Partida Rol por web

Algo había cambiado en los circuitos que Hank tenía por mente. Quizás algo de lo que habían dicho había servido para abrir las compuertas de su programación, quizás era una emboscada o quizás Emerson le había frito los sesos y su mente empezaba a dar vandazos. Ya era tarde, al menos para él. Se quitaría a ese cabeza de lata de encima cuanto antes y pasarían al siguiente problema, y así hasta llegar a los heridos. Si los había. Pero Sara era una temeraria, quizás más que él. Su deber, su obstinación por salvar las vidas de desconocidos era encomiable. No merecía estar en un agujero así.
"Mierda, Sara, tienes los ovarios cuadrados"graznó dentro de su mente, admirando y odiando ese valor estúpido, ese coraje heroico destinado a páginas olvidadas de la historia.
—Si la señorita quiera ir, Sargento, yo la acompaño al baile.
Después de todo Hank había arrojado el lanzacohetes y Misha no le quitaría el ojo del encima. ¿Qué temer?
—Pero yo voy delante, soy un escudo humano mejor.

Toma la radio, con un ojo aun puesto en la posición del sintético. ¿Vamos a arriesgarnos señor? ¿Y si es una trampa? Tengo un tiro limpio desde aquí, adiós problemas... No tenemos porqué poner en peligro al rey y la reina del baile, que nos quedamos sin parejita, ehm... Cambio. Vuelva a coger el rifle y ajusta la óptica, apuntandole a Hank a la cabeza.

—El día que no pueda acabar con un solo sintético, o escapar de una emboscada pediré un puesto de chupatintas, Misha.—Contestó por radio. ¿Riesgo? ¿Él? El único que corría riesgo allí era el sintético, quien podía terminar con los sesos grises esparcidos por la arena o con la piel sacada a tiras por su propio cuchillo.—Sargento, Robles y yo estamos listos. Para Hank y lo que esconda. De hecho, cuento con que haga trampas...

Al final parecía que iban a permitir el acceso a la doctora y a Lance. Menuda mierda!!! Todos iban a salir a pasear un rato mientras yo me quedaba dentro del vehículo!!! Aquello se iba a volver muy aburrido.

- Buena suerte chicos!! Y cuidaros… No quisiera tener que ir a buscaros!!! Aunque la próxima vez que conduzca otro y yo os acompaño también – dije poniendo un mohín.

Y dicho aquello, y tras ver como se alejaban me posicione con el vehículo en posición para salir a toda velocidad en caso de necesidad.

Ya avanzaban cuando Misha dijo algo sobre una posible trampa. Al comentario del orgulloso Lance tuve que añadir.

- Que lo intente!!! Estoy deseando atropellar sintéticos!!!

No era momento de dudar, Murkint lo sabía. Estaba en sus manos la decisión. ¿Por qué puta idea la enviaría a ella el comandante? El sudor la empapaba. Si enviaba a sus dos marines podía quedarse sin ellos, abatidos fácilmente por el sintético, o alguna trampa; o si tenía compañeros. Koval no fallaría, era la elección sensata, se quitaban de en medio a la tostadora. Pero si no acertaba, no habría marcha atrás.

Se fue a lo fácil. Sara y Lance aceptaban el riesgo. Bien por ellos y mejor para ella. Pero no podía dejar que se fueran solos; apretó los dientes. Todo esto le traía recuerdos. Decidió acompañar a esos dos. Entonces Kathe demostró un divertido enfado. La sargento se lo pensó mejor.

-Sintético Hank, acompañaré a los dos marines. –No hubo respuesta del sintético.

Avanzaron los tres con precaución en el terreno cuajado de piedras y rocas. Latigazos de viento arenoso los azotaban. Koval los cubría desde el montículo, entretanto Davies y Oliver tomaban posiciones a su izquierda, y el blindado con Sebas, Kathe y Turk en su interior estaba preparado para arrasar con munición de calibre alto lo que se pusiera por delante. Misha aguardaba paciente la señal.

A cincuenta metros del objetivo, Lance fue el primero en notarlo. Sus armas se desactivaron, todas ellas. Sara comprobó las suyas: lo mismo. Murkint renegó, intentado hacer revivir a su fusil. Nada. Intentó mantener la calma. Hank no movió un músculo.

