Partida Rol por web

El coche se aproxima a buena velocidad, ralentizandose a medida que se acerca. Dentro podeis ver tres personas que con aspecto cansado parecen alegrarse de veros.

En el pueblo, el ambiente se tensa al instante. Los habitantes corren a las casas y sacan los rifles, preparandose para defenderse de un posible atacante.

No es hasta que Emma toma un Megafono y grita alto cuando todos se relajan de nuevo.

¡EHH!LOS QUE SE APROXIMAN EN EL AUTOMOVIL! ¡ACERQUENSE A POCA VELOCIDAD! ¡SI HACEN ALGO RARO NO DUDAREMOS EN DISPARAR!

Elliott disminuye la marcha, como les ordenan y bja el vidrio para gritar

NO DISPAREN! NO ESTAMOS INFECTADOS! SÓLO TENEMOS HAMBRE!

Clive permanece en una de las ventanas de su edificio, con el 7.62 en sus manos, apuntando a ojo el vehículo que se aproxima, tiene pensamientos contradictorios.

Pueden decir la verdad y ser refugiados como nosotros hemos sido hasta hace unos días, gente desesperada que busca una solución a sus problemas, debe haberlos por todas partes. Claro que pueden ser peligrosos precisamente por eso, por su deseperación, en lso tiempos difíciles aparece la crueldad, y no hay nada tan humano como la crueldad.

Observo los amenzantes rifles que apuntan, desde los pisos superiores de las casas, a los recién llegados, si hay hostilidades no seremos los que pierdan. La historia ha demostrado, salvo en Austerlitz, que quien está arriba es el que gana, y ninguno de esos tres hombres es Napoleón.

La otra opción es que sean los tipejos esos que andan saqueadno por ahí a su voluntad. Ya lo averiguaremos, lo primero: las armas.

¡Arrojen las armas por las ventanillas del coche y acérquense diez metros más! ¡Ahora!

¿Y NO OS VALE SI ABRIMOS LAS PUERTAS Y LAS DEJAMOS?

NO ME GUSTARÍA JODERLA POR DEJARLA CAER.

Muy bien. Detened el coche y dejadlas fuera. Luego, cerrad las puertas y esperad novedades. Hay mas de una docena de rifles apuntandoos... os ruego que no os movais.

No sabemos quienes sois pero hay un grupo de indeseables cazadores de supervivientes como nosotros. Solo queremos comprobar que no sois parte de ellos...

Y como sabemos que no sois vosotros de esos saqueadores y nos matareis en el momento que dejemos nuestras armas?

Dice Angel viendo que le apuntan muchas armas y le piden que deje sus pistolas en el suelo para estar a merced de desconocidos.

El científico tiene nervios de acero. Lo ha demostrado en cientos de ocasiones. Pero está a punto de apretar el gatillo cuando el extraño individuo del exterior se atreve a poner en tela de juicio las órdenes dadas.

Más te vale obedecer amigo, cuántas más bocas haya que alimentar, menos tiempo de supervivencia. Así que no te la juegues...

¡Será posible! ¡No obedecen! ¿Quiénes se han creído que son?

Tengo intención de quitar el seguro, lo haría si no fuera porque ya lo he quitado, no recuerdo exactamente cuándo, pero he debido de hacerlo en algún momento. La situación me está poniendo nervioso y ya les apunto con intención de añadir unas tumbas más a la parte de atrás de la casa.

¡No están en condiciones de dar órdenes! ¡Tiren las armas! ¡Si obedecen no sufrirán daño alguno!

Mi rifle apunta al conductor, pues estoy calculando -con mucha frialdad, tanta que hasta me doy miedo- que si matamos al conductor no tendrán tiempo de ponerse al volante y huir, así pues es a él a quién apunto.

Cita:

¡Mírenlo como quieran! -grito furioso- ¡Nosotros - me señalo con el dedo y luego a ellos- estamos arriba y ustedes abajo! ¡Tiren las armas!

Se lo ha ganado a pulso, por gilipollas.

Compañeros que hacemos? Estos no me gustan nada se comportan como matones, casi prefiero a los zombies, pero por otro lado si intentamos huir nos cosen a tiros.

Les dice por lo bajo Angel a sus compañeros un poco nervisos viendo la poca paciencia de los que les apuntan y lo poco que le gusta eso.

Yo lo tengo claro, prefiero mil veces la compañía... necesitamos comer.

Descargo mi arma y abro la puerta un poco, dejando la pistola en el asfalto.

Una vez cerrada de nuevo la puerta empujo los cargadores del asiento al suelo del coche.

Al menos esto si que es mío, tendrán el arma, pero no MIS balas.

Muchachos, hagan lo que ellos dicen, si son de los cazadores de sobrevivientes... se arrepentirán de meterse con un hombre de familia...

Con desgana saca sus dos pistolas y les quita el cargador, abre la puerta lentamente y deja los dos cargadores y las dos pistolas.

Bien, muy bien hecho. No queremos problemas pero debeis entendernos. Los grupos que hemos quedado entre los Zetas y las Rocosas tenemos que sobrevivir. Algunos no ponen mucho empeño y cazan otros grupos...

La mujer manda un joven atletico y delgado a la carrera a recoger las pistolas que habeis dejado en el suelo.

Cuando vuelve al lado de la lider, esta os indica que os acerqueis con el vehiculo.

Lidia también está entre los que apuntan desde una ventana a los recién llegados, pero no puede dejar de pensar que hace unos dias apenas, eran ella y sus vecinos los que estaban llegando en un carro, contentos de ver un lugar que parecía seguro y preocupada de que esta gente no quisiera saquearlos a ellos. Cree entender cómo se sienten los nuevos. Pero igual podrían ser espías de un grupo de saqueadores de esos, ¿cómo saberlo?

Elliott se baja del carro, hace rato no ponía pie en tierra firme y estirar las piernas le hace bien. Es un negro imponente, con mala cara, pero sus actos no revelan agresividad, más bien cansancio.

Miren, sólo queremos comer algo, tal vez dormir unas 6 horas y seguir nuestro camino a las rocosas, no queremos hacer del desierto nuestro nuevo hogar... vale?

¡Dios! Por fin han razonado, menos mal, aún no he disparado contra nada desde que toda esta pesadilla empezó, y no me gustaría hacerlo.

Pongo el seguro al arma, retiro el cargador, saco la bala de la recámara y vuelvo a colocarla en el cargador. Me paso la correa alrededor del cuello y me guardo una pistola en la funda. Bajo las escaleras y salgo a la calle, con el rifle en la espalda y las manos toquiñeando la agenda eléctrónica, dispuesto a tomar notas de todo lo que se les pregunte. Cuando estoy a veinte pasos de ellos me quedo quieto, esperando a los demás.

Gunnar se una el grupo junto con su esposa. Vamos querida, no debemos separarnos.

Cuánto me alegra de que estemos juntos en esto...

 A pesar de todo, el hombre de origen sueco no destaca por sus dotes de comunicación ni negociación, por lo que dejará que sean otros los que inicien el contacto social con los foráneos.

Tal vez nunca antes había habido tanta desconfianza entre individuos de la misma especie.

Elliott, entra en el coche y ve despacito, creo que ya podemos...

Digo con tono cansado.