Partida Rol por web

Harvaka 1, Tierra de Piratas.

Capitulo 107. Trazando una Ruta.

Cargando editor
15/11/2017, 21:07
Director

Amaneció demasiado pronto para todos. El alboroto  en los jardines de palacio se hizo palpable a través de los ventanales de las estancias donde los invitados al convite pernoctaron durante las horas finales de aquella ajetreada noche. No fue diferente en la zona donde estaba ubicado el barracón donde Gorbagog, Tulius y Kronan pasaron la noche.

La guardia real se había presentado muy pronto escoltando al Primer Juez de Catán. Conocedor de la noticia del magnicidio a través de una paloma mensajera, había emprendido el camino desde Alejandría a última hora de la noche, para estar en Peregasto poco después del alba. La guardia de la casa Dolfini estuvo muy ocupada durante todo el transcurso del día, dejando bastante libertad a los tres extraños invitados a los barracones.

Kronan por su parte se mantuvo abstraído durante casi todo el día. Pudo contener mejor sus sentimientos encerrados en su interior, aunque de tanto en cuanto sus ojos se enrojecían y algún sollozo indicaba que seguía sin estar bien del todo. Por su parte el gran trasgo y Tulius decidieron mantenerse al margen y esperar instrucciones.

Los turnos de preguntas interrogatorios y recopilación de pruebas duraron hasta bien entrada la tarde. Hasta ese entonces su anfitrión estuvo muy ocupado dando un sinfín de explicaciones. Sus invitados fueron abandonando la villa a medida que el Juez les iba dando permiso. El propio Lord Petrus Fillus se marchó muy molesto con su buen amigo Ediberto Dolfini, pues no sólo había desaparecido su esposa durante la gran confusión de la noche anterior, sino que sin duda habían huido junto a ella dos de sus sirvientas.

En eso fue fiel el buen señor de Peregasto. Flajnagar, Grudvik, Ragnar, Jaranike, Dalla e Idunna permanecieron todo el día ocultos, en unos aposentos secretos en el subsuelo del edificio. Por su parte, Daito y Nadja tuvieron tiempo de hablar, pues no salieron de sus aposentos para nada a excepción de para ir a almorzar y para preguntarle a Zelandor por Sid.

El capitán mestizo no quiso hablar con la pelirroja, ni el con el norteño. Posiblemente seguía molesto con lo sucedido durante la noche anterior o quién sabe si arrepentido o avergonzado. Lo cierto fue que hasta bien entrada la tarde no tuvieron noticias de Ediberto Dolfini cuando los reunió a todos en una amplia estancia repleta de cómodos sillones y una larga mesa en el centro de la misma.

Allí se habían reunido todos los norteños, Flajangar y los dos hermanos Grotinger, incluidas las mujeres rescatadas de las zarpas de Lord Petrus y la inseparable compañera del pelirrojo, Jaranike. Gorbagog, que también estaba allí conocía bien a Dalla e Idunna, eran amigas de su amada de ojos verdes y aunque se encontraban con sus paisanos, aquellos que por edad y cercanía deberían haberse convertido en sus maridos, tuvieron alguna mirada y gesto cariñoso hacia el gran trasgo. También fueron convocados a la reunión Zelandor y Sid, al igual que Tulius y el enano. Era Ediberto quien presidiría la reunión y quien debía dar explicaciones de todo lo que había acontecido durante la jornada.

- En primer lugar, decir que Lord Petrus piensa que Elsabeth, su esposa ha huido de su lado junto a vosotras. – Señaló a las kronvaskrianas. – Le he convencido para que no os busque… esclavos tan rebeldes no valen la pena… - Sonrió Ediberto. – Ahora quiero saber qué es lo que tenéis pensado hacer. – Les preguntó.

- Regresar al norte. – Respondió escuetamente Flajnagar.

- Lo suponía… - Ediberto resopló. Aquel hombrecillo de patas y brazos largos no tenía ni idea de cómo llegar a casa. - ¿Pero cómo piensas hacerlo? ¡No es tan fácil, estamos al otro lado del mundo! – Expuso.

- Me ofrezco para llevarles en mi fragata hasta donde quieran. – Intervino de improvisto Sid Ben Jezheri.

- ¡Ahora empezamos a hablar! – Sonrió el señor de la villa. – Llegar hasta el puerto no debe de ser difícil y si embarcan contigo no habrá problema alguno con ojos curiosos.

- Sid… - Habló Zelandor. – Si no te importa, me gustaría viajar al lado de Daito y Nadja. Me interesa lo que está planeando ese elfo. Quiero dar con él y descubrir que trama.

- Lo suponía Zel. – Sid meneó la cabeza. – Eres libre de ir donde te plazca, amigo. Sólo espero volver a verte algún día.

- ¡Sin duda! – Afirmó estrechando con fuerza la mano de su hasta ahora capitán y amigo.

- ¿Vosotros? – Le preguntó Dolfini a los tres extraños acusados y absueltos de la muerte del rey.

