Partida Rol por web

Aquella tarde el obispo parecía estar especialmente cabreado contigo y tras obligarte ha realizar las labores propias de un seminarista recién incorporado, realizó una inspección en la biblioteca y te acuso de falta de diligencia en tus labores, por lo que te castigo enviándote a las catacumbas a que te pusieras en paz con dios a través de la oración.

Según dijo, la soledad te serviría para forjar la mente y fortalecer el espíritu, menudo cabrón sólo buscaba otra forma de hacerte renunciar a tu vocación, cosa que no conseguiría.

Bien Klauss volveré a primera hora, para entonces espero que hayas meditado sobre tu falta de diligencia en las labores encomendadas. - dijo el hombre para luego marcharse escaleras arriba para cerrar la puerta detrás de él.

El ambiente era frío y húmedo y el recinto parecía estar en completo silencio a excepción por el constante sonido del agua que parecía filtrar desde el techo, ese sonido era bastante particular, pues parecía tener cierto ritmo.

Estas constipado, anciano? pensé cuando el malnacido Obispo se ensañó conmigo una vez más. Por supuesto no me quejé, reaccioné con indiferencia como si su castigo no significara nada para mí, y obedecí como si el propio altísimo lo hubiese ordenado. No iba a darle el gusto a ese viejo envidioso, terminaría el seminario así tuviese que dormir cada noche en el subsuelo. 

Descendí las escaleras y ni siquiera volteé hacia el Obispo cuando me habló, me senté en ellas al escuchar que la puerta se cerraba a mis espaldas. 

Al pasar los minutos, el frío comenzó a hacerse sentir, el silencio era interrumpido por el sonido del agua que se filtraba del techo. La noche prometía ser dura, respiré hondo y calmé mi mente para no pensar demasiado. Mi atención se centró entonces en lo que me rodeaba, jamás había estado en ese sitio. -Qué es este lugar?- murmuro.

Mientras buscas un lugar para ponerte cómodo, escuchas un sonido que llama tu atención, al principio crees que se trata de una gotera en el techo, pero tras unos pocos segundos notas que no se trata de eso eran pasos amortiguados que venían desde el este.

Tienes que ponerle bien la cadena o tendremos problemas. - dice una voz a la distancia seguida de un feroz gruñido.

Era evidente que no te encontrabas solo en ese lugar y que las personas que te acompañaban parecían estar bastante agitadas y luchando por controlar alguna clase de bestia, sin embargo, la pregunta que ahora se formaba en tu mente era ¿Quiénes eran esas personas y qué hacían allí?

Con el tiempo el sonido se hizo más claro, eran pasos y voces. No esperaba ciertamente tener compañía esa noche, el Obispo seguramente tampoco de lo contrario no me hubiese dejado allí. Quienes son estas personas que ni el abad sabe de ellos?

Tal vez ese sótano daba a otro lugar, una puerta antigua que había estado cerrada o un pasadizo que no figuraba en los planos, de momento esas eran las ideas más racionales que se me ocurrían para explicar la presencia de estas personas. Hablaban de una cadena, un crucifijo seguramente, pero no conocía a nadie que pudiese tener problemas por cómo se lo colocaba en el cuello. A mi mente se me venían imágenes de películas que había visto, en el seminario leí sobre exorcismos y los estrictos procedimientos para llevarlos a cabo, pero nadie se tomaba eso muy en serio como para preocuparse por una cadena, más bien era un tema inspirado en leyendas medievales.

Actué con cautela¹ y me acerqué lentamente, traté de observar qué hacían sin distraerlos².

Quiso la fortuna o la desgracia, jamás podrías saberlo con precisión que tus ojos se adecuaran a las tinieblas de las catacumbas, gracias a ello pudiste navegar con cierta facilidad entre las criptas sin tener ninguna clase de accidente.

Conforme avanzabas el rugido se hacía más fuerte y sin darte cuenta llegaste a un área que se encontraba un poco más iluminada por unos extraños cristales que parecían estar adheridos a los techos de las catacumbas, pero fue entonces que todo se fue al mismísimo infierno.

De pronto uno de los hombres que parecía estar luchando con la víctima de la posesión soltó un grito de dolor que fue seguido por un violento rugido y un tremendo portazo.

- ¡Mierda se escapa! ¿En dónde mierda están los putos exorcistas? No podemos dejar que es cosa escape. ¿Por qué lo soltaste? - increpa una de las voces a su interlocutor.