-¿Qué es esto, Hank? ¿Nos la ha jugado?

-Una precaución, señora. Queda fuera de mi comprensión su mecanismo de funcionamiento.

A Murkint le palpitaban las sienes. Davies avisó de que se encontraban en posición. Blanco fácil. Misha lo mismo. La sargento no tomaba una decisión.

-Avancen –dijo el sintético.

Murkint se quedó paralizada. Turk, que monitorizaba a todos los componentes del equipo y sus cámaras dentro del vehículo, la llamó por radio. El cabo Davies solicitó órdenes. La sargento respiraba con dificultad, deprisa, agitada. Turk se alarmó al comprobar sus signos vitales, los detalles en pantalla. La sargento se inclinó y su rodilla se golpeó contra la tierra.

-¡Maldita sea! Le va a dar un colapso. ¡Sara, Kant, sacadla de ahí, ya! ¡Acelera, Kate!-gritó Turk.

Observa la situación desde su posición, desconcertado, habla por la radio. -Sargento, maldita sea, ¿Ocurre algo? Mueva el culo, lo tengo a tiro, repito, lo tengo a tiro, solicito confirmación, cambio.

Genial, lo que faltaba, le estaba dando un jamacuco a la sargento, posó el dedo sobre el gatillo, en el fondo no queria cargarse a un sintético así, sin mas, pero estaba dispuesto a hacerlo.

La tormenta rugiendo sobre ellos, escupiéndoles, barriéndoles. El acreo olor de la arena caliente, el sudor pegándosele a la nunca, la sensación de que la muerte campaba a sus anchas por el grandioso desierto, los sentidos aguzados, la mente inquieta. Se sentía vivo. Vivo por dentro, vivo por fuera. Necesitaba la adrenalina, la acción, las órdenes, el gatillo duro y el objetivo claro. Necesitaba a los marines. Ahora lo veía, de no haber contado con el cuerpo de marines haría años que ya se habría ido de aquel apestoso mundo por la puerta grande. Era su terapia, su test de Roschard donde únicamente veía muerte y satisfacción. Lo llevaba en la sangre.
Murkint había decidido acompañarles. La mujer era buena para tirarse a un oficial de alta graduación pero sobre el terreno era un estorbo. Una vez conoció a un tipo en el talego, un tal Rivers, que había pegado a su oficial. No recordaba exactamente porque, simplemente se lo merecía. De haber estado allí se le habrían desgastado los nudillos. El aceptó la presencia de Murkint sin rechistar, quizás solo con una pequeña mueca de desagrado. Era un marine, aceptaba órdenes por tontas que fuesen.
—Procura no hacer ninguna de tus locuras habituales, Sara, o Murkint te pegará unos azotes—bromeó sin humor mientras avanzaban.
Estaban escudados, suficiente potencia de fuego para reducir a cenizas una base de operaciones. El blindado por un lado, el equipo de Oliver por otro. Y luego Misha, tras el rifle. Avanzó sobre el terreno, con decisión, más que devorando terreno con sus briosas zancadas, conquistándolo. Setenta metros. Hank no hizo ningún movimiento. Sesenta metros. La tormenta podía esconder sorpresas. No vio nada. Cincuenta metros. Las armas se apagaron.
—Las armas se han desconectado—informó por radio con tono neutro.
Nervios, decisiones, responsibilidad. En una sola palabra, presión. Murkint no pudo soportarla. Había arrojado aquella mediocridad al fondo de una botella, intentando ahogarla. Ahora que necesitaban a la oficial se encontraban con que sus demonios interiores eran más fuertes que ella. La vio clavar una rodilla en el suelo. "Mierda, joder."Escuchó la radio. Unos pedían órdenes, Turk gritaba. Misha quería disparar. Antes de responder se acercó a Murkint y la ayudó a sentarse sobre la arena.
—Recupere el aliento Murkint—la dijo, sereno.
Le hizo una seña a Sara. El mejor lugar para sufrir una crisis era el lado de un oficial médico. Y si esa era Sara, mejor que mejor. Era capaz y competente. Solucionaría el problema con Murkint. Ahora quedaban tres más; Hank, la perdida de potencia de fuego y sus compañeros, encendidos como un avispero golpeado. Tomó la radio.
—Estamos desarmados. Abre fuego, Misha, y si Hank no está solo sus compañeros van a freirnos a tiros. No dispares.—No era una orden, sonaba más a una amenaza —.Y tú y tu equipo igual, Davies. Es nuestro pellejo el que está en juego así que quietecitos.—Ese pulso no iba a ganársele. La peor era Turk —Boldian, pégale un guantazo a Turk, está fuera de si. Situación controlada, repito, situación controlada. Corto.
Dejó de hablar por radio. Masculló una maldición.
—Zorra histérica. Creía que un francotirador debía tener sangre helada. Mierda, vaya puto grupo de domingueros.
No le había quitado ojo de encima a Hank, por si hacía algún movimiento sospechoso. Nada.
—¿Qué tal vas, Sara? ¿Hace falta volver al blindado?—Mientras hablaba sacó su largo cuchillo no reglamentario de la funda, lentamente, igual que si estuviera retirando unas medias de seda de las piernas de su amante. Lo afianzó fuerte en la mano, la hoja pulida emitía brillos dorados y rojos. Olía a sangre. Se vio reflejado en ella, deformado, un demente de ojos lúcidos. ¿Hoy era el gran día? Quizás, pero no dejaría a Sara con ese marrón. De no haber estado ella puede que se hubiera quitado los correajes de la armadura y habría cargado contra Hank, pero estando ella presente...
—Haz lo que tengas que hacer, Sara, yo te cubro.
Mientras, analizó el entorno, las lomas, los posibles escondites hasta la posición de Hank, varios caminos hasta llegar a su posición. La mente del marine estaba oxiadada pero aún podía encontrar un camino en medio de la tormenta desde el cual pillar a traición a aquel cabeza de lata.

