Partida Rol por web

—Sara, querida, si me pagasen por pensar sería contable, no marine—respondió a la doctora con una sonrisa ácida en los labios.
Como de costumbre, para ella fue la perra gorda. Murkint apoyó la opción de Sara, era más sensata. Faltaban datos, había que esperar, bla, bla. Lo de siempre. Coraje y agallas. Podía haber hombres desangrándose detrás de ese cabeza de lata y ellos esperaban. Una misión de rescate espectacular. Turk podía ventilarse a ese androide desde la distancia y ellos podían avanzar para rescatar a los supervivientes. No sabía porque tanto revuelo. Solo era una máquina.
—Es tan sencillo como descubrir el código de apertura, que puede ser cualquier cosa, desde una clave alfanumérica de veintidós dígitos hasta el nombre de la hija del tio que programó al cabeza de lata...si, creo que podemos probar suerte con el código...—gruñó otra vez.
Estática, ninguna palabra, nigún sonido salvo la risa inaudible del sintético, riéndose de ellos. Preparó las armas, revisó el traje. Lo había hecho tres veces antes de salir, y cinco más durante el viaje. Estaba listo para la acción, estaba listo para cualquier cosa. Le quemaba el dedo del gatillo. Y entonces, en el torbellino de hiel y napalm que era su mente se le ocurrió...fue como una epifanía.
—Esperad...recuerdo unos códigos. Son un poco antiguos, pero antes estas palabras tenían cierto poder—se acercó a la radio, muy serio. O no, había algo en él de zorro, de embustero —.Ábrete Sésamo...—dijo, profundo, y esperó. Nada, claro. Se giró hacia la sargento —. No funciona, señor, friamos a ese cabrón.

Mijail no había dicho una palabra en todo el trayecto, se encontraba mascando un chicle y el olor a fresa se notaba. Mira a sus compañeros. Joder macho, no se ponen de acuerdo.

Y... Se guarda el chicle en el interior uno de sus bolsillos. Alarga el brazo para coger su rifle y lo revisa.

-¿Y si nos montamos una incursión? ¿Hay planos de esa nave? Un par de cargas en una zona específica y entramos, ¿No? No me hace mucha gracia fastidiar a un hombre de hojalata, pero... No sé... ¿Qué piensa, sargento?

Nänzi, revisa el turno. Entiendo que hay mucha información nueva para ti, pero dos cosas. No se fuma dentro del blindado

Y la otra (que no puedo editar el mensaje anterior), es que no sabéis nada de esta nave.

Ah, recordad que la visibilidad sigue siendo mala.

Un nuevo mensaje se filtró a través del ruido incesante, apagando las discusiones y centrando la atención de todos.

-Comprendo, señor. No pertenezco a piratas ni a otro grupo subversivo o rebelde a la autoridad establecida –a través de la radio, casi se podía imaginar el cerebro del sintético chirriar-. Colaboramos con el Cuerpo de Marines. Sin embargo dicho cuerpo no actuaría contra nosotros ni cometería los actos que propone. De hacerlo, replicaré con contundencia.

-Sintético Hank, ¿hay personas con usted? –preguntó Murkint. Obtuvo silencio. Y más silencio. La sargento insistió:

-¿Comprende que somos una unidad de rescate, y si hay personas heridas está obstaculizando su salvamento? Pone en peligro vidas humanas. ¿Entiende esto?

-Lo entiendo, señora. Mis respuestas se derivan de dicha protección a las vidas que menciona.

-¿Puede ponernos en contacto con esas personas? –Probó Turk. Tras un corto crepitar de estática:

-No puedo darles información alguna. Faciliten código de acceso.

-¡Maldito cabeza de latón! –soltó, exasperado, Oliver.

Murkint miró a Lance de manera significativa. Al final este bastardo loco va a tener razón -pensó.

