Partida Rol por web

Cuando ingresan al gran salón, lo que tienen ante sus ojos es un inmenso comedor con múltiples mesas listas para ser atendidas, al fondo del mismo pueden observas un palco en el cual se sientan los maestres y detrás de sus sillas un hermoso vitral que deja pasar bastante luz natural al recinto.

Todos llegan casi al mismo tiempo por lo que el comedor se encuentra casi vacío en este momento, de entre todos destaca la presencia de un humano como de alrededor de cuarenta años, lo que les llama poderosamente la atención, pues a parte de él todos ustedes se ven bastante jóvenes y fuertes.

Conforme sus acompañantes se van retirando, un elfo se acerca a ustedes y los conduce a una mesa que queda justo frente al palco de los maestres, una vez allí los invita a tomar asiento y les indica que el almuerzo será servido en breve, el elfo les comenta que él menú del día incluye cordero plato principal, pero si gustan se los pueden cambiar por un ratatouille de vegetales asados, tan pronto le confirman su pedido, él se retira y los deja solos en la mesa.

"Jamás había visto algo así."

El asombro me paraliza levemente los pies y quedo cegado por fugaces instantes por los extensos haces de luces que logran traspasar la vidriera de las ventanas. Decenas de personas se congregan y andan en el lugar, al parecer tanto o más perdida que yo. Camino hacia la mesa más cercana y asiento enérgicamente cuando anuncian el plato principal, elaborando una fina pero incontrolable sonrisa. Hacía más tiempo del que esperaba que no probaba bocado. 

Miro a las caras de mis compañeros de alrededor, y decidido, doy leves golpes con la palma de la mano en la mesa para captar la atención de los más cercanos.

-Decidme que no soy el único que ve todo esto por primera vez, por favor. -Aparto los mechones de pelo que quedan por encima de mis ojos y descubro mi mirada para escudriñar uno por uno a todos los integrantes de la mesa mientras mantengo un silencio relativo que electriza el ambiente, hasta exclamar con un amago de tranquilidad- Ninguno parece querer robarme esta vez, bueno saberlo. ¿Se puede saber vuestro nombre? 

Cerré los ojos con fuerza, demasiada luz de golpe. Estaba claro que no habían sido muy atentos con los ojos drow a la hora de construir aquel comedor. Avancé siguiendo al elfo un poco a tientas, procurando no estamparme con nada. Cosa que, por suerte, no sucedió.

Me senté lo más alejada posible de aquellos ventanales. Aunque no servía de mucho. Entonces, uno de los muchachos habló. Y al parecer, eran tan nuevo en ese lugar como yo. 

-A mi también me está costando asimilarlo todo- Respondí. Se notaba que el chico también estaba bastante desconcertado. Y no debíamos ser los únicos. 

¿Robarle? Dudaba que pudiera tener algo de interés...

-Yo soy Cassandra- 

Tras decir mi nombre no dije nada más, dejando que los demás prosiguieran con los suyos.

Seguí mirando todo con asombro y luego de responderle a Monique seguí caminando y veo que un hombre joven se adelanta sentarse,el joven era ¨humano¨ como yo pero mas joven,definitivamente le llevaba al menos 15 años,y me di cuenta que mentir mi edad real no serviría de nada si había hechizos que pudieran detectar mentiras.

Y luego veo a una joven Drow por lo que tuve que hacer una gran esfuerzo personal para no silvar ante semejante belleza pero sin embargo ya estaba pensando en como se vería con un bikini o un trikini en ella o con ropas muy ajustadas,definitivamente tendría que aprovechar todas esas horas jugando galges para conquistarla.

Mas tarde cuando escucho su nombre por alguna razón se me hacía muy conocido,de alguna mitología o leyenda es casí seguro por debía estar escrito en algun lado y lo leí o vi en alguna película.

Por lo que agregue:

-Definitivamente como decía antes,solo faltaron la lechuza mensajera,el tren del anden y el sombrero que habla para elegir si entrar en Gryffindor,Slytherin o cualquiera de las otras-mire al resto de los presentes y guarde silencio,casí seguro que ninguno de los de aquí aparte de mi conocía Harry Potter o El Señor de los Anillos-La comida se ve deliciosa,¿podemos comenzar a cenar o esperamos el inicio de las formalidades?.

Me quede callado nuevamente haber si se reían de los chistes que hacia o mis ocurrencias,pero era casí seguro que lo de hacer bromas se acabaría cuando inicien las clases.

