bardos del reino a que difundieran la canción que ella le había compuesto, la misma que ahora kel le trasmitía a su grupo

Venía durmiendo durante la mayor parte del viaje, el sol en la cara y las conversaciones de fondo me dieron sueño. Justo en el momento que despierto están Trece y Bennyx expresando sus opiniones, momento en el que abro un ojo e intervengo.

—Te equivocas, Benny, el azar no existe. Aventureros de alto rango ni se molestarían en mirar ese papel, ni mismo la cartelera entera, ya que están para otra cosa y sus pedidos los reciben directamente de mensajeros expresos. Diría que, de los que podrían haberse fijado, somos justo nosotros los más competentes, y si quien lo haya puesto es medianamente inteligente y nos tiende una trampa, se espera un grupo nutrido con al menos un sanador y uno o dos vanguardias. Te aseguro que, si se trata de una trampa, el factor sorpresa lo tienen ellos.

Momento...
Luego de hablar, me enderezo para pasear la mirada por quienes viajan.
—¿Estamos todos? —pregunto a Trece, que es con quien me siento más cómoda hablando, por ahora—. ¿Entonces no íbamos a dividirnos?

Suspiro. Da igual, al final puede que hasta sea mejor ir juntos, puedo aprender más de ellos así, de paso ya los voy conociendo a todos.

Cuando parece que vamos a encontrarnos con otras personas, saco el catalejo para ver si puedo encontrar la fogata en la distancia y ver algo, concentrándome e ignorando los diálogos sobre la comida para evitar que me dé hambre.

Cuanto más se acercaban, mayor intensidad ganaba el olor a humo en el ambiente del bosque. Algo que no siempre era una buena señal para la druida pues conocía el peligro de los incendios al devorar con sus llamas todo cuando tenían al alcance, la devastación que era capaz de provocar una hoguera descuidada o unos campesinos quemando rastrojos. A veces solo hacía falta un mal golpe de viento para que de unas brasas naciese el infierno. Por otra parte los bosques también sabían defenderse, contaban con muchos recursos a parte de los druidas y montaraces que cuidaban de ellos. Nunca se sabe lo que puede guardar un viejo bosque en su corazón hasta que se lleva cierto tiempo explorándolo y conversando con sus habitantes, tanto animales como vegetales.

Por encima de los acordes de Keylon sonó un fuerte trueno (o algo similar), que no encajaba con los cielos despejados que durante toda la mañana los acompañaban. La tierra bajo las ruedas del carromato se estremeció un poco y el joven chocobo frenó en seco sorprendido, mirando a su alrededor en busca del origen sin encontrarlo. Algo más adelante, a través de la lente de su catalejo Lunecia pudo entrever una criatura rechoncha de un naranja y rojo brillantes que claramente y a juicio de cualquier guerrero del grupo, se encontraba persiguiendo y batallando contra un grupo de Gama (gente sapo) que intentaba defenderse como malamente podían. Esa cosa era enorme en comparación, casi como la mitad del largo que el carromato de los aventureros y lanzaba vivas llamaradas desde su amenazante bocaza.

—¿Estamos todos? —pregunto a Trece, que es con quien me siento más cómoda hablando, por ahora—. ¿Entonces no íbamos a dividirnos?

—Parece ser que no. Casi que lo prefiero, dividir nuestras fuerzas sin una buena estrategia de por medio podría hacernos más débiles.

A medida que nos vamos acercando voy notando más matices en el olor, y el humo hacía pensar que no era una simple barbacoa.

—Un momento, huele a... ¿quemado?

Me sobresalto al sentir el estruendo y cuando el chocobo frena de golpe casi me caigo del carruaje, viéndome obligado a agarrarme al asiento para evitar caer encima del animal. Lunecia observa con el catalejo tratando de ver qué ocurre.

—Dime que ven tus ojos de elfa, Lunecia.

Mientras espero su respuesta llevo las manos a la empuñadura de mi espada y al escudo por si fuese necesario intervenir. Tengo un mal presentimiento, aunque igual es porque me voy a quedar con las ganas de cocinar algo.

Lunecia nos informa de lo que ocurre y, tal y como dice ella, no puedo dejar a los gama a merced de esas criatura ígnea. Definitivamente desenvaino mi espada y mi escudo y espero la reacción de los demás.

—Seguiré vuestras indicaciones.

—Malas noticias —comento con desgano, mientras sigo oteando a través del catalejo—. No es nada de lo que veníamos pensando. Es algo bien peor y sugeriría que continuáramos con nuestro camino.

Me volteo para mirar a los demás, donde ya puedo ver la cara que está poniendo Trece.
—Pero imagino que será difícil convencer a algunos de ustedes de dejar a esos pobres gama a su suerte, así que no habrá más remedio que intervenir, ¿verdad?
Suelto un bufido y vuelvo a mirar a través del instrumento.
—Al menos preparémonos apropiadamente. Veré si no hay algún hechicero que lo controla o si es salvaje, siendo sincera, me mata la curiosidad por saber de dónde salió eso.

- Vosotros averiguad lo que podais. Yo ayudaré. - Les dije mientras Trece y Lunecia se lo pensaban. Desenvainé mi estoque y me lancé a la carrera para llamar la atencion del engendro de fuego, para distraerlo los Gama. Centré su atencion sobre mi. 

- Eh tu! Estúpida bola de fuego! - Le grité al extraño ser elemental de fuego. - Porque no vienes a hacer una barbacoa? Contigo no nos hará falta carbón! - Me burlé, tocandole las narices ( si es que tenia ), para provocarlo y que me atacase a mi, bien preparado para defenderme, y abriendo un agujero en sus defensas para que otro lo tuviera mejor para darle un buen golpe. 