- Yo iré sin dudarlo. – Afirmó Tulius. – No puedo dejar a ese cabezota solo. No sobreviviría demasiado. – Bromeó.

- Yo también iré. – Habló el enano con una voz cavernosa y solemne. - Tengo una cuenta pendiente con Anwalën Manewë.

- Ya me pronuncié en su momento. – Dijo Gorbagog. – Iré.

- Está bien. – Ediberto recapituló. - Tenemos por un lado un grupo que marchará al norte huyendo de la esclavitud encabezado por el buen Sid Ben Jhezeri y el resto, un grupo muy variopinto viajará hacia quien sabe dónde a dar caza a ese malavado elfo de ojos extraños. ¿No es así? – Ediberto Dolfini estaba fascinado con todo lo que estaba aconteciendo. Parecía haberse convertido en un crío que disfrutaba con fantasiosas historias. – Como ya os propuse, si estáis de acuerdo, os llevaré a consultar a una pitonisa que conozco bien. A buen seguro os dará alguna pista acerca de dónde empezar la búsqueda. ¿Pero antes, tenéis alguna pregunta o petición?

Notas de juego

Estaría bien alguna interacción entre personajes. 

Nadja podrías tener unas palabras con Sid, siempre te ha ayudado y le has rechazado definitivamente. está triste y se marcha igual no os volvéis a ver y es tu amigo de la infancia.

Daito... deberías despedirte de tus colegas norteños.

Gorbagog... habla con Tulius, es tu colega!

Y haced alguna pregunta a Dolfini. Seguro que vuestros pj's tendrán curiosidad sobre como ha quedado lo del rey y la investigación del juez!

Cargando editor
17/11/2017, 14:10
Nadja la Roja

Escucho atentamente todo lo que se decía allí, y sintió una punzada de... no sabia muy bien que, al escuchar a Sid, ese hombre que hacia días que ni la miraba, ni le dirigía la palabra, pero tenia intención de cambiarlo, después de todo habían sido amigos desde siempre, no quería que todo acabase así.

-Sid, tengo que hablar contigo a solas, y no aceptare un no por respuesta, y luego también tengo que hablar con el señor Dolfini- lo miro -no se vaya muy lejos-

 

Cargando editor
17/11/2017, 16:00
Director

Nadja necesitaba hablar en privado con dos de los allí presentes. Uno de ellos era el propio anfitrión de todos ellos y el segundo alguien a quien conocía bien. Una de las personas en las que más había confiado nunca y desde luego su más antiguo amigo, al menos de todos los que allí se encontraban.

Pese al halo de tristeza que rodeaba a Sid, la capitana notó cierto destello en sus ojos cuando le propuso aquel encuentro. Evidentemente no había sido un buen desenlace para las pretensiones que albergaba con ella, pero lo que Nadja pudo deducir de la mirada del mestizo fue que pese a todo no le guardaba rencor y que como siempre había sido, mantenía su amistad con él.

Sid no dudó en aceptar lo que la pelirroja le proponía y aunque no lo dijo con palabras una leve inclinación de cabeza le bastó a Nadja para saber que tendría esa reunión antes de despedirse hasta quien sabe cuándo. Era todo lo que podía pedirle a Sid, ya había hecho demasiado por ella, no podía pedirle nada más salvo unos pocos momentos a solas por tal de arreglar las cosas entre ambos.

- En cuanto concluyamos esta reunión seré todo suyo, Nadja. – Respondió Ediberto rompiendo el nexo que se había creado entre las miradas de la capitana y su amigo de la infancia y que les había abstraído por unos instantes de todo lo que les rodeaba a ambos. - ¿Alguien tiene alguna duda, petición o sugerencia?

Cargando editor
17/11/2017, 18:10
Daithoborgh "Daito", hijo de Theodo

Como de costumbre, un simple gesto de cabeza de Daito fue suficiente para poner en marcha a los antiguos miembros de su tripulación.

En una exhalación el grupo al completo de los norteños, incluyendo a las dos muchachas que se limitaron a seguir a sus camaradas se encontró rodeando a su capitán.

-Nos ha costado la vida de hermanos nuestros, nos ha costado sangre propia y ajena, sacrificios y dolor, pero al final hemos llegado aquí, al final de este viaje que emprendimos hace ya 3 años.

Se tomó unos segundos para mirar a sus camaradas sin tratar de disimular el orgullo que sentía por ellos.

-Habéis luchado con ferocidad y honor por lo que juramos luchar y ahora es tiempo de recoger las recompensas y el botín. 

