Partida Rol por web

Tulius entendió a la perfección lo que aquel gran trasgo acababa de decir.

- Saludos cordiales.
- ¿Traéis al embajador?

Tulius tragó saliva al observar a aquel gran trasgo que estaba hablando. Lo mismo podía estar dándoles los buenos días como diciéndoles que les iba a trinchar allí mismo. Él nunca había sido demasiado avispado para los idiomas, pero comprendió a la perfección lo que el piel verde pretendía decir.

-Nos ha saludado cordialmente y después ha preguntado si traíamos al embajador -explicó el joven escudero, sin apartar la mirada del gran trasgo, sabiendo que podía ser peligroso. Hablaba entre susurros, para que no pudieran entenderlo-. ¿Y si te haces pasar por ese embajador, Scipio? Podría intentar hacer de intérprete...

Un embajador y yo teníamos tanto en común como una fruta y un pescado, pero había que aprovechar lo que teníamos. Si para él yo tenía la apariencia de uno, pues eso sería.

-Venga, pues aprovechemos. Chapurrea que sí y que nos dejen pasar, que tengo prisa -le pedí a Tulius, aunque sonó tan exigente, que di un paso hacia él y le susurré unas palabras con algo más de suavidad -. Lo estás haciendo muy bien, amigo. Venga, que este es nuestro salvoconducto para poder seguir.

Después, puse cara de enfadado y gruñí unas cuantas palabras inconexas hacia mis acompañantes, que no pudieran oírse lo suficiente para ser entendibles, pero sí perfectamente comprensibles para cualquiera que nos estuviera mirando.

-"...era de esperar... quien pensase que íbamos a entrar como Petrus por su casa, es que es un iluso...."

...pienso, mientras observo a los centinelas; me preocupa la caseta: si bien es pequeña, puede albergar alguna desagradable sorpresa; bien es cierto que somos luchadores avezados y que, si hay lío, seremos lo bastante rápidos como atizar primero... es lo que pienso mientras acaricio distraído mi trabuco

... En estas, los trasgos se ponen a hablarnos,... como si les entendiésemos... de hecho, entiendo mejor un eructo de vaca que lo que está diciendo este tipo; poco puedo hacer, sino mantener el gesto circunspecto, y estar atento por si se lia gorda, aunque,... liarnos a tiros no haría sino atraer aún más guardias, seguro.

... Mierda... creo que todo depende de lo locuaces que sean los que están intercambiando "palabras" o lo que sea con ellos

Y fue entonces cuando Tulius intervino de nuevo. De pronto le vinieron a la cabeza las palabras exactas en la lengua de la nación que estaban a punto de abandonar. No sabía cómo, ni porqué le había sido tan fácil, pero al fin y al cabo, siempre se le habían dado bien las lenguas, especialmente la suya con las chicas, pues era especialmente juguetona.

- Dungui efts shekeles... - Pronunció claramente el soldado, antiguo esclavo de Lord Petrus Fillus.

Los guardias de aquel control se abrieron hacia los lados dejándoles paso. Sin más el grupo avanzó dejando atrás aquel punto de control. Poco a poco se fueron alejando sin saber exactamente como habían tenido tanta suerte. Fuera como fuera, pronto dejaron atrás la caseta de madera, el estrechamiento del túnel y a aquellos babosos y apestosos trasgos.

Continuaron a través del túnel, siempre en descenso. La temperatura había comenzado a aumentar y la humedad se hacía cada vez más palpable. Sudaban todos sin excepción. Incluso Nadja, la menos propensa a ese tipo de secreciones, estaba empapada, aunque en su caso era debido en gran parte a sus procesos hormonales y al peso extra que portaba en la panza. Avanzaron durante más de quince minutos y la luz comenzó a escasear para los humanos, Gorbagog y Kronan, siendo seres del subsuelo, podían ver a la perfección en total ausencia de luz, pero no así el resto del grupo.

Por ello tuvieron que encender una antorcha y cuando menos lo esperaban de nuevo se toparon a lo lejos con un nuevo puesto de guardia, que les hizo detenerse a unos sesenta metros de éste. Se trataba de una construcción muy similar a la anterior. Una pared que estrechaba el túnel y una garita. En esta ocasión construida con ladrillo. De nuevo algunos trasgos eran los encargados de custodiar aquel punto, aunque en ésta ocasión no vieron a un solo gran trasgo. 

- ¡Zang ñiu! - Gritó de pronto uno de los trasgos que iba armado con una lanza. 

Su grito pareció alertar a otros tres trasgos que se encontraban en las cercanías. Acto seguido se pusieron de pie y la puerta de la garita se abrió. Otros cuatro o cinco de aquellos seres sacaron las cabezas por puertas y ventanas para tratar de ver que era lo que estaba sucediendo.

- ¡Dnaka tupa raijsh! - Lanzó una nueva frase inteligible cargada de ira.