Alex se excusó un momento para ir al baño, todavía llevaba su mochila a la espalda y en la mochila una muda para cambiarse. Ante ella se abría una nueva vida, el pasado más remoto, el de su primera familia, confluía con su futuro inmediato: la magia existía, estaba en su legado, y a partir de ahora probablemente aprendería a usarla.

Aquello claramente no era un reino élfico, donde podría buscar a su padre, pero un elfo los estaba atendiendo así que era un buen inicio. Aprendería todo lo necesario, sobreviviría, para hacerse con el poder suficiente para buscar en un futuro sus raíces. No tenía ninguna prisa, era consciente de que tenía mucho que aprender todavía.

¿Tendría que desaparecer o tendría que llevar una doble vida? Probablemente lo segundo, o eso esperaba porque tampoco quería romper sus vínculos con su familia actual, eran buena gente. Pero fuese una opción o la otra lo que estaba claro es que una vida nueva se abría por delante, y en esa vida era libre de elegir, y elegía vivirla como chico.

En aquel baño se calzó sus botas negras, se puso sus vaqueros negros (unos de chico que disimulaban un poco sus caderas, por otra parte nada voluminosas), se dejó la camiseta (negra) por fuera, se puso su cazadora de cuero negro, guardó sus guantes de motero en la mochila y se colgó el casco de la moto en el brazo.

Pidió las verduras guisadas, al fin y al cabo llevaba tiempo planteándose hacerse vegana, pero era difícil cuando la cocinera de casa era muy carnívora, pero nada se lo impedía en esta nueva vida paralela.

Por un momento cerró los ojos con fuerza, en apenas unas horas había pasado de ser una chica que caminaba por un callejón solitario pensando en sus cosas, a ser un chico vegano que era consciente de que la magia existía y que él podía usarla, y que su madre y su abuela eran magas también, y que las historias que le habían contado siendo muy niña eran ciertas, y que probabemente también lo era que su padre estaba vivo y trabajaba en una corte élfica, y que él, Alex, había sido reclutado para... bueno, para algo que sabría muy pronto. Una sonrisa se dibujó en su rostro, eran tantas cosas tan... tan fuertes... que era difícil de creer, seguramente cuando abriese los ojos de nuevo toda esa fantasía se diluyese como un sueño.

Pero todo seguía allí cuando los abrió.

Así que simplemente respiró hondo y miró alrededor a los otros reclutas.

- Podéis llamarme Alex. Yo también soy totalmente nuevo en esto -pero aquella era una presentación muy simple, así que miró a los dos jóvenes directamente y trató de soltarlo todo de golpe para ver si había rechazo-. Nací como chica, en casa me llaman Laura, pero acabo de decidir que aquí voy a ser Alex y pediros que me trateis como chico, aunque no pienso hormonarme ni operarme poque estoy muy a gusto con mi cuerpo. Soy adoptado, mi madre y mi abuela y las mujeres de mi familia al parecer eran brujas según me contaron, pero mueriron cuando yo era pequeño. Mi padre al parecer era un elfo que trabajaba para unos reyes élficos. Después me adoptaron mis nuevos padres, que son gays, y tengo cuatro hermanos... veamos... qué más... me gusta contar historias escribirlas, sé cantar y toco la guitarra y el ukelele aunque me gusta más el ukelele y se me da mejor. También tengo una moto, hace nada que a mi padre le dieron un premio artístico y se lo gastó en regalarme una moto, una Harley Softail Slim de segunda mano totalmente negra mate. Soy buen estudiante, he ganado algún premio literario por relatos y estoy seguro que si pusiese todo lo que me ha pasado esta noche en tinta sobre papel, sería imposible que nadie me creyese. Creo que esto es lo relevante que os puedo contar sobre mí.

Aún no podía creerlo, en un momento estaba en un callejón con una bestia con cabeza de pulpo y al otro me encontraba en un bosque frente a un castillo acompañado por una guapa chica pelirroja. Cuando la seguía hasta el castillo no le hablaba ni nada, y esto tampoco podía ser un sueño, estaba seguro de ello, los golpes de la bestia y el forcejeo fue real, y por ende, esto de seguro también...