-Ragnar y Grudvik. en vuestras manos deposito a estas dos hijas del norte. Se que no es necesario que lo diga porque se que darías la vida por protegerlas. Flajnagar encabézalos con sabiduría. Guía sus pasos como buenamente puedas y tratad de reuniros con el resto antes de emprender la vuelta a casa. A partir de ahora sois los dueños de vuestro propio destino, puesto que yo dejo de ser vuestro capitán para enrolarme en este último viaje para tratar de recuperar a Elsabeth. y vosotras dos-Dijo en un tono menos marcial y autoritario que al resto, mirando a aquellas dos muchachas que parecían no haber asumido todavía su nueva libertad-Lamento no haber tenido más tiempo para hablar con vosotras, para escuchar todo lo que guardáis dentro y es necesario que liberéis. Me hubiese gustado estar ahí para guiaros hasta casa, peor estos que vosotros conocisteis como carpinteros o panaderos se han ganado con todas las de la ley el título de guerrero del norte. Sus manos han empuñado la espada por nuestra gente y se que os llevaran salvas al hogar. Y con respecto a Elsabeth, yo mismo me encargaré de enviarla de vuelta, o pereceré intentándolo. 

Cargando editor
17/11/2017, 19:46
Flánajgar

- Será un placer guiar a los que considero mis hermanos hasta casa. – Dijo un emocionado Flajnagar. – Más ahora que han encontrado a las mujeres que debieran convertirse en sus esposas. Más ahora que yo he encontrado tan lejos de mi hogar a la mujer que me hará feliz.

El pelirrojo Cascarrabias miró a Jaranike, la cual no se separaba de su lado y la agarró de la mano tirando de ella hasta obligarla a fundirse en un abrazo con él. Entonces la besó en la frente y ella no pudo hacer otra cosa que enrojecer y encogerse muerta de vergüenza.

- Jaranike no le guarda rencor, Dolfini. – Dijo entonces con tono severo aquel norteño. – Es una mujer increíble que sabe perdonar. Su diosa patrona Gavhet, proclama el perdón como la redención del hombre. -  Flajnagar frunció el ceño y le miró de forma inquisidora. – Yo no creo en Gavhet, Gorant el Gris me enseña a defender a los míos. Yo no le perdonaré tan fácilmente lo que le hizo.

- Lo sé. – Respondió apesadumbrado el señor de la Villa. – Me habéis enseñado que el camino que llevaba hasta hace no más de unas semanas no era el correcto. Sólo espero que te lleguen noticias sobre mí al norte y cuando hasta tú me perdones, si encuentre esa redención de la que hablas.

Flajnagar asintió con la cabeza. Había aceptado el trato que Ediberto Dolfini le acababa de proponer. Fue entonces cuando Daito se abalanzó sobre el más antiguo de sus amigos. Sobre el único hombre con el que inició aquella aventura que aún conservaba la vida y se fundió en un sincero abrazo.

- Te echaré de menos Daithoborgh hijo de Theodo. – Le dijo Flajnagar al oído. – Vuelve a casa con Elsabeth. Prométemelo.                                                                            

Cargando editor
18/11/2017, 11:36
Gorbagog, alias "Scipio Luciusis"

Vamos a ver esa pitonisa, aunque no creo mucho en los poderes sobrenaturales - comentó de forma algo sarcástica Gorbagog. Seguramente será un farsa, pero Ediberto Dolfini parece hablar seriosamente.

¿Qué tal el día Tulius? ¿Crees que esa pitonisa nos ayudará? - dijo en tono jocoso Gorbagog, que ya podía volver a usar su nombre de persona libre.

Daito era el prometido de Elsabeth, pero parecía actuar más por compromiso que con verdadero amor, mas bien parecería que Daito estaba mas interesado en la pirata por como habían actuado antes de ir a dormir. Nadja, a su turno, parecía interesada en ese hombre llamado Sid. También se percató del tono tajante, solemne y algo categórico de Daito para con sus amigos norteños - observó Gorbagog - de todos ellos sólo conocía Daito, del que había oído hablar pero no había visto nunca hasta la noche en que el rey murió misteriosamente. Nadja igualmente. También estaban, para su tranquilidad, las dos compañeras de Elsabeth: Dalla e Idunna.

Tulius - dijo Gorbagog aparte - ¿tú crees que podemos confiar en Nadja y Daito? El enano, a su turno, parece algo más tranquilo después de la conversación que tuvimos esta noche y haber descansado más o menos bien.

Ediberto - dijo Gorbagog ahora al señor Dolfini - perdone si le llamo por el nombre de pila, ¿nos da el visto bueno al grupo? ¿Cómo nos ve? Sea sincero, por favor. ¿Nos ve con posibilidades de éxito?

Por lo visto Dalla e Idunna ya estaban fuera de peligro, aunque tampoco se veían muy satisfechas con sus promesos respectivos, a decir verdad. Así que su cometido se había reducido a la práctica a salvar Elsabeth por el momento.

Una pregunta - añadió Gorbagog para Ediberto Dolfini - ¿ya ha dictaminado el juez? ¿Ha culpado a los trasgos? ¿Se ha dicho alguna cosa sobre el maléfico, misterioso y escurridizo elfo? Quizás nos ayudaría más esa información que la de la supuesta vidente.

