Partida Rol por web

En el pasillo, Kathe se puso a parlotear:
 
-Cuando te conocí pasaste de mí, y pensé que eras idiota. Luego me di cuenta que no, que estabas medio tarado. Y ahora pareces tonto, ¿qué te pasa?  ¿Prefieres que hubiese enviado a Ewelyn o a Vladimir?  ¿No ves la oportunidad?
 
Se puso a caminar hacia atrás, delante de ti. Nerviosa, normal en ella.
 
-Tal vez encontremos algo…interesante. De valor. Llámame buitre, lo acepto. Jajaja. Quizá nos larguemos de aquí mejor de lo que llegamos. Hay que aprovechar el momento, soldado. Comeremos un poco de arena, y qué. Que se jodan. Y si no hay nada, pues a la mierda. Al menos saldremos de excursión. Ejerceremos de marines. Tú lo has dicho.
 
Brilló la malicia en su mirada.
 
-Y tal vez, pueda conseguir un buen informe para los dos –te guiñó un ojo-.
 

La marine Turk apenas dirigió una mirada aburrida al joven Turk. Los separaban años de servicio y madurez.

-Sargento, ¿de veras que tenemos que llevarnos a este crío?

-Así es, Turk. Harás de niñera.

Lisa bufó y cerró los ojos en un gesto de hastío. Se recompuso, siempre diligente y dispuesta a lo peor.

-Puede que en este viaje aprendas algo, chico. Mantén la boca cerrada y los ojos abiertos.

Diez minutos después de las 4.00 am , hora oficial y natural de Emerson, el equipo estaba cargado en el M577 AMC, y la patrulla en formación junto al vehículo militar. La sargento Murkint seguía arrugando el hocico. Junto a James y Boris, se dedicó a husmear que todo fuera correcto, que no faltase un solo clip o imperdible y hasta que a las balas se les hubiera sacado brillo. Entretanto Del Santo soltó las últimas instrucciones.

-Os envidio, capullos.  El resto de la guarnición está cagándose en vuestras madres y en las del teniente por no haber sido ellos los elegidos. Yo les digo que con poco de suerte no volvemos a ver vuestras feas y tostadas caras.  ¡Escuchad, marines! Lo mismo os encontráis con los cadáveres hinchados de unos jodidos colonos, o los de unos bastardos contrabandistas. O una bodega llena de barriles de cerveza.

-Sargento, eso estaría bien. La única cerveza que pruebo desde hace tres años son los meados que prepara Iván. Saben peor que los míos –dijo Sebas.

-Gracias por tu gilipollez de aportación, Sebastián. Estad atentos. Esta ruta es poco frecuentada, y es una de las que lleva a Pandora. Podría tratarse de la escoria que se escabulle hacia allí, o de unos sensatos transportistas de tortas de maíz. Lo más seguro es que estén todos muertos, vamos a averiguarlo. Y ya sabéis como las gasta este cabrón de Emerson. Os joderá cada puta hora que estéis ahí fuera. Os quiero de regreso de una pieza, idiotas.

Murkint tomó la palabra.

-En nuestro camino se cruza una zona de dunas, se desplazan con el viento, hoy están aquí, mañana a veinte kilómetros al norte. Hace años estuve cerca, al comandante de entonces le apasionaba enviarnos de excursión. Nos tocará rodearla. Así que mañana a esta hora podríamos alcanzar nuestro objetivo. Boldian conducirá, Svensson será su copiloto, Turk en comunicaciones, Núñez de artillero. Cada hora conectaremos con la base. ¡Adentro todos!

El termómetro marcaba -10º , pronto y de forma acelerada subió a +15º y en su cénit marcaba 50º en el exterior del vehículo. Cruzáis  hondonadas, atravesáis bastas planicies resecas y cuarteadas, rodeasteis colinas y el M577 se sumergió en angostos valles que recordaban un pasado más benigno de Emerson miles y miles de años atrás. Cada pocas horas tocaba un descanso, para estirar las piernas, sufriendo el choque del abrasador calor en contraste con el ambiente refrigerado del interior del trasto. Soplaba el viento de forma constante, aullando y silbando, igual que el aliento rugiente de un demonio ancestral durmiendo. No era exagerado, lo habitual. Turk informaba y en la base, Ruth, respondía, con ligeras interferencias intermitentes.

Se ponen en marcha y rumbo al sitio de la misión. En un principio el silencio reinaba, si no se ponían a hablar. El camino les parecería eterno. Por lo que a riesgo de recibir una puteada de la Sargento dice. -¿Alguno se sabe una tonada de marines? Si nos ponemos a conversar, cantar, distraernos, el camino no será tan eterno como si no lo hacemos. Así que si no me quieren ver amargado, muy amargado y propenso a reventar al primero que moleste, sería bueno que se pongan en ello. 

Hola,

Te comento que deberías tener cuidado con la actitud de tu cabo. No lo harás simpático con peticiones como esta última, además ten en cuenta la clase de marines que hay en esta base. Pueden cantar si a alguno le da por eso en algún momento, pero si sigues así tendrás problemas. ;)

-James, no toques los huevos. Si quieres cantar abre la escotilla y pide un coro a las rocas. Jajaja

- Eh, tampoco estaría mal. Me gustaría escuchar a Lance y su melodiosa voz. ¿Qué dices, hombretón? O la de nuestro mocoso Oliver.