No había dicho ni media palabra hasta ahora, y seguía sin hablar en el momento de llegar al comedor, todo quedando como una gran mirada de asombro al ver toda la inmensidad del lugar. Había otros que también venían acompañados, suponía que otras personas que habían sido arrastradas aquí como yo. No les presté mucha atención a ninguno, así que solo seguí al elfo que nos dirigió hasta la mesa. Cuando empezó a decir el "menú" del día me di cuenta que ahora sentía hambre, nada más estaba trabajando con 1 perro caliente que me comí de camino hasta el club y tenía pensado aguantar hasta el siguiente descanso, pero ahora probar ese cordero sería una competa maravilla. Poco a poco el shock inicial de todo iba disminuyendo, mi mirada se quedaba entre el gran vitral y el palco de los maestres, pero algo me saca de ese ensimismamiento, volteando hacia un chico que estaba golpeando la mesa.

Aquel chico que habló me hizo sonreír con algo de alivio al ver que no era el único "abducido" en ese lugar, lo mismo con la Drow Cassandra y eso ya me dejaba claro que todos estábamos en lo mismo... Pero la siguiente persona, Alex, quien vestía solo de negro con una cazadora y toda la pinta de "bad boy" empezó a soltar palabras tras palabras, como toda su historia, a un grupo de extraños y confesando su... ¿Transición? ¿Era esa la expresión? No, supongo que es cuando se operan y todo lo demás, pero ahora dejaba claro que se identificaba como hombre. Me quedé algo aturdido ante todas esas palabras en poco tiempo, y luego de un corto silencio por mi parte, fue cuando sacudí ligeramente la cabeza y decidí presentarme.

-M-Me llamo Axel, tengo 22 años...- Me mostraba más que nervioso, confundido, incluso miré rápido hacia los lados al grupo pensando en que decir antes de continuar. -Trabajo como Bouncer en el club Trinity, como pueden ver- Apunté con mi dedo índice al centro de mi camiseta, donde se veía claramente el logo y el nombre de dicho club estampada, además del nombre en el pectoral derecho. De por si la camisa era algo apretada, dejando clara la impresionante musculatura que tenía. Nuevamente vi al grupo y solo me encogí de hombros y respiré. -Es todo, supongo...-

Veo a la chica que quería ser tomado como un chico y al nuevo que parecía rudo pero solo de apariencia por que ya la cago al momento de hablar de esa manera tan tímida por lo que suspiro para decir:

-Entonces tenemos al Tsundere y a la chica/chico,ok ahh y ya se soy el mas viejo y mas gordo del lugar,así que si se les ocurre algunos chistes con respecto de mi edad y mi aspecto bienvenido sea,lo que si al menos sean creativos con los chistes de humor negro con respecto a mi aspecto-Bueno al menos ya había aclarado el primer punto porque era casi seguro que se meterían conmigo por ser gordo y ¨anciano¨ según sus términos,tome aire y exhale-Por cierto,¿alguien mas se enfrento a una imitación de hombre lobo antes de llegar aquí?.

Esperaba no ser el único que sobrevivió a ese ataque de esa criatura por aquí.

Había empezado a almorzar mientras los demás iban hablando. Con todo lo acontecido, me había olvidado de que llevaba horas sin comer nada.

Me serví un poco de cordero y con un exquisito uso de los cubiertos me lo fui comiendo en pequeños bocados.

En lo referente a los demás...

En primer lugar estaba... El tipo ni siquiera tuvo la decencia de presentarse ante de soltar aquellas bromas sin gracia. No hablemos de empezar a poner etiquetas a diestro y siniestro. 

Mejor ignorar esa parte.

Resultó un poco chocante lo de Alex. No su condición en si, sino que se pusiera a contarlo ante todo un grupo de desconocidos a los que todo eso les importaría más bien poco, como era mi caso. ¿Laura o Alex? Me daba exactamente igual. En mi opinión, o trataba de justificarse a si misma sus decisiones o llamar la atención. 

Por otro lado estuvo Axel, que condicionado por el anterior, también contó algo sobre su vida. Al menos fue más escueto en detalles.

Me limpié bien los labios y di un sorbo al vaso de agua antes de hablar.

-Imitación de hombre lobo... No. Pero si tuve que enfrentarme a un vampiro. Más o menos-

La "pelea", por llamarla de alguna forma, consistió en esconderme mientras otro se hacia cargo...