- ¿Serás idiota? Casi me arranca la mano de un bocado. ¡Acaba con él antes de que sea tarde! Tu tienes el toque divino! - grito el otro hombre, mientras un hombre con piel blanquecina, mirada feral, y su boca cubierta de sangre.

Antes de que tengas tiempo de ocultarte, la criatura clava sus ojos en ti y libera un aterrador rugido para luego cargar en tu dirección y para empeorar las cosas, tus pasos habían sido tan silenciosos que ninguno de los hombres que habían contenido a la criatura eran conscientes de tu presencia.

Me acerco confiado de que no me han visto, los hombres actúan extraño sobre alguien que no llego a reconocer, hasta que escucho el grito. Todo sucede demasiado rápido, lo que hay frente a mi no es una persona, pensaría que estoy completamente loco si no fuese porque los dos hombres parecen ser conscientes de la naturaleza de ese ser.

Había leído algo acerca de criaturas así¹, pero mi imaginación no había llegado tan lejos como para pensar que me encontraría con una frente a frente. Los hombres discuten entre sí ignorando mi presencia pero los ojos inhumanos de su oponente se posan en mi, con intenciones muy claras.

Es tarde para ocultarse, me ha visto. Correr no servirá de mucho, me alcanzará y aún si fuese más rápido de todos modos la puerta de la catacumba está cerrada. Maldito Obispo, me la has jugado bien. Podría tal vez pedir ayuda a estos dos, pero no han podido capturarlo recién, dudo que puedan hacerlo antes que me alcance. Estoy muerto.

El altísimo guía mis pasos, me digo sin mucha convicción. Fue por eso que entré al seminario? Acaso mi fe me guiaba o fue mi deseo de huir del mundo gris y hostil en el que vivía?. Muy dentro mío siempre quise encontrar algo sobrenatural para escapar de esta sociedad insípida, algo que supere la mundana existencia, lo busqué en lo divino pero irónicamente es en una criatura repugnante en dónde lo hallo. Y todo para qué? Para morir aquí? Qué absurdo destino.

La criatura se ha movido y avanza hacia mi, apenas puedo respirar. Va a devorarme. Mi mano busca el crucifijo casi instintivamente, mis dedos se aferran a la única esperanza que me queda. Mi voz pronuncia unas palabras con aplomo y templanza, como si tuviese la situación bajo control. No es así, por supuesto, estoy convencido que moriré, pero esa criatura no tiene porqué saberlo, no le daré el gusto de que perciba mi miedo. - Detente en nombre del único dios verdadero, tus días han llegado a su fin! - digo en voz alta con una autoridad impostada, simulando un coraje que no tengo².

Cuando observas a la criatura, recuerdas haber leído algunos textos que hablan sobre muertos que se levantan debido a espíritus o demonios que los poseen, esos cuerpos no son más que carcasas vacías simples sombras de lo que alguna vez fueron y como tales no atienden a razones.

En algunos casos, producto de esas posesiones, los cuerpos de las víctimas se transforman de formas sobrenaturales y retorcidas lo que da orígenes a unas criaturas conocidas como necrarios, que es exactamente lo que tienes ante ti, en esos casos le corresponde a los exorcistas hacerse cargo, pues cualquier sacerdote que no tenga las habilidades necesarias para lidiar con esas criaturas, será despedazado por ellas sin la más mínima oportunidad.

La criatura avanza hacia ti de forma brutal e inexorable, no obstante ello cuando clamas por ayuda al cielo, sientes una calidez que nunca antes habías experimentado y una voz responde a la llamada. - Mantente firme Klauss, mantente firme y serás recompensado, el altísimo te ha escuchado y te prestará su fuerza.

La voz parece provenir de todas partes y de ninguna a la vez, lo siguiente que sucedió no lo tienes del todo claro, pero fue como si tus manos ardieran con llamas celestes, las cuales treparon por tu crucifijo al tiempo que de este empieza a emanar una potente luz, la misma que basta para hacer retroceder a la criatura.

Qué es esa voz? Me inunda, me llena, me da paz y confianza, y sobre todo fuerza. No parece posible lo que pasa pero siento su calidez y sus palabras tienen sentido para mi. Será un ángel que se apiadó de mi suerte o realmente el altísimo está pendiente de mi al punto de intervenir para salvar mi vida? No tengo tiempo de pensar, la criatura viene hacia mi y yo simplemente hago lo que la voz me solicita.