Cargando editor
19/11/2017, 13:39
Tulius

Vamos a ver esa pitonisa, aunque no creo mucho en los poderes sobrenaturales - comentó de forma algo sarcástica Gorbagog. Seguramente será un farsa, pero Ediberto Dolfini parece hablar seriosamente.

¿Qué tal el día Tulius? ¿Crees que esa pitonisa nos ayudará? - dijo en tono jocoso Gorbagog, que ya podía volver a usar su nombre de persona libre.

- ¿Sinceramente? – Preguntó Tulius de forma retórica. – No creo demasiado en la adivinación. Sé que hay seres poderosos en el mundo capaces de emplear la magia como se narra en las historias de hace siglos, pero no creo que una bruja pueda adivinar nada. – Tulius miró a su rejuvenecido amigo con una sonrisa en los labios. – Apuesto a que no es más que una estafadora con mucha labia… 

 

Daito era el prometido de Elsabeth, pero parecía actuar más por compromiso que con verdadero amor, mas bien parecería que Daito estaba mas interesado en la pirata por como habían actuado antes de ir a dormir. Nadja, a su turno, parecía interesada en ese hombre llamado Sid. También se percató del tono tajante, solemne y algo categórico de Daito para con sus amigos norteños - observó Gorbagog - de todos ellos sólo conocía Daito, del que había oído hablar pero no había visto nunca hasta la noche en que el rey murió misteriosamente. Nadja igualmente. También estaban, para su tranquilidad, las dos compañeras de Elsabeth: Dalla e Idunna.

Tulius - dijo Gorbagog aparte - ¿tú crees que podemos confiar en Nadja y Daito? El enano, a su turno, parece algo más tranquilo después de la conversación que tuvimos esta noche y haber descansado más o menos bien.

- Al enano lo mueve el rencor. – Habló Tulius entre susurros tratando de que Kronan no le escuchara. – Está determinado a vengar a su hermano y a sus amigos. No hay sentimiento más poderoso que la ira. – Rió. – Daito me parece un hombre noble. Mató a Jargar y eso no lo olvido, aunque sin duda fue debido a un error, a una confusión. Sus intenciones parecen buenas… - Miró de reojo entonces a la capitana pelirroja. – Ella… - Dudó un instante. - …es una pirata. Una de las famosas. Conocía su nombre antes de la noche pasada. Traía de cabeza al Imperio Rojo... No sé hasta qué punto podemos fiarnos de una pirata.

Cargando editor
19/11/2017, 13:59
Ediberto Dolfini

Ediberto miró sorprendido a Gorbagog. No esperaba una pregunta de aquel calado por su parte. Aquella corta noche parecía haber causado un gran cambio en el gran trasgo. De ser un indivudio sumido en la locura y la desesperación, un ser que se había tornado irracional a causa de las desgracias que sin duda le habían superado, había pasado a mostrarse como alguien sosegado, correcto y diligente, que se mostraba colaborador y coherente. Parecía que la idea de embarcarse en la misión que se le ofrecía en busca de la mujer a la que amaba desesperadamente, le había devuelto la cordura.

- Si, no quedó duda alguna que los causantes del magnicidio fueron ajusticiados por mis hombres y por los oportunos Daito y Nadja. – Dijo Ediberto y aunque parecía muy convencido de sus palabras, ciertas miradas de nerviosismo y ciertos gestos que Gorbagog captó, le llevaron a la conclusión de que no decía toda la verdad. – Creo que sois un grupo muy variopinto. Tú te mueves por instinto y por amor. Tulius por la gran amistad que hacia ti profesa, además de por querer salvar su culo… - Sonrió Dolfini. – Kronan se mueve por venganza. ¡Y que venganza! – Exclamó. – Nadja se mueve por lealtad hacia Daito y Daito lleva tres años buscando a  esa joven, nada le detendrá ahora que está tan cerca. En cuanto a nuestro amigo de orejas puntiagudas… - Dudó unos momentos enfocando al elfo con su único ojo. – De todos es quien más me cuesta encontrar sus motivaciones, pero creo que lo hace por simple curiosidad. Un ser tan longevo como un elfo, necesita a veces retos para conseguir que su existencia no se torne monótona y aburrida. Es un buen reto. ¿No es así? – Zelandor inclinó la cabeza concediendo validez a la teoría desarrollada por el señor de la Villa para su propio regocijo. – Un grupo movido por tantos y tan diferentes motivos, tiene sin duda posibilidades de hacer lo que quiera. –Sentenció.

Cargando editor
20/11/2017, 16:10
Kronan

- No fue así… - Intervino el enano. – Usted lo sabe. Sabe que todo fue cosa de Anwalën. ¡De ese demonio!

Kronan respiraba de forma entrecortada. Una vena se hinchó en su cuello producto de la rabia y la tensión. Estaba disgustado con aquella falacia. Estaba indignado ante la idea de que el elfo que tanto daño le había causado a él y a los suyos volviera a salir impune. Estaba encolerizado de saber que le cargarían el muerto a otro, con tal de favorecer los intereses políticos de un particular.