Las cartas estaban sobre la mesa!!! El plan se había ido gestando entre todos en lugar de que lo organizara la sargento y ahora además se ponía al frente de la expedición junto con la doctora y Lance. Tsk!!! No es que fuese a mejorar con su presencia, pero todos sabíamos que aquella mujer no era la mejor opción para tenerla a tu lado en un momento difícil. No obstante éramos marines y si ella decidía ir, pues iría y Lance tendría que ocuparse de ella.

- Tranquilos chicos!!! Están a alcance fuego del trasto este. Si Misha falla…cosa que dudo – dije mirándolo sonriente… - este cacharro freirá toda la puta zona.

Y tras aquello salieron al exterior y vimos como se alejaban. Aún estaban a unos cincuenta metros cuando sus armas se desconectaron. Maldito robot cabrón!!! ¿Es que no se daba cuenta de que lo único que queríamos era ayudar? Aquella situación, comenzó a empeorar cuando todos a la vez comenzaron a pedir confirmación. La sargento Murkint no estaba preparada para la presión!!! Era de esperar que se atabalara pero no hasta el punto en que se quedó.

El caos reinó por encima de todo el ruido provocado por el viento. Turk, con su siempre agradable fragancia se colocó a mi lado y me mandó acelerar mientras Misha solicitaba confirmación. Mi dedo sobre el gatillo del cañón a punto estuvo de apretarlo. Pero la voz de Lance resonó como un rugido por encima de las emisiones alocadas que se habían disparado.

- Cállate la puta boca Turk!!! Nadie te ha puesto al mando aquí!!! – Mascullé a la rubia de mirada desencajada - Aquí Boldian!!! Situación controlada en el blindado o eso creo. Nos mantenemos a la espera!! Pero como ese trasto haga un puto movimiento un poco más brusco lo reviento con el calbre 20!!! ¿Qué hace la sargento? Que se venga para el blindado!!! Y si no está capacitada mando a Sebas y a Turk a por ella ya que tiene tantas ganas de hacer cosas…

Boldian, parece que fluye el río rojo por Emerson -Hace una pausa por la radio, ahogando una risa- Cuando se haya secado avísame.

Tras un par de minutos, cambiando el tono a uno mas serio, habla de nuevo por la radio.

Bueno, chicos, tened cuidado ahí... Cualquier cosa, avisad, cambio.

-¡Madita sea, no es eso! El corazón de Murkint es casi todo artificial –aclaró Turk.