Entonces sucede, mi cuerpo se contrae y se llena de un fuego que no quema pero si arde en mi interior, la sensación es placentera y más que eso, me supera, me embriaga, es como un orgasmo, un éxtasis como el que nunca sentí. Y no sólo se manifiesta por dentro, una llama azul envuelve mis manos y luego enciende el crucifijo, que ahora es un faro de luz, de fe, de presencia divina ante la cual la bestia retrocede.

- Criatura, abandona ese cuerpo de inmediato! - sostengo, a sabiendas que no estoy solo en esta batalla, una fuerza invencible es mi aliada. La luz del crucifijo es fuerte y alcanza los rincones en los que están los hombres que hablaban instantes atrás, no se qué hacen, no me interesa tampoco, sólo quiero que acaben con esta aberración - Hey, ustedes dos, qué están esperando? Ayúdenme con esto! - les digo con la misma autoridad con la que me enfrento al demonio.

La criatura retrocede al contemplar las llamas que envuelven el crucifijo, al parecer, pese a ser tan sólo un cuerpo reanimado por un ente demoniaco, es plenamente capaz de sentir miedo, sin embargo, lo que realmente termina por salvarte la vida es tu llamado a los captores de la bestia, pues uno de ellos sale de la habitación y carga contra la criatura con una enorme espada envuelta en llamas celestes.

El golpe del arma es tan brutal que la criatura queda reducida a cenizas en tan sólo unos pocos segundos, acto seguido el hombre baja su arma y camina hacia ti. Sin embargo, conforme él, avanza puedes notar que su piel es roja y está cubierta de escamas, lo que le da la apariencia de un reptil enorme de casi dos metros de alto con dos enormes cuernos sobre su cabeza

Vaya así que tenemos un inquisidor aquí. ¿A qué orden perteneces? Su eminencia no me informó sobre tu presencia en este lugar, pero gracias al Altísimo que estás aquí, Derek ha sufrido un daño grave por culpa de ese necrario, puedes ayudarme a curarlo con tu luz sagrada, Ven hermano no te quedes allí, yo he agotado todas mis reservas en la lucha contra el liche. - dice el reptil mientras envaina su espada y te tiende la mano.

¡Venga hermano! Date prisa, he hecho todo lo que puedo por Derek, pero si no terminamos de estabilizarlo, podría morir y convertirse en otro necrario.

Veo el temor en la criatura, puedo sentirlo y disfrutarlo. No sólo el altísimo escuchó mi voz y acudió en mi ayuda, también lo hizo uno de los hombres, que se abalanzó hacia el necrario con una espada en la mano. El arma también estaba envuelta en llamas azules y atravesó la carne muerta de la abominación con gran facilidad, incluso la redujo a cenizas. 

Un enviado de dios, pensé cuando vi que gracias a él ya no estábamos en peligro. Las llamas azules eran un signo de la bendición de los cielos - Gracias - dije antes que se acercase. Aún sostenía el crucifijo en mis manos y cuando el hombre dio unos pasos hacia mi, lo vi. Jamás había imaginado lo que mis ojos daban cuenta, retrocedí un paso instintivamente y sostuve la cruz con firmeza, apuntando contra él, aunque eso no lo intimida ni detiene su avance.. Era un demonio rojo, su piel de serpiente reafirmaba que pertenecía a las fuerzas del mal, pero no parecía temer a las fuerzas de la luz. Acaso un demonio había poseído a ese hombre también?

Escuché sus palabras, me hablaba con naturalidad, como si él mismo no fuese consciente de que estaba poseso. Me llama inquisidor, pero debe de estar desvariando, la inquisición hace siglos que no tiene protagonismo en la iglesia y yo no tengo intención alguna de andar quemando gente en ninguna hoguera. Si fuese un inquisidor, te acusaría de tener al demonio dentro, serpiente del infierno, pienso sin atreverme aún a dirigirle la palabra.

Me habla de un liche, de una eminencia, de Derek, de mis dones curativos, y lo más desconcertante, me llama hermano. No entiendo una palabra de lo que afirma, aunque su voz es calma y amigable, y parece convencido de que es verdad lo que afirma. Me relajo cuando envaina su espada, aún siendo una criatura del infierno no parece ser una amenaza para mi. Si lo enfrento puedo llegar a tener la misma suerte que la bestia y terminar convertido en cenizas, así que opto por seguirle el juego con naturalidad.