- ¡Por Manverû, señor Dolfini! – Kronan se puso en pie golpeando con su puño contra la mesa. - ¡No puede ocultar la verdad!

Cargando editor
20/11/2017, 16:26
Ediberto Dolfini

Todos miraron a aquel enano con cierto asombro. Hasta el momento no había sacado su carácter a relucir, pero desde luego lo tenía. Su expresión denotaba la furia que sentía en esos momentos ante la injusticia que a su modo de ver se estaba cometiendo en ese preciso instante. Sus ojos enrojecidos se clavaron como puñales sobre Ediberto, quien era ahora el blanco de toda su ira.

Zelandor se puso en pie llevando la mano a la empuñadura de su sable. Daito también reaccionó como un resorte poniéndose en pie a la espera de acontecimientos. Incluso Tulius acostumbrado a defender a su señor agarró su arma con tal de hacer lo propio por el señor de Peregasto si llegado el momento era necesario.

Dolfini pidió serenidad con un simple gesto de sus brazos. Miró primero a Daito solicitando que tomara de nuevo asiento y éste lo hizo. Luego probó la misma táctica con Zelandor con igual resultado y para ese entonces ya no tuvo que mirar  Tulius, pues había comprendido que Dolfini no deseaba una solución hostil para aquel entuerto. Finalmente el señor de la Villa se centró en Kronan, lo cierto era que le debía una explicación a aquel inestable enano.

- Entiendo tus motivaciones, amigo. – Empezó hablando en tono evidentemente conciliador. – A nadie le gusta la idea de que tu antiguo patrón, de que Anwalën Manewë, ese poderoso mago, asesino, raptor… - Cerró el puño y suspiró de forma teatral aunque muy lograda. - …quede indemne. ¡Nadie quiere eso! – Exclamó realzando sus palabras. – Pero estamos ante una oportunidad para el cambio. Conocer a estas gentes… - señaló con la mirada principalmente a los norteños, pero también al resto de asistentes. - …ha abierto mi mente. Conocer a Daito, a Nadja, a éstas maravillosas jóvenes, ha provocado un giro en mi opinión acerca de muchas cosas. Quiero cambia el rumbo de mi vida, Kronan. Quiero guiar a esta nación hacia un gran cambio y por ello son imprescindibles los pasos que estamos dando ahora. ¿Lo entiendes?

- Entiendo que usted puede querer lo mejor para su tierra, que también es la mía. – Respondió algo más sereno el enano. - ¿Pero eso implica acusar en falso a los autores del asesinato del propio rey de Catán? ¿Implica que Anwalën quede impune?

- Para eso estáis vosotros, Kronan. – Sonrió Ediberto. – Sé de buena tinta que no permitirás que eso pase. Sé que tus compañeros en esta aventura que ahora emprendes te ayudaran a alcanzar tu venganza.

Aquellas palabras resonaron en la cabeza del enano durante unos instantes. Su rostro se relajó, pues lo que acababa de escuchar había sido de su agrado. Un nuevo brillo surgió en sus ojos, pues aquel malvado elfo tendría su merecido y podría ser él el verdugo que ejecutara la condena por sus crímenes. Asintió con la cabeza, pues ahora sí entendió las motivaciones de Dolfini y éstas iban en la misma línea que la suyas.

Cargando editor
20/11/2017, 17:21
Director

La reunión pareció acabar allí. El destino de todos estaba más que claro. Para algunos aquel viaje iniciado años atrás llegaba a su término. Regresarían al que fue su hogar y levantando los cimientos de una nueva Kronvaskr retomarían las vidas que una vez les fueron arrebatadas. Para otro aquella reunión tan solo significaba el principio de un nuevo y misterioso viaje que no sabían muy bien a donde les conduciría.

Daito acabó de despedirse de sus compatriotas, de sus hermanos. Se abrazó con ellos una decena de veces, al igual que con las dos últimas norteñas rescatadas hasta que finalmente tuvieron que despedirse. Para ese entonces Gorbagog y Tulius ya habían abandonado la sala acompañados por el convencido enano. Fueron camino de los jardines, pues tras aquellas horas tan intensas necesitaban algo de aire puro en sus pulmones.

Zelandor decidió seguir a aquel extraño grupo, pues si iban a ser sus compañeros en tal peligrosa empresa quería conocerlos antes de la partida. Lo cierto es que compartieron un tentempié que en uno de los bancos del jardín, pues una servil criada de Ediberto se acercó hasta ellos portando consigo té y algunas pastas para acompañar aquella bebida. Hablaron sobre asuntos triviales durante un rato, pues al parecer la partida se demoraría algún tiempo.

El motivo era que Nadja debía entrevistarse a solas con dos de los asistentes a aquella reunión. Así lo había querido y tanto Dolfini como Sid habían aceptado. Fue con Sid con quien se reunió primero, pues era al que más apremiaba la partida. Cuanto antes pusieran los pies sobre la cubierta del Tormenta de Arena, antes comenzarían a navegar hacia el noroeste.