—He leído tu ficha, Misha, si tocas una sola carga explosiva te pego un tiro—gruñó el marine al francotirador, dejarle encargado de una demolición sería como entregarle una motosierra a un hombre con parkinson en un concurso de dar botes.
La radio volvió a escupir palabras, chispeantes, electrizantes, cargadas de ruido. Dejó que Murkint probase su diplomacia con el sintético. Ese Hank tenía la cabeza tan dura como las defensas del blindado, no sacarían nada de él. Tras el éxito del sargento Lance volvió a acercarse a la radio. Esta vez probaría algo serio, la razón había fallado, igual que la psicología inversa. Trataría de freírle la mente al sintético. ¿Si lo sobrecargaban con datos contradictorios no empezaría a echar humo ese cerebro positrónico de cafetera de la década pasada?
—Aquí soldado Lance Svensson, Cuerpo de Marines de Emerson, número de ID 711204587, encargado de protocolos robóticos. Hank, recuerda que tu directriz principal es servir al ser humano y no sacarlo de sus casillas. Recuerda que sirves al cuerpo de marines y al ser humano. Ahora, clave de acceso y supervisión, Hank. Clave de desbloqueo para aterrizajes de emergencia. Clave de protocolo de veracidad. ¿Hank? ¿Cuál es el software de tu placa base? Requiero identificación de la versión 3.30 del programa Phantasm. Hank ¿No me dirás que no tienes ese software instalado? Según nuestras leyes estás obsoleto, fuera de servicio. Número de identificación de tu permiso especial para misiones. Hank, clave de acceso para emitir comunicaciones. Código de desbloqueo para emisiones standard. Hank, ¿Cómo sabemos que eres Hank? Hank, código de autentificación. Validación por tablatura 325. Hank, según el apóstrofe del año pasado de la ordenación 7B del código interno necesito tu clave de registro, Hank...—Y así seguiría un buen rato, si lograba volverle loco quizás se le saltasen los fusibles y les dejase en paz. Aunque algo le decía que ese cabeza de lata era tan testarudo como una ex-mujer.
Si fallaba, no golpearía nada. Subrepticiamente se colocaría poco a poco detrás de Murkint. Esperaría un poco más, quería ver como los nervios de la mujer se iban quebrando poco a poco, como una placa de hielo en un lago helado. Y justo cuando estuviera a punto de hundirse en las frías aguas, el saltaría, con voz melódica, susurrante, igual que un pequeño diablo situado en su hombro izquierdo susurrándola pecados.
—Murkint. ¿Sabes cómo me ganaba la vida antes? Incursiones; nocturnas, submarinas, en el espacio, en zonas heladas, en zonas desérticas con fuertes corrientes de viento. Escucha, Murkint, tú y yo sabemos que no dejaríamos a Misha con un petardo en la mano, se volaría las cejas. El rifle de precisión es otra historia. Es bueno. Puede acabar con Hank sin problemas, desde la distancia. Y lo sabes. Hank es un pato de feria para nuestro Misha. Caerá antes de que puedas decir “bang”. Turk puede calcular la posición aproximadamente del sintético mediante las señales. Objetivo y destrucción lo llamábamos entonces. Ah, y Murkin, Misha y yo estamos deseando darnos un paseo por las bronceadas playas de arena de Emerson...

Mijail sonríe al es escuchar a Lance. Se coloca el rifle entre las piernas y escupe el chicle, pegandolo bajo la boca del cañón.

¿Como decian los estadounidenses? ¿Yipi Ka Yei? Me gusta tu idea, nunca se me dieron bien los explosivos. -Se rasca la cabeza- Una vez se me despegó la anilla de una granada que llevaba en el chaleco ¡Y no miento! Ella sola, suerte que solo hubo que lamentar un par de androides semi-hechos mierda.

Aunque, si me vuelo uno o dos dedos, estoy seguro de que Robles me los volvería a coser ¿Que no? Le guiña un ojo a Sara, volviendo a mirar a la sargento. ¿Y bien, señora?

Al parecer la teniente no parecía muy dispuesta a un enfrentamiento directo. Chasqueé la lengua mientras seguía el avance de forma lenta en espera de instrucciones. Aquello se estaba convirtiendo en algo realmente aburrido. Si por lo menos estuviésemos en la base podría buscar el cobijo y el calor de alguien, pero allí, en la inmensidd de aquel caluroso desiero e arena las cosas no parecían demasiado halagüeñas.

Cuando Lance arrancó el micro y dijo lo de las palabras mágicas no pude evitar reirme. Aquel tio podía pasar de la seriedad más irritante a la locura más hilarante.

- Anda que si hubieses accedido a ese cabeza de lata te juro que me meo en las bragas – reí descaradamente mirando de reojo la reacción de Murkint.

Pero esta no parecía dispuesta a ceder y seguía intentando acceder al control mediante la vía diplomática. En su lugar nos apremió a preparar el equipo y asegurarnos de que todo estaba en orden. Cuando un nuevo estallido de estática dio paso a la voz del sintético volví a resoplar agobiada por no poder hacer algo ya. La paciencia de Murkint estaba llegando a su límite y estaba claro que poco a poco y a pesar de ir en contra de su naturleza estaba cada vez más cerca de tomar medidas de otro tipo.

Lance se volvió a hacer notar comenzando a soltar toda una serie de sandeces y gilipolladas que a duras penas conseguí aguantar la risa nuevamente.