- Su eminencia pensó que tal vez ustedes dos no podían solos con este asunto, y por lo visto no estaba equivocado - digo como si mi presencia allí tuviese algo que ver con la autoridad a la que servía - Si es voluntad del altísimo que Derek viva, que así sea entonces, guíame hacia él - le digo luego, como si fuese capaz de hacer algo por el moribundo, a sabiendas de que nada podía hacer. Me esfuerzo por no mostrar temor y sonar como si dominase la situación completamente, por dentro temo que este demonio sea aún más peligroso que el anterior y acabe con mi vida.

Cuando el draconido te conduce hasta su compañero, puedes notar que la herida en verdad es grave, la persona que lo acompañaba estaba vestido como un sacerdote, pero tenía una pesada cadena de plata sobre su cuello, su respiración era bastante superficial, por lo que dedujiste que no le quedaba mucho.

En ese momento volviste a sentir el calor que te había invadido segundos atrás y tus manos empezaban a irradiar una cálida aura de color dorado, al tiempo que una voz parecía hablarte desde lo más profundo de tu ser. - Te prestaremos nuestra fuerza una vez más. El altísimo espera grandes cosas de ti en el futuro.

Luego la voz se calla y sientes que cuentas con el poder suficiente para salvar al pobre desgraciado de las garras de la muerte, tal vez no puedas revertir todas sus heridas, pero en definitiva, sabías que tenías la fuerza necesaria para arrancarlo de las garras de la muerte.

Logras tratar las heridas de Derek, pero caes inconsciente en el proceso, mientras el draconido pone su mano en tu hombro para evitar que te golpees la cabeza contra el suelo.

Lo último que recuerdas es la palabra: ¡Despertar!

A la mañana siguiente, cuando abres los ojos escuchas las pesadas llaves del obispo abriendo presurosamente la puerta y cuando llega hasta ti, te despierta con una patada. - Arriba haragán, no sé qué rayos hiciste, pero te quieren en el vaticano antes de las 18:00 horas, eso te da apenas una hora para recoger tus cosas y llegar al aeropuerto.

Muévete Klauss, no se puede hacer esperar a la alta curia, sólo espero que no sea grave, una cosa es que me cabrees a mi pero a la curia, estás en un buen lío chico, voy a tratar de interceder por ti, pero no te garantizo nada. - dice el hombre con evidente preocupación por ti.

No entiendes el porqué el obispo ahora se mostraba tan preocupado, pero sus palabras y acciones parecían sinceras.

Tras coger tus cosas te dispones a pedir un taxi, mas grande fue tu sorpresa cuando un auto con lunas polarizadas llegó por ti y te condujo a un jet privado con el escudo de la santa sede, en su interior te esperaba este sujeto.

Buen día diácono, estamos al tanto de su condición y el alto inquisidor solicita su presencia en la santa sede para que tome sus votos e inicie su entrenamiento formal como guardián de la fe.

En esa carpeta encontrará la información sobre las tres órdenes de inquisidores y sus respectivas labores, revísela con detenimiento y evalúe cual de las tres se adapta más a su personalidad.

La carpeta te hablaba sobre tres órdenes sacerdotales que se dedicaban a custodiar el velo, las cuales eran las siguientes.

La orden de la espada.- Los guerreros de la fe, baluartes de rectitud, su principal virtud era el valor, bajo estaorden sirven los más leales y valientes sacerdotes y paladines quienes no dudarán en sacrificar sus vidas si es que ello implica salvar a sus hermanos de todo lo que se oculta tras el velo, ellos responden directamente a la Santa Sede y cuentan con un estricto código moral que los convierte en guardianes altamente confiables y abnegados.

La orden de la capa.- Estos inquisidores tenían la delicada labor de mantener oculto todo lo que mora detrás del velo, cuentan con una lengua de plata que les permite convencer incluso al más escéptico de que aquello que vio no era algo que mora detrás del velo sino un simple truco de su febril mente cansada.

La orden de la capa se rige por le principio de que no todos están listos para conocer la verdad y por eso hay que ocultarla, por el beneficio de todos.