Tras la salida da la sala donde se habían reunido por parte de los norteños acompañados por Daito, Ediberto tuvo a bien dejar unos minutos a solas a Sid Ben Jezheri junto a la pelirroja. Cerró tras de sí la puerta doble y el rumor que provenía de las últimas despedidas entre los umnios cesó de golpe. 

Cargando editor
20/11/2017, 17:21
Sid Ben Jezheri

Sid no parecía poder mirar a la cara a la capitana. Aunque era evidente que no era por rencor, sino más bien por sonrojo ante el bochorno que había sufrido al declarar sus sentimientos y no ser correspondido, las dudas aún asaltaban a Nadja. ¿Estaba enfadado con ella? No podía forzar lo que sentía, era algo innato en ella. ¿Qué podía hacer?

El mestizo se encontraba apoyado contra una estantería repleta de libros. Sus brazos estaban cruzados el uno sobre el otro, al igual que una de sus piernas que reposaba sobre la otra. Su mirada se mantenía fija en el suelo y sus mofletes lucían sonrojados. Por un momento Nadja se vio forzada a romper el hielo, pero fue cuando iba a articular palabra cuando una tajante mirada por parte del sureño de ascendencia rintoriana, provocó que se tragara las palabras.

- No te guardó rencor, Nadja. – Dijo al fin el mestizo que la miró con sus penetrantes ojos verdes. – Me siento estúpido. ¡No sé por qué ha pasado ésto! – Se llevó las manos a la cabeza y suspiró. – Es sólo que… - Tragó saliva. - …me enamoré de ti hace muchos años y esperé demasiado a decírtelo. Siempre pensé que finalmente tú y yo…

Notas de juego

Tu turno Nadja. Sid es todo tuyo.

No marque a Daito y a Scipio en tu respuesta.

Cargando editor
20/11/2017, 17:22
Ediberto Dolfini
Sólo para el director

Para el anfitrión de todos, para Ediberto Dolfini, esa reunión era una oportunidad. Una oportunidad de redimirse ante ojos de la Gran Madre, de retomar el camino que una vez su familia inició y que a él le había tocado andar más bien de rebote. Dolfini nunca estuvo predestinado a convertirse en señor de Peregasto.

Como bien le había dicho en una ocasión a Daito, Nadja y a al resto de los allí presentes que fueron guiados por Gianno hasta Peregasto, Ediberto no era un hombre de palacio. Si se había convertido en el señor de esa villa había sido por el infortunio de su familia al ver morir a sus siete hermanos mayores.

Él era un soldado. Había vivido largos años inmerso en infinidad de conflictos y guerras y había hecho de la muerte su método de vida. Su familia siempre se había opuesto a la esclavitud y habían sido contrarios al régimen monárquico establecido desde un punto de vista moderado. Ediberto aprendió malos vicios en la guerra y asimiló la esclavitud como algo bueno y necesario.

Fue en esas mismas guerras cuando conoció a muchos de los nobles que ahora se revelaban como iguales dado su nuevo estatus nobiliar. Entre ello conoció al propio rey, con quien mantuvo una férrea amistad, así como con Lord Petrus Fillus, quien le transmitió su gusto por las mujeres, las bebidas espirituosas y la tan peculiar visión de la esclavitud que había mantenido hasta que conoció a Daito y a Nadja.

Había asimilado que los propios esclavos estaban contentos con su condición y que enseñarle “modales” a palos era lo correcto. Ahora sabía que no podía estar más equivocado y la muerte del rey se planteaba para él como una ventana al cambio. Una oportunidad de retomar los valores que siempre había defendido su familia.

Cargando editor
27/11/2017, 14:13
Nadja la Roja

Sonrió ante las palabras de Sid y finalmente respiro tranquila al confirmarle que no le guardaba rencor. Tomo las manos que Sid se llevo la cabeza -No tienes que darme explicaciones, esto que me cuentas hacia tiempo que lo sospechaba, cierto es que había otros momentos más propicios y más oportunos para decirlo, pero tenias que soltarlo, y lo entiendo- lo miro a los ojos -Ten por seguro que mi amistad la tendrás siempre, y siempre, quiere decir hasta que me muera, que como esto siga así igual no esperes mucho - rió -Te agradezco muchisimo lo que vas a hacer por los norteños, sin tener porque, vas con buenos hombres, pero ten cuidado en esas aguas, por favor- le beso en la mejilla -Además tenemos que vernos nuevamente, no quiero que te pierdas el nacimiento de tu "sobrino"- le guiño, cogiendo la mano de él y poniéndola en su vientre, ya algo mas abultado -Hemos pasado mucho y quiero que este niño te conozca casi tan bien como te conozco yo, y quiero seguir teniéndote como amigo, como casi un hermano ¿quien sabe? quizás vengas del norte con una guapa norteña- le dio un codacito.