- Joder Lance!! ¿Qué te pasa hoy? ¿Te ha salido la vena de cómico o qué? – luego tras girarme a Murkint añadí, - Sargento!!! Está claro que hay humanos ahí… Puede ser que heridos!!! Pero cada segundo que perdemos hablando con el cacho este de hierro estamos poniéndolos en peligro. El plan de Lance es bueno. Una incursión rápida, limpia!! Nosostros nos posicionamos con el todo terreno a la distancia máxima que nos permita ese trasto y nos quedamos a la espera por si hay problemas… Vamos!!! No podemos quedarnos todo el día aquí de brazos cruzados hablando con un robot idiota.

Escucha a Katherine y esboza media sonrisa, la rubita sabia lo que decía. Le gustaba el plan.

Mira, rubia lista -Asiente con la cabeza, dirigiendole una fugaz mirada a los pechos- Me gusta como piensa, ¿Que? ¿Actuamos? -Hace amago de levantarse, mirandolos- Plomo al hojalata, si señor.

Mientras me reía observé como Misha me miraba descaradamente, cosa que me hizo reír aún más.

- ¿Ves algo que te guste Misha? - le sonreí pícara. Luego añadí. - A mi me gusta que te guste como pienso!!! Vamos sargento!!! ¿Qué decide?

Me gusta esa arma que llevas entre las piernas, rubia. -Le guiña un ojo, aguantando la risa- Un día de estos te enseño yo como manejo el rifle. 

Va va, ¿Le damos caña o que?

Todo eso ya está sobrepasando los límites de la comprensión humana, inteligencia artificial, robótica y divina. A ver, una cosa es que el maldito sintético tenga que proteger a los humanos, pero parece que sus circuitos se han escacharrado con la caída porque mantenerlos alejados por un maldito código no ayuda a que los tripulantes humanos se salven si es que están vivos, pero heridos.

-Bueno... supongo que es hora de pasar a la acción, pero hay que planearlo. No quiero tener que curar heridas innecesarias.

Se pone a revisar el equipo médico.

El sintético respondió:

-No sirvo al Cuerpo de Marines. En mi base de datos no consta ningún asentamiento en Emerson, pero deduzco que se ha establecido durante estos años. El ser humano se extiende por el espacio, es lógico y razonable.

Lance continuó. Hank pareció, en un inicio, no picar el anzuelo.

-No tiene autorización sobre mí para facilitarle los datos que solicita. Algunos no los comprendo. Solo a la doctora Cuber y personal autorizado debo facilitar esos protocolos. Entiendo que los requiera si esta zona es de su jurisdicción.

Inició una serie de respuestas automáticas, salpicadas de negativas por desconocimiento de lo solicitado o porque no le daba la gana soltar la lengua. Nada relevante. La gente quería acción. La impresión general era que no había otra salida.

-Bien. Svensson, Koval, conmigo. Seguiremos su plan. Sara, Oliver, con Davies. Sebastián, en la artillería. Boldian, adelante, nos darán cobertura.

-Un momento. Estas señales…-anunció Turk en la pantalla. Se observaban unos puntos luminosos. Podrían ser unidades de vigilancia protegiendo el perímetro –El muy cabrón.

La radio chasqueó de nuevo.

-No comprendo lo de obsoleto. ¿Existen actualmente unidades superiores a mi modelo? También es lógico y plausible.

Turk lo intentó de nuevo:

-Te consideramos una fuerza hostil, sintético Hank. Usaremos la fuerza, ¿comprendes? No es necesario, disponemos de una doctora en medicina y personal auxiliar para ayudaros.

-¿Lo tienes localizado, Turk? Boldian, no se detenga. Sebastián, si se trata de unidades de vigilancia, elimínalas. Davies, tú y tu equipo también. Todos, atentos al terreno.

-No, sargento. Solo una aproximación. Misha necesitará contacto visual.

Se levanta con el rifle en su diestra y lleva se lleva su brazo izquierdo a la cabeza, haciendo el saludo militar. No se preocupe señor, tiene al mejor tirador al que podían haber mandado a este agujero de mierda. Solo necesito que alguien me haga de observador y les daremos lo suyo.

Sonreí nuevamente a Misha, y tras miraro juguetonamente centré mi atención en la sargento. Bien!!! Por fin algo de acción.

