Partida Rol por web

Como siempre, saqué mis pequeños cascos musica del bosillo y me puse el pinganillo de uno de ellos en el oido derecho mientras caminaba con el grupo. El pulgar sobre el MP4, el volumen a tope. El grupo... ON FIRE.

Los pasos decididos, todos nosotros en línea por los pasillos de la nave haciéndolos repiquetear con nuestros pasos. Había llegado la hora de ponerse en marcha, de la acción, de los rituales de preparación para el combate. El cigarro de la oreja, ahora en mi boca, la brasa al rojo vivo, el humo saliendo por la nariz en grandes nubes como un dragón. Éramos "EL GRUPO", sin mariconadas, íbamos a por todas. Se notaba en el aire, la profesionalidad, la confianza, la camaradería. Media sonrisa aflora en mis labios. Nos vemos ahora, he de preparar mis trastos. Me desvio por una escotilla lateral que lleva a nuestras taquillas con la sonrrisa y el pitillo en mis labios.

El código. A la primera, la taquilla se abre. Dentro, como un aniquilador, mi Hellgun espera. Un arma cojonuda, una suerte de la ostia haberla conseguido. Me quito la chaqueta y coloco la pistolera sobaquera con sus cinchas. Bajo un sobaco la pesada Orthiak Mark IV, el otro lado, los cargadores triples. La guerrera por encima de nuevo. Ahí no pasaba nada, nada de nada. Todo Cool, sin problemas. Humo del tabaco por todas partes. Tomo el rifle en mis manos. Lo pongo a punto con rápidos movimientos, tomo su munición y la coloco en una bandolera que me cruza la guerrera de las Tropas de Seguridad de las Naves Negras. El rifle al hombro, es hora de ponerle sus trastos. Vamos allá... Enciendo otro pitillo con las brasas del anterior.

Los colegas están ya junto a las cajas de munición. Una pasada de trastos. Rápidamente, con el rifle apoyado sobre su culata en mi pierna, le pongo la mira laser y el lanzallamas acoplado en su montura de acoplamiento. Para la pistola todo jarto. La saco de su cartuchera con un rápido movimiento, le coloco la mira laser bajo el cañón, y el selector de munición. Todo un cacharro de la muerte. La espada con monofilo, al cinto. Estábamos listos. Preparados. La música sonando en mis oídos por todas partes. La ansia de la acción apretando el estomago en una agradable sensación. Todo listo compañeros.

No había más que decir. Todo listo. TODO LISTO. TODO-LISTO. A por todas.

Como respuesta a la pregunta de Anton el Dr. Linus sacó de su caja una escopeta de tal manufactura que dejó boquiabierto al tecnosacerdote, y una pistola pesada de idéntica belleza. Armas con orgullosos espíritus máquinas y muchos milenios de servicio fabricados por un maestro del sacerdocio de Marte en épocas ya olvidadas. Su presencia no dejó indiferente al encargado de la armería. El acólito comprobó su estado, perfecto, y se pertrechó con ellas.

Nicodemus empieza a revisar las cajas, ya porta algunas armas y la armadura con el extra de las botas y el cierre de vacío es bastante pesada: Escoged el equipo con cuidado, un exceso de peso puede limitar nuestros movimientos.

Sí, es un equipo pesado -les dijo el acólito- si alguien quiere puedo levar parte del equipo en mi traspaleta. Soporta grandes cantidades de peso.

¿Acababa de oír lo que acababa de oír? ¿Llevar una puñetera transpaleta a la misión? Trono dorado. Me di la vuelta dando la espalda un segundo al doctor, y mirando a mis compañeros arqueo una ceja mientras dejo caer la ceniza del pitillo al suelo. Haciendo pinza dos dedos al entrecejo, sobre el puente de la nariz. Cuando me vuelvo mi sonrisa con gesto divertido está rematada por el tipillo en la comisura de los labios. Doctor... ¿Comprende que ahí dentro probablemente nos enfrentaremos a cosas que nos quieran hacer daño verdad? Le digo como si se lo plantease a un chaval. Cosas... que igual nos hagan tener que correr. ¿No? Y que pasaremos por lugares estrechos como mamparos, escotillas de servicio y demás... ¿Es consciente de ello? Esperé mirándole mientras le sonreía. Una sonrisa que sin lugar a dudas no mostraba amabilidad, sino una sensación fría y calculada.

No creo que unos cuantos rebeldes, en caso de que los haya -añadió-, supongan una amenaza para acólitos tan experimentados y valientes como ustedes. Necesito la traspaleta para las recogidas de muestras e información. Su maestro estuvo de acuerdo en este punto. Esa nave tiene pasillos en amplios en la mayoría de sus cubiertas, está traspaleta está diseñada para su su uso en naves y entra por la mayoría de las escotillas. Yo me ocupo de ella, si es lo que le molesta.

