Partida Rol por web

Los diversos grupos de soldados salís en partidas distintas, a lo largo de varios días. Tu y los tuyos salís de los primeros, rumbo al Nido del Águila.

Han pasado ya casi dos semanas y vuestro destino está cada vez más cerca. Ya conoces bastante mejor a tus hombres.

Edrik es apenas un niño, un soldado Lannister que te profesa gran admiración y respeto. Adam es todo un veterano, un caballero de la Casa Lannister bastante amable y con un gusto especial por el vino. Héctor es el último de los hombres de la Casa Lannister, un gran espadachín, algo arrogante y poco social.

Los dos hombres de la guardia de la ciudad son Verios, un hábil lancero de unos treinta años con gran sentido del humor y Damian, más putero que hombre de armas.

De los dos salvajes, un hombre y una mujer, apenas sabes nada salvo el nombre de esta última, Gark. Ambos apenas os hablan y os miran siempre como si fuérais una amenaza o una molestia.

Pasáis la noche en una pequeña casa de piedra abandonada, lejos del camino que estáis recorriendo. El suelo está plagado de malas hierbas y pequeños roedores os acechan en cada esquina pero, al menos, podéis dormir bajo techo.

Cuando despiertas te percatas de que todos, salvo Verios, Gark y Edrik, aún duermen. El primero está tratando de mantener una conversación con la segunda, que lo mira como si fuera una simple pieza de caza o un animal. Del último no ves ni rastro.

 Me levanté y me acerqué a la pareja que conversaba:

 - Buenos días, ¿donde está Edrik?.

Verios, siempre con una sonrisa preparada, te mira y responde -Cuando he despertado no estaba aquí jefe, tal vez esté fuera tomando el sol todavía, si no me equivoco su turno de guardia era el último.

 Miré a mi alrededor, inquieto:

 - Despertad a los demás, vamos a buscarle. Hasta que no aparezca, que nadie se quede solo...

 Con los ojos mirando a mi alrededor, desenvainé mi acero unos centímetros. Esperaba que el mozo molo se hubiera alejado sin avisar y no le hubiese pasado nada, pero era mejor pecar de exceso de precaución, lejos de la seguridad del hogar.

Tus hombres atienden a tus palabras, especialmente Verios, y despiertan al resto con rapidez. Salid todos del lugar, algunos con las espadas desenvainadas. No parece haber rastro alguno de vuestro compañero.

Héctor y el salvaje no esperan a tus órdenes y comienzan a explorar el terreno. Es este último el que encuentra al joven. Su cuerpo sin vida yace degollado entre la maleza, a medio esconder.

 Tratando de mantener la calma, me arrodille al lado del desventurado muchacho y examiné sus manos, para ver si había indicios de que hubiese podido defenderse o haber cogido algún objeto personal de su asesino...

 - ¿A quien relevo el chico?. - Pregunté.

Damian da un paso adelante ante tus palabras -Edrik me sustituyó señor. Antes de mi guardia Adam hizo la suya. El último turno era el del joven.

Mientras tanto Héctor daba vueltas alrededor del lugar hasta que se detuvo y se agachó, recogiendo algo del suelo. Envuelta en un paño os enseña una pequeña seta -Es seta gris, Ser Gaheris, una seta con un veneno letal. No conozco demasiado sobre este tema pero, si no me equivoco, esto no crece por aquí.

 ¿Que estaba pasando aquí?. ¿Significaba que había un asesino entre nosotros?.

 - Por lo visto alguien quiere quitarme de en medio, el veneno el propio de asesino, el joven me era leal y si descubrió o sospechaba de alguien que quisiera eliminarme, el asesino sabía que no podría sobornarlo o callarlo más que de esta forma... - Pensé. También me llamó la atención que, si ser, supuestamente un experto, Héctor haya identificado inmediatamente el tipo de seta, así que no podía descartarle como sospechosos precisamente, pero si yo fuera un asesino y querría librarme de un asesinato, dejaría una pista y luego dejaría una falsa entre las cosas para colgarle el muerto. - Quiero ver vuestros equipajes, buscamos más setas de esas... - Lo que buscaba era ver la reacción de Héctor a mi orden. Aunque tampoco podía descartar que la perdida de la seta fuera accidental, en cualquier caso, tendría dos sospechosos, con suerte.