¡NYX ESPERA¡ — grito desesperadamente, intentando que el guerrero detuviera su embate descuidado  — NO SABEMOS NADA DE ESA CRIATURA

Aunque no era su naturaleza saltar a la acción sin premeditación, en realidad no solía saltar a la acción de aquella manera en general, algo en las accione de Nyx inspiraron a Kely a saltar de la caravana y correr hacia aquellos pobres sapitos, buscando ayudarlos a escapar de la bola de fuego y ya de paso ayudar a Nyx en la pelea que tendrá con el elemental de fuego

El sudor se volvió brillante sobre las caras de los jóvenes gamas que se abrazaban aterrorizados en un rincón del bosque, a punto de ser asados por una enorme bola de fuego que les sonreía con sus enormes fauces ardientes. Hasta que Nyx saltó al campo de batalla para plantarle cara. Esa osadía pilló desprevenido al Boom quien aún se enfureció más, hinchándose como si de un globo se tratase. 

Una lengua de fuego serpenteó por el aire hasta chamuscar al duelista élfico mientras el resto de compañeros analizaban la situación o todavía se preguntaban qué carajo estaba pasando. Desde la retaguardia no era posible sacar conclusiones más allá de lo evidente.

Al ver que Nyx se lanza de cabeza sin pensar en las consecuencias e ignorando las advertencias de Kelydon, voy corriendo tras él empuñando mi espada y mi escudo.

—¡Cubro a Nyx! ¡Analizad lo que haga falta mientras entretengo a esa cosa!

Después de que esa lengua de fuego golpea al elfo oscuro me coloco delante de él para cubrirle con mi escudo.

—Nunca os lancéis al ataque sin más, hazlo teniendo siempre un plan en mente o acabaréis muriendo innecesariamente— le digo recordando una de las lecciones de mi mentor —No sabemos siquiera si nuestras armas le harán efecto alguno o si será necesaria la magia. No hagáis tonterías y centraos en usar vuestras mejores capacidades. "Ni los mayores héroes pueden hacerlo todo solo, necesitan a sus compañeros apoyándole para triunfar". ¡Reuníos con nuestros compañeros, yo os cubro!

Tras parafrasear una vez más a mi difunto maestro me coloco enfrente del Boom para tratar de llamar su atención y permitir a Nyx que se aparte y se reagrupe con el grupo. Él no es precisamente el más indicado para entretenerlo y necesitamos afrontar esta situación de una manera mejor.

Un viaje sin sentido ¿Por que teníamos que ir todos juntos?, estaba fuera de mi comprensión, trabajar en equipo tarde o temprano terminaba en una traición, si ese era el caso debía asegurarme de ser el que los traicione primero, ¿Pero quien seria tan inteligente o quizás tan tonto para intentar apuñalarme por la espalda?, de lo único que estaba seguro era que el tiempo me daría una respuesta, estaba sentado en aquel carruaje si es que se podía llamar así a una caja de madera arrastrada por una moribunda criatura, estaba en un rincón mirando las caras de los presentes preguntándome quien debía ser sacrificado por al supervivencia de los demás.

¿Dijiste carne?, donde hay carne también hay sangre, empiezo a creer que esta no es una completa perdida de tiempo- Mis objetivos eran claros el humo se hacia presente ese característico olor a madera quemándose, aquella criatura no tenia idea de lo que era pero se veía exótica quizás su esencia fuera un noble sacrifico -Vaya es algo interesante lo que podemos encontrarnos con algo de suerte, si les salvamos la vida a esos pequeños renacuajos podrían darnos algo de información quizás alguna ganancia, después de todo sus vidas deben valer algo.

Sacando la daga que mantenía oculta en mi cintura la tomaría para saltar sobre la criatura intentando darle una estocada apuntando al centro de su cuerpo -Solamente es uno ¿Por que nadie intenta atacarlo?

Los habitantes verdes del claro aprovecharon la escaramuza para batirse en retirada mientras el boom se encontraba entretenido con la pareja de guerreros. A pesar del miedo, la curiosidad podía más y se quedaron por los alrededores expectantes al resultado de lo que seguramente era, la batalla más épica de sus sencillas vidas. Y no eran los únicos que observaban entre las sombras de la arboleda cercana... tampoco hablamos de los aventureros, divididos entre los que entraban en acción y los que permanecían en segunda línea, analizando la situación. Sin duda, sería una buena experiencia para evaluar la sinergia del equipo a la hora de trabajar juntos, con sus aciertos y fallos.

No, había alguien más quien se mantenía al acecho y no fue detectada por Lunecia o Trece. Desde su escondite esbozó una afilada sonrisa al ver como se desarrollaba el combate.

El fogoso boom dirigía la mirada de un luchador al otro, decidiendo a quien enfrentarse primero. Antes de hacerlo sin embargo, la aparición de Grey se hizo notar demasiado. No consiguió tomar por sorpresa al boom que ni corto ni perezoso, abrió su enorme bocaza para recibir la estocada del rival. Grey fue el primero en comprobar que su dentadura no era especialmente afilada ni potente sino que el riesgo se encontraba en el calor de su elemento. El brujo fue zarandeado de un lado a otro frente a sus compañeros y desechado a un lado con un escupitajo, su mano aún sosteniendo la daga sufrió unas buenas quemaduras y humeaba al igual que su manga.

Por encima del fragor de la batalla, mientras intercambiaban posiciones y golpes, el agudo canto de un ave surcó el campo de batalla oyéndose con claridad. Fue entonces, cuando el monstruo se detuvo un instante arqueando la ceja, escuchando un instante antes de cambiar de estrategia para empezar a dar vueltas alrededor de los aventureros hasta hacer arder la parcela donde se encontraban, encerrándolos en un amplio círculo de fuego.