No no, no se confunda, no me "molesta". La mano al pelo echándolo para atrás de nuevo, dejándolo un poco en punta. Porque en caso de que las cosas se pongan muy malas, todo el mundo será responsable de sí mismo. ¿Entiende? Esta es una misión compleja en la que no vamos a tener tiempo para hacer de niñeras, así que no podremos asegurar su seguridad y bienestar doctor. Y el hecho de que arrastre una transpaleta puede que le ponga en una situación muy desfavorable. Pero bueno, es cosa suya. Dicho lo cual dejé al doctor con su tema, su querida transpaleta, que al menos esperaba que tuviera turbo para subirse a ella y volar a toda velocidad. La idea del doctor sobre aquella cosa conduciéndola como un loco me hizo reírme, quizás más alto de lo que hubiera debido. Jajajajajajaj. Perdón, cosas mías. Me disculpé ante los presentes mientras me ajustaba la armadura anti-frag de color gris a juego con el uniforme que llevaba.

Nicodemus había puesto a un lado su vieja "Picadora de carne"; odiaba no poder llevársela pero el exceso de peso de la armadura le podía restringir los movimientos si se cargaba demasiado. De pronto el doctor comentó su idea de llevar esa especie de plataforma para carga y su disponibilidad para incorporar peso.

- Recalco lo dicho por mi compañero, en caso de necesidad puede que tengamos que dejar la transpaleta atrás....pero mientras acepto su ofrecimiento y añado mi vieja escopeta.

Linus recogió al escopeta y la observó un instante, valorando su peso y consistencia, después abrió un cajón lateral y la guardó allí.

El experto
Camaradas

Un ordenanza acompañó a los acólitos hasta otro de aquellos pequeños vehículos adaptados para circular por el interior de la nave. Un querubrín abría la marcha indicando el camino a seguir entre aquellas cubiertas llenas de operarios que ultimaban los preparativos. Muchas de las compuertas se hallaban cerradas, la tripulación sellaba los compartimentos por si una brecha en el casco provocaba una fuga. Se dirigían al hangar principal de babor, donde les estaban esperando los hydrex y las tropas asignadas. El hangar estaba muy activo, había despegues y aterrizajes constantes.

Los hydrex eran los transportes de ocho plazas (piloto, copiloto, operador/artillero y cinco pasajeros) que se les habían asignado para llegar hasta la Ejulve, eran naves que emitían muy poca señal energética, ideales para un acercamiento sigiloso. En la Ejulve no se percatarían de su presencia hasta que ya estuvieran encima. Junto a ellos, ajustándose las armaduras y comprobando las armas, estaban los soldados. Eran un total de 20 hombres, cuatro pelotones compuesto cada uno por 4 soldados y un suboficial. En su mayoría procedían de mundos colmena, elegidos por su familiaridad con la tecnología. Jóvenes, pero lo bastante mayores para haber participado en batalla, algunos mostraban heridas de guerra e incluso condecoraciones al cuello. Su uniforme les identificaba como pertenecientes al 7º Regimiento de asalto del 14º de Dilius. Dirigieron miradas nerviosas a los acólitos, aunque no se amilanaron por su presencia y siguieron equipándose. Cuatro de las naves ya habían sido "reclamadas" por ellos, mientras en la quinta sólo permanecían los miembros de la tripulación.

Nicodemus mira a los guardias mientras se preparan, recuerda a los grupos de acólitos antes de entrar en Sinophia Magna....espero que esto no se convierta en el mismo infierno...

Con paso firme se dirige al jefe: Suboficial, agradecemos el apoyo que nos prestan. Vamos a llevar a cabo nuestra misión como nos han ordenado y vamos a volver enteros. Si ahí dentro tiene alguna sugerencia o necesitan algo no dude en hacérnoslo saber.

Nunca estaba de más dar moral a las tropas y estaba seguro de que ese hombre sabía más de tácticas de guerrillas que ellos.

-Celebro la presencia de estos guardias, un poco de apoyo nos vendrá bien. ¿No crees?-

comentó por lo bajo con su camarada psíquico. La presencia de la carne de cañón podría ser, en cierto modo, tranquilizadora. Sobre todo si iban a abordar una nave de experimentación en la que habían sucedido cosas "extrañas" y que, Slavick imaginaba, era depositaria de todo tipo de secretos.

Hummm, parecen profesionales, tienen buena pinta. Espero que cuando empiece el tiroteo sepan comportarse como es debido.

Pues un poco de información no sería mala idea -el que habló era un capitán de la Armada Imperial, piloto de uno de los hydrex, se tomó una pausa antes de añadir-, señor. No nos han dicho nada, sólo que debemos acompañarles hasta un pecio espacial, y nos han armado. Pero nadie nos ha explicado nada. Si no sabemos qué hay que hacer, no lo podremos hacer bien...¿no cree?