-¿Pero qué coño dices, Turk? –se sorprendió Sebas.

-¡Que nadie abra fuego! Lance tiene razón. Mantened posiciones. No le quitéis el ojo al sintético –la voz serena de Davies apoyando a Lance, intentando que nadie metiera la pata.

Sara y Lance se ocuparon de la sargento, la arrastraron hacia atrás. Su cara tenía mal aspecto. Unos metros más y de nuevo las armas se activaron. La suboficial se agarró a la armadura de Sara, se esforzó por hablar a través de la radio:

-Seguid… adelante. –Su expresión delataba el dolor que le quemaba el pecho. Empezó a respirar mejor, apoyada en una pequeña roca. El blindado se aproximó. Hank no se movía de su sitio ni realizó ningún movimiento sospechoso. Esperaba paciente. Tampoco se activaron las unidades de vigilancia. Estaban expuestos, podían ser barridos del mapa en un momento, a pesar de los cañones que apuntaban al sintético. Davies apareció. Murkint apretó los dientes.

-Boldian…no sea estúpida. Turk…Turk, hazte cargo…del control del M577. Khate…acompaña a la docto…ra y a Kant. Lance…eres un…capullo…pero tienes…cerebro…y sangre fría. Soluciona esta…mierda…ahí dentro. Davies, to…mas el… man…do…

Perdió el sentido.

-¡Vamos, ya la habéis oído, moveos todos! –gritó el cabo.

El trío, Sara, Kathe y Lance, se la jugaron, caminaron hacia el sintético, en la entrada del boquete del casco de la nave. Lance sujetando con fuerza el cuchillo. Las armas se desactivaron de nuevo. Hank se apartó un poco. *

-Entrad.

Queda decidido, entonces. La sargento les acompañará en esa travesía hacia el corazón de la zona hostil. Comienzan a avanzar hacia Hank y llega un momento en el que todo se desconecta. Y Murkint comienza a hacer cosas raras. Sin duda, no es un ataque de ansiedad, aunque lo pueda parecer desde fuera. Es algo más grave que eso.

-¡Queréis dejar de gritas como putas histéricas, joder! Y no mováis un puto dedo... que parecéis novatos. ¿Queréis que nos vuelen la cabeza? Sí, a más de uno os gustaría eso, ¿verdad? A ver quien os cura las heridas de nenazas que os hacéis.

Se acerca a la sargento y decide que lo mejor es llevarla fuera de la zona de desactivación. Su corazón no está funcionando bien, pero sin duda volverá a su ritmo normal una vez se reactive y se ponga en marcha de nuevo. La arrastra con la ayuda de Lance a una zona segura y asiente a lo que dice. Es una orden. Pero lo que hace es esperar, controlando sus constantes, hasta que llega el grupo de rescate.

Una vez todo "solucionado", vuelven a acercarse a la zona de exclusión. Las armas se desactivas de nuevo y al acercarse a Hank éste se hace a un lado para que puedan pasar. Es el momento de la verdad, el momento de ver que hay en ese lugar y que ha pasado.