La orden de la flama.- Esta orden agrupa a aquellos inquisidores con un alto grado de conexión con sus dones divinos, su principal labor es purgar el mal y los efectos del mismo a través de la fuerza que les concede el cielo.

Se caracterizan por ser los más determinados y benevolentes de todos lis inquisidores capaces incluso de hacer retroceder a la propia muerte si es que el alma que esta pretende llevarse es pura e inocente, no hay mal o enfermedad que ellos no puedan curar.

El vuelo dura alrededor siete horas.

Desde la ventanilla del avión observo la ciudad en dónde he vivido, apenas puedo creer que horas atrás había sido castigado por el abad y estaba encerrado en el sótano, ahora todo es tan distinto. Un llamado de la alta curia para que me presente con urgencia en el Vaticano, un jet privado que viene por mi, el decrépito obispo que me aconseja y hasta se preocupa por mi cuando en su miserable vida jamás me trató con el menor afecto, demasiados cambios repentinos. Pero nada se compara a lo que vi anoche, el cadáver poseído que me atacó, el demonio de escamas rojas que acabó con él, las llamas azules que me envolvieron, la voz que me hablaba y me guiaba cuando estuve a punto de morir. Ignoro qué tiene que ver lo sucedido anoche con este viaje, pero parece estar relacionado.

Un joven me da una carpeta, me habla del alto inquisidor. El hombre reptil me había llamado de ese modo también, no entiendo qué ocurre aquí, pero estos locos parecen tener bastante influencia. De nada sirve sacar conjeturas sobre las cosas inexplicables que me están sucediendo, así que opto por abrir la carpeta y leer su contenido.

Apenas termino con el último párrafo, cierro la tapa y se la devuelvo al muchacho. - No hay mucho que pensar, tengo claro cuál es mi camino y cuales no - digo carente de emoción, desviando mi mirada hacia la ventanilla. Aguardo unos instantes, como si nada me importase, y luego me río - Imagino que no es prudente revelarte cuál es mi verdadera elección si mi labor va a ser ocultar la verdad a los ojos de las otras personas, no?- lo miro a los ojos sonriendo.

- Por cierto, soy Klauss. Tú eres un inquisidor? - pregunto luego.

En efecto hermano, soy un inquisidor de la orden de la espada, pero a diferencia tuya yo no soy un sacerdote, soy lo que la Inquisición llama un paladín y pierde cuidado entre nuestros miembros no hay secretos, las tres órdenes son igual de honrosas y venerables.

Esto no es como esa novela de Rowling donde dividen a los magos en castas y las castas pelean entre ellas, no la Inquisición es diferente, todos somos uno y trabajamos por el beneficio de todos los que viven ignorando el velo, pero los detalles te los dará su eminencia Black, bienvenido a nuestras filas. - dice el hombre mientras sonríe abiertamente.

Tras esa puerta encontrarás ropa más adecuada para tus nuevas labores. - agrega el hombre con amabilidad.

Al otro lado de la puerta encuentras una elegante camisa negra con un fino pantalón de cashmire y unos brillantes zapatos negros. Además de todo lo anterior, puedes ver un elegante sobretodo negro un tanto más pesado de lo que aparenta, en el bolsillo izquierdo del sobretodo encuentras una cadena de plata de la cual cuelga un escudo sin nada grabado en él.

En el bolsillo derecho hay un crucifijo de hierro con un gancho para que puedas colgarlo de tu cinturón.

Los inquisidores realmente existen, aún me sorprende pero hablan con tanta seguridad que me convencen, y los recursos de los que disponen parecen inagotables y su influencia tal alta que despierta mi curiosidad. Me detengo en algunas palabras cuyo significado no comprendo, a qué se refiere con paladín y qué es el velo del que habla? Lo ignoro pero asiento como si supiese de lo que habla, y memorizo el nombre de su eminencia, Black.

Sonrío cuando me da la bienvenida, y más aún cuando me sonríe. Le sienta bien esa expresión, logra que sus cabellos rojizos, su tez blanca y sus ojos verdes armonicen en una belleza que hasta antes no había notado, y logra que me sienta a gusto.

Del otro lado de la puerta hay una muda de ropa en excelente estado, elegante y con estilo. El sobretodo me llama la atención, es pesado pero se ve cómodo, y dentro hay una cruz de hierro y un escudo de plata. Ahora soy un inquisidor, pienso en parte con orgullo y en parte con ironía por lo inverosímil de todo lo que sucedía. 