Los soldados se reunieron en torno a él, dando su aprobación a las palabras del piloto. Era evidente que estaban nerviosos al no saber nada. Si había una batalla en perspectiva, ¿por qué a ellos les destinaban a otra parte?

- Comprendo, dice el arbites mientras se lleva la mano al mentón y lo frota....a mí tampoco me gustaba ir a ciegas pero debemos ser cautelosos...Les diré lo que deben saber: Parece ser que la Ejulve contiene elementos rebeldes, debemos entrar para recuperar información importante de lo que pasa en el planeta y asegurarnos que no se vuelve contra nosotros en la batalla que se avecina. Dado que no sabemos quién es rebelde y quién no, debemos preguntar antes de disparar ¿entendido?

Por supuesto -respondieron los soldados.

¡Suficiente, muchachos! -cortó uno de los sargentos- Subid a los transportes, hay que abordar esa nave antes de que empiece la batalla. Los señores de la Inquisición tienen prisa.

El capitán Axelrod iba a ser su piloto, les acompañaban el copiloto y el operador/artillero. Entraron por una puerta presurizada de eje horizontal: los tres acólitos, el Dr. Linus y la traspaleta. Aún sobraba un asiento, pero cuando la puerta se cerró, quedó claro que nadie más iba a volar en aquel hydrex. La tripulación hizo las comprobaciones, dieron el visto bueno al despegue...y no despegaron. Pasaron un par de minutos y los cinco hydrex seguían detenidos en el hangar, con operarios de la Orgullo a su alrededor, realizando otras tareas en el hangar.

Una vez dentro de la nave, me acomodé en el asiento y me abroché los arneses de protección. De nave a nave, eso es lo que me gusta, las misiones en tierra nunca han sido mis favoritas. Lo cierto era que cambiar de nave para mí era como cambiar de planeta para mis compañeros. Yo disfrutaba con la sensación del vacío, con el tacto de los mamparos de metal que poder tocar, con el sabor del aire de cada nave... Extraje un nuevo pitillo y me lo coloqué en la boca, sin encenderlo, sabiendo que no era recomendable fumar en aquellas latas de sardinas que nos iban a llevar al otro lugar. Jugueteaba tranquilamente con mi encendedor, un Zippo conseguido en una partida de cartas que descaradamente amañé con mis poderes hace ya bastantes décadas. La idea de aquella noche me izo sonreír. Pobres ilusos, todos pensando en que me desplumarían como a un estrutido... "CLING, CLANG. CLING CLANG" Hacía el Zippo cuando lo cerraba y lo abría en mis manos.

- ¿Qué ocurre capitán?, pregunta Nicodemus pasado un minuto

No te preocupes Nicodemus, estas cosas suelen pasar, quizás un cable suelto o la ignición falla o cualquier otra cosa... No era raro que las naves de transporte fallaran en el último momento, los temas del espacio eran caprichosos. Apoyé la cabeza contra el reposacabezas, el Zippo, siempre presente seguía sonando "CLING, CLANG. CLING CLANG". Cerré los ojos mientras le daba un codazo amistoso a Slavick. Quizás deberíamos haberte pedido que repasases tu los elementos mecánicos de la nave, seguro que entonces hubiera arrancado a la primera. !Ja!

No estoy seguro -contestó el piloto- teníamos la pista libre y ahora no nos dejan abandonar el hangar. Intento que me aclaren lo que ha...

Una explosión y un temblor en la nave cortaron al piloto. Sonaron alarmas y los operarios se miraron nerviosos. Axelrod preguntó por radio qué estaba pasando. Un grupo de marinos, equipados con mangueras y trajes de vacío apareció en la cubierta de vuelo. No parecía haber daños dónde ellos estaban. A excepción de la explosión todo parecía en orden en la estructura de la nave.

Atención. Grupo de extinción de incendios, acuda al hangar D24. Cubierta E. 
Equipo de control de daños, acuda al hangar D24. Cubierta E.

Pasaron otro par de minutos. Axelrod, el operador y su copiloto intercambiaban palabras con la torre de control. Nerviosos por lo que estaba ocurriendo. Un grupo de cazas espaciales ocuparon la pista, y pese a que los equipos de la Inquisición tenían prioridad, despegaron.

Nos han lanzado un torpedo -dijo el piloto.
¿Quién?
No lo saben.-contestó Axelrod- El proyectil salió de la nada. Varios, en realidad. A nosotros sólo nos ha dado uno. Al Stigia le han colado siete, la están evacuando...
Debe de haber sido alguna nave con camuflaje.
Pues de un golpe nos han destruido un crucero ligero...