Genial, el corazón de Murkint era una máquina, por eso la mujer se había venido abajo. Y él pensando que la presión había podido con ella. Arrojó una mirada de hierro encendido al sintético y luego ayudó a Sara a cargar con la sargento. No era especialmente delicado pero tuvo cuidado de no dañar a la caída. Lejos de la zona de influencia de la nave caída las armas se conectaron y era de suponer que el corazón de Murkint también. Esperó, mascó sus pensamientos mientras Sara hacia su trabajo.
Murkint habló. Vaya, había sangre en ella después de todo. Antes de desvanecerse dejó todo bien atado. Turk se ocuparía del blindado, Boldian iría con ellos y Davies quedaba al mando. No pasó a analizar lo acertado de todo aquello, la la sargento segura y las cosas en orden podrían entrar por fin en aquella nave estrellada. Por lo que veía, tendrían problemas y aquello le gustaba.
—Al final te toca bailar con nosotros, Kathe—gruñó cuando llegó la marine. "Mejor ella que Davies", pensó.
El cabo hizo gala de sus recientes galones y los ordenó que avanzasen. Khan asintió con un gruñido, iría primero. No le quitaría los ojos de encima al sintético a pesar de que no parecía una amenaza. O al menos, no todas las amenazas a las que iban a enfrentar. Las armas se apagaron, nadie más se desconectó. Entonces, ¿Por qué el sintético seguía en pie?
—Sea lo que sea lo que afecta a las armas tienen una forma de defenderse contra ello, abrid los ojos, si descubrimos lo que es puede que no estemos tan idenfensos ahí dentro—masculló mediante un susurro sibilino a sus compañeras...aunque él no se sentía indefenso.
Se detuvo delante de Hank, la negra boca de la nave estrellada los esperaba.
—Sin jueguecitos, Hank, ni tuyos ni de tus amigos. Ten en cuenta que esto no podeís desactivarlo —dijo, mostrándole el cuchillo con tono juguetón. Luego lo enfundó y se internó en la oscuridad. No querían matarles. Habrían aprovechado la crisis de Murkint para acabar con ellos. O bien había alguien que realmente necesitaba ayuda ahí dentro, y Hank era un robot de seguridad más estúpido que efectivo, o había algo aún peor que no habían identificado. Khan arrojó una moneda mental dentro de su cabeza; esperaba algo aún peor.

Escuché anodada lo que decía Turk. ¿Cómo? ¿Qué el corazón de la sargento era casi artificial? Vaya tela!!! Yo pensaba que lo que tendría artificail sería el hígado a juzgar por las historias que se rumoreaban sobre es mujer. Viendo como Sara y Lance retrocedían lentamente cogí el comunicador e informé.

- Hank!! Voy a avanzar para recoger a un herido. Repito voy a avanzar para recoger a un herido!!! – no quería que aquel movimiento se considerara hostil.

Avancé lentamente hasta la posición de Lance y la doctora y tras abrir la compuerta, me preparé para habilitar una zona donde recostarla.

- Que pasa Sargento!!! ¿No sabía como llamar la atención? – bromeé mientras la ayudaba a entrar en el vehículo acompañada por la doctora y un Davies un tanto serio y tirante.

Para mi sorpresa, la sargento estaba pálida y denotaba un dolor que hasta ahora no había visto. Aún así se permitió dar unas últimas órdenes antes de desmayarse. Joder!!! Ahora resultaba que tenía que salir!!! En fin… cualquier cosa sería mejor que quedarse allí dentro mirando a los demás hacer algo diferente a lo que pasaba cada día. Aún así me jodía bastante que me considerase una estúpida. Me coloqué el equipo con parsimonia. No venía de dos minutos. Y tras coger mi fusil y a sabiendas de que no serviría de nada una vez cruzado el umbral de desactivación me uní al grupo de avanzadilla. Sonreí a la doctora y asentí a Lance.

- Eso es que no te ha visto lo suficiente preparado Lance!!! Sabía que es necesario de mi saber estar!! – le comenté golpeándole en el hombro y haciendo una seña para que iniciara la marcha, tal como indicaba el cabo.

Una vez de camino, Lance comentó lo del campo que no afectab al droide.

- Iré mirando  a ver si veo algo que pueda ser el causante de esta mierda – comenté poco antes de llegar a la altura del robot. A la invitación de este y a las palabras de Lance, simplemente añadí, - Adelante doctora!! La sigo de cerca… - Y tras aquello entré sin quitar un ojo del droide.

Entraron. Penumbras, luces parpadeantes de emergencia. El viento se colaba en remolinos silbantes inundándolo todo de arena y polvo. Un vistazo rápido, allí no había nadie más, y ningún indicio de momento de lo que pudiera causar la desactivación de sus armas. Dentro del casco Hank miró la amenaza que le mostraba lance, no hizo comentario alguno, se limitó a señalar un pasillo bañado por una luz verdosa mortecina.

-Si es una trampa, los ratones están dentro –dijo por radio Sebastián.

Afuera, las unidades de vigilancia se activaron. El cabo Davies dio orden por otro canal a Óliver y Mijail para que avanzasen y localizasen una entrada alternativa. El blindado con Turk y Sebas dentro tenía en línea de tiro a dos unidades de vigilancia y a la masa de metal retorcido que era el enorme trozo de nave.