Cargando editor
27/11/2017, 14:52
Sid Ben Jezheri

- Se dice que peces hay muchos en el mar. – Sid sonrió melancólico. – Yo lo sé bien. No te creas que he estado guardando celibato. – Bromeó.  – Peces hay muchos, la gente de mar como yo lo sabe, tú lo sabes… - El mestizo suspiró. – He conocido a muchas mujeres. Chicas muy bellas, otras no tanto. Mozas alegres, jovencitas rectadas. Rubias, morenas y también pelirrojas como tú, Nadja. Algunas eran muy fogosas, otras no tanto aunque tenían otras virtudes.

Sid Jezheri  se puso en pie y dio la espalda por un momento a la chica que conociera en su infancia. El capitán miró a través de la ventana e inspiró profundo cogiendo fuerzas para decir lo que tenía en mente. Finalmente se dio media vuelta y agarró dulcemente las manos de la pirata.

- Con muchas de ellas podría haber tenido una vida más o menos feliz. – Confesó Sid. – Pero nunca pude desposarme, pues mi corazón siempre estuvo a tu lado Nadja. – Aquel joven gimió y a punto estuvo soltarse a llorar. – Tienes mi bendición aunque no la necesites. Será un honor conocer a tu pequeño cuando nazca. Nos volveremos a ver Nadja, tenlo por seguro. En esta vida o en la otra nos reencontraremos y quizás en una vida futura si seas para mí. 

Cargando editor
29/11/2017, 14:30
Nadja la Roja
Sólo para el director

Sonrió de nuevo a Sid, en el fondo seguía siendo un niño, puso la mano en una de las mejillas de él -Sid, Dios sabe que eres uno de los hombres más guapos que he conocido y seguramente, como dices, candidatas no te faltan, te fuiste justo a enamorar de la que menos te convenía ¡¡por favor Sid, una pirata!! no somos buenas compañías, o eso dicen, además, mírame- con las manos señalo su propia figura - embarazada, sin saber quien es el padre, que buen ejemplo daré a mi hijo ¿sin poder decirle quien es su padre? criar a un niño en la vida pirata, no me parece la mejor opción, no es vida para un niño, pero no se hacer otra cosa, es lo que he sido siempre- suspiro y se acaricio el vientre -no se que futuro le espera con la madre que tiene, solo espero que mi amigo, mi mejor amigo Sid, pueda cuando lo conozca darle buenos consejos y ayudarlo, porque de ti si se que seras un gran padre, cuando lo seas- 

Cargando editor
29/11/2017, 16:23
Sid Ben Jezheri

Aquellas palabras habían tocado hondo al capitán corsario. Nadja lo notó en su expresión que por una vez flaqueó hasta casi provocarle el llanto. Sin embargo, como buen hombre de mar, como el buen guerrero que era se repuso antes de armar un drama allí mismo y demostrar una vez más su fragilidad a la mujer a la que amaba desde la más tierna infancia.

- Gracias por tus palabras capitana. – Dijo Sid de forma sincera tras un suspiro. – Nos volveremos a ver, tenlo por seguro.

Sid se dio media vuelta para dejar atrás a aquella niña de rostro plagado de pecas y cabellos rojos como el fuego. Esperaba volver a verla, pero sabía muy bien que las probabilidades de que eso sucedieran eran realmente muy bajas. En un mundo cruel como en el que vivían, la muerte estaba a al orden del día, más entre piratas y corsarios como eran ellos. Si a eso le sumaba la peligrosa misión que por alguna razón se había empeñado en emprender junto a Daito, los números que tenían para un futuro reencuentro empezaban a escasear.

No tenía intención de llorar, lo había evitado hasta ese momento. No deseaba volver a hacer el ridículo como ya lo hizo durante la pasada velada. Sin embargo algo detuvo sus piernas mientras se alejaba de Nadja. Una lágrima recorrió su mejilla y sintió como si alguien exprimiera con fuerza su corazón.

El mestizo se dio media vuelta y miró a Nadja como si esa fuera la última vez que pudiera hacerlo. Acto seguido ambos se fundieron en un sincero abrazo, que surgió de forma espontánea y al tiempo en ambos. Tras unos segundos y sin decir nada más se despidieron definitivamente con una simple mirada, como solían comunicarse tiempo atrás y esa vez sí, Sid se marchó rumbo a Alejandría donde embarcaría en la Tormenta con destino al noroeste.

Cargando editor
29/11/2017, 16:28
Ediberto Dolfini

Justo cuando Sid Ben Jezheri salió por la puerta, fue Ediberto Dolfini, señor de Peregasto quien regresó a la sala de reuniones cerrando tras de sí la doble puerta. Había permanecido todo el tiempo en que Sid y Nadja se despidieron tras la puerta y le pasó a Nadja por la cabeza que quizás su curiosidad le había llevado a espiar la conversación entre dos viejos amigos.

Sea como fuera, Nadja tenía ahora lo que quería, una reunión a solas con el señor de la Villa antes de marcharse tras los pasos del elfo que había raptado a la prometida de la persona de la que se había enamorado y que aparentemente le correspondía. Una rara misión que sin embargo se veía obligada a cumplir.