Comienzo a desabrocharme la chaqueta sin cerrar la puerta, busco con la mirada la del joven pelirojo y le sonrío mientras me desvisto. - No me has dicho tu nombre aún -    

Mi nombre de momento no tiene importancia hermano, sólo te puedo decir que es algo exótico y que hay más en mi de lo que puedes ver a simple vista. - responde el pelirrojo con una sonrisa bastante peculiar.

¿Además de mi nombre? ¿Tienes alguna duda respecto de la información que he compartido contigo o acerca del funcionamiento de la orden? Bueno, siendo sinceros, no puedo darte mucha información, las normas me lo impiden, pero dado que salvaste la vida de Derek anoche, puedo hacer algunas excepciones. - agrega el chico mientras se cruza de brazos.

Lo exótico siempre ha sido algo indescifrable y atractivo a la vez, la sugerencia de que hay más oculto en él se transforma casi en una provocación para mi, este muchacho no deja de sorprenderme. Decide mantener su nombre como un secreto, asiento y continúo cambiándome de muda.

Regreso al asiento frente a él ya vestido con mi nuevo atuendo - Pues, si no es molestia, me gustaría hablar sobre el demonio rojo con piel de reptil que estaba con Derek. Ha sido muy amigable y respetuoso conmigo, incluso combatió al cuerpo animado con su espada que parecía bendita, pero no deja de intimidarme, nunca había visto algo así... acaso alguien del quinto infierno abrazó la fe? - pregunto aprovechando que me da la oportunidad de hacerlo.

Mientras se acercan a su destino el muchacho sonríe. - Lo que viste anoche no es un demonio, los demonios son mucho más terribles e imponentes que el ser que viste anoche.

Verás, en nuestro mundo existen muchas más criaturas de las que conoces, incluso hay criaturas que otros consideran un simple mito y entre ellas tenemos a los dragones, los dragones son seres muy poderosos con la capacidad de cambiar de forma, pudiendo incluso asumir forma humana, cuando un dragón con forma humana se empareja con una mujer, el resultado es un híbrido conocido como draconiano.

Muchos de esos draconianos viven y mueren ignorando su sangre dracónica, pero unos pocos afortunados son capaces de despertar su sangre dracónica y abrir sus ojos al mundo de sombras, esos draconianos son capaces de asumir su verdadera forma y cambiar de su forma draconiana a la humana a voluntad para ocultar su verdadera naturaleza.

Los draconianos a su vez también pueden engendrar a otros draconianos, pero conforme su generación va avanzando su sangre se diluye y el despertar de alguno de sus descendientes se vuelve menos probable que despierte, existen casos raros de draconianos de quinta o sexta generación que han despertado, lo más probable es que un despertar se de entreun draconiano originario o alguno de sus descendientes hasta la cuarta generación.

Algunos de nuestros mejores paladines son draconianos, su sangre dracónica les concede ciertos beneficios, pero por lo demás son tan siervos del altísimo como tú y yo. - responde el pelirrojo mientras se ajusta el cinturón y las luces de la cabina indican que el momento de aterrizar se acerca.

Dragones? Me está hablando en serio? Lo escucho y no me quedan dudas que al menos él cree en cada palabra de las que dice, no sólo eso, su relato guarda cierta consistencia, y encima explica porqué existe un hombre de escamas rojas invocando la fuerza divina para combatir el mal. 

Paladines, el que me habla lo es y el de piel de escamas espada seguramente lo era, la Orden de la Espada. No puedo negar que son personas muy interesantes, será este joven también un dragón?

Las luces de la cabina ponen fin a la charla, lo agradezco, este viaje ha resultado intenso y revelador, demasiadas cosas que acomodar en la cabeza y encima me espera una conversación con los altos mandos del vaticano. Este día parece interminable.

- Gracias, tus palabras han sido reveladoras, nunca había oído nada de esto pero supongo que es gracias a los miembros de la Orden de la Capa - me esperaba un gran desafío si tenía que ocultar el rastro de un dragón a la vista de todos.

Estamos a punto de aterrizar, nunca había estado en el vaticano, pensar que hasta hace poco parecía un sueño inalcanzable y ahora me doy cuenta que mi imaginación se ha quedado corta, que la realidad la supera ampliamente.