Recorrieron el pasillo y un par de secciones donde las huellas del aterrizaje forzoso se dejaban ver: fuegos apagados, conducciones y cables arrancados, paneles destrozados. Identificaron con claridad que se trataba de una nave de escape de grandes dimensiones. Hank tecleó un código y se abrió la puerta que daba a una sala amplia, muy mal iluminada; desde su entrada la vieron ocupada por un número indeterminado de cápsulas de hibernación, algunas cerradas y vacías, otras fuera de su posición original, volcadas y rotas. Había sangre seca por todas partes. Al fondo, tapado con un plástico opaco, yacía en el suelo lo que podía ser por su forma un cuerpo humano.

-¿A quién pertenece Emerson? ¿Otra propiedad de la Weyland? * -Era una voz femenina, de una mujer de mediana edad. El tono era firme, seco. Procedía de las sombras a la derecha, de una de las cápsulas.

Afuera se escucharon disparos apagados, ráfagas cortas. El sintético se movió deprisa, se apartó y en un instante tenía en sus manos el rifle.

-Las unidades de vigilancia. Sus compañeros no han entendido la situación. –Su tono era el de siempre, desprovisto de emoción, carente de cualquier rasgo humano. Aunque, sin duda, se intuía lo que encerraban o significaban esas palabras en su programación.

Ninguna marca, ninguna señal, ningún nombre. Mala espina. Era una cápsula de salvamento, buen tamaño, estaba hecha mierda. Dudaba de que fueran piratas, pero tampoco tipos honrados. Esperaba que no fueran políticos. Odiaba a esa chusma parlanchina. Intentó sacar algo de información durante su breve paseo pero no vio nada extraño*.
Llegaron a la sala de las capsulas, algunas estaban vacías, otras rotas, sus ocupantes muertos seguramente. Pero no había cadáveres a la vista. Se habían tomado las molestias de apartarlos. ¿Por qué? Les habló una mujer. Tampoco se mostró. ¿Era así como recibían a sus rescatadores? O era una mujer muy fea o trataba de ocultar algo. ¿Una infección quizás? No le gustó. Tampoco le gustó nada cuando escuchó el ruido de disparos en el exterior. Al momento el droide tenía el rifle entre las manos. Sus palabras indicaban problemas. No se preocupó, al menos de momento. Sus compañeros sabían cuidarse, incluso con Davies al frente, y respecto a ellos...bueno, digamos que si te estrellas en un planeta y te haces la diva misteriosa tienes que mira a quien estás jodiendo. Porque un marine corriente tendría miedo de ser degradado por un oficial si resultaba que aquellas personas estrelladas pertenecían a alguna megacorporación, a la Comisión de Comercio o a la realeza. Pero, ¿A él? ¿Qué iban a hacerle si se pasaba? ¿Condenarle a una tediosa existencia en un planeta anodino alejado de todos los sistemas?
No apartó los ojos de Hank pero habló para la mujer.
—Por lo que a usted respecta, señora, el planeta es mío.— Ya se habían presentado como marines en el exterior, así que a la mierda las formalidades —. Tenemos un médico con nosotros, si alguien de su tripulación necesita ayuda, podemos ayudarle. Pero tiene que mostrarse primero y decirnos quien es —miró a Sara, no quería que se adentrarse más en el lugar si esa mujer no se mostraba ante ellos —.Apague los droides, señora, o nos hacemos responsables de los desperfectos. De hecho, deje esa mierda de los inhibidores o va a enfadarnos. Somos marines espaciales ¿Quiere que consideremos este agujero como una fuerza hostil o va a dejar que la ayudemos? Si quiere, nos vamos.
Escupió a un lado, que gente más rara. ¿Qué clase de persona se estrella en un planeta y no recibe a la ayuda con buena cara? Criminales, alguien con un gran secreto, o alguien estúpido. Probablemente la última.

Levantó las manos ante Hank y, muy lentamente, se puso delante de él, con calma. Sumiso, en apariencia.
—Tengo las manos en alto Hank, no voy a hacer nada. La única arma que funciona es mi cuchillo y no puedo llegar a él ¿Ves?—Le habló como si fuera un niño tonto hasta ponerse a la distancia de una patada de él —.Soy inofensivo Hank, tú tienes el gran pumba, pumba. ¿Entiendes? —Las manos en alto, la expresión relajada, al voz suave como la de una corista de las Vegas.
Esperó, quizás la mujer que había hablado tuviera algo que decir.