-Aprendió por las malas a no colarse en casas ajenas, pero creo que logró escapar con vida-

Después de escuchar a Cassandra hablar de vampiros,definitivamente no podía sacarme de la cabeza los hentais que había visto con elfas oscuras,pero a diferencia de ellas aún no tenía desarrollado sus oppais,¿sería porque aún es una ¨niña¨ en tiempo de los elfos?.

Al terminar de escucharla dije:

-Perdón no me había presentado antes,me llamo Maximiliano Lara y tengo 40 años,soy humano y me enfrente a una especie de imitación de hombre lobo,al cual de alguna forma extraña pude distraerlo con lo que parecía ser una especie de ¿energía calo-rica?,para mas tarde una gnoma o supongo que era una me salvara la vida cortandole su cabeza.

Y como si fuera poca cosa lo que acababa de contar,comienzo a cenar sin preocupaciones.

Observo y escucho atentamente las palabras de cada uno de los comensales conforme las articulan; el tiempo me ha enseñado a abstenerme de concluir prejuicios vanos sobre formas, aspecto o cualesquiera de las condiciones que todos citan.

Cassandra parece sensata y de sus ojos emana cierto poder que no alcanzo a comprender; creo que ni ella lo entiende. Maximiliano tiene en su boca una daga que podría pesarle demasiado en algún momento. No puedo evitar reprimir una sonrisa cuando Álex menciona con soltura su condición: admiro la valentía presente en admitirla ante desconocidos y exponerse a un posible rechazo. Y Axel peca de timidez. Pero son prejuicios; y carecen de valor. Divagaciones que se esfumarán tan pronto como la realidad las ahogue.

Acomodo mis antebrazos en la mesa y asiento a cada palabra. 

-Y yo tengo muchos nombres, pero podéis llamarme Neo. -Dirijo la mirada a Maximiliano- Y debéis culpar de mi presencia a un drow llamado Feneref Valerian.

Aquello me lo decía más a mí que a ellos. Aún no terminaba de ser consciente de aquello.

-He de añadir que poco importa como hayamos llegado aquí, a todo esto. Tengo a más importancia considerar que todos estamos seguros y a todos nos espera un futuro igual de incierto. -Enfatizo la palabra todos, alzo la copa y elevó la voz- ¿Por ese futuro?

Conforme van llegando las viandas y empiezan a almorzar, otros alumnos de la academia se van haciendo presentes, la mayoría de ellos debidamente uniformados con un pantalón negro, unos zapatos finamente pulidos, camisa blanca y unos sacos largos de cuero con el escudo de la academia bordado a la altura del corazón.

Sólo los alumnos de último año iban vestidos según su gusto, ellos se sentaban en una mesa cercana a la puerta del salón, entre ellos se podía distinguir a Valinor, Gabriela y Ulrica.

Conforme el comedor se iba llenando, el ruido de conversaciones iba haciéndose presente en el lugar, sin embargo, todo cesó de golpe cuando un par de figuras aparecieron en la alta mesa, un dragoniano con una larga barba que iba conversando con una pequeña gnoma que respondía al nombre de Monique Renau, una pareja bastante dispareja, pues al lado del enorme draconiano vestido como monje, la pequeña gnoma parecía más bien una pequeña niña.

Tras ellos hizo acto de presencia un drow elegantemente vestido y con los brazos tatuados, el maestre Femeref quien tomo asiento en la silla más a la izquierda de la alta mesa.

Entonces las conversaciones reiniciaron, pues todo parecía indicar que él y su hermano no se presentarían, lo que sin duda era un alivio para todos.

Pero cuando la mayoría de estudiantes ya se habían relajado, dos elfos aparecieron en la alta mesa haciendo que los murmullos cesaran de inmediato, uno de ellos estaba vestido como un académico y el otro, pues bien podría encajar como un compañero de aventuras del Dr. Jones.

La sola presencia de este elfo imponía bastante respeto, su mirada era bastante severa y pese a no verse especialmente atlético, estaba claro que no era buena idea tocarle las narices.

Este asumió su lugar en el centro de la alta mesa mientras el otro elfo que se sentó a su diestra le entregó un pequeño papel que el gran maestre leyó brevemente antes de dirigir una mirada hacia la mesa de los neófitos.

En un primer vistazo, las normas sociales parecían importantes en aquel lugar. Había algo parecido a un uniforme, los ¿estudiantes? ¿soldados? no parecían mezclarse entre generaciones, y los profesores tenían un respeto importante como se notaba en los silencios cuando entraban.