El joven Tulius observó al trasgo, intentando averiguar qué era lo que este pretendía decirles. Sin embargo, esa vez el escudero no tuvo tanta suerte. A su entender, el ser de piel verde estaba hablando de forma ininteligible y no tuvo ninguna opción de averiguar qué decía.

-Pues a este no le entiendo nada -le dijo a sus compañeros, con cierta preocupación, en tono bajo-. ¿Alguno de vosotros sabe que ha dicho?

... vaya.... tras el primer puesto de guardia... un segundo puesto, y estos tipos, parecen o más espabilados, o menos negligentes que los anteriores... al menos, su actitud parece más agresiva.

Uno de ellos farfulla algo en su idioma... por más que lo intento, no consigo entender nada de su jerga, y me quedo parado, a la espera de que alguno de mis compañeros lo haya comprendido o pueda acertar una respuesta decente..., si no es así... habrá que intentarlo en idioma común, y hacernos entender...

... y si no, qué remedio... a hostias, e intentar no hacer mucho jaleo...

-Deben ser 8 o 9 ... estad atentos; por desgracia, nos verán si intentamos acercarnos aprovechando las sombras

... digo en voz baja a los camaradas... Calculo rápidamente, y creo que los del puesto anterior no oirán una pelea, salvo que intervengan armas de fuego, pero abrirnos camino por las bravas, no me parece la mejor idea en estos momentos.

- No tengo ni idea de lo que dicen... - Dijo la pelirroja en un susurró y acto seguido miró a Gorbagog. 

Aquel ser les estaba hablando en el idioma de los trasgos. No creía que Tulius, Kronana y desde luego tampoco Daito supieran hablarlo, pero en cambio el gran trasgo, si que era posible que pudiera llegar a entenderles. No obstante, ya habían tenido suficiente suerte hasta el momento. Quizás era el momento de pasar a la ofensiva, al fin y al cabo no era un grupo formado por hermanitas de la caridad. Todos ellos habían entrado en combate y todos ellos habían matado con anterioridad.

Nadja se llevó la mano a la cintura de forma disimulada adoptando una posición cómoda. Pero no era eso lo que pretendía, sino tener a mano la empuñadura de su más precisa arma, su fiel pistola negra que le había acompañado desde hacia tanto tiempo. Daría buena cuenta de aquellos mamarrachos de piel verde.

Daito miró a Nadja y arqueó las cejas. No sabía muy bien que hacer, pero lo que sí tenía claro era que tenía ganas de ensartar a alguno de aquellos pieles verdes. No por nada le llamaban el mata trasgos. Había hundido decenas de naves pirata trasgas y los había matado también en multitud de ocasiones en tierra firme. Aquel podía ser el primero en morir bajo su espada ropera bajo la tierra.

Sin embargo, como todos, esperó a que Gorbagog se pronunciara. Le miró esperanzado, pues sabía que un combate era peligroso para Nadja y lo que era aún peor, podía levanta la libre y advertir a otros de su presencia, algo que debían evitar a toda costa. Habían elegido el sigilo como arma y debían tratar de conservarla el mayor tiempo posible.

- Gorbagog... - Pronunció el nombre del gran trasgo en un susurro. Esperaba que él pudiera resolver aquello.

Estaba bastante perdido. Ese el problema de aquellas criaturas, que no hablaban como el resto de la gente y así, en aquellos momentos, se encontraban en una disyuntiva. Todos parecían mirarme para que él resolviera la situación, así que hice lo único que podía hacer. 

Me abrí paso con seguridad, quitando a todos de en medio y caminé hasta llegar a los trasgos. 

Cuando pasé por al lado de Kronan le susurré, de forma que solo él pudiese oírme, lo único que podía decirle.

-Prepárate.

Para cuando llegué a los trasgos, adopté mi gesto más iracundo, agarré mi arma y gruñí como nunca lo había hecho, haciendo un ademán con la mano para que se quitara y nos dejara pasar.

¿Lo peor que podía pasar?

Que le cortara la cabeza.

... oigo la señal de Gorbagog según pasa a mi lado, a la cual respondo con un sordo gruñido, que de seguro ha captado con su buen oido... Va a haber que luchar para poder avanzar... y eso me plantea solo una duda, si usar el trabuco, o ir al cuerpo a cuerpo...

Parece que esos tipos no tienen armas de fuego... tal vez lo prudente será matarlos con armas blancas... pues si nos liamos a tiros, los ecos llegarían incluso a los del control anterior, y esto se podría convertir en un hervidero de gente, y eso no conviene...

Los trasgos también ven bastante bien en la oscuridad, así que no tiene sentido que me intente escabullir, así que, lo poco que puedo avanzar, es lo que consigo usando el cuerpo de mi compañero como tapadera; no es mucho, pero puede marcar las diferencias; una mano acaricia el cinturón donde está la anilla de la que pende mi martillo de guerra....