Se levanta y se cuelga el rifle del hombro, desenvainando su cuchillo. Oliver -Dice por la radio- Vamos, pilla un par de explosivos, vamos a hacer una entrada. Yipi Ka yei. Corre hacia la nave, quedandose a un costado de ella, buscando una zona plana. Se le acababa de ocurrir plantar un par de explosivos plásticos en un lado para abrir un pequeño boquete ¿Que puede salir mal?

Entramos en la nave con cierto recelo. Los chispazos provocados por los cortocircuitos aún iban detonando aquí y allá. Realmente quedaba claro que se trataba de una nave de escape de tamaño considerable, aunque no acababa de entender por que tantas medidas de seguridad. Si realmente alguien aterriza y necesita ayuda, no pone trabas ni impedimentos!!! Pero allí estábamos desarmados y y siguiendo al malñdito sintético testarudo como el solo.

Mi mirad iba mirando cada detalle de la nave por si podía detectar cualquier indicio de los inhibidores de las armas pero no parecían estar demasiado a la vista. También buscaba cualquier cosa que pudiese ser utilizada como arma. Los cuchillos no eran lo mío, aunque si se daba la situación de tener que usarlos, todos llevábams el reglamentario.

Tras un rato avanzando de forma ordenada por un laberinto de pasillos y salas destrozadas, llegamos a lo que debió de ser la sala donde debían de estar todas las cápsulas con los  humanos o lo que fuese que transportase aquella maldita nave. Pero allí las cosas no tenían pinta de haber ido mejor. Muchas de las cápsulas habían sido arrancadas de sus enganches y los restos de sangre eran claramente visibles en muchas zonas. Los cuerpos no se veían en ninguna parte, pero los efectos del aterrizaje si. Una voz femenina nos espetó desde la penumbra. Y justo en ese momento los disparos sonaron en el exterior. Me puse tensa. Lista para saltar. Aquello no era lo normal en una misión de rescate. La calma con la que el droide cogió el arma y dijo su comentario, me heló la sangre.

Lance comenzó a acercarse de forma calmada al sintético. No estaba cerca de él para echarle una mano en caso de ponerse la cosa complicada pero era una marine y si que podía distraer parte de su atención. Mientras avanzaba por la sala buscaba sitios donde cobijarme en caso de iniciarse los disparos.

- Mira Hank!!! Esta claro que no queréis nuestra ayuda por lo que optaría por marcharnos!!! Ya te las apañarás aquí con esta gente a la que tantas ganas tienes de defender!!! Y usted señora no se que coño espera de nosotros pero de seguir en esa actitud defensiva desde luego no será auxilio. Es el momento de hacer lo que dice mi compañero. O desactivan las defensas y nos dejan ayudarles en lo que necesiten o cogemos los bártulos y nos largamos. – comenté mientras me acercaba a la zona de donde había salido la voz con la esperanza de poder hablar con aquella mujer que tanto hacía por ocultarse.

-Usted debe ser el soldado Svensson. Suena igual que en la radio. Me da que no le gustan las corporaciones. Un punto para usted.

El sintético se alejó un par de metros de Lance, sin dejar de enseñarle la boca del fusil.

-No se acerque más, señor. Mis directrices no me impiden considerar a un humano como un objetivo a eliminar. Quédense todos ahí.

Afuera continuaba el tableteo de las armas automáticas. La mujer respondió:

-¿De veras piensan marcharse? Si les digo que se larguen, ¿lo harán? ¿Tanta insistencia, enfrentarse a una tormenta y ahora basta que les diga que sí, que quiero que se vayan? ¿O regresarán con más efectivos? No se contradigan, por favor.

En el exterior Mijail y Óliver, encontraron un punto débil, prepararon la carga explosiva. Por la radio se escuchó al cabo Davies:

-Aguarda a mi orden, Misha. Chicos, ¿cómo va por ahí dentro?