- Oído sargente!!! Chicos agarraros por que esto va a botar un poco – comenté mientras me ponía en los controles y comenzaba a avanzar a una velocidad estable pero cada vez más rápida. Los controles del cañón estaban listos. Todo en orden!! Luego miraríamos de cerra ese tema con Misha…

Después de perder el tiempo, algo valioso en misiones de rescate, Murkint, que debía haber conseguido sus galones chupando tinta detrás de un escritorio, decidió que era el momento de pasar a la acción. Bien, la sargento se había dado cuenta de que el mejor uso que podía darle a una tropa de soldados entrenados era precisamente hacer su trabajo en lugar de esperar a ver si una cafetera decidía, por obra de magia binaria, dejarles pasar. Eran marines, joder, si había una puerta, la volaban, si alguien o algo les impedía el paso, lo pasaban por encima y luego lo escupían.
Se guardó sus pensamientos para si mismo, aquella ralea de marines eran lo peor de los peor; borrachos, putas promiscuas, novatos, vandarras, vendidos, idiotas, haraganes o tios tan estirados como Davies. El no era mejor que ellos pero al menos se tomaba en serio su trabajo, de hecho lo entendía de una manera casi religiosa, fanática. Era lo único que le quedaba. Eso, y la caza del Gran Blanco.
Entrar en combate junto a aquella gente era más peligroso que cualquier cosa con la que pudieran encontrarse ahí fuera.
Preparó sus armas. Le tocaba con Murkint, genial.
—Será como ir a la playa...—masculló entre dientes.—Puedo ir primero, solo, y hacer salir de su escondrijo a nuestro amigo cabeza de lata. O me lo cargo o lo haré correr hacia tu posición, Misha. Será un disparo fácil. Pero no falles el disparo, tirolargo, no me gustaría que mi fantasma tuviera que atormentarte durante el resto de tu vida.
El otro equipo también se estaba preparando, Davies al frente. No le gustaba. No tenía que ver con la riña anterior, eso era un juego de niños, pero le faltaba algo que un oficial debía tener.
—Cuídate ahí fuera, Sara, no me gustaría tener que ir a rescatarte.

-En eso confiamos, Misha. No dudamos de tu puntería –animó Davies.

-No irá solo, Lance. No se librará tan pronto de mí –dijo la sargento.

El blindado avanzó gasta situarse a cubierto tras unas diminutas elevaciones desde cuya cresta podía observarse la situación de los restos del desastroso aterrizaje. Los dos equipos saltaron al exterior. Viento rugiente, arena, calor espantoso y visibilidad limitada. Te derrites de día, la arena se te cuela a través de la piel y te hielas el culo por las noches. Emerson.

Crepitó la radio.

-Autorizo a la doctora y al soldado Svensson. Pueden acercarse. He desactivado las unidades de vigilancia.

La cortina de arena impedía ver bien. Lo suficiente para que se observara desde aquella posición con los prismáticos. A quinientos metros de espacio vacío, con desniveles y rocas, barrido por el constante viento, el sintético montaba guardia delante de un agujero dentado en el casco de la destrozada nave. Tenía el aspecto de ser una nave de escape perteneciente a otra de enormes dimensiones. Al sur, a algo más de medio kilómetro se distinguía otra forma, y más allá, al suroeste estaba otra parte según el radar de Turk. Una larga brecha en el terreno era prueba del brutal impacto. Trozos del transporte estaban desperdigados por la zona.

Hank, un tipo de dos metros, todo él armadura de combate, avanzó cojeando de la pierna derecha, unos diez metros, dejó en el suelo un lanza cohetes y una mochila. Llevaba un rifle a la espalda, y probablemente equipado con otras cosillas de su oficio.

No se veía a nadie más. Y solo se escuchaba el incansable soplo susurrante del viento y vuestra propia respiración.

Mijail lo tenía a tiro, más o menos. Podía acertar, a pesar de la sofocante lluvia de arena, con cierto margen de error. Debería darle en la cabeza. Boldian se posicionó. Sebas acarició el gatillo del cañón RE700.

-Aguardo confirmación –emitió la radio.

Mijail inclina algo la cabeza, activando la radio de su pecho. Sargento, Terminator se rinde ¿Ordenes? Lo tengo a tiro, cambio. Se posicionó bien, tumbado en el suelo, era un disparo para crios.

Preparada para salir y hacer su parte, escucho de nuevo la radio. Tienen la posibilidad de entrar en la zona, sin bajas por parte de ningún lado y quizá consigan los códigos de autorización de alguno de lo supervivientes. Si no hubiese supervivientes, no dejaría que ella entrase.

-No seamos precipitados. Sargento, pido permiso para entrar sola, con Lance. No es necesario liquidar a nadie.

Prepara el equipo médico. Ha cogido lo suficiente para estabilizar a un escuadrón... no sabe si será suficiente porque no tienen datos de cuantos tripulantes hay, pero hará todo lo que pueda para salvar a las personas que haya allí. Lo ha hecho antes, aunque eso le supusiese que la destinasen a ese páramo helado, y lo hará ahora.