Nada de eso le gustaba, Alex estaba acostumbrado a unos comportamientos mucho más liberales donde el respeto se ganaba y no se enseñaba. Pero era el momento de abrir los ojos y no juzgar, aprender todo lo posible.

"Esto se parece demasiado al internado..."  

Una suerte de desfile de maestres y profesores cruzó delante de nuestras narices y acalló con rapidez todas las veces. Demasiada pompa, protocolo y severidad en sus caras. Aquello iba a resultar eterno. 

Por supuesto, rechistar o elevar alguna crítica eran opciones de antemano descartadas. Escucharía el discurso que el gran maestre iba a dar. Aquella figura me resultaba curiosa. Muy posiblemente escondiera más de lo que mostraba bajo aquella capa de poder y fuerza. Todo era superficial.

La tranquilidad del comedor comenzó a romperse en cuando empezaron a llegar los alumno de ese lugar. Todos debidamente uniformados e impolutos. Como debía ser. Todos, a excepción de los más veteranos, que vestían como les venía en gana. Y entre ellos pude distinguir la estirada figura de Valinor. 

El silencio repentino fue un claro indicador de que esos dos que acababan de entrar debían de ser importantes. Unos detrás de otros, ocuparon los asientos de la mesa principal. 

Y de pronto, el que parecía ser el más importante clavó la mirada en nuestra mesa. Por un momento me puse algo nerviosa. No por ello aparté la mirada. Todo lo contrario, la mantuve esperando que dijera algo. 

La poca calma del lugar o más bien de la mesa siguió hasta que el hombre mayor empezó a hablar, mirándolo con el ceño fruncido y una ceja levantada mientras hablaba... Y al terminar, simplemente solté un suspiro y negué con la cabeza, bajando la vista al delicioso plato de cordero que afortunadamente llegó en aquel momento, y con una amplia sonrisa tomé los cubiertos y empecé a cortar la carne ,para así llevarme un pedazo a la boca. Luego de masticar y saborear tenía aún esa gran sonrisa de satisfacción en mi rostro, además de esos sonidos cuando se prueba una comida que está deliciosa el cual este era el caso.

Seguí cortando la carne, alzando la vista para ver al chico que empezó la conversación y que trató de hacer un brindis, solo para quedar  oscurecido dicho momento ante la llegada de varias figuras importantes. Seguía manteniendo el silencio de ahora y volteaba un poco para ver la llegada de los presentes, aquel increíble hombre dragón y la mujer tal vez inusualmente pequeña, pero mi atención estaba en el primero... No había visto algo así antes... Bueno, sí, pero no en persona, y ahora trataba de pensar como un lagarto humanoide podría desarrollar una barba como la que tenía.

Una vez se sentaron las conversaciones retomaron su curso, y yo volvía a comer con total tranquilidad. Estaba apunto de abrir la boca y hacer un comentario sobre lo sucedido, pero antes de abrirla un centímetro de nuevo las conversaciones se detuvieron. Tragué y volví a girar mi cuerpo para ahora ver al drow llegar, y apenas tomaba asiento, otros dos llegaban, y uno se veía notablemente cabreado. Alcé una ceja y miré a la pareja con curiosidad, antes de que el cabreado permaneciera de pie, le entregaran un papel, y volteara justamente a nuestra mesa, a lo que sentí un poco de nervios en el momento, pero pronto logré superarlos.

Muy bien señores, tengan todos una buena tarde, este día tenemos estudiantes nuevos, algunos han sido traídos aquí por los propios maestres, sepan ustedes que esto es una oportunidad única en la vida, aquí aprenderán a usar su magia y canalizarla de una forma adecuada para no causar líos.

Esto como supondrán es un internado, al menos durante el primer año, un año en el que ustedes neofitos tendrán que poner su vida en pausa a cambio de aprender a controlar la  esencia de la urdimbre que se canaliza a través de ustedes, luego de ese primer año podrán optar por alojarse aquí de manera permanente mientras dura su formación o volver a sus vidas entre los mundanos y durmientes, pero sepan esto, si eligen volver a sus vidas, no podrán poner en riesgo el velo pues de hacerlo, las consecuencias serán severas.