-Son ustedes insistentes. No saben a lo que se enfrentan, pero siempre adelanten. Son marines, claro. Se me olvidaba ese detalle –un suspiro de cansancio- . Sí, necesitamos su ayuda. Yo no la aceptaría, sin embargo la situación es…Por ejemplo, los inhibidores, es complicado.

-Señora, no deberíamos –dijo Hank. La mujer lo ignoró.

-Tengo a tres personas en estas cápsulas, su sistema de mantenimiento no da para más de otros dos, tres días, quizá. Una compañera despertó de forma brusca, y además sufrió diversas lesiones. Tiene la pierna rota. Se encuentra a mi izquierda, más atrás. Dos más heridos en otra sección de la nave, la que está más alejada. Han perdido mucha sangre, y Hank no ha podido trasladarlos hasta aquí. Y varios muertos, desde luego. Intentamos controlar la entrada y aterrizaje pero ya ven que no salió todo lo bien que pudiéramos esperar. Hank, desactiva la vigilancia. No quiero más sangre derramada. No tiene sentido.

Dio la impresión que el sintético lo debatía consigo mismo. Al fin, accedió. Incluso dejó de amenazar con su arma y la recolocó en su espalda. La voz en la penumbra continuó.

-Su equipo puede entrar.

-Misha, Óliver, unidades de vigilancia desactivadas. Procedan a dejarlas por completo inoperativas. Entren y comprueben todo el interior, Todos, manteneos alerta, y que nadie se quite el casco. Doctora, ya sabe lo que tiene que hacer. Khate, Khan, que esa zorra suelte su historia. Voy para allá. *

Esa situación se les está yendo de las putas manos. Pero, a ver, ¿qué parte de no joder a los presentes no han entendido? Es más... ¿en qué mundo alternativo tener a tres compañeros desarmados en una nave hostil es motivo para comenzar a hacer amigos jodiendo a los que se han mostrado hostiles? ¡Joder! ¡Y aun queda otra puta pregunta que hacerse! ¿¡Qué se han fumado los hijos de puta para hacer lo que han hecho!?

-Davies, cuando muestres algo en esa puta nuez que tienes por cabeza, entonces me darás órdenes.

Entonces se centra en lo que tiene delante y no parece muy prometedor que digamos. Trabajar con hostilidad, por parte de ambos bandos, nunca es bueno.

-Señora, ni aunque me apuntase con todo su armamento decidiría dejar a toda esa gente a su surte. Así que si me permite, primero curare a su gente y luego les rompere las piernas a la mía.

Y aquellos que la conocen pueden dar fe de que sería capaz de hacerlo aunque les pese. No está en ese planeta por hacer amigos precisamente.

Miré asombrada hacia las sombras. Pero que diantres se pensaba aquella mujer:

-Señora… no nos contradecimos. Esto es una misión de rescate y ustedes no solo no quieren nuestra ayuda sino que nos amenazan. No tenemos que marcharnos y venir con más efectivos. Bastará con dejarles aquí y que se pudran al sol de este precioso planeta y luego solo tendremos que venir a recoger sus restos… - dije malhumorada ante las palabras de aquella tía.

Dejé que volviese a hablar. Parecía cansada o estba también herida. Una de dos!!! Al parecer comenzó a detallar donde estaban los heridos y los muertos y finalmente dio la orden de desactivar los inhibidores.

- Joder!!! Ya era hora!!! Inhibidores desactivados Davies – comenté por los comunicadores.

Tras unos segundos la voz de este comenzó a impartir órdenes mientras la doctora comenzaba a hacer de las suyas.

- Un gran discurso Sara, pero si no te importa, antes de que te zambullas en esa vorágine de bondad y tal, tengo que asegurar la zona. – la espeté. A veces me sacaba de mis casillas cuando se ponía tan condescendiente. Era capaz de poner en entredicho la misión por ayudar a cualquiera. Solo esperaba que actuase de la misma forma si nos herían a nosotros.

Y tras un ligero guiño comencé a avanzar hacía donde estaba la voz de la mujer en penumbra.

- Luego si quieres intentas romperme lo que quieras….  – le dije, mientras avanzaba hacia la zona de sombras donde había hablado la mujer. - Si es tan amable, nos gustaría conocer a nuestro interlocutor señora!!! – le dije.