Adam y Héctor son los primeros que responden a tus palabras, sacando todas sus pertenencias de sus bolsillos y mostrándoos todo lo que llevan. No queda ni rastro de esas setas venenosas. Verios es el siguiente, aunque no le hace ninguna gracia el mostraros su equipaje. Nada raro encontráis en ellos.

Sin embargo, tras la revisión del equipaje de Verios, los salvajes se ponen a la defensiva, desenfundando sus armas, poco dispuestos a colaborar. Adam, Héctor y Damian intervienen, mostrando a la vez sus armas. Es finalmente Damian quien revisa sus enseres, buscando el veneno, mientras Adam y Héctor retienen a los salvajes.

Los objetos de la pareja salvaje son extraños y poco comunes, amuletos, cuchillos de hueso, pieles, polvos que funcionan como tinta, etc. No hay rastro de las setas.

Tras las pesquisas los salvajes vuelven a guardar sus armas y Damian se dispone a mostraros su equipaje. Cuando extiende una de sus mudas ves que en su interior hay, escondidas, seis o siete de las setas.

El hombre se queda unos instantes en silencio, aparéntemente aturdido -Mi señor, no se que hace esto aquí, no son mías.

 Extendí mi mano abierta hacia Damian, indícándole que mantuviera la calma, mientras le respondía:

 - De momento no tengo motivos para dudar de lo que dices, así que mantén la calma, muéstrame donde guardabas esa muda exactamente. No te acerques, solo señálamelo y dime, si ocupaba algún montón, que puesto ocupaba en él...

Damian, nervioso, te indica donde estaba la ropa, en una esquina, solo cerca de las pertenencias de Verios.

El grupo, con tanta variedad de orígenes, había colocado sus pertenencias según su procedencia. Los salvajes en una esquina, cerca de la puerta, los Lannister en otra y los hombres de la guardia de la ciudad en otra.

 - Verios, Damian, ¿visteis si alguien se acercó a vuestras pertenencias en algún momento durante la noche?. - Mientras hablaba, me acerqué al rincón, buscando algún fragmento de seta por el suelo, algo que indicase que se hubiesen metido o sacado en medio de la noche. Era imposible que no hubiese podido caerse algo en medio de la oscuridad.

No, mi señor, yo estuve durmiendo toda la noche-respondió Verios con rapidez.

Yo tampoco, ser Gaheris. Bueno, cuando ya amanecía Verios buscó algo en nuestras cosas-responde a su vez Damian.

Ves trozos de seta rota en esa esquina, en la de ambos soldados de la guardia de la ciudad. La muda en la que estaban escondidas las setas está sucia pero solo en el lugar donde estaban las setas y por un lateral, formando un pequeño rastro, como si alguien las hubiera sacado o metido allí.

 El comportamiento de Verios empezaba a hacerme sospechar:

 - Verios, dame tus cosas... ¿Que es lo que buscabas?.

 Esta vez quería examinarlas personalmente y muy minuciosamente. Si Verios era el culpable, él me daría sus posesiones sin problemas, ignorando mis deducciones, con suerte encontraría rastros de setas entre sus posesiones...

Yo no me he acercado a sus cosas, mi señor. Él está mintiendo, no le crea mi señor-te responde el hombre de Desembarco del Rey mientras se aleja de ti un par de pasos -allí tienes mis cosas, dale todos los vistazos que quieras pero no encontrarás nada.

 Registro bien el fardo, buscando entre las ropas y demás cualquier rastro de la presencia de setas...

 - Bueno, relájate, Verios, él tiene derecho a formular su defensa.... Por cierto, vacíate los bolsillos y cualquier bolsa que tengas por favor. No te preocupes, te compensaré las molestas, pero entiende que se trata de la vida de un hombre, la de uno de tus camaradas y debo de agotar todas las posibilidades antes de acusar directamente, entiéndelo, por favor... - Le dije con calma y tono tranquilizador. - Que todos también vacíen sus bolsillos, si no lo han hechos, para que nuestro amigo no se sienta excluido.

Verios se queda un momento quieto, callado, en silencio. A continuación da dos pasos hacia atrás, colocándose de espalda a la pared. Su siguiente acción es desenvainar el arma mientras grita -¡Matadlos!

 Desenvaino mi arma y miro a mi alrededor, observando a los demás, recordando que Héctor, que alegaba no ser un experto, reconoció la seta, lo que podía indicar que era un cómplice, junto a cualquier otro. De todas maneras, debía esperar a ver quien tomaba partido por quien antes de liarme a espadazos...