Aunque aún es pronto para hablar de ellos, mi nombre es Eladamri Lorian, gran maestre de la Guardia de las sombras, aquí en la Alta mesa se encuentran los cuatro maestres que se encargaran de su formación y al fondo del comedor, en aquella mesa. - dice, señalando a la mesa donde se encontraban los estudiantes de último año. - Pueden ver ustedes a nuestros cazadores ya graduados, ellos supervisan las misiones de campo de los demás estudiantes y cumplen tareas delicadas que no se le pueden confiar a otros alumnos con menos experiencia.

El día de mañana ustedes serán evaluados y conforme a su desempeño serán asignados a una clase u otra según sus competencias, pues dependiendo de sus habilidades innatas podrían ser calificados como arcanistas o especialistas y dependiendo de ello se les asignarán los maestres adecuados.

A mi izquierda se encuentran los maestres Monique Renau y Ktavan Urulocke, ellos se encargan de dirigir la formación de los especialistas y a mi diestra los maestres Femeref Valerian y Lucian Lorian quienes supervisan la formación de los arcanistas.

No se fíen, podemos no parecer muchos, pero les aseguro que nos damos a basto y podemos formarlos adecuadamente, en ocasiones los alumnos de los cursos superiores se convierten también en guías de sus hermanos menores, sientanse libres de consultarles lo que gusten, ahora disfruten su cena, luego vayan a asearse y a probarse sus uniformes, confío en que los encontrarán bastante cómodos.  - una vez dicho esto, el gran maestre se siente a comer.

Luego de que el gran maestre toma asiento las conversaciones se reanudan pero a un volumen menor mientras una mujer se dirige a la mesa de los neofitos y tras un breve saludo deja seis sobres en la mesa con los nombres de cada uno de ustedes y luego se retira en silencio sin causar mayor conmoción entre los presentes.

Alex arrugó la nariz con el discurso. No le importaba perder un año, al fin y al cabo aún no había elegido carrera y no tenía realmente ninguna vocación por ninguna, más allá de contar historias y eso podía mantenerlo sin estudios formales. De tener que elegir de inmediato seguramente habría optado por filología, pero solo porque no se le ocurría ninguna mejor. Pero la gnoma no le había dicho nada de que esto era un internado y de haberlo sabido se lo había replanteado.

Cuando aquella mujer se acercó a dejar los sobres le hizo un gesto y le susurró una pregunta para que nadie fuera de su mesa se enterase.

- No quisiera parecer descortés, pero yo soy muy joven y no puedo desaparecer sin más sin que mi familia se preocupe. Y no tenía ni idea de que esto era un internado, la gnoma que me ofreció venir no me dijo nada. Necesitaría hablar el tema con mi familia y tener una cohartada creíble para que no piensen que he sido captada por una secta o algo así. ¿Con quién puedo hablar de este tema?

Las palabras del gran maestre extinguieron los pequeños atisbos de voces que aún surcaban el comedor y revoloteaban entre los haces de luz. Su discurso era sutil, su timbre sosegado e imponente y su voz estaba impregnada de una extraña fuerza natural que lograba someter a las voces que orbitaban en torno a ella. Tan sutil que había logrado expresar, con pocas palabras, que todos los neofitos tenían prohibida la Marcha de la Academia y que, aún fuera de esta y transcurrido el primer año, quedaban sujetos a sus designios y leyes. 

Recibo las palabras con una profunda meditación, y acto seguido a su conclusión, me levanto de la silla:

-Disculpadme un momento, voy al baño.

No espero el asentimiento de ninguno de mis compañeros para marchar con diligencia hacia los aseos, con la cabeza gacha e intentando pasar desapercibido a ojos de curiosos.

Cruzo entre las mesas conforme se reanudan paulatinamente las voces que hasta hace instantes habían envuelto el ambiente, y camuflado entre corrillos de estudiantes, me alejo hasta asegurarme que no me siguen ojos que provengan de mi mesa. Escudriño el lugar con detenimiento y busco alumnos de cursos superiores que no tengan compañía: tengo preguntas y estas deben permanecer, como yo, en la oscuridad. Realizarlas a un maestre es muy arriesgado, dada la naturaleza de las mismas.

Escuché el discurso manteniendo una mirada inexpresiva, quedándome solo con la información más importante y tratando de retener los nombres en mi memora. Aunque lo más probable con respecto a lo último es que no lo lograse. Los nombres de los maestres eran demasiado rimbombantes como para recordarlos a la primera. 

El sobre que dejó aquella mujer me despertó una curiosidad felina. No tardé en en tomarlo para inspeccionarlo primero, y después abrirlo con cuidado de no romper el contenido.