- Tú dirás, Nadja la Roja. – Habló su extraño y extravagante anfitrión. - ¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Cuáles son las dudas que te asaltan, querida?

Cargando editor
06/12/2017, 21:00
Nadja la Roja

Paseo como una fiera enjaulada por el salón, pensando en como plantear las preguntas para obtener las mejores respuestas. Se volvió hacia él -¿que os traéis entre manos tu y Daito? porque ese repentino gusto por ayudarlo con los suyos... no me lo trago, ¿que ganas tu? no eres de los que ayudan por su buena fe, no lo harías si no ganases nada- lo miro arqueando una ceja.

Cargando editor
07/12/2017, 07:45
Ediberto Dolfini

Ediberto miró con cierto asombro a la capitana. Durante unos instantes permaneció en silencio y con una sonrisa bobalicona impresa en el rostro. Parecía que estuviera esperando a que Nadja finalmente le revelara que lo que acababa de decirle se trataba únicamente de algún tipo de broma o algo por el estilo. No obstante, al ver que el rostro imperturbable de la pelirroja no variaba un ápice esperando su respuesta, hizo comprender al señor de la Villa que hablaba muy en serio.

- Es cierto Nadja y para que lo voy a negar, que no parece muy propia de un hombre como yo, la determinación tomada. - Dijo finalmente Dolfini con seriedad en su expresión y contundencia en sus palabras. - Sin embargo, creo que tú, querida, debes saber más que nadie lo que es capaz ese rubio norteño de conseguir en la gente con la que se topa. No por nada tú pasaste de ser el terror de los mares del sur, a una bella perrita faldera de un norteño empeñado en acabar las cosas que emprende.

Ediberto se sirvió en una copa de coñac un licor sin etiquetar, cuyo color era oscuro y su aroma fuerte y afrutado. Acto seguido sirvió el mismo contenido en una copa idéntica a la primera y se la ofreció a Nadja.

- No te hará daño un poco de esto. - Dijo Dolfini. - Reconfortará tu estómago y calentará tu cuerpo.

Ante aquel ofrecimiento Nadja no pudo hacer otra cosa que aceptar la ofrenda. La capitana agarró la copa y se la acercó ala nariz. El olor etílico era muy fuerte aunque resultaba agradable el perfume que desprendía. Cualquiera pensaría que Ediberto pretendía embriagarla no sabiendo muy bien con que motivo.

- Daito tiene la cualidad de cambiar a las personas. - Dijo finalmente el señor Dolfini sin esperar a que Nadja se decidiera a probar un sorbo de aquella copa. - Las hace mejores. No creas que no me he dado cuenta de la pasión con la que vive cada momento de su vida. Hace que te contagies de él, hace que deseas seguirle, es un líder. - Dolfini dio un trago a su licor y dos caminó unos pasos hacia la ventana del despacho mientras agitaba el contenido de la copa. - La esclavitud es un asunto delicado. Siempre he creído que era un mal necesario y que en muchos casos era un bien hacia aquellos esclavos que de tener otra condición se estarían muriendo en la calle. Lo cierto es que vuestra llegada, la de los norteños, me ha abierto los ojos. La esclavitud es algo a erradica. Siempre habrá ricos y pobres, señores y siervos... - Ediberto se giró hacia Nadja dejando de mirar a través de la ventana. - ...pero dejemos que sean esos siervos los que decidan a quien servir y como servirles.

Ediberto colocó un sillón frente a otro y se acomodó en uno de ellos indicándole a Nadja que se sentara frente a él. La capitana algo reticente aceptó la oferta sin dejar de cuestionar a su anfitrión con la mirada.

- Siempre he sido soldado. Ahora llevo algunos años viviendo como el señor de estas tierras. Me he convertido en un mujeriego borracho, con demasiado tiempo libre y demasiado dinero que malgastar, pero como te he dicho, mi oficio es la guerra. - Argumentó aquel hombre. - Que la familia Dolfini tenga importantes intereses económicos en la guerra al tener múltiples fábricas de armamento es tan solo algo circunstancial. Mi verdadero motivo para culpar a Angarkok dela muerte del Rey es mucho más noble. Los pieles verdes llevan décadas sembrando el pánico entre la población de las villas catanesas. Es hora de darles su merecido declarando la guerra a Angarkok. Algo que no tuvo los cojones de hacer nuestro querido y difunto Rey. Una vez finalice la guerra reclamaré el trono. De es forma pondré solución a lo que hemos hablado primero. - Hizo una pausa para dar un nuevo sorbo a su copa. - Como ves, mis objetivos no son altruistas del todo, pero concuerdan con los deseos que Daito tiene para el futuro. Matar trasgos y acabar con la esclavitud. Sólo le pido silencio. Silencio para ocultar la verdad sobre el magnicidio. El mismo silencio que te pido a ti Nadja.