-¿Desde cuando las canciones de los marines la canta una sola persona? Los cánticos guerreros siempre se han cantado entre todos, porque así se infundaban valor entre unos y otros y ya de paso asustaban a los enemigos. Aunque no creo que las rocas sientan mucho terror por recitar cuatro versos. Como mucho podríamos asustar a algún lagarto que esté tomando el sol.

Se volvió hacia Katherinne, divertido, y le dijo: -Y recuerda que este niñato puede dejarte embarazada.

Le da una colleja a Oliver.

-Thompson, céntrate en la misión. Ya tendrás tiempo de follar cuando vuelvas a estar en la base. No voy a gastar nada de mi material en ti cuando te rompan por pasarte. Ten cuidado, que en la enfermería hay medicación para la castración química y ni te enterarías.

Le muestra una sonrisa de suficiencia.

-Además, tus soldaditos no dejarían embarazada ni por fecundación in vitro. Los rechazarían.

¿Qué le pasaba? Buena pregunta. Había un agujero en su interior que no podía llenar. Kathe veía una oportunidad de rapiña en aquella misión. ¿Una oportunidad para qué? ¿Sacar tajada, obtener un billete fuera de Emerson, lejos del Cuerpo?
—No quiero un buen informe, Kathe. Mierda, no quiero nada de ese pomposo estirado. Hace tiempo que solo deseo una cosa... —se detuvo, no solía ser tan franco —.¿Una oportunidad? Estoy contigo, chica, pero no hay oportunidades en Emerson.
Estaba con ella. Kathe era sinónimo de problemas. Las mujeres como Kathe tenían una habilidad especial para encontrar los peores agujeros con los peores cabrones. Y eso era lo que quería.

Buen ambiente en el grupo. El chico recibiendo una paliza verbal por parte de la leona de la unidad. Davies de fondo, gruñón. Kathe le había propuesto cantar.
—Hace tiempo que no bebo tanto como para ponerme a cantar.
El chico les dio una clase de historia. Ellos no necesitaban cánticos, eran el valor en persona. Quiso decirlo, en lugar de ello se limitó a contemplar la fea cara del planeta mientras ejercía de copiloto. Aquel era un rostro muerto hace muchos años, un erial sin vida, una roca árida que le devolvía la mirada. A veces era un espejo.
—Nadie canta, cabo. ¿Podemos calentarnos los nudillos ya? Necesito un poco de acción —gruñó con algo de humor.
—Dime, chico ¿Has perdido ya tu virginidad?—Dejó unos momentos para que Oliver dijese cualquier cosa que se le cruzase por la mente—. Con el fusil, digo. ¿Alguna vez has matado algo que no tuviera cuatro patas y se arrastrase por el suelo?

James no puede evitar reír ante el comentario que le hacen a Oliver. Luego las palabras de Khan llaman su atención. - Hmm creo que tienes razón, somos dos los que la necesitamos. Vale, pues hagamos fuercitas. Veamos que tan fuerte eres Svensson. Acomoda lo que encuentra por ahí para formar una base y se dispone a enfrentarse a Svensson. - Pero para hacerlo más interesante...¿algo que desees apostar?

Un pulso, el día mejoraba por momentos. Khan afiló su sonrisa, siniestra como una navaja cubierta de sangre seca.
—Yo siempre apuesto fuerte, señor—dijo el marine sacando el largo cuchillo reglamentario de su funda, clavándolo momentos después en uno de los laterales del tablero dispuesto para el juego. El filo hacia dentro, en el punto exacto en el que terminaría su mano si el cabo lograba vencerle. Esperaba la misma caballerosidad por parte del cabo.
Era sencillo, el perdedor se destrozaba la mano contra su propio cuchillo clavado en la mesa. Su apuesta era una apuesta de sangre. Khan apoyó el codo sobre el tablero y le ofreció la mano a su superior, sus ojillos brillaban como estrellas en un áspero firmamento.
—Su cuchillo, señor.

Al ver las intenciones de Khan la mirada de James no cambió, sacó su cuchillo y lo clavó. No me va a intimidar una pequeña herida en la mano. -Ahora esto se ha puesto interesante. Que se prepare Robles, no quiero que Svensson tenga la herida desatendida. Sonríe y se pone en posición. Voltea a mirar a los demás y les dice. - A que no digan que los viajes con su cabo son aburridos jaja.  James era un tipo serio, pero a la vez sociable. Tenía que ser duro y rudo a veces o de lo contrario no habría disciplina. Pero también le gustaba mantener el buen rollo con los demás marines. - Mira a Svensson y con una sonrisa le dice.- ¿Listo? 

Murkint levantó un momento los ojos de una de las pantallas que ofrecía una vista del exterior. Miró desapasionadamente a su grupo, regresó a la pantalla y se dedicó a comprobar unos mapas. Dio la impresión que pasaba del asunto.

-Una herida, aunque esté bien curada y vendada, con este clima y tiempo puede ser una fuente de problemas. Claro que vosotros sois tan idiotas como tipos duros –comentó Turk, encogiéndose de hombros.